MERCADER DE VENECIA.OBRA.WEB TAT

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EL MERCADER DE
VENECIA
de william shakespeare
Versión de Felipe Castro para TODOS AL TEATRO. TAT
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EL MERCADER DE VENECIA
William Shakespeare
ACTO PRIMERO
ESCENA I
Venecia, un bar es de madrugada.
Antonio Salerio y Solanio.
ANTONIO:
No sé. Lo digo de verdad; no lo sé,
no tengo mucha idea…
desconozco la causa de esta tristeza…
es melancolía supongo.
Cuál será su origen… cuál su principio…
no lo sé…habrá que averiguar.
Qué poco sentido tiene todo esto…
no me reconozco, yo no soy así.
SALERIO:
Tu depresión está directamente conectada al océano.
Sí, sí, sí, se agita sobre el mar… allí donde tus barcos
navegan de un puerto a otro.
SOLANIO:
Créeme Antonio, que si yo tuviese todo apostado en el mar,
tendría mi cabeza a tiempo completo en muelles, puertos y
desembarcos.
SALERIO:
Soplas el café y te pones a pensar en un temporal en alta
mar, miras los cristales del azúcar y ya ves al… como se
llama.
ANTONIO:
Turquesa II.
SALERIO:
Turquesa II, claro. El gigantesco barco petrolero Turquesa II
encallando en la costa Neozelandesa.
Oh tragedia, oh Turquesa II sangrando petróleo en pleno
océano Pacífico, todo contaminado, pérdidas totales. Ohhhh.
Estás a punto de pasar de la depresión a una paranoia. Estás
así porque no te desconectas, porque no piensas sino en tus
barcos.
ANTONIO:
No es así. No, no son precisamente mis barcos los que me
tienen así.
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SOLANIO:
Entonces, te enamoraste.
ANTONIO:
Ya, ya, ya… No, eso no.
SOLANIO:
Mira, quien viene ahí… tu amigo Basanio, viene Graciano y
Lorenzo también, quizás ellos resuelvan tus problemas, yo
me quedo feliz para hacerte feliz pero tengo otros amigos
que atender.
ANTONIO:
Solanio, tú sabes como aprecio tu amistad, anda tranquilo,
sé que tienes otras cosas que hacer.
SALERIO:
Señores, buenos días.
BASANIO:
Dónde es la fiesta, cuándo, a qué hora, ya no cuentan nada,
¿algún problema?
SALERIO:
Nada, te aseguro que la próxima te la aviso a tiempo.
Salen Salerio y Solanio.
LORENZO:
(a Basanio) Te dejo en buena compañía, no te olvides que
comemos juntos.
BASANIO:
No me vayas a fallar.
GRACIANO: Don Antonio, no tienes la mejor cara.
Los problemas del mundo no los vas a resolver sólo.
Además, pierde más quien se afana en conquistarlo.
Tú has cambiado mucho Antonio.
ANTONIO:
En el gran teatro del mundo. Me tocó la melancolía.
GRACIANO: Entonces, déjame iluminarte.
LORENZO:
Ay no, qué aburrimiento.
GRACIANO: Antonio, escucha con atención y trata de comprender.
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No andes de melancólico buscando de todos las miradas, la
melancolía se la tragan solo los incautos.
Lorenzo, nos vamos, después de comida seguimos en amena
charla.
LORENZO:
Nos vemos en la comida ya que el verbo está monopolizado.
GRACIANO: Habla sólo si tus palabras son más dulces que el silencio.
ANTONIO:
Suficientes palabras por hoy.
GRACIANO: Antonio, el mutismo es sólo bueno en la lengua seca de una
puta vieja… o en una vieja puta seca con la lengua…. Bye!
ANTONIO:
Me prometiste hablar de una mujer.
BASANIO:
Antonio, tú sabes perfectamente que gasto más de lo que
gano. Me la paso bien y no voy a cambiar de estilo ahora.
Mi problema es la plata o sea, las deudas, sin embargo,
estoy seguro de haber encontrado la manera de pagarlas
todas y de una sola vez.
ANTONIO:
Habla, de una sola vez y dime qué es lo que tengo que
hacer, porque solo está claro que no puedes hacer nada. Te
lo suplico, dime qué tengo que hacer porque para eso sí
estoy preparado. ¡Habla rápido!
BASANIO:
Una mujer Antonio, una mujer será mi salvación…
una mujer que con solo mirarme me habla, me conversa, me
mata.
Todo el mundo la busca, todos la quieren, todos la
pretenden.
Antonio mi amigo tan querido, no tengo el dinero para ir a
verla, ni mucho menos para regalarle alguna joya o algo que
valga la pena.
Es millonaria Antonio y si logro llegar a ella, algo me dice,
algo dentro de mí me dice, algo como un presentimiento.
Me dice que la fortuna, esta vez, estará de mi lado.
ANTONIO:
El problema es que esa fortuna no la tengo. No tengo ese
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dinero. Todo ese capital figura en mis barcos navegando de
un puerto a otro.
Averigua quién presta dinero. Muévete por todos los
bancos, agencias, prestamistas, lo que sea. Averigua tasas,
averigua créditos.
Muévete querido amigo, muévete rápido. Así viajas lo antes
posible y te presentas ante la belleza aquella.
Muévete, muévete veloz y ligero que yo haré lo mismo. ¡En
todas partes hay dinero!
ESCENA II
En el palacio de Porcia en Belmont.
PORCIA:
No sé… no sé lo que me pasa,
te juro Nerisa ya todo me parece intolerable.
NERISA:
Pasa que tienes todo y por eso no sabes que te pasa.
Lo único claro es que sufren tanto los que tienen todo como
los que no tienen nada.
PORCIA:
No puedo elegir a quien amar, no puedo rechazar a quien no
quiero amar? Maldigo ese testamento, pero que tendría el
papá en su cabeza para hacer algo así.
¿Es que acaso la voluntad de una hija debe regirla un padre
muerto?
NERISA:
Tu padre fue siempre una buena persona, inteligente y claro,
un hombre acaudalado también.
Estas personas siempre tienen buenas intenciones al redactar
sus testamentos y obviamente quieren resguardar sus
fortunas.
Este azar de los cofrecitos parece una tontería pero encierra
la misteriosa sensación que quién acierte en la elección será
además quien merezca tu amor.
PORCIA:
Claro, por supuesto.
NERISA:
¿No te pasa nada con los variopintos muchachos que han
enviado sus correos?
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PORCIA:
Ya los he olvidado a todos.
NERISA:
Revisemos… Aquí está… ves. El polero por ejemplo, es
árabe y dinero no es lo que le falta.
PORCIA:
¿Árabe? No, qué miedo, además solo habla de caballos.
NERISA:
El Sociólogo…
PORCIA:
Ay no, no se ríe con nada, todo es denso, todo es intelectual,
no qué aburrimiento.
