RIO+20: ¿Hacia una nueva economía verde –o la vieja economía pintada de verde?1 Jim Thomas2 Hay buenas y malas noticias acerca del futuro de la tierra. Las buenas noticias primero. El próximo año, una enorme Cumbre de la Tierra se aproxima -- una con una orgullosa herencia. Denominadaoficialmente Conferencia de Naciones Unidas sobre Desarrollo Sustentable, la reunión es conocida como Río+20 pues se llevará a cabo veinte años después de la primera Cumbre por la Tierra en Río 1992.Aquella Cumbre (celebrada también a veinte años de la igualmente importante Conferencia de Estocolmo sobre el Medio Ambiente y Desarrollo Humano en 1972) dio origen anumerosas políticas: la Convención Marco sobre Cambio Climático, la Convención sobre Diversidad Biológica, la Comisión de Desarrollo Sustentable, el Principio Precautorio, una larga y ambiciosa lista de promesas llamada Agenda 21, los Principios Forestales, entre otras. Más de un centenar de jefes de Estado y de Gobierno acudierona Río de Janeiro, en medio de una intensa atención mundial. Nuevamente, la reunión regresará a Río del 4 al 6 de junio de 2012. Es una oportunidad para alcanzar un gran acuerdo de nuevo. En una reunión preparatoriarealizada en Nueva Yorkquedó definida la agenda para esta nueva Cumbre de la Tierra. Los líderes presentarán un “documento político” con el foco puesto en la transición hacia una “economía verde” mundial y en la reforma de las instituciones internacionales responsables del desarrollo sustentable. Esta segunda línea de “reformas” podríade hecho reestructurar todo desde el Programade Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) hasta los 500 tratados y acuerdos multilaterales sobre medio ambiente que están actualmente en vigor. Estos cubren desde los químicostóxicos, conservación de océanos, biodiversidad, desertificación, cambio climático, reducción dela capa estratosférica de ozono, hasta la protección de bosques, entre muchos otros. Dada la tendencia al alza de la temperatura global, de la hambruna, de la escasez de agua, y de la pérdida de la biodiversidad, la actualmezcla de eco-gobernanzano está a la altura del desafío.Por lo que RIO+20 es una preciosa oportunidad para que los tomadores de decisiones asuman lo que salió mal para el mundo en los pasados veinte años y se esmeren en planear los siguientes veinte. Con suerte RIO+20 puede dar una sacudida de voluntad política a la agenda ambiental mundial, así como producir un plan inteligentepara poner al planeta de nuevo en el curso correcto. O al menos esa es la teoría. Y ahora llegamos a las malas noticias: en lugar de un plan bien diseñado para salvar la tierra, lo que podría surgir de esta cumbre es un acuerdo para entregar el mundo a un pequeño grupo de banqueros e ingenieros –uno que de paso podría deshacerse de las promesas de la primera Traducido por Luis Eduardo Reyes y Edgar González Gaudiano, como parte de las actividades de divulgación de la Cátedra UNESCO “Ciudadanía, Educación y Sustentabilidad Ambiental del Desarrollo”. 2 Véase el artículo original en Inglés en http://www.grist.org/climate-policy/2011-03-24-rio-20toward-a-new-green-economy-or-a-green-washed-old-economy. 1 1 cumbre de Río. Las tensiones ya se están incrementando entrepaíses del norte y del sur sobre el concepto pobremente definido de “Economía Verde” que será el tema central de la cumbre. ¿Qué es una economía verde mundial? Eso, por supuesto, es una pregunta multitrillonaria. Todos podemos explicar detalladamente los problemas de nuestra contaminada e injusta economía actual (irreflexivamente denominada “economía marrón” por una raza insensible de comentaristas). Sin embargo, se sospecha que las prescripciones propuestas para una “economía verde” son más proclives a crear una economía sólo pintada de verde, o sea, la codiciosa vieja economía de siempre3. La teoría de código de colores dice así: podemos pasar de una economía marrón a una economía