Asumiendo la postura de poder Discipulando siendo esclavo de Cristo Parte 4 de 4 Artículo escrito por: Bill Lawrence ObreroFiel.com usa este artículo con permiso del autor Como discipuladores, somos los esclavos de nuestros discípulos para representar los intereses de Cristo en sus vidas sin importar lo que nos cueste. En nuestra esclavitud, no hacemos lo que nuestros seguidores quieren que hagamos; hacemos lo que nuestro Líder quiere que hagamos. Esto significa que deberemos confrontar a nuestros discípulos con su pecado, como Jesús lo hizo con Pedro, especialmente cuando ellos no lo desean. Esto significa que hagamos lo que menos desearíamos hacer: confrontar a otros respecto a las realidades más difíciles en sus vidas. Cuando fallamos en hacerlo, fallamos en nuestra tarea más importante como discipuladores esclavos, sirviendo como agentes santificadores de Cristo en sus vidas. Jesús ha elegido utilizarnos como Sus manos en la limpieza del pecado de nuestros seguidores. Debido a las palabras y las obras de Cristo a través de nosotros, producimos el fruto eterno de ver a nuestros discípulos crecer para parecerse más a Él. Esto es abrumador y asombroso, pero también verdadero. Desde luego, solo Jesús puede limpiar. Pero Él ha elegido utilizar medios humanos para llevar a cabo Su propósito en las vidas de Sus seguidores. Nosotros no podemos eludir esta tarea eterna. Debemos recordar siempre que somos impotentes para discipular por nosotros mismos, especialmente de la manera en que Jesús lo desearía. Para discipular a Su manera, necesitamos valor para ir en contra de nuestros propios intereses y el deseo de agradar a los demás. También debemos ir contra nuestra naturaleza y cultura cristiana que nos dirá que esto está mal, y aún que es anti-cristiano decir cosas duras a los demás. Cuando cedemos ante tal forma de pensar, de hecho estamos desobedeciendo a Jesús y actuando de una manera carente de amor. Desde luego, el amor debe ser siempre tan gentil como sea posible, aún cuando deba ser tan veraz como sea necesario. Una vez que lavó los pies de Sus seguidores, Jesús volvió a tomar Su lugar como cabeza de la mesa de Pascua. En ese momento les preguntó a Sus discípulos, “¿Sabéis lo que os he hecho?” (v.12) Luego, les dijo que si Él, el Señor y Maestro había lavado sus pies, ellos debían hacer lo mismo los unos por los otros (v.14). Ese es el punto principal de este evento. Muchas veces este pasaje es reducido a cosas tan “serviciales” como hacer tareas humildes, tales como servir café a los demás o arreglar las sillas para las reuniones, las cuales son cosas buenas por hacer, pero no es lo que Jesús pedía en Juan 13. Él quiere que hagamos por nuestros discípulos lo que Él hizo por los Suyos: lavar sus pies como Sus agentes para limpiarlos del pecado a través del amoroso hecho de mantenerlos responsables por sus actitudes y comportamientos. Hacemos esto para que nuestros discípulos no pierdan las oportunidades que Él les proporaciona para que produzcan fruto. Esta es la escencia del discipulado, el discipulado de esclavo, la postura más poderosa posible. Recuerden Juan 13:17: “Si sabéis estas cosas, bienaventurados seáis si las hiciereis.” Rara vez se transmite en un pasaje una bendición para aquellos que no obedecen. ¿Qué podría ser más importante que tal estímulo? Convertirse en un discipulador esclavo acarrea una bendición única - la bendición de convertirse en las manos de Cristo en las vidas de nuestros discípulos. Al hacernos tan impotentes como Cristo, experimentamos Su poderoso impacto a través de nosotros, cuando dependemos de Él para liberar a los Pedros del pecado, a fin de que puedan producir fruto. ObreroFiel.com- Se permite reproducir este material siempre y cuando no se venda. 1