Guía de estudio Capítulo 17: La caída del reino Resumen del capítulo Verdad eterna: Debemos oír para vivir Ezequías fue rey de Judá por casi tres décadas; sus reformas fueron radicales y sus logros notorios. Fue reconocido como uno de los pocos que “ hizo lo que agrada al Señor" (II Reyes 18:3). Después de su muerte, su hijo Manasés lo sucedió en el trono y destruyó la herencia espiritual de su padre. El reinado de Manasés causó una recaída espiritual de la cual el reino de Judá nunca se recuperó. Manasés se burló del reinado fiel de Ezequías y fue más malvado que todos sus antecesores. El rey Manasés construyó altares en el templo del Señor en honor a los astros del cielo para adorarlos al mismo tiempo que a Jehová. Derramó la sangre de inocentes en Jerusalén. Su corazón y el de su pueblo se alejaron de Dios. Manasés fue capturado por el rey de Asiria quien lo condujo a Babilonia en total humillación. Finalmente, se volvió al Señor, quien tuvo compasión de él y eventualmente le permitió regresar a Jerusalén. Dios perdonó aún a uno de los peores reyes. Pero el pueblo no volvió a Dios, siguió ignorando las advertencias de los profetas. Por lo tanto, Dios hizo lo que había dicho que haría: envió ejércitos extranjeros para atacar a Judá. El rey de Babilonia, Nabucodonosor, hizo tres incursiones contra Judá y Jerusalén. La primera fue contra el rey Joacim y la segunda contra el rey Joaquín. Cerca de diez mil judíos fueron capturados y llevados a Babilonia. El rey y el profeta Ezequiel estaban entre los prisioneros. Las visiones de Ezequiel son algunas de las más pintorescas en la literatura antigua y predijeron el destino desastroso de Jerusalén. Dios le encargó a Ezequiel que mostrara la verdad a los exiliados quienes se negaron a reconocer su culpabilidad aún cuando enfrentaron un severo juicio. Pero el Señor se negó a abandonar a su pueblo y le encargó a Jeremías que alertara al pueblo adúltero para que reconociera su pecado. Dios les envió el mensaje de que lo peor estaba por venir. Sedequías fue el último y el peor de los reyes de Judá. Su gobierno estaba controlado por Babilonia. Sedequías y su pueblo rechazaron a Dios, ignoraron sus leyes y profanaron su templo. El tiempo del juicio había llegado, por lo que Dios dispuso la batalla final: el rey Nabucodonosor contra el rey Sedequías. El resultado era inminente. Rodearon la ciudad por 18 meses,dejando a los habitantes de Jerusalén debilitados por el hambre. El rey Sedequías volvió a pedir la ayuda del profeta Jeremías, aunque nadie valoraba a Jeremías. Jeremías le contestó que Jerusalén no podía salvarse, y que la única esperanza de sobrevivir sería la rendición. Para muchos esta afirmación fue considerada una traición. En el año 586 a.C., el ejército babilonio derrumbó la muralla de Jerusalén, demolió la ciudad, saqueó el templo y llevó al pueblo a Babilonia. Jeremías fue uno de los pocos que quedaron atrás. Él lamentó la pérdida de su ciudad amada y lloró por el pecado del pueblo de Dios. Él sabía que Judá se pudo haber salvado. Aún en su dolor, este profeta se mantuvo firme en las promesas de Dios. Confió en que Dios tendría compasión del resto del pueblo que permanecía en Jerusalén. Habían pasado ocho siglos desde que Dios había liberado a su pueblo de la esclavitud en Egipto, pero ahora estaban esclavizados en Babilonia. La esperanza desapareció. Pero Dios le dijo a Ezequiel que no todo estaba perdido. Le recordó a su pueblo que un día todo el pueblo sería restaurado, y les aseguró que regresarían a su patria. Les prometió que Él sería su Dios. Para ilustrar su punto, Dios mostró a Ezequiel un valle con huesos secos y le preguntó: "¿Pueden estos huesos vivir?" (pág. 215; Ezequiel 37) Cuando Ezequiel le comunicó el mensaje de Dios a los huesos, éstos cobraron vida y se pusieron de pie como un gran ejército. Esta sorprendente demostración confirmó que ni siquiera el exilio en Babilonia obstaculizaría a la Visión Celestial de Dios, y profetizó la futura resurrección de los fieles. Los huesos secos de Israel recobrarían vida. Dios los haría nuevamente una nación. Él los traería de regreso a su tierra. Solamente Dios podía hacerlo. Pregunta de rompehielos ¿Cuál ha sido el peor desastre que usted ha experimentado? Preguntas de interacción 1. Haga una lista de las cosas malas que hizo el rey Manasés para despertar la ira del Señor. ¿Cómo se asemeja Judá a las naciones paganas que el Señor había expulsado de la Tierra Prometida? (págs. 201, 202; 2 Reyes 21:1-19). 2. ¿Cuáles son los "astros del cielo" (pág. 201; 2 Reyes 21:4-5)? ¿Cuáles son las implicaciones para la astrología, horóscopos y otros "inofensivos y divertidos" adivinos? 3. ¿Quién es el más culpable por los pecados de Judá, la gente o su rey? ¿Cómo pueden los creyentes en nuestros días evitar descarriarse? 4. ¿Qué le pasó al rey Manasés? ¿Qué cree que le llevó a cambiar su actitud? (pág. 202; 2 Crónicas 33:12,13) 5. Revise la profecía de Isaías hecha cien años antes de los ataques de Nabucodonosor (Isaías 3:1-13; 13:4-5). Compare las predicciones de Isaías con los acontecimientos durante los reinados de los reyes Joacim, Joaquín y Sedequías. 6. Durante el exilio, Dios le dio a Ezequiel la misión de compartir su palabra con los judíos que vivían en tierra extranjera. ¿Ve algunas semejanzas con las misiones cristianas del presente? 7. Jeremías estaba todavía en Jerusalén después de los dos primeros ataques de Nabucodonosor. Según su profecía (págs. 206,207; Jeremías 2:11-13; 5:1), ¿qué condición puso Dios para perdonar a la ciudad? ¿Es usted tan tolerante como Dios? ¿Por qué sí o por qué no? 8. El asedio final de Nabucodonosor duró dieciocho meses terminando en el año 586 AC. ¿Cómo veía el rey Sedequías a Dios? ¿Cuál fue la última palabra de Dios para él? (Jeremías 34:1-7) 9. Después de la caída de Jerusalén, Jeremías lloró por su ciudad amada (págs. 212-214; Lamentaciones 1:1-3; 3:22-33). ¿Qué creía Jeremías acerca de la Visión Celestial de Dios? Específicamente, ¿qué podemos aplicar a nuestra propia vida de la oración y el lamento de Jeremías? 10. ¿Qué prometió Dios que haría por Israel a pesar de su gran pecado, su exilio a Babilonia y sus corazones de piedra (págs. 214,215; Ezequiel 36:22-28)? ¿Qué le enseña esto acerca del corazón de Dios para con su nación elegida? Oración ©2011 Editorial Vida, Miami, FL 33166. 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