EFECTOS TERATÓGENOS DE FAE Efectos teratógenos de la epilepsia y de los fármacos antiepilépticos J. Campistol TERATOGENIC EFFECTS OF EPILEPSY AND ANTI-EPILEPTIC DRUGS Summary. Objective. In this paper we review the main studies on teratogenicity related to epilepsy and especially use of antiepileptic drugs (AED), with special emphasis on recently acquired knowledge regarding the new AED. Development. When considering the teratogenic effects of epilepsy and the anti-epileptic drugs it should be remembered that there are a series of premises and considerations which undoubtedly play an important part in causing possible damage to the foetus. These factors include changes caused during pregnancy, the passage of drugs across the placenta ‘barrier’, malformations occurring in the children and relations of women with epilepsy and finally the effect of seizures on the foetus. We then review the mechanisms of the teratogenicity of the classical AED and the new AED. Little is known about the adverse effects of the new AED, and many are used together as polytherapy. Multicenter studies involving large numbers of participants are therefore necessary to obtain results which can be extrapolated to the whole population. Unfortunately, at present, this is not yet so and there are no clear recommendations for their use during pregnancy. The EURAP was designed for this reason. It is one of the multicenter studies being carried out in Europe at present with many Spanish specialists participating. Conclusions. Multicenter studies with many participants are necessary to obtain reliable data on the teratogenicity of the various AED, used as monotherapy and bitherapy, particularly regarding the new AED. We conclude by considering measures to try to reduce, as far as possible, the teratogenic effects in pregnant women. [REV NEUROL 2002; 35 (Supl 1): S135-43] Key words. Epilepsy. EURAP. Guidelines for treatment. New anti-epileptic drugs. Pregnancy. Teratogenicity. INTRODUCCIÓN En 1968 Meadow detectó, mediante un análisis retrospectivo, un incremento notable de la tasa de malformaciones congénitas en una población de 426 mujeres epilépticas una vez completada la gestación [1]. Desde hace muchos años se conoce que la frecuencia de las malformaciones es más alta en los niños expuestos intraútero a fármacos antiepilépticos (FAE) que frente a los no expuestos. Pero, por otra parte, muchas de estas anomalías también se manifiestan en niños no expuestos a los FAE. El objetivo principal en estos casos radica en determinar qué malformación o anomalía está relacionada con la exposición prenatal al FAE. La pregunta tiene fácil respuesta si la malformación es característica y ocurre primariamente en niños expuestos a un FAE en particular; sin embargo, se imbrincan otros muchos factores que iremos analizando [2]. CAMBIOS DURANTE EL EMBARAZO Es un hecho conocido que durante la gestación se producen una serie de modificaciones que afectan a cualquier embarazada. Las mujeres epilépticas durante la gestación no son una excepción y también manifiestan una serie de cambios fisiológicos propios de toda gestante, como el enlentecimiento del vaciado gástrico, el incremento del pH gástrico, la disminución del peristaltismo intestinal, el aumento del flujo sanguíneo gastrointestinal, la disminución de la concentración de las proteínas plasmáticas, el incremento de los ácidos grasos libres del agua corporal total, del flujo renal y de la filtración glomerular, y finalmente del metabolismo hepático. Las concentraciones plasmáticas de los Recibido: 25.03.02. Aceptado: 27.03.02. Servicio de Neurología. Unitat Integrada de Pediatria Hospital Sant Joan de Déu-Clínic. Universitat de Barcelona. Barcelona, España. Correspondencia: Dr. Jaume Campistol. Servei de Neurologia. Hospital Sant Joan de Déu. Passeig Sant Joan de Déu, 2. E-08950 Esplugues de Ll., Barcelona. E-mail: campistol@hsjdbcn.og 2002, REVISTA DE NEUROLOGÍA REV NEUROL 2002; 35 (Supl 1): S135-S143 FAE durante el embarazo tienden a disminuir como resultado de los factores anteriormente enumerados. A todo ello debemos añadir la expansión del volumen plasmático hasta un 50% y especialmente el irregular cumplimiento de la pauta terapéutica prescrita debido al miedo de la embarazada a la toxicidad/teratogenicidad para el feto [3]. Muchos de estos factores contribuyen a modificar la farmacocinética de cualquier medicamento y de los FAE en particular. Si además tenemos en cuenta la tendencia aún vigente hoy en día a la politerapia, con las consiguientes interacciones entre los distintos FAE, veremos que los cambios farmacocinéticos que pueden producirse durante el embarazo de una mujer epiléptica son notables. Los niveles de los FAE tienden a disminuir durante la gestación, especialmente hacia el final del embarazo, por ello es frecuente incrementar las dosis de los FAE empleados durante la gestación. Cada fármaco tendrá su farmacocinética propia y biodisponibilidad durante el embarazo [4]. Es importante que el clínico la conozca para aplicarla adecuadamente durante este período de la vida de una mujer y así evitar, por un lado, la recidiva de las crisis convulsivas, y por otro, la posible toxicidad/teratogenicidad por los fármacos. Sin embargo, existen pocos estudios que analicen con detalle la farmacocinética de los FAE durante la gestación. Con los datos disponibles podríamos concretarlo en algunos apartados: a) Carbamacepina (CBZ): absorción lenta, con 70-80% ligado a proteínas, vía de eliminación a través del metabolismo hepático, con descenso de las concentraciones séricas durante los primeros meses de gestación; las concentraciones de su metabolito activo (CBZ-10-11-epóxido) se incrementan durante la gestación. b) Fenitoína (PHT): farmacocinética no lineal, ligada a proteínas, con incremento de la hidroxilación durante la gestación y descenso de los niveles plasmáticos. c) Valproato sódico (VPA): biodisponibilidad del 100%, absorción rápida y transporte proteico, la fracción libre del fármaco aumenta el doble; incremento del aclaramiento plasmático del fármaco, amplias fluctuaciones en las concentraciones S 135 J. CAMPISTOL séricas, necesidad de ajustar la dosis en función de la respuesta clínica y de los niveles; es mejor emplear el fármaco de liberación retardada dos veces al día. d) Fenobarbital (PB): buena biodisponibilidad, unión a proteínas plasmáticas, disminución de la concentración plasmática durante el embarazo debido al incremento de la eliminación renal y a la inducción de los sistemas de biotransformación. Sedación y efectos cognitivos también en la embarazada, menos prescrito durante el embarazo, buena absorción y transporte ligado a proteínas (50%), induce enzimas oxidativas hepáticas que pueden disminuir la eficacia terapéutica de otros fármacos. Puede producir sedación en el neonato [3]. e) Nuevos FAE: