A C U E R D O En la ciudad de La Plata, a veinticuatro de noviembre de mil novecientos noventa y ocho, habiéndose establecido, de conformidad con lo dispuesto en el Acuerdo 2078, que deberá observarse el siguiente orden de votación: doctores Laborde, Negri, Pisano, San Martín, Salas, Pettigiani, de Lázzari, se reúnen los señores jueces de la Suprema Corte de Justicia en acuerdo ordinario para pronunciar sentencia definitiva en la causa Ac. 54.798, "Burlando, Fernando Andrés contra Diario El Sol de Quilmes y otro. Daños y perjuicios". A N T E C E D E N T E S La Sala III de la Cámara Segunda de Apelación en lo Civil y Comercial del Departamento Judicial de La Plata confirmó el fallo de primera instancia que había rechazado la demanda instaurada. Se interpuso, por el actor, recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley. Dictada la providencia de autos y encontrándose la causa en estado de dictar sentencia, la Suprema Corte resolvió plantear y votar la siguiente C U E S T I O N ¿Es fundado el recurso inaplicabilidad de ley? V O T A C I O N extraordinario de A la cuestión planteada, el señor Juez doctor Laborde dijo: I. El accionante impugna la sentencia de la alzada que confirmó el rechazo de la demanda de daños y perjuicios derivada de una publicación periodística supuestamente apoyada en inexactitudes y falsedades- denunciando absurdo y violación de los arts. 1071, 1071 bis, 1089, 1109, 512 y 902 del Código Civil; 375, 384 y 415 del Código Procesal Civil y Comercial y 32 de la Constitución nacional. II. Considero que la queja es inatendible. La Cámara, para concluir la desestimatoria de la acción, parte del concepto de que la libertad de prensa tiene un sentido más amplio que la mera exclusión de la censura previa y que ello impone un manejo especialmente cuidadoso de las normas y circunstancias relevantes que impida la obstrucción o entorpecimiento de la actividad, máxime cuando se trata de asuntos atinentes a la cosa pública o el interés general. Y desde tal punto de partida destacó ciertos datos como los relativos a la fuente policial de la noticia, forma en que llegó al diario y su corroboración en el juzgado por el corresponsal (v. declaraciones de fs. 114 y 117), tratamiento de aquélla en modo potencial y falta de entidad injuriosa de alguno de los términos empleados en la nota. A ello añadió la sentenciante que si bien el actor no había sido procesado, constaba, en cambio, como acto de defensa material, la declaración informativa que prestara en una de las causas acumuladas, razones por las cuales era discreto concluir que la situación del doctor Burlando "no era clara y bien podía sospecharse que se encontraba implicado en la causa penal mencionada..." "por lo que no era indiscreto dar su nombre en la noticia (art. 126, C.P.P.)" (v. fs. 298/300). Se advierte que se trata de cuestiones eminentemente fácticas y ajenas por su naturaleza a la competencia propia de la casación y si bien el recurrente alega que ha existido absurdo en la valoración probatoria, juzgo que no ha logrado demostrarlo (art. 279, C.P.C. y su doc.). En tal sentido debo señalar que: a) El número de la causa penal en la que se habría prestado la declaración informativa del doctor Burlando -a tenor de los certificados de fs. 202 y 223 bis- carece de importancia acumulados desde a la que lo causa fue Nº en 1871, uno de los principal procesos o madre, mencionada en la noticia del diario. b) No ha mediado equiparación de las declaraciones indagatoria e informativa en cuanto al "estado de sospecha" sino respecto a que ambas coinciden en tratarse de un acto de defensa material como se desprende del texto del art. 126 del Código de Procedimiento Penal vinculado a la poco clara situación del accionante. c) El apelante se desentiende de la argumentación del fallo en cuanto a que la publicación "utilizó el modo potencial al menos respecto del accionante" (fs. 299 vta.; el subrayado me pertenece) ya que no ha demostrado que las expresiones que, en plural, señala a fs. 309 vta. por ser genéricas pudieran entenderse como referidas directamente al actor. En suma, entiendo que no se ha acreditado debidamente el vicio juzgador lógico por lo que que se atribuye las referidas al razonamiento conclusiones del han de permanecer incólumes en esta sede (art. 279, C.P.C. y su doc.). Voto por la negativa. A la misma cuestión planteada, el señor Juez doctor Negri dijo: Llega firme a esta instancia el hecho de que en el número 21.169 del Diario "El Sol" de Quilmes se publicó en primera página información que "...realizaba blanquear y el actor maniobras automóviles como con "primicia (junto a exclusiva" otras denuncias robados...". Esa la personas) falsas, para información, completada en la contratapa bajo el título "...La mafia ingresa los tribunales platenses..." incluía la foto del actor con el siguiente epígrafe: "Fernando Burlando (a) HeMan, abogado e hijo del ex juez... está prófugo y sería uno de los cerebros de la banda de autos mellizos". Luego en el texto y bajo el título: "¿Quiénes son los posibles corruptos?" se menciona otra vez al actor refiriéndose como "...otro hijo descarriado del hombre que perteneciera a la Justicia platense..." manifiestamente lo y consignando incluye), la (en un información plural de que que "se apoderaron de mil automóviles aparte de haber incurrido en los siguientes delitos: uso de documento falso en concurso ideal con los deberes de funcionario público; participación necesaria en el delito de uso de documento falso; falsedad instrumental en concurso ideal con violación a los deberes de funcionario agregaría el público más y hurto, importante aunque de los la culminación delitos, robos reiterados de automotor". Llega también firme a esta instancia la ausencia de corroboración judicial de toda esa información en lo que al actor se refiere. Mediando esos antecedentes, entiendo que la decisión del tribunal de grado de rechazar la demanda por indemnización de daños por los fundamentos que expresa, no resulta un legislación acto jurisdiccional que regula la válido materia: a tenor tiene de la razón el recurrente cuando denuncia su absurdo. No me cabe duda de que, como lo ha puesto de resalto la instancia de grado, la prensa debe ser objeto de máxima protección jurisdiccional como instancia de primerísimo valor en el suministro de información y en la formación de la opinión pública. Pero ese tratamiento que, por especial reconocimiento constitucional le concierne (art. 14, Const. nac.), no significa impunidad ni la posibilidad de un proceder irresponsable. Por lo demás, ningún valor puede estar por encima de la dignidad de la persona del hombre, para cuya protección y promoción han sido creadas las instituciones. Corresponde, recurso, cuyos así, revocar fundamentos la resultan sentencia en correctamente impugnados: 1. otorga a La la libertad prensa, que que la impide Constitución la Nacional obstrucción o el entorpecimiento de su función, carece de relación inmediata y directa con la materia indemnizatoria que se juzga, referida únicamente a valorar con ulterioridad el cuidado y la prudencia con que la misma ha sido ejercida con relación a las personas. 2. La doctrina emanada de esta Suprema Corte en el sentido de que la mera inserción en un periódico de una carta abierta, un artículo o una noticia sin tomar partido ni agregarle fuerza de convicción no puede servir de base a una condena penal no resulta aplicable, no sólo porque su posible extensión inferible de especie, esa su analógica contenido, toma de a la sino partido materia además y esa civil no es porque en la fuerza resultan evidentes en el modo de presentación de la noticia. 