(Memorias Sensoriales).

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XII CONGRESO DE ANTROPOLOGÍA DE LA
FEDERACIÓN DE ASOCIACIONES DE
ANTROPOLOGÍA DEL ESTADO
ESPAÑOL (F.A.A.E.E.)
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“LUGARES, TIEMPOS, MEMORIAS.
LA ANTROPOLOGÍA IBÉRICA
EN EL SIGLO XXI”
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ISBN: 978-84-9773-583-4
© Cada autor de su obra
Depósto Legal: LE-912-2011
mesa de trabajo
Memorias sensoriales de tiempos, encuentros y lugares
Coordinadores:
Nuria Cano suñen
Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea
Diana Mata Codesal
Sussex Centre for Migration Research, Universidad de Sussex, Reino Unido
Índice
Introducción
Nuria Cano Suñén
Los “otros” sentidos en el paradigma moderno. Una aproximación desde el concepto
de paisaje
Nuria Cano Suñén
El paisaje de los sentidos
Ángela Calero Valverde
Cuando la memoria se te queda en el cuerpo. Los sentidos en el análisis de las experiencias de los hijos e hijas de inmigrantes en barriadas periféricas de Sevilla y Génova
Simone Castellani y Jorge Benítez Martínez
Mi
cuerpo de antropóloga migrante.
Los
sentidos y el cuerpo en la práctica
etnográfica
Diana Mata Codesal
Memorias visuales que retornan
Diana Cristina Córdoba Cely
Configuración de los espacios a través de la eclosión de un nuevo modelo de feminidad, 1965-1975
Rosa García Orellán
Rito y emoción en la formación del cuerpo socialista vasco. La huelga de 1890
Sara Hidalgo García Orellán
Las emociones en los comportamientos alimentarios desde un análisis sociocultural
Eva Zafra Aparici
INTRODUCCIÓN
MEMORIAS SENSORIALES DE TIEMPOS, ENCUENTROS Y LUGARES
Nuria Cano Suñén
Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea
Diana Mata Codesal
Sussex Centre for Migration Research, Universidad de Sussex, Reino Unido
1. Los sentidos y el cuerpo de la Academia
En la Academia los sentidos (excepto la vista) han sido escasamente representados y
teorizados al haberse incentivado la vista como el sentido de la razón y la civilización ya
desde el Renacimiento lo que ha tenido como consecuencia una gran dependencia hacia
este sentido como medio para alcanzar la verdad. Sin embargo los demás sentidos tienen
un papel muy importante tanto desde el punto de vista sensitivo y corporal como emocional. No hay duda pues que los sentidos son una fuente de conocimiento de los grupos
sociales y los lugares que la antropología no puede descuidar.
La percepción del entorno, el paso del tiempo, el cambio de lugares (tanto físicos como
sociales y emocionales), todo ello puede ser estudiado desde una perspectiva sensorial.
Recuerdos sensitivos quedan poderosamente anclados en la memoria y tienen un fuerte
poder de evocación. El hecho de que no sea posible, por ejemplo, registrar olores o sabores ni desaparecidos ni actuales, ni procesarlos en gráficos, tablas o estadísticas, no quiere
decir que no sean importantes para los grupos humanos o que no merezcan su estudio.
Muy al contrario sí que podemos poner de manifiesto su fuerza evocativa (o no) para un
determinado grupo así como comprender los cambios en un determinado lugar estudiando estos aspectos sensoriales.
En Europa es este un campo de investigación emergente y en auge, cosa que aún no ha
ocurrido en España, donde diversos autores utilizan los sentidos como propuesta metodológica, teórica o como objeto de estudio, pero no existen simposios y grupos de investigación donde estos autores puedan compartir sus trabajos, experiencias o inquietudes.
La mesa de trabajo “Memorias sensoriales de tiempos, encuentros y lugares” del XII
Congreso de la FAAEE en León pretende ser un lugar de encuentro para antropólogos
interesados con los sentidos y el cuerpo.