se dispone de escasa información sobre los nuevos FAE durante la gestación, las concentraciones plasmáticas no se suelen monitorizar y además la mayoría se emplean en politerapia, lo que complica mucho el conocimiento de la farmacocinética de estos nuevos fármacos durante la gestación. En general, no circulan tan unidos a proteínas plasmáticas –topiramato (TPM), felbamato (FBM), oxcarbacepina (OXC)– o sin ligazón –gabapentina (GBP), vigabatrina (VGB)–. Solamente la tiagabina (TGB) circula unida a proteínas (96%). La mayoría son eliminados por vía renal y, en general, se produce un descenso en los niveles plasmáticos y tisulares del medicamento ya que el aclaramiento renal y hepático suelen estar incrementados durante la gestación. VGB y GBP no tienen efectos sobre el sistema enzimático del citocromo P450, mientras que la GBP, lamotrigina (LTG) y VGB carecen de efecto antifolato. Los nuevos FAE no producen metabolitos intermedios o en todo caso muy bajas concentraciones de estos radicales libres, con lo que se puede, teóricamente, disminuir el riesgo de teratogenicidad [4]. PASO DE LOS FAE A TRAVÉS DE LA BARRERA PLACENTARIA En los seis primeros meses de gestación la permeabilidad de la barrera placentaria es menor que al final debido a que con el transcurso de las semanas se va reduciendo el grosor de la barrera y es en este momento cuando al paso de los fármacos y demás sustancias es mayor. Existen también otros factores que deben tenerse en cuenta en el fenómeno de la difusión pasiva del fármaco, ya que no solamente depende del espesor de la barrera, sino que también influye el tamaño molecular del fármaco, la liposolubilidad, la cantidad de fracción libre del mismo y el grado de ionización. Pero aparte de la difusión pasiva existen también mecanismos de transporte activo a través de la placenta, con amplia variabilidad de los FAE [3]. Se han establecido tres categorías con relación al grado de difusión activa a través de la placenta: FAE tipo I, con equilibrio en las concentraciones materno/fetales; FAE tipo II, con mayor cúmulo fetal que no materno, y FAE tipo III, con concentraciones fetales más bajas que las maternas. Lógicamente, con los FAE de tipo III el riesgo de teratogenicidad es algo inferior, especialmente en comparación con los del tipo II. MALFORMACIONES EN LOS HIJOS DE MADRES EPILÉPTICAS Meadow demostró un incremento notable de la tasa de malformaciones congénitas en los hijos de madres epilépticas [1]. Los estudios que se sucedieron también iban en la misma línea y demostraban un retraso en el desarrollo psicomotor, más dificul- S 136 tades para suprimir las crisis y un mayor riesgo de complicaciones obstétricas. Estos primeros datos dieron lugar a múltiples estudios observacionales y prospectivos para determinar el grado de las malformaciones fetales y el papel que podría desempeñar la epilepsia materna, las convulsiones durante la gestación y finalmente los FAE empleados para la subyugación de las crisis en el embarazo. Se concluye que la incidencia de malformaciones en hijos de madres epilépticas es tres veces mayor que en madres no epilépticas. Sin embargo, no puede definirse claramente qué producto dentro de los FAE clásicos es el más teratógeno, si PB, PHT, CBZ o VPA. Se iniciaron nuevos estudios prospectivos con resultados discordantes y sin resolver cuestiones tan capitales como el poder deslindar los riesgos inherentes a la epilepsia per se o al empleo de los FAE durante el embarazo. Se demuestra que la incidencia de malformaciones congénitas en hijos de madres epilépticas es del 2,2-25%, aunque la mayoría de los estudios lo sitúan en un 8-10%, cifras especialmente elevadas si se compara con la incidencia en la población general [5]. Las hormonas esteroides ejercen efectos notables sobre la excitabilidad neuronal. Se ha demostrado que los estrógenos disminuyen el umbral convulsivo, mientras que los progestágenos tienen un efecto contrario protector al potenciar el GABA. Los estrógenos a su vez inhiben el GABA, estimulan los receptores NMDA y disminuyen el umbral electroconvulsivo y el umbral de la activación propagada (kindling). Ya se ha comentado que los progestágenos, además de potenciar el GABA, disminuyen la respuesta al glutamato, aumentan el umbral electroconvulsivo e inducen sedación y anestesia. Durante el embarazo, el riesgo de recidiva de crisis aumenta un 10-20%, pero es difícil preveer durante la gestación cuándo van a empeorar o cuándo van a seguir controladas las crisis. El incremento de las crisis se suele producir entre la semana 12 y 20 de gestación. Existen una serie de factores responsables del empeoramiento en el control de las crisis, como los cambios fisiológicos que se producen durante la gestación, la variación en la farmacocinética de los FAE durante ésta, los cambios hormonales que reducen el umbral epileptógeno, la privación de sueño, la hiperventilación, el estrés propio de muchas embarazadas y el incumplimiento terapéutico que se produce especialmente al inicio del embarazo para evitar la teratogenicidad [5]. Lo más habitual es que una mujer con epilepsia controlada pueda seguir libre de crisis durante el embarazo, siempre que mantenga el mismo régimen terapéutico, e incluso se han comunicado casos de mujeres epilépticas (5%) con un mejor control de las crisis durante el embarazo [6]. En la mujer epiléptica embarazada el riesgo obstétrico es algo más elevado que en cualquier otra gestación. Se implican factores genéticos, socioeconómicos, FAE y los efectos de las crisis, entre otros. Todo ello conlleva un incremento de los partos prematuros, hemorragias vaginales (especialmente con el empleo de FAE inductores hepáticos como PB, primidona (PRM), PHT y CBZ), abortos, mortinatos (la mortalidad perinatal se incrementa de 1,2 a 2 veces), mayor índice de instrumentación durante el parto y cesáreas, entre otras [2,3]. En cualquier caso la cesárea debería reservarse para indicaciones muy concretas, como la falta de colaboración debido al déficit neurológico o las crisis tonicoclónicas durante el parto, que producen una desaceleración de la frecuencia cardíaca fetal. Estas crisis aparecen en un 2% de las mujeres con epilepsia durante el parto y en un 2% en las 24 horas posteriores a éste. No se ha demostrado un incremento de la asfixia neonatal en hijos de madres epilépticas. Sin embargo, exis- REV NEUROL 2002; 35 (Supl 1): S135-S143 EFECTOS TERATÓGENOS DE FAE ten dos situaciones durante el embarazo que pueden producir complicaciones en el feto: el estado de mal convulsivo en la madre y las crisis tonicoclónicas [6]. El estado de mal no es habitual durante la gestación, sin embargo los casos comunicados tienen por resultado una mala evolución para la madre en un tercio de las pacientes, con secuelas neurológicas elevadas, y para el feto, con fallecimiento o secuelas neurológicas