CARACTERÍSTICAS DEL EDUCADOR DE PÁRVULOS Y CALIDAD EDUCATIVA DEL AMBIENTE EN SALAS DEL NIVEL SALA CUNA Bravo, Asrid Departamento de Curriculum y Evaluación, Facultad de Educación, Universidad Católica de la Santísima Concepción, Chile abravo@ucsc.cl Resumen El trabajo presenta los principales hallazgos de una investigación cuyo objetivo fue establecer la relación que existe entre las características del educador responsable de la sala cuna y la calidad educativa del ambiente, en una muestra de jardines infantiles de la provincia de Concepción, Chile. Para recoger los datos se utilizaron dos instrumentos, la escala ITERS R que mide la calidad del entorno educativo en salas que atienden niños hasta los 30 meses y un cuestionario, que se aplicó al educador a cargo de la sala cuna. Se observó que las profesionales tenían escasa experiencia y especialización en el ámbito de la educación de niños y niñas de cero a tres años, una muy buena percepción de su desempeño profesional y una satisfacción media con las condiciones de trabajo. En cuanto a la aplicación de la escala ITERS R, ésta arrojó mayores puntuaciones en las salas cuyas educadoras tenían mayor especialización en el área de primer ciclo de la educación parvularia y más tiempo para planificar su trabajo. Los resultados permiten discutir algunos requerimientos formativos y laborales de las profesionales, así como examinar las actuales políticas de formación inicial y continua de las educadoras de párvulos del nivel sala cuna. Palabras Clave: Calidad del ambiente; sala cuna; políticas de formación de educadores de párvulos Introducción La educación parvularia en Chile La educación parvularia corresponde al primer nivel del sistema educativo chileno, atiende a párvulos desde los primeros meses de vida hasta su ingreso a la educación básica, distribuidos según edad. Hasta los dos años asisten a sala cuna; a los dos y tres años, a niveles medio menor y mayor; a los cuatro y cinco años, a los niveles transición menor y mayor, siendo sólo este último de carácter obligatorio. Su propósito es favorecer el desarrollo integral y aprendizajes relevantes acorde a los conocimientos, habilidades y actitudes definidos en las bases curriculares que se determinen en conformidad a la Ley General de Educación (Ley 20.370). Las actuales políticas dirigidas hacia el nivel contemplan ampliar la atención en el nivel sala cuna, creando más salas para atender a niños de cero a dos años; construir establecimientos infantiles con nuevos estándares de calidad, que cuenten con mejores espacios educativos e incorporar más adultos por niño/a en las aulas. Junto con incluir nuevos parámetros de seguridad, se pretende mejorar el acceso a los centros, considerando el criterio de territorialidad (ruralidad, concentración/dispersión geográfica, aislamiento) y una mejor distribución de la inversión pública (Junta Nacional de Jardines Infantiles, 2015). De acuerdo a los datos de la encuesta de caracterización económica (Casen, 2013), la cobertura neta de atención corresponde a un 49,1 % (niños/as de cero a cinco años), mientras que en el tramo cero a tres, a un 28,4%. La provisión de servicio educativo a los niños y niñas durante los tres primeros años de vida, está a cargo de la: Junta Nacional de Jardines Infantiles (JUNJI), quien administra directamente establecimientos o entrega subvención vía transferencia de fondos (VTF) a otras entidades sin fines de lucro, como congregaciones religiosas, organizaciones no gubernamentales y municipalidades; la Fundación Integra, que se financia también con fondos públicos, y los jardines infantiles particulares pagados, financiados por los usuarios. La legislación chilena contempla el derecho a sala cuna para las empresas que tienen 20 o más trabajadoras a su cargo, el empleador cubre los gastos de la sala cuna y este beneficio se extiende hasta que el niño cumple dos años (Código del Trabajo, Título II, De la protección a la maternidad, paternidad y la vida familiar, art. 203). Con respecto a la institucionalidad del nivel, recientemente fue creada la Subsecretaría de Educación Parvularia, órgano de colaboración directa del Ministerio de Educación, encargado de la promoción, desarrollo, organización y coordinación de la educación parvularia. Entre sus funciones están, proponer políticas, normas legales y reglamentación para el nivel; elaborar y proponer Bases Curriculares y programas de estudio. Asimismo, sugerir estándares y sistema de acreditación, diseñar programas de apoyo técnico pedagógico a establecimientos que reciben aporte estatal, además de otorgarles el reconocimiento oficial y autorizar su funcionamiento. También, se creó la Intendencia de la Educación Parvularia, responsable de determinar