Los “telex” entre Santiago y Moscú

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LATERCERA Domingo 15 de mayo de 2016
Los “telex”
entre Santiago
y Moscú
La Cancillería establece el 12 de diciembre que Honecker podrá permanecer en la embajada bajo la categoría de huésped.
La primera página del cable con el
informe médico del Hospital Botkin,
donde se dice que el estado general de Honecker es “satisfactorio”.
RR Erich Honecker con el puño en alto sale de la embajada chilena en Moscú, rumbo a Berlín. A su lado, el embajador
James Holger. Atrás lo observan, de izquierda a derecha, Margot Honecker, el primer secretario José Miguel Cruz y el tercer
secretario Jorge O’Ryan.
cluso de Corea del Norte. Desde un comienzo, el régimen que entonces lideraba Kim Il Sung había ofrecido a Honecker
brindarle tratamiento médico, lo que se
reiteró por la visita del embajador norcoreano y que la misma Margot Honecker
alentó con algunos llamados telefónicos.
De la misma forma, el embajador alemán
en Moscú ejerció una fuerte presión e incluso pidió un encuentro con Honecker,
algo que el “huésped” desechó.
El 21 de diciembre, Cruz hizo una gestión para entrevistarse con Boris Yeltsin,
y entre otras cosas que consideró conversar con el Presidente ruso era que la única
posible solución “que tenemos a mano”
del caso Honecker es que éste viaje a Corea del Norte. A continuación, en el cable
secreto, Cruz sostuvo que “no es posible
descartar la posibilidad de que grupos
exaltados contrarios a Honecker asalten
nuestra sede”. Además, hizo un diagnóstico de la situación del ex gobernante germano oriental, que al ser comparado con
declaraciones anteriores pareciera ser
una magnificación con el objetivo de apelar al sentimiento humanitario de Yeltsin
y que autorice su salida. “Honecker se encuentra en estado de salud francamente
delicado, afectado por una fuerte depresión, y tenemos la convicción de que, en
el caso de que se pretendan forzar las cosas, Honecker adoptaría la determinación
de suicidarse”, destacó Cruz.
El 24 de diciembre, la víspera de la desintegración de la Unión Soviética, y
cuando la permanencia de los Honecker
empezó a extenderse más de lo estimado,
un cable sostuvo que “junto con satisfa-
cer sus pedidos específicos de tipo doméstico, nos hemos preocupado de procurarles material de lectura y esparcimiento. Diariamente reciben la prensa
alemana y soviética”.
Dos días después, Cruz escribió que Honecker se muestra agradecido de la “hospitalidad” y el primer secretario percibe
que la “inquietud y estado emocional”
del huésped “se han despejado”, al igual
que “sus temores de que nuestra intención era desembarazarnos lo más pronto
posible de su presencia”, lo que contribuyó a desarrollar una “relación personal
más fluida y tranquila”.
Ese mismo día, Erich Honecker mantuvo una conversación con José Miguel
Cruz, en la que el ex gobernante aseguró
ser un “perseguido político”, por lo que
su caso debería ser tratado a la luz de la
Convención de Ginebra, que en ningún
momento violó las leyes de su país y que
“no tiene dudas de que el tribunal (alemán) que conozca su causa carecería por
completo de la más elemental objetividad
y actuaría sin respetar el derecho interno
alemán ni su condición de refugiado”.
Una de las claves para aplicar las razones
humanitarias al caso de Honecker era la
situación de la salud del ex jerarca comunista. Por eso, el ex gobernante fue sometido a una revisión médica en la embajada
el 11 de febrero de 1992. Un examen por
medio de ultrasonidos apuntó a un posible cáncer en el hígado, pero se recomendó someterlo a exámenes en un hospital.
La presión sobre el gobierno chileno,
especialmente de parte de las autoridades
rusas, pero también de parte de Alema-
nia, para que Honecker fuese trasladado
a un centro hospitalario y se realizara
esos exámenes, se hizo intensa en las semanas siguientes, algo a lo que el líder
comunista se negaba inicialmente, por
temor a que se tratara de una treta y fuera enviado a Alemania. “Continúa hasta
el momento la negativa cerrada del señor
Honecker a hospitalizarse fuera de la embajada, pretextando, amén de otras razones, su falta de confianza en la palabra de
la parte rusa”, escribió Clodomiro Almeyda el 19 de febrero de 1992.
Finalmente, el 24 de febrero, con garantías por escrito de parte del gobierno ruso
de que Honecker es considerado como
huésped del gobierno de Chile, el ex
hombre fuerte de la RDA fue ingresado en
el hospital Botkin. El cable de Almeyda
detalla que lo acompañó su esposa, Margot, y el consejero José Miguel Cruz, y que
fue instalado en un “departamento privado, en el cuarto piso, el cual fue despejado completamente, de modo de brindar
mayor comodidad al paciente”.
Honecker permaneció internado hasta
el 3 de marzo, cuando se entregó un informe que incluye las conclusiones de un
panel médico. Ahí se establece que se detectan algunos problemas como arterioesclerosis generalizada, enfermedad
isquémica del corazón, quistes simples
en los riñones, pero en suma no establece
la presencia de un tumor cancerígeno.
Sin embargo, Almeyda parece sospechar
de algo. En el cable que sigue al reporte
médico, detalló que “en la parte inicial
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El cable donde Almeyda informa
que les llegó la factura del hospital
Botkin, donde estuvo internado
Honecker: US$ 4.369.
José Miguel Cruz detalla la salida
de Erich Honecker de la embajada
chilena en Moscú. Habla de que la
“abandonó voluntariamente”.
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