graves en más de la mitad de los casos. Por su parte, durante las crisis tonicoclónicas, se ha objetivado un descenso en la frecuencia cardíaca fetal mediante registro cardiotocográfico, si bien muchas de las pacientes habían recibido benzodiacepinas previamente al registro. No se ha demostrado que las crisis influyan en la génesis de las malformaciones del feto, en cambio pueden llegar a producir lesiones isquémicas en el cerebro [5,6]. Las malformaciones en general, y en los hijos de madres epilépticas en particular, se dividen en mayores y menores. Las malformaciones mayores incluyen el labio leporino, paladar ojival, espina bífida, malformaciones esqueléticas, cardiopatías congénitas, hipospadias y atresia gastrointestinal, entre otras. Por anomalías menores se entienden las desviaciones cuantitativas y cualitativas de la normalidad sin repercusión médica y con modificaciones estéticas más o menos notables, como el hipertelorismo, epicanto, nariz bulbosa, alas nasales antevertidas, raíz nasal amplia, filtro largo, uñas hipoplásicas, falanges distales acortadas, etc. Estas anomalías menores pueden aparecer durante el período de organogénesis o en los estadios posteriores. En función del mecanismo responsable y del momento de producción la anomalía podrá ser importante (labio leporino, fisura palatina, mielomeningocele) y persistir, o ser apenas perceptible (rasgos dismórficos mínimos, hipoplasia ungueal del meñique o anomalías urogenitales menores), o incluso desaparecer. MECANISMOS DE TERATOGENICIDAD POR LOS FAE Se han implicado varios mecanismos en la teratogenicidad de los FAE. Existe de entrada una susceptibilidad genética que predispone a unos fetos expuestos a un determinado fármaco a una acción más o menos nociva. Los radicales libres intermediarios de los FAE pueden también desempeñar un papel en las anomalías morfogénicas. Las deficiencias enzimáticas pueden, a su vez, ser responsables de un cúmulo de derivados intermediarios de los fármacos administrados. Finalmente, los FAE inducen una deficiencia de folato que puede causar un amplio abanico de efectos adversos para el feto [7]. Los factores genéticos deben tenerse muy en cuenta, y se postula que las malformaciones pueden, en parte, asociarse al síndrome epiléptico materno o incluso a otras anomalías hereditarias, más que al tratamiento con FAE en sí mismo. Se ha demostrado un incremento de la prevalencia de malformaciones congénitas en familiares próximos, como defectos varios del tubo neural. Asimismo, se ha demostrado una incidencia mayor de anomalías morfológicas en familiares de mujeres con síndromes epilépticos que con epilepsias sintomáticas [2,3]. Los fármacos que se oxidan en metabolitos activos, hecho muy común con los FAE, son embriotóxicos. Los radicales libres oxidados transportan los ácidos nucleicos y las proteínas, pueden interferir en la síntesis del ADN, ARN y de las proteínas, y también se ha demostrado que pueden producir trastornos en la traslación, transcripción, división celular e incluso migración. Lógicamente, una exposición excesiva a los radicales libres incrementa el riesgo de abortos espontáneos, malformacio- REV NEUROL 2002; 35 (Supl 1): S135-S143 nes, retardo del crecimiento intrauterino e incluso muertes perinatales. Un reciente estudio confirma que la exposición a FAE durante la gestación predispone a un incremento del riesgo de malformaciones congénitas (odds ratio para malformaciones de 2,2, con un intervalo de confianza (IC) para el 95% de 1,33,8), para el retraso del crecimiento intrauterino del 1,5% y para el parto prematuro del 1,6% [7]. TERATOGENICIDAD DE LOS FAE CLÁSICOS Es un hecho conocido el de la teratogenicidad de los FAE clásicos por diferentes motivos ya analizados previamente. La PHT, PB y CBZ son metabolizados vía oxidación; se forman metabolitos intermediarios que pueden acumularse en el feto y se cree pueden ser los responsables de los defectos congénitos. Son importantes también los estudios a más largo plazo para evaluar la posible repercusión de los FAE durante la gestación sobre las funciones neurocognitivas. Un ejemplo clásico es el síndrome valproico fetal que, aparte de las malformaciones, puede dar lugar a un retraso del desarrollo, que en algunos casos no será evidente más que al cabo de unos años. Existen pocos trabajos de seguimiento sobre los efectos teratogénicos de los FAE sobre las funciones cognitivas. Koch et al demuestran anomalías menores en la exploración neurológica, menor rendimiento intelectual, e incluso en los trazados electroencefalográficos [8]. Cuando habían recibido monoterapia estos efectos se minimizaban considerablemente. En el estudio MADRE sobre 8.005 casos de malformaciones congénitas, 229 estaban expuestos a FAE durante la gestación [9]. En monoterapia 65 recibieron PB, 80 VPA, 46 CBZ, 24 PHT y 16 otros FAE. Los pacientes expuestos a VPA tenían una incidencia más elevada de defectos vertebrales, y los expuestos a PB, defectos de la línea media facial; las malformaciones cardíacas eran más frecuentes con PB, VPA y CBZ, y las hipospadias, con VPA. En otro estudio multicéntrico realizado en Japón, Italia y Canadá sobre 983 embarazadas epilépticas, se detecta un 3,1% de malformaciones en gestaciones no expuestas a FAE y un 9% en las expuestas. La mayor incidencia de malformaciones se dieron con la exposición a PRM (9,18%), VPA (11,1%), PHT (9,1%), CBZ (5,7%) y PB (5,1%). Con politerapia el incremento de malformaciones era notable, especialmente con VPA+CBZ o PHT+PRM+PB. Estas combinaciones deberían evitarse durante la gestación [10,11]. El ácido valproico inhibe el metabolismo intermediario oxidativo y el ácido fólico. La interferencia en el metabolismo del ácido fólico también se ha implicado como mecanismo de teratogénesis. El ácido fólico interviene en la biosíntesis del ADN y ARN, y con el metabolismo de algunos aminoácidos. El papel del ácido fólico en los defectos del tubo neural sigue siendo una incógnita, sin embargo el VPA, que puede causar defectos del tubo neural, interfiere claramente en el metabolismo del ácido fólico inhibiendo la glutamato formiltransferasa. El estudio multicéntrico del MRC, que incluía a 1.817 embarazadas con riesgo alto para defectos del tubo neural, demostró que una dosis diaria de ácido fólico de 4 mg podía prevenir estos defectos [12]. Por su parte, el VPA durante la gestación incrementa el riesgo de teratogenicidad en forma de cardiopatía congénita (26%), dismorfia facial (puente nasal pequeño, orejas pequeñas, filtro plano y largo, micro/retrognatia), malformaciones de la línea media, defectos del tubo neural (3%), S 137 J. CAMPISTOL malformaciones genitourinarias (22%), del aparato respiratorio en el 16% (hipoplasia pulmonar) y otras anomalías menores (musculoesqueléticas en el 62% y cutáneas en el 30% de los casos), configurando la