I CONGRESO INTERNACIONAL DE ESTUDIOS MILITARES Granada, 17-19 septiembre 2014 Comunicar lo estratégico y lo estratégico de comunicar Luis Romero Bartumeus (luisantonio.romero@uca.es) Universidad de Cádiz. Área de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales. RESUMEN: Partiendo de que quien no es capaz de comunicar no es capaz de liderar y del nuevo paradigma que ya se aplica en la Comunicación Corporativa empresarial e institucional, se desarrolla la conveniencia de aplicar en el ámbito de la Seguridad y de las Fuerzas Armadas en concreto, las mismas técnicas y modelos. La imperiosa necesidad de que lo estratégico para una sociedad sea algo asumido antes de que surja una crisis, es decir, esté ya comunicado, resulta esencial para que, llegado el momento, la acción estratégica de comunicar pueda centrarse en lo inmediato. La ciudadanía debe sentir como propias las misiones de sus Ejércitos y para eso precisa de profesionales de la comunicación convenientemente formados que transmitan los mensajes que se consideren estratégicos de manera rápida y eficiente. DATOS BIOGRÁFICOS: Licenciado en Ciencias de la Información. Master en Paz, Seguridad y Defensa (UNED). Profesor-Colaborador Honorario del Departamento de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales de la Universidad de Cádiz. Autor de: El Estrecho en la política de seguridad española del siglo XX (APCG, 2003) Ex Redactor-Jefe del diario Europa Sur (Algeciras) y Ex Jefe del Gabinete de Presidencia de la Mancomunidad de Municipios del Campo de Gibraltar. PALABRAS CLAVE: Comunicación Estratégica, Periodistas Militares, Batalla de las Percepciones, Estrategia Comunicativa Quien tiene miedo a comunicar 1 tiene miedo a liderar M.A. Violán 1. INTRODUCCION.Cualquier organización que pretenda influir en un colectivo, en toda la sociedad o recibir de ella su apoyo para poder desarrollar con eficacia su función, se debe plantear como un elemento esencial de su quehacer diario comunicar lo que es, lo que hace y, sobre todo, para qué hace lo que hace. Para llevar a cabo esa función se requiere convencimiento de esa necesidad y voluntad de quienes tienen la máxima responsabilidad dentro de la organización. Y decisión. Por lo tanto, se necesita capacidad de liderar. Comunicar es el primer paso para liderar. Sin difundir, sin compartir, sin influir, sin convencer, no se puede marcar el camino de los objetivos estratégicos que pretendemos alcanzar en el seno de una organización. Pero, como paso previo, debemos tener claros esos objetivos estratégicos que pretendemos conseguir. Durante muchos años, la función de las instituciones que han conformado el núcleo duro de los Estados nación no requería grandes esfuerzos explicativos, ni se consideraba necesario desgranar sus por qué ni sus cómo. Era algo consustancial, venía dado por la tradición y por la forma en que se articulaba la estructura estatal desde que teníamos memoria. Pero la realidad actual y la evolución de las conciencias, el sentido crítico que convierte a las sociedades democráticas en proactivas y no en simples receptoras de decisiones, ha llevado a que hasta las más altas instituciones del Estado deban someterse y no puedan escapar al escrutinio constante, cotidiano, de la opinión de los ciudadanos, verdaderos propietarios de la soberanía. Las Fuerzas Armadas (FAS) como instrumento último de la fuerza del Estado, pero también como uno de los elementos que contribuyen a la Seguridad Nacional, se han visto inmersas igualmente en esa vorágine comunicacional por pura necesidad. Necesidad última dado que precisa contar con el respaldo de los ciudadanos cuyos intereses está obligada a proteger. Ese respaldo es el que le conferirá legitimidad a sus actuaciones. Pero para llegar a ese fin, a cumplir con esa obligación constitucional, es decir, amparada por la voluntad libremente expresada por la ciudadanía, hay que haber recorrido previamente un camino que permita a ese brazo armado del Estado desarrollar su función sin tener que empezar de cero en su comunicación con la sociedad cada vez que se considera necesaria su intervención. En definitiva, sin tener que empezar a explicar, cuando no hay tiempo para ello, por qué y para qué. 2 2. COMUNICAR LO ESTRATÉGICO.2.1. Comunicar la Estrategia de Seguridad Nacional Como elemento fundamental que conforma la