® Consejo editorial Jefe de redacción Dra. Jane C. Ballantyne, FRCA Anestesiología y Medicina del dolor EE. UU. Comité asesor Dr. Michael J. Cousins, DSC Medicina del dolor y Medicina paliativa Australia Dra. Maria Adele Giamberardino Medicina interna y Fisiología Italia Dr. Robert N. Jamison Psicología y Evaluación del dolor EE. UU. Dra. Patricia A. McGrath Psicología y Dolor pediátrico Canadá Dr. M.R. Rajagopal Medicina del dolor y Medicina paliativa India Dra. Maree T. Smith Farmacología Australia Dra. Claudia Sommer Neurología Alemania Dra. Harriët M. Wittink, PT Fisioterapia Países Bajos Edición Daniel J. Levin, Director de publicaciones Elizabeth Endres, Asesora editorial Próximos números Dismenorrea Pancreatitis Marihuana para el dolor Vol. XXI, número 2 Junio de 2013 Dolor abdominal funcional El dolor visceral es prevalente y una de las principales causas del uso de atención médica en todo el mundo.1 El dolor abdominal sin causa justificada es la sexta causa más habitual de ingresos hospitalarios en mujeres y la décima causa más habitual en el caso de los hombres.2 En el Reino Unido, se ha estimado que el dolor abdominal no específico le cuesta a su economía más de 100 millones de libras por año.3 El síndrome de dolor abdominal funcional (DAF), definido según los criterios diagnósticos de Roma III (véase la Tabla I), se caracteriza por un dolor abdominal frecuente o continuo asociado con una pérdida de la actividad diaria.4 El dolor visceral crónico, en ausencia de una anomalía estructural, bioquímica o inmunitaria identificable, es un rasgo definitorio central de muchos de los trastornos gastrointestinales (GI) funcionales (TGIF), incluido el ejemplo más prevalente, el síndrome del intestino irritable (SII). Por tanto, no es extraño que con frecuencia el DAF se diagnostique erróneamente como SII. No obstante, la distinción entre estos dos trastornos no es puramente de nomenclatura, puesto que existen diferencias clave en su evaluación y tratamiento. Es posible que el DAF represente una entidad relativamente poco frecuente, con una incidencia notificada en el rango del 1,7 % al 0,5 %, y una preponderancia en las mujeres.5 Este número de Pain: Clinical Updates examina la fisiopatología, la evaluación clínica y el tratamiento del DAF. Mecanismos del dolor crónico en el dolor abdominal funcional Los criterios de Roma III satisfacen la necesidad de la investigación de definir poblaciones de investigación homogéneas, pero no se basan en una comprensión fundamental de la fisiopatología del DAF. Hasta la fecha, la mayoría de los mecanismos básicos propuestos como responsables del origen de los síntomas del DAF siguen siendo en su mayor parte hipotéticos, puesto que se extrapolan de la investigación de otros síndromes de dolor crónico. Dado que el dolor es una experiencia tan La mayoría de los mecanismos básicos propuestos como responsables del origen de los síntomas del DAF siguen siendo en su mayor parte hipotéticos, puesto que se extrapolan de la investigación de otros síndromes de dolor crónico compleja y variable, no es sorprendente que una disfunción neurofisiológica, cuyas secuelas incluyen el dolor pernicioso crónico, pueda surgir en cualquier nivel del sistema neurológico en relación con la función visceral. Esta disfunción se puede conceptualizar como un aumento periférico de la señal aferente del dolor visceral, la sensibilización central alrededor del asta posterior de la médula espinal, las alteraciones de la modulación descendente, o como una amplificación central. No obstante, antes de analizar estos procesos supuestos, necesitamos considerar nuestra comprensión El aumento periférico de la señalización aferente visceral puede darse tras lesiones o inflamaciones repetidas Tabla I Criterios diagnósticos de Roma III para el dolor abdominal funcional Todos los criterios que siguen deben cumplirse, con la aparición de los síntomas al menos 6 meses antes del diagnóstico: • Dolor abdominal continuo o casi continuo • Sin relación