3. El dato que la sentencia de Cámara reputa especialmente "relevante" en orden a que al actor se le haya tomado declaración informativa en términos del art. 126 segunda parte del Código de Procedimiento Penal deviene arbitrario por la inadecuada identificación de instituciones penales que conlleva y por su desfase en el tiempo. Con uno y otro mecanismo queda completamente afectado el principio de inocencia. 4. El atribuido origen policial de la información resulta irrelevante frente a la apropiación del contenido de la misma y su difusión periodística a título de primicia exclusiva. 5. El empleo del modo potencial en el que se hace hincapié no resulta pleno ni identificable junto al uso simultáneo de expresiones intercaladas claramente asertivas. 6. La interpretación semántica de la expresión "hijo descarriado" para desconocerle significado injurioso es absolutamente insostenible. Por ponerme en la mejor de las hipótesis advierto que ésa interpretación ha sido hecha fuera de contexto. La nota se refiere al actor como hijo de un ex juez en lo criminal. Ser "...otro hijo descarriado del hombre que perteneciera a la justicia platense..." que se le atribuye de manera vinculada explícita, a la tiene transgresión una del connotación orden claramente legal que se denuncia. No alcanzo a entender además cómo podría no herir los sentimientos de cualquier hijo el que se recuerde a su padre con un cargo que se supone especialmente vinculado a condiciones morales de prudencia y probidad, al tiempo en que se le imputan graves conductas delictivas. Desplazados sentencia, corresponde todos los que esta fundamentos Suprema de Corte la asuma competencia positiva (art. 289, Código Procesal Civil y Comercial). Con las constancias de autos (ver informes de fs. 89/97, testimonios rendidos y pericias de fs. 213) no se ha logrado acreditar la existencia efectiva del daño material que se reclama (arts. 1067, 1068, 1089 del Código Civil y 375 del Código Procesal Civil y Comercial). En lo que atañe al daño moral considero que el mismo es procedente. Este tiene por objeto indemnizar el quebranto que supone la privación o disminución de aquellos bienes que tienen un valor fundamental en la vida del hombre y que son la paz, la tranquilidad de espíritu, la libertad individual, la integridad física, el honor y los más caros afectos Sentencias", (conf. 1988-IV-631); Ac. y 39.185 siendo en que "Acuerdos el mismo y no requiere prueba específica alguna cuando ha de tenérselo por demostrada por el sólo hecho de la acción antijurídica -daño en re ipsa- y que es al responsable del hecho dañoso a quien incumbe acreditar la existencia de una situación objetiva que excluya la posibilidad de un daño moral (conf. Ac. 41.539 en "Acuerdos y Sentencias", 1989-IV-220) el mismo debe darse en la especie por configurado (art. 1078, Código Civil). Si lo corresponderá que hacer dejo lugar al expuesto es compartido recurso, casar el fallo impugnado y, en consecuencia, hacer lugar parcialmente a la demanda entablada contra el Diario "El Sol" de Quilmes, y el señor José Maria Ghisani cuya legitimación pasiva no ha sido cuestionada (art. 1109 y concs. del Código Civil). Los autos volverán a la Cámara de Apelaciones, para que integrada como corresponda fije el monto del daño moral sufrido por el actor. Con el alcance indicado, doy mi voto por la afirmativa. El señor Juez doctor Pisano, por los fundamentos expuestos por el señor Juez doctor Laborde, votó también por la negativa. El señor Juez doctor San Martín, por los fundamentos expuestos por el señor Juez doctor Negri, votó también por la afirmativa. El señor Juez doctor Salas, por los fundamentos expuestos por el señor Juez doctor Laborde, votó también por la negativa. A la misma cuestión planteada, el señor Juez doctor Pettigiani dijo: Compartiendo los fundamentos dados por el doctor Laborde en su voto precedente, anticipo mi adhesión al mismo, ameritando, a mayor abundamiento, las razones que paso a exponer. I) Como señala esa vigorosa expresión del pensamiento hispano que es el hombre de la Mancha, "La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida; y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres" (Miguel de Cervantes, "El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha", segunda parte, capítulo LVIII, p. 657). Pues bien, esta libertad que también exaltara nuestro arquetípico Martín Fierro ("Mi gloria es vivir tan libre, como el pájaro del cielo", José Hernández, "Martín Fierro", Buenos Aires, 1925, parte I, verso 95), implica visceralmente posibilidad de elegir. Sin elección no hay libertad, sino un mero determinismo. Conocer implica estar en posibilidades de formarse un juicio exacto de la realidad de las cosas, y para conocer es imprescindible estar informado, esto es enterado de cuál intelectivamente es esa edificaremos realidad nuestro sobre propio, la cual absoluto e intransferible conocimiento. Este es el aspecto sustancial de la importancia que tiene la prensa, como medio de expresión de la palabra escrita, particularmente a través de los periódicos, más precisamente de los diarios, a través de los cuales el ciudadano, el hombre común se informa con la mayor inmediación de lo que ocurre en el mundo, en su país, en su ciudad. De allí se siguen dos principales consideraciones que hacen a la efectividad de esa información: 1) Que la información sea veraz; 2) que no exista ningún obstáculo o elemento que impida, altere o modifique de modo alguno su transmisión, para que ella llegue a su destinatario en la forma original y en el tiempo más rápido posible. La primera condición es privativa del informador, del periodista, e implica conducirse con exactitud y con verdad. La segunda está directamente relacionada con la vigencia plena de la libertad de prensa. Armonizando ambos principios pudo expresar Blackstone que "La libertad de prensa es, verdaderamente, esencial a consiste en la naturaleza no imponer de un Estado restricciones libre; previas mas ella sobre las publicaciones, y no es la exención de censura en materia penal luego de publicadas. Todo hombre libre tiene un derecho indudable a exponer al público los sentimientos que le plazcan; prohibir esto prensa; pero si publica ilegal, debe soportar es lo las destruir que es la libertad impropio, consecuencias de dañoso su de o propia temeridad. Someter la prensa al poder restrictivo de un licenciador, como fue hecho anteriormente, antes y después de la revolución, es sujetar toda la libertad de sentimiento a los prejuicios de un hombre, y hacerle el juez arbitrario controvertidas e en infalible enseñanza, de todas religión y las cuestiones gobierno. Pero penar (como la ley hace actualmente) un escrito peligroso u ofensivo, que, una vez publicado, en juicio equitativo e imparcial, sea reputado de tendencia perniciosa, es necesario para la preservación de la paz y el buen orden, el gobierno y la religión, las únicas bases sólidas de la libertad civil" (William Blackstone, "Comentaries on the law of England", Harper & Brothers, publischers, N. York, 1862, t. 4, cap. XI. p. 151). Alejandro Hamilton en el caso "State of New York v. Croswell", decidido por la Corte Suprema de Justicia de la Nación de aquel Estado en 1804, actuando por la parte demandada dejó sentada una definición ya clásica: "La libertad de prensa consiste en el derecho de publicar