11mo. grado PRIMAVERA ÁRABE La Primavera Árabe es el nombre con el que mediáticamente se ha identificado la serie de manifestaciones de carácter popular y político que se sucedieron en la región árabe principalmente desde inicios del 2011 y que condujeron a la caída de las dictaduras de Ben Ali en Túnez y Hosni Mubarak en Egipto, el reforzamiento de la violencia en Yemen y la guerra civil en Libia. Algunos analistas internacionales han encontrado puntos de similitud entre la Primavera Árabe y las manifestaciones anticrisis en Europa, Asia y Estados Unidos. Causas. Los analistas más neutrales atribuyen el inicio de las manifestaciones a las consecuencias de la crisis económica y el impacto de esta en una región que prácticamente ha depositado sus confianzas económicas en el petróleo y por ende unido a las economías estadounidense y europeas. Otros especialistas más alineados con el movimiento califican a la "Primavera" como producto de la madurez de una sociedad harta de la poca repartición de las riquezas nacionales y deseosa de mayor participación en las decisiones políticas. Según el investigador Samir Amin en su artículo La Primavera Árabe de 2011[1], en países como Egipto las condiciones estuvieron creadas sobre todo luego de la fustrasión del producida tras la interrupción proceso impulsado por Gamal Abdel Nasser y la llegada de Hosni Mubarak al poder. A pesar de todo, algunos criterios han acusado a la CIA y otros servicios de inteligencia de Europa de interferir en el proceso y crear la cobertura mediática suficiente para demonizar a los líderes. Esa variante ha sido poco confiable sobre todo en el caso de Túnez y Egipto, países aliados completamente a Estados Unidos y aunque gobernados por dictadores estaban a favor de políticas neoliberales. Caso de Túnez. Según los especialistas la Primavera comenzó en Túnez, país que durante varios años estuvo gobernado por el dictador Zin Al Abidin Ben Ali. Las protestas en su inicio reclamaban el aumento de los salarios y mayores medidas por parte del gobierno para enfrentar la creciente carencia que se sumía el país norafricano. Poco a poco y condicionado por la falta de implicación del propio Ben Ali en la solución de los problemas, las manifestaciones tomaron un giro sorprendente hasta comenzar a exigir la salida del dictador y su familia del poder. Juan Cole, especialista en asuntos de la región árabe expresó en su artículo "Lo que la revolución tunecina y WikiLeaks nos dicen sobre el apoyo de EE.UU. a dictaduras corruptas en el mundo musulmán". El 14 de enero. Durante el 5 y el 12 de enero [de 2011], se sucedieron fuertes manifestaciones de descontento popular que alcanzaron todos los puntos de la nación, principalmente en el centro de la capital. Ben Ali dio inicialmente un ultimátum para su eventual dispersión a cambio de mejoras en el salario así como la convocatoria a una votación nacional para decidir un controvertido plan de reformas, inicialmente criticado por la oposición. Tras la negativa de los huelguistas, se dio la orden a las fuerzas militares de avanzar sobre las protestas y apresar a todo aquel que se mantuviese en pie de protesta. El saldo final de la masacre militar fue de casi cien muertos y a pesar de ello las fuerzas anti- Ben Ali pactaron una gran ola de protestas y huelga para el día 14 de enero con un sola consigna: "Fuera el Dictador, Ben Ali asesino". Con las manos manchadas de sangre y las crecientes críticas provenientes de sus hasta entonces aliados, en horas de la tarde Ben Ali huyó del país refugiándose en Arabia Saudí y dejando el poder a merced de sus hasta entonces aliados. Tras la salida de Ben Ali, comenzó una disputa de poder en la nación sobre todo entre las élites que sustentaron la dictadura y nombraron al hasta entonces primer ministro Mohamed Ghanuchi, como jefe del país al frente de un llamado Consejo de Transición. En su primera alocución al público Ghanuchi expresó su intención de centrar su mandato en la reconstrucción de la economía y ampliar el acceso de toda la población riqueza nacional. A pesar de todo, las fuerzas que condujeron a la caída de Ben Ali exigieron la dimisión de Ghanuchi a quien acusaron de continuador de la política de su antecesor y demandaron el inicio de un juicio contra el exmandatario y varios miembros de su familia por corrupción y malversación de la propiedad nacional. Ruptura del gobierno de Ghanuchi. A pesar de los llamados de reconciliación de Ghanuchi, miles de manifestantes continuaron exigiendo la renuncia del gobierno y la realización de elecciones democráticas con el fin de borrar los casi 23 años de dictadura y represión. El 25 de febrero durante una manifestación en la zona de Cartagine donde se encontraba la sede del gobierno provisional, un joven fue asesinado en los enfrentamientos que tuvieron lugar en la capital tunecina entre la policía y grupos de manifestantes que exigían la dimisión del primer ministro de transición, Mohamed Ghanuchi. Tras nuevos enfrentamientos sangrientos en las calles de Túnez, el primer ministro del país norteafricano Mohammed Ghanuchi presentó su