Iván Fandiño: “Cada toro que toreo es como si fuera el último”

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ENTREVISTA
Iván Fandiño:
“Cada toro que toreo es
como si fuera el último”
Nacido en Orduña (Vizcaya), en 1980, pero con raíces gallegas –hijo de mecánico y ama de casa–, Iván Fandiño
llegó a la profesión sin mucha premeditación. Hoy, con un pasado aún casi a la vuelta de la esquina, su toreo no
puede ser tenido más en cuenta desde los tendidos. Perfeccionista hasta decir ¡basta!, su bandera es solo “la
verdad; ni estampitas ni supersticiones, solo la verdad”.
Texto: Laura Tenorio
Fotos: Rubén García y Juan Pelegrín
Pregunta | Para romper plaza, le
preguntaría ¿por qué cuando a la
muleta de Iván Fandiño llega un
toro de calidad, surge en el ruedo el
toreo caro?
Respuesta | Bueno, jajaja, para abrir plaza la pregunta es de las de pensar…
Pues vamos a otra y así va cogiendo usted el sitio, ¿le parece?
Vale, vale.
¿Para quién torea IF?
Creo que para sí mismo. Sí que es cierto que muchas veces, por las circunstancias que he vivido en mi carrera, no
ha podido aflorar el IF que está aflorando
ahora. También, los años no pasan en
balde y el poso y la forma de entender
y de interpretar y ver el fondo de cada
toro va creciendo. Ahora, si cabe, puedo hacer más mi toreo y no estar tan
pendiente del triunfo.
Lleva más de 500 toros estoqueados
(517, en la fecha de la entrevista).
Entre el primero y el último, ¿qué ha
cambiado, o que permanece del
Fandiño toricantano?
Permanecer solo permanece la misma
entrega, la misma garra, la misma ilusión, el mismo concepto, la misma
forma de entender la profesión, ese
compromiso adquirido para llegar a
conseguir aquello que quiero. Y ¿cambiar?, cambiar han cambiado muchísimas cosas. Pese a que IF sigue siendo el
mismo torero que empezó, con la
misma actitud autocrítica con la que se
inició en esto, ahora ya todo es mucho
más rotundo, aunque sigue en ese
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punto en el que ve que todavía no ha
tocado techo, cosa que aún le queda
muy muy lejana.
Pero usted, al menos en estos momentos, está saboreando “la gloria”.
¿Cómo se asimila el triunfo?
El triunfo para mí son pequeñas metas
que voy consiguiendo en mi empeño de
llegar a ese podio del toreo. Lo que ocurre es que para mí tiene un sabor agridulce, porque nunca termino de estar
conforme con lo que hago. Vivo momentos de alegría, sí, pero nunca de rotundidad, de total satisfacción. Salgo de
la plaza siempre pensando en la siguiente tarde, en seguir creciendo y
ahondando en mi toreo; soy consciente de que esa autocrítica me hace pasar
malos ratos, pero sé que es la manera de
que IF siga creciendo.
Parece muy exigente, muy perfeccionista.
Muchísimo. Esa forma de ser que tengo me hace pasar muchas noches sin
dormir y estar continuamente dándole
vueltas a la cabeza… Sé que eso, al final, es un sinsabor, porque no terminas
de disfrutar nada. Aunque también soy
consciente que el momento para disfrutar plenamente llegará, aunque para
ello aún quede mucho.
Pero faenas como las de Madrid
(San Isidro) o la de Pamplona (San
Fermín), triunfos como esos, ¿no son
metas marcadas y ya alcanzadas?
Sí, sí, son metas conseguidas, pero el
problema está en que cuando pasa el
momento de euforia vuelvo otra vez a
la realidad, a mi realidad, que ésa es la
de seguir creciendo para dar otra vuelta
de tuerca más. La alegría me dura poco,
porque la perfección que busco me
cuesta mucho hallarla y asimilarla.
Creo que está ya preparado para responder la primera pregunta fallida.
Vamos con ella.
Pues le preguntaba que por qué
cuando a su muleta llega un buen
toro, surge el toreo caro…
Creo que es porque hago solo lo que
siento. Así soy en el día a día, en la
vida misma. La verdad es mi base, mi
concepto de la pureza; ni estampitas ni
supersticiones, solo la verdad. Cuando
tengo la oportunidad de poder interpretarlo dejo que broten todos mis sentimientos. Antes, quizá por circunstancias, estaba más pendiente de
buscar el triunfo cada tarde; ahora,
siendo cierto que el triunfo es importante, la tranquilidad de saber que
tengo las cosas un poco más asentadas,
me da la posibilidad de poder abandonarme. Y eso hace que cuando surjan
esos momentos sean de verdad muy
intensos.
