4 de noviembre de 2013 — buzos www.buzos.com.mx A fondo L Problemas de la gran urbe 5 os graves problemas de las grandes urbes se encuentran potenciados en la Ciudad de México, que se convirtió hace ya mucho tiempo en un gigantesco imán para millones de personas de todo el país que vienen a establecerse en su periferia; acosados por la desocupación y la falta de ingresos, los pobres concurren a este polo de atracción en busca de mejores condiciones de vida y de todos los servicios indispensables para la subsistencia de sus familias; pero pronto se encuentran con que la miseria que los hizo emigrar vuelve a presentarse, reaparece la falta de servicios, salubridad, educación, vivienda, medios de transporte, etcétera, sólo que esta vez los problemas se presentan más agudos y acompañados de carencias que no conocían en el lugar que abandonaron. En la Ciudad de México los inconvenientes de las grandes urbes se agravan ante sus características peculiares: el terreno lacustre sobre el que se levanta, el clima, el estancamiento de las aguas pluviales, falta de prevención y planeación urbana, contaminación de las aguas y de la atmósfera, irresponsabilidad, negligencia y corrupción de las autoridades, inseguridad creciente; características de las que se derivan graves consecuencias para toda la población. En ninguno de estos aspectos salva su responsabilidad directa el Gobierno: el crecimiento desmesurado y anárquico de la población, el asentamiento de grandes grupos en zonas de peligro, la falta de los servicios elementales que padece la mayoría mientras sólo un reducido sector goza de ellos; toda esta compleja problemática tiene una misma causa, la despreocupación de las autoridades, que sólo privilegian los intereses de las clases poderosas, de los dueños del transporte, los industriales, las inmobiliarias y hasta de los que medran con la basura. Hace años que las aguas negras desembocan en los ríos de la cuenca del Valle de México y el drenaje ha dejado de ser suficiente para desalojar los desechos de una ciudad cuyo crecimiento es imparable; en tiempo de lluvias, las aguas contaminadas inundan las calles, penetran a los hogares y saturan la atmósfera de una fetidez que afecta a los más de 20 millones de ciudadanos que están obligados a soportar estas condiciones debido a su pobreza. Así, la ciudad más importante del país, que por siglos fuera motivo de orgullo para los mexicanos, se ha convertido en un hediondo foco de infección que a pesar de todo sigue atrayendo a millones de seres condenados de antemano a sufrir las consecuencias de las torpes acciones del gobierno. Que los turistas gringos o europeos, que pueden darse el lujo de recorrer el mundo, se devolvieran de inmediato a su propio país, horrorizados por el hedor de la Ciudad de México; y que en consecuencia disminuyeran las ganancias de los magnates del turismo, sería lo de menos; toda esa fauna no es la que nos debe importar; para ellos se acondicionan lugares especiales. Los que sufren en carne propia los horrores de la contaminación y la insalubridad son los millones de mexicanos pobres que viven en esta gran ciudad, la visitan o vienen a radicar en ella en busca de empleo; ellos son quienes deberían importarles a los encargados de la planeación urbana. Esta semana el reporte especial de buzos recoge las opiniones de especialistas que abordan las causas y efectos del característico olor que impregna el ambiente del Distrito Federal.