NOTAS BIBLICX5RAFICAS cuestiones. Komiya indica cómo en el Japón se observan diferencias entrre las grandes y pequeñas industrias y se explora la variación de los coeficientes respectivos. Anne Cárter estudia los efectos de los cambios en la tecnología sobre los cocficientí^ de algunas industrias de Nort^mérica y presenta una formulación matemática de enfoques alternativos. Finalmente, en el último capítulo se presenta el debate de quienes desean el mayor grado de "estandarización" de las 683 estadísticas del insumo-producto en contra de quienes luchan por un grado limitado. Destaca también en esta parte final del libro una actitud alentadora: ixidqaendientemente de las diferencias de tipo político, los economistas trabajan para lograr metas comunes. Desean llegar a comprender mejor el proceso económico como medio que hará posible tomar las decisiones más ventajosas. ÓSCAR SoBESÓrí M. Aí,rM3 FERRER. La m^onomia argentina, has etapas de su desanedlo y problemas actuales. Fondo de Cultura Económica. México-Buenos Aires. 1963. 262 pp. En e! número anterior de EL TRIMESTRE EooKÓMicx) (núm. 119, pp, 397-421) apareció un trabajo de Seers sobre el crecimiento a:onómico de las naciones subdesarrolladas, en el que se advierte que en América Latina "ha surgido una escuela cuyas teorías forman una aportación original y estimulante al campo del crecimiento económico. . , que inspira un gran eiitnsiasiiiOj de manera especial entre la juventud". El autor se refiere a la "escuela estructuralista latinoamericana", queriendo connotar que con el vocablo "estructura" se hace alusión a las "estructuras" del ingreso, demanda, producción, industria, exportaciones, importaciones, administración, política, sociedadj etcétera. Nosotros, por nuestra parte, agregaríamos que además, para caracterizar a un estructuralista, sería necesario tomar en cuenta el enfoque que hace de los problemas —analizando los procesos económicos en su debida perspectiva histórica—. Este tipo de enfoque ■—dice Aldo Ferrer— "tiene la inestimable ventaja de penetrar en profundidad en el análisis de las causas de la situación preente ¥ de ver cómo éstas (con relación a la economía argentina) se fueron desenvolviendo con el correr del tiem|x? hasta llegar a la actualidad. De este modo^ los problemas, cuyo examen sistemático y profimdo es imposible mediante el análisis de corto plazo, surgen con mucha más claridad y se ubican en la perspectiva que les corresponde" (p, 11). Así pus^ a la lista incompleta de esíructuralistas que presenta Dudley Seers en su estudio sobre la economía del subdesarrollo^ habrá que agregar el nombre de Aldo Fenrer por su valiosa contribución ■—y forma de enfoque—^ sobre la economía argentina, a pesar de que "los trabajos de Celso Furtado —Fonrumón económica del Brasil y la Economía brasileña— po] convencieron de la utilidad de este tipo de enfoque del proceso formativo de unz economía". A las recientes aportaciones de Furtedo y de Víctor L. Urqoidi (La viabilidad económica de América Latirm)^ debe agregarse de este modo la de Aldo Ferrer, sobre las etapas del desarrollo y problemas actuales de la economía argén ti ría. Para el autor, mediante la aplicación del método apuntado, es posible definir cuatro etapas perfectamente diferenciables en el desarrollo económico argentino. La primera (etapa de las economías regionales de subsistencia) abarca el periodo comprendido entre el siglo XVí y fines del xviii y se caracteriza por la existencia de varios complejos económicosociales que producen eo condiciones de baja producti\'idad, fundamentalmente para el consumo interno. El comercio es un factor de disolución del orden feudal; se obser\'a un estancamiento de la población; se describe la «trucüira y di- 68i EL TRIMESTRE ECONÓMICO námica del sistema (capítote i a rv del libro). La segunda etapa (etapa de transición) comprende desde fines del siglo xvín hasta 1860, En ella surge una actividad que se va integrando en el mercado mundial: la producción de cueros y productos ganaderos. El puerto de Buenos Aires aprovecha su ubicación geográfica y se convierte "en el punto de intermediación del comercio exterior". Ferrer trata esta etapa del desarrollo argentino en los capítulos v a viii. En esta etapa aumenta la población, se expanden las exportaciones y evoluciona la estructura productiva. No obstante, se observa un estrangulamiento del sector extemo y permanecen las condiciones de estancamiento; tiene lugar un creciente desequilibrio interregional. La tercera etapa, definida por el autor como la economía primaria exportadora (capítulos ix a xii) se inicia en 1890 "cuando la Argentina comienza a incorporarse vigorosamente en el expansivo comercio internacional y se cierra con la crisis económica mundial de 1930". Es la fase en que se transforma la estructura ecooómica y social del país mediante el arribo de cuantiosos