“Si el poder de la
mente es increíble,
el del corazón
es sobrehumano”
¿Qué va a suponer la tarde de Bayona, en la que matará en solitario
seis toros de Fuente Ymbro?
Va a suponer un compromiso importante, pero no un punto de inflexión
en la temporada. Por mi forma de ser,
cada toro que toreo es como si fuera el
último. Sí es verdad que esa corrida
tiene muchos matices, porque no es
habitual que un diestro se encierre con
seis toros a mitad de temporada en
una plaza como la de Bayona, quedando aún todo ese puerto de final de
temporada por delante. Sí creo que
sentimentalmente me va a marcar mucho; entre otras razones porque con
esa ganadería –Fuente Ymbro– el año
pasado ya hice una temporada tremenda en plazas españolas y francesas; también el momento en el que me
encuentro ahora mismo es el ideal y,
por supuesto, quiero levantar la voz y
decir bien alto que en el País Vasco
hay buena afición y matadores que
merecen de verdad la pena, porque
ahora estamos pasando una época difícil aquí.
En el País Vasco será consciente de
que, de cara a todos los aficionados,
ha sido un diestro, precisamente,
quien ha puesto Orduña en el
mapa.
Jajaja, sí, sí soy consciente. Ha costado
su trabajo, pero la verdad es que ahora
la gente ya se identifica conmigo y se
siente orgullosa de tener un torero de
Orduña.
Iván, ¿qué divisa, sobre el papel, o
sobre la muleta, le ofrece más avales?
Quiero decir y debo decir que Fuente
Ymbro.
¿Qué toro ha sido el que más sitio
le ha dado?
Han sido varios. Pero por dar uno diría
el toro Grosella, de Parladé, en Madrid.
¿Ha habido alguno que se lo haya
quitado?
Quitármelo no, pero sí es cierto que hay
toros que no terminas de verlos, aunque,
a día de hoy, no he dado con ése que me
haga pensar que no voy a poder con él.
Pedro Gutiérrez Moya, El Capea, en
estas mismas páginas, afirmaba
que como torero “no se puede madurar de verdad con un mismo
tipo de toro”.
En parte lleva razón, porque creo que sí
se puede madurar de esa manera. Pero
para toreros como yo, con mi forma de
entender esto, pienso que debemos
tener ese abanico de diferentes ganaderías para darle a la afición, y a nosotros mismos, la oportunidad de reali-
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“Vivo momentos de
alegría, pero nunca
de rotundidad, de
total satisfacción”
“Los toreros somos muy
egoístas y orgullosos,
pero tenemos nuestro
lado humano”
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zarnos con todo tipo de encastes. Ahí es
donde está la madurez de un torero,
cuando es capaz de sobreponerse a las
circunstancias y de triunfar con todo tipo
de toro.
El Capea también daba una sentencia extraordinaria: “El convencimiento del torero convence al toro”.
Con eso estoy totalmente de acuerdo,
porque es lo que yo vivo cada tarde en
la plaza cuando sale un toro de esos
que parece que no va a dar posibilidad
alguna de triunfo; sin embargo, si el torero está convencido y tira para adelante, termina haciendo que el toro embista. Es más, creo que si el poder de la
mente es increíble, el del corazón es sobrehumano.
¿Por qué llora un torero, por qué
llora IF?
Por muchas cosas, pero sobre todo por
la impotencia de que en ciertos momentos no puedas dar a la gente más
cercana lo que quieres.
¿Qué es lo que le hace feliz?
Ver a mi gente feliz y que se sientan orgullosos de mí.
Para Rafa Nadal, quien no necesita
presentación, “la vida es más importante que cualquier carrera deportiva”. Para un hombre que busca convertirse en figura del toreo,
¿hay vida más allá de los ruedos?
Hay vida, porque lo que yo hago es justo eso, vivir. Vivo por y para lo que quiero; si dejase de hacer lo que hago, entonces sentiría como si me hubiera llegado la muerte.
¿Qué le hace daño, qué le duele?
La mentira, la injusticia.
¿La ha sufrido muchas veces?
Sí, y de hecho la sigo sufriendo, aunque
muchas veces no alce la voz, pero es así.