estructura permanente de la Seguridad Nacional, sus objetivos en el caso español, y de forma muy similar en casi todos los países de nuestro entorno, vienen determinados por lo que se ha denominado en su última redacción Estrategia de Seguridad Nacional (ESN). Este documento, voluntaria y conscientemente abierto, pensado para ser difundido y compartido, con ánimo de influir y convencer, es por tanto –o debería ser- el inicio de un proceso de comunicación que requiere dedicación y firme voluntad de penetración en todas las capas de la sociedad, para lo que se requieren medios humanos y materiales adecuados a su alta finalidad. En la misma ESN abundan de forma reiterada las referencias a la necesidad de difundir y concienciar sobre su contenido. El primer paso para conseguir que éste sea un documento aceptado se dio en su proceso de redacción, al decidir el presidente del Gobierno que el punto de partida fuera la anterior Estrategia Española de Seguridad, redactada por el Ejecutivo que le precedió. Ese punto de partida sirvió luego para conseguir el consenso respecto a su contenido con el principal partido de la oposición. Los objetivos estratégicos de nuestra Seguridad Nacional están plasmados en el documento aprobado en 2013. Los doce ámbitos prioritarios de actuación vienen definidos como “Líneas de acción estratégica” y pueden consultarse en el capítulo 4 de la ESN. Pero antes de llegar ahí, ya en el primero de los capítulos, que define los principios informadores de la Estrategia, se plantea la necesaria colaboración público-privada y la implicación de la sociedad en general para poder materializar los objetivos marcados. Se trata, pues, de convertir a la ciudadanía en protagonista de su propia seguridad para lo cual es imprescindible que conozca y asuma como propios dichos objetivos. De no alcanzarse esa unidad de criterio, este documento no dejará de ser uno más de los que a lo largo de los últimos años se han elaborado. En el capítulo 3, referido a los Riesgos y Amenazas, se considera a los conflictos armados como catalizadores a su vez de otros riesgos y amenazas, lo que convierte en necesario “tener conciencia de los conflictos futuros” y en cuanto a los flujos migratorios irregulares considera adecuado realizar “esfuerzos de pedagogía” para dar a conocer los riesgos que acarrean. Para alcanzar esa conciencia y desarrollar los esfuerzos pedagógicos se requiere un proceso de transmisión y aceptación de información, en definitiva, de comunicación. En el capítulo 4 se definen las doce líneas de acción estratégica y al menos en nueve de ellas son fácilmente reconocibles referencias a la necesidad de realizar tareas de comunicación proactiva dirigidas a la sociedad en su conjunto o a sectores concretos para que su implicación produzca los frutos deseados. En la primera de las líneas de acción, que se centra en la Defensa Na3 cional, se reproduce lo ya señalado desde hace años en las consecutivas Directivas de Defensa Nacional, referido al fomento de la Conciencia y Cultura de Defensa “prestando especial atención a la juventud”. De hecho, la Directiva de Defensa Nacional en vigor (julio 2012), entre los objetivos de la Política de Defensa afirma que: “se acentuará el esfuerzo en el desarrollo de una comunicación estratégica de la Defensa que tendrá como finalidad fomentar una conciencia de defensa de España y, en más profundidad, una cultura de defensa”. Los años que han pasado desde que por primera vez se anunciara que ésta era una prioridad y lo escaso de los resultados obtenidos, ha llevado a algunos expertos, como Félix Arteaga, analista principal de Seguridad y Defensa del Real Instituto Elcano, a concluir que ésta es una batalla perdida y sobre la que no alberga ninguna esperanza. En la tercera, referida a la Ciberseguridad, se introduce una referencia nueva aplicable a este aspecto pero recurrente en otros apartados, que contempla “la implantación de una cultura de ciberseguridad sólida”, que debe concienciar a los ciudadanos, profesionales y empresas de la importancia de la seguridad de la información. Cuando se centra en la lucha contra el Crimen Organizado, la cuarta, inicia su exposición reclamando una “sensibilización y concienciación de la sociedad” en torno a la idea de que este fenómeno es global, planteándose una implicación en la lucha contra esta