CLAUDE DEBUSSY 150 ANIVERSARIO El Romanticismo en el siglo XlX constituye sin duda un interludio dentro del proceso iniciado en la lejana Edad Media, reforzado por el Renacimiento y definitivamente impuesto por el Iluminismo en el siglo XVlll que puso al hombre en el centro del pensamiento y la razón como eje de toda la actividad humana. Por lo menos el primer Romanticismo (si es que hay otro) huyó de la realidad y se impuso un mundo de ensueños poblado de fantasía. Beethoven, al que los románticos tomaron como ejemplo a pesar de que el renegaba de ellos, representa la culminación del pensamiento Iluminista que exalta los ideales humanos impulsando una religiosidad universal en donde valores como la hermandad, la alegría y la libertad (tal vez estas dos palabras en realidad expresen lo mismo) fueron la columna vertebral de su pensamiento. Por lo tanto la música de Beethoven es producto de este impulso idealista mientras que la de los primeros románticos obedece a la esfera de los sentimientos, es subjetiva, en algunos casos circunspecta buscando mostrar un equilibrio que justamente sus creadores no tenían. La segunda mitad del siglo XlX nos revela a un Romanticismo mutando a una forma “realista”, contradictoria con el espíritu que había animado su nacimiento. La música del Siglo XX es una perfecta continuación de la del siglo anterior y trae consigo las contradicciones de esta. La reacción a este estado de cosas da a lugar a dos movimientos a fines del siglo XlX: Naturalismo e Impresionismo, tendencias que no obraron con exclusividad por cierto. Claude Debussy (1862 – 1918) Toda la infancia y su juventud estuvieron marcadas por la incomodidad de habitar un medio que lo rechazaba, incluyendo a su familia. Creció como un solitario, rechazado también por sus compañeros del Conservatorio que lo consideraban diferente y sus profesores, al que este joven impertinente le cuestionaba las reglas por ellos impartidas. No obstante con el tiempo contuvo su rebeldía y asumió cierta impostura para poder sobrevivir en una atmosfera que le resultaba irrespirable. Su primer obra maestra es el “Preludio para la Siesta de un Fauno” en 1892. A los 30 años el músico se arroja a lo que él llama “bohemia organizada” rompiendo relaciones con su familia y toda institución oficial. Al contrario de la abundante retorica que busca transmitirnos el Romanticismo, Debussy no trata de decir nada. La atmosfera es lo fundamental, más que las ideas musicales, más que la historia misma. Si nos detenemos en el “Preludio para la siesta…” podremos captar esto. No importa lo que el fauno haga o desee, es más importante su existencia en ese lugar determinado por la música misma. Podemos percibirlo en sus tempranos Nocturnos construidos dejando de lado la forma sonata y apartándose de todo realismo en una pintura sonora inquietante y perturbadora. La ‘Sociètè Nationale de Musique’ hizo llegar a Debussy con motivo del estreno de sus composiciones para cuartetos, fantasías y nocturnos: "Por cierto que el señor Debussy no puede ser censurado de vulgar o banal. Por el contrario, muestra una inclinación pronunciada, hacia la investigación rara. Sería de desear que se cuidara de ese vago impresionismo que le hace olvidar la importancia de la precisión en la forma y el contorno, y que constituye uno de los peores enemigos de la verdad en las obras de arte. Por lo mismo, la Societé espera, y lo desea, recibir algo mejor de un compositor de tantas condiciones como el señor Debussy". En realidad construyo su música con los mismos elementos que el Romanticismo pero la forma de concebirla fue totalmente distinta. Dicen los musicólogos que Debussy disecciono la armonía tradicional, rompió los acordes y sobre todo dio a cada sonido valor por sí mismo. El uso de escalas antiguas o inventadas como la de tonos enteros, acordes con quinta aumentada y de cuarta son algunos de los recursos. Los acordes empiezan a tener una función tímbrica más que armónica, perdiendo su función de paso y haciendo vacilar el camino hacia el reposo. Para él un acorde puede llevar a cualquier otro o al mismo acorde transportado. Todo se construye en base a unidades más breves desarrollando formas de que intentan plasmar un clima determinado. La muerte de Wagner deja la sensación de que la música no puede ir más allá del Tristán y Debussy se constituye en su defensor y divulgador, pero en su faz de creador la contradice en todos sus aspectos. También en el terreno de lo teatral busco la ruptura con Wagner pero tardo en encontrar el texto o libreto que le gustase. “Debe ser la obra de alguien que diciendo las cosas a medias me permita injertar mi sueño sobre el suyo”. Ese alguien fue Mauricio Maeterlinck autor de “Pelleas y Melisande” que es la primera obra que, escrita en prosa, dicta el ritmo de la música. “Pelleas y Melisande” fue estrenada en la Opera Comique en Abril de 1902. La frase que más había repetido el compositor durante los ensayos había sido “olviden que son cantantes de ópera”. “ Pelleas…” es una obra de emociones insinuadas donde el ritmo se emparenta con el habla cotidiana, y los silencios se apoderan del escenario. Otra vez la atmosfera es protagonista. Jorge Dutto www.coralmente.com.ar