NERISA:
El cirujano…. Es Griego!!!
PORCIA:
Estoy segura que prefiere a los hombres.
Por ningún motivo, nada personal pero prefiero a un hombre
que le gusten las mujeres.
NERISA:
Y el abogado, aquel con apellido inglés.
PORCIA:
Pero extranjero por qué?! No, no no no no, es imposible.
NERISA:
No te preocupes más. Ninguno de ellos aceptó las
condiciones impuestas por tu padre.
PORCIA:
Ay Nerisa, finalmente parece que el papá tenía razón y
capaz que el misterioso azar de la elección del cofre
funcione. El papá… todavía lo hecho de menos…
Recuerdas a ese abogado, creo que era militar también…el
papá todavía vivía y estuvo de pasada por aquí… era
italiano, no italiano no, Veneciano. Basanio! Basanio era su
nombre, él si era un hombre hermoso.
NERISA:
Por supuesto que lo recuerdo, ese hombre si valía la pena.
PORCIA:
Vamos Nerisa, mientras cerramos la puerta a un galán otro
galán llama a la puerta.
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ESCENA III
En Venecia mismo bar del inicio ahora es de ncohe.
SHYLOCK:
Trescientos cincuenta mil; bien. Muy bien.
Harto dinero, ¿ah?
BASANIO:
Sí, señor, y por tres meses.
SHYLOCK:
Por tres meses… Sí, está bien, muy bien. Está muy bien.
BASANIO:
Antonio será aval.
SHYLOCK:
Antonio el aval? Bien, está bien.
BASANIO:
Bueno y? me vas a ayudar? Qué contestas.
SHYLOCK:
Trescientos cincuenta mil. Tres meses. Antonio de aval…
BASANIO:
Y?
SHYLOCK:
Antonio es hombre de palabra.
BASANIO:
Por qué? Lo estás poniendo en duda!!
Alguien dice lo contrario!!
SHYLOCK:
Ah no, no, no, no! Cuando digo hombre de palabra digo que
paga sus deudas. El hombre paga sus deudas y eso es lo que
importa. Trescientos cincuenta mil.
Sí, creo que si, si él avala la operación creo que estamos
bien encaminados.
BASANIO:
Hecho.
SHYLOCK:
¿Puedo hablar con Antonio?
BASANIO:
Organizaremos una comida.
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SHYLOCK:
No, gracias. Podemos negociar, comprar o vender, caminar
y conversar, pero no voy a comer contigo, no voy a tomar
vino contigo y nunca voy a rezar contigo.
Pero mira quien viene por aquí.
Entra Antonio
BASANIO:
Antonio.
SHYLOCK:
Tiene todo el aspecto de un hipócrita; tradicional y católico.
(aparte) Lo odio, lo odio no solo por sus ínfulas de “católico
observante”... Católico observante, ¿qué es eso?
Lo odio porque presta dinero gratis. Su torpeza va a
terminar por liquidar este negocio. Se ríe a gritos de mi
condición de judío. Lo cuenta como algo gracioso.
Dice que todos mis ahorros y todos mis negocios son usura.
“Este perro judío se dedica a lucrar con nuestro capital”.
Lo odio.
BASANIO:
Shylock, ¿me estás escuchando?
SHYLOCK:
Sí claro, por supuesto, estaba pensando en el dinero nada
más (a Antonio) Qué se cuenta caballero, justamente
hablábamos de usted.
ANTONIO:
Shylock, aunque no presto ni tomo prestado, y aunque
nunca negocio con intereses, solo para atender las urgencias
de mi amigo aquí presente romperé la costumbre
(a Basanio) ¿Le contaste ya?
SHYLOCK:
Sí, sí claro que si, trescientos cincuenta mil.
ANTONIO:
Y tres meses.
SHYLOCK:
Tres meses claro, eso fue lo que dijiste, se me había
olvidado. Y usted como aval, como una prenda de garantía.
Pero haber detengámonos un instante…
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Creo haber escuchado que no prestas ni pides prestado con
intereses.
ANTONIO:
No tengo esa costumbre.
SHYLOCK:
(marca un número) Cinco mil ducados.
Una suma redonda. Y a tres meses, veamos, veamos esos
intereses. (al teléfono) Juan, ¿a cuanto está la tasa? Cuánto
sería por mes.
ANTONIO:
Bien, ¡sí o no!
SHYLOCK:
A ver amigo no tan rápido. Tú jamás pierdes la oportunidad
de hablar mal de mí por mis famosos intereses. Cuántas
veces empezamos con el insulto del perro judío. ¿Ah?
¿Quién lo mató? El perro judío.
Quién los está engañando… el perro judío.
Bien fuerte… bien gritado. Muy gracioso, pero mi dinero
me lo gano yo y yo saco provecho de lo que es mío.
¿Qué quieres? Que agache la cabeza y te diga, perdón,
distinguido caballero el miércoles pasado usted se rió a
gritos de mí delante de todos los energúmenos vociferantes
en plena transacción de valores, contando por enésima vez
el odioso chiste del perro judío y por eso tengo que prestarte
dinero!!
ANTONIO:
Estás yendo muy lejos. Estamos hablando de negocios y si
me vas a prestar dinero no me interesa que lo hagas como
amigo. No soy tu amigo y no me interesa serlo.
Un amigo no pide usura por un metal estéril.
Préstame esa plata como enemigo porque si te llego a fallar,
cuestión que no va a ocurrir, te será más fácil cobrar
venganza, que al parecer, es lo único que te importa.
SHYLOCK:
¡¡Te enojaste!! Y yo que quería que fuésemos amigos.
De verdad, en serio. Te tengo una oferta generosa.
BASANIO:
Guau, dijiste generosa… Tú dijiste oferta generosa!
SHYLOCK:
Te voy a demostrar mi generosidad. Tomémoslo como un
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juego, humor queridos amigos.
Firmamos ante un notario que solo tú eres la garantía… un
juego, nada más que un juego. Si no pagas te corto un
pedazo de carne.
¿Que tal? Medio kilo de carne, de la tuya claro.
Yo decido que pedazo de kilo de carne quiero, yo decido
qué parte de tu cuerpo es la que me gusta más.
ANTONIO:
Dónde hay que firmar. Te aseguro que luego de este
arrebato de humor y generosidad cambió por completo mi
visión de las cosas. ¡Dónde hay que firmar!
BASANIO:
Haz perdido la razón, Tú no firmarás ese documento por mí.
No, prefiero vivir con mi frustración.
ANTONIO:
Déjalo así amigo querido. No solo te vamos a pagar tu plata
sino que además te la vamos a pagar un mes antes, te vamos
a pagar el doble y si te parece le agregas todos los intereses
que se te vengan a la mente.
SHYLOCK:
¿Se puede saber qué gano yo? Qué gano si decido cobrar.