amenaza del sector privado y “especialmente del mundo universitario”. En la línea cinco, Seguridad Económica y Financiera, defiende un esfuerzo estratégico de acción y comunicación permanente “en favor de la reputación e imagen de España” que, por lógica, va más allá de la actuación de la propia Administración. La ordenación de los Flujos Migratorios, la octava línea de acción estratégica, requiere según la ESN una estrecha colaboración de las administraciones públicas con las ONG y el sector privado para “prevenir los riesgos asociados a la inmigración irregular”. La novena línea se refiere a la Contrainteligencia, una de las novedades de la ESN, que requerirá para su implementación potenciar la “sensibilización de los ciudadanos españoles que desarrollan sus actividades fuera del territorio nacional”. Obviamente, cuando trata de la Protección ante Emergencias y Catástrofes, la línea número diez defiende la promoción de una “cultura de prevención entre los ciudadanos”, así como la adopción de protocolos de comunicación adecuados ante situaciones de crisis alimentarias. En las dos últimas líneas, la Seguridad Marítima y la Protección de las Infraestructuras Críticas, la ESN entiende que no podrán llevarse a cabo en su integridad sin un fomento de la colaboración o la responsabilidad compartida con el sector privado que actúa en ambos ámbitos, lo que implica una estrecha relación con la parte de la sociedad que trabaja y gestiona en esas dos grandes áreas de nuestra economía. 4 2.2. Comunicar las estrategias de segundo nivel: Ciberseguridad y Seguridad Marítima.Las dos primeras estrategias de segundo nivel, hasta ahora las únicas difundidas, que formarán parte de la arquitectura de nuestro Sistema de Seguridad Nacional, se aprobaron el 5 de diciembre de 2013 y corresponden a la Estrategia de Ciberseguridad Nacional (ECN) y a la Estrategia de Seguridad Marítima Nacional (ESMN). En el primero de esos documentos, originalmente elaborado por el CNI, se apunta que los ciudadanos deben sentirse implicados con la ciberseguridad y, para ello, el objetivo IV plantea sensibilizar a los ciudadanos, profesionales y empresas, además de a las administraciones públicas, de los riesgos derivados del ciberespacio. Entre las líneas de acción de la ECN, la séptima induce a concienciar a la sociedad en general de la importancia de la ciberseguridad y del uso responsable de las nuevas tecnologías, impulsando actividades de sensibilización, participando en programas de concienciación y asesorando en el desarrollo de módulos educativos dirigidos a todos los niveles de enseñanza. Por lo que se refiere a la ESMN, propuesta por el Estado Mayor de la Armada, tanto en la carta firmada por el presidente del Gobierno que precede al texto, como en alguno de los apartados que le siguen, se proclama de forma categórica que “España es una nación marítima”, afirmación que no puede decirse esté avalada por un sentimiento generalizado de la población española ni por las decisiones gubernamentales del pasado. La condición eminentemente marítima de España, que salta a la vista simplemente con observar cualquier mapa, no coincide con la mayoría de las decisiones estratégicas que se han adoptado en el último siglo, salvo contadas excepciones. Esta circunstancia pone de manifiesto una falta de pedagogía y de difusión de las condiciones elementales que determinan cualquier planteamiento estratégico referido a la Península y sus archipiélagos. Entre las líneas de acción propuestas en la ESMN, la cuarta defiende la colaboración “indispensable... fluida y permanente” con el sector privado, afirmando además que “la garantía de los intereses del sector marítimo nacional no puede materializarse (...) si no existe una conciencia previa sobre la importancia de desarrollar una cultura de seguridad marítima nacional”. 