Adiós a mi Rayi

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Ada Albrecht
Adiós a mi Rayi
2004
EDITORIAL HASTINAPURA
BUENOS AIRES, ARGENTINA
Adiós a mi Rayi
Ada Albrecht
Primera edición: 2004
3000 ejemplares
Todos aquellos que deseen profundizar sus estudios sobre los temas
tratados en este libro pueden llamar o acercarse a cualquiera de las
direcciones dadas al final del volumen.
© by Editorial Hastinapura
Venezuela 818 (C1095AAR)
Buenos Aires, República Argentina
Tel/Fax (0054-1) 4342-4250
E-mail: editorial@hastinapura.org.ar
Hecho el depósito que marca la ley 11.723
ISBN: 950-9102-87-3
Impreso en Argentina
Printed in Argentina
INDICE
Prólogo
Cuando dormimos
Regalos
Viaje
Aviones (I)
Aviones (II)
Cartas
El mar
¿Lo mismo te irás?
Sonidos
Mirada
Monjes
Las pequeñas lámparas
Ropas
Juegos
Hormigas
El Rey
Maestros
El lirio
La mente
El amor
Cuando yo esté muerto
Caballito de madera
Ser amado
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Nostalgia
El “capricho”
Mosquito
Absoluto
Yo quiero en ti la luz
Escuelas y maestros
Baradam
Hoy
Dios
Madrás
Amor
Escuela
Juguetes
Para que yo no te recuerde
El sueño
Fiebre
El adiós
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PROLOGO
I
ba yo a India, a decir adiós a alguien muy querido, que se iba al
país silencioso de la Espera, al cual llamamos muerte.
Envuelta en mi tristeza, no era capaz de ver toda la maravilla
que me rodeaba, pues suele apagarse el interés por la belleza del
mundo, en el corazón afeado por el sufrimiento. Ni las altas
palmeras de Madrás, ni el mar de Bengala y sus playas colmadas
de caracolas, ni los gigantescos lotos azules, rosados y blancos
abiertos al esplendente sol del mediodía en los labrados
estanques, ni el canto de los pescadores morenos, tan extraño, tan
inusual para los occidentales como yo, nada, absolutamente nada,
lograba sacarme de mi abatimiento...
...Hasta que apareció su figura morena, pequeña, ovillada
frente a una de las innumerables chozas de aldeanos que viven de
los productos del mar bengalí. Lo descubrí mirándome... y era el
universo que me miraba. Le tendí los brazos. Parecía tan desvalido
por fuera como yo misma me sentía interiormente. No hubo
rechazos ni titubeos. Se guareció en ellos, y como si hubiera sido
yo su ser amigo de toda la vida, ese niño moreno se quedó
conmigo durante el tiempo que permanecí en el sur de India. Su
padre había sido camellero, y fue así como “Rayi”, el niño,
aprendió a hablar inglés, escuchando a los extranjeros que
venían, allende los mares, a solicitar los servicios de su progenitor.
Muerto éste, Rayi era una hoja perdida en la tormenta de la vida.
No tenía madre ni familiar alguno. Desde el momento en que yo lo
hallara, sólo me tenía a mí. Con él descubrí otra India: la del
sentimiento, y con él también fue menguando mi dolor.
Anoté una a una sus frases, sus expresiones... pero no pude
aprisionar su alma de niño divino, tal vez porque la misma quería
seguir perteneciendo al cielo libre y abierto donde se mueven las
cosas eternas.
Bendito sea mi Rayi hindú a quien dedico este libro como
homenaje a su recuerdo. Si alguna sana emoción despiertan en ti,
lector, estas páginas, ve, detrás de ellas su sombra morena, y
bendícela desde el purísimo reino del amor, y sobre todo, haz lo
que él hubiera deseado que hicieras: descubre en los hombres, un
Rayi idéntico, un Rayi celeste oculto en cada corazón. Creo que es a
ese Rayi, a quien mi Rayi hindú hubiera deseado que dedique
estas páginas...
Madrás, India, 1972
ADIOS
A MI RAYI
Capítulo 1
CUANDO
DORMIMOS
tardaste tanto en venir? ¿Es que no veías la lucecita
¿Porquequéyo encendía
a mi puerta noche tras noche para iluminar
tu camino?
Toda mi vida estuve esperándote, y has llegado recién ahora
que ya soy niño viejo. No te rías Akah... A los niños viejos nos
mandan a la Escuela, para que dejemos de ser felices, y yo ya
tengo muchos años. Pronto me darán cuaderno y lápiz para que
vaya a encerrarme en un cuarto sin elefantes, sin mar, sin
camellos, sin pescadores, a escribir no sé qué cosas, para que el
maestro quede satisfecho...
Por años estuve esperándote en mi aldea para dejar sobre tu
frente la corona de mis primeros besos, y para que la primera
guirnalda alrededor de tu cuello fuesen mis brazos... Años, para
darte mis palabras chiquitas, esas que decimos los niños
pequeños, y que son tan breves que caben en un suspiro. ¡Oh
Akah, tarde has llegado, tarde, cuando ya estoy en camino de
convertirme en anciano!
Tal vez no viste la lucecita encendida a mi puerta... o tal vez yo
me quedé dormido y el viento la apagó... Sí, eso habrá sido. ¿Por
qué será que siempre que dormimos, el viento viene a llevar la luz
de nuestra lámpara, y nos deja de nuevo solos, en la oscuridad...?
Capítulo 2
REGALOS
así de fuerte, para ver si me fundes en tu corazón y
¿Memeabrazas
llevas contigo a tu regreso?
Antes de irnos, ¿me comprarás una bolsita para que pueda
poner millones de regalos para los niños de tu país? Si me
compras una con bordados de lentejuelas, pondré en ella el mar
de Bengala, porque si no lo llevo conmigo, se pondrá a llorar sobre
la playa y es muy triste ver llorar al mar.
En mi bolsita con bordados de lentejuelas, ¿me cabrán también
mis amigos, los pescadores, y sus redes y las caracolas y las
conchillas de colores que atrapan entre sus hilos?
En un rinconcito de mi bolsa, pondré la luna a dormir, hasta
que lleguemos al cielo de tu tierra, porque quiero mostrarle a esos
niños mi luna de Tamil. En otro rinconcito, llevaré el elefante más
lindo de las selvas de Kerala, para que paseemos sobre su lomo,
allá, muy lejos. Le pondré dos campanitas de plata a los costados
de su cuerpo, ¡y ya verás qué felices nos hace su tintineo!
Le pintaré la trompa y las orejas, como hacen los sacerdotes
con el elefante del templo de Brihadesvara, y le colocaré las
pulseritas sagradas en sus patas delanteras.
¿Te parece que habrá lugar en mi bolsita con bordados de
lentejuelas para llevar un mirlo? ¡Ay Akah, me parece que ya no
quedará espacio para él! ¿No es una pena que no pueda venirse
con nosotros a tu país, a jugar con el mar, los pescadores, la luna
y el elefante más lindo de las selvas de Kerala?
¿Por qué será que siempre nos acordamos de ellos, cuando ya
es demasiado tarde? ¡Oh, si yo supiera por qué nunca hay lugar
para los pájaros en los equipajes de los hombres!
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