con impunidad, con verdad, justificables, con ideas con motivos dignos respecto al y para fines gobierno, la magistratura o los individuos" (3 Johns. Cas. 337), y se atribuyen al juez O.W. Holmes las siguientes palabras: "Bien puede ser que la prohibición de dictar leyes que abroguen la libertad restricciones de palabra previas... Pero no el se confine carácter de a todo las acto depende de las condiciones en las cuales es realizado. La más estricta protección a la libertad de palabra no protegería a un hombre que gritara 'fuego' falsamente en un teatro y provocara Quintana, "Tratado un pánico". de la (Segundo Ciencia V. del Linares Derecho Constitucional, Argentino y Comparado", tº 4, 2a. ed., Plus Ultra, Bs. As., 1978). Ya en nuestro derecho, la Corte Suprema de Justicia de la Nación tiene dicho que "la verdadera esencia del derecho a fundamentalmente la en el libertad de reconocimiento imprenta de que radica todos los hombres gozan de la facultad de publicar sus ideas por medio de la prensa sin censura previa, pero no en la subsiguiente cometer impunidad delitos de quien comunes utiliza previstos en la el prensa Código para Penal" (L.L., 1992-D-174, "Abad, Manuel E. y o.", 7-IV-92, con cita de precedentes en Fallos, 269:189; 269:195 y A. 283.XXII, "Acuña, Carlos M. y Gainza, Máximo s/ Infracción arts. 109, 110, 112, 113 y 114 del Código Penal", resuelta el 29-VI-89), y en términos análogos que "el aludido derecho a la libre expresión e información no es absoluto en cuanto a las responsabilidades que el legislador puede determinar a raíz de los abusos producidos mediante su ejercicio, sea por la comisión de delitos penales o actos ilícitos civiles pues, si bien en el régimen republicano la libertad de expresión tiene un lugar eminente que obliga a particular cautela en cuanto se trata de deducir responsabilidades por su desenvolvimiento, puede afirmarse sin vacilación que ello no se traduce en el propósito de asegurar la impunidad de la prensa" ("Abad, Manuel E." cit. y Fallos, 308:789 y 310:508). Este mismo Tribunal que integro ha tenido oportunidad de expresar, con distinta composición de la actual, que "si bien es cierto que la protección constitucional no debe cubrir la conducta delictuosa de los diarios, ella sí debe imponer un manejo especialmente cuidadoso de las normas y circunstancias relevantes para impedir la obstrucción o entorpecimiento de la prensa libre y sus funciones esenciales" (in re "Stegagnini, Tomás R. y otro", 27-II-90, L.L., 1990-D-452 Nº 88.850, voto del doctor Rodríguez Villar, con transcripción de la posición de la Corte nacional, J.A., 1964-II-564 y ss., consid. 10, p. 549). Podemos apreciar como colofón de estos enfoques, tan diversos en su origen, pero concatenados en una misma línea directriz del pensamiento, que la estimativa jurídica pone su acento en la protección de la libertad a informar y a ser informado, pero que tanto asegura aquélla como sanciona la conducta de quien escamotea ésta, por cuanto a través de ambos extremos se asegura la efectividad del destino de la información: ilustrar el conocimiento del ciudadano y posibilitarle ser capaz de ejercitar en plenitud su libertad, esa libertad que Echeverría definió como "la condición necesaria para el desarrollo de las facultades que Dios le dio con el fin de que viviese feliz, la esencia libertad misma es de muerte" su vida, ("Dogma puesto que la Socialista", vida sin Universidad Nacional de La Plata, La Plata, 1940). En el nivel constitucional, los arts. 14 y en particular 15 a 19 de nuestra Carta Magna tutelan celosamente estos bienes precipuos. II) Sentadas estas premisas, debo señalar que la protección conferida a la expresión del pensamiento de las personas nunca puede alcanzar a las que con inadmisible abuso de su libertad utilizan los medios de prensa — particularmente los masivos- con fines subalternos: ofender el orden, la moral pública o los derechos de terceros. Haciendo referencia a estos últimos, no se puede perder de vista que el daño que se causa al funcionario o al particular a través de una falsa imputación es generalmente insusceptible de ser reparado a través de la aclaración o rectificación ulterior. Al respecto señala Daniel E. Herrendorf que "nunca ha dejado de ser un problema de alta gravedad las lesiones que en forma deliberada o ingenua causan a la reputación y el malintencionadas, nombre de falsas una o persona las agraviantes expresiones puestas en circulación por los medios de comunicación social... según muestra la sociología de la comunicación, una falsedad repetida por los medios se incorpora en el inconsciente colectivo con éxito: una desmentida posterior no surte efectos de ninguna naturaleza; para que ese efecto, sin duda deseado por el agraviado tenga sentido, el desmentido debe ser reiterado por lo menos durante algunas semanas, de modo tal que la sociedad asimile el nuevo mensaje con capacidad de incorporación y nuevo discernimiento, proceso que la psicología social denomina "insight" (incorporación intelectiva). Sin esta nueva "incorporación", la nueva versión queda flotando en el aire, con nulas posibilidades de interactuar frente al mensaje originario" ("Abstinencia de la Corte frente al poder abusivo de los medios masivos", E.D., 133-273). Enfocando esta Jorge Bustamante civilista, temática Alsina, desde con la su óptica reconocida versación aborda, haciendo un análisis del fallo dictado por la Corte Suprema de Justicia de la Nación, en la causa "Campillay, Julio C. c/ La Razón y otros", el problema de la responsabilidad, y concluye en que "el pronunciamiento se ha limitado a establecer que el derecho de informar no es absoluto y está sujeto al régimen común de las responsabilidades que organiza la ley sea por la comisión de delitos penales o actos ilícitos civiles. Por ello el tribunal considera procedente la reparación de los daños causados injustificadamente por violación del principio legal del alterum non laedere (art. 1100, C. Civ.)... si la información no verdadera es transmitida con falsedad el autor es responsable civil y penalmente, según la naturaleza del bien jurídico afectado por el dolo que le impulsó a realizar el acto. Se configura así el delito civil a que se refiere el art. 1072 del Código Civil, cuando dice que: 'el acto ejecutado a sabiendas y con intención de dañar la persona o los derechos de otro se llama en este Código delito'. Si la información no verdadera es transmitida por error el autor no será responsable por el perjuicio causado si no hubiese faltado al deber de veracidad que impone una conducta prudente y diligente Efectos en recibir Civiles y de transmitir las la información" Informaciones (Los Inexactas o Agraviantes, L.L., 1989-D-885). Coincido con el ilustrado jurista en estas conclusiones, que me parecen de indudable valor para la resolución de este caso. III) Cabe consideración de a otro esta altura aspecto que ingresar entendemos en la de suma periodístico, Bill relevancia para el presente voto. En Kovach un analiza muy el atinado valor artículo que adquieren y la consecuente responsabilidad que genera dar el relato inicial de los hechos. Para ello trae el genio del historiador griego Tucídides -su comentario a 'Las guerras del Peloponeso' Siglo V a. de C.