contingentes migratorios y capitales del exteriorLa cuarta etapa no ha concluido aún: es la fase de la economía industrial no integrada. No integrada porque Ferrer considera que el crecimiento de la economía argentina depende de abastecimientos importados debido al insuficiente desarrollo de las industrias base. Se llega a la conclusión de que el sistema ha entrado en una crisis definitiva que impide sti posterior evolución j crecimiento. En esta fase, como en las tres anteriores, el autor subraya que los factores extemos han desempeñado un papd decisivo en el desarrollo de! país. Comprende los capítulos xin a xvii. Finalmente, a modo de conclusión se incluye un capítulo sobre "Las precondicion» de la economía industrial integrada" y una "Nota sobre los términos utilizados", con el propósito de que el libro s&i accesible a los lectores ao especializados. Para Ferro^ la Argentina se encuentra en condiciones de estancamiento desde hace 1 5 años: el producto bruto per capita en la actualidad es semejante al de 1948, después de haber alcanzado niveles inferiores en los años íntermoiios; las condiciones de vida de las masas urbanas (75 % de la población) han empeorado: los salarios reales son actualmente inferiores (40 %) a los de 1948; y todos los servicios, de transporte, vivienda, obras sanitarias, educación y salud pública, en especial en Buenos Aires, en donde vive el 35 % de la población, han emipeorado notablemente. Por otra parte, "los desequilibrios económicos y las tensiones socíales se han agudizado paulatinamente en los últimos 15 años. Y, lo que es más grave, la sensación de la falta de rumbo y de un' destino común se han arraigado en amplias capas sociales; ... la. crisis definitiva de la economía industrial no integrada ha penetrado en todos los planos de la vida argentina y el actual enfrentamieato político es consecuencia de esa crisis" (pp. 239 y 257). La Argentina es para muchos obser^'sdores un caso especial que merece ser estudiado con detenimiento —para Rostow se eiicoentra en la etapa del "despegue" hacia el crecimiento autosostenido— porque a pesar de que su estructura económica y social tiene una gran semejanza con los países dinámicos y desarrollados (sector agropecuario integrado; alta productividad; ingreso per capita que monta al doble del promedio latinoamericano; y tan sólo el 25 % de su población está ocupada en la actividad agrícola-ganadera) por otro lado la Argentina es el único país de Latínoamérica que ha permanecido estancado eii los éltímos 15 años. Esta realidad intriga aún más cuando se observa que el país dispone de niveles culturales y "de patones de comportamiento que se asemejan a los de las sociedades m.odemas y cuenta desde hace varias décadas con el instiumental institucional, p>olítíco y administrativo necesario para lograr una fluid»; razonable en la utilización de los i^ursos dispon!- NOTAS BIBLICX5RAFICAS hí& y jara so adecuada ^nalización dentro de uB proceso dinámico de desarrollo" íp. 240). Aldo Ferrer explica este fenómeno indicando que la causa última del estancamiento ha sido la '^errónea conducción de la política económica nacional desde qee, en 1930, se inicia una nueva etapa del desarrollo argentino" . . . para agregar a continuación que,, . "la estructura económica del país pado haberse integrado paulatinamente antes de 1930 lo cual, conjuntamente con la transformación del régimen de tenencia de la tierra, hubiera posibilitado un desarrollo mucho más intenso. . ." (Nota de pie de página 3 de la quinta parte). Sostiene además la tesis de que la experiencia ha demostrado cómo cuando han gobernado los equipos representativos de los grandes terratenientes y los intereses vinculados a ellos, así como la administración de Perón^ ha estado ausente la concepción orientadora del desarrollo económico y social del pats. Ambos grupos han carecido de la capacidad para interpretar las nuevas condiciones del desarrollo económico argentino y de orientar "en consecuencia" su política económica. En tanto que esos grupos actuaron entonces y actúan ahora sobre el supuesto de que el país debe ra;onstítuir las bases de la economía primaria exportadora (así como lo que dio representa), en la actualidad, los impulsos dinámicos de su crecimiento no provienen ya del exterior y "es necesario forzar la marcha del proc«o de integración estructural pata, superar definitivamente el estancamiento" (p. 244), El autor afirma qoe su trabafo estarla incompleto y sería iosincero si no expresara "cuál es la raíz profunda de la situación actual y te precondiciones que 0S necesario llenar" (el subrayado es nu«tro) para llevar a su país por la senda dú crecimiento y "lograr la participación de las masas populares en los frutos del progreso a que la Argentina tiene un derecho largamente postergado" (p. 243). Conviene, pues, referirse a las precondiciones. Éstas atan