con acontecimientos fisiológicos • Alguna pérdida del funcionamiento diario • El dolor es real y no fingido • Síntomas insuficientes para cumplir los criterios de otro trastorno gastrointestinal funcional SII postinfeccioso (SII-PI).7 En este grupo, se puede observar un incremento de la cantidad de células enterocromafines, mastocitos y linfocitos T en la lámina propria en las biopsias de colon, que sugieren la presencia de un infiltrado inflamatorio de grado bajo. Se postula que este infiltrado inflamatorio fomenta una mayor sensibilidad de los receptores periféricos y un agrandamiento de los campos receptivos, esto último a través del reclutamiento y la activación de nociceptores hasta entonces silentes. Además, se ha observado que el estrés, representado por la presencia de acontecimientos vitales traumáticos recientes, y un rasgo de personalidad neurótica son los mejores factores de predicción de quién podría desarrollar el SII-PI. Como dato de interés, un importante estudio de casos y controles reciente demostró que un 15,3 % de las pacientes que se sometían a cirugía ginecológica por afecciones no relacionadas con el dolor, desarrollaron dolor abdominal a los 12 meses, en comparación con el 3,6 % de controles sanos que no se sometieron a una intervención quirúrgica.8 De un modo similar a los datos sobre el SII-PI, las variables psicológicas, como la ansiedad, predijeron el desarrollo del dolor abdominal. A partir de estos indicios, es probable que la lesión o la inflamación en un individuo predispuesto psicológicamente pueda llevar a la sensibilización periférica de las aferentes viscerales, aumentando de ese modo la carga ascendente de información nociceptiva al asta posterior de la médula espinal. actual de la transducción del dolor visceral en individuos sanos. Dado el carácter conciso de este artículo, hemos elegido de forma intencionada limitar la complejidad de la sección que sigue, pero es suficiente para proporcionar al lector una comprensión práctica de cómo pueden surgir las anomalías y contribuir al desarrollo del DAF. Recomendamos al lector una revisión relevante publicada recientemente por Knowles y Aziz ( ) bajo el nombre de:6 “Transducción normal del dolor visceral” La aplicación de un estímulo dañino al tubo digestivo provoca la activación de los receptores nerviosos periféricos que son sensibles a estímulos químicos, mecánicos o inflamatorios.6 Esta señal se transduce después a través de las aferentes viscerales de la columna, haciendo sinapsis en el asta posterior de la médula espinal, y luego se transmite mediante los tractos espinotalámico (TET), espinorreticular y espinomesoencefálico hasta el cerebro. El TET termina en el tálamo medial y posterior, y en fibras talamocorticales, desde donde se proyecta a las cortezas somatosensoriales primaria (S1) y secundaria para formar la base de los aspectos sensoriodiscriminativos de la experiencia dolorosa. A diferencia de la sensación somática, con una extensa representación homuncular en la S1, la representación de la sensación visceral en la S1 no está tan bien localizada y es, en cierto modo, amorfa. Las vías espinorreticular y espinomesencefálica terminan en el tálamo medio, donde hacen sinapsis con las subsiguientes fibras talamocorticales de tercer orden, que ascienden principalmente hasta la circunvolución del cíngulo anterior (CCA) y la ínsula. Estas áreas son esenciales en la codificación de los aspectos afectivo-motivacionales de los estímulos nocivos. Además de estas vías ascendentes, una variedad de vías inhibidoras descendentes tienen una función en la sensación visceral normal. Son de particular mención las vías que surgen de la CCA rica en opioides, donde las señales inhibidoras se transmiten a la sustancia gris periacueductal bien directamente o bien a través de neuronas de segundo orden de la amígdala. Las neuronas opioidérgicas y serotoninérgicas de tercer orden, y las noradrenérgicas de segundo orden tienen una conexión dinámica con las neuronas del asta