3. LO ESTRATÉGICO DE COMUNICAR. Pero no basta con haber pretendido un cierto consenso parlamentario a la hora de abordar la promulgación de la ESN y de las estrategias de segundo nivel; no es suficiente que se reitere en dicho texto la necesidad de difundir y compartir responsabilidades con la sociedad civil en sus doce líneas de acción 5 estratégica. Hay que hacerlo. Hay que tomar la decisión de liderar un proceso comunicativo que convierta los objetivos estratégicos en algo comúnmente asumido por todos, que llegue a todos los estamentos de la sociedad y no solamente a los iniciados o ya ganados para la causa. Hay que abandonar el miedo a comunicar, hay que convertir en una oportunidad el tener un objetivo claro y, a quien corresponda, decidirse a liderar la difusión de nuestros objetivos estratégicos. En definitiva, se ha de tomar la decisión de comunicar lo estratégico. Lo que nos importa, lo que nos define, lo que estamos dispuestos a defender, lo que nuestra sociedad quiere para sí. Sin ese peldaño inicial, nada de lo que construyamos se aguantará llegado el caso. La ESN es en realidad un documento que inicia un proceso de comunicación de lo estratégico. Dejarlo en algo que se formula en un papel pero que luego no es compartido, difundido y discutido, lo convertirá en algo inservible y que, además, llegado el caso no legitimará ninguna acción basada en él, porque no habrá conciencia social de su utilidad, porque no se compartirá su contenido. El profesor Miguel Ángel Violán, formador de comunicadores, defiende que las empresas se dividen en dos tipos o categorías: las que ya han pasado por una crisis y las que todavía no la han sufrido pero, sin duda, la sufrirán. Añade además que, para poder convertir dicha crisis en una oportunidad y salir airoso de ella, hay que haber planeado previamente cómo se gestiona y, sobre todo, cómo se comunica su gestión, elemento fundamental para superarla con éxito. Porque: “Una mala gestión comunicativa puede provocar la prolongación de una crisis”, dado que sin un control de la crisis informativa que toda crisis provoca “se falla en el control de la crisis general”. Ni que decir tiene que el segundo nombre de cualquiera de las FAS del mundo es “crisis”. Para actuar en casos de crisis es para lo que se adiestran, o deberían hacerlo. Para evitarlas o prevenirlas, también. Pero para cuando surjan y deban ser alistadas –por decisión del Gobierno o del Parlamento, según los casos- el trabajo explicativo debe estar finalizado, la comunicación de lo estratégico debe haberse completado y el por qué, el para qué y el cómo, no debería necesitar más que una concreción basada en el caso concreto y en todo el trabajo anterior. Porque cuando surge una crisis no hay tiempo para planear ni para casi nada que no sea actuar con rapidez. Las estructuras y los profesionales que deben comunicar en dicha situación, tienen que estar previamente adiestrados y haber realizado su trabajo de preparación de forma concienzuda. En el seno de la Administración o de las FAS en concreto, según sea el caso, debe haberse producido el necesario proceso de adiestramiento para cumplir con este cometido hacia todos los públicos posibles, ya sea hacia el interior o hacia el exterior. Habrá tenido que diseñar una estructura adecuada y unos procedimientos que permitan actuar en estos casos y habrá tenido que desarrollar una labor previa de difusión de lo estratégico, de lo esencial, entre la ciudadanía que conforma el 6 público objetivo último de su trabajo. La comunicación de las organizaciones, por naturaleza, es una acción permanente y solamente a medio y largo plazo puede conseguir alcanzar sus objetivos. El trabajo constante, profesional y riguroso en este campo se hace tan necesario como en cualquier otro. El adiestramiento, sin duda, se convierte en imprescindible. La dedicación de los profesionales que deban asumir esta función debe ser, desde el tiempo de no crisis, completa y su tiempo de destino en esas tareas, obligatoriamente largo. La comprensión y asunción de los procesos y de las herramientas, así como el hábito en su uso, además de un conocimiento profundo de los profesionales que, actuando de intermediarios, nos van a ayudar a transmitir y alcanzar nuestros objetivos, son elementos trascendentales que no deben dejarse a la improvisación, ni antes ni durante las crisis, porque los que deben convertirse en comunicadores durante, deben haberse adiestrado antes de forma permanente y no ocasional. 