Medio kilo de carne humana no vale nada, es
completamente inútil. Te aseguro que medio kilo de vaca
vale más que medio kilo tuyo que no vale nada.
ANTONIO:
Hey, hey hey.
SHYLOCK:
Aquí la idea es volver a la amistad. Si no te gusta la oferta,
no la tomes, pero no me grites solo por querer buscar una
solución.
ANTONIO:
¿Dónde hay que firmar?
SHYLOCK:
Tú elijes notario, tú eliges árbitros, abogados, secretarios,
papeles lo que quieras. Tú me avisas donde paso a firmar.
Doy una vuelta por casa me llamas y ahí estaré… con todo
tu dinero.
Sale
BASANIO:
Mi desconfianza es absoluta. Ese hombre tiene una mente
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perversa. No le creo nada. Nada.
ANTONIO:
Oye, oye hey, te preocupas demasiado está bien que sea
época de huracanes pero mis barcos son de acero.
Salen
SEGUNDO ACTO
ESCENA I
Yesica en casa de Shylock habla por celular.
YESICA:
De todas formas me produce una tristeza enorme que de un
día para el otro ya no trabajes para nosotros.
Juan, esta casa es un infierno y tú – demonio encantador- le
dabas algo de alegría. En fin, eso no es lo importante,
escucha bien lo que debes hacer.
A Lorenzo lo vas a ver en la comida que Basanio prepara
para esta noche, dile que lo estaré esperando, que hoy es el
día que las estrellas han elegido para nosotros.
Adiós Juanito, te dejo sino el papá va a sospechar (corta).
Ay de mí. Esto es lo peor que puede sucederme.
Avergonzarme de mi padre. Sé que soy hija de su sangre,
pero sé que no soy hija de su carácter.
Lorenzo, Lorenzo, mantén tu promesa de amor que yo por
ella dejaría atrás mi pasado.
Por tu amor me entregaría a tu fe.
Huyamos juntos Lorenzo, dejo atrás mi historia, dejo atrás
mi fe, así arda esta casa, prisión mía por años.
ESCENA II
En la calle es carnaval y todos están con disfraces es de noche.
LORENZO:
Todo claro, nos arrancamos de esa comida sin que nadie se
de cuenta, nos cambiamos de ropa en mi casa y en una hora
estamos de vuelta.
GRACIANO: Pero si ni siquiera tenemos chofer.
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SALERIO:
Cómo pasa por tu mente pensar en un chofer.
SOLANIO:
La fastuosidad y el lujo, querido amigo, siempre han sido un
poderoso afrodisíaco.
LORENZO:
Yo tengo una idea para el chofer.
(suena el celular) ¿Juanito, conseguiste los pasajes?, pero
Juanito qué idea más descabellada, está bien, eso importa
poco.
¿La llamaste? ¿Qué? Shylock viene a la comida, va a comer
con Antonio. No, no te lo creo, eso te dijo, está bien, yo lo
arreglo. Ah y dile a Yésica que yo no falto a mi palabra.
¡Hey amigos! Ya tenemos chofer.
GRACIANO: Noticias de vuestra amiguita.
LORENZO:
No resisto y te cuento todo. Tú cierras tu bocota.
Yésica y yo nos vamos hoy. Yo no sé qué va a pasar con su
papá, pero sé que va a explotar.
A mí eso no es lo que me preocupa, tiene encerrada a su hija
por años y se puede ir a los infiernos.
Ella traerá joyas y algo de dinero que tiene guardado.
GRACIANO: Estás totalmente demente, todo el vecindario dará cuenta de
este rapto.
LORENZO:
No señor, me mandó a decir que se va a vestir de hombre
para que nadie la reconozca.
GRACIANO: No solo rapto, también será un robo.
Puta te has vuelto loco.
LORENZO:
Sí amigo mío, completamente loco. Ya.
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ESCENA III
En casa de Shylock es de noche.
SHYLOCK:
(al celular) Está bien, Juanito, está muy bien, ahora vas a
ver las diferencias entre Basanio y este Shylock que poco
menos que te crió… ¡¡Yésica!!
Te vas a morir de hambre. ¡¡Yésica!!
YESICA:
¿Me llamaste papá? ¿Quieres algo?
SHYLOCK:
Me han invitado a comer, toma aquí están las llaves.
Tendría que ir… tú que crees…
Aló, Juanito, no, tú no.
Carnaval, hoy es noche de carnaval, no lo puedo creer,
ya gracias (corta). Te aseguro que no me invitan de
cariño… Tú que piensas… voy a ir igual…
Qué rabia. (llama al celular) Por nada del mundo comería
hoy fuera de casa. Pero voy, claro que voy a ir.
Aló (celular) Juanito, diles que voy, sí, voy a ir. (corta)
Bien Yésica, cierra bien.
Sale
YESICA:
Adiós. Que si adversa no me es la fortuna, me quedaré sin
padre; y tú, sin hija.
ESCENA IV
Graciano y Salerio en noche de carnaval ya es de madrugada.
GRACIANO: Dijo en esta esquina? Por la puta, dijo en esta esquina?
SALERIO:
Llámalo para saber a qué horas va a llegar a la reunión de
las 2 de la mañana, siendo exactamente las 4 con 32 minutos
y cuando ya comienza a amanecer.
GRACIANO: Curioso… los enamorados más bien andan con el reloj
adelantado.
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SALERIO:
El amor recién nacido vuela, pero hacerlo caminar uf,
te la regalo.
GRACIANO: Siempre es igual. ¿Quién se levanta de la mesa con el
mismo apetito voraz con que se sentó?
Todo lo que hacemos lo hacemos con más ganas que
disfrutando.
Pendejo caliente, vamos a ver cuanto le dura.
LORENZO:
Perdón, perdón, perdón. Cuando quieran jugar a robarse una
esposa les prometo que esperaré todo lo necesario y más.
YESICA:
(de hombre y sin mirar, ha estado ahí siempre)
Hola… por favor, eres tú… dímelo.
LORENZO:
Soy yo Lorenzo, tu amor, tu eterno amor.
YESICA:
Lorenzo eres, en ti confío, mi amante eres, estoy segura.
Porque te amo solo a ti, a nadie sino a ti y sólo tú sabes que
soy para ti.
LORENZO:
El cielo es nuestro testigo, igual que tu amor entrañable. Tú
eres para mí.
YESICA.
Toma esto, vale más que nuestro sufrimiento.
Por favor ya no mires más. La vergüenza es gigante, la
verdad cupido en persona se pondría rojo de verme
convertida en hombre.
LORENZO:
Vamos, que tienes que ser nuestro chofer.
YESICA:
¡¡Qué has dicho!! Todo el mundo se dará cuenta y la idea es
pasar inadvertida.
LORENZO:
Nadie se dará cuenta amor, pero vamos pronto que ya la
noche se comienza a despedir.
Basanio nos espera en lo que queda de su fiesta.
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Salen Lorenzo Yésica y Salerio. Entra Antonio.
