Jesús se aparece a los discípulos Domingo 2º de

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Domingo 2º de Pascua Ciclo A
Abril 27 de 2014
“Den gracias al Señor, porque él es bueno, porque su amor es eterno”
Salmo 118
Entreguémonos al Padre celestial
para que establezca en nosotros a su enviado Jesucristo.
Démonos al Espíritu Santo para que nos posea y dirija;
y para que abra y disponga los corazones de los oyentes
a acoger la divina Palabra.
Encomendémonos al poder de intercesión de santa María Virgen,
de los ángeles y de los santos, para alcanzar estas gracias.
San Juan Eudes
Juan 20, 19-31
9,1- 41
Jesús se aparece a los discípulos
19
Al llegar la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, los discípulos se habían reunido con las
puertas cerradas por miedo a las autoridades judías. Jesús entró y, poniéndose en medio de los discípulos,
los saludó diciendo:
— ¡Paz a ustedes!
20
Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Y ellos se alegraron de ver al Señor. 21Luego Jesús les dijo
otra vez:
— ¡Paz a ustedes! Como el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes.
22
Y sopló sobre ellos, y les dijo:
— Reciban el Espíritu Santo. 23A quienes ustedes perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y a
quienes no se los perdonen, les quedarán sin perdonar.
24
Tomás, uno de los doce discípulos, al que llamaban el Gemelo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús.
25
Después los otros discípulos le dijeron:
— Hemos visto al Señor. Pero Tomás les contestó:
— Si no veo en sus manos las heridas de los clavos, y si no meto mi dedo en ellas y mi mano en su costado,
no lo podré creer.
26
Ocho días después, los discípulos se habían reunido de nuevo en una casa, y esta vez Tomás estaba
también. Tenían las puertas cerradas, pero Jesús entró, se puso en medio de ellos y los saludó, diciendo:
— ¡Paz a ustedes!
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27
Luego dijo a Tomás:
— Mete aquí tu dedo, y mira mis manos; y trae tu mano y métela en mi costado. No seas incrédulo; ¡cree!
28
Tomás entonces exclamó:
— ¡Mi Señor y mi Dios!
29
Jesús le dijo:
— ¿Crees porque me has visto? ¡Dichosos los que creen sin haber visto!
30
Jesús hizo muchas otras señales milagrosas delante de sus discípulos, las cuales no están escritas en este
libro. 31Pero éstas se han escrito para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que
creyendo tengan vida por medio de él.
Algunas preguntas para ayudarte en la lectura atenta…
¿Por qué los discípulos se habían reunido con las puertas cerradas? El Señor, después de saludar a sus
discípulos les mostró las manos y el costado, luego sopló sobre ellos y… ¿qué les dijo? Cuando los
discípulos contaron a Tomás lo que habían visto ¿Qué condición puso para creerles? Jesús dijo a Tomás dos
cosas ¿Cuáles fueron?
P.Daniel Kerber
Algunas consideraciones para una lectura provechosa…
En este segundo domingo de Pascua, después del Evangelio del sepulcro vacío, la liturgia nos presenta los
primeros encuentros de Jesús con sus discípulos.
El texto podemos subdividirlo en tres partes, el primer encuentro de Jesús con sus discípulos, en la tarde del
domingo, sin que estuviera Tomás (vv.19-25), luego, el segundo encuentro al domingo siguiente, con Tomás
presente (vv.26-29); finalmente los vv. 30-31 son la conclusión del evangelio.
El contexto en que comienza la narración es de miedo y de puertas cerradas. Es pascua, pero los discípulos
todavía no han visto al Señor. En esta incertidumbre y oscuridad el Señor se hace presente y les da su paz.
No es simplemente un saludo, o un deseo. Cuando Jesús dice “Paz a ustedes”, les está diciendo, “yo que
vencí a la muerte con la resurrección, les traigo el fruto de mi victoria que es la paz”, “yo que soy la paz,
estoy con ustedes” (ver Ef 2,14).
Luego les muestra las manos, para que vean que es el mismo Jesús, que fue crucificado el que se presenta
ante ellos. Y sopla sobre ellos el Espíritu que los hace ministros de la misericordia y la reconciliación.
El fruto de este encuentro es la alegría: “ellos se alegraron de ver al Señor” (v.20). La presencia del Señor
cambia el miedo en alegría, y las puertas cerradas en envío para anunciar.
En la segunda parte se narra el encuentro de Jesús con sus discípulos al domingo siguiente. El autor le está
diciendo a su comunidad que el Domingo, día en que se celebra la Eucaristía, es el día del encuentro con el
Señor. Esta vez Tomás está con ellos, y el que había dudado del testimonio de sus hermanos, ahora es
testigo de la presencia del Señor que lo llama y lo invita a tocarlo y a creer: “Mete aquí tu dedo, y mira mis
manos; y trae tu mano y métela en mi costado. No seas incrédulo; ¡cree!” (v. 27).
