Llamados a Interceder

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Los Estudios de Israel
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Llamados a
Vol. # 770212S
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Febrero 2012
INTERCEDER
Puentes
Bridgespara
for Peace...Your
la Paz...Su Conexión
Israel Connection
con Israel®®
de pie en la brecha
Quizás las palabras más tristes
en la Biblia se encuentran en Isaías 59:16,
donde dice: “Vio que no había nadie, y se asombró de que no hubiera quien intercediera…” El
libro de Ezequiel expresa algo parecido. Luego
de que Dios enumerara los pecados cometidos
por los israelitas, aún estaba dispuesto a ser misericordioso, pero no encontró a nadie que intercediera
por ellos: “Busqué entre ellos alguien que levantara un
muro y se pusiera en pie en la brecha delante de Mí a favor de
la tierra, para que Yo no la destruyera, pero no lo hallé” (Ezeq.
22:30). “Nadie.” ¡Qué palabra desalentadora!
Luego de que Jeremías viera la devastación realizada contra
Judá y Jerusalén, exclamó cinco veces en el primer capítulo de
Lamentaciones que no había nadie quién les consolara (vea también 4:4, 6; 5:8). Cuando José probó a sus hermanos con la copa
de plata en el saco de grano de Benjamín, buscaba a uno que intercediera por Benjamín (Gén. 44). Dios siempre busca a intercesores
(no personas especiales, sino comunes como usted y yo) porque los
intercesores son escasos en este mundo.
¿Qué significa interceder y por qué se le hace tan difícil a Dios
encontrar intercesores? Según la Real Academia Española, interceder
significa “hablar en favor de alguien para conseguirle un bien o librarlo de un mal.” También significa intervenir o mediar entre las partes
que se encuentran en conflicto con la intención de reconciliar sus diferencias. Una de las palabras hebreas para intercesión que enfatiza
el papel de reconciliador es pagah. A menudo se traduce como “un
encuentro para presentar una petición.”
¿Cómo se relaciona eso con la oración? Cuando uno intercede, uno se reúne con Dios para pedir Su favor por alguien.
Intercesión no es una simple oración de petición, sino que
conlleva una urgencia. Es rogar intensamente por alguien.
Pocas personas entran a ese nivel de oración.
Uno de los mayores intercesores cristianos en tiempos modernos fue Rees Howells (1870-1950). En su
biografía, el autor Norman Grubb detalla tres cosas
que distingue la intercesión de otras oraciones, muy
evidentes en la vida de Howells. Intercesión significa:
(1) Identificación: dar la vida por quienes ora…y literalmente ponerse en su lugar lo más que pueda. (2)
Agonía: estar dispuesto a morir a sí mismo y hacer lo
que el Señor requiere. Ej., Isaías anduvo desnudo y
descalzo por tres años. (3) Autoridad: una vez pagado
el precio, Dios le da autoridad a la oración que no
hubiera tenido de otra manera.
Los cristianos reconocemos que Yeshúa (Jesús)
ejemplificó cada punto de Grubb (Heb. 7:23-27).
Como nuestro Intercesor, Él espera que intercedamos por otros como Él lo hace por nosotros (2 Cor.
5:18-19), aunque quizás no nos pida hacerlo como
Isaías o Rees Howells.
Por eso hay tan pocos genuinos intercesores:
el costo es muy alto. Ciertamente, Apocalipsis
8:3-4 implica que las oraciones de los santos
son como sacrificios sobre un altar. David Nekrutman, director ejecutivo de un centro judío que promueve la comprensión y el diálogo
judío-cristiano, afirma: “La intercesión es más
que simple oración. Es un continuo compromiso de permanecer rendido ante Dios por una
situación en particular hasta que sea resuelto el
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“Nadie”
—¡qué palabra
desalentadora!
“Ten misericordia, O Señor nuestro Dios, de los justos y fieles
entre todos los pueblos. Derrama Tu Espíritu sobre los gobernantes
de todas las tierra; dirígelos para que gobiernen justamente.” (del Amidá)
caso.” Isaías 62 es otro ejemplo de eso.
Debemos continuar orando por Jerusalén “hasta que salga su justicia como
resplandor…” (v. 1). Los centinelas oran
“todo el día y en toda la noche jamás callarán” (v. 6).
