Continuidad de los bosques Marco Tulio Capica Declaración del mayordomo interrogado por el oficial de investigaciones Por desgracia, sí, oficial, y lo seguiré viendo en mis pesadillas. Regresaba a la finca como todos los lunes. Estaba con la vista en los abetos, ¿ha visto lo majestuosos que son?, y con la mente en el salón que no había barrido el domingo antes de salir a ver a mi padre enfermo, precisamente por eso. De lo contrario, yo no le dejo ni un centímetro sucio al señor. No habría trabajado más de diez años con él si así fuera, ni me hubiera ganado el ingreso a su intimidad. El señor era muy exigente, sobre todo con el tema de la ropa interior. Yo estaba esperando sus críticas cuando lo vi despanzurrado sobre el sillón de terciopelo verde, entonces de un color marrón todo cubierto por sangre seca. ¡Cómo quise que me regañara, que me dijera las peores cosas! Estaba muerto. Se había muerto. Me dejaba solo. En la calle. Declaración del apoderado interrogado por el mismo oficial Ese mismo día, por teléfono. Hablamos sobre la cuenta que compartía con su mujer, esa arpía. El señor siempre trataba de mantener sus números en azul, pero últimamente había estado gastando con compulsión decorando un departamento en el centro. No me dijo para qué. Muchos cuadros modernos, muebles pocos funcionales. En definitiva, sabía que no era para él. El señor tenía un gusto más bien pasado de moda, de burgués que ya no existe. Me dio algunas indicaciones sobre el color del comedor y me preguntó sobre la pertinencia de la réplica de un Lichtenstein que le ofrecían en Buenos Aires. Estaba entusiasmado. Cuando me enteré de lo sucedido, acababa de encargar los botes de pintura rosado colonial. No pude cancelar la compra. Declaración de un lector de Cortázar interrogado por el mismo oficial Es increíble que se hagan estas cosas con un relato del maestro. Se está sugiriendo una relación homosexual entre el mayordomo y el muerto, cuando lo que hay en la fuente es nítidamente una alegoría de la masturbación: ¿dónde más confluyen asesino y asesinado si no en el onanismo? No hay crímenes ni castigos, no hay culpas: solo culpabilidad. Sensacionalistas, esos es lo que son los aspirantes a escritores. No lo lean. Declaración de una anciana interrogada por el mismo oficial No me extraña que así terminaran las cosas terminaran así. Y no lo digo por el puñal ni por la sangre, aunque eso tampoco me extraña. Lo digo por el sillón, la finca, el libro, en fin, toda esa soledad tan buscada. ¡Sabía que un hermano de su abuelo se mató “limpiando” una carabina! De esas cosas no se puede escapar. Exagerando un poco puedo decirle que nació con eso en los ojos. Lo sé, lo se, sé que lo mataron, pero ¿cómo no quería que lo hicieran si vivía de espaldas a su realidad? Si le das la espalda a las cosas, estas tarde o temprano te clavan un puñal. Confesión del amante Nunca negué que el arma fuese mía. La llevaba conmigo por cuestiones de seguridad. Ahora último andan robando a muchos millonarios por esos lugares, y como ve (hace un gesto con vanidad), a mí me han podido confundir con uno. De hecho, paraba más en esa casa que el mismo dueño, por motivos de más conocidos (sonríe con malicia). En uno de los encuentros con su mujer debe habérseme caído. El que lo mató aprovechó la suerte de encontrarla y un buen pulso para clavársela como a un cerdo. No niego que sea mi arma. Son mis huellas. Tienen todo para condenar a un inocente. Confesión de la mujer Yo no lo maté, ni siquiera participé en el plan que tenía como punto final el puñal en su barriga. Para matar a alguien debe ser, al menos, un estorbo, y para mí él era invisible. Tal como yo lo era para él. Su vida se dividía en la administración de sus propiedades en la ciudad y su pasatiempo favorito, con el que se enviciaba acá en el bosque: leía compulsivamente novelas. ¡Venir al bosque a leer! Solo a un idiota como él puede habérsele ocurrido eso. Me quieren culpar, porque tenía un amante y porque perdía cierto respaldo económico; si por eso fuera le habría tenido que dar veinte puñaladas, una por cada hombre con el que me acuesto. Así es, tengo muchísimos amantes y no mantengo a ninguno. Todo lo contrario, soy para ellos lo que nunca fui para mi esposo. Lo que narró el espíritu por labios de una bruja La novela no me gustaba tanto. Todo lo demás es cierto.