los criterios técnicos para orientar el ejercicio de las atribuciones de la Superintendencia con respecto a establecimientos que imparten educación parvularia y que cuenten con reconocimiento oficial (Ley 20.835). La educación parvularia cuenta con bases curriculares (BCEP), documento que orienta el trabajo de las y los educadores de párvulos a nivel nacional. Sus principales fundamentos se sustentan en una concepción del párvulo como sujeto de derecho y de un educador de párvulos como mediador de los aprendizajes de los niños, dinamizador de la comunidad educativa; diseñador, implementador y evaluador de currículos orientados por los principios pedagógicos de juego, actividad, potenciación, significado, unidad, relación, bienestar y singularidad. Su estructura curricular incluye ámbitos de experiencias y núcleos de aprendizajes que agrupan los aprendizajes esperados para primer (cero a tres años) y segundo ciclo (tres a seis años); asimismo, contempla un conjunto de orientaciones para el diseño y desarrollo curricular (Ministerio de Educación, 2005). Tanto la JUNJI, como la Fundación Integra cuentan con referentes curriculares propios elaborados a partir de las orientaciones curriculares nacionales. Formación del educador de párvulos El educador de párvulos es el profesional que se hace cargo de la educación de niños y niñas de cero a cinco años. Su formación es de nivel superior y se imparte tanto en Institutos como en Universidades. Existe un Sistema Único de Admisión a las universidades chilenas del Consejo de Rectores (CRUCH) y universidades adscritas a éste. Los estudiantes que postulan por esta vía, deben rendir una prueba de selección universitaria (PSU) en distintas áreas dos obligatorias (Lenguaje y Matemática) y dos electivas (Historia y Ciencias), los resultados de las pruebas se expresan en una escala de promedio de 500 puntos y desviación estándar de 110 puntos, con un mínimo de 150 y un máximo de 850. La carrera tiene una duración promedio de cuatro años y se imparte tanto en Universidades adscritas al CRUCH, como en las que no lo están. Los puntajes de ingreso a la carrera de Educación de Párvulos varían de una institución a otra, según datos de la matrícula 2015, en Universidades adscritas al Sistema Único de Admisión, el puntaje más bajo de ingreso a la carrera fue de 455, mientras que el más alto de 759 (DEMRE, 2015). En el ámbito de la formación docente desde la década de los noventa se han contemplado diversas políticas y acciones orientadas a su mejoramiento, entre ellas, fondos concursables para las instituciones de educación superior con el objeto de fortalecer la formación inicial de profesores; establecimiento de estándares orientadores para la formación inicial docente desde el Mineduc, que refieren a conocimientos disciplinarios y pedagógicos que se espera que los estudiantes de pedagogía tengan al finalizar su carrera. Por otra parte, a partir del año 2006, las carreras de pedagogía deben someterse en forma obligatoria a un proceso de acreditación (Ley 20.129); y desde el 2008, los estudiantes de pedagogía, al momento de egresar de sus carreras, pueden rendir una evaluación de carácter voluntario (Prueba Inicia) que mide tanto conocimientos pedagógicos, como disciplinarios (Ávalos, 2014). El currículum de formación de las profesionales de la educación parvularia es bastante heterogéneo, incluye distintos cursos, número de ellos y organización de los mismos. En lo que respecta al ámbito de atención a niños de cero a tres años, se han detectado algunas debilidades en la formación, entre ellas, escasa presencia de actividades curriculares vinculadas a la formación en salud y neurociencia y al trabajo con familia y comunidad (García-Huidobro, 2006; Rojas y Falabella, 2009). En cuanto a las posibilidades de perfeccionamiento, la oferta formativa incluye programas de diplomado, postítulo y magíster. El personal técnico es quien apoya el trabajo con los párvulos en sala, se forma en Institutos Profesionales, Centros de Formación Técnica y en establecimientos de Enseñanza Media Técnico Profesional. Existe un coeficiente técnico que establece la cantidad de personal de acuerdo al número de niños en sala, en el nivel sala cuna éste es de un Educador de Párvulos hasta 42 lactantes, distribuidos en dos grupos a lo menos, y una Técnica o Técnico de Educación Parvularia hasta 7 lactantes (Decreto 115, 2012, modifica 315). Dimensiones de la calidad en la educación parvularia Para Didonet (2000), la calidad de la educación es un término complejo de definir, porque tiene múltiples acepciones y se da en un contexto, está situada históricamente, se construye socialmente y mientras más democrática sea su definición, más validez tendrá el juicio que sobre