verde al invertir más fondos verdes más en el optimismo tecnológico y en la Inversiones Proactivas en Capital Natural (PINC, por sus siglas en inglés) incluyendo innovadores mecanismos de mercado tales como REDD+ (Reducción de Emisiones a través de la Deforestación y la Degradación). Y para completar la paleta de colores, los estados marinos están argumentando que la economía verde también necesita ser azul. ¿Confundido? Las palabras claves a enfatizar aquí son “mercados” y “tecnología”. Tal como las negociaciones mundiales sobre el clima, realizadas hace poco en Cancún, que se han desviado de la difícil tarea de reducir las emisiones y se han orientado hacia gestos políticamente amables sobre comercio de carbono y paneles solares, la brigada de la economía verde podría alejar a la cumbre RIO+20 de apuntar hacia las causas principales de nuestra crisis ecológica. A ellos les gustaría que el esfuerzo se oriente hacia una “perspectiva” que establezca nuevos acuerdos financieros basados en los llamados “servicios ambientales de los ecosistemas” mientras se liberan fondos para las icónicas “tecnologías verdes”. Dos documentosde pesocompleto del PNUMA son “La Economía de los Ecosistemas y la Biodiversidad” (TEEB, por sus siglas en inglés) y el “Reporte sobre la Economía Verde” (GER, por su siglas en inglés) marcan la pauta para este plan. Ahí se argumenta que la naturaleza, igual que un contratista industrial, debe medirse con precisión y valorarse de acuerdo a los "servicios" naturales que ofrece - como la limpieza del agua, la retención de carbono y el ciclo de nitrógeno. Dichos servicios pueden entonces pagarse, compensarse o asegurarseen forma de créditosque pueden ser objeto de comercio para recaudar fondos paraconservación. Mientras eso ocurre, se pueden desarrollar y aplicarnuevas tecnologías “eco-eficientes”, aumentando así el valor de los servicios de los ecosistemas al tiempo que generan ingresos. Si suena más como un plan de negocios que como un acuerdo para proteger la Tierraes porque los negocios están firmemente sentados en el asiento del conductor. El autor principal de ambos documentos (el TEBB y el GER) es un banquero inversionista en año sabático del Deutsche Bank, y los principales animadoresson la mayoría de los numerosos porristas de las compañíasFortune 500de Davosy los diplomáticos del G-8. 3Aquí hay un juego de palabras entre “green” economy y “greed” economy. 2 Lo más alarmante es que algunas voces están posicionando a la “economía verde” como una actualización o reemplazo del “anticuado” concepto de “desarrollo sustentable” que se acordó hace veinte años. Parecen estar felices de deshacerse del “bebé” de Río sobre desarrollo sustentable con el agua sucia de la bañerajusto antes de que alcance la madurez. Si bien el “desarrollo sustentable” tiene sus problemas, como aproximación al menos trató explícitamente de conjuntar las metas ambientales con grandes metas sociales y económicas como la reducción de la pobreza y la creación de una sociedad justa y equitativa. Por el contrario, la idea de una economía verde es como un desarrollo sustentable “lite” con enfoque técnico y para poner“curitas” como soluciones, omiso en el enfrentamiento de las verdaderas causas de la pobreza, la desigualdad y la opresión que conduce a la destrucción ambiental. En un evento paralelo repleto que se llevó acabo en Nueva York titulado “¿La Economía Verde de Quién?”, el Embajador Boliviano Pablo Salóndenunció a este capitalismo verde re-empacadocomo una distracción de los verdaderos problemas y compromisos que RIO+20 tiene que abordar para lograr un desarrollo sustentable. Advirtió que las nuevas formas de mercantilismo y especulación que están siendo propuestas podrían explotar aún más a la naturaleza y al mismo tiempo consolidar las injusticias existentes. Los pueblos indígenas y los movimientos de justicia social que han luchado en contra del desplazamiento que