Intercesión
Judía
La oración que se hace tres veces al
día desde el quinto siglo a.C. llamada
el Amidá o Shmoné Esré (que significa
literalmente “dieciocho”) abarca 18 diferentes tópicos de oración, incluyendo
alabanza, súplica y acción de gracias. El
rabino Hayim Donin, autor del libro El
Ser Judío, una vez pidió a un grupo de
jóvenes estudiantes quienes practicaban
las oraciones tradicionales que dijeran
a la clase algunas cosas que esperaban,
deseaban o hubieran expresado en voz
baja durante la oración. Tan abarcadora
es el Amidá que cada esperanza o deseo
se incluye en una de las 18 categorías.
Aunque las oraciones son específicas respecto a Israel, dos categorías (en
algunas versiones modernas) han sido
universalizadas para incluir también a
las demás personas. Las oraciones para
los justos ahora lee: “Ten misericordia, O
Señor nuestro Dios, de los justos y fieles
entre todos los pueblos.” La oración por
gobernantes justos ha sido cambiada de
la forma tradicional que decía: “Restaura
a nuestros jueces,” para decir: “Derrama
Tu espíritu sobre los gobernantes de todas las tierra; dirígelos para que gobiernen justamente.” Los cristianos también
debemos hacer “plegarias, oraciones, peticiones y acciones de gracias por todos los
hombres, por los reyes y por todos los que
están en autoridad, para que podamos
vivir una vida tranquila y sosegada con
toda piedad y dignidad” (1 Tim. 2:1-2).
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¿Los judíos modernamente interceden como los cristianos? No se encuentra mucha información sobre la “intercesión judía” porque es más relacionada
con el cristianismo. Sin embargo, ellos sí
la practican. La mayoría de sus oraciones son corpóreas y recitadas en el plural (“nosotros”), así que sus peticiones
son intercesiones porque incluyen toda
la comunidad.
“…plegarias, oraciones, peticiones y acciones
de gracias por todos los hombres…” 1 Tim. 2:1
En tiempos bíblicos, Israel ofrecía sacrificios por las naciones durante
Sucot (Fiesta de los Tabernáculos). Sacrificaban un total de 70 novillos
durante esa semana (Números 29). En el judaísmo, el número 70 siempre
se refiere a las naciones, ya que 70 naciones salieron de los tres hijos de
Noé (Gén. 10). El Midrash (escritos judíos) declara que si las naciones se
hubiesen dado cuenta de cuánto se beneficiaban de esos sacrificios, ¡hubiesen enviado ejércitos para rodear a Jerusalén y protegerla de ataques!
Las Oraciones
de los Justos
Seamos judíos o cristianos, todos debemos orar por nuestro mundo
en estos tiempos. La intercesión siempre ha sido necesaria, pero mientras más nos acerquemos a los últimos días, mayor es la necesidad de
abarrotar a Dios con peticiones por los justos y los injustos.
A medida que acrecienta la confusión por causa de la denominada “Primavera Árabe,” la iglesia en el Medio Oriente (una minoría muy pequeña)
desesperadamente necesita nuestro apoyo en oración. A medida que las
naciones contrarias a Israel se acercan cada vez más a un juicio divino,
debemos orar para que se tornen de sus malos caminos y honren el pacto de Dios con Israel. A medida que aumenta el antisemitismo alrededor
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del mundo (especialmente en Europa) y naciones disparan más cohetes contra Israel,
más falta hace que “centinelas” perseveren
en abnegada intercesión.
“Entonces los
hombres se
apartaron de allí
y fueron hacia
Sodoma,
mientras
Abraham
estaba
todavía
de pie
delante
del SEÑOR”
Gén. 18:22
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Podemos aprender mucho de los grandes intercesores bíblicos judíos. Sus oraciones son maravillosos ejemplos para ayudarnos a orar por las necesidades de hoy.
Veamos lo que podemos aprender de sus
experiencias.
Abraham
(Génesis 18:16-33)
La primera oración de intercesión que
encontramos en la Biblia es la de Abraham. Su oración por Sodoma y Gomorra
es asombrosa, considerando que no contaba con un precedente como ejemplo.
Antes de que lo estudiemos, consideremos
la razón por la cual Dios decidiera compartir Sus intenciones con Abraham por
destruir esas ciudades. “¿Ocultaré a Abraham lo que voy a hacer? Porque ciertamente
Abraham llegará a ser una nación grande y
poderosa, y en él serán benditas todas las
naciones de la tierra” (v. 17-18).