- quien refirió "Respecto de mi relato objetivo de los hechos me fijé como principio no escribir la primera noticia que me llegara y no guiarme tampoco por mis impresiones generales. O bien estuve presente en los hechos que he descrito o bien oí hablar de ellos a testigos oculares cuyos relatos verifiqué con la mayor minuciosidad posible. Aun así, no resultó fácil descubrir la verdad: diferentes testigos oculares hicieron relatos distintos de los mismos hechos, hablando con parcialidad hacia un lado o hacia el otro o por recuerdos imperfectos... y si estas palabras mías son juzgadas útiles por quienes desean entender claramente los hechos que ocurrieron... mi trabajo no es un escrito pensado para satisfacer el gusto de un público Finaliza inmediato; Kovach el fue hecho párrafo para durar eternamente". "Mil cuatrocientos añadiendo años más tarde, estas palabras siguen definiendo el valor de la objetividad periodística" y a continuación añade que: "Los periodistas pueden escribir sólo el primer borrador de la historia. Pero es el borrador en base al cual nuestros ciudadanos actúan". Antes había dejado dicho que: "si no hay una fuente de información creíble, el compromiso social es manejado por el rumor, el miedo y el cinismo" (Diario Clarín, 7-VI-95, p. 15). Compartimos estas opiniones. La confianza en la información se crea a partir de una información confiable, aunque esto parezca de Perogrullo. El conocimiento directo de los hechos reportados, o el recurrir a los protagonistas directos de los mismos, más allá de la subjetividad, parcialidad o error en la apreciación de los sentidos en que pudieran incurrir tales cronistas privilegiados garantiza en mayor medida la veracidad y la objetividad. La seriedad de investigación cualquier sobre relato hechos histórico, pretéritos, de cualquier requiere el aseguramiento previo de las fuentes. No menos cierto es afirmar que la primera versión de la historia es la que brindan los periodistas, o en rigor, los diarios en que ellos vuelcan sus expresiones. Esa es la explicación que signará en buena medida la apreciación prospectiva del informado. Pero lo cierto es que aun coincidiendo en esta apreciación Alfonso no Nieto, puede soslayarse periodista, que profesor, hoy -como ex rector expresó de la Universidad de Navarra- "cada vez más, la información es el pilar de niveles: economía. las la El relaciones política, desafío el es entre personas comercio, informar en la todos educación, más, mejor y los la más rápidamente" (Reportaje publicado en el Diario 'La Nación' del 9-VI-96, p. 18). Es la misma observación que -desde el prisma de lo jurídico- formula Bustamante Alsina en su artículo ya mencionado, en los siguientes términos: "La preocupación de los medios de comunicación social por difundir las noticias anticipándose a otros órganos de divulgación, y la avidez del público por ser informado inmediatamente de los sucesos de interés general, son sin duda la causa de que se lancen a la circulación noticias carentes de suficiente base de sustentación en la realidad de los hechos. El clima de intranquilidad e incertidumbre que esas prácticas periodísticas crean, es la fuente de versiones de la más diversa índole las cuales pueden confirmarse o ser desmentidas, pero que hasta que ello ocurre dan motivo a inquietudes personales cuando no a hondas perturbaciones sociales" (op. y loc. cits.). Esta realidad es irrefragable. Si Tucídides tenía la laudable intención de escribir para un público mediato y que su versión de los hechos durara eternamente, hoy su designio naufragaría frente a la voracidad de los "mass media", que representan exactamente la tendencia contraria: llegar inmediatamente a un público ansioso por conocer cada detalle de los sucesos que ocurrieron hace apenas momentos con interpretaciones necesariamente signadas por la provisoriedad. Todo lo que aparece en los periódicos es incontrovertiblemente precario, aunque con la peligrosa impronta de su impacto estigmatizante. Por otro lado la despiadada competencia comercial que marcan la presencia de otros medios de comunicación de masas, fundamentalmente la televisión y la siempre vigente radiofonía, y obviamente de los diversos voceros de la prensa escrita, requieren un difícil equilibrio que tiene que conjugar celeridad, oportunidad, control de las fuentes y otro muy gravitante factor que es la medida del impacto público o sensacionalismo que represente la noticia, entre otras consideraciones. En este último aspecto es célebre la frase que Max Aitkin, un desconocido canadiense que en 1910 adquirió el "Daily Express" de Londres, convirtiéndose más adelante, por su espectacular aporte al periodismo en el poderoso lord Beaverbrook, colocara como suerte de frontispicio de su Redacción: "...si un perro muerde a un hombre, no es noticia; pero si un hombre muerde a un perro, eso sí que es noticia". En la misma línea de pensamiento, refiere Edward Butler, autor de una "Introducción al Periodismo", publicada en Londres en 1955 que existe un "límite de lo que el diario puede publicar" aún en el caso hipotético de que sobre papel. "Por eso el rotativo elige, en primer lugar, los segundo, personas, acontecimientos sucesos sin que pensar acontecimientos", y de atañen en el agrega mayor a la interés "los importancia, mayor que hechos y en cantidad de haya más por estos interesantes son, en general, los extraordinarios... Un individuo vive su vida normal y nadie se preocupa absolutamente por él. Pero cuando este individuo hace algo fuera de lo normal, bueno o malo, en el acto la gente fija en él su atención... si se lo acusa de haber violado la ley, en fin, si hace lo que no haría la mayoría de la gente, la opinión pública deja, en esas circunstancias, de ser indiferente y su interés depende de la naturaleza de lo acontecido. Y sea o no del agrado de dicho individuo, la opinión pública fijará en él toda su atención y no tomará en cuenta si su conducta es provechosa o antisocial" (Tomado de "El periodismo y la opinión pública" por Norberto Vilar, en "Enciclopedia de los Grandes Fenómenos de Nuestro Tiempo", 1972). Mas el papel de la prensa no se agota en la búsqueda y amplificación de lo que aparece como sensacional, sino que en muchos casos hace sensacionalismo, es decir mayor, potencia o hechos procura que crearlos no revisten a partir trascendencia de novedades ingeniosamente diseñadas. Estas características se agudizan tratándose de crónicas policiales, las que tradicionalmente han concitado el interés del público. La velocidad que requiere la demanda de información, las expectativas generadas y potenciadas por los propios medios requieren respuestas inmediatas, y allí irrumpen opiniones generalmente de ilustradas todo con género, escasos inducidas datos o no, parciales, a veces producto de la mera lectura de un título capturado al azar, que al calor de un debate -en frecuentes ocasiones direccionado-, culminan en los cada vez más frecuentes juicios y condenas mediáticas. Por periodística todas aparece estas circunstancias, desenvuelta dentro de la un actividad contexto particularísimo, en el que la posibilidad de solicitar y obtener de cada fuente consultada una garantía de veracidad aparece cada vez más remota. En la mecánica de la "primicia" -aquella información que se tiene con prelación a cualquier otro medio periodístico, en muchos casos con absoluta exclusividad- el tiempo perentorio, la premura con que se publique, resultan aspectos sustanciales que hacen a su utilidad, relevancia y posibilidad de consumo. Lo que es noticia no ya hoy, sino ahora, puede dejar de serlo apenas instantes después. La necesidad de que el periódico esté en la calle en las primeras horas del día o del horario vespertino, según el caso, y el consecuente horario de