fimrMS gtt^:mipaoííEs |9laicirlcl. u n m o « P*rovlr«c:l««». trlrmmmtrm., X» DM AGOSTO Toda ¡a oorr^pondvuta DE tfu dtb9 ék^ftrm ti Director de La Libertad M piwa iBimsTRAcidftTicunm s 2 S EJBiw 1,75 mm £o« anuncio» se reciben en naeatnu ofttínem, út diez de la mañana a diae de la nacht, y a partir de esta hora, hasta la madrugada, m la Innrwite Factor. 7 ^ LA LIBERTAD sefiala « tma l»otore* y KBtmoiuitev I V>* M •' porlódioe de más grandet tlraduj i i Número suelto, 1 0 céntimoB EN EL C^MPO ENEMIGO La Redacción de LA LIBERTAD está formada por Lais de üteyía, Director; Antonio de Lezaraa, Redactor-jefe ¡ Alejo García Góngora. Secretario; Joaquín Aznar, Augusto Barcia, Carlos Bontí, Ezequiel Endéri2, Teresa de Escoriaza, Narciso Fernández Boi.tader, Heliodoro Fernández Evangelista, Víctor Gabirondo, Ricardo Hernández det Pozo, Francisco llemández Mir, Rafael Haroández Ramírez, Manuel Machado, Rlcardo Marín, Maximiliano Miñón, Eduardo Ortega j üasset, Manuel Ortiz de Pinedo, Üarío Pérez, Pedro de Répide, Luís Salado, Luis de Tapia, Antonio de la VíDa, Antonio Zozaja j Luis de Zuiueta. bastar. En horas, en pocas horas, les to- pinado que hay en el camino alto tras 'á9 mábamos una posición fortificada... Anmual. Quedó cubierto de cadáveres, d» cientos, de miles de cadáveres «que n o Nuevo aviso estar heridos». —Todavía—sigue diciendo—mi hermano Cuando por la noche me lo contaba E l imenió detener los aoonicclmientos. Por Maal-lem no lograba yo entenderlo. mediación del coronel Civantos mandó —¿.Que no estar heridos?... ¿ Q u e n o una caria a Silvestre. N o i u v o contesta- los mutilaron ni !<» desplazaron ción. luego?... —¿ Y qué decía esa carta ? — N o ; que no tener n i n g u n a herida ut—Lo mismo de s i « n p r e : que se detu- tes. ¡ Que morir solos I vieran lo.s soldados en Annual. —No lo entiendo, Maal-l«n. ¿Cónu> ¿Contestó Silvestre? No lo he podido iban a morirse solos?, . . ¿ S o mctariajt saber. Las respuesia^ que a esto me dan ellos ?... no son dañas. Hablan dos o tres al mis—No, no, hombre. No matarse ellost mo tiempoT D e , todos ¡nodos, lo cierto n» matarlos moros... Morir soios. es que a los pocos días nuestros soldados —Explícame cómo. tomaiTon Igueriben. En eso coinciden lo—Muy sencillo, hombre. E ^ a r cuests dos, que añore hablan con pasión y atro- grande. Correr por d í a mucho. Tener cft* Vn rato de «chaa'Chao» —Comprendo lo Se que no pe Ileye pellándose, contra su costumbre. É s que lor, tener cansancio y caerse. Muertos so< nuestra aomimación con g\tsitQ^—digo, sin l^tedio tendido sobre blanda alcatifa y r©-^ sa^ber lo qué decir—; pero la destleaítad de que había que escarmentarme por la falta llegamos al momento culminante y su re- los. ¿ N o comprender? costado ea córaodds almohadones, torno cuerdo les excita. Sí, sí que .comprendo. Y comprendéis los qye se brindan a servimos... ¡Que no de resf>eto. «laa t«£a áal sabro»o té con yerbabuena y también vosotros, lectores, ¿ verdac ? Coni» hubiese uno que avúsara d» lo que se preEl ataque a Igueriben Van a romperse las hostilidades fimto uo« pipe de aromático kil/E» la piarabal —Mi hermano—dice al fin Abd-el- prendéis eso, y comprendéis lo demáa* .plácida hora en que la tarde refresca y H a callado un momento el joven Abd- Krim, dominando la confusión—, pasó a ¡Así ocurrió el derrumbamiento I \ — ¿ A v i s a r ? . . . Bastante se avisó. Igrato el l u g a r : una de las gralerlas de la el-Krim. Vacila... Al fin se decide a de- Temsaman y estableció su cuartel en Como los soldados d e la cuesta trá^rfe^ <(Pajariio» asiente, diciendo: casa d e Mahomad Azaskan, abierta al vercirme : cayó todo: posiciones, campanoentos, p o —Ful yo mismo. Yo mismo hablé a Amezauro. Allí estuvo reuniéndonos a toIcfalde la v4g& y a Ic^ azules del mar y del —No voy a ocultarte