ella se emita. Asimismo, requiere criterios de referencia y especificación de los aspectos que se van a analizar. Por otra parte, Zabalza (1998) menciona que la calidad en la educación se asocia a los valores, a los procesos, a los resultados, y al nivel de satisfacción de los participantes, y que se requiere una combinación de estos componentes para considerar que estamos ante un programa de calidad. Tietze (2006, 2010), menciona tres dimensiones principales de la calidad educativa en el ámbito de la educación parvularia, de orientación, de estructura y de proceso. La calidad de orientación, refiere a la guía de la actuación pedagógica que tienen los adultos (creencias, valores, principios) que se ve reflejada en el proyecto educativo, la relación con los padres, el curriculum; la calidad de estructura, incluye las condiciones del personal (formación y experiencia), dimensiones sociales (tamaño de grupo, razón adulto - niño) y espaciales (equipamiento y materiales); y la calidad de proceso, abarca el acontecer pedagógico concreto, es decir, la provisión de actividades que se ofrecen al niño/a y las interacciones entre los adultos y los niños y de éstos entre sí. En el ámbito de la educación infantil, uno de los instrumentos utilizados para medir indicadores de calidad de estructura y de proceso, es la escala de calificación del ambiente para bebés y niños pequeños (Harms, Cryer, y Clifford, 2004), que se aplica en salas que atienden niños y niñas hasta los 30 meses de edad. Los efectos de la educación parvularia en el desarrollo del niño/a se asocian a programas de calidad (Bedregal, 2006; Vegas, Cerdán-Infantes, Dunkelberg, y Molina, 2006). Dentro de las características compartidas por los programas de calidad dirigidos a niños de cero a tres años, se mencionan: una atención a los ámbitos del desarrollo cognitivo y socioemocional en forma complementaria y equitativa; una interacción entre adultos y niños que incorpore la diversidad (contexto cultural y de los niños), con énfasis en actividades de lenguaje y experiencias lúdicas desafiantes; una alta calificación del personal, bien remunerado y con oportunidades para la formación continua; un compromiso del adulto para establecer relaciones cálidas y afectivas con los niños; la consideración de aspectos formales y de estructura como una adecuada proporción adulto/niño, la presencia de una educadora de párvulos por cada grupo de niños, infraestructura adecuada y materiales de calidad; una relación con la familia con un alto involucramiento de los padres y madres en los aprendizajes de sus hijos (Farkas y Zilliani, 2006). En Chile, la investigación en el ámbito de la educación parvularia incluye estudios relacionados con el impacto que tiene asistir a centros de educación parvularia en los resultados académicos medidos a través del SIMCE (Eyzaguirre y Le Foulon, 2001; Contreras, Herrera, Leyton, 2007). Asimismo, con respecto a la evaluación de la calidad de los ambientes educativos que se proveen a los párvulos en los establecimientos y su influencia en el desarrollo del niño (Herrera, Mathiesen, Merino, Villalón y Suzuky, 2001; Herrera, Mathiesen, y Domínguez, 2006; Herrera, Mathiesen, Domínguez, y Merino, 2008). Estudios nacionales recientes en el ámbito de la atención a niños de cero a tres años, señalan que una buena calidad del ambiente familiar y del ambiente educativo en sala, así como la calidad de las prácticas pedagógicas, constituyen variables que influyen positivamente en el desarrollo del niño y niña (Herrera et al., 2006, 2008; Mathiesen, Herrera, Domínguez, y Merino, 2009; Centro de Estudios de Desarrollo y Estimulación Psicosocial, 2012). Los educadores de párvulos en tanto agentes especializados en la educación de niños y niñas de cero a seis años, tienen un importante papel en la organización de los ambientes educativos que se proveen a los párvulos. Aspectos estructurales, como las características del agente educativo asociadas a estudios, capacitación, condiciones de trabajo, inciden en la calidad de un programa de educación infantil (Vegas et al., 2006; Farkas y Ziliani, 2006; Rolla y Rivadeneira, 2006). En el contexto de lo reseñado, se desarrolló un estudio cuyos objetivos se orientaron a: describir las características del educador de párvulos del nivel sala cuna y la calidad educativa del ambiente que se observa en las salas a su cargo y establecer la relación que existe entre ambas variables. Método Se realizó un estudio de tipo descriptivo y relacional, que consideró una muestra dirigida integrada por 36 jardines infantiles con atención en el nivel sala cuna, pertenecientes a distintas dependencias: tipo A, administrados por una entidad pública autónoma; tipo B, administrados por