cierre de las rotativas condicionan severamente la posibilidad de una adecuada evaluación y ponderación de la novedad, que se recibe por conducto de fuentes "habitualmente confiabilidad dista en bien informadas" ocasiones aunque no infrecuentes la publicación de su la buscada veracidad. Incurrir en atraso en de una noticia es el pecado mayor que puede atribuirse a un medio de comunicación, y el Jefe de Redacción se encarga celosamente de impedirlo. En esas condiciones, el periodista -y por carácter transitivo el editor- deben actuar con la pericia propia de su oficio, seleccionando y corrigiendo el material que va a ser objeto de la transmisión mediática, procurando filtrar los errores que resulten perceptibles. IV) Cabría de acuerdo a lo expresado formular una distinción entre aquellas informaciones que resultan espontáneamente de hechos impactantes, que se producen en el momento, que "explotan" y que generan la necesidad de una inmediata cobertura mediática por cuanto la demanda de conocimiento por la población se revela impostergable, y aquellas otras que provienen de los que se da en llamar "periodismo de investigación", donde los tiempos son manejados por el cronista con mucha mayor libertad, y la publicación aparece generalmente determinada no por una exigencia del público, sino por la oportunidad que marca el medio. En esta última modalidad las características mencionadas en el parágrafo anterior se ven sustancialmente atenuadas, si bien no pierden absoluta vigencia, aunque muchas veces presentan matices que merecen un análisis más particularizado en cuanto a la perentoriedad de su publicación. La diferencia no resulta en mi criterio ociosa, por cuanto parece de toda evidencia que la posibilidad de error existe mucho más frecuentemente en el primer supuesto que en el segundo, donde las fuentes informativas pueden ser chequeadas con mayor seguridad y donde las excusas de una precipitación en la publicación se muestran bastante menos atendibles. También la intención dolosa adquiere más posibilidades de operar, por cuanto la modalidad adoptada resulta por cierto más proclive al "armado", a insertarse con mayor comodidad en el entramado de la noticia que se va conformando lentamente hasta hacer eclosión con su publicación, cuya oportunidad -reitero- queda en principio librada a la unilateral decisión del medio. A tenor responsabilidad de emergente tales en consideraciones, uno y otro la caso debe analizarse de distinta manera, máxime cuando la percepción del público es distinta tratándose de una información que por sus características intrínsecas presenta un mayor margen de error respecto de otra que se intuye y presenta como más dotada de precisión, siendo también en razón de su naturaleza y complejidad, habitualmente mucho más fácilmente rectificable la primera que la segunda. V) En orden a la fundamentación de responsabilidad, y al factor de atribución de la misma, no podemos dejar irrupción en de mencionar, nuestro derecho atento y la la fuerza abundante de su literatura jurídica que desencadenó ("La doctrina de la `real malicia' en la jurisprudencia de la Corte Suprema", F.N. Barrancos y Vedia, Rev. L.L., 15-XI-95; "Un fallo fundamental", A. Ventura, La Nación, 15-XI-96; "¿Qué es la real malicia?", Gregorio Badeni, La Nación, 16-XI-96; "Real Malicia", H. Verbitsky, Página 12, 18-XI-96; "Nuestro Derecho común interno frente a la doctrina jurisprudencial norteamericana de la `actual malice'", J. Bustamante Alsina, Rev. L.L., 19-II-97; "Doctrina de la `real malicia'", G. Badeni, Rev. L.L., 9-IV-97; "Dimensiones de la `real malicia' y afectación del honor en el caso "Gesualdi", M.A. Gelli, Rev. L.L., 30-IV-97; "Libertad de Prensa", A.R. Vazquez, Rev. E.D., 22-VI-97; "El derecho al honor, la libertad de prensa y la doctrina de la `real malicia'", C.A. Brun, Rev. J.A., 2-VI-97; "La doctrina de la real malicia en la actual jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia, El caso `Dora Gesualdi'", R.D. Pizarro, Rev. J.A., 9-VII-97; "¿Es prescindible la doctrina de la `real malicia'", A.M. Morello, Rev. L.L., 16-XI-97; "El debate público y la real malicia", G. Badeni, Rev. E.D., 22-IX-97; "¿Real malicia o simplemente dolo?", H.S. Vidal, Rev. L.L. 21-XI-97, entre otros trabajos publicados), la doctrina llamada de la "real malicia" ("actual malice"), sistematizada por la Suprema Corte de los Estados Unidos de Norteamérica en el difundido caso "New York Times Co. vs. L.B. Sullivan" (376 U.S. 254, 84 S. cit. 710, 11 L. De. 2 d. 686, 1964) y en los menos notorios "Time Inc. vs. Hill" (385 U.S. 384-1967) "Curtis vs. Butts" (388 U.S. 139-1967), "Rosenbloom vs. Metromedia" (403 U.S. 29-1971), "Gertz vs. Roberto Welch Inc. Co." (418 U.S. 323-1974), y "Garrison vs. Luisiana" (1964), y St. Amant vs. Thompson (1968), citados estos dos últimos por Jorge Bustamante Alsina en su más reciente aporte al tema ("Nuestro Derecho Jurisprudencial Común interno Americana de frente la a la `actual Doctrina malice' -A propósito de los casos `Morales Solá' y `Gesualdi'-" en L.L., año LXI, Nº 35 del 19-II-97) como aplicación de la misma teoría precisándola en sus alcances. En Corte "New Federal York Times expresó entre Co. vs. otras L.B. cosas Sullivan" los la siguientes lineamientos (seguimos a Bustamante Alsina en el trabajo citado en último término): "La norma del Estado de Alabama no es verdad constitucional de lo si afirmado. permite La al norma a opinante quien probar critica a la la conducta de un funcionario a garantizar la veracidad de sus afirmaciones, bajo el riesgo de ser demandado por difamación llevaría a una situación de autocensura" (376 US 278) "La garantía constitucional requiere una norma federal que impida a los funcionarios accionar por daños y perjuicios en base a difamación o falsedades atribuidas a su conducta afirmación oficial fue a menos realizada que con ellos real prueben malicia que la ("actual malice"), esto es, con conocimiento de su falsedad o con grave negligencia en la verificación de si era falsa o no" (376-US.278). "Este privilegio para criticar la conducta de los funcionarios es análogo a la protección que tiene un funcionario público (inmunidad) cuando el mismo es demandado por un ciudadano" (376 US-282). "La circunstancia de que el New York Times publicó la solicitada sin verificar la veracidad de su contenido frente a información ya publicada por él mismo, no implica el conocimiento de la falsedad de su contenido" (376-US-287) "Las pruebas contra New York Times apenas acreditan negligencia en verificar la veracidad de los avisos, por ello no es suficiente para admitir la culpa grave" (376 U.S. 288). Gregorio Badeni sintetizó así lo resuelto en el caso en cuestión "En el juicio se discutía la responsabilidad de un medio de prensa por haber publicado una solicitada contra la discriminación racial en la cual se incluían datos inexactos y agraviantes para un funcionario público. La mayoría del tribunal sostuvo que eran inaplicables las normas del common law para juzgar la responsabilidad de quien ejercía la libertad de prensa formulando expresiones inexactas y lesivas para el honor de un funcionario. Correspondía aplicar los principios jurídicos contenidos en la Constitución, que condicionaban aquella responsabilidad a la prueba fehaciente por el accionante de los siguientes extremos: 1) La falsedad de la expresión, porque si se dice la verdad, por más ofensiva que sea, jamás se puede sancionar al emisor; 2) el daño causado; 3) que la expresión fue publicada