embriopatía por VPA [13-16]. Asimismo, se ha demostrado afectación cognitiva a más largo plazo dentro del síndrome del VPA fetal y últimamente han aparecido algunos casos de autismo en hijos de madres que recibieron este medicamento durante la gestación [17]. Respecto al sistema nervioso central, los defectos a este nivel son poco conocidos; algunos autores hablan de una microlisencefalia como la responsable de las manifestaciones neurológicas en el síndrome del VPA fetal [16]. En algún caso excepcional se ha implicado la craneoestenosis de la sutura metópica al VPA durante la gestación [18]. En el estudio de Kaneko et al se demuestra que la teratogenicidad por el VPA no se presenta cuando los niveles plasmáticos se mantienen por debajo de 70 µg/mL. El mecanismo por el cual se produce esta teratogenicidad por el VPA sigue siendo poco conocido, sin embargo se postula un incremento de los niveles de retinol por el VPA, aunque descienden con el empleo de dicho medicamento en politerapia. Este trastorno del balance de los retinoides puede conducir a una alteración de la regulación de la expresión del gen Hoxa-1 en la organización neuronal del desarrollo de los rombómeros y ser el responsable de la teratogenicidad [11]. Otros autores postulan una interferencia del VPA sobre el ciclo de la metionina y la disminución de los efectos teratógenos del VPA con el empleo del ácido fólico y de la s-adenosilmetionina [11]. Finalmente, también se hipotetiza sobre la activación del receptor delta del peroxisoma con resultados no concluyentes hasta ahora. Los mismos autores analizan una posible susceptibilidad farmacogenética para los efectos teratogénicos del VPA, según estudios in vitro realizados en animales de experimentación mediante una prueba que permite predecir los posibles efectos embriotóxicos del VPA en animales. Sin duda, su extrapolación en humanos podría ser de gran utilidad para prevenir los efectos teratógenos del VPA [12]. El efecto teratogénico del VPA se potencia con la combinación de los otros FAE. Con la PHT se ha demostrado una incidencia más elevada de dismorfia facial, labio leporino y fisura palatina, defectos cardíacos e hipoplasia ungueal/digital, retardo del desarrollo, anomalías costales, anomalías de pliegues palmares, hirsutismo, cabello de implantación bajo y en algún caso genitales ambiguos, configurando el síndrome hidantoínico fetal. Por otra parte, todos los FAE clásicos pueden en cierta manera causar anomalías similares, por tanto parece más apropiado denominar a este fenotipo sindrómico como síndrome fetal por anticonvulsionantes. La PHT también puede producir afectación cognitiva en hijos de madres que han recibido este fármaco durante la gestación [19]. La CBZ se asocia durante el embarazo con defectos del tubo neural, con una incidencia del 0,5% al 1%, anomalías genitourinarias y defectos faciales menores. Sin embargo, no se han demostrado cardiopatías congénitas, defectos de la línea media, ni afectación cognitiva por la ingesta de la CBZ durante la gestación. También se han descrito anomalías oculares atribuibles al CBZ como anoftalmia, microftalmia o colobomas retinianos [19,20]. En los hijos de mujeres expuestas a CBZ durante la gestación también se ha demostrado un crecimiento intrauterino re- S 138 tardado con una disminución de 250 g de peso en relación con los controles y un incremento de la incidencia de malformaciones con un riesgo relativo de 2,24. Por último, el PB puede producir similares anomalías durante la gestación, excepto los defectos del tubo neural [2,19]. Es interesante el estudio de Tirtze et al sobre 59 hijos de madres epilépticas seguidos en el estudio longitudinal de Berlín [21]. Trascurridos más de 18 años no se constataron problemas de separación o desempleo, más que en la población control. Sin embargo, se comunicó un incremento de los problemas de salud, menor calidad de vida y mayor estrés, junto a un nivel educacional o profesional inferior. Los factores de riesgo mas importantes para estas diferencias eran el inicio precoz o la gravedad de la epilepsia en las madres. Otras anomalías poco descritas en relación con los FAE son las dentales, en forma de hipoplasia mandibular e hipodontia [22]. TERATOGENICIDAD DE LOS NUEVOS FAE Los datos disponibles sobre el papel de los nuevos FAE como agentes teratogénicos durante la gestación son escasos y limitados. Por ello, tal como se indica en la ficha técnica: ‘No se recomienda su administración durante el embarazo a menos que, en opinión del médico, el potencial beneficio del tratamiento para la madre compense cualquier posible riesgo para el feto en desarrollo’. En general, todos ellos tienen una farmacocinética favorable, con un transporte ligado a proteínas prácticamente mínimo. De los nuevos FAE (GBP, LTG, FBM, TGB, OXC, TPM, zonisamida (ZNS), levetiracetam (LVT) y VGB), solamente TPM y OXC tienen un moderado efecto inductor sobre el citocromo P450 y apenas producen metabolitos intermediarios tóxicos. En animales de experimentación, LTG y GBP parecen ser los menos teratogénicos, mientras que el TPM puede producir anomalías de extremidades en ratas y conejos. Las malformaciones que ocurren en animales, sin embargo, no predicen la teratogenicidad en humanos. Por ejemplo, TPM puede causar agenesia de miembros en ratas sin efectos relevantes hasta ahora en humanos. Por otro lado, los efectos cognitivos en humanos difícilmente pueden valorarse en animales [2]. Los escasos datos existentes sobre embarazos a término con los nuevos FAE no permiten extraer muchas conclusiones, aunque existe la impresión de que la teratogenicidad no es tan manifiesta como con los FAE clásicos. La mayoría de los FAE clásicos (CBZ, PB, PHT y VPA) pueden producir retraso del crecimiento intrauterino, anomalías esqueléticas, defectos orofaciales, anomalías cardiovasculares, malformaciones del tubo neural o urogenitales. Por su parte, con los nuevos FAE se han comunicado, hasta el momento, retrasos del crecimiento intrauterino, anomalías esqueléticas y en algún caso malformaciones orofaciales. No obstante, harán falta series mucho más amplias de pacientes en tratamiento y con un seguimiento a más largo plazo para evaluar realmente la teratogenicidad de los nuevos FAE [2]. De los datos más recientes en humanos con los nuevos FAE se ha comunicado en uno de los estudios de farmacovigilancia 10 pacientes tratados con FBM, 16 con GBP, 53 con LTG, 12 con OXC, 23 con TGB, 8 con TPM y 80 con VGB. Seis de los hijos de estas mujeres sometidas a los diferentes fármacos presentaron malformaciones congénitas, sin embargo ninguna madre había REV NEUROL 2002; 35 (Supl 1): S135-S143 EFECTOS TERATÓGENOS DE FAE recibido el tratamiento en monoterapia. El registro concluye enfatizando en la necesidad de incluir a cualquier embarazada sometida a un de los nuevos FAE en un registro