EL MARTIRIO EN LA VIDA DE LA IGLESIA Catequesis sobre los mártires para la Familia Vicenciana-2013 Sor Mª Ángeles Infante, H.C. Introducción Significado de los términos martirio y mártir. El mártir es testigo del Evangelio, de Jesucristo, Palabra hecha carne (cf. Jn 1,14), hasta morir por Él. El martirio es como un “test” de la verdad del cristianismo; es algo así como un control de calidad. Los mártires acreditan con la entrega de su vida la Realidad de la Fe en la que creen y la fuerza de su esperanza. Conviene clarificar bien algunos términos. Caído: persona que muere por un acto de violencia o en un combate de la guerra bajo un tiro o una bomba. Víctima: persona que muere por un acto represivo de uno de los bandos de la guerra (nacional o republicano), no por efecto de persecución religiosa. Mártir: Testigo de la fe que muere por confesar a Jesucristo en la persecución religiosa que se desarrollo por impulso del comunismo ateo en España en la década de 1930 á 1940. En 1934 y 1936 (orígenes de la guerra), se extremó la persecución. Resumiendo: En casi todas las guerras hay personas que mueren. Si mueren por efecto de una bomba o una bala, sea en combate o porque les alcanza en la calle, son caídos. En todas las guerras hay dos bandos que ejercen represión y se dan, desgraciadamente venganzas; los que mueren como consecuencia de la represión, son víctimas. Sólo son mártires los que mueren en una persecución religiosa por ser cristianos, confesando abiertamente su fe en Jesucristo y perdonando a sus perseguidores. 1.- El martirio en los orígenes de la Iglesia Se propaga el martirio a la vez que se efectúa el tránsito de la figura histórica de Jesús al Cristo de la fe en la Iglesia primitiva (años 30-50-70) El libro de los hechos de los apóstoles refiere el martirio del protomártir Esteban (Hch 7, 55-60) y la actitud de Pablo durante el martirio (Hch 22, 20). La visión cristiana del martirio ofrece varias facetas: la dimensión cristológica (el mártir sigue el ejemplo de Cristo); la dimensión eclesial (es en la Iglesia donde el mártir cobra pleno sentido); la dimensión evangélica (el mártir encarna la Buena Nueva); y la dimensión antropológica (se entrega la vida como muestra de amor supremo) 1 La oposición y la persecución hacia los cristianos venían en primer lugar del judaísmo que no entendía el camino seguido por los seguidores de Jesús; y paralelamente del paganismo protagonizado por la idolatría y el politeísmo del Imperio romano. 2.- Jesucristo es el mártir eminente, profético y modélico La muerte de Jesucristo, el mártir por excelencia, no fue un hecho aislado y desconexo de lo que fue su vida. Fue el momento culminante de toda ella. Él es el mártir eminente: «He nacido y he venido al mundo para dar testimonio de la verdad» ( Jn. 18,37 ) Jesús es el mártir profético: Anuncia el Reino, denuncia el anti-Reino y vive como Hijo de Dios… Predice la persecución: “Me han perseguido a Mí y os perseguirán a vosotros” (Jn 15, 20) Es mártir modélico: acepta libremente el sacrificio de la cruz, cumple la voluntad del Padre, perdona a los que le persiguen y muere poniendo su vida en manos del Padre. 3.- Los mártires de todas las épocas son seguidores de Jesús - Poco después de la muerte de Jesús, sus discípulos y seguidores fueron perseguidos. Primero por los judíos y luego por los romanos del Imperio. Todos mueren mártires y dan la cara por Jesucristo. - En el año 64 siendo Nerón emperador de Roma y el Imperio, impulsó el incendio de la capital y culpó a los cristianos de ello para que fuesen aborrecidos y odiados por las gentes… Comienzan las persecuciones fuertes a los cristianos. A este emperador le siguieron otros: Domiciano, Trajano, Marco Aurelio, Diocleciano y Decio… Todos continuaron persiguiendo con dureza a los cristianos. - Ellos se defendieron y ocultaron en las catacumbas, lugares de refugio, celebración del culto eucarístico, enterramiento y animación mutua. - Según el Catecismo de la Iglesia y el Concilio Vaticano II “El martirio es el supremo testimonio de la verdad de la fe. El mártir da testimonio de Cristo, muerto y resucitado (CIC. 2473) 4. El mártir cristiano fortalece la