conociendo su falsedad (dolo directo) o la temeraria despreocupación por constatar la verdad, cuando ello es fácilmente posible teniendo conciencia por las circunstancias del caso que, razonablemente, la publicación es inexacta (dolo eventual). Una conducta culposa o negligente, por más reprochable que sea, es insuficiente para acarrear sanciones" ("Qué es la Real Malicia", La Nación 16-XI-96). Atento expresiones que la doctrina inexactas o "ampara falsas, aun a declarando las la innecesariedad de su verificación, cuando se refieren a funcionarios públicos y respecto de temas de relevancia institucional", el caso "Time Inc. vs. Hill" amplió notablemente el precedente al afirmar ahora la Corte que "la protección debía extenderse a los casos en que se tratara de una materia de interés público para que fuera aplicable el standard del caso `Sullivan' `Y la doctrina llegó luego a su máxima extensión en el caso Rosembloom vs. Metromedia Inc.' donde en 1971 el mismo juez Brennan consideró que el caso 'Sullivan' debía aplicarse `a toda comunicación u discusión que envuelva materias de relevancia pública o general, sin tener en cuenta si las personas afectadas son famosas o anónimas' sentencia ésta que ha sido considerada entonces la máxima protección a la libertad de prensa (403 U.S. 29 (1971)" (Gerardo Ancarola, "Un hito promisorio para la libertad de prensa", E.D., 145511/13). Refiere Bustamante Alsina ("Nuestro derecho..." cit.) que en "Garrison vs. Louisiana" (1964), donde se extendió la doctrina de la real malicia al área penal, la Corte Federal expresó que el límite de la libertad de prensa es el conocimiento deliberado de la falsedad. En "St. Amant vs. Thompson" (1968) se utilizó el 'standard' denominado "reckless Disgregard" (descuido temerario). En tanto en "Gertz vs. Roberto Welch Inc. Co." aclaró que la regla era aplicable también cuando las expresiones se vertían acerca de una figura pública, aunque no fuese un funcionario público, entendiendo por tal no la persona que concitaba interés público, sino la que había participado del debate público, o si, de algún modo, había expuesto intencionalmente su persona a los medios de comunicación. Como advertimos, a pesar de su aparente estrechez originaria, la doctrina de la real malicia se ha extendido a materias de interés o relevancia pública o general, y en todo caso ha generado pautas que pueden revestir alguna utilidad para la determinación de si ha existido responsabilidad en cada caso concreto en que se halle en juego la necesidad de tal determinación. De todos modos, para el autor citado las referencias a esta doctrina hecha por los jueces de nuestra Corte Suprema de Justicia de la Nación no agregan nada al sistema de derecho común que rige en nuestro país en orden a fundamentar elementos civil, sus que sentencias, configuran incluidos los un ya que esquema únicos en él de factores "todos los responsabilidad de imputabilidad subjetiva (dolo y culpa), deben ser probados en el proceso por quien pretende el resarcimiento. Todo ello sin desconocer el moderno principio de las cargas probatorias dinámicas permiten probatorio y del al clásico juez de en el acuerdo de adquisición momento con `las de procesal, valorar libres el que plexo convicciones', admitir pruebas sin considerar quien las aportó y crear presunciones `homini' en contra de la parte que estaba en mejores condiciones para allegarlas al proceso y permaneció inactiva" ("Nuestro Derecho..." cit.). Para Adolfo Roberto Vázquez la aceptación del standard de la real malicia es el resultado de una dilatada evolución a partir del caso "Costa, Héctor c/ Municipalidad de la Capital y otros" del año 1987 (Fallos, 310:508), continuada con el precedente "Vago, J.A. c/Ediciones La Urraca" del 19-XI-91 (Fallos, 314:1517; E.D., 145-516) aun cuando sólo se refirieron en ésta a ella los jueces Fayt y Barra; con el caso "Abad, Manuel Eduardo s/ calumnias e injurias" donde el del juez 7-IV-92 (Fallos, Cavagna 315:632, Martínez sumó E.D., su 148-428), voto a los mencionados; con el caso "Tavares, Flavio Arístides s/ Calumnias e injurias" (Fa-llos, 315:1699), esta vez con el voto de los jueces Fayt, Petracchi y Barra, entendiendo este último que la doctrina constituye en nuestro derecho una mera "técnica procesal"; en el caso "Triacca, Alberto J. c/ Diario La Razón y otros" del 26-X-93 (E.D., 157-367) sin referirse explícitamente a la doctrina, aceptó por unanimidad la atenuación de la protección del honor de las personalidades públicas particulares; en Querella Cherashny", c/ los respecto casos "Suárez, del 4-V-95 de los Facundo (E.D., simples Roberto 164-66) s/ y "Rodríguez, Horacio D.", del 30-V-95 (E.D., 164-536) sólo los votos Boggiano disidentes en el de primero los y jueces Boggiano Fayt, en Petracchi el segundo y se refirieron al standard en cuestión; finalmente en los casos "Morales Solá, Joaquín Miguel s/ injurias" del 12-XI-96 (E.D., 170-442); "Gesualdi, Dora Mariana c/ Cooperativa Periodistas Independientes" del 17-XII-96 y "Ramos, Juan José c/ LR3 Radio Belgrano y otros" del 27-XII-96, la mayoría de los miembros de la Corte admitió la pauta en el caso de los funcionarios públicos, en tanto en Gesualdi dos de los votos que integraron la mayoría se refirieron a ella, por lo cual el autor de la nota entiende que la adopción de la doctrina por el más alto Cuerpo de nuestra Justicia es un hecho. Discrepando con la opinión de Bustamante Alsina (a la que se suman las de Gerardo Ancarola, "Libertad de Prensa y responsabilidad de la prensa", E.D., 171-509 y de Santos Cifuentes, "El honor y la libertad de expresión". "La responsabilidad civil", L.L. del 15-X-93) en cuanto rechaza la posibilidad de admitir un factor de atribución subjetivo distinto de del responsabilidad dolo y la de culpa, carácter Vázquez específico señala que las críticas olvidan que la Corte es un Tribunal de Garantías Constitucionales puede fijar que pautas en de el cumplimiento interpretación de de su las cometido libertades fundamentales que por estar basadas en nuestra Constitución prevalecen sobre toda norma infraconstitucional, en cuyo rango ubica las que consagran la responsabilidad civil. Por la misma razón, encuentra fundamento para la aplicación de la "actual malice" tanto en querellas penales como en causas civiles, discrepando esta vez con Santos Cifuentes ("La protección responsabilidad del de los honor de medios de los jueces prensa". y Equívocos la y confusiones a propósito de los casos 'Gesualdi' y 'Morales Solá', E.D. del 11-IV-97). Un Morello procesalista tercia en esta de la talla temática, de Augusto afirmando que Mario en el derecho vívido de la libertad de expresión la cuestión de la prueba es en concreto el meollo a resolver para la apropiada aplicación de las normas constitucionales y legales (del Derecho Civil y Penal) imbricadas en el tema, y coincide con Vázquez en atribuir al ingreso del requisito de la 'real malicia' al panorama nacional el rol de una regla o principio -a modo de "estándar" de juego funcional flexible- no destinada a regir de manera absoluta y con aplicación maquinal, expresando su creencia que del plexo de normas emergentes de los Proyectos de Reforma de Códigos Procesales en lo Civil y Comercial de la Nación y Provincia de Buenos Aires, al combinarse "equilibradamente el deber general de jurisdicción colaboración en su caso a al buen la parte resultado que la de tiene la como principal, armoniza una solución que da respuesta a las dificultades que anidan en la cuestión" ("¿Es