multicéntrico de embarazadas [2]. En una comunicación preliminar, Battino et al presentan los resultados del registro EUREP sobre una población de mujeres epilépticas embarazadas, y destacan, sobre siete embarazos: con FBM un aborto espontáneo, dos abortos provocados y cuatro recién nacidos sanos; con GBP: cinco abortos inducidos, siete recién nacidos a término sanos y tres con defectos congénitos; con LTG: seis abortos espontáneos, 22 abortos inducidos, 125 recién nacidos sanos y 10 con defectos; con TGB: cuatro abortos espontáneos, cinco abortos inducidos, ocho recién nacidos sanos y uno con defectos congénitos; con TPM: 16 abortos espontáneos, 11 abortos inducidos, 23 recién nacidos sanos y 13 con defectos congénitos; con VGB: 16 abortos espontáneos, 94 recién nacidos sanos y 13 con defectos congénitos; finalmente, con ZNS: dos abortos inducidos, 22 recién nacidos sanos y dos con defectos congénitos (Tabla) [23]. TOPIRAMATO EN EL EMBARAZO En un estudio sobre teratogenicidad por el TPM en monos se demostró una reducción del peso fetal y un retraso de la maduración ósea en dosis de 500 mg/kg/día, además el incremento de malformaciones en fetos con distintas dosis confirma el poder teratogénico de este fármaco. En ratones las malformaciones se circunscribían a las extremidades y dedos, y solamente con el empleo de dosis altas de TPM (500 mg/kg/día), sin embargo no existe hasta el presente extrapolación en humanos. En estudios en mujeres embarazadas se ha demostrado también que el TPM tiene un paso fácil a través de la barrera placentaria y a su vez se excreta por la leche materna, demostrándose concentraciones similares a las plasmáticas. En casos aislados de mujeres embarazadas que recibieron TPM durante la gestación se han descrito anomalías como un crecimiento intrauterino retardado en algún caso aislado, hirsutismo, hipoplasia nasal e hipoplasia ungueal del quinto dedo [24,25]. LAMOTRIGINA EN EL EMBARAZO Los datos de que disponemos en la actualidad acerca del uso de LTG durante el embarazo son limitados, y por ello, tal como se indica en la ficha técnica: ‘No se recomienda la administración de lamotrigina durante el embarazo a menos que, en opinión del médico, el potencial beneficio del tratamiento para la madre compense cualquier posible riesgo para el feto en desarrollo’. La LTG es un débil inhibidor de la dihidrofolato reductasa [26]. Existe un riesgo teórico de malformaciones fetales cuando la madre es tratada con un inhibidor del folato durante el embarazo. Sin embargo, los estudios de toxicología reproductiva realizados con LTG en animales, en dosis de hasta 1,2 veces superiores a la dosis máxima terapéutica en humanos (500 mg/día), no mostraron efectos teratogénicos. Aunque el número de casos registrados hasta la actualidad es insuficiente para obtener conclusiones definitivas, de momento no se ha observado que haya una mayor incidencia de anomalías congénitas en comparación con la población sana. – Monoterapia con LTG: de los 120 nacimientos expuestos durante el primer trimestre de embarazo al fármaco en monoterapia se observaron tres nacimientos con defecto (malfor- REV NEUROL 2002; 35 (Supl 1): S135-S143 mación esofágica, malformación ósea en pie derecho y una fisura del paladar blando), de manera que la proporción de nacimientos con defecto observada fue del 2,5% (IC 95%: 0,6-7,7%) [27]. – Monoterapia y politerapia combinadas: la proporción de nacimientos entre los expuestos al fármaco en el primer trimestre (n= 275), en los que se apreció algún defecto al nacer (n= 13), fue del 4,7% (IC 95%: 2,6-8,1%). – Politerapia incluyendo VPA: se observaron cinco nacimientos con anomalías importantes en los 48 nacimientos (10,4%) expuestos a LTG y VPA, con o sin un tercer FAE (IC 95%: 3,9-23,4%). Si se incluyen los tres nacimientos con defectos menores mencionados anteriormente, la proporción de anomalías importantes observada es del 16,7% (IC 95%: 8,0-30,8%). Este grupo fue el que presentó la mayor proporción de defectos congénitos observados entre las exposiciones durante el primer trimestre de embarazo en el registro [28]. – Politerapia sin incluir VPA: se observaron cinco nacimientos con anomalías importantes en los 107 nacimientos a término (4,7%) expuestos a LTG y al menos otro FAE, excepto VPA (IC 95%: 1,7-11,1%). No se observó ningún patrón común entre las anomalías congénitas registradas. Hasta la fecha no se ha observado ningún patrón determinado de anomalías de entre los defectos de nacimiento comunicados en el registro. Los hallazgos observados hasta ahora sugieren que la proporción de defectos observados en las pacientes tratadas con LTG no es mayor que la que se espera en las pacientes embarazadas con epilepsia. Sin embargo, el número de casos registrados hasta la actualidad es insuficiente para obtener conclusiones definitivas, por lo cual únicamente debe administrarse durante el embarazo si los beneficios que se esperan para la madre superan los riesgos para el feto [28-30]. Otros autores determinaron mediante HPLC las concentraciones plasmáticas (Cp) y en leche materna que alcanzaba LTG tras el embarazo en nueve mujeres, y también midieron las Cp alcanzadas en sus diez hijos. Las muestras se tomaron en el parto, en los primeros tres días después de éste y a las 2-3 semanas de lactancia tras el parto [31]. En el momento del parto las Cp de LTG en la madre fueron similares a las obtenidas en el cordón umbilical, lo que indica una amplia transferencia placentaria de LTG; en el recién nacido se observó una lenta disminución en las Cp de LTG, y a las 72 horas del parto, la mediana de los niveles plasmáticos de LTG en los bebés fue el 75% de los observados en el cordón umbilical (intervalo 50-100%). La relación de concentración en leche frente a Cp de LTG en las mujeres fue del 0,61 (mediana, intervalo 0,47-0,77) a las 2-3 semanas del parto y las Cp de LTG en los lactantes fueron del orden de un 30% (mediana, intervalo 23-50%) de las Cp alcanzadas en sus madres. Las Cp de LTG en la madre aumentaron significativamente durante las primeras dos semanas tras el parto, y el incremento en la relación Cp/dosis fue del 170% (mediana) [32]. En conclusión, los autores observan un marcado cambio en la cinética de LTG tras el parto, lo que posiblemente refleja que durante el embarazo tiene lugar un aumento del metabolismo de LTG que posteriormente se normaliza tras el parto. LTG se excreta en grandes cantidades a través de la leche materna (se calcula que la dosis que ingiere el lactante puede ser 0,2-1 mg/kg/día a las S 139 J. CAMPISTOL 2-3 semanas del parto), circunstancia que, combinada con la lenta eliminación de LTG en el lactante, podría conducir a un intervalo de Cp en el lactante similares a las observadas si se le administrara directamente el tratamiento. Sin embargo, los autores no observaron ningún efecto