ANTONIO:
¿Dónde están los demás?. Tienes que partir ahora mismo.
Te he buscado toda la noche. Tuve que salir a escondidas y
debo retornar pronto. Basanio ya está en el aeropuerto
esperándote listo para partir.
GRACIANO: Buenas noticias, querido amigo, nada como subir a un avión
y desaparecer.
ANTONIO:
Nada.
ESCENA V
Trompetas.
Estamos en el salón de los cofres. Porcia, Rubén y Nerisa
RUBEN:
(tomando el cofre de oro y leyendo lo que ahí dice)
“Quién a mí me elija tendrá
todo lo que un hombre pueda desear”.
(toma el de plata)
“El que me elija obtendrá todo lo que merece”
(toma el de plomo)
“El que me elija arriesga todo lo que tiene”
Nada fácil cariñito, nada fácil.
PORCIA:
Creo que es momento de elegir.
RUBEN:
¿Es posible que seas de plomo?!! Sería un asco encerrar tan
preciosa mirada en una tumba tan oscura.
¿Es posible pensar que estés encerrada entre muros de plata,
que no vale ni una décima parte del valor del oro? Eso sería
pecar!! Un pecado Abominable!!!
Nunca una joya se montó en algo que no fuera el oro.
La llave mamá, la llave mi reina, el asunto ya está resuelto.
NERISA:
Señor, esta es la llave, dorada por cierto!!
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RUBEN:
Virgencita linda, mamacita del cielo, dame la fortuna que
tanto deseo (abre el cofre y saca la calavera)
¿Qué es esto? ¿Hamlet?
NERISA:
Hay una carta… la puedes leer.
RUBEN:
Ya veo cariñito, ciego no soy.
“En las tumbas de oro habitan los gusanos.
Si además de impulsivo fueras sabio, joven de cuerpo y con
la mente anciano, no habrías tenido esta respuesta.
Lárgate en buena hora, para ti todo ha terminado”
Vale, que yo sé perder, ya tú sabes mamá que el consuelo
también me vendría bien.
Porcia hasta nunca, que te has perdido una oportunidad de
oro. Bye.
PORCIA:
Qué alivio querida amiga, no podría tolerar un hombre de
ese aspecto.
ESCENA VI A
En el aeropuerto es de amanecida.
BASANIO:
Querido amigo, no sé Antonio, no estoy seguro que vaya a
resultar.
ANTONIO:
No lo hagas, no eches a perder tus asuntos por mí.
Yo sé cuidarme. Quédate todo lo que necesites y ya verás
como las cosas maduran con el tiempo.
BASANIO:
Antonio, no tengo como agradecerte.
ANTONIO:
Ya lo has hecho, ya me has regalado lo suficiente.
En cuanto a la deuda con el famoso Shylock no dejes que
interfiera en tus planes amorosos.
Sé feliz y entrega toda tu inteligencia a la deferencia y las
correctas muestras de cariño según sea para ti lo más
conveniente.
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Entra Salerio
ESCENA VII B
SALERIO:
Estás seguro que Lorenzo no va en el mismo vuelo que
Basanio y Graciano.
SOLANIO:
Totalmente.
SALERIO:
Y Antonio desapareció.
SOLANIO:
Encuéntralo porque es realmente importante que se entere
de lo de su Turquesa II
SALERIO:
Dicen que la mancha de petróleo es enorme y que
contamina al menos tres cuartas partes del puerto.
SOLANIO:
A nuestro Antonio le llueve sobre mojado.
Shylock tapizó los tribunales con recursos de protección y
denuncias de presunta desgracia, llegó hasta la casa del
fiscal de madrugada donde acusó directamente a Lorenzo
del robo que se perpetró en su hogar.
SALERIO:
A Antonio le conviene cumplir con el famoso trato.
SOLANIO:
Y para terminar de hundirse, su amigo del alma ha partido.
SALERIO:
Me consta que Basanio es todo lo que Antonio ama en este
mundo, vamos que hay que aliviar esa tristeza, que de un
modo o de otro se apoderó de él.
Salen y aparece Antonio.
Un ensordecedor ruido de avión suena sobre él.
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ESCENA VIII
Salón de los cofres.
PORCIA:
(a Nerisa) No me has dicho quién es.
NERISA:
Gerardo de Andalucía, soltero, 35 años, vive con su madre y
su abuela, fue torero, tiene títulos de marques y de conde,
posee tierras, barcos, minas, islas, viñas.
PORCIA:
Viñas.
NERISA:
Si, viñas.
GERARDO: ¡¡Música!!
Suena música española entra Gerardo, andaluz de tomo y de lomo
GERARDO: (mirando el cofre de plomo)
“El que me elija arriesga todo lo que tiene”,
guapa te encuentro niña, pero faltaría un restillo para
arriesgarlo todo.
Veamos que nos dice el cofrecillo de oro, veamos
“Quién a mí me elija tendrá todo lo que un hombre pueda
desear”. Mmmh, por nada elegiría lo que todos los hombres
desean, definitivamente no pondré mi sensibilidad al nivel
de los varoncillos. Ni por casualidades me acerco a nada
que suene a multitudes.
(al cofre de plata) “El que me elija obtendrá todo lo que
merece” bien dicho. Por la virgen de la Macarena este
asuntillo esta decidido. La llave, la llave y descerrajamos la
puerta de la fortuna (la abre).
PORCIA:
Demasiado silencio para lo que ahí encontraste.
GERARDO: ¿Qué es esto, un loquito que me mira con cara de idiota y de
pasada me ofrece unas letras?
Es que acaso no merezco yo algo más que el rostro de un
tarado. ¡Este es mi premio! ¡¡¡Es que este es mi precio!!!
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Gran torpeza haber por aquí aparecido (lee).
“Que aunque llevéis esposa a vuestra pieza, yo siempre seré
vuestra cabeza. Partid, se os solicita con presteza” Con la
cabeza hueca vine a conquistar, y con dos me dispongo a
marchar.
ACTO III
ESCENA I
Calle de Venecia es de noche.
SALERIO:
Los rumores crecen.
SOLANIO:
No son solo rumores, aparte del desastre del Turquesa II,
otro barco de Antonio no logra salir del puerto de
Klausmarie debido a la interminable guerra que azota dichas
tierras.
SALERIO:
¿Qué dices?
SOLANIO:
Digo que ojalá sea el final de sus pérdidas.
Entra Shylock.
SOLANIO:
Shylock, qué sabes tú de los rumores.
¿Qué se habla entre los mercaderes?
SHYLOCK:
Ustedes sabían que mi hija se había fugado con Lorenzo. Lo
sabían. Lo sabían muy bien.
SALERIO:
No, no sabíamos, pero nosotros te estamos hablando de
otros rumores, sabías tú que Antonio ha tenido pérdidas en
el mar.
SHYLOCK:
Pérdidas en el mar… ¡bancarrota!