posterior donde puede ocurrir la modulación (o “gating”) de las señales aferentes viscerales ascendentes. Es probable que la lesión o la inflamación en un individuo predispuesto psicológicamente pueda llevar a la sensibilización periférica de las aferentes viscerales, aumentando de ese modo la carga ascendente de información nociceptiva al asta posterior de la médula espinal Sensibilización central El aumento de esta carga aferente al asta posterior de la médula espinal puede causar la sensibilización central a través de un aumento de la secreción presináptica de glutamato, que a su vez lleva a la eliminación del bloqueo de iones de magnesio del receptor del N-metil-D-aspartato (NMDA). En asociación con la activación de otras enzimas clave, la consecuencia global es un aumento de la capacidad de respuesta de las neuronas del asta posterior, que con frecuencia perdura más que el ataque desencadenante. Además, se pueden captar las neuronas de alrededor del asta posterior de la médula espinal en un proceso denominado potenciación heterosináptica, por el cual se aumenta el campo de sensibilidad del cual surgieron los estímulos dañinos originales. Sarkar et al.9 han demostrado el concepto de sensibilización central en un modelo esofágico humano reproducible en el cual la infusión de ácido clorhídrico en el esófago distal sano fue capaz de producir hiperalgesia en el esófago distal expuesto y en el esófago proximal no expuesto a ella, sugiriendo que tanto la sensibilización periférica como la central pueden ocurrir en el tubo digestivo después de una lesión intestinal. De un modo similar, la estimulación experimental repetitiva del colon sigmoide humano puede inducir hiperalgesia secundaria en el recto en los pacientes con SII debida a la sensibilización central.10 Estudios farmacológicos en humanos han demostrado que Aumento periférico de la señalización aferente visceral El aumento periférico de la señalización aferente visceral puede darse tras lesiones o inflamaciones repetidas. Hasta un tercio de la personas que desarrollan el SII informan que sus síntomas se iniciaron tras un episodio de infección aguda, un epifenómeno conocido como 2 el antagonismo del receptor del NMDA previene el desarrollo de, y puede invertir, la sensibilización central dentro del esófago.11 En un estudio reciente de Walker y cols., un subgrupo de pacientes con DAF, denominado “pacientes disfuncionales con elevado dolor”, mostró una significativa presencia de sumación temporal térmica (aumento de la intensidad de la respuesta ante un mismo estímulo repetitivo), lo que sugiere que al menos un subgrupo demostró ser fisiopatológicamente congruente con la sensibilización central aumentada.12 infecciones o acontecimientos vitales traumáticos. Adicionalmente, el patrón de distribución del dolor puede ser generalizado, y el dolor abdominal puede ser solo uno de varios tipos de quejas dolorosas, lo cual genera la posibilidad de un trastorno concomitante de somatización. La intensidad del dolor abdominal varía raras veces y el dolor máximo se experimenta durante la mayor parte del tiempo.5 Además, los sistemas de tendencias conductuales y creencias del paciente pueden ser útiles a la hora de sugerir un trastorno funcional en un contexto inicial de diagnóstico diferencial. Por ejemplo, puede haber una reticencia acentuada a considerar la contribución de factores psicosociales a sus síntomas y una confianza en el aumento de investigaciones invasivas para descubrir una causa orgánica de los síntomas. Alteraciones en la modulación descendente Los sistemas moduladores descendentes centrales, en su mayoría ubicados en la CCA, que controlan el dolor visceral de forma dinámica interaccionan con el asta posterior de la médula espinal, lo que facilita la entrada potencial de señales aferentes de la periferia y permite de ese modo la amplificación o la reducción de esta señal. Se ha propuesto que las desviaciones de este sistema son responsables, en mayor o menor grado, del estado