prescindible la doctrina de la 'real malicia' ("Actual Malice")", La Ley, año LXI, Nº 177 del 16-IX-97). De lo expuesto surge que en el sub judice no se dan los extremos requeridos por los autores nacionales, ni aquéllos que fundaron la utilización de la doctrina de la real malicia por la Corte Federal norteamericana, aunque coincidiendo con Morello en cuanto la aceptación de los principios de la teoría de las cargas probatorias dinámicas, creemos que se trata de estándares que pueden resultar de utilidad evalúe prudentemente coadyuvante en para cada que caso, el juzgador con sus particularidades, el valor de la prueba aportada por las partes. VI) Volviendo al ya mencionado caso "Campillay" (sentencia del 15-V-86, Fallos, 308:789; L.L., 1986-C-411), diremos siguiendo a Enrique Tomás Bianchi ("La Doctrina Campillay (O la Noticia que reproduce lo expresado por otro)", La Ley, diario del 15-IV-97, año LXI, Nº 72) que su aplicación requiere: a) Una fuente que puede ser policial, o un declarante en sede judicial, o el comunicado policial o la declaración judicial, de la cual surja una expresión que lesione los derechos de un tercero; b) Un informador, que es el medio de comunicación o quien utiliza el medio; c) Una noticia, que ha sido tomada de la fuente, la que debe mencionarse, ya que en caso contrario se considerará propia de quien la emite, debiendo haberse transcripto en forma sustancialmente fiel lo manifestado por aquella fuente, en una materia de relevancia pública, es decir que resulte de interés para la sociedad; d) Un afectado, que puede o no ser una personalidad pública. Recordenos que en la especie que originó "Campillay" se resolvió que la responsabilidad del medio que involucraba erróneamente a un tercero en un hecho policial quedaba excusada si "con un enfoque adecuado a la seriedad que debe privar en la misión de difundir noticias que pueden rozar la reputación de las personas, admitida aún la imposibilidad práctica de verificar su exactitud, se hubiese propalado la información atribuyendo directamente su contenido a la fuente pertinente, utilizando un tiempo de verbo potencial o dejando en reserva la identidad de los empleados en el hecho ilícito". Esta doctrina fue reiterada con ligeros matices en los casos "Granada" (sentencia del 26-X-93, L.L., 1994-A-237); "Triacca" (sentencia del 26-X93, L.L., 1994-A-246); "Espinosa" (sentencia del 27-X-94) y "Acuña" (sentencia del 10-XII-96). VII) Efectuadas todas estas consideraciones previas, necesarias en mi criterio para situar debidamente el caso sub judice, entiendo que la conducta del periodista -y consecuentemente la del responsable de la edición del medio para el cual desarrolla su labor- en la publicación de la noticia cuestionada por el accionante no los hace incurrir en ilícito civil alguno. Debo señalar que las particularidades de la situación me han llevado a efectuar un minucioso análisis de los hechos, del cual no resulta de ningún modo patentizado el absurdo que se denuncia, habiendo mediado en los autos, en mi concepto, una evaluación y calificación jurídica correcta de aquellos por el a quo, en el ámbito propio de las atribuciones, lo que me ha llevado a coincidir con el voto del doctor Laborde y los fundamentos que lo abonan. En particular, adquiere relevancia en la opinión a la que adherí el argumento señalado sub c), en cuanto la publicación cuestionada, según expresó la Cámara en aserción no descalificada "utilizó el modo potencial al menos respecto del accionante", lo que cubre uno de los recaudos exigidos por "Campillay", siendo que tampoco los otros han sido soslayados, como se verá a continuación. La situación que prestó base a la información cuestionada, que fuera difundida por el Diario "El Sol" de Quilmes se presentó como un hecho nuevo detonante, de configuración imprevista y sorpresiva, en una materia que por ser de marcada notoriedad preocupaba hondamente a la población (ver última respuesta de fs. 118) configurando un verdadero flagelo social: vehículos automotores, el con la robo y tráfico modalidad de ilegal de creación de otros de características similares, denominados mellizos, mediante la gravemente falsificación contra la fe de pública documentos, y la atentando seguridad en las transacciones. Va de suyo entonces que los hechos policial y judicial existieron, habiéndose llevado efectivamente adelante la investigación respectiva, por lo que no medió de modo alguno por parte del periódico una creación artificiosa, destinada a procurarse un rédito periodístico indebido, mediante la manipulación de aquéllos, y a través de la generación de un sensacionalismo que no se correspondiese con la efectividad de lo acontecido. Es cierto que existió la mención del nombre del reclamante vinculándolo con el hecho de marras en el que no resultó finalmente involucrado, y que consecuentemente, tal inclusión resultó errónea. Cabe producto entonces de un discernir procedimiento si tal mención arbitrario, fue caprichoso, temerario o lisa y llanamente doloso, con la finalidad de producir por reclamante o parte en sus de los demandados legítimas menoscabo afecciones, o si en el por el contrario las circunstancias del caso tornan excusable el accionar asumido por aquéllos en la especie. Dado que no basta que la información sea errónea y aun lesiva para el honor de una persona para que ésta tenga derecho a que le sea reparado el perjuicio causado. Como señaló la Corte nacional en el considerando 10 del fallo "Pérez Arriaga, Antonio c/ Arte Gráfica Editorial Argentina S.A." retorno las a (mencionado fuentes", por E.D., Gerardo 154-961): Ancarola, "Comprobado "Un el exceso informativo, quien pretenda el resarcimiento deberá demostrar la culpa o negligencia en que incurrió el informador conforme al régimen general de responsabilidad por el hecho propio que contiene la fórmula del art. 1109 del Código Civil. En efecto, no existe en el ordenamiento legal de nuestro país un sistema excepcional de responsabilidad objetiva para aplicar a la actividad supuestamente riesgosa de la prensa. Si fuera así, el deber de resarcir debería imponerse ante la sola comprobación del daño. Por ello, imprescindible en probar el sistema aun el legal factor de vigente es imputabilidad subjetivo -sea la culpa o el dolo- de la persona u órgano que dio la noticia o publicó la crónica". Y como sostiene el ya mencionado Bustamante Alsina ("Teoría General de la Responsabilidad Civil", 6ª ed., Abeledo Perrot, p. 583 y ss.) "el autor no resultará responsable civilmente del perjuicio causado cuando el error fuese excusable, es decir si aquél hubiese empleado los debidos cuidados, atención y diligencia para evitarlo. Sí lo será en cambio cuando haya faltado al deber de veracidad que consiste en el obrar cauteloso y prudente en recibir y transmitir la información". En ese menester, no advierto que haya existido un menosprecio por la realidad de los hechos, ni que se haya procedido con ligereza por la intimidad y el buen nombre de las personas, sino que se suministró una información razonablemente proporcionada a la gravedad del caso, basada en información suministrada por fuentes habitualmente confiables, y que en la premura por hacerlo se incurrió en alguna confusión generada por la propia naturaleza de los acontecimientos objeto de la noticia. Por el contrario, es evidente que pudo existir, a los ojos del cronista, una verosimilitud de la revelación suministrada por la fuente policial y judicial a la que recurrió, y que el error en que