La última joya Actualmente Isagén tiene cinco generadoras de

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La última joya
Actualmente Isagén tiene cinco generadoras de
energía entre hídricas y térmicas.
ENERGÍA
Se inicia la última gran privatización del Estado: Isagén, un negocio que valdrá
1.500 millones de dólares. Aunque sirve para tapar el hueco fiscal, algunos se
preguntan si no es una mala movida estratégica.
El próximo 13 de julio el Consejo de Ministros dará la largada al negocio del año
en Colombia: la venta del 57,66 por ciento de las acciones que el gobierno
tiene en Isagén, la tercera generadora de energía del país, por la que se espera
recibir mínimo tres billones de pesos (unos 1.500 millones de dólares).
Se trata prácticamente de la venta de la última joya de la corona que tiene el
Estado en sus activos, no sólo por lo que representa actualmente, sino por lo
que promete en el competido mundo energético.
Actualmente Isagén cuenta con cinco generadoras, entre térmicas e hídricas,
que representan el 18,7 por ciento de la generación de energía en el país.
Además están en caminos inversiones por más de 1.300 millones de dólares
para construir las hidroeléctricas de Sogamoso, en Santander, y Amoyá, en
Tolima.
Por eso muchos ya han puesto sus ojos en el negocio. Dentro de las firmas
interesadas están, obviamente, las grandes que ya operan en Colombia, como
EPM (de propiedad del municipio de Medellín) y Emgesa (ahora de mayoría de
capital italiano). Pero además, están en el partidor Colinversiones, compañía de
inversiones colombiana que tiene participación en Termoflores; AES, firma
norteamericana que hoy posee Chivor; Suez, de Francia; Brookfield, que opera
centrales eléctricas en Estados Unidos y Brasil, y Ashmore Energy, uno de los
más importantes fondos de inversión de Inglaterra.
El interés de los grandes del mercado muestra que Isagén es una ficha clave en
el ajedrez del sector y definitiva en la integración energética de América
Latina.
Por eso hay quienes consideran que la venta de la generadora es un buen
negocio para las finanzas públicas, pero podría ser una desafortunada decisión
política. La venta a un inversionista privado, prácticamente le quita al Estado el
control del 20 por ciento de la generación de electricidad en Colombia. El tema
no es de menor cuantía, pues actualmente el país es protagonista de los
procesos de integración energética entre Centro América y Sur América.
Quienes desde el gobierno defienden la decisión explican que lo estratégico es
mantener el control sobre la transmisión y no sobre la generación de energía.
Eso justifica la decisión indeclinable de la administración Uribe de quedarse
con ISA, que es la compañía que cuenta con la red energética más importante;
es la que realmente maneja el switch de la luz en Colombia y ya en otros
países como Brasil.
Por el momento, el gobierno está definiendo las condiciones del negocio. Está a
punto de abrir la oferta al sector solidario y allí va a encontrar unos obstáculos
importantes para sacar los rendimientos que espera. Por ejemplo, es claro que
los fondos de pensiones y sus ocho millones de trabajadores afiliados podrían
adelantarse en esta carrera, pues tienen una de las posibilidades más claras
para hacerse al control accionario de la compañía. Los fondos tienen
actualmente 15,30 por ciento de la participación accionaria en Isagén,
adquirido durante las etapas de democratización que ha adelantado la
compañía. Si los fondos quisieran hacerse a la mayoría, podrían hacerlo
simplemente comprando durante la etapa de oferta al sector solidario el 35 por
ciento de las acciones, a un 'módico precio' de 1,8 billones de pesos. Las AFP
son el único inversionistas que podría darse ese lujo de comprar sin pujar y
pagando sólo por una parte del paquete accionario. Tienen el camino
despejado.
Los ingresos de esta privatización ya están programados en el plan financiero
del gobierno. Definir las reglas sobre quiénes participarán en el negocio y
quiénes se van a quedar con uno de los más importantes generadores de
energía del país será un asunto de precisión milimétrica, tanto para las
finanzas públicas, como para la estrategia de Colombia en el negocio
energético latinoamericano.
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