distintas instituciones sin fines de lucro con financiamiento público; tipo C, institución de carácter privado y financiamiento público; y tipo D, centros con administración y financiamiento privado. Los centros tipo A, B, y C reciben a niños y niñas de sectores más vulnerables, mientras que el tipo D, a sectores medios y altos. Se escogieron 9 jardines infantiles por cada tipo de dependencia de cinco comunas de la provincia de Concepción. Un 39%, perteneciente a la comuna de Concepción; un 20%, a Hualpén; un 22%, a San Pedro; un 11%, a Talcahuano; y un 8%, a Chiguayante. Para recolectar los datos se aplicaron dos instrumentos, la escala de calificación del ambiente para bebés y niños pequeños ITERS R (Harms et al., 2004) y un cuestionario. La escala ITERS R, es un instrumento utilizado para calificar el ambiente que se provee a niños y niñas hasta los 30 meses de edad. Tiene 39 ítems, agrupados en siete Subescalas, que son valorados con una puntuación de uno a siete, según lo establecido en la escala; siendo 1, inadecuado; 3, mínimo; 5, bueno y 7, excelente. Las puntuaciones intermedias (2, 4 y 6) se utilizan cuando la observación no se ajusta a las señaladas. De acuerdo a la puntuación obtenida en la escala, se califica el ambiente educativo de la sala como inadecuado, mínimo, bueno y excelente. En Chile, se ha utilizado previamente la escala ITERS R exhibiendo características sicométricas apropiadas (Herrera et al., 2006). Tabla 1. Subescalas del Instrumento ITERS-R Escala de calificación del ambiente para bebés y niños pequeños Puntuaciones ITERS-R Subescalas 1 2 3 4 5 6 7 Espacio y Muebles Rutinas de cuidado Personal Escuchar y Hablar Actividades Interacción Estructura del Programa Padres y Personal Las Subescalas corresponden a: Espacio y muebles, que incluye ítems referidos a espacio interior, muebles para el cuidado rutinario y el juego, previsiones para el relajamiento y confort, organización de la sala y exhibiciones para los niños; Rutinas de cuidado personal, que considera los ítems recibimiento y despedida, comidas, siesta, cambio de pañales y uso del baño y prácticas de salud y de seguridad; Escuchar y hablar , que incluye ítems relacionados con ayudar a los niños a entender el lenguaje y a utilizar el lenguaje y el uso de libros; Actividades, que incluyen los ítems de motricidad fina, juego físico activo, arte, música y movimiento, bloques, juego dramático, juego con arena y agua, naturaleza y ciencias, uso de televisores, videos y/o computadoras y promoción de la aceptación de la diversidad; Interacción, que incluye los ítems de supervisión del juego y del aprendizaje, interacción entre los niños, entre el personal y los niños y disciplina; Estructura del programa, que contiene los ítems de horario, juego libre, actividades de juego en grupo, previsiones para niños discapacitados; Padres y personal, que incluye los ítems de previsiones para los padres, las necesidades personales del personal y las necesidades profesionales del personal, interacción y cooperación entre el personal, continuidad del personal, supervisión y evaluación del personal y oportunidades para el desarrollo profesional. La escala fue aplicada por la directora del proyecto, educadora de párvulos con más de 15 años de experiencia en aula, y por dos estudiantes en práctica profesional previamente entrenadas en el uso de la escala ITERS R. Las salas observadas en cada establecimiento fueron seleccionadas al azar, el tiempo de observación fue de cuatro horas aproximadamente y en su mayoría, correspondieron a salas del nivel sala cuna mayor. Para caracterizar a las educadoras de párvulos responsables de la sala observada, se aplicó un cuestionario elaborado por el investigador y validado por expertos. Este instrumento se estructuró de acuerdo a diferentes dimensiones y fue autoadministrado a las educadoras de párvulos a cargo de la sala observada. Tabla 2. Dimensiones del Cuestionario aplicado a las educadoras de párvulos del nivel sala cuna DIMENSIÓN Descripción Formación profesional Título, grado, perfeccionamiento y formación especializada en “Educación de niños(as) de cero a tres años”. Experiencia laboral Años de ejercicio profesional, antigüedad en el cargo, experiencia laboral y funciones desempeñadas, participación en proyectos y pertenencia a organizaciones profesionales. Satisfacción laboral Nivel de satisfacción que declaran las educadoras con aspectos del entorno físico, clima laboral, liderazgo de directivos, remuneraciones, reconocimientos e incentivos económicos. Pedagógica curricular Aspectos relacionados con la planificación y evaluación del proceso de enseñanza y aprendizaje. Expectativas y creencias Expectativas que tiene el educador con respecto al logro de aprendizajes