II DOMINGO DE CUARESMA• AÑO / C • Lc 9, 28-36 ● Primera lectura ● Gn 15, 5-12.17-18 ● “Dios hace ● Segunda lectura ● Flp 3,17-4,1 ● “Cristo nos alianza con Abrahán, el creyente”. transformará según el modelo de su cuerpo glorioso”. ● Salmo ● Sal 26 ● “El Señor es mi luz y mi salvación”. ● Evangelio ● Lc 9, 28b-36 ● “Mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió”. Lc 9, 28-36 28 Unos ocho días después Jesús tomó consigo a Pedro, a Juan y Santiago y los llevó al monte a orar. 29 Mientras él oraba, cambió el aspecto de su rostro y sus vestidos se volvieron de una blancura resplandeciente. 30 Dos hombres, de improviso, se pusieron a hablar con él. Eran Moisés y Elías, 31 que aparecieron con un resplandor glorioso y hablaban con él de su muerte, que iba a tener lugar en Jerusalén. 32 Pedro y sus compañeros estaban cargados de sueño, pero lograron mantenerse despiertos y vieron la gloria de Jesús y a los dos hombres que estaban con él. 33 Cuando éstos se alejaban de Jesús, Pedro dijo: «Maestro, ¡qué bien se está aquí! Hagamos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías». No sabía lo que decía. 34 Mientras él estaba diciendo esto, vino una nube y los cubrió. Al entrar en la nube, los discípulos se asustaron. 35 Y una voz desde la nube dijo: «Éste es mi hijo, el elegido, escuchadlo». 36 Tan pronto como cesó la voz, Jesús se quedó solo. Los discípulos guardaron silencio, y a nadie contaron por entonces lo que habían visto. En la oración Dios muestra a los Apóstoles el verdadero rostro de Jesús. ● Orando es cuando Jesús se transfigura y se revela. Jesús necesita de la oración. ● Esa es nuestra meta: ser transfigurados. Que la oración sea una necesidad en nuestras vidas y que por medio de ella nos transfiguremos en otros Cristos. ¿Es la oración una necesidad en mi vidas? ¿Por qué? ● Contemplo esta escena tan grandiosa de la transfiguración de Jesús, la única de la vida de Jesús antes de su resurrección. Dios Padre nos revele el verdadero rostro de Jesús y que por medio de la escucha de su palabra lleguemos a conocerlo cada día un poco mejor. ● Escucho las palabras: este es mi Hijo, el escogido, escuchadlo… que Dios me está diciendo a mí, como en su día a aquellos tres Apóstoles. ● ● Llamadas. ● Oro con todo lo contemplado. ● Notas para fijarnos en el Evangelio ● Hoy nos presenta el Evangelio la transfiguración de Jesús. Dios a lo largo de la Historia de Salvación se ha ido manifestando en distintos momentos: Abraham, Moisés… ● Hoy nos encontramos con otra manifestación, la más importante, la de Jesús con gloria, con los rasgos de la divinidad. ● Ese Jesús resucitado a su vez nos ha posibilitado nuestra propia transfiguración, nuestra transformación. Es el trabajo de la cuaresma ir transformándonos en otros Cristos, para poder decir con San Pablo “Ya no soy yo quien vivo es Cristo quien vive en mi”. ● El domingo pasado estábamos en el desierto hoy en la montaña. ● Si nos fijamos en la narración es Jesús quien toma la iniciativa y escoge al grupo de los tres Apóstoles, como lo hará en otras ocasiones para que sean testigos de la manifestación de Jesús. ● Jesús con los tres Apóstoles sube al monte, lugar de encuentro con Dios Padre. ● Al monte va Jesús a orar, a estar con el Padre, con su Padre. En otros momentos importantes de su vida los evangelistas presentan a Jesús orando: antes de comenzar su vida pública en el desierto, antes del suplicio de la cruz en el huerto de los Olivos... La oración ocupa un espacio muy importante en la vida de Jesús. ● Según el texto su transfiguración acontece mientras oraba. ● Junto a Jesús aparecen dos personajes: Moisés y Elías que hablan de su éxodo, de su muerte, de su pascua: pasión y resurrección. ● Los tres discípulos “vieron su gloria”, que viene decir su condición de Resucitado. La transfiguración viene a ser un anticipo de su resurrección. ● La voz del Padre “este es mi Hijo, mi elegido, escuchadlo” no se dirige a Jesús, sino que habla a los discípulos, es la revelación de la otra cara de Jesús. ● Y la voz de Dios Padre nos dice que es a Jesús a quien hay que escuchar. ● Como podemos observar hay una relación entre esta escena y el bautismo, nos encontramos casi con las mismas palabras en las dos escenas. ● Jesús hasta este momento se ha presentado como el Mesías y el Hijo del Hombre, ahora da un paso más en