Una peja justificada Cuanto más va creciendo en el mundo 5a ola de impiedad, tanto más necesario se hace demostrar con argumentos convincentes 'la existencia de Dios. La fáíta de fe crece en proporción a como lo hace el pecado. La virtud se esfuma donde aparece el vicio. «En ninguna cosa se echa de ver con tanta infamia del entendimiento humano í a torpeza bestial y la noche que derram a e introduce en el hombre el pecado y el vicio, como en haber necesitado de que se escriba y defienda que hay Dios, que su Providencia gobierna el mundo y que las almas son inmortales». Así hablaba, en torno de amarga quefa, Quevedo, testimonio nada sospechoso. La negación de Dios por parte de algún Sombre es muy mala señal. La «unidad» protestante El Cardenal Ottaviani, Prosecretario del Santo Oficio, cuenta éf siguiente caso: Cuando en 1949 se reunió en Amsterdam un Congreso de varias Iglesias heterodoxas para el progreso del movimiento ecuménico, estaban representadas en 5 CASA DIOCESANA DE EJERCICIOS MARZO 9-15 Alumnos del Magisterio. 16 22 Propagandistas y h o m b r e s de carrera. Rdo. Sr. D. Jesús San Miguel. 23-29 Reservada. (Semana Santa). 1 | 6 él 146 confesiones diversas: calvinistas, iliterarios, coptos, viejos católicos, anabaptistas, valdenses, metodistas, episcopaliarios, presbiterianos, del rito malabar, adventistas... Después de muchas discusiones los reunidos no se hallaron acordes ni siquiera para una común celebración final del banquete eucarístico, que debía ser él símbolo de su unión... El doctor Kraemer, que después había de ser director del nuevo Instituto Ecuménico de Celigny, en Suiza, hizo observar que habría sido mejor omitir toda cena eucarística, en lugar de manifestar tanta división, haciendo muchas cenas separadas. •# »•••!»»•»«•••«•»•••<»•«•»•••••«•••.»••••••<•*<>-*'. «•El sacerdote no es sacerdote para él. El no se absuelve a sí mismo ni se suministra los sacramentos: no se ha hecho sacerdote para sí, sino para vosotros». (Cura de Ars). Conocimiento y comprensión. Tienen una gran dignidad los sacerdotes. Pero son hombres. lilas u t u t o É nuestros antepasados Nuestras mujeres nunca osaron entrar en el Templo sin llevar la cabeza «velada» por respeto a los «ángeles» o ministros sagrados, según la expresión de San Pablo. Jamás «estraperlearon» esta prescripción de cultural etiqueta, usando velillos transparentes o un simple pañuelo de cabeza, por no convertir con la provocación de sus vanidades la Casa de Oración en «cueva de ladrones». ¡Para la casa de Dios eran sus magníficas, elegantes y modestísimas mantillas españolas!... Hoy, en cambio, se puede decir que el «impudor adelanta que es una barbaridad»: ¡Son demasiadas las que, hasta con etiqueta de piadosas, se atreven a visitar el Santísimo «sin nada en la cabeza»! En medio del egoísmo actual, los sacerdotes ofrecen calladamente toda su vida por sus hermanos los hombres. Todo un tesoro maravilloso lleva Ud. dentro de si. Los sacerdotes le enseñan a descubrir los panoramas optimistas del mundo sobrenatural. >>»«•»•••••*«•>•»«'•••••»•*•**"••••*»**••*** El número «cuarenta» Et númaro cuarenta se nos recomienda como sagrario y en oferto modo peffec. lo... Bien sauéis, "hermanos, que ei ayuno con este número fué consagrado. Pues Moisés cuarenta días ayunó, y otros tan. tos ayunó Ellas, y el mismo Jesucristo Salvador nuestro completó también los cuarenta días de ayuno. Por Moisés está significada la Ley, por Elias se significan ios profetas, por el Señor está significa, do el Evangelio. (San Agustín) Dignidad: sacerdotal-. El sacerdote es «un hombre con mezcla de Dios> (Tertuliano); «un dios terreno, inferior a Dios» (San Clemente de Alejandría). Podían escoger caminos más fáciles. El amor a Cristo y a Ud. les hizo pensaren vivir para los demás. Son ¿os sacerdotes. Ud. desearía conservar siempre esta paz que se le escapa en las prisas dil trabajo, de la oficina, de la ciudad. Los sacerdotes son para Ud. remanso de paz. Seminaristas u Seminario O E R sacerdote es la cosa más grande de! mundo. Es Ja más hermosa. Y es la más difícil. El sacerdocio es un ideal, y, aunque cueste, se persigue incesantemente. Y Dios ayuda. El seminarista es un ser normal, pero su alta vocación le concede una primacía sobre los demás jóvenes. El seminarista es un joven accesible al amor y a la alegría, como otro joven. Pero, eso sí, bulle en su interior algo muy grande que llena de luz su mirada y de ansias su alma noble. Nuestros seminarios dan hoy una formación abierta. Abierta a la luz, al deporte, a la inquietud literaria e intelectual y a todos los problemas de nuestro tiempo. Los seminaristas de hoy buscan ser conscientes de la situación del hombre moderno para saber predicarle el Evangelio de Cristo con su mismo lenguaje y estilo. Lo mejor del Seminario es lo de dentro, com© sucede en todas las cosas. Esa marcha en busca del ideal sacerdotal exige sinceridad, esfuerzo, nobleza y hombría. Ser auténticamente piadoso, disciplinado, estudioso, vivir doce años en un Seminario no lujoso, no cabe duda que es un aprendizaje difícil. La Iglesia y tú necesitáis del sacerdote, del seminarista, del seminario. Si te dijese que mañana habían de morir todos los médicos y farmacéuticos, y tú te lo creyeses; si te dijese que la penicilina y la estreptomicina con todos ios antibióticos y remedios sanitarios iban a perder de repente su eficacia, y que de tí dependía prevenir ese inmenso daño, ¿qué harías? ¿No te prestarías a remediar a-la humanidad, a salvarte? Haz lo mismo con los socerdotes y seminaristas. Ayúdales. Reza por ellos. Da. De tí depende, quizás, una vocación sacerdotal. •