de los niños(as), creencias con respecto a los factores que influyen en los logros y en las dificultades de aprendizajes de los niños(as), rol del jardín infantil y del educador, competencias del educador de sala cuna. Percepción desempeño Autoevaluación de las capacidades y habilidades para el desempeño profesional profesional, referidas tanto a competencias funcionales como conductuales, consignadas en una escala de uno a siete. Los datos recolectados fueron analizados con el programa SPSS utilizando estadística descriptiva e inferencial. Resultados: Características de las profesionales a cargo del nivel sala cuna En lo que refiere a edad, antigüedad en el cargo y relación contractual de las educadoras de párvulos. Éstas tenían en promedio 37 años, llevaban 7 años trabajando en el mismo cargo y la mayoría tenía una jornada de 44 horas. Un 52, 78% de las educadoras de párvulos, tenía contrato indefinido, mientras que un 47, 22 %, contrato a plazo fijo. En lo que respecta a la formación profesional de las educadoras de párvulos, el 100 % de las entrevistadas tenía título profesional de educador de párvulos y se había formado en una institución nacional. Con respecto al grado académico, un 47,2% tenía grado de Licenciado, mientras que ninguna poseía grado académico de Magíster o Doctor. En relación con el perfeccionamiento, un 33,3% de las educadoras señaló haber realizado algún postítulo, relacionados con: Educación Diferencial, Evaluación Educacional, Administración Educacional, Computación Educacional y Pedagogía Básica para profesionales de la Educación Parvularia. Sin embargo, ninguna tenía un postítulo especializado en educación de niños/as de cero a tres años y sólo un 44%, había realizado cursos de especialización en el área. En cuanto a la asistencia a un evento académico (seminario, conferencia, simposio), en los últimos cinco años, vinculado con la “educación de niños/as de cero a tres años”, un 50% declaró haber asistido. Con respecto a las instancias de autoformación, un 69 % declaró tenerlas, ya sea en forma individual o en reuniones de equipo en su establecimiento; mientras que un 61, 1 %, había realizado otros cursos de especialización, no vinculados al área. En cuanto a la participación de las profesionales en alguna organización, un 86,1 % de las educadoras señaló no pertenecer a una asociación u organización relacionada con la educación parvularia, mientras que un 11,1 %, señaló pertenecer a una asociación, mencionando: Colegio de Educadoras de Párvulos; Asociación de funcionarios; Comité de Políticas de Protección Infantil y Comité Comunal de Educadoras de Párvulos. En lo que respecta a la dimensión experiencia laboral de las profesionales entrevistadas, las educadoras en promedio tenían 12,7 años. Un alto porcentaje (42, 42%) tenía 6 o menos años de experiencia en el nivel sala cuna, mientras que un 18%, llevaba trabajando más de 25 años. En lo que respecta a sus funciones, un 8,3% reportó que desempeñaba labores administrativas tales como director o director subrogante, además del trabajo de sala mientras que el 91,7% restante sólo realizaba su labor como educadora de párvulos en sala. En cuanto a la participación en proyectos orientados al mejoramiento educativo, un 11,1% de los entrevistados había participado en algún proyecto de mejoramiento educativo o de innovación pedagógica. Asimismo, un 11,1% declara haber recibido algún reconocimiento o asignación por su desempeño docente. En relación con la dimensión satisfacción laboral, la mayoría declara que las condiciones referidas a higiene, iluminación, ventilación y calefacción del establecimiento son buenas; un 83%, las califica como muy adecuadas y adecuadas. También se observa que la mayoría de las profesionales tiene una buena percepción con respecto a la infraestructura, el mobiliario y los recursos para realizar su función pedagógica, un 77% lo ubicó en la opción adecuada y muy adecuada; y al clima laboral, un 74% lo consideró como muy adecuado y adecuado. En lo que respecta al espacio para guardar pertenencias y reunirse con otros docentes; un 64% se inclina por las opciones adecuado y muy adecuado; mientras que con respecto a las oportunidades para el desarrollo profesional, un 67 %, se ubica en la opción muy de acuerdo y de acuerdo con que su actual institución sí brinda dichas oportunidades. En cuanto a los asuntos académicos y administrativos, un 70% de las educadoras se inclinó por la opción de acuerdo y muy de acuerdo con respecto a que su opinión es considerada en estos temas. Asimismo, las profesionales tienen una buena percepción de liderazgo de los directivos de la institución; la mayoría considera que sí existe dicho liderazgo, un 75% se inclinó por la opción de