EDICIÓN ESPECIAL La relación médico-paciente (La particular forma que toma cuando el paciente es un médico) Elpidio Olivera. Ex -Jefe del Servicio de Psiquiatría. Hospital Privado S.A - CMC Todo tratamiento médico se realiza en el contexto de la relación médico-paciente, que constituye la matriz de todo el proceso de la cura. Pero este proceso se da en situaciones muy variadas: de circunstancias, de personas, de ámbitos, etc. Y cuando el paciente es un médico, adquiere connotaciones bastante particulares. Trataremos de señalar algunas de ellas. un cierto halo de desconfianza y recelo no expresado, y, por otro lado, la actitud suficiente y paternalista que asume el médico-tratante añoso con el médico-paciente joven. ¿Cómo plantear la situación para que la relación médico-paciente cumpla sus objetivos? ¿Cómo hacer para que cada uno se ubique en un papel adecuado y la tarea se vuelva productiva? Hay ciertos recursos formales, más allá de las estrategias terapéuticas, que es necesario tomarlos en cuenta para un encuadre adecuado y evitar la banalización o la caída en el tremendismo, extremos siempre agravantes de la situación; excluye la relación amistosa que conduce a la complacencia. Desde el inicio se nos plantea el interrogante por qué el médico-paciente eligió a ese médico-tratante, qué lo movió a esa decisión, qué expectativas o fantasías trae, cuánto hay de libre elección. Si la situación de enfermedad es de cierta gravedad el paciente presentará un montante de ansiedad pronunciado, sentimientos culposos y actitudes regresivas que seguramente le impedirán tener un juicio adecuado de sus malestares, una postura objetivante. Ahí aparecerán promesas de ser un buen paciente, aceptar todas las prescripciones, adherirse escrupulosamente al ordenamiento fijado. El médico paciente pasará por la experiencia de ser ayudado, de depender de los criterios y las decisiones de otro: la sensación de desamparo y pérdida de la autonomía significarán una fuerte herida narcisística. • Es imprescindible que la tarea se dé en el ámbito del consultorio evitando la consulta informal, como se pretende muchas veces (el pasillo; la consulta telefónica como forma constante de requerir la intervención; que se dé a propósito del comentario de otro caso, etc.). • El interrogatorio amable y objetivante evitando la forma inquisidora de cómo se daría entre juez y reo, o la anodina del encuestador-encuestado. • Considerar cuidadosamente lo que es: demanda, temor, ansiedad y fantasía. Cada uno de estos conceptos debe estar en la mente del médico-tratante para configurar la situación relacional. Si la evolución sigue un curso favorable la situación irá virando hacia otra estructuración. Entonces se planteará una nueva situación, que podrá llegar a la confrontación de dos saberes, la puja de dos omnipotencias, el criterio del médico-tratante ya no será indudable. • Evitar las tendencias defensivas de médico y paciente que llevan a la reificación de la enfermedad, es decir, la enfermedad no como una cosa (res) que circula sino, fundamentalmente, como una situación en que ambos, solidariamente, tienen como tarea a resolver. "Con gran frecuencia y colocados en la vivencia del enfermo, hay una desproporción entre la necesidad por la cual él requiere ayuda, y el alivio o la curación que la medicina o el médico pueden proporcionarle; es raro el balance de completa satisfacción" (1). Por todos los medios hay que tratar de encontrar una buena alianza para lograr los mejores efectos terapéuticos: la posibilidad de antagonismos o rivalidades, que es frecuente observar, puede conducir a un callejón sin salida. Esta reflexión que resume una larga y meditada experiencia, será vivida por el médico-paciente con especial aflicción. Max Scheler nos habla del proceso de la empatía y Lucien Bonafé del arte de la simpatía. Debe saberse que la simpatía no entraña sentir como el otro, identificarse con el otro sino sentir el compromiso ético y profesional A veces la relación toma matices muy particulares, por ej., cuando se da entre un paciente médico añoso frente a un médico-tratante joven, no es difícil percibir 25 EDICIÓN ESPECIAL que implica todo vínculo terapéutico en la muy especial situación que se da frente al colega. Esto es lo que distingue la simpatía de la compasión, y lo que le otorga eficacia terapéutica. La compasión es acto de caridad, no de cura, y en este caso puede ser particularmente desvalorizante. Conducta ética y actitud técnicaprofesional adecuada es lo deseable. Los preceptos del Juramento hipocrático y las normativas que nos dictan los códigos deontológicos deberán ser observados aquí con la máxima estrictez. Bibliografía 1) Caeiro, Agustín G. La Vocación Médica. Córdoba, ENCUENTRO Grupo Editor, 2007. 26