CALAS EN EL ESTILO PERIODÍSTICO DEL BARDO IV. CALAS EN EL ESTILO PERIODÍSTICO DEL BARDO Mucha agua ha corrido bajo los puentes del estilo poético del bardo. Vallejiano es quizá el calificativo, que se ha ido imponiendo, para tipificar ese modo único e irrepetible de decir ciertas cosas, en poesía, y nosotros añadiríamos ¡también en su prosa periodística! O, por lo menos, en algunas de sus más calificadas muestras (que no son pocas). Ese trabajo sobre el lenguaje, hasta domeñarlo, se transparenta, igualmente, en el discurrir de artículos y crónicas de todas las épocas. Espiguemos un poco al azar. “el rijoso y calofriante terreno cuaternario del fascismo, expreso o disfrazado.” (p. 43) “La Exposición (de Artes Decorativas de París, 1925) pone de manifiesto la vida y el espíritu de nuestra época en toda su carnación elíptica y cardiaca.” (p. 38) Al comentar los “Lienzos de Merino. La muerte de Colón”, último cuadro del artista, nos encontramos esta adjetivación tan característica del autor de Espergesia. Se trata de una: 65 WINSTON ORRILLO “Obra de pesadilla, de fuerte reumatismo metafísico. ..................................................... “Haciendo memoria y computando fechas, resulta, pues, que ‘La muerte de Colón’ corresponde a las postrimerías de la vida de Merino y así se explica el espíritu reconcentrado, la fulminante tisis teológica de esta tela, a cuyo efecto concurre a maravilla el general perfume de santo trigo pútrido que se exhala del lienzo.” (pp. 213–214). En el capítulo segundo ya hablamos algo sobre la maestría vallejiana en los retratos. Detengámonos un poco en estos esbozos geniales sobre bailarinas: “Isadora Duncan fue sobre la escena musa, walkiria, ninfa, santa, medusa, bruja, fantasma, vapor de agua, humareda de sangre antigua y moderna. Ana Pavlova va a las flores y a las aves por amor de la pechuga del paráclita y del peciolo que ama al Sol. Aquella genial Tórtola Valencia, que murió (?) de locura en un teatro de La Habana o que se ha convertido en ojerosa piedra de río en algún país sagrado, bailaba arqueológicamente, columna a columna, crótalo a crótalo, símbolo a símbolo, al amor de su poderoso vientre sacerdotal semidescubierto por el manto de Iris.” (p. 70) Un rasgo característico del estilo del periodista Vallejo, es el uso de la ironía: Veamos algunos ejemplos característicos: Vallejo cuenta el caso de un tal M. Teineur que “se ha querellado ante los jueces contra su esposa, acusándola de que le traiciona con… su primer marido, fallecido hace algunos años.” La susodicha 66 CALAS EN EL ESTILO PERIODÍSTICO DEL BARDO doña se niega a compartir el lecho conyugal con el demandante, y, más bien, se queda en su saloncito “diz que a jugar al espiritismo”. La cosa ha llegado a mayores porque el supuesto cornudo onírico agrega que “la última noche ha oído él, con sus propios oídos, que la culpable se besaba ruidosamente con el difunto, a quien ella murmuraba palabras de amor, entre suspiros más o menos metafísicos.”: “Al señor Juez solicita M. Teineur que apreciando su queja en justicia, imponga a la adúltera la sanción correspondiente. Los jueces de Bordeaux han convocado por edicto a los plausibles testigos y han ordenado que el querellante presente ante la ley el cuerpo del delito y, en su defecto, el espíritu. (Un tema para cuento de ese gran imaginativo que es ( *) Clemente Palma, autor de ‘Mors ex vita’). (p. 102) También en el simpático rubro de la ironía –del humor– escogemos “El sombrero es el hombre” que, para comenzar, es una ingeniosa paráfrasis de la celebérrima frase de Buffon: El estilo es el hombre. Escrita en París, en julio de 1926, y con soberbia prosa, vale la pena citar la crónica en referencia: “Todas las cosas llevan su sombrero. Todos los animales llevan su sombrero. Los vegetales también llevan el suyo. No hay en este mundo quien no lleve la cabeza cubierta. Aun cuando nos quitamos el sombrero, siempre queda nuestra cabeza tocada de algo que podríamos llamar el sombrero innato, natural y tácito de cada persona, que no es del todo inseparable”. (*) Es interesante cómo César Vallejo parece haber “perdonado”, a Clemente Palma, las