Ya ni siquiera asoma la cabeza por la rueda.
Que pague lo que debe. El me llamaba usurero.
Que pague lo que debe. El prestaba dinero por su inmensa
cristiana caridad. ¡¡¡Que pague lo que debe!!!
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SALERIO:
¿No estarás pensando en quedarte con medio kilo de carne?
SOLANIO:
¿De qué te sirve medio kilo de carne de Antonio?
SHILOCK:
De alimento para los perros, y si no sirve para alimentar
nada, servirá para alimentar mi venganza.
Me ha deshonrado, me ha hecho perder millones.
Se ha reído de mis pérdidas y se ha burlado de mis
ganancias, pone el asunto judío por delante dificultando
todos mis negocios.
Desalienta a mis amigos y enardece a mis enemigos y ¿cuál
es la razón? Yo soy judío. ¿Un judío no tiene ojos?, ¿un
judío no tiene manos?
Órganos, tallas, sentidos, afectos, pasiones.
¿No nos alimentamos con lo mismo? ¿No nos hieren las
mismas armas? ¿No sufrimos los mismos males? ¿No nos
curamos con los mismos remedios?
¿Y si fuese negro, o amarillo, o rojo?
¿Es que acaso las estaciones no son las mismas para todos?
¿No tenemos el mismo calor, no pasamos el mismo frío que
ustedes?
¿Si nos pinchan, no sangramos? ¿Si nos hacen cosquillas,
no reímos? ¿Si nos envenenan, no morimos?
¿Y si nos ofenden, qué haremos? ¡Buscaremos venganza!
SOLANIO:
Antonio está arruinado. Deja ese medio kilo de carne a un
lado. Yo puedo averiguar dónde está tu hija.
SHYLOCK:
No me importaría ver a mi hija muerta a mis pies ahora
mismo con todas sus joyas puestas.
SOLANIO:
Es carne Shylock, nada más. Eres extranjero.
SHYLOCK:
¡No soy extranjero!
SOLANIO:
Tenemos los mejores jueces y tenemos los mejores
abogados. Es una estupidez, medio kilo de carne es un
sinsentido, un absurdo. ¡No vas a ganar!
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SHYLOCK:
Habla con tus abogados. Habla con tus jueces.
Avísales con tiempo que le voy a arrancar el corazón a
Antonio si no me paga. Que pague lo que debe.
ESCENA II
Basanio frente a los cofres.
También están Nerisa, Graciano y Porcia.
PORCIA:
Te lo ruego, a que tanta prisa, no es necesario tanto apuro.
Te puedes equivocar. Si fuera decisión mía te tomas un mes
o dos antes de aventurarte por mí.
Yo podría enseñarte a elegir. Porque si elijes mal pierdo tu
compañía y algo me dice que no quiero perderte.
Maldigo tus ojos que me hacen decir todas estas tonterías.
Todo fuera de regla, yo ni siquiera debiera hablar.
BASANIO:
Déjame elegir, te lo ruego. La decisión que tomo puede
significar mi ruina o mi eterna felicidad.
De ti, oro vistoso, mal alimento para Midas, nada escojo. Ni
tampoco de ti, plata estéril, reflejo de nada, metal odioso.
Tú, en cambio, magro plomo que menos prometes y más
amenazas tu nobleza me mueve más aún en la elocuencia.
Y así elijo. Que la alegría sea la consecuencia.
BASANIO:
(abre el cofre plomo) ¿Qué es lo que encuentro aquí?
Eres tú, claro que eres tú. Procedo a leer el resumen de mi
fortuna:
“A ti que no eliges por vanidad y te sientes complacido por
todo esto, mira a los ojos a quien te tiene de amor preso y
reclámala como tuya con un tierno beso”
Tu papá, ¿ah? Permiso, preciosa, daré y recibiré según esta
proclama (se besan).
PORCIA:
Desde hoy, esta casa, todos sus empleados y yo misma
pasamos a ser posesión tuya. Todo te lo entrego en este
anillo. Si de el te separas, lo pierdes o bien lo cambias será
presagio de la ruina de nuestro amor y la posibilidad de un
divorcio.
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BASANIO:
Cuando este anillo se separe de mis dedos, podrás decir que
Basanio ha muerto.
NERISA:
No sé porque siento que es nuestro momento.
Nosotros también hemos estado haciendo prosperar nuestro
anhelo. Alégrense todos.
GRACIANO: Basanio, querido amigo, querida amiga Porcia, Cuando este
asunto se solemnice… Que esto tendrá que ser por la Iglesia
supongo. Bien, ese día, juntos nos casamos todos.
BASANIO:
Consíguete una esposa primero.
GRACIANO: Gracias a ti ya conseguí una. Tengo un ojo tan rápido como
el tuyo, tú miraste a la heredera yo miré a su amiga.
PORCIA:
Nerisa, ¿es verdad todo esto?
NERISA:
Tú qué crees.
BASANIO:
¿Tú, estás hablando en serio?
GRACIANO: Puta y tú qué crees.
BASANIO:
No se hable más, que todos juntos nos casemos
GRACIANO: Me gustaría dejar claro que me gustaría poder probar antes
para no ensartarme.
Entran Lorenzo, Yésica y Salerio.
BASANIO:
Mi buen amigo Salerio, Lorenzo, Yésica, pero qué hacen
por estos lados, pensé que habían partido hacia lugares
desconocidos dónde nadie los viera.
SALERIO:
Basanio, Antonio me
personalmente esta carta.
ha
enviado
para
entregarte
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BASANIO:
Cuéntame ahora si algo malo ha sucedido.
PORCIA:
Basanio, hoy me corresponde al menos la mitad del dolor
que esta carta te ha producido.
BASANIO:
Ah, dulce amor mío. Es la peor noticia de todas. Con
Antonio, mi gran amigo me comprometí.
Comprometí a mi amigo del alma con su peor enemigo.
Todo para llegar a ti. Ahora me dice que todos sus barcos se
han perdido, su acreedor se ha puesto especialmente cruel.
Él piensa que va a morir y agrega que todas las cuentas
entre yo y él quedan pagadas. Quiere verme
PORCIA:
Nada va a pasarle a una persona tan querida por ustedes.
Primero ven conmigo a la Iglesia a llámame tu esposa,
después vas inmediatamente por tu amigo a Venecia.
No dormiremos juntos mientras estés con tu alma
intranquila. Bien señores… hay que despachar pronto este
asunto. A la Iglesia todos. Luego la noche guardará nuestra
virtud y la vuestra.
ESCENA III
En una sala de la corte están Shylock,
Salerio, Solanio, Antonio y un guardia.
SHYLOCK:
No veo porque tiene que estar en libertad.
No me hablen de piedad.
La ley es la ley y es igual para todos, ¿o no?
ANTONIO:
(cortando su celular) Por el amor de Dios, buen Shylock,
puedes escuchar por lo menos.