fe de los hermanos “El martirio es considerado por la Iglesia como un supremo don y la prueba mayor de la caridad. Y si ese don se da a pocos, conviene que todos vivan preparados para confesar a Cristo delante de los hombres y a seguirle por el camino de la cruz en medio de las persecuciones que nunca faltan a la Iglesia” (L. G, 42). El martirio es el supremo testimonio de la verdad en la fe; designa un testimonio que llega hasta la muerte. El mártir da testimonio de la verdad de la fe y de la doctrina cristiana. (CIC, 2473) “La vida cristiana, -dice Benedicto XVI,- exige, por decirlo de alguna manera, el ‘martirio’ de la fidelidad cotidiana al Evangelio, es decir, el valor de dejar que Cristo crezca en 2 nosotros y sea Él quien oriente nuestro pensamiento y nuestras acciones… Celebrar el martirio de San Juan Bautista nos recuerda también a nosotros, cristianos de nuestro tiempo, que no se puede descender a negociar con el amor a Cristo, a su Palabra, a la Verdad. La Verdad es verdad y no hay componendas”. El Concilio Vaticano II explica el sentido de la beatificación al explicar la santidad de la Iglesia en la Constitución dogmática Lumen Gentium, n. 50. Los términos del Concilio dejan claros los motivos de la beatificación: 1. Fe de la Iglesia en el valor del supremo testimonio de fe y de amor a Cristo de los mártires, sellado con el derramamiento de su sangre, 2. El ejemplo de los mártires nos impulsa a unirnos con Cristo en medio de las vicisitudes de la vida y a vivir con Esperanza buscando la Cuidad futura… 3. Los mártires reflejan la presencia y el rostro de Cristo y, desde su humanidad y fragilidad, nos enseñan a ser testigos de la verdad del Evangelio, 4. Conviene que amemos a estos testigos, demos gracias a Dios por ellos y aprendamos a venerarlos, imitarlos e invocarlos. Con esta beatificación de gran numero de Testigos de la Fe, la Iglesia quiere dar gloria y gracias a Dios y buscar el bien de los hombres creyentes. Dos preguntas para reflexionar y compartir: 1.- ¿Qué nos sugiere esta reflexión y los textos del Magisterio de la Iglesia de la constitución del Concilio Vaticano II Lumen Gentium, 42 y 50? 2.- ¿Qué podemos aprender del valor y la fortaleza de los mártires para nuestra vida, hoy? 1. _____________________________________________________________________ _____________________________________________________________________ _____________________________________________________________________ _____________________________________________________________________ 2. _____________________________________________________________________ _____________________________________________________________________ _____________________________________________________________________ _____________________________________________________________________ _____________________________________________________________________ 3 II.- LA BEATIFICACIÓN DE LOS TESTIGOS DE LA FE, PROFECÍA DE AMOR Y ESPERANZA 1.- La beatificación de los testigos de la Fe, acto eclesial - Acto del magisterio de la Iglesia que enriquece a todo el Pueblo de Dios:“La memoria jubilar nos ha abierto un panorama sorprendente, mostrándonos nuestro tiempo particularmente rico en testigos que, de una manera u otra, han sabido vivir el Evangelio en situaciones de hostilidad y persecución, a menudo hasta dar su propia sangre como prueba suprema”(Juan Pablo II: Novo millennioineunte, 41). - Las persecuciones de creyentes -sacerdotes, religiosos y laicos- han supuesto una gran siembra de mártires en varias partes del mundo. El testimonio ofrecido a Cristo hasta el derramamiento de la sangre se ha hecho patrimonio común de católicos, ortodoxos, anglicanos y protestantes, como revelaba ya Pablo VI en la homilíade la canonización de los mártires ugandeses.Es un testimonio que no hay que olvidar. (Novo MillennioAdveniente, 37) - El Plan Pastoral de la CEE para el trienio 2012-2015, aprobado en la Asamblea, recoge como una de las grandes acciones, inscritas en el Año de la Fe, la beatificación de mártires del siglo XX en España, teniendo presente que “por la fe, los mártires entregaron su vida como testimonio de la verdad del Evangelio, que los había transformado y hecho capaces de llegar hasta el mayor don del amor con el perdón de sus perseguidores” (Benedicto XVI en P. F. 13). 