pronociceptivo encontrado en el DAF. Un estudio reciente evaluó la función sensorial visceral en una pequeña muestra de pacientes con DAF en comparación con pacientes con SII y controles sanos.13 Este estudio demostró que los umbrales de percepción rectal se redujeron significativamente en el SII pero curiosamente no en el DAF, lo que sugiere que es menos probable que la notificación de dolor en el DAF sea atribuible a la hipersensibilidad visceral. La modulación descendente del dolor, entonces, puede diferir en los dos grupos de pacientes. Cada vez hay más indicios en los TGIF de que las vías cognitivas, emocionales, autónomas y del reflejo espinal controlan la modulación espinal y supraespinal del dolor. En particular, los estudios de la modulación del dolor endógeno en condiciones de dolor visceral han mostrado una regulación anormal en el SII y en la dispepsia funcional. Una mayoría de los pacientes con SII tienen una inhibición del dolor disminuida o incluso una facilitación del dolor en comparación con los controles sanos. Los estudios por imagen del cerebro durante la activación específica de la modulación del dolor endógeno muestran sistemáticamente un “hub” (o núcleo) modulador funcional en las regiones frontal, límbica y del tronco encefálico de los individuos sanos. Así, Wilder-Smith ha propuesto que las alteraciones en el equilibrio modulador pueden muy bien ser un mecanismo unificador fisiopatológico en muchos TGIF, puesto que puede estar impulsado por mecanismos tanto descendentes (es decir, patología del sistema nervioso central) como por influencias ascendentes (es decir, activación inmunitaria periférica o infección).14 No obstante, se necesita más validación en otros TGIF, incluido el DAF. Quizás, por tanto en el futuro, la manipulación terapéutica dirigida de estos sistemas moduladores pueda realizarse tanto por medios farmacológicos como no farmacológicos. Exploración e investigación clínica/física Por definición, la exploración clínica de un paciente con DAF no descubrirá ninguna anomalía significativa. Vale la pena buscar cicatrices abdominales relacionadas con intervenciones quirúrgicas o exploraciones previas. Asimismo, puede ser útil la prueba Carnett. En esta prueba se palpa el área dolorosa antes, durante, y después de que el paciente tense la pared abdominal mediante la realización de una “sentadilla” con la resistencia de la otra mano del examinador en su frente. Si el paciente experimenta dolor a la palpación de la musculatura abdominal tensa, esto sugiere que el dolor emana de la musculatura de la pared abdominal anterior en lugar de ser un dolor intraabdominal. Una estrategia de investigación analítica específica que incluya parámetros hematológicos, bioquímicos e inmunológicos estándar es adecuada para la mayoría de pacientes. En pacientes con características y signos de alarma, los diagnósticos alternativos deben ser considerados e investigados consecuentemente. Para guiar el diagnóstico del DAF, la Rome Foundation ha producido un algoritmo útil (véase la Fig. 1). Tratamiento del dolor abdominal funcional No existe un consenso internacional con respecto al tratamiento óptimo del DAF. De forma similar, hay pocos ensayos controlados aleatorizados (ECA) de intervenciones terapéuticas en DAF en adultos. Por tanto, las intervenciones se basan en su mayor parte en la experiencia anecdótica derivada de otros TGIF y otros síndromes de dolor crónico. En consecuencia, las recomendaciones de las secciones que siguen se derivan de la evidencia de otros TGIF en los que el dolor visceral crónico es un rasgo prominente. Cuando no existe una base de datos científicos, la recomendación se basa en informes de otros expertos en el campo. Las modalidades de tratamiento se pueden dividir de forma práctica en medidas generales, tratamientos farmacológicos e intervenciones psicológicas. Se puede ver un resumen general de los pasos del tratamiento del DAF en la Fig. 2. Cada vez hay más indicios de que las vías cognitivas, emocionales, autonómicas