Aún van quedando súplicas Lea la columna de opinión de Arturo Lavín. Por Arturo Lavín Acevedo Bueno, la conversa entre los que fuimos al "evento cataclísmico" y, también entre los que se lo perdieron y andan desesperados porque se repita, me sigue dando tema para alguna súplica más. Los aperos Los aperos actualmente usados son los "reglamentarios". Es decir, a alguien con poder circunstancial para decidir se le ocurrió que había que determinar que aperos eran "ligitimos" y cuales "no eran ná acampaos" y, por lo tanto, los puso en el reglamento de los guasos. Claro, en estos tiempos los guasos son reglamentados. ¿Qué reglamentos tendrían los viejos de antes? ¿Se imaginan? Me refiero, especialmente, a la indumentaria o atuendo y aperos, porque en el deporte sí que tiene que haber reglas. Eso está más claro que el agua. Pero como reglamentamos algo que es tradición y que ha tenido una evolución desde el comienzo, y la sigue teniendo, por lo demás. ¿Como la clavamos en el tiempo? Realmente creo que las tradiciones se respetan, pero no se pueden reglamentar. Para respetarlas hay que conocerlas, básico. Por ahí creo que va el problema. No se respetan cuando existe ignorancia sobre ellas. Nada más. En esto sí que hay más paño que cortar que lo que había en Bellavista Tomé. A propósito, supieron que esa industria quebró. ¿De donde vamos a sacar la fantasía para los pantalones? ¡Vamos a tener que modificar el reglamento! Claro? habrá que aceptar que se hagan con tela china o coreana no más?¿Y si no dan la ley? ¡Capaz que lueguito se tengan que autorizar los pecosbiles! Total. Ya las mediaslunas están llenas de propaganda de cualesquier cosa. Igualito que en gringolandia. Por'eí hasta están proponiendo que en los rodeos se corran dos toros por todas las colleras y que los dos jinetes atajen "p'al mesmo lao". ¡Ta bien! Pueé que se gane algo, en el espectáculo. ¿Pero y el rodeo?? ¡Aonde va queando! Por la miéchica? y algunos hablan, y les llegan a gorgorear las palabras, hay que volver al rodeo "di'antes", hay que rescatar las tradiciones. ¿Porqué no se echaran una miradita en el espejo? ¡La carita de mentirosos que se verían! ¡Y capaz a que no ahh! Hasta, a lo mejor, ya se acostumbraron a jugar como al cacho con los decires. Aseveran una cosa pero están pidiendo la contraria. Como estábamos diciendo, un día cualquiera se determinó que aperos eran reglamentarios y cuales quedaban proscritos por no ser acampaos. Claro, seguramente sobre la base de la memoria acampada de los eventuales "legisladores", que a veces "nu?es ná? muy larga, lamentablemente. Y "catapún chinchin" la cosa quedó oleada y sacramentada. ¿Y los aspectos técnicos o anátomo-funcionales de cada pilcha, la tomarían en cuenta? ¡Me late que no!... ¡Me late no más! 1 Algún día nos vamos a adentrar en la historia de "éstas herramientas" y seguramente nos vamos a sorprender al averiguar que la guasería nunca fue muy técnica para tomar sus decisiones sobre las características de sus aperos. Claro en esos tiempos un caballo valía, en lo conceptual, no en lo pecuniario, puntitos más que una simple bestia. Si algún guaso se encariñaba con alguno que consideraba "especial", igual, llegado el momento, se las "ponía toítas". Nada de andar con miramientos. Pa?qué vamos a andar con dislates, tampoco se tenían mucho miramiento entre ellos, toos cristianos. Si se agraviaban, las quiscas relucían al "instante" y si, como consecuencia, alguno pasaba a "finao", era pura "fatalidá no más". ¡Se irían a andar preocupando de si un caballo se machucaba con los aperos! Bueno, ya los tiempos "de frentón" son otros y lo "politically correct" (lo pongo en gringo porque es invento gringo) es que los animales ya son casi personas. Por lo tanto, hay que tratarlos como personas. Se han dado cuenta. Si hoy lo pillan a uno pegándole a un "animalito" hasta cana pueé que le ajusten. Aquí hay otro tema interesante con respecto a los "reglamentos". Al respecto voy a hacer una comparación. En España, la tierra madre, aún se torea, y se torea igualito a como se toreaba antes tiempo. Esos tíos sí que han demostrado