2.- ¿Qué significa hoy en la Iglesia una «beatificación»?... - La declaración de santidad es el regalo de un modelo cercano de fidelidad a Cristo y su Evangelio que nos puede ayudar. Por eso dice Pablo: «Acordaos de vuestros dirigentes, que os anunciaron la Palabra de Dios y, considerando el final de su vida, imitad su fe. - El Concilio Vaticano II explica esta actuación de la Iglesia al hablarnos de su santidad en la Constitución dogmática Lumen gentium, n. 50: - Siempre creyó la Iglesia que los apóstoles y mártires de Cristo, por haber dado un supremo testimonio de fe y de amor con el derramamiento de su sangre, nos están íntimamente unidos; a ellos, junto con la Bienaventurada Virgen María y los santos ángeles, profesópeculiar veneración e imploró piadosamente el auxilio de su intercesión…Al mirar la vida de quienes siguieron fielmente a Cristo, nuevos motivos nos impulsan a buscar la Ciudad futura (cf. Hebr., 13,14-11,10), y al mismo tiempo aprendemos cuál sea, entre las mundanas vicisitudes, el camino seguro que nos conduce a la perfecta unión con Cristo, o sea a la santidad. (Vat. II, Lumen gentium, n. 50) - En ellos, Él mismo nos habla y nos ofrece su signo de ese Reino suyo hacia el cual somos poderosamente atraídos, con tan grande nube de testigos que nos cubre (cf. Hb., 12,1) y con tan gran testimonio de la verdad del Evangelio.(Vat. II, Lumen gentium, n. 50) Los términos del Concilio dejan claros los motivos de la beatificación: 4 1. Fe de la Iglesia en el valor del supremo testimonio de fe y de amor a Cristo de los mártires, sellado con el derramamiento de su sangre, 2. El ejemplo de los mártires nos impulsa a unirnos con Cristo en medio de las vicisitudes de la vida y a vivir con Esperanza buscando la Cuidad futura… 3. Los mártires reflejan la presencia y el rostro de Cristo y, desde su humanidad y fragilidad, nos enseñan a ser testigos de la verdad del Evangelio, 4. Conviene que amemos a estos testigos, demos gracias a Dios por ellos y aprendamos a venerarlos, imitarlos e invocarlos. 3.- Los mártires proporcionan a la Iglesia un tiempo de gracia especial. - Con esta beatificación la Iglesia quiere dar gloria y gracias a Dios y buscar el bien de los hombres. - Su objetivo es hacernos más fieles en la fe vivida en dificultades, más capaces de perdonar a los demás, más sensibles al sufrimiento de tantas víctimas en nuestro mundo, más trabajadores por la reconciliación y la paz. - Es cierto que la celebración nos obliga a recordar un pasado histórico que a cada uno nos ha marcado afectivamente de forma diferente. Pero cuando en el relato bíblico se habla de hacer memoria, sobre todo se refiere al desvelamiento de la misericordia divina. - El recuerdo está vinculado a la fortaleza que Dios da a los débiles, al perdón que ofrece por las infidelidades y al aliento que inspira para seguir esperando en sus promesas mientras caminamos por la historia. - Estamos llamados a hacer memoria en sentido bíblico-evangélico, no en el sentido de la política o de una ideología. Por ello, queremos vivir la beatificación como impulso hacia la compasión y la comprensión, hacia una auténtica reconciliación, desde la celebración del testimonio de fe firme, recuerdo y la alegría del reconocimiento eclesial. - No hay mayor autoridad que la del mártir. Su testimonio es verdadera luz para nuestros pasos. Entre lo que su testimonio nos enseña hay un recuerdo desconcertante. Especialmente inquietante para quienes vivimos un cristianismo demasiado cómodo y burgués. - Los mártires nos recuerdan que seguir a Jesús es peligroso… Permanecer cerca de Él tiene sus riesgos. Hasta que no se experimenta esta amenaza no madura una identidad cristiana y no se comprende el lugar del cristiano en el mundo. Tal vez por ello hay en los mártires un incomprensible “deseo” del martirio, para reproducir totalmente la vida del Maestro. En un cristianismo sin peligro por el Reino, se oscurece la esperanza. De ahí que nuestros mártires sean, ante todo, “un signo de esperanza”. 5