SHYLOCK:
Yo voy a cobrar lo mío y si no es de eso, ¡no me hables!
No te reías del famoso perro judío sin tener un motivo.
Yo soy ese perro Judío, ten mucho cuidado con mis dientes.
Aquí se va a hacer justicia. Lo que realmente me asombra es
que te dejen en libertad solo porque tú lo pides.
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ANTONIO:
¡Puedes escuchar!
SHYLOCK:
¡¡Paga lo que debes!! Yo no pienso escucharte.
Paga lo que debes y después ya no hablarás más.
No quiero más palabras. Cumple tu palabra y paga lo que
debes.
Se va Shylock.
ESCENA IV
Jardines de palacio. Lorenzo, Porcia, Nerisa y Yésica.
LORENZO:
Señora, no si está bien que yo lo diga pero Antonio es una
persona excepcional. Y nuestro amigo Basanio, realmente lo
quiere.
PORCIA:
El más íntimo amigo de mi esposo, por fuerza tiene que ser
igual a él. Y si tú eres amigo de ellos también. Lorenzo, en
tus manos dejo esta casa que junto a Nerisa nos iremos a un
monasterio.
NERISA Y YESICA:
¿¿Un convento??
PORCIA:
He suspirado al cielo la secreta promesa de vivir en la
contemplación y el rezo junto a mi amiga Nerisa hasta que
su marido y mi marido vuelvan.
Hay un monasterio aquí muy cerca.
Lorenzo he depositado mi confianza en ti y esto nadie ha de
saberlo.
LORENZO:
De todo corazón, nadie lo sabrá.
PORCIA:
Aquí todos ya saben que tú y Yésica quedan a cargo. Adiós
pues, hasta volver a encontrarnos.
Salen Lorenzo y Yésica.
PORCIA:
Vamos Nerisa, vamos te digo que tengo entre manos algo
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que tú no sabes.
Veremos a nuestros maridos antes de lo que piensan.
NERISA:
Y ellos nos verán a nosotras.
PORCIA:
No sé si serán capaces de vernos cuando aparezcamos
vestidas de hombres.
NERISA:
¿¿De hombres??
PORCIA.
De hombres.
CUARTO ACTO
ESCENA I
En el tribunal
Antonio, Salerio, Solanio, Juez, Graciano.
JUEZ:
Antonio, estás listo.
ANTONIO:
Dispuesto.
JUEZ:
Yo no puedo suspender la sesión, sin embargo estamos a la
espera del Juez Belario, quien es experto en estas materias,
y quien, te aseguro resolverá sobre este asunto en plena
justicia.
ESCENA II
Porcia y Nerissa disfrazándose de hombres.
PORCIA:
Hablé con mi primo Belario que es abogado y experto en
este tipo de juicios. Sabe de sobra todos los trucos
necesarios para exculpar a cualquiera.
Además es amigo del Juez que lleva la causa.
Hablará con él y le dirá que está enviando a dos apuestos
colegas suyos que lo remplazarán en el juicio.
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Nos recomendará.
NERISA:
¿Al juez le gustan los hombres? Perdón, no debí abrir mi
bocota. Bien; habrá que bajar el tono de la voz entonces,
caminar como animales, inventar mentiras y contar chistes.
PORCIA:
Yo les diré cómo miles de mujeres han pretendido mis
favores.
Eso les encanta, contaré lo bien que lo hago y lo fuerte que
soy, solo con eso ya quedan engañados.
NERISA:
Si es por cuentos, trampas y cochinadas de hombres, tema
no me va a faltar.
ESCENA III
En el tribunal
Shylock, Antonio, Salerio, Solanio, Juez, Graciano.
JUEZ:
El mundo piensa Shylock, y yo pienso lo mismo, que
quieres llevar este asunto hasta el acto final.
Ahí entonces mostrarás piedad y compasión. Es muy rara
esta crueldad que muestras.
Medio kilo de carne de este pobre hombre de negocios.
Se que desistirás del castigo fijado y que también sabrás
condonar las deudas.
Aún de un pecho de bronce y de un corazón de piedra se
puede esperar clemencia. Esperamos tu gentil respuesta.
SHYLOCK:
Mis abogados ya informaron cuál es mi propósito.
Yo quiero justicia. Si me la niegas, el peligro amenaza la
libertad misma y la credibilidad de todo el sistema.
Quieren saber por qué elijo una cantidad de carroña en vez
de dinero.
Les respondo: ¡Por capricho¡ ¿Le parece esa respuesta?
Pues bien no puedo yo dar razones ni las daré tampoco, más
que el odio que siento por Antonio, motivo suficiente para
seguir adelante con la demanda en su contra.
¿Satisfecho?
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SOLANIO:
Esa no es respuesta. Esa es crueldad inútil.
SHYLOCK:
Nada obliga a que a ti te plazcan mis respuestas.
SOLANIO:
¿Todos los hombres matan lo que no aman?
SHYLOCK:
Cualquier hombre que odia algo quiere matarlo.
SOLANIO:
¿Cuándo una ofensa ha sido odio desde el inicio?
SHYLOCK:
¿Tú quieres que una bicha te muerda dos veces?
JUEZ:
¡¡Basta, suficiente!!
BASANIO:
Por tus trescientos cincuenta mil,
aquí tienes setecientos mil.
SHYLOCK:
Sigue doblando y cuando te canses me avisas.
No lo acepto. Justicia primero.
BASANIO:
Primero mi cadáver antes que por mí pierdas una gota de
sangre.
ANTONIO:
Tu solo debes continuar viviendo.
Entra Nerisa disfrazada de escribano.
NERISA:
Permiso señor Juez. El juez Belario saluda a su señoría.
JUEZ:
De parte de Belario has venido.
NERISA:
No yo, el juez le ha enviado esta carta.
Le entrega una carta al tiempo que Shylock
saca un cuchillo y lo pone sobre la mesa.
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GRACIANO: ¡Guarda ese cuchillo ahora!
SHILOCK:
Dime dónde dice dónde se hará justicia en este caso.
JUEZ:
Guarde ese cuchillo (sigue leyendo la carta).
Dígale que entre (entra Porcia)
Así es que el viejo Belario los ha enviado.
PORCIA.
Sí señor.
JUEZ.
Muy bien, supongo que está usted informado de cual es la
disputa que se dirime en esta corte.
PORCIA:
(Disfrazada de abogado) Totalmente informado.
Rara naturaleza la de su demanda.
Sin embargo está absolutamente en regla y no hay leyes en
este país para impedir que la lleve a cabo.
Y usted, por cierto, se encuentra a su merced ¿no es cierto?
ANTONIO:
Así es.
PORCIA:
Entonces usted buen Shylock debe mostrar piedad.
SHYLOCK:
¿Y por qué compulsión, dígame usted, debo tenerla?
PORCIA:
La piedad nunca es cualidad bajo presión.