acuerdo y muy de acuerdo. Con respecto al reconocimiento de su labor; la mayoría señala tenerla, un 70% manifestó la opción de acuerdo y muy de acuerdo con que el trabajo que realizan es reconocido. Se observa que la percepción cambia cuando se les pregunta por los beneficios e incentivos económicos que reciben, un 38% señala que los beneficios son medianamente adecuados y un 32%, adecuados. En lo que respecta a sus remuneraciones, la mayoría lo considera medianamente adecuado, un 57%; mientras que sólo un 3%, señaló que lo que recibe es muy adecuado. Con respecto a la dimensión gestión curricular, la mayoría planifica quincenal o mensualmente en el nivel sala cuna, un 47,2% quincenal y un 41,7%, mensual. En relación con los referentes utilizados para planificar las experiencias educativas de los niños y niñas, un 33,3% lo hace en base a los intereses y características de los niños; un 33, 3 %, acorde las evaluaciones, considerando los logros alcanzados por los niños y un 30, 6%, indicó que contempla ambos aspectos. Con respecto a los agentes que participan en la elaboración de la planificación de sala, en un 33, 3%, lo hacía sólo el educador; en un 44%, lo hacía el educador de párvulos en conjunto con el personal técnico; mientras que un 19, 4%, planifica en forma colaborativa, es decir, el educador, el personal técnico y las familias. Con respecto a los componentes de la planificación se encontró bastante similitud, un 83,3 % de las educadoras lo hacía acorde las orientaciones del marco curricular vigente. Con respecto a la asignación horaria para planificar, un 69,4 % de las educadoras tenía tiempo asignado, mientras que un 27,8 % no tenía tiempo asignado para ello. En relación con la dimensión expectativas y creencias, al preguntar a las educadoras por sus expectativas con respecto a los aprendizajes de los niños/as, el 50% señala, que estas están centradas en lograr aprendizajes significativos e integrales; un 16,7 %, en la cantidad de aprendizajes que se logren; un 13,9 %, en lograr aprendizajes específicos vinculados a comunicación y autonomía, mientras que un 13, 9 % respondió que sólo tenía altas expectativas. Con respecto a los factores que dificultan los logros de aprendizajes de los niños/as, más de la mitad de las educadoras, un 55,6 %, señaló que se debe “a la falta de compromiso de las familias”; un 16,7 %, a “un ambiente educativo inadecuado” y un 16,7 % mencionó ambas variables; mientras que el 8,4 % restante, incluye otras variables como falta de compromiso del personal, clima laboral inapropiado y características de los niños. En cuanto a la función del centro educativo, un 50 % de las educadoras señaló que el jardín infantil estaba centrado principalmente en la “función pedagógica”, mientras que un 27,8 en lo “asistencial”, y un 19,4% que el jardín infantil tiene “ambos roles”. Con respecto a la dimensión percepción de su desempeño profesional podemos apreciar que ésta es muy buena. En una escala de 1 a 7, el promedio es de 6,27, muy cercano al valor máximo (7) con una desviación estándar de 0.515. Las capacidades autoevaluadas corresponden a: planificación de experiencias educativas, organización y estructuración del ambiente de aprendizaje, creación de clima afectivo y de respeto, implementación de experiencias desafiantes y significativas, evaluación de diferentes elementos del currículo, responsabilidad profesional, trabajo colaborativo con familia, actualización profesional, convivencia y relaciones interpersonales. Calidad educativa del ambiente en salas del nivel sala cuna informada por la ITERS R La escala ITERS R demostró una alta confiabilidad, el Alfa de Cronbach de la escala total fue de 0.959. El promedio de las salas del nivel sala cuna obtenido en la Escala ITERS R correspondió a 4,35, con una desviación de 0,68. Las subescalas mejor evaluadas correspondieron a “Interacción” con un promedio de 4,97 y una desviación de 0.89, seguida de la subescala “Padres y personal” con un promedio de 4,89 y una desviación de 0,85. La subescala “Actividades” fue la que obtuvo el promedio más bajo, con 3,39 y una desviación de 0,78; seguida de la subescala “Estructura del programa”, con 3,41 y una desviación de 0,70. Tabla 3. Resultados de la aplicación de la escala ITERS R por subescala Subescalas ITERS-R Media aritmética Desviación estándar Espacio y Muebles 4.81 .86 Rutinas de cuidado Personal 4.60 .80 Escuchar y Hablar 4.35 .85 Actividades 3.39 .78 Interacción 4.97 .89 Estructura del Programa 3.41 .70 Padres y Personal 4.89 .85 Escala total ITERS-R 4. 