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Actores infiltrados para vigilar a los trabajadores
Actores infiltrados para vigilar a los trabajadores
Los datos recogidos pueden ser utilizados por los detectives como prueba pericial en un juicio, mientras que los
actores sólo pueden acudir como testigos, ya que no pueden recoger pruebas.
Una empresa inmobiliaria de Barcelona contrata a un arquitecto para que haga trabajos de intermediación en la compra
de solares. La inmobiliaria sabe que el arquitecto trabaja para otra empresa más grande, por lo que le obliga a firmar una
cláusula para comprometerle a traer proyectos. Sin embargo, empiezan a sospechar que está incumpliéndola. La
abogada de la inmobiliaria sugiere la posibilidad de contratar a un actor para desenmascararle.
Así, se pusieron en contacto con la Central del Espectáculo, una compañía catalana de actores que la abogada conocía
por una sorpresa a la que asistió en una cena. En dos días prepararon el guión; el actor se haría pasar por el agente de un
propietario de suelo. Acordó una cita con el arquitecto y tras plantear el negocio, éste le propuso algo fuera de lo
previsto: cerrar el acuerdo con una tercera sociedad regentada por su mujer y su madre. El actor redactó un informe y lo
pasó a la inmobiliaria que presionó al arquitecto exigiéndole trabajar en exclusiva. Lo rechazó y la empresa le rescindió
el contrato.
Éste es el primero de los siete trabajos que hasta ahora ha hecho esta compañía de actores, que se regula por unas
normas básicas para realizar estas actuaciones. Daniel Aguirre, director de la compañía, asegura que antes de cualquier
actuación firman un contrato de tres puntos. Primero, el cliente nunca podrá llamarles para testificar en un juicio;
segundo, el contrato se establece como un trabajo de interpretación, y tercero, el actor se compromete a realizar un
informe ateniéndose a lo que ha visto y a la ley, que establece que no puede grabar conversaciones ni tomar fotos, al ser
ilegal y no tener validez en un juicio. 'No es un trabajo para sustituir a la policía ni a los detectives. Es un trabajo de
actor puro y duro; es un servicio más de los que realizamos para ganar dinero con el espectáculo'.
En el repertorio actual de la Central del Espectáculo destacan dos puestas en escena: el club de dobles de famosos,
creado recientemente en colaboración con la compañía británica Reel to Real Productions, por el que el cliente puede
obtener en tan sólo 24 horas una grabación y una fecha para que el doble de cualquier famoso acuda al acontecimiento
que más desee. Entre los más solicitados están los dobles de David Beckham, Victoria Adams o Ronaldo.
Otro servicio que ofrecen es el de cenas con familiares falsos, surgido hace tres años a partir de una disparatada
propuesta de un cliente que acababa de ver la película Familia, de Fernando León de Aranoa, o los banquetes de
misterio con asesinato.
Los detectives denuncian intrusismo
Javier Iglesias, presidente de la Asociación Profesional de Detectives Privados de España (Apdpe), señala que
desconocía por completo que se hiciera este tipo de actividades con actores, a las que califica como intrusismo
profesional e ilegales. 'El trabajo para recoger pruebas y presentarlas como peritos sólo la pueden hacer los detectives
privados. Todo lo que se obtiene de forma indebida no tiene validez judicial'. Sin embargo, José Luis Roales, presidente
de la Asociación Nacional de Abogados Laboralistas, puntualiza que las indagaciones las puede realizar cualquier
individuo a título personal, siempre y cuando no vulnere la ley y lo haga con el consentimiento del investigado.'Otra
cuestión', indica, 'es que los datos recogidos pueden ser utilizados por los detectives como prueba pericial en un juicio,
mientras que los actores sólo pueden acudir como testigos, ya que no pueden recoger pruebas'. En este sentido, asegura
que la cláusula que fija la Central del Espectáculo es válida, 'no tienen por qué testificar si el llamamiento lo hace la
empresa, pero no se pueden negar si lo hace el juez'.Roales destaca que estas cláusulas suelen darse en casos de
directivos altamente cualificados, con un gran poder de decisión, a los que se obliga a firmar pactos de exclusividad y
confidencialidad, incluso cuando ya no trabajen para la empresa.
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