NO HAY SALIDA SIN AMOR (REFLEXION A LAS PUERTAS DE AÑO NUEVO) - Estas líneas quieren ser una "respuesta" al artículo intitulado "¿Ha desaparecido el amor?", que en "Engranaje-Especial Profesores" del pasado mes de diciembre firmaba Gosanva. - La palabra "respuesta" -aquí y ahora- no tiene significación contestataria. El vocablo "respuesta" está empapado de sinceridad agradecida. Porque todos debemos a Gosanva que nos haya recordado una vez más ciertas cosas que, de puro viejas, están casi olvidadas. Yo he leído varias veces su artículo y lo he guardado cuidadosamente. Y haré de él mi meditación central en estas fiestas navideñas. Por eso mismo, me veo impulsado a dar respuesta. Y no lo hago como ofrecimiento simplista de solución alguna. Desgraciadamente, creo que nadie puede tener, en ese sentido, una respuesta definitiva. Lo hago porque "sólo es Navidad para el que sabe compartirla". Y voy a comenzar por un intento de compartir en el diálogo. - "No me digáis -nos interpelaba a todos Gosanva- que la voz humana no suena, que las cosas han perdido su lenguaje, que el perfume de la flor huele a muerto". En efecto: Cuando uno lee el periódico, escucha la radio o se sienta frente al televisor, es tal el cúmulo de noticias desesperanzadoras que recortan el perfil de su conciencia, que uno queda acolchado en un amargo sentimiento de impotencia. El paro, la guerra, el hambre, la represión, la injusticia... Muchas veces, a propósito del telediario, me he alejado de la pequeña pantalla rumiando doloridamente la tajante frase de Luther King: " Si no sabemos vivir juntos como hermanos, pereceremos juntos como idiotas" (1). - Pero la falta de amor -y de justicia- nos cuestiona aún de un modo más personal y directo cuando se nos presenta en el calor de la cercanía y cara a cara, "a nuestro lado, en nuestro barrio, en nuestra calle, en nuestra escuela"; cuando tantos "Antonios, Pilares, Josés y Pedros" no se esconden bajo el frío anonimato de un tanto por ciento de sufridos ciudadanos, porque hemos conocido su rostro concreto y nos hemos acercado un poquito a su misterio. Es entonces cuando, en nuestra conciencia, salta la chispa de ese "amor agazapado, capaz de abrir de nuevo a la esperanza" (2). Porque, si existen situaciones cuyo desamparo nos encorajina, es que aún somos capaces de ser medianamente humanos. Es que aún somos capaces, en cierto modo, de compartir. En el fondo, Jaspers tenía razón cuando afirmaba: "No puedo amarme a mí mismo, porque yo no me amo si no amo al otro" (3). En realidad, esta afirmación no es más que la proposición inversa de una sabia y lúcida máxima evangélica: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo" (4). - Gosanva, antes de felicitarnos la Navidad, terminaba su artículo diciendo: "Por favor, no me toméis en serio, o si lo hacéis trasladaros a otra galaxia porque aquí hace ya tiempo que el amor quedó hecho pedazos". Y yo, remedando el estilo que Jaspers imprime al breve texto que he citado, quiero responder a Gosanva: "No puedo no tomarte en serio, porque yo no puedo soslayar lo que tú tomas en serio". Ante el dolor humano, no perdamos demasiado tiempo en buscar explicaciones: Es mejor que nos unamos para intentar arrancarlo del universo. - Y prosigo en mi respuesta jarspersiana: "Yo no puedo trasladarme a otra galaxia, Porque aquí el amor quedó hecho pedazos hace tiempo". Por eso, porque duele el amor, es preciso quedarse aquí. Y para el creyente, es una simple consecuencia de la Encarnación: "La Palabra se hizo carne, y acampó entre nosotros" (5). Es preciso quedarse aquí y ahora, porque hay hombres que sufren. - Frente al sufrimiento, "liberación" es una bella palabra. Pero implica un camino difícil y árido. Porque yo no sé quién es más desdichado: si el hombre dolorido o el que produce dolor; el oprimido o el que oprime. Hace poco leí a un místico contemporáneo que es, además, un conocido animador de sesiones sobre el tercer mundo; y se expresaba