la comprensión de su personalidad: Jesús es el Hijo que hay que escuchar para entrar en el Reino. ● Moisés y Elías representan a los profetas que había que escuchar en la Antigua Alianza. Ahora es a Jesús a quien hay que escuchar. Estamos en el tiempo de Jesús. ● Pedro le dice a Jesús: “Maestro, qué hermoso es estar aquí”. Esta experiencia hemos podido experimentar también nosotros en ciertas circunstancias: celebraciones, reuniones, momentos de oración, encuentros… ● Los discípulos guardaron silencio y no contaron a nadie… A pesar de haber participado de esta manifestación de Jesús los Apóstoles no fueron capaces de entender claramente quien era Jesús. Será después de la resurrección y de la venida del Espíritu Santo cuando captaron la plenitud de la vida de Jesús, cuando fueron capaces de proclamar la verdadera personalidad de Jesús. ● Hoy en el Evangelio aparece Jesús como una gran luz. ● Cristo es el que nos ilumina. Él es la luz del mundo. ¡Qué bien se está aquí! ¡Qué bien se está aquí! Te dice, Señor Jesús, tu amigo Pedro en este momento en el que Tú, Señor Jesús, te transfiguras y les muestras un destello de tu divinidad. Pedro, en nombre de los otros dos, hace pública manifestación de lo agradable que es estar contigo, junto a tu cara divina que permaneció oculta a lo largo de toda tu vida. ¡Qué bien se está aquí! Por eso se olvida del mundo y sus quehaceres haciendo de esa experiencia un absoluto. Y Pedro quiere quedarse para siempre en la montaña, por eso te sugiere construir tres tiendas para vosotros y ellos se quedarán al raso, poco importa. ¡Qué bien se está aquí! Decimos a veces cuando compartimos la amistad, cuando hay muestras de cariño, cuando las personas son respetadas, cuando hay agradecimiento, cuando hay responsabilidad, cuando oramos juntos con dedicación, cuando hay paz, cuando escuchamos con tiempo la Palabra de Dios… Esa es nuestra última meta: estar bien con Dios Padre y con todos los bienaventurados. Pero mientras, como en el caso de Pedro y los suyos, esas experiencias son aisladas, que hay que saborearlas, disfrutarlas y valorarlas. Pero la vida también trae sus penas, sus luchas, sus preocupaciones, sus fracasos. Haz, Señor Jesús, que sepamos ahora buscar y procurar para nosotros y para otros esas experiencias que llenan el alma, que de momento son sólo ocasionales. Un día será lo definitivo. Pero quizás lo más importante es que sepamos reconocerte como a lo que eres, que sepamos descubrir tu personalidad completa con las incidencias que tiene para nuestra historia y para el mundo. Hoy Dios Padre nos revela: “Este es mi Hijo, el escogido, escuchadle”. Esta es la propuesta de Dios Padre: reconocerte como Hijo amado, escogido de Dios y por tanto escucharte. Dios Padre bueno ayúdanos a descubrir que Jesús es tu Hijo escogido y por tanto a escucharle. Él tiene palabras de vida eterna, Él es el pan de vida, si le escuchamos no andaremos en las tinieblas. Para ello me dices y la historia de tantos cristianos me muestra que he de dar tiempo a la oración, a la escucha de la Palabra, a procura tener sobre la vida una mirada como la que Tú, Dios Padre bueno, tienes… Perdóname porque muchas veces no escucho a tu Hijo, perdóname porque me escucho demasiado, perdóname porque doy más importancia a otras voces que no son las de tu Hijo escogido. No ceses, Padre bueno, de revelarme que Jesús es tu Hijo, el escogido y de animarme a escucharle. Ver ● Juzgar ● Actuar VER la Audiencia General del 31 de agosto de 2011, E nel Papa Benedicto XVI hizo referencia a una expe- riencia que todos hemos tenido: Tal vez os ha sucedido alguna vez ante una escultura, un cuadro, algunos versos de una poesía o un fragmento musical, experimentar una profunda emoción, una sensación de alegría, es decir, de percibir claramente que ante vosotros no había sólo materia, un trozo de mármol o de bronce, una tela pintada, un conjunto de letras o un cúmulo de sonidos, sino algo más grande, algo que «habla», capaz de tocar el corazón, de comunicar un mensaje, de elevar el alma. El arte es capaz de expresar y hacer visible la necesidad del hombre de ir más allá de lo que se ve, manifiesta la sed y la búsqueda de infinito. Más aún, es como una puerta abierta hacia el infinito, hacia una belleza y una verdad que van más allá de lo cotidiano. JUZGAR s” i n i d u t i r h “ Via