referidas a tr« cam- 6S5 pos fimdameBtales: a) la orientación de la política económica; b) el papel de las fuerzas sociales en el proceso de desarrollo y^ finalmente, e) las bases políticas del mismo. a) Orientación de la polítirai económica. El autor indica que el análisis detenido del tema queda fuera de los límites de su trabajo; pero define algunos conceptos y contenidos básicos. Por lo que se refiere a la política de desarrollo y planificación, señala que los pilares de la integración de la estructura económica de su país descansa en "la expaasión de las industrias de base, el desarrollo del capital de infraestructura, la rectificación del desequilibrio geográfico del país y la soperación de rigideces institucionales en el sistema económico, particularmente en el régimen de tenencia de la tierra. La planificación es la herramienta básica de gobierno" (pp. 243 y 244). En este cam¡x> se menciona también a la política fiscal y la actuación del sector público como instrumento clave de reajuste; la política monetaria se coloca en su lugar como herramienta de desarrollo; « decir, se subraya que debe abandonarse el enfoque puramente monetarista de la inflación como precondición indispensable de una política efectiva de desarrollo: "la política de estabilidad no puede concebirse fuera del marco de una políti'ca de desarrollo" (p. 247), En cuanto a la política económica, Ferrer apunta también que "debe comprenderse bien que la etapa de la economía primaria ocportadora está definitivamente superada. . . y que el desarrollo agropecuario está vinculado. . . a la expansión del capital de infraestructura, la modificación del régimen de tenencia de la tierra y la difusión de la tecnología rural". También dentro de este capítulo el autor destaca como elementos la transformación de las relaciones económicas con el exterior y una mayor participación de su país en la ínt^ración de América Latina., . "ya que ésta ofrece amplias posibilidad» de facilitar el proceo de d^arrollo de cada país y de la r^ón ea su conjunto" 686 EL TRIMESTRE ECONÓMICO (p. 251) puesto que la debilidad del Mercado Común Latinoainericano obedece al "escaso desarrollo alcanzado en cada uno de nuestros países" a diferencia de la fortaleza del Mercado Común Europeo que reside precisamente en la fortaleza económica de sus países. b) Por lo que se refiere al papel de las fuerzas sociales en el proceso de desarrollo, P'errer apunta que el determinante último y fundamental de la evolucióa del país dependerá del com|X)rtamientü de los distintos sectores sociales; a la inversa, el progreso de la población está determinado por el desarrollo de la economía. Tres sectores sociales son analizados en el trabajo: el papel de las organizaciones obreras, del movimiento empresario y de las fuerzas armadas. En cuanto al primero se refiere, Ferrer destaca que ¡jara la filosofía económica dominante, el movimiento obrero es un obstáculo del progreso argentino. No obstante, apunta, en las economías dinámicas, el movimiento obrero. . . "ha constituido uno de los motores más formidables del desarrollo económico y social". La lucha por mayores salarios expande el mercado interno y eleva los niveles culturales y técnicos. Sin embargo, en la Argentina, continúa el autor, el movimiento obrero no ha desempeñado el mismo papel dinámico: aquél se ha limitado "a evitar la caída de los salarios reales y la disminución de la participación de los trabajadores en el ingreso nacional. .. y se ha convertido, . , en un simple mecanismo de presiones inflacionarias que tienen su origen profundo en la rigidez de la estructura económica y en las traslaciones continuas y crecientes de ingresos al sector rural; ... la raíz profunda de la inflación y del mismo estancamiento. . . no tienen su origen en el comportamiento del movimiento obrero. . . y lefos de ser un factor perturbador. . , es un pilar básico de todo auténtico proceso de desarrollo nacional" (p. 254). Todo ello proporciona una nueva perspectiva sobre la estrategia del movimiento obrero: apoyar y promover lina política de desarrollo tendiente a integrar la estructura económica del país. En cuanto al movimiento empresario, actúa sobre el supuesto de que la intervención del Estado en la economía es f^rniciosa, a pesar de que la experiencia argentina reciente revela precisamente lo contrario. Su política "radica en la incomprensión del hecho básico de que el futuro de la empresa privada. . . está vinculado al desarrollo de la economía en so conjunto. . , y en la medida cTi que, . . la política de libcralización provoque una situación prolongada de estancamiento, puede llegar a crear condiciones revolucionarias que alteren las mismas bases institucionales del sistema y que eliminen la propiedad privada sobre los medios de producción" advierte Ferrer (p. 256). c) En cuanto a las bases políticas del desarrollo, se