PROBLEMAS DE LA SEXUALIDAD MASCULINA Y POSIBLES SOLUCIONES, por José Ángel Lozoya Gómez. Publicado en Revista Sexpol, nº 57 Marzo-Abril 2004. PROBLEMAS 1.La masculinidad. Vincula género y heterosexualidad presentando estas dos construcciones culturales como naturales. El fin es someter el deseo, limitar la búsqueda y obtención del placer y justificar relaciones de poder. 2.La heterosexualidad. Presentada como la orientación natural (normal) del deseo sexual, obliga a sentirlo hacia las mujeres y no sentirlo hacia los hombres, limitando su desarrollo, su expresión y su diversidad. Afirma la reproducción como fin de la sexualidad. Genera homofobia y propicia la discriminación de los no heterosexuales, y de quienes siéndolo no se ajustan al modelo hegemónico. 3.La limitación del placer a los genitales. Dificulta la integración del resto de las sensaciones y exagera la importancia de su tamaño, forma, control y potencia, enfrentándonos a modelos inalcanzables. 4.La reducción de la sexualidad al coito. La penetración sigue siendo, al menos en occidente, sinónimo de "relación sexual completa", devaluando la masturbación y el resto de prácticas (no reproductivas) que son vistas y vividas como sucedáneos, complementos o preámbulos del coito. La mayoría de las "disfunciones sexuales" expresan la incapacidad de satisfacer expectativas en torno al coito. 5.El rechazo de la sexualidad infantil y juvenil. Con el pretexto de proteger a la infancia, la medicina y la Psicología van reemplazando a la religión en el mensaje del miedo, impidiendo o dificultando la expresión y el desarrollo de la sexualidad de niños y jóvenes. 6.Algunos tipos de educación sexual. Son frecuentes los programas basados en la prevención que acaban transmitiendo la idea de que lo más seguro, lo mejor, es la relación heterosexual en la pareja monógama. Se distinguen porque la educación para el placer (anatomía y fisiología de la respuesta sexual, etc.) ocupa un lugar residual en sus contenidos. 7.La disociación entre sexualidad y afectividad. Los sentimientos masculinos son, con frecuencia, lo más parecido a un bonsái, el resultado de un esmerado proceso de poda y falta de espacio en el que echar raíces. Conservan todo su potencial genético pero están atrofiados. En estas condiciones hacer el amor y practicar el sexo, al mismo tiempo, es una experiencia poco frecuente. 8.La iniciativa unilateral. La obligación de tomar y llevar la iniciativa, pese a nuestras inseguridades, nos vuelve insensibles a los rechazos ("se hace de rogar"), nos exige ser deseantes y nos responsabiliza del placer de nuestras parejas, hasta el punto de no saber si vamos a disfrutar o a examinarnos. Niega la autonomía sexual de la mujer. 9.La resistencia al uso del preservativo. Expresa la oposición masculina a hacer concesiones en términos de placer o "espontaneidad" y es responsable de la mayoría de embarazos no deseados, las ETS y la difusión del SIDA. 10.La explotación sexual de las mujeres y la infancia.. Actividades que amparan múltiples formas de subordinación y explotación (pornografía, prostitución,..). Son manifestaciones arraigadas en el imaginario sexual masculino, asociadas a fantasías de "sexo a la carta", poder y riesgo. POSIBLES SOLUCIONES 1.Sobre la masculinidad. Avanzar en la desaparición del género, feminizando el referente universal. Desvinculando masculinidad y heterosexualidad. El fin, eliminar las bases en que se asientan las relaciones de poder, liberar el deseo en aras a la diversidad, potenciar la búsqueda y obtención del placer. 2.El respeto a la diversidad sexual. En sexualidad lo normal y lo anormal solo es respetable a título individual, entendiendo como legítimas todas las conductas y prácticas que no impliquen coacción o imposición. Apoyar la normalización de los colectivos que, como el homosexual, allanan tantos caminos. 3.Relativizar la importancia de los genitales. Implicando todo el cuerpo en la búsqueda y obtención del placer. Es como la proa y la popa de un barco. Solo en la medida en que aprendamos a disfrutar de las posibilidades que nos ofrecen otras zonas irán perdiendo importancia los genitales y los conflictos a ellos asociados. 4.Desacralizar el coito. Revalorizar el resto de prácticas sin cuestionar la importancia que tenga para cada cual. La sexualidad nos acompaña toda la vida, con o sin pareja. Es trascendente rescatar la importancia de la masturbación y las caricias. El desempeño en el coito ha de dejar de ser la medida del éxito o fracaso de las relaciones sexuales y sinónimo de la sexualidad. 5.Fomento de la sexualidad infantil. Lo pernicioso está en la mirada adulta, el ocultamiento y la represión de su sexualidad solo favorece el tabú, la clandestinidad y la culpa. La protección de la infancia y la juventud no puede basarse en la prohibición y el miedo. 6.Educación sexual de calidad. No se puede decir que la sexualidad es buena y limitar su disfrute a determinadas edades. Solo desde la convicción de que el placer y sus vivencias son positivas, y que los contenidos de su educación los determinan sus intereses e interrogantes, atenderán los consejos orientados a la prevención de riesgos que tanto nos preocupan a sus mayores. 7-Asociar afectividad y sexualidad. Sin exigir amor eterno o compromiso de por vida. Es difícil ser feliz sin conocernos ni aprender a normalizar y expresar los propios sentimientos, sin libertad para expresar nuestras preferencias, si nos sentimos cuestionados por no ajustarnos a la norma. 8.Compartir la iniciativa y el rechazo a las propuestas. Desvinculándolas del respeto que nos merece la otra o el otro. Que la gente se relacione cuando coincida en el deseo. Que los papeles activo y pasivo sean intercambiables. Que la autonomía sexual de las mujeres las haga responsables y protagonistas de su placer. 9.Priorizar el uso del preservativo. En todo tipo de penetraciones. Cada vez que un hombre penetra sin un condón está buscando, conscientemente o no, un embarazo o una infección. Los hombres no podemos delegar el cuidado de nuestra salud. El que no se protege no es de fiar. 10.La explotación sexual de las mujeres y la infancia. Conciliar las fantasías con la vida cotidiana no ha de impedir el impulso de medidas que permitan erradicar cualquier forma de subordinación y explotación de la mujer y la infancia, junto a la reinserción social de las victimas. Ni el rechazo a estas prácticas puede servir de pretexto para dejar de atender a las demandas de protección social de las asociaciones de prostitutas.