nada. Mi padre dos y desde allí envió emisarios a las ká- blados... «MIO. COII el «Pajarito», q u e en mi honor Silvestre. quería atacaros, y cuando of>erasleis sobre bilas sometidas, avisándolas de que se ¿Quién salTé a MeUlIa? los ha convocado, me rodean Abd-elEl origen de todo Tafersit salió con una jarka; jjero regresó acercaba tal vez el instante. Se preparó ¿Y Melilla? ¿Cómo n o entraron los K r i m , el joven; Mohamedi Ben H a h , su Abro el «carnet», empuño ei lápiz y enferiTU), y al poco íiempo murió. t<xio en un .par de semanas. moros en Melilla ? Esta pregunta, que dM> ayudante en el ministerio de E s t a d o ; £1 —¿ Entonces tomó el mando el herma—¿ Lo que se preparó fué el aitaque a de el pasado año vengo haciéndome «I» iMaal-lem, jefe de los guardias del m a r ; d i g o : no de usted ?—pregunto. —Hágame usted el favor, Mohamed. mente», sin dar con la respuesta, acuda Igueriben ?... ¡Ábd-el-Krim Ben Siam, secundo de Abd— S í ; mi tío Abd-Saiam, que es El Ja—Sí, el ataque a Igueriben. Lo d e ata- una vez a mi imaginadxl^n. Y mis labios Salam en el ministerio del Interior, y Ma^ ¿Quiere darme los verdaderos anteceden- tabi hoy, y yo le apoyamos. Tuvo el -manhomod Quijote, d comandante d e la arti- tes de la cuestión ?... Ustedes, su padre, do su|)remo. Y decidió permanecer a la car a Annual se decidió luego."Al ver lo la formulan. ^, Al oirme discuten todos «n árabe. M i quebrantadas que quedaron vuestras fuerllería. Platicamos, o, como ellos dicen su hermano, su tJo, eram amigos de Es-1 . , t enomatopéyicamente, nos entregamos al paña. ¿Cómo y por quá dejaron de serlo? I«^«f'^^'va. Claro que preparando fuerzas. zas y, sobre todo, al enterarnos de que parece que instan al joven AM-e]«Krim« Este eneanistad es la que ha traído la re-|i|^"í";2. o ^. . \,. . t ' ^^^^^>^ previniendo, esto Silvestre estaba allí, decidimos cogerle, Este hace sif|[nos de negación. S a parieON pchaU'^iuiu». te Abd-ei-Krim Ben Siam se d i r i f e * « i l £1 momento y la ocasión son propicios slsitencia de los beniurriagueles y con ello es, un ataque. Í-OM, „„ ;.,...or,t« » —Decirle que contarte. ra obtener informes. Ninguna pregunta todo lo demás. Cuénteme. \T t > . « Calla un mstante. El joven Abd-el-Krim se ooncerntra un Interrogo a M a h o m e d : ée¡ resultar indiscreta entre conversadoY esperaban ustedes quietos ? j Sigue le insto ra —¿ a las kábilas sometidas Qué pasó ? res que apuran las horas del día. Y asi me momento y luego habla, pausado^ peno sin —Quietos del todo. de Nopaz hablamos siquíe_ i ^ f heuroano dirigió el ataque, q u e Ansias a vio usted que n o pasó nada—m» 4an20 a interrogar, bien q u e sin sacar el interrupción. H e aquí lo que d i j o : duró dÍ£is. Cortamos el camino —Los beniurriagueles no se habían solo de cinco auxilio, y al recliazarse éste, la émtre eva- responde—; que no se asaltó MelUU* aun* lápiz n i abrir el «carnet», r—Queríamos aún—^añade Mahomed— Annual cuación. y Suma. En seguida vino el inten- que estuvo indefensa durante casi tnes <Ua«* : — ¿ O s causaría una gran sorpresa, al metido jaiinás a ningún dominio extmño. ver si la paz era posible. —¿ Y esto lo sabían ustedes? étacar Annual, no que la posición caye- ¡Ni el poder del sultán reconocían 1 Y mi —¿ Hicieron usttxies gestiones para ello? Rota de Aanual y muerte de Silvestre Sonríen todos. Ben Siam I n ^ t e : ra, pues al atacarla es porque esperabais famiüa, los Abd-el-Krinines, descendien—Verá usted. Ocurrió la loma de AnDe .