NOVENO GRADO – LOGRO 015 – REALISMO Y COSTUMBRISMO EN HISPANOAMERICA – DOCUMENTO DE ESTUDIO El costumbrismo El concepto se aplica a todas las artes, pudiéndose hablar de cuadros, historietas o novelas costumbristas; siendo el folclore a menudo una forma de costumbrismo. Sin embargo posee una consideración transversal a lo largo de la historia del arte, por lo que se presenta en cualquier momento de ésta, pese a lo cual se tiende a hablar sobre todo de costumbrismo cuando se habla de autores a partir del siglo XIX, cuando la burguesía, tras el estallido romántico o incluso dentro de él, siente la melancolía de sus perdidos orígenes campesinos y ve que con la Revolución Industrial y el éxodo del campo a la ciudad ciertas costumbres y valores tradicionales empiezan a perderse o transformarse, pero también para diferenciarse y distinguirse claramente de ellas. El costumbrismo, a diferencia del Realismo, con el que se halla estrechamente relacionado, no realiza un análisis de esos usos y costumbres que relata y por tanto se queda en un mero retrato o reflejo sin opinión de dichas costumbres, motivo por el que a menudo se habla de cuadro de costumbres o de género para referirse a cualquiera de estas manifestaciones, no sólo a las pictóricas. Por otra parte, el género literario del libro de viajes se muestra, cuando no aparece analizado y crítico, sino meramente impresionista, la misma desviación superficial o defecto, que puede llamarse Pintoresquismo. Esteban Echeverría, pintura de Ernesto Charton. Algunos de los más distinguidos escritores argentinos incursionaron en el costumbrismo en al menos algunos de sus escritos: casos de Esteban Echeverría (1805–1851) y Domingo Faustino Sarmiento (1811–1888) Por su parte, Colombia cuenta con algunos de los primeros antecedentes de costumbrismo en El carnero, obra de Juan Rodríguez Freyle (1566–1638). Otros costumbristas destacados son José Manuel Groot (1800–1878), Eugenio Díaz (1803–1865), José Manuel Marroquín (1827–1908), José María Vergara y Vergara (1831–1872), Luis Segundo Silvestre (1838–1887). Portada de la primera edición. La literatura mexicana ostenta uno de los linajes más longevos del costumbrismo latinoamericano: José Joaquín Fernández de Lizardi (1776–1827), escribió la que acaso sea la primera novela latinoamericana, El Periquillo Sarniento (1816). El Realismo En Europa, a mediados del siglo XIX, el Romanticismo deja paso a un nuevo movimiento filosófico, cultural y artístico que ocupará lo que queda de siglo: el Realismo. Europa atraviesa una época caracterizada por los adelantos científicos y por los cambios y conflictos que algunos de ellos generan en los individuos y la sociedad. Los escritores intentarán describir esa realidad; de ahí el nombre que recibe esta corriente literaria. De ese deseo de trasladar la realidad a los lectores lo más fielmente posible, derivan las principales características de la literatura realista: • La sustitución de los temas intimistas, legendarios y fantásticos típicos del movimiento anterior (Romanticismo) por la descripción del mundo real y José Joaquí Fernández de Lizardi • • • exterior: lo actual, lo cotidiano, lo fácilmente observable. De ahí el auge que experimenta la novela, el género literario más apto para reproducir la realidad. El intento de abarcar toda la realidad, tanto los ambientes familiares y sociales en que se mueven los personajes, como sus conflictos anímicos. Esto explica la minuciosidad con que se nos describe su pasado, el entorno en que se mueven, su evolución psicológica y sus ideas políticas, religiosas o morales. La literatura girará, pues, en torno a dos grandes ejes: lo social y lo psicológico. La tendencia a la omnisciencia del narrador. Para poder ofrecernos lo que piensan y sienten sus personajes, sus secretos más escondidos, sus deseos más ocultos, el narrador ha de convertirse en un ser omnisciente y omnipresente, cualidades que comparte con el lector, quien con frecuencia sabe de los personajes más que ellos mismos. El afán de objetividad del escritor, quien, para hacernos creíbles sus historias, intenta ocultarse evitando el punto de vista personal, tan propio del gusto romántico. Ello no impide tomar partido ante los graves problemas de su tiempo tales como los desequilibrios económicos, el paro, los conflictos sociales o la intolerancia religiosa entre otros. Durante el último tercio del siglo, algunos escritores, influenciados por las corrientes filosóficas y científicas en boga, evolucionan hacia posturas más radicales. No se conforman con describir el comportamiento de sus personajes, sino que intentan demostrar que su carácter y su conducta están sujetos a leyes similares a las que rigen los fenómenos físicos. Este movimiento recibe el nombre de Naturalismo. José Eustasio Rivera José María Arguedas Ya en América, el Realismo es un movimiento que describe de forma cruda, real y hostil los problemas sociales, haciendo una denuncia de éstos. Al iniciarse el siglo XX se público en México una de las mejores novelas realistas latinoamericanas, El Zarco, de Ignacio Manuel Altamirano, un hombre de ascendencia indígena. También destacaron escritores como José María Arguedas, que vivió con los indios, una de sus obras es Los ríos profundos, Jorge Icasa con Huasipungo, Mariano Azuela, Los de abajo y José Eustacio Rivera con La Vorágine. A propósito de Tomás Carrasquilla: ¿costumbrista o realista? Tomas Carrasquilla nació en 1858 en el municipio de Santo Domingo de Guzmán, enclavado en las montañas de la Cordillera Occidental y vecino de los ríos Nare y Nus. El pueblo fue descrito por él como el pueblo de las tres "Efes", frío, feo y faldudo. Allí pasó su niñez y gran parte de su vida. Y es allí donde hoy se encuentra su biblioteca, más de 1.000 tomos, casi todos leídos por él. Carrasquilla, quien en su corta autobiografía confesó haber sido un pésimo y perezoso estudiante fue, sin embargo, un ávido lector quien aseguró; "vivo para leer y leo para vivir". No es Carrasquilla el raso escritor costumbrista que algunos han pretendido. Sus cuentos y novelas tienen una exquisita y sofisticada sintaxis. Su obra nos sorprende y muchas veces nos desconcierta. Algunas veces tiene un estilo cercano al de Juan Rulfo y otras semejante al realismo mágico de García Márquez. No es raro tener que leer algunos de sus pasajes repetidamente para entenderlo, como me sucedió en Salve Regina, considerado por él como su mejor cuento. No hay nada sencillo en Carrasquilla aunque sus personajes preferidos son niños o gentes del campo. Lo bello de su obra está en el lenguaje que utiliza. En una sola página de uno de sus cuentos, A la Diestra de Dios Padre, nos encontramos con voces como pulcetilla, yesquero, bombina, cantió, napangas, liendras, jullerias, es por eso que para leerlo se hace indispensable tener uno o varios diccionarios a mano para encontrar y disfrutar plenamente del significado de las palabras, modismos y giros con que salpica su escritura, búsqueda infructuosa en muchos casos. La utilización de las voces de la época, e inclusive de palabras del español antiguo, o vocablo de la raza negra, o de los campesinos y mineros lugareños, hace que su obra sea en extremo colorida. Carrasquilla fue más allá del costumbrismo. Describe no sólo las costumbres sino también el alma de su pueblo, sus amores y sus miedos, sus envidias y sus bondades, el poder de sus creencias, a veces arcaicas y llenas de prejuicios. Al leerlo se forma parte de su mundo. Por María Clara Ospina Hernández