apunta que la crisis definitiva de la economía industrial no integrada ha penetrado en todos los planos de la vida argentina, como se indicó anteriormente. Opera por otra pari:e una contiadicción fundamental: una política económica que persigue la restauración de las bases de la economía primaria aiportadora (y lo que ello representa) frente a k imposibilidad histórica de libarlo. Del resultado de ese enfrentamiento, concluye el autor, *'no sólo depende el futuro desarrollo económico del país sino la permanencia del complejo institucional y político. . . y poca duda cabe de que la continuación del estancamiento llevaráj tarde o temprano, a una eclosión revolucionaria cuya probable orientación, conforme lo revela la experiencia de p>ostguerra, estará dada por el movimiento marxista-leninista" (p, 257). Los hechos recientes —nos referimos al m« de julio de este año en que han tenido lugar las elecciones-— parecen indicar que el camino que seguirá la Argentina será todavía por algún tiempo el camino equivocado del movimiento empresarial; que, en consecuencia, las condiciones de «tancamiento del país tendrán que prolongarse todavía durante im periodo relativamente largo, y que habrá que es^rax que se NOTAS BIBLIOGRÁFICAS desarrolle la conciencia de la necesidad de lograr una "economía integrada", para 687 usar las palabras de Ferrer^ concluimos nosotros. ÓSCAR SOBERÓN M. Weúlth mid Power in America-. An anaJyñs oj Socieá Clúss and Inc€mte Distñbution. Frcderick A. Praeger, Publisher. Nueva York. E. U. A. 178 pp. GABKíEI. KOLKO. Entxe los "varios ataques de carácter académico que se hacen a la teoría marxista, quizá el más importante consiste en afirmar que eii el ejemplo de los Estados Unidos se contradice la afirmación marxista de que el opitalismo tiende cada ¥^ eri mayor grado a una más grande coocentración de la riqueza. I^ mayoría de los estudios de la sociedad norteamericana, sup>onen que a partir del fin de la Gran Depresión, eo 19395 ^a riqueza de los Estados Unidos se ha redistribuido y que, en consecuencia, la prosperidad se extiende a las capas más amplias de la población. Los aotores de estos trabajos, tanto populares como académicos, están virtualmente convencidos de que la sociedad norteamericana ha obtenido tm grado sustancial de democracia social y económica. Claman por los triunfos económicos logrados, por haber diminado la pobreza y creado tma vida de abundancia para las mayorías y no para unos cuantos. Ese su punto básico de la igualdad económica se ha transformado en los cimientos eíi que descansan las mismas teorías de las ciencias sociales y en un lugar común aceptado por millones; es también la base, por otra parte, de las políticas sociales y económicas —en especial de la fiscal— que sigue Norteamérica. Por supuesto —afirma Kolko— parece ser más bien una falacia: porque a pesar del evidente incremento de la prosperidad, a partir de los años del abismo de la Gran Depresión, la distribución básica del ingreso y riqueza de los Estados Unidos es en esencia la misma actualmentCj en comparación con 1939 o aun con 1910. Lxis grupos de bajos ingresos \i-ven sustancialmente mejor en la actualidad; pero a pesar de que sus ingresos se han incrementado, no muestran cambio alguno err términos relativos; es decir, son muy semejantes como porcientos del ingreso nacional. Aún más, las ventajas económicas logradas por los grupos de bajos ingrraos han sido enormemente exagerados por los comentaristas. Éstos son los responsables de dar un tono color de rosa a las discusiones sobre la economía de Estados Unidos, ignorando y pasando por alto innumerables problemas —-como el de la desocupación, de las regiones atrasadas y de los sectores de bajos ingresos— que han persistido durante los años de postguerra, y todavía después. Al mismo tiemjx), estas personas han dqado sin reconocer las serias consecuencias económicas de numerosas tendencias que se han estado desarrollando durante las dos décadas pasadas y que, con efectos cada vez más amplios, están nulificando parcialmente las alzas de salarios, los beneficios de la seguridad social, etc. Entre esos mcSdulos de significación económica se encuentra el incremento que ha tenido lugar en las ocupaciones de empleados no sindicados, coyas bajas incalas de salarios no se mantienen a tono con el proceso inflacionario; la creciente forma en que aumentan los grupos de población de edad avanzada, tradicionalmente de bajos ingresos y el agudo incremento de mujeres separadas y divorciadas que tanibién se caracteriza por su reducido ingreso. E',1 impacto de las nue\-as y viejas causas de la pobreza pueden medirse mediante la estadística^ continúa Kolko: más de una tercera parte de las familias subsisten mediante ingresos demasiado bajos para proveer nivela de vida saludables. Y tales condiciones existen no sólo en los Estados pobres como Míssis-