-í*ievo hallo confusas las notas de mi •onseguirlo, pero sí que ludas las demás tes d e El Jat'abi, un jalifa que gobernó riual, ¿ saix? cuátidq ? Jiatc-ücts se avisó a «carnet». ¡Tan aiterado lenía el pulso al —Espera que contarte. iiace siglos, eran en lá tribu la suprema posiciones se desplomasen tambián ? Habla, al fin, M a h o m e d : Silvestre oor mediación de Got y de Idrls escribir que ha resultado la letra Uegible! autoridad. Mi padre, al morir d suyo, to^ Tomo un sorbo d e mi taza, doy u n a —^Tan lo Sabíamos, que tivrimoe qiM tnb* (ya \'« usted que atestiguo Con vivo*) d e Y no m« duele lo que ocurre... Prometí mó el mando. idiupadá a m i pipa y esperq. bajar mudi(\. Ben Siam, soi>ra todo. Nos* que allí había <ie detenerse. Supimos que Mi padre era un hombap ilü^rado y pro- quería tomar Quilates, y' éste—^ssñala a decirlo todo, todo; pero aunque no soy otros no queríamos pesar d e la Unes det Los moros ^ miran unos a otros. «Paf>atriota al uso de los que disfrazan la verjarito» sonrío. Al fin Mahomed Abd-el- gresivo, que comprendió la necesidad de «Pajarito»!—fué a verle y le dijo que no dad en los partes oficiales, creo que cierta» Kert y establecer allí la frontera. Pero a l civlliíEaj el Rif. Para ello pre«>aró a Sus iCrim tonuí la palabra: ver q u e las kábilas sometidas w excediait moviera un soldado. Que hablaríamos por- cosas más vale callarlas. - - ^ Pero croe usted esp ? ¿ H a y alguien hijos. Y o , que era un niño, luí enviado que deseábamos de veras que no estallaen acometividad y en furia, temimos q u é ' Poso, pues, por alto lo que uno» y a Málaga a un colegio donde cursé el ba- se la guerra. Pero que si antes movía un .on España que crea eso ? asaltasen Melilla. I^Iubiera sido tiorribló* otros, oon la cruel alegría del triunfo, me — ¿ E l q u é ? — pregunto, haciéndome el chillwíito y la carrera de maestro normal, soldado pasaría algo irremediable. contaron del final de Igueriben y también La Humanidad entera se hubiese horrori^ siendo mandado a> Mudrid después a esIgnorante. del ataque y toma dé Annual. Sólo diré zado ante un saqueo asi, con h» Incendios» La negociación de «Pajarito» —Quo el levantamiento de las kábilas tudiar para ingeniero. Mi hermano, ya que esta posición fué tomada y reanudaré las violaciones y los ase^natc» etmsíguietw sometidat no estaba preparado—m« con- mayor, y abogado y sacerdote' árabe, mar— I Y fuiste tú — pregunto a «Pajari- mi relato einpialmándolo con la declara- tes. Mi hermano lo comprendió y envió m cho a Melilla. teste. éste con tres caides y seiscientos hombres to»-*-a llevar ese recado ? ción del hermano de Abd-el-Krim. Mi podre, considefamdo que lo que m —sSl, yo mismo. Cuatro meses antes se preparó A —El decidirse a proceder sobre Annual para evitarlo. En el Gurufti estuvienm proponía había de conseguirlo con la ayu-—¿ Y no te tiró Silvestre por la /ven- se debió princijsalmente al deseo de coger una semana protegiendo a MetiHa, haatft levantamiento da de una nación europea, escogió a Es- tana ?... que e s t a b l e o Bensnguer la linea defena Silvestre—inquiero. ^ H a g o Un esfuerzo tal para contener mi paña, la más próxima y la de carácter más «Pajarito» dice riendo i — ¡ O h , claro¡r-^me contesta Mahomed. siysfemoclon, au« siento contnaérseme los parecido al nuestro. Quería un* unión con —Faltó poco. Calla Abd-el-Krim. Y o también callo. —Según eso, ¿se lé odiaba mucho? músculos al tirón d e los nervios. Logro ella y preparaba la aceptación del protecHace una pausa evocaldora, y a ñ a d e : ¿Dicen v e r d a d ? . . . ¿ E s «fantasía», segün Es «Pajarito» quien responde: 1 ^ <IUtt no me tiemble n i la voz y puedo toraoo, de un protectorado verdad. —Me dijo que España tenía poder para ellos califican ?... M e notan en el rostro la —No se le odiaba. La culpa no la tenía nocir entonadamente: Este había de ser conservando a los mo- ir donde le diera gana, sin mirar quién duda. él. Era su rivaHdad con Berenguer lo que •^-nBstaba, pues, preparado el alzamiento. ros sus usos, sus costumbres y sus leyes, se ponía delante; que él estaba-dispuesto - - N o cuente usted eso si n© quiere—«M —Desde Abril—responde Mahomed—. y la ocupación militar, poniendo las fuer- a entrar en Beniurriaguel aunque se opu- le había vuelto loco. Ya lo sabíamos. Y dice—. Yo lo he relatado porque éstos m e ÍY crea usted q u e no nos costó gran txar zas al servicio, a la orden de las autori- ,sieran todos los Alxl-cl-Krimnes del mun- también que le empujaban desde Madrid. lo han pedido y por contestar a la prejpinMahomed Abd-e!