C. ARÉVALO 81 agrio que les servía de miel y vinagre, potaje, leña y veneno y aun vino, aunque éste no le sabían hacer los antillanos, pero sí los indígenas de Tierra F i r m e . E s t a s plantas son las que proporcionan lo que hoy llamamos tapioca. Otro descubrimiento de más trascendencia para los europeos que nos describe Oviedo fué el del mahis (Zea mays L . ) . También nos habla, a propósito de esta g r a mínea, con todo género de detalles, de su cultivo por los indígenas y de su utilización tostado, como pan (tascalpachón) y en tortas y rosquillas. E l mismo Oviedo, en excursiones y viajes, se sustentó exclusivamente con el engrudo de maíz que llevaba en esos casos a previsión. Del maíz hacían también vino en T i e r r a F i r m e y fué por entonces traído a E s p a ñ a , pues Oviedo cuenta que había visto en 1 5 3 0 un lozano maizal en A v i l a , lo que le maravilló, por ser esta ciudad tan fría, y asimismo la v i o cultivado en el convento de Atocha, en M a d r i d . T a m b i é n tenían importancia como plantas harinosas los ajes o tubérculos de una monocotiledónea, Dioscorea bulbífera L . (familia dioscoriáceas), hoy llamados voladores en Cuba, que se usaban cocidos, asados y aun fritos, y fué uno de los alimentos principales para el mantenimiento de los trabajadores, tanto en las A n t i llas como en la T i e r r a F i r m e , y las batatas, tubérculos a n á l o g o s a los ajes, pero originados por una planta muy diferente de la familia de las convolvuláceas Batatas edules Ohoisy, y más delicadas, p u e s Oviedo asegura no ser inferior a gentiles mazapanes y poderse presentar a su cesárea majestad. E l mismo Oviedo los importó a E s p a ñ a en uno de sus viajes y eran y a artículo de exportación, pero perdía mucho en el largo viaje. S i n duda por ello se acometió su aclimatación en M á l a g a ,