232 MEMORIAS DEL PRIMER CONGRESO (7) decir, como en muchos fenómenos, cuya naturaleza desconocemos por completo; que depende de un carácter especifico filático, es decir, de un carácter que es natural á la planta y que depende de la afinidad? Eso es en buenos términos no decir nada, ó á lo sumo paliar la ignorancia con un nombre especioso, cerrar las puertas á la investigación, huir de la inflexibilidad del raciocinio. Pues siempre queda el recurso de indagar la causa, el por qué de dicho carácter filético. Insistiendo en las ideas expuestas sobre la tensión de los tejidos eréc<tiles, podemos deducir que ésta pueda tener ó determinar una desviación, un cambio de dirección en la elasticidad ó erectibilidad de los tejidos en tensión y en tanto mayor grado, cuanto mayor sea la intensidad de ésta. Porque si admitimos esta desviación cambiando de plano, como se hace al explicar por ella la torsión de las células (1) y el arrollarse en espiral los tallos volubles; ¿qué razón plausible podrá abonar el que neguemos que pueda verificarse cambiando la dirección, tan exageradamente como se quiera, en un mismo plano, para tomar la oblicua, dejando la rectilínea que primitivamente seguía? Pero hay más. Debe añadirse que la falta de apoyo ó sostén que experimenta el tallo en su rápido desarrollo determina movimientos de flexión que exageran la elasticidad de los tejidos eréctiles (2) para contrabalancear aquéllos; pero como dicha elasticidad debe tener un límite, éste es el que en último término debe señalar la dirección definitiva; porque de traspasarlo se impondrá un nuevo equilibrio molecular, resultado del aumento mismo de la elasticidad más allá de su límite, y naturalmente la resultante, ó sea la dirección definitiva, no ha de ser acaso, ó independiente de una ley que la ejecute y fije. Y una vez iniciada tal dirección no puede cambiar sin el influjo de un nuevo agente, aunque en el tallo principal hayan llegado los tejidos á completa rigidez; puesto que la tensión en las ramificaciones persiste ordinariamente mucho más tiempo que en aquél. IV. Análisis histológico.—Finalmente advirtamos que ese fenómeno, que muy bien puede considerarse como de efarmonía (3) ó adaptación, por la fijeza relativa que produce en el porte de la planta, debe reflejarse en su estructura íntima, ó sea en la consistencia y naturaleza de sus tejidos, así como exteriormente se manifiesta por la dirección resultante de los tallos y por la forma. Esas modificaciones de estructura que acompañan al fenómeno exterior nos las revela el análisis histológico. (1) En la «Nitella» por ejemplo. (2) Hofmeister: «Uebcr (lie Beugung safrrciolier Pílanrentueile nnch Erscliüttei'ting». (3) Verque. «Traite de Botaniqne agricole et indiistrielle».