-iírim interrumpe: bajo hacerlo. dades indígenas. Esto esperaba mi pa- <io, y que prefería llegar por la fuerza meta dé usted. Además—añade—, no tJenfl —El querer cogerle era sólo para privar Cambia unas palabras en árabe con d r e ; pero vio que era al contrario. Y vió p ^ que templando gaitas, ningún mérito. Aspirábamos ya, como as» de é! a suS tropas. iMahomedí Ben H a h , quien, .volviéndose que era, además, con arbitrariedades, conj ^ y eso lo oyó alguien 7 -pregunto. piramos ahora, a que se nos considere u n k mi, dice J —M urió, ¿ verdad ?—pregunto. abusos, con atropellos. Pro^sstó entonces! «pajarito» responde: pueblo digno y. no una tribu de salvajf». —Poco trabajo. ¿ Sabes tú ? Nadie que- ante los gobernantes de España y de —¡ Claro i Lo oyó el coronel Morales. Su señora Por eso quisimos evitar ese acto q u e SS fcpr obedecer españoles. Estar quietos por Marruecos. La cont»s«tación fué decirle puede atestiguar. Yo fui por la noche a —¿ Y cómo fué ? consideraría feroz en todo el m u n d o . fuerza. Yo, yo decirles que luchar, y to- que se pusiera en manos de Jordana. Se casa del coronel y éste me dijo que lenía El Maal-iem hace el relato: Los robos, los asesimaot, 1 » T1O< aos, ^bdos ponerse coiuentos. Yo ser el negó y encarcelaron a Moliamed. —Al salir de Annual todos corrían. El razón ; pero que Silvestre decía que todo laciones flue ir. Píiclen«emente espwró mi padre a que era mentira y que no habla jarka de be- quedar solo con ptros dos. HaduJ Amar Aprovecho la coyuntura o u e tan abisf* —Pero—pregunto—, ¿ y nuestra P o l l d a éste fuera libertado y pudiera retirarse de niurriagrueles. Me avisó también que me también abandonar. Y quedar solos los tamente se me brinda para ir a fondo # • ÍikUg«;na no se enteró ? Meiilla. En seguida aguardó el fin del marchara. Era muy bueno. Sentí tnucho tres. Subían la cuesta. ¿ Sabes tú qué cues-—Enterarse, claro que enterarse. Y no curso para que llegase yo a Alhupemas que muriese. Y busqué el cadáver y se ta ? Ya contarte yo luego. Vn moro d e Be- el más asunto delicado. — H a habido, sin embargo, a d o s de veiw idodr nada, rolicía decir lo que querer, sin obstáculos en el camino. Y teníéndo- lo envié a su stñora. ¿ No fb sabías tu ? ni-Ulichek dispararle desde chumberas y dadera feroci^d—digo—,j n o CM l o !»••,. iB^to to q u e querer. Y. cobrar duros. Bnci- n<» ya seguros, rompió todo traío con Esherirle. Silvestre sacar revólver y buscar El zarpazo de Abarran Iná ¿ ^ r a r duros. paña. moro. Caer antes. I'onerse entonces así y gara usted. —¿ Y en qué gfucrra no los hubo i n w R J t Ben H a h con risa da lobo y ríen V u d v e a haWar Mahotned Abd-d- darse tiro bajo cabeza. Darlo él mismo. Mi hermano tampoco quería ya nada replica—. Las naciones más cultas d e te |(M d t m á s . Luego me miran como extra- más. Sin embargo, y o . . . AJ comenzar el Krim : Los otros morir también. culta Europa han luchado r e c i e n ^ n e n t e ] ñados d e qu« no m e ria y o con cosa tan nuevo curso, Ximénez, el director de la —¿ Qué otros ? —Vuestros soldados salieron d e Annual ya Se vio—^añade. iBÓmIca. —Otros dos que ir cotí él, hombre. Residencie de Estudiantes, y Aguirre, el y tomaron Abarran. Atacamos la posi—De todos modos...