zahirientes palabras de éste, escritas contra él en su sección “Correo Franco”, de la revista Variedades, Lima, año XIII, N–499, set. 22, 1917, pág. 101, a propósito de su texto “El poeta a su amada.” Sólo habían pasado, de aquéllas, nueve años. 67 WINSTON ORRILLO (p. 128) Busquemos otros ejemplos: “A la opinión pública no le toca sino mirar con indiferencia estas pintorescas carreras de caballos, que son los premios literarios en Francia”. (p. 188) “Aun más allá de la tumba impera un horario. La muerte misma lleva reloj y sujeta sus actos de muerte a la medida del tiempo, porque la Muerte, para matar, tiene que estar dentro de la disciplina del reloj; en caso contrario sería una muerte que no mata. ..................................................... “Gustavo V, Rey de Suecia, se va a jugar tenis a Cannes, con todas sus arrugas, su pecho, su pantalón y sus hijos.”(p. 213) Ya hemos citado este ejemplo, pero encaja deliciosamente aquí. Lo repetimos. Se trata del “Congreso Internacional de la Rata”: “Delegados de todos los países han discutido en el gran anfiteatro de la Sorbona acerca de la rata, de su pelo zoológico, de su dentadura moral, de sus ojos políticos, de sus huesos financieros, de su rabo metafísico.” (p. 291) Comenta, ahora, la pérdida, en el Polo Norte, del gran explorador noruego Roald Amudsen: “Habrá sufrido una caída y las focas melancólicas llorarán junto a sus restos de héroe… Fueron de todas partes en su socorro. Y en una tarde gris volvió el explorador, por vía marítima. No le había sucedido nada. Mejor dicho, le había sucedido la tragedia de no sucederle nada.” (p. 48). 68 CALAS EN EL ESTILO PERIODÍSTICO DEL BARDO En “La nueva generación en Francia”, se refiere a los surrealistas y a su “afición al escándalo”, como buenos sobrinos de Dadá. Cierta vez, en el teatro de vanguardia “Vieux Colombier”, armaron un escándalo, quebraron sillas, etc.: “a fin de llamar la atención y sublevar a la Prudencia bípeda y al bípedo Equilibrio.” (p. 49) “La música –se refiere a la de Erik Satie– allí gesticula, hace barra, se muerde el codo, calla o ‘escupe por el colmillo y mea contra el viento’, como dice Percy Gibson.” (p. 122). “En un circo alemán” es motivo para hacer un escorzo de este espectáculo universal: “¿dónde está, pues, la gracia elíptica, la fuerza lineal, el espíritu feérico, esenciales al circo?” (p. 389). La época de crisis que vivió el poeta lo hizo asistir al nacimiento y proliferación de una suerte de taumaturgos o predicadores de marras (“apóstoles”, los llama él), a los que no puede menos que observar con el ojo crítico, zahorí, que le permite apreciar cuánto de impostura hay en sus acciones. Leamos, pues, “El apostolado como oficio”, y subrayemos, juntos, tanto el manejo del buido estilete de la crítica, cuanto el uso de un estilo profundamente desmitificador, de los mejores que emplea el poeta–periodista, y que viene bien adobado con ramalazos de puntos de vista filosóficos en los que, asimismo, es tan pródigo el escritor: “El señor Tagore a la cabeza... el señor R. Rolland muy serio; el señor Barbusse, ensangrentado; el señor Sterheim, labiado de impertérritas acusaciones contra el justo medio... Hasta que un día pasan los apóstoles de la urbe a la aldea, y entonces las gentes directas y 69 WINSTON ORRILLO simples se sorprenden, en sus buenos corazones ignorantes, no sólo del avance esplendoroso de los apóstoles, sino hasta de su propia existencia. ¿Cual será la razón de la existencia de estos insurgentes de nuevo cuño?” (p. 226) Los hombres de provincias, de las aldeas, no comprenden, por cierto, nada de la cháchara de estos predicadores de marras. Veamos la deliciosa forma que tiene de contárnoslo Vallejo: “Los hombres de provincias ignoran estas gárgaras de sangre, estos evangelios complicados, hechos de ideas generales, de logaritmos abstractos, de cifras y teorías filosóficas. Los provincianos, tan inteligentes como candorosos, conocen y saben de las lágrimas vivas de la risa fresca, del pan caliente, del agua, de la aflicción del surco indocto, de las cóleras y amores profanos e ignoran la literatura. ¿Por qué los salvadores