provocan las disposiciones de la REDD+ en el reciente acuerdo de Cancún, están particularmente alarmados sobre el enfoque mercantil que ahora se propone extender a los suelos yocéanos, entre otros. Como señala la activista uruguaya Silvia Ribeiro “a raíz de la mayor crisis financiera de la historia, los mismos banqueros que ni siquiera pueden mantener su propia casa en orden ahora dicen que pueden manejar al planeta. Discúlpennos si no les creemos.” Enfocarnos en las mal definidas “tecnologías verdes” también es problemático. El informe de Economía Verde del PNUMAincluye de manera inflacionista la incineración de biomasa y los biocombustibles como posibles ingredientes en una “economía verde” –soslayando el aumento en el precio de los alimentos, la apropiación de tierras y la contaminación tóxica del aire. El informe es agnóstico sobre la energía nuclear y se queda corto al endosar los cultivos genéticamente modificados como parte del paquete verde. Mientras tanto, el nuevo conjunto de balas de plata tecnológicas ya están siendo reformuladas en el marco de la economía verde. La biologíasintética, la cual produce microbios artificiales con un impacto desconocido en la bioseguridad, está siendo considerada como fuente de combustibles y plásticos verdes. La nanotecnología, cuyos problemas de toxicidad aumentan el espectro de una repetición del fiasco del asbesto, se está adoptando para la producción de paneles solares y limpieza del agua. Mientras tanto, la geoingeniería –la idea de reestructurar todo el planeta con nubes de polvo de azufre o vertederos de hierro y carbón de leña—podría fácilmente ser incluida en la definición amplia de “tecnologías verdes.” Si RIO+20 no quiere convertirse en un conveniente vacío legal para los lobostecnológicosque se adjudican vestiduras (y fondos) verdes, los gobiernos 3 necesitarán ser más específicos acerca de qué es una tecnología “verde y justa” y resucitar el principio precautorio que se acordó en primer lugar en Río hace veinte años. La economía verde necesita guardianes de confianza. Una propuesta, respaldada por muchos grupos principales en la ONU, es el inicio de un mecanismo formal para evaluar tecnologías nuevas y emergentes – tales como una Convención Internacional para la Evaluación de Nuevas Tecnologías (CIENT). Dicha convenciónpodría proporcionar una función de alerta preventivaa los gobiernos sobre las trampas de las opciones tecnológicas antes de que éstas se implementen. Un CIENT podría haber advertido en contra de usar etanol como biocombustible antes de que los precios de los alimentos se dispararan, o haber puesto en tela de juicio las tecnologíasenergéticas riesgosas mucho antes de que la válvula de presión petrolera explotara o el tsunami golpeara los sistemas de enfriamiento delos reactores. Lamentablementeacordaron una versión de este mecanismo de evaluación de tecnologías en Río hace veinte años que nunca fue puesto en marcha –un acto de negligencia que estamos pagando hoy en día con vidas humanas, hambruna y daño ambiental. Y ahí se encuentra el problema: hace veinte años, los gobiernos en Río fueron lo suficientemente osados para diseñar un conjunto de compromisos que nos pudieron haber rescatado de forma creíble de alguno de los terribles dilemas en los que ahora nos encontramos, pero nunca cumplieron sus propias promesas. Con menos de doce meses, ahora depende de nosotros ─la sociedad mundial─ exigir que esas promesas, aunque de manera tardía, se cumplan. Aún más, dichas promesas no deben abandonarse por una “economía verde” vacía que se encumbra comoCaballo de Troya para continuar la usual destrucción. Las malas noticias en camino a Río es que los secuestradores ya han tomado las riendas. Las buenas noticias es que tenemos tiempo para organizar campañas masivas para poner a la Cumbre de la Tierra de nuevo en marcha –no sólo para una economía verde, sino para un futuro verde, justo y equitativo. 4