adverso en los niños. Las conclusiones a las que llegó Berry tras el seguimiento de 35 embarazos en 34 mujeres en tratamiento con LTG fueron semejantes a las de Ohman [31,33-35]. Tabla. Efectos teratógenos de los nuevos FAE [23]. Aborto Aborto inducido Normal Defecto congénito FBM 1 2 4 0 GBP 0 5 7 3 LTG 6 22 125 10 TGB 4 5 8 1 GABAPENTINA EN EL EMBARAZO TPM 16 11 23 13 La GBP ha demostrado ser tóxica para fetos de roedores, ya que causa retraso en la osificación del cráneo y vértebras. Estos efectos aparecían cuando los ratones gestantes recibían dosis de 1.0003.000 mg/kg/día durante el período de organogénesis. La dosis máxima sin efecto teratogénico era de 500 mg/kg/día. También la administración regular de GBP a ratas, antes de la gestación y durante la misma, condicionaba una mayor incidencia de uterohidronefrosis. En conejos se observó un aumento de pérdidas fetales [36]. No existen en realidad amplias series en humanos y los escasos resultados disponibles proceden del programa EUREP [22]. No existen estudios comparativos sobre los efectos teratógenos de la GBP en la mujer embarazada, si bien algunas mujeres embarazadas fueron incluidas en ensayos clínicos con GBP. Nueve de ellas quedaron embarazadas durante el curso de los estudios, cuatro decidieron interrumpir el embarazo y las cinco restantes continuaron la gestación, recibiendo GBP (900-1.800 mg/día). Cuatro niños nacieron sanos y fueron seguidos hasta los 3 años. El quinto sufrió disnea al nacer, estenosis pilórica y hernia inguinal, pero por lo demás estaba sano al año de vida. GBP se excreta por la leche materna, y al desconocer los efectos sobre el recién nacido deberá utilizarse la lactancia materna solamente si los beneficios para la madre y el recién nacido superan claramente los potenciales riesgos para el bebé [2,3]. VGB 16 0 94 13 ZNS 0 2 22 2 LEVETIRACETAM DURANTE EL EMBARAZO En animales de experimentación (ratones y conejos) no se han objetivado efectos tóxicos sobre la capacidad reproductiva, tampoco se han observado efectos teratogénicos sobre las ratas expuestas al final de la gestación. Dosis muy altas de LEV (>350 mg/kg/día) se podían asociar con anomalías esqueléticas menores, retardo del crecimiento intrauterino; dosis superiores (1.800 mg/kg/día) incrementaban significativamente la mortalidad fetal [37]. Mientras no se disponga de más información no se debe prescribir en mujeres embarazadas [38]. Tampoco se han demostrado en animales de experimentación diferencias significativas en los efectos teratógenos del LEV, piracetam y REV [39]. ZONISAMIDA DURANTE LA GESTACIÓN Se dispone de escasa experiencia con este nuevo FAE, aprobado como terapia añadida frente a las crisis parciales, con una farmacocinética lineal y un mecanismo de acción poco conocidos todavía. En una revisión sobre 26 embarazos expuestos a ZNS se detectaron dos malformaciones (anencefalia y defectos atrioseptales), y se constató en ambos casos niveles de ZNS inferiores al margen terapéutico durante la gestación. En ambos casos las pa- S 140 FBM: felbamato; GBP: gabapentina; LTG: lamotrigina; TGB: tiagabina; TPM: topiramato; VGB: vigabatrina; ZNS: zonisamida. cientes recibían ZNS en politerapia. En los demás embarazos con ZNS en monoterapia apenas se constataron problemas [40]. Son interesantes también los resultados preliminares del programa EUREP (Tabla). TIAGABINA DURANTE LA GESTACIÓN No existe evidencia de un incremento de la teratogenicidad por la TGB durante la gestación. En estudios con animales de experimentación no se demostraron efectos carcinogénicos, teratogénicos o genéticos después de la exposición a dosis altas de TGB [41, 42]. La experiencia en mujeres embarazadas expuestas a TGB es escasa, y destaca que, sobre 21 embarazos, ocho evolucionaron favorablemente [41]. Los resultados preliminares del EUREP solamente confirman una malformación congénita sobre nueve gestaciones expuestas a TGB (Tabla) [22]. VIGABATRINA DURANTE LA GESTACIÓN Existen pocos datos sobre los efectos teratogénicos de la VGB a pesar del tiempo que lleva introducido. Son conocidos sus efectos sobre los niveles de GABA en el sistema nervioso central. En animales de experimentación (ratones), administrada en dosis elevadas (300-450 mg/kg), inducen un retraso del crecimiento intrauterino, hipoplasia mandibular, paladar ojival, defectos distales, exoftalmos (que se dan con relativa frecuencia) y anomalías esqueléticas (hipoplasia del hueso macizo facial, fusión costal, vertebrales, tarsales o hipoplasia distal). El mecanismo de producción del efecto teratogénico de la VGB radica posiblemente en una disminución de la metionina en la placenta y en el feto [43]. En el estudio preliminar de Battino se demuestra, sobre 123 embarazos en tratamiento con VGB, una incidencia elevada de abortos espontáneos y 13 defectos congénitos. Las demás gestaciones cursaron sin problemas [22,44]. Debido a los problemas de reducción concéntrica de los campos visuales, su uso, especialmente en adultos, ha descendido mucho, a pesar de ser un buen fármaco, y por ello el número de mujeres embarazadas en tratamiento con VGB es muy escaso. OXCARBACEPINA DURANTE LA GESTACIÓN Se trata de un nuevo FAE del que se dispone de poca experiencia en nuestro España, no así en otros países donde se comercializa REV NEUROL 2002; 35 (Supl 1): S135-S143 EFECTOS TERATÓGENOS DE FAE hace más de 10 años. Sin embargo, en la gestación se dispone de poca experiencia. En animales de experimentación no demostró efectos teratógenos en ratas, aun a pesar de utilizar dosis altas de fármaco. No se demostraron efectos tóxicos sobre la madre y no se alteraba el desarrollo preembrionario [45]. Se ha demostrado in vitro que la OXC se metaboliza a 10-OHCBZ en la placenta humana, hallazgo que sugiere que la placenta puede participar en el metabolismo de la OXC in vivo, al contrario de lo que ocurre con la CBZ [46]. TERATOGENICIDAD DE LOS FAE DURANTE LA GESTACIÓN. AVANCES Todas las variables antes comentadas influyen sin duda en la génesis de las malformaciones que manifiestan los hijos de madres epilépticas en relación con las madres no epilépticas; sin embargo, continua sin quedar bien dilucidado y establecido el papel que pueden desempeñar cada uno de los parámetros analizados. Si bien algunas preguntas tienen una respuesta fácil, como el incremento de anomalías de la línea media con el empleo de VPA durante la gestación o de cardiopatías congénitas con PHT, otras no tiene una solución fácil. Los estudios multicéntricos en este sentido han proliferado para intentar responder a muchos interrogantes que aún se plantean frente a una mujer epiléptica, antes y durante la gestación. Por ello han proliferado estudios multicéntricos colaborativos en Europa (EURAP, MADRE), en América del Norte (NAREP), o Australia y la India, para acoger un número importante de pacientes