El rabino Meir Zlotowitz, en la serie bíblica Artscroll Tanach Series, piensa que
la razón por la que Dios compartiera con
Abraham lo que iba a hacer era porque
iba a ser “padre de muchas naciones.”
Esas ciudades serían entregadas a Abraham, ¿así que cómo las iba a destruir sin
informárselo? En cierto modo, los planes
de Dios en levantar a la nación de Israel y
Su Mesías involucraban a Abraham. Ese
hombre necesitaba reconocer que Dios era
recto y justo, y que no destruiría al justo
con el malvado, así que Dios le dio a Abra-
ham la oportunidad de dialogarlo con Él.
Dios probó la fe de Abraham muchas
veces para ver qué tipo de hombre era, y
ésta fue una de esas ocasiones. Dios le dio
información privilegiada para ver qué haría
con eso. Él sabía que un hombre con esa
posición privilegiada en la historia tendría
que tener un corazón compasivo.
El pecado en esas ciudades posiblemente era el más abominable posible: la sodomía. Pero Abraham intercedió seis veces
por esos habitantes y cada vez Dios aceptó su argumento diciendo: “No la destruiré
por consideración a los…[justos]” (v. 32).
Sin embargo, no halló ni diez justos en la
ciudad. Y aunque Dios pudo haber destruido a todos, gracias a las intercesiones de
Abraham, preservó las vidas de Lot y sus
dos hijas. El rabino Zlotowitz concluye que
Abraham se pudo haber sentido desanimado porque su intercesión no logró salvar a
las ciudades, pero “Abraham no lamentó
ese fracaso porque tenía plena seguridad de
que cualquier cosa que hiciese Dios, Él era
misericordioso y justo.” Pero Abraham no
hubiera reconocido eso si Dios no le hubiese dado la oportunidad de interceder. Esa
verdad es la que pudo luego pasar a sus
descendientes.
Dios prueba nuestra fe cada vez que tenemos la oportunidad de interceder, porque
quiere ver si tenemos el mismo corazón de
compasión que Él. Nunca debemos temer
pedir y seguir pidiendo, aún por los menos
merecedores. La oración persistente no incomoda a Dios. Pero cuando nuestras oraciones no reciben la respuesta que esperamos, no debemos desanimarnos, sino debemos reconocer que Dios es misericordioso y
justo en todos Sus caminos.
Moisés (Éxodo 32-33)
David Nekrutman observa que el judaísmo “toma a Moisés como su modelo” respecto a la oración intercesora. Moisés intercedió muchas veces por
los “tercos” israelitas, y a un costo muy alto. Luego del incidente del becerro
de oro, Dios estaba tan enojado que quería consumirlos a todos y levantar
un nuevo pueblo a través de Moisés. Dios le dijo: “Ahora pues, déjame…” (Éx.
32:10), pero Moisés no le dejó. Al contrario, oró de la manera más humilde y
sacrificada posible: “…si es Tu voluntad, perdona su pecado, y si no, bórrame
del libro que has escrito” (v. 32).
Nekrutman denomina eso como atrevimiento espiritual (jutzpá kelapei shmayá). Moisés discutió con Dios y lo retó, según Nekrutman, pero el ser humano posee la dignidad de defender al acusado, aunque signifique enfrentar
a Dios. Usted se puede preguntar: “¿Cuán dispuesto estoy a sufrir por el bien
de otro?” Rees Howells fue fuertemente probado cuando Dios le dijo: “De ninguna manera te permitiré que albergues un pensamiento egoísta.” Todo lo que
tenía (dinero, ropa, tiempo, etc.) lo regaló para suplir las necesidades de otros.
Moisés abandonó su prestigio para salvar una multitud de personas rebeldes.
Sin embargo, Dios le dijo: “Pero el día que Yo los visite, los castigaré
por su pecado” (v. 34), y Dios les envió una plaga. A veces pudiésemos
temer (como Jonás) que si intercedemos, Dios no les castigará por
sus pecados. Pero Dios es un juez justo, y nunca ignorará la seriedad del pecado y el dolor que inflige a otros.