pulc ebas. Todas las expresiones de verdadera belleza pueden ser reconocidas como un sendero que ayuda a encontrarse con el Señor Jesús. Se trata de recuperar la estima de la belleza para poder llegar al corazón humano y hacer resplandecer en él la verdad y la bondad del Resucitado. Aunque estemos en pleno camino cuaresmal, también deberíamos poder exclamar, como Pedro: qué hermoso es estar aquí. Y para ello, quizá deberíamos ayunar y abstenernos de algunas actividades a las que dedicamos excesivo tiempo, y procurar recorrer la “via pulchritudinis”, porque como sigue recordando Benedicto XVI: hay expresiones artísticas que son auténticos caminos hacia Dios, la Belleza suprema; más aún, son una ayuda para crecer en la relación con él, en la oración. Se trata de las obras que nacen de la fe y que expresan la fe. ¡Cuántas veces entonces las expresiones artísticas pueden ser ocasiones para que nos acordemos de Dios, para ayudar a nuestra oración o también a la conversión del corazón! ACTUAR n qué momentos he exclamado: “qué hermoso la experiencia que en el Evangelio hemos escu- ¿E es estar aquí”? ¿Me gusta contemplar la naturaE schado que tuvo Pedro en lo alto de la montaña. No leza, o las expresiones artísticas? ¿Me hacen experise trata simplemente de un sentimiento de satisfacción provocado por un día de excursión con unos amigos, disfrutando de la naturaleza y de la amistad. Pedro percibe la gloria de Jesús y exclama: Maestro, qué hermoso es estar aquí. La hermosura es la belleza que puede ser percibida por el oído o por la vista, y aunque Pedro no sabía lo que decía, sí que ha experimentado la gloria de Dios. Ya el Papa Pablo VI, en un discurso el 16 de mayo de 1975, hablaba de dos vías para acceder a los misterios de la fe: una es la de la especulación bíblicohistórico-teológica, la vía de los doctos, pero aparte de ella hay otra, una vía accesible a todos, hasta incluso a las almas simples: es la vía de la belleza [via pulchritudinis]. Y los Papas nos lo han seguido recordando en muchas ocasiones. En este tiempo de Cuaresma, aunque solemos caracterizarlo como tiempo de oración, de penitencias, de ayunos, de abstinencias… no debemos olvidarnos de recorrer también la vía de la belleza, que podemos encontrar en múltiples manifestaciones, tanto en la naturaleza como en las expresiones artísticas: arquitectura, música, pintura, escultura…. como el Papa Benedicto XVI, en esa misma audiencia, recordaba: más de una vez he llamado la atención sobre la necesidad que tiene todo cristiano de encontrar tiempo para Dios, para la oración, en medio de las numerosas ocupaciones de nuestras jornadas. El Señor nos ofrece muchas ocasiones para que nos acordemos de él. Uno de estos canales que pueden llevarnos a Dios y ser también una ayuda en el encuentro con él es la vía de las expresiones artísticas, parte de la «via pulchritudinis» —«la vía de la belleza». De hecho, el Papa Francisco, en Evangelii gaudium, señala (167): Es bueno que toda catequesis preste una especial atención al «camino de la belleza» (via pulchritudinis). Anunciar a Cristo significa mostrar que creer en Él y seguirlo no es sólo algo verdadero y justo, sino también bello, capaz de colmar la vida de un nuevo resplandor y de un gozo profundo, aun en medio de las pru- mentar algo que me resulta difícil traducir en palabras? ¿Había oído hablar de la “via pulchritudinis”, de la vía de la belleza como camino de acceso a Dios? ¿Ser cristiano es para mí algo bello, que colma mi vida? Individualmente y como Iglesia, ¿transmitimos esa belleza? En el Salmo hemos escuchado: Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro. Y la vía de la belleza es uno de los instrumentos para descubrir el rostro del Señor y así poder anunciarlo a otros. Aprovechemos la Cuaresma para acostumbrarnos a recorrer la via pulchritudinis y no abandonarla ya. Como decía Benedicto XVI: Queridos amigos, os invito a redescubrir la importancia de este camino también para la oración, para nuestra relación viva con Dios. Esperamos que el Señor nos ayude a contemplar su belleza, tanto en la naturaleza como en las obras de arte, a fin de ser tocados por la luz de su rostro, para que también nosotros podamos ser luz para nuestro prójimo. Acción Católica General Alfonso XI, 4 - 5º 28014 Madrid www.accioncatolicageneral.es acg@accioncatolicageneral.es