Si se siente con la razón de su parte, ¿por qué no alza esa voz?
Porque no me gusta poner la cara colorada a nadie. Como dice un buen amigo mío, ‘el agua corre para abajo y todo
llega a su tiempo’. Cada uno, con nuestras circunstancias, somos los que vamos
marcando nuestro destino.
Ahora que los políticos –algunos–
piden perdón, le pregunto si eso
mismo lo hacen también los toreros,
entre ustedes.
Sí. Los toreros somos muy egoístas, muy
orgullosos, pero también tenemos ese
lado humano que nos hace pedir perdón
cuando nos equivocamos.
¿Qué no querrá olvidar IF esta
temporada cuando la misma llegue
a su fin?
Pues de la ilusión que le estoy poniendo, de eso no querré olvidarme.
La previsibilidad resta siempre
emoción y, sin embargo, las más de
las veces los toreros buscan un rival “toro/torero-compañero” previsible…
Bueno, creo que el ser humano, por naturaleza, tiende a tener las cosas controladas, que no se le escapen, porque
es así como él se siente seguro y donde
se puede sentir superior al compañero
o frente a la persona con la que quiere
rivalizar. Pero pienso que la verdadera
rivalidad de un torero es consigo
mismo, una vez que ese torero consiga
sorprenderse a sí mismo y vaya superando sus retos, es ahí donde entra el
ser un rival muy poderoso contrario a
todos los demás toreros.
Seguir donde está en estos momentos de la temporada, y tras varios años a cara de perro, luchando
contra viento y marea, ¿es un indicativo/indicio de que algo ha salido
bien?
Es el mejor indicativo de que todo lo
que me he esforzado y por lo que estoy
luchando está teniendo su recompensa.
¿Se siente torero de faenas o torero de temporadas?
Soy un torero de momentos, porque
para mí, cada toro, cada tarde, la vivo
como si fuera la última.
¿Por qué en el toro se es tan políticamente correcto, como ha afirmado en otras declaraciones?
Porque somos miedosos ante el sistema
establecido.
¿Qué le está devolviendo IF al toreo?
Esta es una pregunta para la que
siempre he querido tener respuesta…
Creo que he traído al toreo un aire
fresco y, sobre todo, un compromiso
con el aficionado al intentar mantener
siempre mi verdad y mi honradez
ante el toro.
Le lleva un hombre independiente,
Néstor García; actualmente, la figura del apoderado independiente
es muy difícil de sostener, sin embargo están ahí, resistiendo titánicamente todos los envites.
Es verdad, el sabernos vencedores de
todas las luchas que estamos llevando
a cabo hace que nos sintamos todavía
más orgullosos. Es un tándem perfecto,
él mira solo por mis intereses y yo intento darle argumentos para que tenga
fuerza en su lucha.
Pero se lo está poniendo fácil.
Bueno, bueno, eso me dice…Pero los
sinsabores de los inicios los tuvo que
digerir él solito. Aquellos momentos
fueron muy duros, pero confió en mí
desde el principio.
Quienes no parecen confiar mucho
en usted son las primeras figuras,
¿cierto?
Jajaja, bueno yo tampoco diría eso.
Ellos están ahí por derecho propio, defendiendo su territorio, y eso es lógico,
porque nadie les ha regalado nada. Yo
sigo mi camino, que es lo que me interesa, y lo hago preocupándome más de
lo que tengo delante que de quién
tenga a los lados.
La confianza en sí mismo parece su
mejor arma.
Sí, y la seguridad. Me siento seguro,
tengo claro que aquello por lo que estoy luchando lo estoy consiguiendo
con mis armas, que no son otras que mi
espada y mi muleta. Eso hace que tenga
una paz interior y una seguridad en mí
mismo muy fuertes.
¿Y por qué se acomoda un torero?
Porque su ambición se estanca, porque
le llegan cosas en la vida en las que empieza a pensar con más ahínco que en el
toro… Creo que, al final, es el propio subconsciente el que busca la comodidad.
De cero a diez, ¿cómo anda de ambición?
Diez.
¿Qué le ha dado a usted el toreo?
Todo, absolutamente todo. Menos mi
familia, que la tenía antes de ser torero,
el resto me lo ha dado mi profesión.
Para terminar, ¿por qué elige a los
miembros de su cuadrilla?
A parte de la profesionalidad, por la
calidad humana.
Y de valor, ¿tal vez, 100?
Uy, eso que lo digan los demás.
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