prestancia y han sabido mantener sus tradiciones. Que se desgañiten criticándoles parece que les importa un bledo. Total, el que quiere va a ver y al que no le gusta se queda en su casa. Es más, las corridas hasta las transmiten por televisión. Igual. El que las quiere ver las ve y al que no le gusta, cambia de canal. Simplísimo. Nadie imponiendo a nadie. Nosotros, en una actitud muy pueril, hasta prohibimos tocar con la espuela al novillo. ¿Y porqué al caballo sí y al novillo no? ¿Me lo pueden explicar? No pega ni junta. Dicen que se hizo por imagen. ¿Y la tradición donde quedó? Ahora, hagemos un análisis del caso. Un jinete con la pierna, que viene siendo una palanca con punto de apoyo y largo como toda palanca, sólo puede ejercer una determinada fuerza. Ésta dependerá de lo forzudo de piernas que sea al hombre y del largo de la palanca. Así que en realidad no es mucha. U sea que al novillo el golpe que se le da es bastante menor con respecto a su envergadura. Casi es un chiste para el. Y más, cuando el que le pega lo hace en una posición bien incómoda. Claro... porque al caballo le pegamos el espuelazo pa?entro, en posición natural para hacer fuerza, y al novillo hay que pegárselo pa?juera, o sea en posición antinatural y, por lo tanto, menos eficiente para golpear fuerte. Pero lo más importante en este caso es que se legisla sin conocer la naturaleza de éstos animales. Aquí hasta me caben dudas de lo guasos que realmente son algunos de los que se precian de eso mismo, de ser guasos. ¿Porqué digo esto? Por la sencilla razón que un guaso con algún entronque en el campo, de donde se supone que vienen los guasos, tendrá que haber visto a un piño de novillos en sus actitudes naturales y normales. ¿Los habrán visto ajustarse un cachazo? Especialmente cuando alguno dominante se atraviesa en el comedero y no deja que los demás se le acerquen. Por favor, ojála que alguien bueno para la física "carculara" y comparara la fuerza que se puede ejercer entre una pierna de jinete espueleando de revés y un novillo de 400 kilos con un envión de un par de metros y corneando de frente. En el primer caso pegando con la espuela de rodaja atenuada y en el segundo con un cacho puntiagudo. Moraleja: Antes de legislar hay que "estudear". Claro? si el taitita Dios les dio cacho a estos animales para que se defendieran, incluso 2 entre ellos, será porque son capaces de soportar un cachazo y no se van a dañar si lo reciben. Están hechos para eso. Bueno, para ser justos, a lo mejor los que legislaron han conocido puros animales mochos no más. ¡Cómo están de moda! Lo último al respecto. Con los novillos que se corren ahora? ¿Cuánto tiempo se ahorraría si se pudiera darles un espuelazo, que para ellos es como nada? Alguien pudiera argumentar que no se hace bonito plato cuando el jinete suelta el estribo y pone la pierna encima del novillo. Pero eso es otro cuento. Por último "legislen" en la forma de espuelear, pero no lo prohíban por crueldad, porque de crueldad no tiene nada. Si se sabe algo de animales, eso sí. En esto de los aperos, a pesar que muchos de ellos son reglamentarios, hay algunos harto crueles, pero harto acampaos. Vamos despulgando. Primero. ¿Han visto, por estos tiempos, a un guaso que no use bozalillo y bajador? Con bajador no se puede correr, pero sí con bozalillo. Siempre he alegado que los arregladores de antes no usaban estos "implementos" en forma constante. Sólo en algunos casos, en muy pocos. Pero hoy son como la montura. Si no están puestos creen que el caballo está pilucho. Con Mauro Villamor, el otro día, cuando empezamos a ensillar y vio que todos los estaban "instalando" advirtió al tiro. Los bajadores y bozalillos no se necesitan, es más, prácticamente nunca se necesitan. Explicó claramente que eran una manera de "torturar" al caballo obligándolo a posiciones forzadas por largo tiempo. Aclaró que esas posiciones el caballo las puede aprender con "señas" mucho más sutiles. Así que propuso hacer una pira con todos esos implementos. No creo que sea pa?tanto, pero que se abusa de ellos, ciertito. Es más, casi nadie sabe el efecto real