y de reflejos espinales controlan la modulación espinal y supraespinal del dolor. Medidas generales La relación entre el médico y el paciente es de importancia vital para un resultado satisfactorio en el tratamiento de todos los TGIF, y del DAF en particular. Específicamente, la validación de los síntomas del paciente en un entorno de apoyo multidisciplinar es la piedra angular absoluta del tratamiento. Por ejemplo, a muchos, si no a la mayoría, de estos pacientes se les puede haber diagnosticado hasta ahora un TGIF o pueden haber experimentado actitudes negativas hacia sus síntomas por parte de los médicos no especialistas, a menudo durante años antes de Evaluación clínica en los pacientes con dolor abdominal funcional Historia clínica Se debe registrar de forma exhaustiva los antecedentes clínicos del paciente con DAF que exploren la cronología de los episodios de dolor, particularmente en relación con intervenciones quirúrgicas, 3 Paciente con dolor abdominal constante o recurrente con frecuencia durante al menos 6 meses: - no asociado con una enfermedad sistémica conocida - con pérdida de la función diaria ¿Está asociado el dolor con No las deposiciones, las comidas o la menstruación? ¿Se han identificado factores de alarma en los No antecedentes clínicos o en la exploración física? Sí Considerar otro diagnóstico, como el SII, la isquemia mesentérica, o causas ginecológicas en el caso de las mujeres Sí ¿Se sospecha que el dolor es fingido? No Diagnóstico congruente con los criterios Roma III para el dolor abdominal funcional Sí Realizar los estudios diagnósticos apropiados Derivar a un psiquiatra especializado en simulación de enfermedades Fig. 1. Algoritmo diagnóstico sugerido para el diagnóstico del DAF. Adaptado con permiso de la Rome Foundation. antidepresivos tricíclicos (ATC) en la mejora de las puntuaciones del dolor y los síntomas abdominales. La relación entre el médico y el paciente es de importancia vital para un resultado satisfactorio en el tratamiento de todos los TGIF, y del DAF en particular Antidepresivos tricíclicos. Aunque su mecanismo de acción analgésico preciso no está claro, se postula que los ATC (p. ej., amitriptilina, nortriptilina) pueden actuar al menos en tres sitios complementarios. Primero, modulan de forma indirecta el sistema opioide endógeno central a través de sus propiedades serotoninérgicas y noradrenérgicas. En segundo lugar, actúan al unirse al receptor del NMDA del asta posterior de la médula espinal. Finalmente, inhiben de forma directa los canales iónicos de sodio y potasio en las aferentes espinales. En nuestra práctica, utilizamos dosis bajas de ATC por las noches (p. ej., amitriptilina 10 mg) como farmacoterapia de primera línea. Las dosis más altas pueden causar somnolencia y efectos secundarios anticolinérgicos, que podrían llevar al no cumplimiento. Además, las dosis más altas raramente muestran una relación lineal con las concentraciones séricas, lo que sugiere que las dosis más bajas son suficientes para inducir una analgesia central. recibir un diagnóstico definitivo de DAF. La educación del paciente en cuanto a la fisiopatología del DAF es un prerrequisito para iniciar las intervenciones terapéuticas, ya que aporta a los pacientes una justificación para la elección de un tratamiento particular, por ejemplo, el uso de antidepresivos a dosis bajas como analgésicos en lugar de como tales antidepresivos. El médico y el paciente también deben ponerse de acuerdo en, y establecer, unos objetivos del tratamiento que sean razonables en el contexto de las revisiones ambulatorias habituales. Dichas revisiones pueden estar limitadas por la provisión del servicio local, pero permiten la definición de respuesta o no respuesta a una intervención en particular, con lo que se facilita una intensificación más temprana, si es apropiado. Este enfoque, aunque supone un uso relativo de “recursos intensivos”, reduce la posibilidad de que los pacientes busquen más consultas con otros médicos