expuestas a diferentes FAE y monitorizadas adecuadamente para obtener resultados valorables y aplicables a toda la población de embarazadas epilépticas [2,44,47-49]. Teóricamente, mediante estos registros se recogerá una población importante de mujeres sometidas a diferentes FAE y se podrá analizar la incidencia real de las malformaciones mayores y menores, el tipo, la gravedad, el papel de las convulsiones, el valor de la monitorización de los niveles de FAE, los datos de los diagnósticos prenatales, así como de los datos del parto y del período neonatal inmediato En nuestro país, el Grupo de Epilepsia de la LECE decidió unirse al programa EURAP, para contribuir a este importante registro multicéntrico europeo [44,48,49]. El EURAP es una corporación de grupos de investigación independientes que se han puesto de acuerdo para elaborar un protocolo común con el fn de realizar un estudio prospectivo de lo que sucede cuando, durante el embarazo, ha habido una exposición a los FAE, al tiempo que se establece un registro de FAE y embarazo. A pesar de los avances en el conocimiento de los efectos teratógenos de los FAE, en la actualidad no existe acuerdo sobre cuál de los diferentes FAE es más teratogénico y cuál es el más seguro durante el embarazo. Para evitar los sesgos de selección, los estudios deben ser prospectivos e incluir un abundante número de embarazadas. Al mismo tiempo, el EURAP es simplemente un estudio observacional que no interfiere para nada en el tratamiento prescrito por el facultativo. Su objetivo final es reunir toda la información sobre los distintos factores de riesgo durante el embarazo y averiguar qué papel desempeña cada uno de ellos. Todas las mujeres embarazadas que toman FAE pueden incluirse en el estudio. Los casos deben comunicarse al registro lo antes posible, siempre antes de la semana 16; posteriormente se realizan cuatro revisiones, la última de las cuales tiene lugar un año después REV NEUROL 2002; 35 (Supl 1): S135-S143 del parto, para evaluar al lactante y su desarrollo. Creemos que esta fecha es muy prematura, ya que difícilmente se podrá evaluar con precisión el desarrollo psicomotor de un lactante de 12 meses dado que, aparte de las malformaciones mayores, los FAE durante la gestación pueden dar lugar a malformaciones y problemas menores, como pequeños trastornos de desarrollo o problemas en la escolaridad, que, lógicamente, no pueden diagnosticarse al año de vida. En cualquier caso, la idea del EURAP, al igual que la de otros registros internacionales (NAREP, UK Register, Australia, KREP), o bien otros de la propia industria como LTG, GBP y VGB, es buena. Sus objetivos capitales son comparar la seguridad de los diferentes FAE en el feto humano, en relación con su capacidad de producir malformaciones mayores y retraso del crecimiento posnatal [50]. CONCLUSIONES Con los datos disponibles en la actualidad, y a falta de un mayor consenso fruto especialmente de los resultados de los estudios multicéntricos actualmente en marcha, podríamos resumir el enfoque del manejo de la epilepsia en la mujer embarazada en cuatro apartados: 1. Consejo preconcepcional. Las mujeres epilépticas deben conocer antes de la gestación el riesgo de que aumenten las crisis durante la misma, a la vez que debemos insistir en la necesidad de un buen cumplimiento terapéutico. Con un adecuado tratamiento y seguimiento, el 90% de los embarazos de mujeres epilépticas culmina satisfactoriamente para la madre y el hijo. Estos datos deben transmitirse a la pareja antes de la gestación. A su vez, deben ser informados con todo detalle de los riesgos que supone el no seguir un adecuado control, el incumplimiento terapéutico o el seguimiento estricto durante todo el embarazo en cuanto a los factores que potencialmente pueden agravar una epilepsia, los reconocimientos que deberá efectuar durante el seguimiento y la pauta a seguir en caso de evidenciar una malformación mediante amniocentesis o ecografía de alta resolución [51]. Es importante tres meses antes de la gestación consumir una dieta rica en ácido fólico y en los tres primeros meses de gestación un suplemento de 4 mg diarios de ácido fólico para prevenir defectos del tubo neural. El riesgo de malformaciones, o anomalías menores, es dos o tres veces superior en hijos de madres epilépticas, al tiempo que existe una predisposición genética para padecer las anomalías morfológicas. Cuando la paciente lleve más de dos años libre de crisis se puede intentar retirar lentamente la medicación previa a la gestación. Si debe continuar con FAE, evitar las dosis elevadas de éstos y especialmente la politerapia. Siempre que sea posible se intentará la monoterapia. Cuando reciben VPA se deben distribuir las dosis para evitar picos elevados del fármaco. Procurar obviar el VPA o la CBZ cuando existen antecedentes familiares de malformaciones del tubo neural, y especialmente la combinación de VPA con CBZ o PB. Con los datos disponibles en la actualidad no se recomienda iniciar un FAE de los considerados nuevos durante la gestación, dado que su potencial teratogenicidad es aún muy desconocida [2,22]. 2. Manejo durante la gestación. Muchos embarazos de mujeres epilépticas no han sido previamente planificados, por lo que con frecuencia la mayoría de los pasos antes comenta- S 141 J. CAMPISTOL dos no será posible realizarlos. Es también importante comentar a la embarazada que su epilepsia no tiene por qué empeorar, siempre y cuando el cumplimiento terapéutico sea el adecuado. Debe evitar la cafeína, el alcohol y el tabaco durante la gestación, y mantener una adecuada nutrición. La hiperemesis gravídica puede conducir a una disminución de la absorción de los FAE y también se debe tener presente. Deberán evitar el estrés, la ansiedad y la privación de sueño. Deberán monitorizarse los niveles plasmáticos de los FAE y mantenerlos en los niveles mínimos para controlar las crisis; cuando reciben PHT, determinar la fracción libre. En el estudio de Kaneko et al se demuestra que la teratogenicidad por el VPA no se presenta cuando los niveles plasmáticos son inferiores a 70 µg/mL, por tanto sería recomendable intentar mantenerlos siempre por debajo de estos valores [10]. Es importante llevar a cabo un reconocimiento obstétrico regular durante toda la gestación. El diagnóstico prenatal es muy importante en estos casos, por lo que se recomienda la realización de exámenes ecográficos de alta resolución a partir de la semana 12 de gestación para identificar defectos del tubo neural. A partir de la semana 20, la ecocardiografía fetal permite identificar el 85% de los defectos cardíacos. La ecografía fetal de alta resolución también permite detectar a partir de la semana 20 defectos de la línea media facial. Las posibilidades de un diagnóstico precoz de estas malformaciones deben discutirse previamente con ambos progenitores. Cuando el riesgo de defectos del tubo neural es elevado (VPA, CBZ y con los nuevos FAE) se debería proponer la amniocentesis (semana 14-17) con determinación de alfafetoproteína [52]. Las mujeres que están recibiendo antiepilépticos inductores enzimáticos (PHT, PB, PRM, CBZ, TPM y OXC) con posibilidad de deficiencia de vitamina K, deben recibir diariamente durante el último mes de gestación fitomenadiona (10 mg/día por vía oral) [52]. 