4. PROFESIONALIZAR AL COMUNICADOR.La profesionalización de la comunicación en el ámbito de la Seguridad, tanto para comunicar lo estratégico como para convertir en estratégica la comunicación, es una asignatura pendiente que cuanto más se tarde en afrontar, más tardaremos en orientar hacia la consecución de resultados. Porque cuando consigamos que la comunicación de lo estratégico haya dado sus frutos, cuando no haya que explicar desde cero cada vez que, por ejemplo, un contingente de las FAS deba salir de operaciones o simplemente movilizarse para caso de necesidad, entonces comprenderemos lo estratégico que es comunicar, cómo nos ayuda en operaciones, como se convierte en el eje transversal de todas las acciones que tengan que ver con nuestra seguridad. Sin una eficiente comunicación, hacia dentro y hacia fuera, cualquier brillante acción se puede convertir en un fracaso aunque alcance el objetivo inicial asignado. Ganar la paz, se ha dicho hasta la saciedad en los últimos años, es más complicado y arduo que ganar la guerra, cuando ésta se pueda ganar por medios tradicionales. El convencimiento de que en operaciones la información pública es un componente “imprescindible” ya ha comenzado a calar en quienes regresan de zona de operaciones, como dejó dicho el teniente coronel Agustín Carreras, cuando era comandante y jefe de la Sección de Comunicación de la BRILEG, para quien “cualquier operación militar que dé la espalda a la opinión pública estará abocada al fracaso o, al menos, a tener que afrontar innumerables problemas”. Con las amenazas y hasta los conflictos asimétricos que se han convertido en habituales en las últimas décadas, quienes no pueden ganar en el campo de batalla han trasladado el enfrentamiento y el combate real al mundo de la 7 comunicación, donde los Estados, además, han dejado de tener el monopolio de la información y del acceso a las tecnologías que han transformado la naturaleza del poder militar, en opinión de Felipe Santos. Para este analista, los satélites y el proceso de datos han establecido un nuevo poder asentado en la información y la disuasión, “que sustituirá al poder nuclear de la era anterior”. Y quienes se saben en inferioridad en el enfrentamiento convencional, se vuelcan en el uso de las nuevas tecnologías para que su mensaje –sobre todo sus acciones cada vez más violentas y sin límites políticos o sociales que le afecten- llegue hasta el último rincón del mundo. Su objetivo, según el análisis de Colom Piella, busca debilitar el apoyo social de su contrincante, que sí cuenta con limitaciones y con una retaguardia que le observa de forma crítica. El general británico Rupert Smith llegó a calificar de “nuevo paradigma” el objetivo estratégico de ganar los corazones y las mentes de las gentes. La batalla, por tanto, en realidad es de percepciones y la ganará quien sea capaz de hacer llegar mejor y más intensamente sus mensajes. Y, sobre todo, con mayor rapidez. Los generales estadounidenses McChrystal y Petraeus lo supieron ver, aunque algo tarde, en Afganistán. El Enfoque Integral (Comprehensive Approach) que supuso un cambio evidente de la doctrina de las operaciones; La Misión Integrada y la Doctrina Capstone de Naciones Unidas o las Operaciones Basadas en los Efectos, de la OTAN, son elementos que conforman esta evolución que comentamos. Ganar la batalla de la comunicación es, cada vez en más ocasiones, la única manera de conseguir los objetivos estratégicos. Por lo tanto, y en definitiva, es la única manera de vencer que pasa por convencer. No habrá eficacia ni se alcanzarán los objetivos estratégicos si no se convence, sobre todo dentro, pero también en el exterior. También en la zona de operaciones, donde el apoyo de la población es esencial. “La actitud de la población –para el teniente coronel Fernando Buesa- afectará a la toma de decisiones de nivel estratégico, que repercuten directamente sobre las operaciones. Y todo esto se hace a través de los medios de comunicación”. Y si para llevar a cabo las operaciones puramente militares en el campo de batalla se busca a los mejores soldados y se les adiestra de la mejor manera posible, tanto para el combate como para el planeamiento, entrenándoles como se combate para combatir al final como entrenan; para librar y ganar la batalla de la comunicación, de los mensajes, del convencer ¿por qué no escoger y adiestrar a los mejores profesionales... de la comunicación? Es cierto que en la especialización o, mejor, en la profesionalización de esta actividad relacionada con la Seguridad, queda mucho o todo el camino por recorrer. Pero echando un vistazo a lo que tenemos, en la propia organización militar existen elementos infrautilizados que