DESDE LA CÁTEDRA VALIENTES Y COBARDES Manuel Zevallos Vera Filosofo La persona valiente se define como “fuerte, robusto, esforzado, animoso y de valor; eficaz y activo en su línea de conducta, física o moralmente”. La valentía se pone en práctica ante un hecho o hazaña heroica ejecutada con valor; gallardía, arrojo, acción material o inmaterial esforzada y vigorosa que puede exceder a las fuerzas naturales. En la historia humana valientes se pueden contar sin medida y sólo a guisa de ejemplos en el Perú podemos nombrar a Pachacutec, Manco Inca, Tupac Amaru, Pumacahuca, Mariano Melgar, Graú, Bolognesi, Ugarte, Quiñónez, Santos, el mártir Olaya y tantos otros civiles como Sánchez Carrión y militares que han dado lustre y honor a la patria. Cobarde se define como una persona pusilánime, sin valor ni espíritu y la cobardía como la falta de ánimo y valor. El cobarde es dudoso, mediocre, medroso, temeroso, tímido, asustadizo, miedoso, aprensivo. Cobardes en el mundo han existido y existen por raudales y en el caso de Perú a manera de ejemplos citamos a Huáscar y Filipillo, mas todos los Filipillos que se pusieron a la orden y servicio de los conquistadores españoles y posteriormente de los colonizadores hasta el advenimiento del régimen republicano en el que pululan tristemente célebres cobardes y traidores que por respeto a sus descendientes no queremos nombrarlos. Si ponemos en la balanza de la historia mundial a los valientes y en el otro lado a los cobardes, personalmente creo, y con compartida razón universal, que la balanza se inclinaría a favor de los valientes representados por los millones y millones de personas de todas las actividades humanas y condiciones sociales que han puesto sus esfuerzos y sacrificios a favor de causas humanitarias como Teresa de Calcuta, científicas como los esposos Curie, políticos como Carlos Marx y Adan Smith, Espirituales como Cristo que fue sacrificado defendiendo su fe y sus ideales Sacerdotes y pastores de todas las iglesias, maestros y educadores, profesionales y técnicos; militares de todas las armas y graduaciones, incluyendo a los valerosos soldados, los trabajadores y proletarios que han dado sus vidas por sus derechos; empresarios que van construyendo el desarrollo del país; madres y padres de familia de todas las clases sociales, con mayor razón a las de humilde procedencia; estudiantes y juventud que sacrifica sus horas de descanso y divertimiento para alcanzar metas superiores en la sociedad; deportistas que hacen honor a la progenie humana, filósofos, intelectuales cuyo pensamiento nos permite ingresar en las profundidades y misterios de la realidad, del arte y la cultura; al periodismo que hoy más que nunca se hace indispensable en su crítica análisis, comentarios e investigaciones con veracidad, honestidad y valentía, la gente humilde que ha luchado contra el infortunio como la pobreza y el subdesarrollo a quienes rendimos nuestro homenaje de admiración y gratitud. Gente valiente en el sentido más lato y auténtico del concepto han sido y seguirán siendo los protagonistas e impulsores del progreso y el desarrollo en busca de los ideales de perfección, especialmente moral y ética que es el punto débil en la balanza del mundo. En cambio los cobardes son los que frenan, detienen y obstaculizan el avance de las acciones, empresas y proyectos individuales o sociales y que afectan a las decisiones personales o grupales en pos de metas superiores. Son incapaces de arriesgar nada y como según reza el refrán: “el que no arriesga no cruza el río”, o sea que se queda en una orilla mirando, dudando y quizás admirando a los que osaron pasar y siguen avanzando hacia el futuro porque “el miedo salva a los valientes y hunde a los cobardes”. En otros casos los cobardes sopesando su miedo y sus temores, sufren y se angustian por su falta de valor y a estos hay que decirles “lloras como mujer lo que no has podido defender como hombre”, aunque en el mundo de hoy la mujer ya no solo se concentra en el llanto cuando es ofendida o estropeada sino que asume con arrojo y valentía la defensa de su dignidad y sus derechos. Mientras el valiente se muestra atrevido, intrépido, osado, desaprensivo, el cobarde se muestra temeroso, dudoso, manejable, manipulable, y por lo tanto, no solo expresa su propia característica de debilidad de carácter sino que es víctima y presa de voluntades ajenas y de terceros que lo manejan a gusto y sabor de intereses no muy santos. La valentía no es una propiedad del hombre pues históricamente la mujer ha dado pruebas en ocasiones cruciales de comportarse con valor, con coraje y valentía, y en el caso del Perú como ejemplos mencionamos a María Parado de Bellido esposa del mártir Olaya, Micaela Bastidas, María Elena Moyano, Angela Ramos y tantas otras. Gloria y Honor para los valientes del mundo; nuestro voto en contra de indignidad para los cobardes.