así: " 'Amarás a tu prójimo como a ti mismo' es el precepto que resume todos los restantes. De hecho, muchas personas aman a los demás como a sí mismas, es decir, detestándose" (6). Hay mucho "detestador" suelto por esos mundos. Sin duda, porque una máquina vale más que un hombre. Porque en nuestra sociedad ha crecido más el hambre de poder que la sed de justicia. Porque el consumismo y el dinero han creado un clima demasiado individualista y competitivo. En definitiva, porque frente a los otros nos instalamos en situación de cómoda coexistencia, cuando no en actitud de abierta confrontacion. Y la verdadera comunion ha llegado a parecernos puro espejismo de nuestra fantasía. - Para nosotros, como hombres y mujeres implicados en el proceso educativo de la juventud, todo cuanto he dicho significa un reto. Año trás año, por estas fechas, repetimos la misma cantilena: " Año Nuevo, Vida Nueva". Pero esa " Vida Nueva" vacía de sentido nuestra presencia en el crecimiento de los otros, si no somos capaces de pregonar esperanza. Alves, en un contexto educativo brasileño terriblemente marcado por la desigualdad, se pregunta en qué consiste la esperanza. Y él mismo se contesta: "Es la sensación de que la última palabra no pertenece a la brutalidad de los hechos que oprimen y reprimen. Es la sospecha de que la vida está preparando el acontecimiento creador que abrirá el camino a la libertad y a la resurrección"(7). Pero la libertad que anuncia resurrección no sólo es un don; es también nuestra tarea. La libertad es don porque es oferta de la vida; y la vida es dádiva. La libertad es tarea porque ha de ser conquistada; presupone amor al mundo y diálogo con él. "Vuestra vocación es la libertad: - asegura San Pablo- no una libertad para que se aproveche la carne; al contrario, sed esclavos unos de otros por amor" (8). Podríamos darnos por muy satisfechos, si nuestra opción educativa en el mundo se convirtiera en plataforma de libertad para el amor. "Nombrar al mundo que es un acto de creación y de recreación, -dice el pedagogo Paulo Freire- no es posible sin estar impregnado de amor. El amor es el fundamento del diálogo y el diálogo mismo. Este debe necesariamente unir a sujetos responsables y no puede existir en una relación de dominación"(9). -Personalmente desconfío del educador preocupado por la liberación de los paises del tercer mundo, pero que en su "praxis" cotidiana por temor, por impotencia o por lo que sea, se sitúa en el marco de una relación dominadora. Comprendo que el problema educativo es complicado. Vivimos en un mundo competitivo, en donde cada individuo piensa en su éxito arrancado a expensas de los otros. La competición está en la base de la sociedad de consumo, y a veces puede ser extremadamente eficaz. Pero en la mayoría de los casos presenta aspectos muy poco éticos. Y la competición "ha tocado" al mundo educativo. Sólo hace falta abrir los ojos y observar, por ejemplo, todo el "tinglado" de las calificaciones escolares basadas en el simple rendimiento individual. Para conseguir una actitud participativa, nos hace falta echar "mucho salero en el puchero didáctico". No me preguntéis qué puede hacerse. Es cuestión de encontrar entre todos una pedagogía que valore mejor el bien común. - El caso es que Gosanva se preguntaba: "¿Ha desaparecido el amor?" Y nos ofrecía su pregunta como meditación navideña. Y frente a tal interrogante, sólo tengo una respuesta: "No hay salida sin amor". Y la ofrezco como reflexión de un nuevo año. Si vale para algo, tanto mejor. - Jesús Mª GonzálezNOTAS: 1.- M. Luther King: " La fuerza de amar". 2.- Los entrecomillados de este párrafo son también palabras de Gosanva. 3.- K. Jaspers: "Filosofía-l-". 4.- Evangelio según San Mateo: 22,39. 5.- Evangelio según San Juan: 1,14. 6.- T. Ritter: "El Silencio". 7.- R. Alves: "El hijo del mañana". 8.- Carta a los Gálatas: 5,13. 9.- P. Freire: 11 Teoría y práctica de la liberación". a una existencia más rica y plena.