A veces el arrepentimiento o la intercesión pospone el juicio por un tiempo (como con Nínive en tiempos de Jonás), y
a veces hay que soportar las consecuencias del pecado aún
luego del arrepentimiento (Ej. el criminal todavía tiene que
ir a la prisión). Pero, aunque Dios extiende Su misericordia
luego del arrepentimiento, nunca ignora la correspondiente
restitución de los afectados.
Sin embargo, es Dios quien determina la medida del castigo necesario. Lo que requiere de nosotros es que intercedamos y dejemos los
resultados a Él. No sabemos si nuestra intercesión pueda apartar el derramamiento de Su ira: “El dijo que los hubiera destruido, de no haberse
puesto Moisés, Su escogido, en la brecha delante de Él, a fin de apartar
Su furor para que no los destruyera” (Salmo 106:23).
Pero la narrativa continúa. Dios dijo a Moisés que no los acompañaría durante el resto de la jornada, “no sea que te destruya en el camino”
(Éx. 33:3). Moisés no podía considerar tal cosa, así que cayó en una
profunda depresión y estableció una tienda especial de reunión fuera
del campamento.
“Entonces Moisés dijo al SEÑOR: ‘Mira, Tú me dices: “Haz subir a este
pueblo.” Pero Tú no me has declarado a quién enviarás conmigo. Además
has dicho: “Te he conocido por tu nombre, y también has hallado gracia
ante Mis ojos.” Ahora pues, si he hallado gracia ante Tus ojos, Te ruego que
me hagas conocer Tus caminos para que yo Te conozca y halle gracia ante
Tus ojos. Considera también que esta nación es Tu pueblo’” (33:12-13).
En efecto, Moisés le decía a Dios: “¿No quieres que termine el trabajo que me diste para hacer?” Luego, Moisés le recordó el propósito que
tenía con el pueblo: “Si Tu presencia no va con nosotros, no nos hagas
salir de aquí. ¿Pues en qué se conocerá que he hallado gracia ante Tus
ojos, yo y Tu pueblo? ¿No es acaso en que Tú vayas con nosotros, para
que nosotros, yo y Tu pueblo, nos distingamos de todos los demás pueblos que están sobre la superficie de la tierra?” (vs. 15-16). Dios probó
a Moisés como hizo a Abraham. Dios sabía que el líder de Su nueva
nación debería ser un intercesor, fiel a los propósitos de Dios, o ellos
nunca serían la nación que Él les había ordenado ser.
Isaías 58:6 dice que debemos “soltar las coyundas del yugo” de
otros. También debemos sobrellevar “los unos las cargas de los otros”
(Gál. 6:2), y una manera de hacer eso es interceder por ellos.
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Nehemías y Esdras (Neh. 1:5-11; 9:5-38)
Cuando Nehemías, uno de los cautivos judíos en Babilonia, supo
que los muros de Jerusalén estaban destruidos, rogó al Señor por
la oportunidad de regresar y reconstruirlos. En su oración, incluyó
el ingrediente que siempre toca el corazón de Dios: la confesión y el
arrepentimiento. “Te ruego, oh SEÑOR…confesando los pecados que
los Israelitas hemos cometido contra Ti” (Neh. 1:5-6). Como hacen los
judíos modernamente, oró en el plural, humildemente incluyéndose a
sí mismo. Entonces le recordó a Dios Su promesa de traerlos de vuelta
a la Tierra. A Dios le agrada que le recordemos Sus promesas.
Unos 13 años después de haber completado el muro, el sacerdote Esdras leyó la Palabra de Dios públicamente durante una cuarta
parte del día a casi 50,000 personas (¡y posiblemente por 23 días
consecutivos!). Ellos confesaron y adoraron durante otra cuarta parte
del día. Su oración de confesión toma 33 versos del libro, y es un gran
modelo para que oremos por las necesidades de nuestro país.
Luego de enumerar sus pecados, oraron diciendo: “…Pero Tú eres
un Dios de perdón, clemente y compasivo, lento para la ira y abundante en misericordia, y no los abandonaste…en el tiempo de su angustia
clamaron a Ti, y Tú escuchaste desde el cielo, y conforme a Tu gran
compasión Les diste libertadores que los libraron de mano de sus opresores.” (Neh. 9:17, 27). A Dios le agrada que le recordemos no sólo
Sus promesas, sino también quién es Él y las cosas que hizo por Su
pueblo en el pasado.