en el periodo de intervención. Se puede ver un resumen de los pasos sugeridos para el tratamiento en la Fig. 2. Inhibidores de la recaptación de serotonina y norepinefrina. La serotonina y la norepinefrina están implicadas como mediadores centrales de los mecanismos analgésicos endógenos en las vías descendentes del dolor. Datos clínicos y preclínicos indican que los inhibidores de la recaptación de serotonina-norepinefrina (IRSN) (p. ej., duloxetina, venlafaxina) están entre las sustancias modernas más prometedoras para el tratamiento del dolor crónico. Los datos combinados de dos ECA que contenían datos de 538 pacientes con fibromialgia demostraron la eficacia de duloxetina en la reducción del dolor, disminución del deterioro funcional e incremento de la calidad de vida.16 Estos resultados se han replicado en otro ECA de 6 meses, que indicó un grado de durabilidad del efecto analgésico.17 En función de estos datos, nuestra práctica clínica es iniciar un IRSN (p. ej., duloxetina 60 mg de liberación modificada, una vez al día) como tratamiento de segunda línea en pacientes que nunca respondieron al tratamiento con ATC o cuya respuesta disminuyó con el tiempo, aunque hasta la fecha no hay datos empíricos suficientes que apoyen esta práctica de forma directa. La educación del paciente en cuanto a la fisiopatología del DAF es un prerrequisito para iniciar las intervenciones terapéuticas, ya que aporta a los pacientes una justificación para la elección de un tratamiento particular Intervenciones farmacológicas Las intervenciones farmacológicas en el DAF están dirigidas principalmente hacia la neuromodulación de los presuntos mecanismos fisiopatológicos. Antidepresivos Los antidepresivos son el pilar del tratamiento del dolor en el DAF y su uso es extensivo en la gestión de otros TGIF. Un metaanálisis de Cochrane reciente proporcionó pruebas de un efecto beneficioso de los antidepresivos con respecto al placebo en la mejora del dolor abdominal, la evaluación global de bienestar y los síntomas generales del SII, con un número necesario a tratar (NNT) de 5, 4 y 4, respectivamente.15 Además, un análisis de subgrupo en este estudio demostró un beneficio estadísticamente significativo de los Terapias psicológicas Aunque en la literatura médica no encontramos ECA que examinen la eficacia de las terapias psicológicas en el tratamiento del DAF 4 la reconceptualización de sus síntomas, lo que les proporciona herramientas para mejorar el afrontamiento activo de sus problemas. La terapia también está dirigida a ayudar a los pacientes a desarrollar una consciencia de los rasgos interdependientes e interrelacionados de su experiencia del dolor. De nuevo, es importante fijarse objetivos de tratamiento realistas, en el sentido de que el objetivo del tratamiento, más que una “curación completa”, es permitir a los pacientes realizar sus actividades diarias habituales sin impedimentos significativos. Aunque los datos indican una mejoría en las puntuaciones compuestas de los síntomas GI, hasta la fecha no hay datos que sugieran mejoras de los parámetros fisiológicos objetivos. Medidas generales Entorno de apoyo con un profesional médico con experiencia en el tratamiento del dolor crónico Relación estrecha entre el médico y el paciente Validación de los síntomas del paciente Confirmación del médico de un efecto perjudicial en la calidad de vida del paciente Educación del paciente sobre la fisiopatología del dolor abdominal funcional Llegar a un acuerdo y fijar objetivos del tratamiento realistas Antidepresivos tricíclicos a dosis bajas Amitriptilina, nortriptilina, desipramina Paciente con respuesta Nueva revisión a los 6 meses y 1 año, y si está bien, dar de alta; si desarrolla una ausencia de respuesta, aumentar el tratamiento Revisión clínica a las 6-8 semanas Paciente sin respuesta Inhibidores de la recaptación de serotonina y noradrenalina Duloxetina, venlafaxina Es importante fijarse objetivos de tratamiento realistas, en el sentido de que el objetivo del