¿A dónde va Egipto?

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¿A dónde va Egipto?
Extraído de Viento Sur
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Países Árabes
¿A dónde va Egipto?
- solo en la web -
Fecha de publicación en línea: Jueves 22 de septiembre de
2011
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¿A dónde va Egipto?
Una revolución y un medio golpe de estado. Los egipcios temen que su revolución contra el régimen dictatorial de
Mubarak sea abortada a medio camino. Habría incluso algunos, aquí o allá, que no quieren creer que lo que ha
ocurrido en Egipto sea una revolución. Las coaliciones, movimientos y partidos que llamaron a los egipcios a salir y
a manifestarse el viernes en las plazas del país tenían por tanto sus razones. Hasta hoy, y después de 7 meses, la
revolución no ha afectado aún a ningún sector principal, como la economía, para responder a una de las demandas
más importantes, que es la "justicia social". Una parte del régimen corrupto y aliada a hombres de negocios trabaja
activamente contra el desmantelamiento del antiguo sistema. La purga de esta alianza entre tiranía y corrupción no
tiene lugar. Y lo peor, una parte del aparato de seguridad del antiguo ministro del interior, Habib Al-Adely -hoy en la
cárcel- sigue funcionando con sus hombres. Es decir que, 7 meses después de la caída del ex-rais, el régimen de
Hosni Mubarak es reproducido sin Hosni Mubarak.
En cuanto al Consejo Militar, sucesor del presidente destituido y actualmente a la cabeza del país, se sospecha que
busca mantenerse en el poder o también que haya realizado un acuerdo con los islamistas, grandes ausentes de
este viernes de la "recuperación del buen camino" para no disgustarle.
En el momento en que los manifestantes gritaban en la plaza Tahrir: "El pueblo quiere depurar el estado", el
gobierno de transición, igual que la Unión Socialista bajo Nasser y luego bajo Sadat, reunió a los agricultores y los
funcionarios del Ministerio de Agricultura en el estadio de El Cairo para celebrar, obligados, la llamada "Jornada del
campesino". Han sido llevados allí en autobuses venidos de las diferentes provincias del país, y pagados con 50 LE
cada uno. Una especie de manifestación pagada para contrarrestar la de la plaza Tahrir. Así, con un pequeño
cálculo, la autoridad actual ha pagado alrededor de 5 millones de LE para comprarse una popularidad, un poco
como el antiguo régimen y su Partido Nacional Democrático. Hace algunos años, estos últimos habían organizado
una manifestación "obligatoria" en ese mismo estadio, para denunciar la guerra en Iraq y responder a las
manifestaciones de la oposición en la calle.
Así pues, es sencillo, el mismo régimen está reproduciéndose. Nuevas leyes o decisiones provenientes del Consejo
Militar se parecen de cerca a las de la época de Mubarak. La más reciente y más similar -también en el lenguaje- es
la proveniente del ministro de información, Ossama Heykal, con declaraciones sobre la "anarquía de los medios".
Un comunicado conjunto del Gobierno y del Consejo Militar, y leído por el nuevo ministro de información, anuncia el
freno a la concesión de licencias a las cadenas de televisión privadas, y medidas legales contra los medios que
"incitan a los disturbios y siembran la cizaña entre los ciudadanos". Ese mismo comunicado critica también a "la
prensa que propaga los rumores y la sedición". Se podría creer que las declaraciones emanan de Anas Al-Fiqui, el
predecesor de Heykal y ferviente partidario de Gamal Mubarak, que nos había acostumbrado a declaraciones
parecidas cada vez que las críticas se planteaban contra Mubarak y el escenario de la sucesión de su hijo. Las
cosas no se paran ahí. Un discurso antirrevolucionario es igualmente claro en las pantallas de la televisión pública,
exactamente como en los primeros días de la revolución, y un espacio"obligatorio" es concedido a los partidarios de
Mubarak. Está en curso una restricción de las libertades de expresión y de las libertades en general. Los índices no
faltan. Las autoridades han cerrado los locales de la cadena qatarí Al-Jazeera Live Egypt, ¡invocando una queja de
los vecinos! Hay también el lenguaje amenazador contra los huelguistas cuando el país está sacudido por la más
importante serie de huelgas, que van desde los médicos a los obreros pasando por los enseñantes. La primera
crítica formulada contra el Consejo Militar está ligada también a su actitud respecto a las huelgas, chispa de la
revolución. Remonta a marzo pasado, cuando los gobernadores promulgaron una ley sancionadora de las
concentraciones y las huelgas, e imponiendo una penalidad que podía llegar hasta un año de prisión y una multa de
al menos 100.000 LE. Frente a estas medidas, los revolucionarios se preocupan. Temen perder las conquistas de la
revolución popular y critican las leyes electorales elaboradas de forma muy discreta y sin verdadera consulta con las
fuerzas políticas. Leyes que favorecen una vuelta al Parlamento de los miembros del partido de Mubarak, hoy
disuelto.
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Pero la más importante crítica concierne a los procesos militares contra los civiles. A pesar de las seguridades del
Consejo Militar de limitar el uso de este tipo de jurisdicción a la brutalidad, la violación y los ataques contra las
fuerzas de seguridad, algunos escritores han sido objeto de procesos militares por haber criticado al Consejo Militar.
Este último, que había prometido detener esos proceso, y derogar el estado de urgencia en pie desde 1981, acaba
de anunciar la prolongación de este estado, aprovechándose de los enfrentamientos de este fin de semana en los
alrededores de la embajada israelí en El Cairo.
Manifestantes armados de martillos y barras de hierro han hecho caer un muro de protección erigido estos últimos
días por las autoridades ante el edificio en el que está esta misión diplomática. Luego han retirado la bandera israelí
de lo alto del edificio, reemplazándola por la bandera egipcia. Pero en los alrededores, y debajo de la embajada
saudita y de la comisaría de Guiza, han estallado violentos enfrentamientos entre manifestantes y policías
antidisturbios en una escena de brutalidad digna del 28 de enero, jornada bisagra de la revolución. Ha habido
muertos, heridos, piedras, gases lacrimógenos y vehículos quemados. Informaciones no oficiales señalan con el
dedo a los hombres de negocios del antiguo régimen. Ellos habrían pagado, como en "la batalla de los camellos" o
en el proceso de Mubarak, a matones y provocadores para destruir la revolución, animando a los militares a
restaurar la dictadura, a la vez que se evitan críticas de Occidente, puesto que Israel está afectado. La democracia
sería sacrificada por los occidentales en la medida en que la seguridad de Israel o la de su misión diplomática está
en juego.
Los revolucionarios no ceden. Exigen a los militares en el poder "un calendario completo que detalle las etapas de la
transición y su vuelta a los cuarteles". Los Hermanos Musulmanes, que se han negado a tomar parte en las
manifestaciones del viernes, han rechazado "toda tentativa de utilizar y de explotar estos incidentes para aplicar
disposiciones marciales, restringir las libertades o retrasar los plazos del período de transición".
Los revolucionarios denuncian una lentitud inaceptable del Consejo Militar en lo que concierne a la transferencia del
poder a los civiles. Se atreven a decirlo sin rodeos, pero ¿de dónde viene la fuerza y el poder de estos insurrectos?
Es sencillo, es imposible desanimarlos y continuarán animando el fuego de la revolución a pesar de las trabas.
Al Ahram hebdo. N 888, semana del 14 al 20 de septiembre de 2011.
Traducción: Faustino Eguberri para VIENTO SUR
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