d’aprés–guerre hacen de los males sanos de la vida tanta literatura” ¿Por qué se revuelcan en una ciénaga de males literarios y van por el mundo derramándolos y envenenando con ellos a los demás mortales? Hay quienes caen y sucumben, comidos de esta nauseante sarna seudomística. Pero, por felicidad, hay quienes resisten el arácnido. De éstos, son los hombres de provincia, las gentes de la tierra, ( *) los llanos, los prudentes, los sages. “Y, cuando ven a los apóstoles, un sano instinto de conservación los lleva a defenderse de ellos, clamando lastimeramente: ‘¡Socorro! ¡Los apóstoles!... “El apostolado se ha profesionalizado, se ha prostituido. Ahora todos son apóstoles. Ya no quedan hombres a quienes salvar, puesto que todos son 70 CALAS EN EL ESTILO PERIODÍSTICO DEL BARDO salvadores.” (p. 226) En el capítulo IV de este estudio veremos el sistema de vasos comunicantes entre periodismo y literatura, y cómo varios de estos textos –artículos, crónicas– rozan y/o navegan, directamente, en el proceloso mar de la creación literaria. Para adelantar lo anterior, veamos esta crónica sobre “Los funerales de Isadora Duncan”, verdadera pequeña obra maestra, en la que el periodista da un paso atrás, para que el poeta de la prosa tome la batuta y conduzca esta suerte de mise–en– scene en la que la poesía de la danza, por el ritmo, por la armonía de la prosa, por el estilo musical, tienen la palabra. Leamos: “Son los funerales, castos y sonrosados, de Isadora Duncan. La pira griega recibe alegremente con leño antiguo, familiar por la estatura, rico en esencias combustibles. Son los funerales, castos y dionisíacos, de Isadora Duncan.” Repárese, acá, en la figura de la antítesis: entre casto y dionisíaco la dicotomía lógica es obvia; pero la unión se produce en el mundo superior de la poesía, con la que el poeta–periodista nimba esta página inefable: “Al resplandor del fuego en que está ahora ardiendo el cuerpo, humano y regular, de Isadora Duncan, vemos con nuestros ojos, humanos, regulares, que es carne y nada más cuanto ha sido la bailarina de los pies desnudos. Ni figura de los vasos griegos ni estatua de Tanagra. Ni velos ligeros ni arabescos. Tampoco bajorrelieve antiguo ni la musa que juega a los huesecillos, sobre la arena de Salamina. La bailarina de los pies desnudos fue sólo carne viva, acto cami(*) Subrayado de Vallejo 71 WINSTON ORRILLO nante y orgánico del universo. ¿A qué más sino a carne puede aspirar el ritmo universal? La más dinámica estatua del friso más perfecto, no vale en euritmia una corriente de sangre que riega la segunda cabeza de un mounstruo de carne y hueso. Y en Isadora Duncan fue la carne más carne, el hueso más hueso, el dolor más dolor, la alegría más alegre, la célula más dramática: todo para violentar la inquietud del ser humano y para hacer la vorágine vital más dionisíaca.” (p. 245) El texto está tachonado de imágenes deslumbrantes, hace uso de hipérboles y anáforas que transforman la simple crónica, en la que se da cuenta de un hecho (el funeral de la diva) en una página de creación arquetípica. En otra ocasión, al presentarnos la diferencia entre obreros manuales e intelectuales, nos ofrece la siguiente, sorprendente tipificación: “... El diálogo de ambos obreros recuerda, por su calofriante monotonía temática y por la trágica simplicidad del verbo, el ‘Preludio’ de Rachmaninoff, la danza de la Duncan o una novela de Joyce: todo lo que está logrado sin ayuda predominante de la inteligencia y sólo a base del instinto creador...” (p. 285) Es claro que quien escribe esto no es un periodista adocenado: aquí tenemos al vasto conocedor del arte y la cultura de su tiempo, pero, a la vez, a un hombre que, con una concepción del mundo, privilegia el culto a la vida, a la sensibilidad, por encima de intelectua-lismos entonces y ahora predominantes. Sobre lo mismo, leamos un artículo en el que, con el tema aparente de la poesía nueva de Norteamérica, aprovecha para plantearnos lo que él piensa sobre el asunto que nos ocupa: 72 CALAS EN EL ESTILO PERIODÍSTICO DEL BARDO “El nuevo mundo exige en todas partes un impertérrito impulso vital, un profundo impulso sanguíneo