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Este episodio de Tomás, tiene una importancia singular, pues la comunidad a la que escribe el autor, no ha
conocido personalmente a Jesús, no lo ha visto ni lo ha tocado. Entonces podían decir: «¡Qué bueno los que
pudieron ver y estar presentes con el Señor en aquellos tiempos!» Este tipo de pensamiento también se nos
puede presentar a nosotros en nuestras comunidades, y tanto para ellos como para nosotros fue escrito este
texto. Por eso, Jesús culmina declarando feliz no a Tomás, sino a los que creen sin haber visto, es decir a
nosotros que nos acercamos al Señor en la fe, y queremos caminar por sus caminos aunque no lo vimos.
La conclusión del evangelio en los vv.30-31 da la clave de interpretación de toda la obra: “se ha escrito para
que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengan vida por medio de él”.
El evangelio es un camino para que quien lo recorre culmine profesando su fe, y sepa que en esa fe tiene
vida.
Recordemos algunas palabras del Papa Juan Pablo II, quien ha sido proclamado como santo el día de hoy,
dirigidas a los jóvenes para 10ª Jornada Mundial de la Juventud que se realizó en 1995 en Manila (Filipinas),
su reflexión es oportuna y actual:
“Pero el encuentro con el Señor resucitado no refleja sólo un momento de alegría individual. Es, más bien,
una ocasión en que se manifiesta en toda su amplitud la llamada que ha recibido todo ser humano. Fuertes
en la fe en Cristo resucitado, estamos todos invitados a abrir de par en par las puertas de la vida, sin miedos
ni titubeos, para acoger la Palabra, que es camino, verdad y vida (cf.Jn 14, 6), y proclamarla valientemente al
mundo entero. (…)
Su Evangelio debe hacerse comunicación y misión. La vocación misionera compromete a todo cristiano, se
convierte en la esencia misma de todo testimonio de fe concreto y vital. Se trata de una misión que brota del
proyecto del Padre, designio de amor y de salvación que se realiza con la fuerza del Espíritu, sin el cual
cualquier iniciativa apostólica nuestra está destinada al fracaso. Precisamente para que sus discípulos puedan
realizar esa misión, Jesús les dice: "Recibid el Espíritu Santo" (Jn 20, 22). Así transmite a la Iglesia su misma
misión salvífica, para que el misterio pascual siga llegando a todo hombre, en todo tiempo, en cualquier
latitud del planeta.” 1
Ahora preguntémonos:
¿Nuestro encuentro con Jesús a través de su Palabra nos hace perder el miedo y sentir su paz y su valentía
para anunciarlo? ¿Sientes la presencia de Jesús Resucitado en medio de tu comunidad? Cuando recibes a
Jesús en la Eucaristía estás tocando el cuerpo de Cristo Resucitado ¿Crees verdaderamente esto? ¿Qué te
dice hoy Jesús Resucitado?
1
http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/messages/youth/documents/hf_jp-ii_mes_21111993_ix-and-x-world-youth-day_sp.html
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Ven Señor, quédate con nosotros, y aún cuando encuentres cerrada la puerta de nuestro corazón por miedo
o infidelidad, entra igual. Tu saludo de paz es bálsamo que disuelve nuestros temores; es don que abre el
camino a nuevos horizontes.
Dilata los estrechos espacios de nuestro corazón. Refuerza nuestra frágil esperanza y danos ojos penetrantes
para descubrir en las heridas de Tu corazón los signos de Tu resurrección gloriosa. Con frecuencia también
nosotros somos incrédulos, necesitamos tocar y ver para poder creer y podernos confiar. Haz que
iluminados por tu Espíritu, podamos ser contados entre los dichosos, que sin haber visto han creído.
Madre Ana María Cánopi y comunidad de la Abadía Benedictina Mater Ecclesiae2
Jesús, Hijo de Dios he creído sin ver y te he anunciado porque me has enviado.
Ayúdame a ser cada vez un mejor discípulo…
Daré testimonio de mi fe, aportando ideas para la Evangelización de más jóvenes en mi comunidad.
"¡El Señor ha resucitado en verdad!
De aquí toma su inspiración no sólo el apostolado misionero,
sino la valerosa defensa de los principios sobre los que se eleva todo el edificio
de la dignidad humana, de la civilización cristiana."
Santo Padre Juan XXIII
2
Isola S. Giulio, en Giorgio Zevini, Pier Giordano Cabra (eds) Lectio Divina, IV, p.82
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