—empi«o a decir* —Pero ¿quiénes eran ? d d ministerio de Estado, me escribieron ción apenas colocada y la tomamos en d El estado de los sometidos —De todos modos—-me Intemimpe—i dLciéndome que volviese, a lo cual resdía. Los moros que estaban com vosotros —No saber, hombre. M a h o m e d Abd-cl-Krim, eonslderando considere usted, consideren ustedes todos, ppndí con largas caitas explicando lo ocu- se limitaron a huir. La orden de atacaros £1 derrumbamiento lo quf me pasa, m« d i o s : los españoles, dónde han sucedido tas o»> rrido, p i d i é n ^ l e s que se interesasen por no era hasta después de tomar Annual. Las kábilas se alzaron todas, cwno es—Bs triste, pero asi es. Hágase usted sas reprobables. L<» beniurriapioles DO la situación de Marruecos y advirtiéndo—Tiraron, sin embargo — rectifico—, taba convenido, al enterarse de la toma de oargo. Además, que odian la ocupación. hemos intervenido en d í a s . Hemos mata* Annual. Esto no sorprendió a los beni| l o tiene usted idea de lo que les haoen les que si España seguía asi habría una contra ios oficiales. do luchando cara a cara, y nada méBmfuerra, porque estaban muy excitados los Mahomed Quijote interviene: urriaguelKj. Pero sí les sorprendió la ratniñr, de lo que les vejan, d<i lo que Ie> nimos, principalmente en las kábilas so—No tirar. EsUr yo allí y verlo. Unos pidez con que cayeron nuestras posicio- N u e s t n » prisiojieros los guardamos y has« torturan. ta arrebatamos prisioneros a otras kábilaS metidas. Acababa diciéndoles que se nom- defenderles. Sí, defenderles... nes. Tanto no esperaban. No podían espe."'—Pero eso serán excepciones... —Pero si tiraron—dice Abd-el-Krim—, rar que su victoria fuese tan pronta y tan para salvarlos la vida. —No, nb} son todos. Y la mayor par. brase una persona civil lntelig«nte que hi—Sí—insisto—; pero otras Mbllas... l e i l n malicia. j S i es que no comprenden ! ciera un viaje de inspección. No me con- aún más a favor de usied<*s. ¡Así pudie- absoluta. —Esas otras kábilas son las que habfafll testapcoi. Y supe que se habían enviado ron adivinar con ello lo que iba a ocurrir 1 L)e lo que ocurrió da idea la cuesta, la Nuestra justicia e» nuestra religión. Ya civilizado ustedes. Y hasta podríamos dbh> . copias de mis cartas a los comandantes Luego a ñ a d e : cuesta que me_ preguntaba El Maal-lem Babe U 3 t ^ que las leyes toda» están conculparlas diciendo que ejercían represaliu* tenidas en el Corán. Nuestros jueces son de Meljlla y Tetuán, los cuales di^cfan I —De todos modos, la enseñanza debió! «si yo saber». Es un repedio largo y em —No hablemos de eso. por eso sacerdcXes juntamente. Y se pone —Como usted quiera. a ^crcCT de juM un capitán d e «mja», qtie Lo pasado, p a s ó ; pan d pw» por desconocer cuanto a nuestros usos se vealr... refiere ignora hasta el idioma. Aun sienSe h a roto la conversación. E m p e a é ido bueno, y los ha habido muy malos, tiene que proceder mal. ¡ No comprenden ! siendo una plática amistosa y había I k n t ^ j Pero cómo van a comprender ellos si ni do a adquirir tonos de p o l ^ i c a . Era, MU» i [ ¿ más encumbrados comprenden ? Un más, una charla general y se trocó en vM ^ a i l e , ' s e ñ o r : en Nador han hecho una diálogo. Termine, pues. wlesia, que no sé qué falta haría, y en el ' Y o estoy callado y lo» o ^ o s mt imftas* H t a r mayor h a g qolgcado a Sa'ntiag» ip»* Rompe, al fin, Mahomed el silencipi di» 'laiÉla morosciéQ^nae con ojs^uisita ooftesiaj Abd-el-Krim y los prisioneros Origen, preparación y desarrollo del derrumbamiento K =ií En el número de mañana publicaremos la conversación de nuestro director con Mahomed Abd-el-Krim, en que éste le expuso la organización de la República rlfeña, las condiciones en que harta la paz con España y tas gestiones realizadas para el rescate de los cautivos También publicaremos la entrevista de nuestro compañero F. Hernández Mir con ei RcUsuni en su campamento de Buiacen ,VJ^'