La piedad es doble bendición. Bendice a quien la otorga y
bendice a quien la recibe.
Le estoy suplicando piedad para moverlo a compasión a fin
de mitigar la justicia que usted pide.
Pues si insiste, esta estricta corte no tendrá más alternativa
que fallar contra el señor Antonio.
SHYLOCK:
Yo cargo con el peso de mis actos. Reclamo la ley.
Pena y castigo en justicia plena.
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PORCIA:
Suficiente. Legalmente el demandante puede cortar medio
kilo de carne al demandado.
ANTONIO:
De todo corazón suplico a esta corte que dicte la sentencia.
PORCIA:
Pues entonces, es esta: Prepare usted su pecho para el
cuchillo puesto que la intención de la ley y el espíritu de la
misma están absolutamente en relación con la pena que se
pide en este documento.
SHYLOCK:
Es usted mucho más grande de lo que parece.
PORCIA:
Don Antonio, su camisa.
SHYLOCK:
El pecho, por supuesto, así dice el documento, ¿no es así
señor juez?
“De junto al corazón”, esas son las palabras exactas.
PORCIA:
Así es.
¿Hay aquí una balanza para pesar el trozo de carne?
SHYLOCK:
Por supuesto, yo mismo la traje.
PORCIA:
Tiene usted un médico cerca para que, con la herida, no
muera desangrado.
SHYLOCK:
El documento no habla de ningún cirujano.
PORCIA:
No, expresamente no lo dice, pero eso que importa.
Bien podría usted obrar así por caridad.
SHYLOCK:
No pueden contar con eso.
Esa palabra no se encuentra en el documento.
PORCIA:
Y usted don Antonio. ¿Tiene algo que decir?
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ANTONIO:
Muy poco. Estoy listo y estoy ya preparado.
Basanio, amigo mío, que no sea aflicción tuya el que yo
haya caído en esto. Dale mis saludos a tu noble esposa.
Cuéntale el proceso del como termino la vida de Antonio.
Si Shylock corta profundo; quedaremos los tres pagados.
BASANIO:
Estoy casado con una mujer hermosa a la que quiero tanto
como mi propia vida. Pero ni mi vida, ni mi esposa, ni nada
en el mundo vale más para mí que tu vida.
PORCIA:
(al juez) No sé si a su esposa le gustaría escuchar eso.
GRACIANO: Yo mataría a mi mujer para que desde el cielo rogara por tu
alma Antonio.
NERISA:
(al juez) Decirlo a la espalda de su esposa no cuesta nada.
SHYLOCK:
Ustedes tienen esposas. Yo tenía una hija, que también
prefiero verla muerta antes que casada con uno de ustedes.
Estamos perdiendo el tiempo. ¿Y señor Juez?
PORCIA:
(le habla al oído al juez)
JUEZ:
Medio kilo de carne de este mercader es suyo.
La corte así resuelve. La ley así lo otorga.
SHYLOCK:
Justicia al fin.
¡Qué sentencia! ¡Prepárate!
PORCIA:
El documento no concede una sola gota de sangre. “medio
kilo de carne” nada más.
Señor Juez: el señor Shylock tomará medio kilo de carne,
pero si al sacarlo cae una sola gota de sangre, sus bienes y
su dinero, según las leyes de nuestro país quedarán
confiscados.
GRACIANO: Un juez incorruptible, ¡un juez intachable!
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SHYLOCK:
¿Eso dice la ley?
PORCIA:
Puedes verlo en el texto. Tú exiges justicia, bien, pues
tendrás más justicia de la que deseabas.
GRACIANO: Justicia plena. Un juez intachable.
SHYLOCK:
Acepto la oferta. Tres veces lo acordado y que Antonio
quede libre.
BASANIO:
Toma tu dinero.
PORCIA:
No tan rápido, las leyes son las leyes y debemos respetarlas.
Prepárate a cortar la carne.
Nada de sangre y ni un gramo más y ni un gramo menos
sino medio kilo justo de carne.
Ocupamos tu balanza y si te pasas mueres tú y tus bienes se
confiscan todos. Y ahora corta.
SHYLOCK:
Entréguenme el capital prestado sin intereses y dejen que
me vaya.
BASANIO:
Toma tu plata.
PORCIA:
No ha lugar. No vas a obtener sino el castigo fijado.
SHYLOCK:
¿Entonces no voy a recuperar ni siquiera lo prestado?
PORCIA:
Solo tu medio kilo de carne. Es tu riesgo. Hazte cargo.
SHYLOCK:
Bueno: Entonces que el diablo les de los intereses.
Fin de la discusión.
PORCIA:
La discusión recién comienza.
Aquí se probó que el señor Shylock incurrió en tentativas
directas e indirectas de quitar la vida a un ciudadano de
nuestra república.
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Esto hace que la mitad de sus bienes pasen al estado y la
otra mitad de los mismos pasen a la parte afectada.
La vida del culpable de este delito queda a merced de usted
señor juez sin apelación alguna.
Está metido en un aprieto señor Shylock.
Porque según se advierte por acción manifiesta, tanto
directa como indirectamente ha maquinado contra la vida
del defendido, y de esta forma incurrió en el delito al que ya
se hizo referencia.
Pida piedad señor Shylock. Es lo único que queda.
¿Algo que decir señor Antonio?
ANTONIO:
Si le parece bien a esta corte, de mi parte de los bienes
acepto la mitad y la otra mitad se la dejo.
Sin embargo, por este favor tendrá que convertirse al
cristianismo y dejar registrado en esta corte que al morir
todos sus bienes pasarán a Lorenzo, su hijo y a Yésica su
hija.
JUEZ:
Me parece.
PORCIA:
¿Satisfecho?
SHILOCK:
¿Satisfecho? ¿Satisfecho?
Os ruego, os suplico dejarme partir. No me siento bien.
Sale.
JUEZ:
Tiene algo que hacer Baltasar, podemos comer en casa.
NERISA:
No, no muchas gracias debemos volver esta misma noche.
BASANIO:
Señor, acepte este dinero por pago.
ANTONIO:
Igual quedaremos en eterna deuda con usted.
PORCIA:
Bien pagado es aquel que queda satisfecho.
Y con haberlo liberado satisfecho quedo.
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BASANIO:
Por favor acepte, debe aceptarlo.
NERISA:
No estaría mal.
PORCIA:
Aceptaremos un recuerdo mejor.
Me llevo el cuchillo que por suerte no fue ocupado y por
afecto a usted le acepto el anillo que trae.
BASANIO:
Cómo se le ocurre, ese anillo no vale nada.
PORCIA:
A mí me gusta.
BASANIO.
Yo le encontraré un anillo a su altura.
PORCIA:
No prometa cuando no pueda pagar.
Adiós. Nerisa quedas a cargo (se va).
