¿QUÉ ES LA PIEL ATÓPICA? SÍNTOMAS Y TRATAMIENTOS La dermatitis atópica (DA) es una afección de la piel que en España afecta entre el 6 y el 10% de la población. Se presenta mayormente en niños con una predisposición genética y en algunos casos con antecedentes personales y/o familiares de asma, rinitis y alergias. Aunque no podemos olvidar la población adulta que también se ve afectada. La DA es una enfermedad inflamatoria crónica de la piel, no contagiosa que produce picor. Aparece en la mayoría de los casos en la edad temprana pudiendo prolongarse hasta la adolescencia, incluso, hasta la edad adulta. El origen de la DA se desconoce. Sabemos que tiene un condicionante hereditario ya que más de las mitad de los afectados tiene antecedentes familiares con esta patología. Los síntomas son claros. Picor. Escozor. Prurito. Piel seca… Síntomas que afectan en su mayoría a la parte interna de los codos, detrás de las rodillas, piernas, brazos y la cara, aunque puede cubrir la mayor parte del cuerpo. Son varios los factores relacionados con su desarrollo: alteraciones en la formación de la filagrina, hereditarios,… y hay claros factores que favorecen la presentación de un cuadro agudo: polución, estrés, cambios bruscos de temperatura… Es muy importante no rascarse las zonas afectadas ya que se entra en una espiral nada beneficiosa para el paciente. Debido al rascado disminuye la barrera cutánea lo que se traduce en una sobreinfección de las lesiones atópicas, provocando la inflamación y más picor. CICLO DE AUTOAMPLIFICACIÓN. Retroalimentación DA Prurito Dermatitis Rascado Sobreinfección Disfunción barrera cutánea Inflamación Lo más importante en la DA es controlar los posibles brotes y mejorar la calidad de vida del paciente. Los dermatólogos proponen los siguientes consejos para controlar los síntomas de la DA: Realizar duchas cortas (máximo 10 minutos) una vez al día con agua tibia, evitando baños largos o con agua caliente. Utilizar jabones suaves, neutros, con alto contenido en aceite “extragrasos”. Hidratar la piel a diario mediante la aplicación de cremas hidratantes (emolientes), preferiblemente tras la limpieza de la piel, con la piel húmeda. Algunos pacientes pueden sensibilizarse a un componente de un producto tras un tiempo de aplicación, en cuyo caso recomiendan cambiar de crema, loción o leche hidratante. Identificar y reducir los factores desencadenantes e irritantes. En al fase de control es importante que el producto utilizados sea capaz de: Reducir la sequedad. Que actúe como antipruriginoso. Regenere y restaure la función barrera cutánea. Repare y reepitalize la piel inflamada. Permita la higiene diaria e hidratación de las pieles atópicas. Que sea un tratamiento que calme y alivie el prurito. Es importante que contenga principios moduladores del proceso inflamatorio. Permita el control y disminución de los brotes atópicos.