Ester (4:13-14)
Las oraciones de Mardoqueo y Ester durante su ayuno
de tres días no están registradas, pero podemos ver que
el ayuno fue esencial, dadas sus extremas circunstancias.
Mahesh Chavda es un ministro cristiano que ayuna con
regularidad. Él escribe: “El ayuno libera el poder del Espíritu en nuestras vidas…facilita un movimiento más libre
del Espíritu Santo por medio nuestro al disolver y remover
la basura en nuestras vidas.” Cuando necesitamos un milagro, debemos seriamente considerar ayunar.
Las palabras de Mardoqueo a Ester aclaran que existen más intercesores: “Porque si permaneces callada en
este tiempo, alivio y liberación vendrán de otro lugar para
los judíos…” (Est 4:14). Pero a veces, estamos en una posición singular para interceder y otros no lo están. Otras
veces pensamos que alguien más puede orar, o dudamos
que nuestras oraciones tengan algún efecto, pero Santiago dice: “La oración eficaz del justo puede lograr mucho”
(Sant. 5:16). Si usted añade el ayuno a la intercesión, tendrá una gran receta para la victoria.
Daniel (9:4-19)
Cuando Daniel leyó la profecía de Jeremías de que la
cautividad babilónica duraría 70 años, se dio cuenta que
estaban a punto de terminar ese tiempo y volvió su rostro
al Señor en “oración y súplicas, en ayuno, cilicio y ceniza”
(v. 3). La primera frase en su oración fue un recordatorio a
Dios de que Él era guardador del pacto para con Su pueblo.
Daniel también oró en plural, y usó uno de los argumentos de Moisés: “…por amor de Ti mismo, oh Señor, inclina Tu oído, Dios mío, y escucha…Pues no es por nuestros
propios méritos que presentamos nuestras súplicas delante
de Ti, sino por Tu gran compasión” (vs. 17-18). Esa es la
base para toda oración contestada, cuando procuramos la
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Miles de intercesores canadienses se reunieron en una santa asamblea
para arrepentirse de sus ofensas contra el pueblo judío.
gloria de Dios. Dios ha hecho muchas promesas, y si no las
guarda, difamará Su Nombre y la manera en que el mundo
lo percibe (vea Ezeq. 36:22-23). Podemos usar ese argumento
en nuestras oraciones, recordándole que cuando responde a
nuestras oraciones, Su nombre es glorificado.
Photo by www.watchmen.org
Efectuando Cambio
Podemos efectuar cambio, ya sea en la vida de un individuo o una nación. A continuación un ejemplo de ambos. Una
mañana durante nuestras oraciones en la oficina, una voluntaria canadiense nos relató la asombrosa historia de cómo la
intercesión cristiana en Canadá cambió a su nación. Hacía
como 16 años, Canadá se encontraba en una profunda crisis. La nación estaba profundamente dividida entre grupos
poblacionales, marcada por escándalos políticos y paralizada
por una tambaleante economía. La antigua división entre canadienses franceses y británicos amenazaba dividir la nación.
Mi segundo ejemplo viene de una de las mejores películas
que yo haya visto sobre el Holocausto llamado The Scarlet
and the Black [El Escarlata y el Negro]. Es una historia verídica sobre un sacerdote católico llamado Monseñor Hugh
O’Flaherty, quien sirvió en el Vaticano durante la Segunda
Guerra Mundial y rescató a sobre 4,000 prisioneros de guerra y miles de judíos y civiles. Llegó a ser uno de los hombres
más buscados en Roma por los nazis. El enemigo más agresivo del sacerdote fue el líder de la Gestapo en Roma, el coronel Herbert Kappler, quien fue responsable por la captura,
tortura y asesinato de los que O’Flaherty trataba de rescatar.
Stephen Harper Primer Ministro canadiense
www.wikipedia.org/Remy Steinegger
Puentes para la Paz ha sido beneficiado por esa oración,
tanto que nuestra oficina en Canadá alcanzó hace dos años
el nivel de un millón de dólares en donativos. Hoy día, Canadá experimenta el favor de Dios y ha sido bendecido con
un Primer Ministro que defiende firmemente a Israel. ¡Usted también puede efectuar cambios en su propia nación!