muy bien podrían servir para introducir profesionales con experiencia en el seno de las FAS. La escala de complemento y los reservistas voluntarios, con retoques en sus periodos de 8 alistamiento, claro está, podrían ser una puerta para la entrada de esos comunicadores ya formados que se precisan. De las lecciones aprendidas en Afganistán, el teniente coronel Fernando Buesa nos ha traído el dato significativo de que todo el personal de información pública del cuartel general del Mando Conjunto de ISAF, desde el coronel al fotógrafo, eran especialistas en la materia, profesionales, y además tenían un perfil de carrera específico relacionado con la comunicación, lo cual les permitía especializarse en un trabajo que requiere tiempo y dedicación. La disyuntiva entre si especializar al profesional de la comunicación o convertir en comunicador al militar, hace tiempo que ha dejado de tener sentido. Si en el mundo de las organizaciones empresariales está resuelta esta cuestión tras años de experiencia y después de que los periodistas y comunicadores pioneros demostraran sobradamente por qué debían ser ellos quienes lideraran esta tarea, igualmente transversal en las empresas; debemos concluir que en el seno de las FAS y en todos los estamentos que tengan que ver con la Seguridad Nacional es necesario que ésta sea una tarea para comunicadores formados y no para militares eventualmente dedicados a ello. Más pronto que tarde deberíamos aceptar que se va con retraso a la hora de tomar una decisión que sólo puede traer consigo ventajas. Aunque el asunto ha sido hasta ahora poco debatido, sí han existido quienes lo han planteado con meridiana claridad. Georgina Higueras, que fuera directora general de Comunicación del Ministerio de Defensa español, lo dejó escrito en uno de los mejores volúmenes que sobre conflictos y medios de comunicación se ha editado en España: “... pensar en un cuerpo de periodistas militares ya no parece descabellado”. El profesor Laureano García Hernández, que fue subdirector general de Comunicación Social del Ministerio de Defensa durante cinco años (198590), y autor de la primera tesis doctoral dedicada a estos asuntos en España, dejó escrito por qué decidió que los redactores de la Revista Española de Defensa, órgano oficial del Ministerio, creada durante su época en el Departamento, fueran todos periodistas civiles y no militares. Veinticinco años después, en el número extraordinario que la revista dedicó a esa efemérides, el que fuera también su primer director recordaría los no pocos problemas que tuvo que sortear dentro del Ministerio en aquel año de 1988 por atreverse a tomar esa decisión, dado que lo que pretendía era “contar los asuntos de la defensa nacional con palabras del común y sin tecnicismos (...). Quienes no entendieron por qué sólo queríamos civiles para los primeros pasos de RED sembraron cizaña y dudas sobre el proyecto para hacer desistir al joven equipo fundador...”. Para el teniente coronel Carreras, ya citado anteriormente: “Los ejércitos deben dotarse de equipos de comunicación formados, cualificados, especializados y estables que conecten con los profesionales de los medios de comunicación”. Para esa tarea, qué mejor que otros profesionales de la comunicación, que antes 9 hayan estado al otro lado de la barrera. De todas formas, y sin que tenga que ser contradictorio con todo lo señalado, que en las academias de oficiales y en la de Estado Mayor debería prestarse más atención a la comunicación en operaciones e incluso a nivel estratégico, es algo tan evidente como que en el presente la comunicación pública es un aspecto determinante de los planeamientos y en cualquier acción que tenga que ver con la Seguridad Nacional. Un jefe concienciado y formado en esta materia es un elemento imprescindible para conseguir que la comunicación se convierta en el necesario eje transversal de cualquier planteamiento que tenga que ver con la Seguridad. BIBLIOGRAFÍA: -AZNAR FERNÁNDEZ-MONTESINOS, Federico: Conflictos y Opinión Pública. Documento Análisis 35/2013 del Instituto de Español de Estudios Estratégicos, de 5 de junio. Ed.: Ministerio de Defensa, 2013. www.ieee.es/Galeria/fichero/docs_analisis/2013/DIEEEA35-2 -BUESA GARCIA, Fernando: “La información pública en el mando conjunto de ISAF”. 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