Históricamente, con la denominada Revolución Científica que tuvo lugar en la Europa
de los siglos XVI y XVII se produjo una transformación sin precedentes en la manera de
entender el mundo de la que derivan muchas de las luces y sombras de nuestro mundo
actual. Una de las características de ésta es tomar como lo verdaderamente real sólo lo
que es cuantificable y medible. Por lo tanto se considera (Galileo y Descartes, entre otros,
así lo manifiestan explícitamente) que los colores, olores, sabores, las apreciaciones de
sentido o de belleza y todo lo que constituye nuestra experiencia inmediata del mundo no
son más que ilusiones y ficciones. Lo único real es lo que se puede medir, “lo que verdaderamente existe no son los colores, sino ondas del espectro electromagnético de tantos
o cuantos nanómetros […] Desde entonces, nuestra subjetividad aparece como una anomalía en el universo objetivo de la ciencia moderna” (Pigem, 2008:107-108; ver también
Toulmin, 2001).
Debemos buscar pues esta hegemonía de la visión en la forma en que el racionalismo
científico y el capitalismo la ligó con nuestra cultura mediante las tecnologías de la ob-
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servación y de la reproducción (el telescopio, el microscopio, la cámara o más tarde la
televisión), la separación de sujeto y objeto, el concepto de perspectiva renacentista y
la jerarquización y dominación de lo natural por parte de la civilización y la cultura (D.
Cosgrove, 2002; Howes, 1991, 2003; Martínez Montoya, 2000; Toulmin, 2001).
Una muestra de cómo hemos llegado a interiorizar esta preeminencia cognitiva de la vista
en nuestra vida cotidiana la encontramos en expresiones como “ver para creer”, “conocer
es ver” o “ver es creer”, que constituyen una metáfora muy poderosa de nuestro mundo
occidental para el que sólo parece existir lo que se puede ver. Como todas nuestras metáforas, ésta va más allá de ser un mero recurso lingüístico o literario para tener una influencia decisiva en la forma en que percibimos y estructuramos nuestro entorno (Lakoff
y Johnson, 1986). En este caso, implica una gran dependencia de la vista como medio
para alcanzar la verdad (D.E. Cosgrove, 1984:9). David Howes incluso llega a afirmar
que la preeminencia de lo visual en nuestra experiencia perceptual constituye “una tiranía
de la visión”, “un despótico reino del ojo” (2003:xxii). Por ello, sin pretender en absoluto
negar la importancia de la visión en nuestra manera de estar en el mundo, también es justo
reivindicar el papel no sólo perceptivo y emocional de los demás sentidos, sino también
como fuente de conocimiento para el ser humano.
Respecto a la emoción, es posible que la maquinaria intelectual haya conseguido dicotomizar razón y pasión, y con ello controlar, supeditar, debilitar o virtualizar tecnológicamente los impulsos emocionales. Sin embargo, las pasiones siguen ahí, transitando en
todas las acciones y expresiones culturales y enlazando las emociones y las sensaciones
con los saberes tácitos y los valores morales y estéticos (Buxó, 1999, citado en Buxó,
2004:247248). Y los sentidos tienen un papel muy importante en la canalización de dichas emociones y sensaciones.
En psicología se utiliza el término “percepción háptica” para describir una manera holística de comprender el espacio y describir las distintas sensibilidades que el cuerpo utiliza
para aprehender y percibir el mundo (O’Neill, 2001:3). Es más, experimentamos el mundo, sentimos los lugares, vivimos los paisajes a través de la integración con la memoria
de todas nuestras capacidades sensoras, motoras y culturales. Nuestros sentidos y nuestra
capacidad de orientación y de movimiento se funden con nuestras experiencias pasadas
y presentes para dar sentido a nuestros lugares en un proceso que está en continuo desarrollo y que no supone tan sólo una mera asociación con lo que una vez aprendimos: “lo
que da a los objetos su significado sensorial, y lo que podría darle a ellos nuevos significados, no son sólo las memorias asociadas con ellos, sino cómo estamos experimentándolos justo ahora” (Howes, 2003:44). Sentidos y espacio se retroalimentan para formar el
concepto de lugar: nuestros sentidos y las sensaciones percibidas por ellos crean lugares,
y los lugares crean sensaciones que les dan sentido. Así, la capacidad de percibir y los
sentimientos percibidos se funden.