Reúnase con otros en su área cuando celebran reuniones
especiales de intercesión.
Photo by Kathy DeGange
El Señor reveló al remanente de la iglesia canadiense que
la raíz de la condición de la nación era un espíritu de antisemitismo. Con el mandato del Señor de “llenar la tierra
con lágrimas,” miles de intercesores se reunieron en una
santa asamblea para arrepentirse de sus ofensas contra el
pueblo judío, y Dios misericordiosamente respondió según
2 Crónicas 7:14.
Sacerdote católico Monseñor Hugh O’Flaherty
Cuando terminó la guerra, Kappler fue condenado a la
prisión por crímenes de guerra. ¡Su único visitante cada
mes por 15 años fue O’Flaherty! ¡Qué compasión! En marzo
de 1959, Kappler fue bautizado. O’Flaherty es una de las
personas reconocidas como “Justos entre las Naciones” en
el Memorial del Holocausto en Yad Vashem.
Posiblemente nunca alcancemos la estatura de los individuos que hemos estudiado en esta lección, pero no nos debemos desanimar. Dios nos da esas personas como ejemplo
para animarnos a seguir adelante en ciertas áreas importantes según Sus planes y propósitos en nuestras propias vidas.
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Animémonos y ofrezcámonos a Dios como intercesores. Aunque algunas personas son muy ungidas para la
intercesión, nadie está exenta de esa responsabilidad. A
continuación ofrezco algunas sugerencias para los principiantes: Comience orando por 10 minutos, y poco a
poco aumente su tiempo a medida que se acostumbra
a la disciplina. Ore por ciertas necesidades en la mañana y por otras en la noche. Use las oraciones de Pablo
cuando oraba por otros (vea abajo). Únase a un grupo
de oración. Hay poder en la oración de unidad y acuerdo, y usted puede aprender de las oraciones de otros.
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Dios busca a personas que intercedan por este mundo quebrantado. No queremos vivir en tiempos como de
Ezequiel, cuando Dios no encontró a nadie para orar,
sino que pueda encontrar a alguien en este siglo 21. La
pregunta es: ¿Estamos dispuestos a pagar el precio?
Por Charleeda Sprinkle,
Editora Asistente
Oraciones por Israel
Moisés (Núm. 14:13-19)
Salomón (1 Reyes 8:23-61)
Josafat (2 Crónicas 20:6-12)
Nehemías (Neh. 1:5-11)
Isaías (Isa. 63:15 - 64:12)
Jeremías (Jer. 14:7-9, 19-22)
Daniel (Dan. 9:4-19)
Oraciones por Otros
Seamos centinelas sobre el muro.
2 Cor. 9:10-11
2 Cor. 13:14
Ef. 1:17-20
Ef. 3:14-19
Fil. 1:3-6, 9-11
Col. 1:9-11
1 Tes. 1:1b-4
1 Tes. 3:12-13
1 Tes. 5:23-24, 28
2 Tes. 3:16
2 Tim. 4:22
Fil. 4-6, 22
Heb. 13:20-21
2 Ped. 1:2
Bibliografia
Chavda, Mahesh. The Hidden Power of Prayer and Fasting. Shippensburg, PA: Destiny Image Publishers, Inc., 1998.
Donin, Rabbi Hayim Halevy. To Pray as a Jew. Basic Books, 1980.
Grubb, Norman. Rees Howells: Intercessor. Fort Washington, PA: CLC Publications, 2002.
Hoffman, Rabbi Lawrence A., ed. My People’s Prayer Book: The Amidah, Vol. 2. Woodstock, VT: Jewish Lights Publishing, 1998.
Nekrutman, David. “Intercession and Judaism.” The Jerusalem Post, April 14, 2011 (used by author’s permission).
Scherman, Rabbi Nosson, ed. The Chumash ArtScroll Series: The Stone Edition. NY: Mesorah Publications, Ltd., 1993.
Zlotowitz, Rabbi Meir and Rabbi Nosson Scherman, eds. Bereishis (Genesis): Vol. II., ArtScroll Tanach Series. NY:
Mesorah Publications, Ltd., 1978.
Traducido por: Teri S. Riddering • Las citas bíblicas son tomadas de Nueva Biblia de los Hispanos ®
Copyright (c) 2005 by The Lockman Foundation • Usadas con permiso. www.LBLA.com .
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