tratamiento, más que una “curación completa”, es permitir a los pacientes realizar sus actividades diarias habituales sin impedimentos significativos Paciente con respuesta Nueva revisión a los 6 meses y 1 año, y si está bien, dar de alta; si desarrolla una ausencia de respuesta, aumentar el tratamiento Revisión clínica a las 6-8 semanas Paciente sin respuesta Pacientes con síntomas de moderados a graves, de 3-6 meses tras el tratamiento médico, o en quienes los síntomas emocionales exacerban el dolor Psicoterapia Terapia cognitiva-conductual, hipnoterapia Hipnoterapia La hipnoterapia está bien establecida en el tratamiento del SII, con una base científica robusta. La hipnosis se usa para inducir un estado general de relajación, y se anima a los pacientes a usar imágenes o la visualización a fin de que puedan tratar de hacerse cargo de su dolor. Curiosamente, además de mejorar los resultados clínicos, la hipnoterapia también muestra una tendencia hacia la normalización de la sensibilidad rectal en los pacientes con SII con predominio de estreñimiento.18 Paciente con respuesta Nueva revisión a los 6 meses y 1 año, y si está bien, dar de alta; si desarrolla una ausencia de respuesta, aumentar el tratamiento Revisión clínica a las 6-8 semanas Paciente sin respuesta Incremento del tratamiento Ligandos alfa-2-delta: pregabalina, gabapentina Antipsicóticos atípicos: quetiapina Incremento de las terapias Paciente con respuesta Nueva revisión a los 6 meses y 1 año, y si está bien, dar de alta; si desarrolla una ausencia de respuesta, aumentar el tratamiento Un grupo pequeño pero significativo de pacientes con DAF puede seguir siendo resistente a estas intervenciones estándares, y el incremento progresivo del tratamiento debe considerarse además de las intervenciones estándares. Sin duda, abogamos por que el “incremento” del tratamiento no debería incluir el uso de analgésicos opioides, que con el tiempo pueden causar una hiperalgesia inducida por opioides y potencialmente un síndrome intestinal por narcóticos.19 Fig. 2. Algoritmo de tratamiento sugerido para el tratamiento del DAF. Ligandos alfa-2-delta La gabapentina y la pregabalina se usan en el tratamiento de una variedad de estados de dolor crónico. Estos compuestos se unen con alta afinidad a las subunidades α2δ de los canales del calcio dependientes de voltaje, donde ejercen su principal acción analgésica. Este efecto se distribuye de forma amplia por todo el SNC, particularmente en las áreas involucradas en la señalización del dolor, incluidas la amígdala, la CCA y la ínsula. Tanto la gabapentina como la pregabalina han demostrado alterar los umbrales del dolor y sensoriales en la distensión rectal de pacientes con SII.20,21 Deberían considerarse, por tanto, tratamientos complementarios para los pacientes con síntomas intransigentes. en adultos, en las poblaciones pediátricas con DAF y en otras poblaciones adultas con otros TGIF se han estado evaluando de forma sistemática una variedad de tratamientos psicológicos. Los ejemplos incluyen la terapia cognitiva-conductual (TCC) y la hipnoterapia. En nuestra experiencia, el tipo específico de terapia psicológica elegido con frecuencia depende en buena medida de la disponibilidad local de servicios. Dadas las limitaciones de la disponibilidad, es importante clasificar y racionalizar qué pacientes se derivarán a dichas terapias. Nosotros sugeriríamos que para ello se consideren los pacientes que tienen síntomas de difícil manejo después de 3 a 6 meses de tratamiento médico, o que tienen comorbilidades como trastornos psiquiátricos o acontecimientos vitales estresantes que desencadenen o exacerben los síntomas. No obstante, coincidiríamos con algunos expertos que afirman que las terapias psicológicas especializadas deberían considerarse más temprano en todo algoritmo de tratamiento. Antipsicóticos atípicos Hay literatura médica que respalda el uso de medicación antipsicótica atípica en dosis bajas, como la Quetiapina en el tratamiento del DAF. Además