finalmente incurrió haya escapado al control implementado dentro de las exigencias motivadas por la necesidad de producir y proporcionar una rápida información al medio. Dentro del contexto de la información se advierte el carácter general que pretendió revestir la misma, incluyendo la totalidad de los implicados en la maniobra de apoderamiento de automóviles robados y de falsificación de la respectiva documentación. En ese afán -no censurable como tal- se utilizan expresiones genéricas, aunque se insiste con el uso del tiempo potencial, que en algún caso -producto quizás de la premura con que se trabajó- puede colisionar con otra forma verbal, que no debe desprenderse del contexto, para atribuirle un sentido categóricamente asertivo. Así, se menciona que "los hijos de un conocido ex juez... realizaban maniobras..." aunque en la extensión de la noticia referencia se utiliza a los el hijos "demostraría" del ex y juez en específica Burlando que "completarían un círculo...", y más adelante se consigna que "se habría detectado que en las maniobras con coches mellizos se apoderaron". Al consignarse la foto del reclamante se dice que Fernando Burlando... sería uno de los cerebros de la banda de autos "mellizos". Con respecto a la utilización del calificativo que sin duda ha suscitado los mayores reparos del actor, al habérselo mencionado como "... otro hijo descarriado del hombre que perteneciera a la Justicia platense..." debo señalar que descarriado significa (De des y carro) tr. apartar a alguien del carril, echarlo fuera de él, ...3. Prnl. Separarse, apartarse o perderse una persona de las demás con quienes iba en compañía o de las que le cuidaban y amparaban. 4. fig. Apartarse de lo justo y razonable ("Diccionario de la Lengua Española, de la Real Academia Española", 21ª ed., Madrid, 1992). Supuesto que el citado Fernando Burlando integraba la gavilla desactivada, endilgarle que se había separado de lo que se suponía era el carril de la Justicia por el que había transitado su padre, que se había apartado de la razón y de lo justo, poco, añadía al hecho de su mención como integrante de una banda. Implica algo que virtualmente resulta innecesario mencionar, porque frente al hecho de por sí gravísimo al que se lo vinculaba, decir que su conducta era desviada o descarriada no suponía añadir sino más de lo mismo. La conexión con el hecho principal incriminado aparece evidente. Existió quizá una demasía, pero desprovista en mi criterio de un contenido o intencionalidad netamente injurioso que añadiera un sentido peyorativo no implicado en la misma imputación ya formulada. Descarto la intencionalidad de perjudicar que no surge de ninguna de las evidencias arrimadas a los autos. Por el contrario, cierta confusión involuntaria aparece patentizada en la circunstancia que, debajo de la fotografía del ahora accionante publicada en la oportunidad, se lo identificó como "He-Man", en tanto que a pocos centímetros de ese texto- puede leerse: "He Man, es decir el abogado Julio habría huido con su mujer... a las Bahamas junto con su hermano" (el subrayado, que me pertenece, destaca la referencia al hermano de Fernando Burlando, con el apelativo que pertenecería a éste, lo que induce a pensar que el mismo armado de la noticia realizado presurosamente por la dinámica de la información a la que antes me referí pudo haber provocado el error que en tales circunstancias aparece excusable. Sin duda coadyuvó al mismo la circunstancia de que el apellido paterno haya aparecido involucrado a través de la participación de un hermano que en ningún momento surge haya sido desvinculado con posterioridad del hecho de marras. La recurrencia por el periodista a las fuentes habituales de información (según surge de su testigo a fs. 117/118) tampoco aparece desvirtuada, y al respecto no puede dejarse de ponderar que, a fs. 202 consta que en la causa Nº 114.623 seguida a Julio Horacio Burlando y otro (causa originaria Nº 1821 del Juzgado Criminal Nº 4 de La Plata, ver fs. 223 bis), se le recibió declaración informativa en los términos del art. 126 2a. parte del Código Procesal en lo Penal al doctor Fernando Andrés Burlando. Ello constituye un indicio de que la magnitud de los hechos y la maniobra investigados en algún momento rozaron al hoy accionante, por lo que no puede afirmarse categóricamente que su nombre no haya sido involucrado en algún momento en relación con los ilícitos examinados. Volviendo "Campillay", debo al antecedente señalar que que ha implica existido el la caso fuente policial de la información, mencionándose en la publicación los datos que permiten identificar la causa en la cual tramitó la investigación, y el personal interviniente de aquella dependencia. Sobre el particular reviste singular importancia el testimonio prestado por Danilo Gerónimo Suárez, a fs. 114/115 vta., y específicamente la respuesta a la sexta pregunta donde señala "que la información fue oficial, y salió del Juzgado y de la Instrucción... que la autorización la dio la propia jueza". Cuadra finalmente formular una escueta referencia al hecho de que Fernando Burlando no haya recurrido temporáneamente al simple expediente de pedir al periódico una rectificación respecto de la información que lo involucraba. Cierto es que por lo que anteriormente dijimos tal corrección medio- no podría haber -supuesta sido su publicación absolutamente eficaz por frente el a la difusión que pudo haber alcanzado la noticia, pero sin duda era susceptible persuadir al incurriendo, de morigerar transmisor no su del pudiendo de eventual error todos en modos que alcance se y estaba prejuzgarse la inocuidad a priori del remedio que ni siquiera se intentó. Ello podría alentar una práctica inconveniente y disfuncional, cual sería la de permitir que se deslicen errores en el accionar de una persona, para luego -sin hacer notar de modo alguno al sujeto pasivo su equivocación- prevalerse de ellos con el fin subalterno de generar un lucro en calidad de indemnización. En la causa no aparece evidencia alguna que permita colegir que existió reclamo previo formulado por ningún medio aclaración, idóneo, carta publicación, como de derecho pedido lector, a de carta réplica, etc., rectificación, con lo pedido que de puede configurar una conducta abusiva, contraria a la buena fe y fulminada por el espíritu que el legislador insufló a nuestra normativa de derecho común a través de la reforma operada en 1968 (art. 1071, C. Civ., t.o. ley 17.711). Si bien no considero decisiva esta circunstancia, sí la pondero dentro del contexto de circunstancias concretas en que cabe analizar la conducta asumida por las partes en la especie. Por todo lo expuesto, doy mi voto por la negativa. El señor Juez doctor de Lázzari, por los fundamentos expuestos por el señor Juez doctor Laborde, votó también por la negativa. Con lo que terminó el acuerdo, dictándose la siguiente S E N T E N C I A Por lo expuesto en el acuerdo que antecede, por mayoría, se rechaza el recurso extraordinario interpuesto; con costas (art. 289, C.P.C.C.). El depósito previo efectuado queda perdido para el recurrente (art. 294, C.P.C.C.), debiendo el tribunal dar cumplimiento a lo dispuesto por el art. 2º de la Resolución 760/68, modificado por la Resolución 868/77 conformidad con la Resolución 1993/94. Notifíquese y devuélvase. HECTOR NEGRI GUILLERMO DAVID SAN MARTIN ELIAS HOMERO LABORDE EDUARDO JULIO PETTIGIANI JUAN MANUEL SALAS EDUARDO NESTOR DE LAZZARI ALBERTO OBDULIO PISANO y de DIANA THEMIS CREIMER Subsecretaria