Este abrumador carácter multisensorial de la experiencia perceptual es el que debería
animar a una conceptualización también multisensorial del espacio (Feld, 1996:94) y de
la experiencia cotidiana.
2. ¿Hacia la antropología de los sentidos o los sentidos de la antropología?
Aunque los sentidos siempre habían estado presentes en los trabajos antropológicos, éstos
no había sido objeto de una investigación sistemática hasta finales de la década de 1980.
En los últimos veinte años los sentidos han pasado de ser meras anotaciones pintorescas
en las etnografías, a convertirse en objetos de estudio adecuados para los antropólogos.
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Parte de este cambio se debe a los trabajos de un puñado de autores, muchos de ellos en
la universidad de Concordia en Montreal (Canadá)1. Los trabajos de Paul Stoller, David
Howes, Nadia Seremetakis o Constance Classen, entre otros, han sido vitales para comprender la importancia académica actual de la que gozan los sentidos
Poco a poco se ha incrementado el tiempo, atención y espacio que desde la Antropología se dedicada a los sentidos (por ejemplo, cada vez hay más simposios y páginas web
dedicadas a ellos, un buen ejemplo es el foro virtual de “Sensory Studies” (http://www.
sensorystudies.org). En 2003 la editorial Berg lanza la serie “Sensory Formations” (con
David Howes como editor) con el fin de publicar estudios antropológicos sobre el olor,
gusto, tacto, oído y los sentidos en general. En el 2006 aparece la revista científica, Senses
and Society, como respuesta al creciente interés académico del rol que los sentidos juegan
en la sociedad, y con el fin de convertirse en foro y punto de encuentro para los académicos interesados en la exploración de los sentidos.
A diferencia del mundo anglosajón, la situación en España no es tan halagüeña. Existe
todavía poco interés sistemático en los sentidos, con la excepción puntual de la vista por
parte de algunos antropólogos visuales (como excepciones se pueden citar las monografías de Breton, 2007; Brumara, 2003; Esteban, 2004; o García, 1996). Es sintomático que
en los grados de antropología que se imparten en las universidades españolas no exista
una asignatura sobre “antropología sensorial o de los sentidos” ni aún de naturaleza opcional. El cuerpo, por otro lado, comienza a ser objeto de estudio (ver por ejemplo el
simposio “Incorporaciones antropológicas: Análisis desde el cuerpo y las emociones” en
este mismo congreso) pero aún son pocos los monográficos sobre el tema. A diferencia
del mundo académico, y adelantándose a él, vistas las opciones de negocio, el “neuromarketing” ha aparecido con fuerza en el panorama empresarial. En este contexto se enmarca
la iniciativa de la Sociedad Española de Ciencias Sensoriales que aúna a neurólogos,
antropólogos, químicos, ingenieros, o diseñadores de producto entre otros, en torno al
estudio con fines de marketing de “los estímulos del entorno con nuestros sentidos, su
percepción e integración, y los procesos cognitivos asociados, así como en la medición,
interpretación y comprensión de la respuesta humana a las propiedades de un producto
percibido por los sentidos” (SECS, 2011).
En general se aprecia una tensión, aún sin resolver, entre crear una subdisciplina dentro
de la Antropología, como “Antropología de los Sentidos” o “Antropología Sensorial”, o
incorporar los sentidos en la práctica y análisis antropológico.