dimisión, asumiendo así las consecuencias de las protestas dirigidas contra él. El primer ministro de Túnez, Mohamed Ghanouchi, renunció en un intento por agilizar el camino hacia las elecciones en el país del norte de África. “Mi renuncia brindará un mejor clima para la nueva era”, dijo en la televisión estatal, y reiteró el compromiso del Gobierno 11mo. grado para celebrar comicios el 15 de julio y reemplazar a Ben Ali. Agregó que quería evitar más víctimas en los disturbios políticos del país. En las calles de la capital tunecina se avivaron previamente los duros enfrentamientos de los dos últimos días, cuando numerosos jóvenes intentaron -según testigos- infiltrarse en el Ministerio del Interior. Los jóvenes destrozaron ventanales y levantaron barricadas. Además lanzaron piedras a la policía. Las fuerzas de seguridad respondieron con gas lacrimógeno y disparos de advertencia. Tras la salida de Ghanuchi se iniciaría en Túnez un proceso de vacío de poder y de inestabilidad política que duraría hasta la celebración de elecciones. Enjuiciamiento a Ben Ali. El 20 de junio de 2011, un tribunal de primera instancia condenó a 35 años de cárcel al expresidente de Túnez Zine El Abidine Ben Alí y su esposa, Leila Trabelsi, por malversación de fondos públicos y otros delitos. Tras un día de maratónico proceso judicial en esta capital, la referida corte halló a Ben Alí y a su mujer, ambos radicados en Arabia Saudita desde que huyeron del país el 14 de enero, culpables de robo y posesión ilegal de dinero y joyas, informó la televisión. El principal canal estatal indicó que la otrora pareja presidencial fue sentenciada a pagar una multa total de 65,6 millones de dólares, pese a que el juicio contra ambos por posesión, tráfico y consumo de estupefacientes y armas fue postergado. Según el juez, el depuesto presidente tunecino dejó abandonado en sus palacios, en su huida a la ciudad saudita de Jeddah, cuantiosas sumas de dinero y joyas valoradas en miles de dólares, presuntamente obtenidas mediante desfalcos al erario. La Fiscalía General pidió la pena máxima prevista en el Código Penal de Túnez para Ben Alí y Trabelsi al imputarles el cargo de traición a la patria, mientras el equipo de abogados defensores solicitó sin éxito un aplazamiento del proceso judicial. Caso de Libia. Libia, una nación del norte de África, y ubicada entre Argelia (al oeste), Túnez (al noroeste) y Egipto al este, fue centro de uno de los más sangrientos episodios de la llamada Primavera Árabe. El país, gobernado desde 1969 por el coronel Muamar el Gadafi, ostentaba uno de los mejores niveles de vida de todo el continente africano y un excelente ritmo económico. A pesar de esto, a inicios de enero, una serie de manifestaciones antigubernamentales se manifestaron en la ciudad Bengasi, ubicada en la región noreste. Las manifestaciones reclamaban mejores condiciones de vida para los habitantes de dicha ciudad y responsabilizaban a Gadafi y varios miembros de su círculo de poder de enriquecerse. Tras esto se producirían violentos choques entre los manifestantes, los seguidores del gobierno y la policía, producto de la fuerte represión. Opositores al régimen comenzaron a controlar diversas zonas del país incluyendo Misurata y Bengasi y la capital, Trípoli, sumiendo al país en una guerra civil. A finales de agosto de 2011, las tropas del CNT (Consejo Nacional de Transición), organización político-militar encargada de aglutinar a las fuerzas opositoras a Gadafi entraron en la capital Tripoli, expulsando al gobierno e instaurando un gobierno transitorio. Posteriormente comenzarían una supuesta lucha de pacificación, con la cual intentarían barrer del país a los leales del antiguo régimen, así como encontrar al exlíder libio. Este objetivo se lograría el 20 de octubre de 2011, a las afueras de la ciudad de Sirte, ciudad natal de Gadafi cuando este escapaba mediante un convoy del asedio del CNT y la OTAN. Poco después de su captura Gadafi sería asesinado, en una franca violación de los derechos humanos y de la orden del Tribunal Internacional de Justicia quien había pedido su captura para luego ser enjuiciado; tras esto, el país se envolvió en una fuerte situación de seguridad en medio de los esfuerzos de los nuevos líderes de formar un nuevo gobierno a pesar de sus divergencias y ansias de poder. Caso de Egipto. Gobernado con mano dura desde 1981 por Hosni Mubarak, Egipto fue otro de los escenarios de la Primavera Árabe. Aunque la realidad de Egipto es muy diferente a la tunecina, las expresiones encontraron un punto catalizador tras la caída de Ben Ali el 14 de enero. La mayoría de los reclamos iban en contra del deterioro de la situación social y favor de mayores medidas del gobierno para detener el impacto de la crisis y el ascenso de los precios de los alimentos en la población. A principios del año, focos de manifestaciones se sucedieron en varios espacios del país, principalmente en El Cairo la capital y la ciudad de Alejandría, donde el 28 de enero, casi medio millón de personas provocaron una inmensa manifestación que provocó la salida de las