35 .69 Dentro de las Subescalas, los ítems con mejor promedio corresponden a “recibimiento y despedida” (5,33), “interacción y cooperación entre el personal” (5,39), “supervisión y evaluación del personal” (5,28) e “interacción entre el personal y niños” (5,17). En relación con los promedios más bajos, éstos se dan en los ítems “juego con arena y agua” (1,22); “uso de televisores, videos y/o computadores” (1,19) y “promoción de la diversidad” (2,33). Calidad educativa de las salas del nivel sala cuna y características del educador de párvulos En lo que respecta a la dimensión “formación”, se pudo detectar diferencias significativas entre quienes han realizado y no han realizado, en los últimos cinco años, algún perfeccionamiento especializado en el primer ciclo de la educación parvularia (p = 0,022). Como se puede ver en la tabla 4, el grupo que presenta mayor puntaje en la escala ITERS-R es el de quienes realizaron algún perfeccionamiento especializado en el primer ciclo de educación parvularia (cero a tres años). Para el resto de las variables no se encontraron diferencias significativas. Tabla 4. Comparación entre grupos, perfeccionamiento especializado en primer ciclo N S x No ha realizado perfeccionamiento 2 157,45 0 Ha realizado perfeccionamiento 2 7,95 1 177,81 6 2 1,63 En cuanto a la dimensión “experiencia laboral”, no se logró encontrar diferencias significativas en las variables medidas. En lo que respecta a la dimensión “satisfacción laboral”, para resumir las variables relacionadas con satisfacción laboral , se elaboró una escala que considera valores entre 0 y 10, en el valor 0 se ubican aquellas con satisfacción laboral nula y en el valor 10, las con satisfacción laboral plena. Los resultados indican que existe una correlación lineal significativa (p = 0,001) entre el puntaje obtenido en la escala ITERS R y la satisfacción laboral de la educadora, que indica una fuerza media. Es decir, a mayor satisfacción laboral, mayor es el puntaje de la escala ITERS-R. En cuanto a la dimensión expectativas y creencias, no se encontró diferencias significativas en el puntaje de la escala ITERS R en relación con las variables medidas. En relación a la dimensión gestión curricular, se apreciaron diferencias significativas (p = 0,019) entre aquellas educadoras que tienen asignación horaria para planificar y quienes no tienen asignación horaria para planificar. Como se aprecia en la tabla 5, el grupo que obtiene mayor puntaje en la escala ITERS-R es el que tiene asignación horaria para planificar. Tabla 5. Comparación entre grupos, asignación horaria para planificar N S x Sin asignación 9 147,89 3 2,37 Con asignación 2 6 172,15 2 2,63 Discusión Con respecto a la formación profesional, se puede apreciar que las educadoras consideradas en la muestra exhiben una formación similar, todas son tituladas, algunas tienen grado de licenciatura y ninguna grado de magíster o doctor. En cuanto a especialización en “educación de niños y niñas menores de tres años”, se puede apreciar que ésta es escasa, algunas educadoras habían realizado cursos, pero no tenían diplomado, ni postítulo en el área. Cabe mencionar al respecto que las ofertas de educación continua en el área están recién incorporándose en las instituciones de educación superior. La experiencia laboral es muy variada, mientras un grupo de educadoras declara tener menos de seis años; otro, reconoce tener más de veinticinco años. Este aspecto se explica por la ampliación de la cobertura del nivel sala cuna, lo que implica que los centros han contratado personal nuevo. En relación con la satisfacción laboral, se observa que los aspectos mejor evaluados se vinculan con las condiciones generales de los establecimientos, mientras que lo que concita menos aprobación se asocia a la satisfacción con las remuneraciones que reciben las educadoras de párvulos por su trabajo. Se ha demostrado que las condiciones de trabajo constituyen un factor que influye en la calidad de la educación infantil (Farkas y Ziliani, 2006), por lo tanto, este aspecto merece una revisión tanto de parte de los centros que imparten el servicio, como a nivel de políticas públicas en términos de reconocer la labor de las profesionales y darles el estatus que corresponde. Se aprecia bastante similitud en términos de gestión curricular, en lo que refiere a periodicidad, referentes y componentes de la planificación. La principal diferencia se observa en lo que refiere a tiempo para planificar, pues no todas las educadoras cuentan con éste. Este aspecto debiese ser revisado por los centros, pues la tarea de planificar es un quehacer necesario para la educadora, especialmente si se quiere contribuir a mejorar la calidad de los procesos. En cuanto a las percepciones que tienen las educadoras con respecto a las dificultades en el logro de aprendizajes de niños y niñas, destaca que éstas mayoritariamente señalen que esto se debe a la falta de compromiso