3. Ejes temáticos de la mesa de trabajo: Aportaciones etnográficas
3.1. Eje temático paisajes sensoriales
En este eje temático sobre el paisaje las autoras ponen de manifiesto que éste no se acaba
en lo cuantificable, lo visual y lo lejano, sino que lo subjetivo, lo sensorial, lo cercano, lo
fenomenológico y lo emocional son componentes fundamentales de cara a su verdadera
comprensión.
El desarrollo que hace Nuria Cano es más bien teórico y desarrolla las principales características del paradigma moderno en lo referido a los otros sentidos poniendo en cuestión
las carencias de dicho modelo para la representación y el estudio de la vida cotidiana y
Esta universidad ha sido pionera en los estudios sobre los sentidos con su grupo de investigación CONSERTConcordia Sensoria Research Team.
1
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del paisaje, aportando elementos teóricos desde los que las personas y los investigadores
dejan de ser espectadores imparciales y desde el que el mundo deja de ser un escenario
distante para ser sólo mirado (una conceptualización frecuente en el mundo científico)
convirtiéndolo en lo que es: un mundo multisensorial que se toca, se olfatea, se escucha y
es sentido y experimentado de cerca.
Por su parte Ángela Calero propone una metodología etnográfica en relación a los otros
sentidos y el paisaje en el que éste se conceptualice siempre como espacio vivido y, como
tal, albergador de las historias de sus moradores. Ellos son los que mejor pueden apreciar
las sensaciones y la multisensorialidad que el paisaje invita a descubrir y, por ello, afirma
que es necesario contar con su memoria para interpretar dichos paisajes. Para descubrir
el significado del paisaje y del territorio, más allá de estudios puramente geográficos, la
autora defiende que es imprescindible el trabajo de campo etnográfico con entrevistas en
profundidad e historias de vida como recursos metodológicos imprescindibles para comprender los paisajes.
3.2. Eje temático tiempos y lugares migrantes
El eje de tiempos y lugares migrantes versa sobre los procesos de reelaboración de comunidades y cuerpos migrantes fuera de sus lugares de origen a través de los sentidos. Los
sabores o la música son poderosos ejemplos pero puede que no acaben ahí. Es interesante
explorar qué condicionantes impone la comunidad de llegada, cómo se reelaboran las experiencias nativas y se reconstruyen en la vivencia actual como migrantes y/o cómo son
percibidos en las comunidades tanto de partida como de llegada. En este eje se insertan
los trabajos de Simone Castellani y Jorge Benítez Martínez, “Cuando la memoria se te
queda en el cuerpo. Los sentidos en el análisis de las experiencias de los hijos e hijas de
inmigrantes en barriadas periféricas de Sevilla y Génova”, así como el de Diana Mata
Codesal, “Mi cuerpo de antropóloga migrante”. Ambos artículos hacen una apuesta clara
por la importancia de los sentidos en contextos de migración internacional tanto a nivel
teórico como metodológico. En el primer caso, los investigadores trabajan con adolescentes de familias migrantes en España, mientras que en el segundo caso, la antropóloga que
investiga las migraciones se convierte ella misma en migrante.
El trabajo de Castellani y Benítez Martínez, muestra como los sentidos actúan como un
anclaje a un espaciotiempo del pasado, además de un motor por el espaciotiempo del
presente en las vidas de jóvenes migrantes (o lo que se ha venido a llamar generación
1.5). La vista y el oído funcionan en estos adolescentes como un motor que les sirve para
guiarse por el espaciotiempo del presente. Sin embargo este motor no es independiente de
anclajes en espaciotiempos del pasado que tuvieron lugar en los lugares de origen de estos
jóvenes. Los autores demuestran que mientras que la vista y el oído conectan más con
elementos novedosos, los olores y los sabores anclan la memoria personal a unos espacios
y tiempos que ya han sido asimilados como vivencias experienciales.