que provocan en el caballo. A lo mejor por eso no les da ni asco usarlos. Creen que son inofensivos. ¡Total, si son puros "cueritos", y sobaítos más encima! Sigamos. Las martingalas tampoco. Menos las amarradas a la cincha para sobarles el cuello. Aquí una cosa interesante. Que se usa el sobar e in extremis, es decir haciendo que el pingo se toque el flanco con el hocico, sí, se usa, pero haciéndolo con la pura rienda y por periodos cortísimos. Es el principal castigo que se le ?impone? al desobediente. Si el pingo no obedece se le "castiga" con trabajo, y el trabajo es girar doblando el cuello al máximo. Pero siempre dejándole la salida de retomar el ejercicio que se le estaba pidiendo. ¡Para qué vamos a hablar de bocados! Aquí si que queda la tendalá. ¿Qué pasaría si un guaso conciente de no hacer sufrir a su yoquito entrara a la medialuna con un simple filete en el hocico? ¿Qué creen ustedes? A propósito, el filete es el bocado más simple, el que se usa en las riendas "inglesas" o para los caballos aradores. Tan es así, que cuando Mauro dijo que era lo mejor para empezar, uno de los asistentes, que por supuesto había llevado su frena, livianita pero frena, se admiró y dijo: "Pero si de esos tengo varios en el campo pero para las bestias del arado". Bueno. ¿Aonde estará el guaso del filetito? ¡En el camión puhh mi amigo! El delegado lo echó no más dentrar. Ya algún ?acampao? le había soplado: "Échale una miradita al frenito de ese gallo". Acampamiento o reglismo. ¿Que será? Siempre que hablo de estas "pelotudeces reglamentarias" (Perdón... pero no encontré el sinónimo elegante que dijera exactamente lo mismo) me acuerdo de una conversación con Don Hernán Cruz. Contaba el hombre que Don Momo Moller, cuando se impuso el atajar a "la escuadra", cronómetro en mano hizo un estudio físico al respecto. Sostenía que se estaba pidiendo algo imposible de hacer sin sacarse "la cresta". Claro... con el sistema de esos tiempos y, fundamentalmente, con los novillos que se corrían entonces, de esos que veían un caballo y 3 rajaban a la munda. Creo que sigue siendo casi imposible hacerlo con un mínimo de seguridad para el jinete. Ahora, con puros guachos ?galopiados?, más tres vueltas en el piño, la cosa "cambea y varea". ¿Han visto la cara de algunos corredores cuando, con muy mala suerte, les toca un toro como sacado de la historia? De esos que no se les ve ni la luz. Derechito a juntarse al piño otra vez. No les queda otra. Bueno, el asunto es que los guasos debiéramos tener la suficiente prestancia para mantener nuestras tradiciones. Aunque a algunos no les gusten. Que no nos vayan a ver y quedamos todos contentos. Además, debiéramos ser consecuentes. No podemos catalogar algo de cruel e inaceptable en un caso y lo mismo como inocuo y aceptable en otro igual. Una anécdota al respecto. También un recuerdo para un muy buen criador. Hace años atrás, siendo yo director de la vieja Asociación de Criadores, al finalizar una reunión Don Carlos Fresno, por ese entonces secretario, nos entregó a todos una hojita escrita. Explico: Llegó esta solicitud de incorporación para los directores de la Asociación. Venía de la Sociedad Protectora de Animales. Cuando muchos estábamos sintiéndonos medio encajonados y pensando como que habría que firmarla, Samuel Parot dijo: No puedo firmar esto, sería inconsecuente de mi parte. Todos lo quedamos mirando con cara de pregunta. Claro, dijo, si un caballo no nos quiere atajar le sacamos la cresta y como vamos a firmar esta payasá. Eso es consecuencia. Hoy día.... ¿Cuántos le sacan la cresta a los caballos en la casa? A ver. ¡Seamos sinceros por favor! Claro.... que después en la medialuna parezcamos todos blancas palomitas de la paz... hummm. No será pura postura. Por eso es necesario tener prestancia. De ahí que estas verdaderas prácticas de doma, con verdaderos conocimientos de cómo pedirle al caballo que haga algo que a él no le interesa, pero a nosotros sí, son tan importantes. Claro... solamente así vamos a poder ser verdaderamente consecuentes. Arturo Lavín Acevedo, Cauquenes del Maule, septiembre del 2008. 4