Algunos historiadores como Herodoto afirman que la geometría y la aritmética nacen en Egipto. Otros, sostienen que los primeros astrónomos fueron los babilonios. Yendo más allá, unos cuantos defienden que la filosofía hunde sus raíces en Oriente. Esta última creencia, originada por un grupo de autores que vivieron en Alejandría en el siglo I a.C., se basa en la idea de que ciertos contenidos del pensamiento de los presocráticos, Sócrates e incluso Platón se encuentran ya presentes en los libros sagrados del hinduismo, los Vedas, escritos en torno al 3.000 a.C. Los críticos hacia este punto de vista manifiestan que las enseñanzas reveladas por Vyàsa, la encarnación del dios Visnú, son más que filosofía, sabiduría de carácter religioso. La principal diferencia entre ambas ocupaciones humanas es que la segunda de ellas consiste en una tradición que debe ser transmitida por la casta sacerdotal a modo de dogma, es decir, sin admitir discusión, mientras que la otra, la que comenzaron a desarrollar Tales, Anaxímenes, Anaximandro, etc. es, fundamentalmente, una indagación, una búsqueda de la verdad que puede llevar a cabo cualquier persona por sí misma. Como advierte Hegel al comienzo de sus Lecciones de historia de la filosofía, en Occidente el hombre “tiene conciencia de ser libre” (podríamos añadir “para pensar”), mientras que en Oriente la individualidad no cuenta frente al corpus teórico establecido compuesto, de una parte, por “la oración y una cantidad interminable de ceremonias y ritos religiosos y, de otra parte, por la sublimidad de lo desmesurado en la que se hunde y esfuma todo”. Con todo, si bien es verdad que la investigación racional autónoma, más allá de los mitos, la tradición y la religión surgió en la Grecia del siglo VII a.C., también es cierto que en sus primeros pasos a buen seguro se nutrió de muchos postulados de la sabiduría hindú, china y persa. Entre estos destacarían los que tienen que ver con la existencia de un ser supremo (que es eterno, generador de todo cuanto existe, fuente de verdad y justicia), con la reencarnación del alma, con los cambios a los que todo está sometido, la oposición entre los contrarios, etc.