Diana Mata Codesal ofrece algunos apuntes para incorporar los sentidos en la práctica
del trabajo de campo con ejemplos etnográficos de una investigación sobre migraciones
internacionales en los Andes ecuatorianos. La autora defiende la utilidad de diseños metodológicos que tengan en cuenta los sentidos y el cuerpo del antropólog@ y dejen espacio
para que el inevitable extrañamiento sensorial que se produce en el campo genere información antropológica válida. El proceso de aprendizaje inherente al trabajo del etnógrafo,
también incluye aprendizajes a través del cuerpo que no han sido suficientemente tenidos
en cuenta. Pero, como demuestra la autora, los sentidos no solo son fuente de experien-
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cias e información sensoriales, sino que también pueden tener consecuencias éticas y de
acceso al campo.
3.3. Eje temático memoria
La memoria es un tema transversal a lo largo de los diferentes ejes, pues la mayoría de
los trabajos aquí recogidos hacen referencia a ella, reconociendo el poder que tienen los
sentidos para construir y reconstruir las memorias sociales y personales. No obstante el
artículo de Diana Córdoba la trabaja explícitamente en su propuesta etnográfica sobre
arqueología visual de los discos protopastos encontrados en Pupiales (Colombia). Esta
autora propone lo visual como una fuente válida para explorar la memoria de un pueblo.
Así ella interpreta los signos visuales de dichos discos para comprender mejor los mensajes dibujados en ellos y el porqué de su revitalización y retorno en el tiempo. Se trata de
una interesante propuesta que se acompaña de estudios etnohistóricos y etnográficos de la
comunidad objeto de estudio, concentrándose en la imagen como una fuente válida para
hacer y reconocer la memoria social.
3.4. Eje temático cambio social
En este eje temático se ponen de manifiesto, desde diferentes procesos etnográficos, la
relación entre el cuerpo, las emociones y el cambio social, lo que implica una manera
alternativa de abordar éste último.
Rosa GarcíaOrellán nos presenta la visión social de una década (de 1965 a 1975) de la
población guipuzcoana de Trintxerpe, en la que se gestan profundos cambios en paralelo
a la emergencia de dos prototipos identitarios de mujer en un mismo espacio urbano. En
este contexto la autora analiza cómo eclosionan tanto el cuerpo de la mujer que denomina
“formal” frente al del cuerpo que denomina “liberal”. A través de su propia experiencia
rememorada casi cuarenta años después, ambos grupos de mujeres reflexionan sobre sus
utopías, malestares y espacios de vida, tanto en relación a aquello a lo que se les permitió
el acceso como a lo que se les denegó.
Por su parte, Sara Hidalgo estudia la huelga de 1890 en Bizkaia como uno de los ritos
de iniciación del movimiento socialista dentro del País Vasco. Para la autora, este rito se
puede conceptualizar como un hito de gran relevancia para la memoria colectiva socialista. El artículo analiza dicho momento histórico desde la perspectiva de la emoción de un
cuerpo socialista que define sus señas de identidad en clave masculina y obrerista. A su
vez se constata cómo el sentimiento de unidad de los socialistas, gestado tras un proceso
emocional, va configurando dicho cuerpo colectivo.
Por último, el artículo de Eva Zafra presenta diversos relatos biográficos que ponen de
manifiesto la relación existente entre las emociones y los comportamientos alimentarios
en tanto que algunos conflictos emocionales se expresan a través de alteraciones relacionadas con la nutrición. La idea que guía el artículo es que las emociones sólo toman
sentido dentro del contexto sociocultural donde se producen y reproducen, que detrás de
ellas existen complejas y diversas circunstancias políticas, económicas o ideológicas que
las explican, y que no tener en cuenta dicha relación entre “lo emocional” y “lo sociocultural” tiene consecuencias importantes en la manera de entender, explicar y tratar los
comportamientos alimentarios, así como las problemáticas que de ellos se puedan derivar
en una sociedad y momento determinado.
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