3. Manejo durante el parto. Debe tener lugar en un centro hospitalario y considerarlo como un embarazo de riesgo. Después del parto se deben monitorizar los niveles del FAE. Las crisis tonicoclónicas pueden aparecer durante el parto o inmediatamente después en el 1-2% de las mujeres con epilepsia. Deben tratarse con benzodiacepinas por vía endovenosa. De repetirse las crisis o aparecer un estado de mal debe proponerse la cesárea urgente. Las complicaciones obstétricas durante el parto son algo más frecuentes en las mujeres con epilepsia, e incluyen la hemorragia vaginal, anemia y preeclampsia [2,5,53]. 4. Manejo en el posparto. Se debe administrar fitomenadiona (vitamina K: 1 mg EV/IM) al recién nacido inmediatamente después del parto. El bebé debe ser examinado en busca de anomalías morfológicas asociadas a los FAE. Asimismo, se deberá proceder a un examen neurológico completo para valorar la existencia de hipertonía muscular, llanto agudo, temblores, clono, vómitos o síndrome de abstinencia. Por otra parte, la sedación por FAE es otro hecho común y se puede manifestar en el neonato con somnolencia, hipotonía, debilidad e insuficiente ganancia ponderal. Estos últimos efectos son más frecuentes con PB, PRM y benzodiacepinas (BDZ). Asimismo, el neonato puede presentar trastornos del ritmo de sueño y un síndrome de abstinencia manifiesto. En cuanto a la madre y las posibilidades de alimentar al pecho al bebé, debemos señalar que la CBZ y PB se eliminan en elevadas concentraciones a través de la leche materna, en cambio PHT y VPA sólo se presentan en concentraciones muy bajas. El PB produce una notable sedación en el bebé a través de la leche materna y debe evitarse. Deben evaluarse los posibles efectos secundarios de PB, clobazam, GBP, LTG, OXC y VGB sobre el recién nacido alimentado al pecho. Existe muy poca información sobre FBM, TGB y TPM en esta situación. Sin embargo, los beneficios de la lactancia materna superan con creces estos pequeños inconvenientes, que si se conocen se pueden vigilar e incluso obviar en algunos casos. BIBLIOGRAFÍA 1. Meadow SR. Anticonvulsivants drugs and congenital abnormalities. Lancet 1968; 2: 1296. 2. Morrel MJ. The new antiepileptic drugs and women efficacy, reproductive health, pregnancy and fetal outcome. Epilepsia 1996; 37 (Suppl): S34-44. 3. Pita E. Antiepilépticos y embarazo. In Forcadas MI, Martínez M, coords. Epilepsia y Mujer. Grupo de Estudio de la Epilepsia. Sociedad Española de Neurología. Barcelona: Sanofi; 1998. 4. Yerbi MS, Field MN, McCornick C, Sells CJ. 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Para considerar los efectos teratógenos de la epilepsia y los fármacos antiepilépticos debemos en primer lugar tener presentes una serie de premisas y consideraciones que juegan sin duda un importante papel en la génesis del posible daño sobre el feto. Estos factores son los cambios que se producen durante el embarazo, el paso de los fármacos a través de la barrera placentaria, las malformaciones que tienen lugar en hijos y familiares de mujeres epilépticas y finalmente el efectos de las crisis sobre el feto. A continuación se revisan los mecanismos de teratogenicidad de los FAE clásicos y de los nuevos FAE. El conocimiento que existe sobre los efectos nocivos de los nuevos FAE es muy escaso y además muchos de ellos se emplean en politerapia, por ello son necesarios estudios multicéntricos con un importante grupo de participantes para obtener resultados extrapolables a toda la población. Desgraciadamente, hoy en día los hechos no están en absoluto aclarados y no existen unas recomendaciones definitivas para el uso de FAE durante la gestación. Con este fin se ha diseñado el EURAP, que constituye uno de los estudios multicentricos en marcha en Europa y en el que participan muchos especialistas de nuestro país. Conclusiones. Son precisos estudios multicéntricos con un amplio número de participantes para obtener datos fiables sobre teratogenicidad por los distintos FAE en mono o biterapia, con especial énfasis en los nuevos FAE. Se concluye con unas consideraciones finales para intentar reducir al máximo los efectos teratógenos en la embarazada con epilepsia. [REV NEUROL 2002; 35 (Supl 1): S135-43] Palabras clave. Embarazo. Epilepsia. EURAP. Nuevos fármacos antiepilépticos. Protocolo de tratamiento. Teratogenicidad. EFEITOS TERATOGÉNICOS DA EPILEPSIA E DOS FÁRMACOS ANTIEPILÉPTICOS Resumo. Objectivo. No presente trabalho são revistos os principais estudos sobre a teratogenicidade relacionada com a epilepsia, e especialmente com os fármacos antiepilépticos (FAE), focando os recentes conhecimentos sobre os novos FAE. Desenvolvimento. Para considerar os efeitos teratogénicos da epilepsia e dos antiepilépticos, devemos em primeiro lugar ter presente uma série de premissas e considerações que sem dúvida desempenham um papel importante na génese do possível efeito sobre o feto. Estes factores são as alterações que se produzem durante a gravidez, a passagem dos fármacos através da barreira placentária, as malformações que têm lugar em filhos e familiares de mulheres epilépticas e finalmente o efeito das crises sobre o feto. A seguir são revistos os mecanismos de teratogenicidade dos FAE clássicos e dos novos FAE. O conhecimento que existe sobre os efeitos nocivos dos novos FAE é muito escasso e além disso muitos destes são utilizados em politerapia, pelo que são necessários estudos multicêntricos com um importante grupo de participantes para se obterem resultados extrapoláveis a toda a população. Infelizmente, hoje em dia, os factos não estão totalmente esclarecidos e não existem recomendações definitivas para a utilização de FAE durante a gestação. Para este fim foi desenhado o EURAP, que constitui um dos ensaios multicêntricos em curso na Europa e no qual participam muitos especialistas do nosso país. Conclusões. São necessários estudos multicêntricos com um amplo número de participantes para se obterem dados fiáveis sobre a teratogenicidade pelos distintos FAE em mono ou politerapia, com especial ênfase nos novos FAE. Conclui-se com uma das considerações finais, tentar reduzir ao máximo os efeitos teratogénicos na grávida com epilepsia. [REV NEUROL 2002; 35 (Supl 1): S135-43] Palavras chave. Epilepsia. EURAP. Gravidez. Novos fármacos antiepilépticos. Protocolo de tratamento. Teratogenicidade. REV NEUROL 2002; 35 (Supl 1): S135-S143 S 143