de su efecto en la reducción de los síntomas de la depresión, dichos fármacos llevan a una reducción observable de la ansiedad y una mejora de los patrones de sueño. Datos anecdóticos muy preliminares sugieren que aproximadamente el 50 % de los pacientes que no han mejorado con otros tratamientos obtienen algún beneficio.22 Terapia cognitiva-conductual La TCC estimula a los pacientes a identificar sus ideas o creencias maladaptativas en relación con su dolor para facilitar 5 Conclusiones El DAF es un trastorno relativamente poco frecuente caracterizado por un dolor visceral crónico sin causa justificada. Según la definición actual, el DAF representa probablemente a un grupo heterogéneo de pacientes cuyos síntomas son probablemente atribuibles a múltiples fisiopatologías, pero nuestra comprensión de estos mecanismos sigue siendo incompleta. La evaluación clínica debería abarcar un historial detallado, y solo se deben acometer investigaciones diagnósticas específicas. Las opciones de tratamiento necesitan con frecuencia una combinación variable de intervenciones farmacológicas, psicológicas y de incremento del tratamiento. El DAF representa probablemente a un grupo heterogéneo de pacientes cuyos síntomas son probablemente atribuibles a múltiples fisiopatologías Referencias 1. Merskey H, Bogduk N. Classification of chronic pain: descriptions of chronic pain syndromes and definitions of pain terms. Seattle: IASP Press; 1994. 2. Giamberardino MA. Visceral pain: clinical, pathophysiological and therapeutic aspects. Oxford: Oxford University Press; 2009. 3. Collett B. Visceral pain: the importance of pain management services. Br J Pain 2013;7:6–7. 4. Drossman DA. Rome III : the functional gastrointestinal disorders. McLean, VA: Degnon Associates; 2006. 5. Clouse RE, Mayer EA, Aziz Q, Drossman DA, Dumitrascu DL, Mönnikes H, Naliboff BD. et al. Functional abdominal pain syndrome. Gastroenterology 2006;130:1492–7. 6. Knowles CH, Aziz Q. Basic and clinical aspects of gastrointestinal pain. Pain 2009;141:191–209. 7. Gwee KA. Postinfectious irritable bowel syndrome. 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Farmer, MRCP Department of Gastroenterology Shrewsbury & Telford Hospitals NHS Trust Princess Royal Hospital, Apley Castle Telford, Shropshire, TF1 6TF, Reino Unido Centre for Digestive Diseases Wingate Institute of Neurogastroenterology Blizard Institute Barts and the London School of Medicine & Dentistry Queen Mary University of London, Londres, Reino Unido a.farmer@qmul.ac.uk Dr. Qasim Aziz, FRCP Centre for Digestive Diseases Wingate Institute of Neurogastroenterology Blizard Institute Barts and the London School of Medicine & Dentistry Queen Mary University of London, Londres, Reino Unido q.aziz@qmul.ac.uk Se han seleccionado asuntos de interés relacionados con la investigación y el tratamiento del dolor para su publicación, pero la información y las opiniones ofrecidas no han implicado la verificación de los hallazgos, conclusiones y opiniones por parte de IASP. Por consiguiente, las opiniones expresadas en la revista Pain: Clinical Updates no reflejan necesariamente las opiniones de IASP, de sus consejeros ni de sus asesores. La IASP no asume responsabilidad alguna por daños y/o perjuicios a las personas o bienes por motivos de responsabilidad civil, negligencia o derivados del uso de los métodos, productos, instrucciones o ideas incluidos en la presente información. Debido a los rápidos avances de las ciencias médicas, el editor recomienda la verificación independiente de los diagnósticos y las pautas posológicas de los fármacos. Si desea obtener permiso para reimprimir o traducir este artículo, póngase en contacto con: International Association for the Study of Pain • 1510 H Street NW, Suite 600, Washington, DC 20005-1020, EE. UU. Tel.: +1-202-524-5300 • Fax: +1-202-524-5301 • Correo electrónico: iaspdesk@iasp-pain.org • www.iasp-pain.org Copyright © 2013. Todos los derechos reservados. ISSN 1083-0707. Impreso en los EE. UU.