(aparte). Haz que firme hoy el acta. Nos vamos esta noche
para llegar antes que nuestros maridos. Lorenzo va a estar
feliz.
BASANIO:
Está bien, no puedo regalarlo.
Este anillo me lo dio mi esposa.
NERISSA:
Si su esposa se entera de lo que aquí ha pasado, le aseguro
que estaría feliz de que lo hubieses entregado.
ANTONIO:
Dale ese anillo, yo te lo pido.
BASANIO:
Graciano, entrega este anillo y haz que vengan a comer con
nosotros, vamos Antonio.
A primera hora salimos los dos juntos hacia Belmont.
Salen.
GRACIANO: Señor juez, Basanio lo pensó mejor, te envía este anillo y de
paso les ruega que vengan a comer con nosotros.
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NERISSA:
No muchas gracias. El anillo se lo entregaré personalmente
al juez, pero a comer imposible.
Sería tan amable de explicarme como llegar a la casa de
Shylock para que firme el acta.
GRACIANO: Pero por supuesto.
NERISA:
(aparte a público) Apuesto mi cabeza a que me regala el
anillo que le di. Vamos señor... ¿muy lejos?
GRACIANO: No, no tanto.
NERISA:
Bonito anillo, ¿no?
GRACIANO: ¡Una mierda!
ACTO V
Estamos en los jardines del palacio de Porcia en Belmont.
LORENZO:
Tú te arrancaste de tu padre millonario jurando fidelidad
eterna y prometiendo amor por siempre.
Débiles promesas que murieron a la primera encamada que
te mandaste por ahí.
YESICA:
Esa misma noche juraste que me querías mucho que serías
fiel cuestión que duró hasta la primera fiesta con tus
amiguitos.
LORENZO:
Entonces esta noche, la inmaculada, tú me calumnias, te dan
ataques de celos, ¿y yo tengo que perdonarte??
YESICA:
¿¿Perdonarme?? He abrazado tu religión y tú pagas con la
traición.
LORENZO:
Y te recuerdo que en ninguna noche nadie nunca te ha
obligado a dejar a los de tu raza.
YESICA:
Te ganaría en noches si no viniera nadie, pero si prestas
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atención sabrás que alguien se acerca.
Entran Porcia y Yésica.
LORENZO:
Señora, sea usted ¡Bienvenida!
PORCIA:
Rezamos todo el tiempo por el bien de nuestros maridos.
Nerisa preocúpate que nadie sepa que estuvimos fuera.
¿Han regresado los señores?
YESICA:
No, no todavía.
Irrumpen Basanio Antonio Salerio y Solanio.
BASANIO:
Querida mía, aquí tienes al varón, aquí tienes a Antonio, mi
amigo del alma a quien le debo la vida misma.
PORCIA:
A este lugar eres muy bienvenido.
GRACIANO: (a Nerisa) Te lo juro por la luna que me estás insultando.
Puta, te digo que lo regalé al asistente del juez y tú te lo
tomas como una ofensa personal.
PORCIA:
¿Una pelea tan pronto? Podemos saber cuál es el problema.
GRACIANO: Un anillo ínfimo que ella me había dado, una baratija, una
porquería que más encima tenía grabado dos palomos con la
frasecita “ámame por siempre”.
NERISA:
Cómo se te ocurre hablar del valor o de la inscripción que
tenía. Me juraste que no te lo sacarías en toda la vida, que te
lo llevarías a la tumba. Dárselo al asistente del juez, apuesto
que le gustaste.
GRACIANO: Qué te importa, era un muchacho enclenque y afeminado,
de tu porte era y claro no paró de hablarme hasta que tenía
el anillo en la mano.
PORCIA:
Si somos francos tenemos que decir que eres culpable de
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apartarte tan fácil del primer regalo de tu esposa.
Yo también le di un anillo a mi amor y me atrevo a jurar que
él jamás va a dejarlo ni sacárselo del dedo por nada del
mundo.
Nerisa, querida amiga, yo en tu lugar, estaría furiosa.
GRACIANO: Basanio hizo lo mismo. Él entregó su anillo al juez que se lo
había pedido.
PORCIA:
¿Qué anillo entregaste?
BASANIO:
Si pudiese mentirte lo haría, pero mi dedo está vacío.
PORCIA:
Vacío está tu corazón. No me acostaré contigo hasta ver el
anillo.
NERISA:
Ni contigo, hasta ver el mío.
BASANIO:
¡¡Se lo di al juez!! Al juez que consiguió salvarle la vida a
mi amigo. Tú hubieses hecho lo mismo.
PORCIA:
Que ese juez que tiene mi joya en la mano no ponga un pie
en esta casa, ni jamás se acerque porque si lo hace seré igual
de liberal que tú y no le negaré nada.
Ni cuerpo ni alma ni nada. Así es que vigílame y no me
dejes sola porque si el juez aparece lo meto a la cama
conmigo.
NERISA:
Y yo a su asistente lo meto a la mía.
GRACIANO: ¡Hazlo! Pero que yo no me enteré porque si lo hago le
dejaré los testículos como un collar.
ANTONIO:
Yo soy el causante de todas estas peleas.
PORCIA:
Antonio, no te aflijas… igual eres bienvenido.
BASANIO:
Perdóname mi amor, perdona.
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Juro por tus ojos en los que me contemplo.
PORCIA:
¡Cuidado con eso! En mis dos ojos tú te ves dos veces.
Un Basanio veo en cada ojo. Jura mejor por tu doble
personalidad (yo) y daré crédito a tu juramento.
Toma Antonio dale esto (el anillo) y oblígalo a cuidarlo
mejor que el otro.
BASANIO:
Este es el anillo que le entregué al juez.
PORCIA:
Todas las disculpas del mundo querido Basanio porque por
recuperar el anillo me acosté con el famoso juez.
NERISA:
Querido esposo, te puedo contar que el asistente no era ni
enclenque ni afeminado, es más, era muy fuerte.
GRACIANO: Puta vamos tapando un hoyo con otro hoyo.
¿O sea que ya nos ganamos los cachos?
PORCIA:
Dejemos la grosería a un lado. Revisen sus correos y sabrán
directamente del juez Belario que el juez era yo y Nerisa mi
asistente. También hay buenas noticias para ti Antonio, ya
que al menos un par de tus barcos al puerto llegaron.
BASANIO:
Tú eras el juez, ¿y no te reconocí?
GRACIANO: ¿Tú eras el asistente con el que ibas a traicionarme?
NERISA:
Sí, enclenque no, pero sí un poco afeminado.
BASANIO:
Dulce Juez, serás mi compañero en el lecho y cuando yo no
esté te acostarás con mi esposa, señor juez.
PORCIA:
Ya es demasiado tarde y nadie está contento del todo.
Vamos adentro y podrás preguntar lo que quieras y de
cualquier modo.
GRACIANO: Para salvar el anillo de mi esposa… me tiraré a su asistente.
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FIN
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