de la vida, un supremo realismo, una dialéctica uniformemente acelerada.” (p. 373). En el mismo artículo, al referirse a las traducciones, despliega la panoplia de su riqueza para la calificación (y, asimismo, tenemos una nueva incidencia en el asunto que tratamos en el párrafo anterior). Leamos: “Lo que se traduce de Walt Whitman, de Goethe, son calidades y acentos filosóficos, y muy poco de sus calidades estrictamente poéticas. De ellos sólo se conoce, en los idiomas extranjeros, las grandes ideas, los grandes movimientos animales, pero no se perciben los grandes números del alma, las obscuras nebulosas de la vida, que residen en un giro, en una ‘tournure’, en fin, en los imponderables del verbo”. (p. 372). Sólo haremos brevísimos apuntes de una crónica que, bajo la cobertura de “policial”, esconde un cuento preborgiano, y donde se hallan algunos puntos cimeros del estilo vallejiano de la prosa. Se trata de “Un atentado contra el Regente Horty”. Aquí hay un lenguaje profusamente metafórico, un despliegue ( *) de imágenes que no resistimos citar : “Desde la calle nos juraba un silencio desusado. “Enteréme, por crecidas puntuales y menguantes de viñeta, que se perseguía a un delincuente de alto delito... “–Yo no tengo nombre– dijo el preso cubierto de sudor y dignidad. “Bajé los ojos, dando viento a mis órganos media73 WINSTON ORRILLO nos y me quedé Vallejo ante Munchay.” (p. 320). Un rasgo que, asimismo, puede y debe destacarse, en la prosa periodística de Vallejo, es su estilo sentencioso; en muchas ocasiones es imposible resistir (como en José Martí) el apropiarnos de algunas citas suyas, idóneas para una serie de situaciones. Al azar escogemos: “En algunos casos, la vida y la muerte no pasan de meros giros de sintaxis.” (p. 152) “... la Casa Blanca o, mejor dicho, cuanto sale de Norteamérica, hace casi siempre temblar al mundo, en materia política, como en aberraciones filosóficas.” (p. 154) “... el Quijote es un político sin fuerza para imponer sus ideales de Gobierno.” (p. 155). “Si Beethoven se queda en las aristocracias espirituales y permanece inaccesible a las masas, peor para él.” “Hacedores de imágenes, devolved las palabras a los hombres.” “Al celestinaje del claro de luna, ha sucedido el celestinaje del cinema.” (p.165). “Hoy son los automóviles los que mandan y no los cuadros ni las estatuas como sucedía en las sociedades del Renacimiento.” (p. 166). “... la comodidad y bienestar de los hombres no (*) Más detalladamente examinaremos el presente texto en el capítulo siguiente. 74 CALAS EN EL ESTILO PERIODÍSTICO DEL BARDO depende [sic] tanto del progreso industrial y científico, sino de la justicia social.” (p. 168). “Las brujas quijarudas que merodean en torno de los grandes hombres públicos de Francia...” (y de todos los lugares, añade el autor del presente ensayo) (p. 174). “La Sociedad de Naciones, fuera de este rol de acreedor, sirve, además, para enseñar en Europa la geografía de esos pequeños países deudores, pobres, oscuros y remotos...” (p. 180) “... la muerte había ya también abotonado sus botones superiores.” “... no hay cosa más aburrida que la sombra. La luz es rica en variaciones nerviosas… La mucha luz, a lo más, ciega. La mucha sombra, mata.” (p.185) “Mi vida podrá ser todo lo modesta y lacrada de falta que se quiera, pero procuro vivirla siempre honestamente, es decir, sin traicionarme ni traicionar a los demás.” (p. 191) “En la poesía seudo–nueva caben todas las mentiras y a ella no puede llegar ningún control.” (p. 206). “... un hombre aislado, que no pertenece a ninguna agrupación social o sindicalista, puede impunemente ser víctima de los errores de la justicia.” (p. 231). “Se le cree (a Guillaume Apollinaire) un corruptor de la juventud, en cuyo orden de arterias aceza, por abajo, un crotálico charleston de instintos.” (p. 235) “El artista es inevitablemente un sujeto político. Su neutralidad, su carencia de sensibilidad polí75 WINSTON ORRILLO tica, probaría chatura espiritual, mediocridad ( *) humana, inferioridad estética.” (pp. 253–254) (*) Comparar este punto de vista con el de Mariátegui. Vid. Nuestro libro Martí / Mariátegui. 76