fuerzas policiales. Tras estos hechos, Mubarak convocó a los manifestantes a regresar a sus casas e hizo la propuesta para iniciar un proceso de reconciliación nacional proponiendo cambios sustanciales en la nómina del gobierno, aunque sin tocar para nada su permanencia como presidente de la nación. La Plaza Tahrir y la "Marcha del Millón". El anuncio de cambios propuesto por Mubarak no pudo detener las hordas de protestas que se fraguaba en su contra que a diferencia del movimiento en Túnez, estaba encabezado por líderes opositores tanto en Egipto como en el extranjero, entre ellos el Premio Nobel de la Paz, Mohamed el Baradei. Estos líderes anunciaron a finales de enero, el inicio de una jornada de revueltas populares en las que la renuncia de Hosni Mubarak como presidente se convirtieron en el principal reclamo. Uno de los mayores ejemplos fue la realizada el 1 de febrero en el centro de El Cairo, la cual fue conocida como "la Marcha de Millón" y en la que a juicio de varios periodistas reunió a más de medio millón de personas. Esta marcha marcaría el nacimiento de la Plaza Tahrir como símbolo de la Revolución y centro de reunión de las fuerzas opositoras a Mubarak. 11mo. grado Las medidas de Hosni Mubarak y la entrada de Suleiman. Desesperado y en busca de medidas para asegurar su permanencia en el poder y tratar de aplacar a las personas que protestaban por su salida, Mubarak anuncia la inmediata dimisión del gobierno en pleno y anuncia nuevos cambios en el ejecutivo. Al presentar su nuevo plan para reformar el gobierno y ofrecer garantías democráticas, expresó: "He ordenado que renuncie el Gobierno y que sea formado otro, para que adopte nuevas funciones". Poco después de eso, anunció el nombramiento del hasta entonces jefe de los servicios de inteligencia egipcios, Omar Suleiman como nuevo vicepresidente; con esta decisión Suleiman se convierte en el candidato más probable para suceder a Mubarak al frente del país, por delante del hijo del presidente, Gamal. Posteriormente, Mubarak nombró al general del Aire Ahmad Shafiq, hasta ese momento ministro de Aviación Civil, primer ministro y le ha encargado la tarea de formar el nuevo Gobierno. La neutralidad de Occidente. A pesar del reclamo de cientos de miles de manifestantes y las pruebas aportadas por cientos de agencias de noticias incluida la qatarí Al-Jazeera y la venezolana Telesur sobre la represión de las fuerzas militares, Occidente, en especial Estados Unidos y las potencias europeas, evitaron dirigir palabras de repudio contra Mubarak y se limitaron a presentar discursos llamando a la reconciliación nacional y al inicio de un proceso de transición. Tras los sucesos de la "Marcha del Millón" y el inicio de todo un proceso de detenciones arbitrarias contra los líderes opositores la posición de EE. UU se radicalizó, aunque siguió abogando por la necesidad de iniciar un proceso de transición que permitiese a Mubarak continuar en el poder. Ejemplo de las acciones de neutralidad constituyen las palabras de elogio expresadas por el exprimer ministro británico y enviado especial de Unión Europea para el Medio Oriente Anthony Blair quien se refirió a Hosni Mubarak como: "inmensamente valiente, y una fuerza del bien". Otra de las expresiones vino de parte del gran aliado del gobierno y del régimen en la zona, Israel. Según el diario Haaretz, las autoridades israelíes habían tratado de convencer a sus aliados de que es necesario mantener en el poder a Mubarak, que ha garantizado el cumplimiento del acuerdo de paz firmado entre Egipto e Israel hace más tres décadas, el 26 de marzo de 1979. La salida de Mubarak. Mientras las protestas en contra de las detenciones arbitrarias contra manifestantes y en pos de la salida del presidente egipcio del cargo, muchos medios internacionales y líderes de varias naciones dieron por sentado el hecho de que Mubarak se quedaría sin salidas y anunciaría su dimisión al cargo. Sin embargo, durante un discurso expresó: "las demandas de los manifestantes, que exigen mi renuncia inmediata, son justas y legítimas, y no aceptaré ninguna injerencia extranjera". Mas adelante expresó su intención de mantenerse hasta septiembre y entregar luego la presidencia a un nuevo mandatario, conducta que fue rechazada por los manifestantes de la Plaza Tahrir. Un día después de las polémicas palabras de Mubark y tras una reunión secreta del alto mando militar el entonces vicepresidente egipcio Omar Suleiman se presentó ante las cámaras de la televisión nacional e internacional para leer un mensaje. El presidente de Egipto, Hosni Mubarak, renunció este viernes al cargo tras casi 30 años de gobierno, y cedió el poder al Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas (CSFA), informó la televisión estatal. Instantes después del anuncio de Suleiman, miles de personas desbordaron las calles de todo Egipto en clara celebración por la victoria que marcaba así el fin del dominio de Hosni Mubarak como presidente y que a juicio de muchos brindó la oportunidad de construir un nuevo panorama democrático. Fuente: https://www.ecured.cu/Primavera_%C3%81rabe