de la familia, es decir, hacen una atribución externa. Asimismo, llama la atención la excelente percepción que tienen de su desempeño profesional. Aunque ambos aspectos requieren un análisis más profundo, sí revelan la necesidad de instalar una reflexión en términos de analizar los factores que inciden en los procesos formativos y en sus resultados y cómo se podrían mejorar éstos, desde la perspectiva de quienes se desempeñan en los centros educativos, las educadoras de párvulos. En cuanto a la calidad educativa de las salas se observa un promedio en la escala ITERS R sobre el mínimo y bajo lo que se considera bueno, asimismo se aprecian fortalezas y debilidades en estos ambientes educativos. La subescala “interacciones” tiene un promedio muy cercano a bueno, lo que indica que existe una preocupación de parte del personal por favorecer interacciones positivas con los niños y niñas y de éstos entre sí. Sin embargo, es preocupante que las subescalas con promedios más bajos sean precisamente “actividades” y “estructura del programa”, relacionadas con la provisión de actividades para el niño y su organización dentro de la jornada. Este aspecto requiere mayor profundización, específicamente, si se considera que las educadoras de párvulos son las profesionales especializadas en la atención de párvulos; es decir, han sido formadas para diseñar, implementar y evaluar procesos pedagógicos que favorezcan aprendizajes en los niños y niñas de cero a seis años. En lo que respecta a la relación entre las características del educador y la calidad educativa del nivel sala cuna, las variables que resultaron significativas se asocian con formación especializada en primer ciclo, satisfacción que tienen las profesionales con sus condiciones laborales y tiempo para planificar el trabajo pedagógico. Se pudo apreciar que en aquellas salas donde las educadoras habían realizado algún curso de perfeccionamiento especializado en el primer ciclo de educación parvularia (cero a tres años), se obtienen mayores puntajes en la escala ITERS-R, igual tendencia se aprecia en lo que respecta a la asignación horaria para planificar. Ambos aspectos se asocian a variables estructurales, que pueden ser consideradas dentro de las políticas que tienen los centros para su personal. La formación del adulto a cargo del niño(a) es una variable asociada a calidad (Vegas et al. 2006). Visualizamos la formación de los y las profesionales educadores de párvulos como una tarea compartida, por las instituciones de educación superior, los centros que proveen servicio a los párvulos de cero a tres años y el propio educador de párvulos. En virtud de ello, los centros formadores tendrían que incorporar en los actuales itinerarios formativos una línea que considere el área de trabajo con los niños y niñas del primer ciclo de la educación parvularia, definiendo competencias especializadas en el ciclo y actividades curriculares que se hagan cargo de éstas. Asimismo, considerar dentro de los contenidos curriculares, el desarrollo de la capacidad reflexiva y crítica de manera que sean las propias profesionales en ejercicio quienes desde su accionar diario cuestionen sus prácticas y busquen alternativas para mejorar. En la misma línea, la formación continua debiese ampliar las ofertas existentes de perfeccionamiento para las educadoras de primer ciclo de la educación parvularia y promover la obtención del grado de magíster, pero incluyendo los requerimientos de las instituciones que proveen el servicio y de las profesionales que son parte de éstas. Con respecto al uso del instrumento, éste entrega algunas dimensiones de calidad estructural y de proceso, lo que permite determinar fortalezas y debilidades del ambiente de un aula. La aplicación de la escala ITERS R se podría aprovechar para discutir y orientar algunas acciones de mejora, no obstante, estas deberían complementarse con el análisis de otras dimensiones de calidad definidas por el propio centro, considerando la especificidad de su proyecto educativo. La posibilidad de generar estos espacios de discusión se asocia con las oportunidades y condiciones que las profesionales tienen en los centros educativos y que, en definitiva, son las que van a permitir el desarrollo profesional de las educadoras de párvulos. Por último, junto con la necesidad de profundizar este tipo de estudio es indispensable que la definición, ejecución y evaluación de políticas de formación considere las perspectivas y opiniones de todos los actores que se involucran en los procesos formativos de los párvulos. Referencias Bibliográficas Ávalos, B. (2014). La formación inicial docente en Chile: Tensiones entre políticas de apoyo y control. 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