LUDOVICO PÍO (778-840) Wenceslao Calvo (16-03-2015) © No se permite la reproducción o copia de este material sin la autorización expresa del autor. Es propiedad de Iglesia Evangélica Pueblo Nuevo Ludovico Pío, Luis I, nació el 16 de abril de 778 en Chasseneuil, cerca de Poitiers, y murió el 20 de junio de 840 en Petersau, una isla en el Rin cerca de Ingelheim. Ludovico sucedió a su padre, Carlomagno, como emperador en 814, siendo su reinado de 26 años (el más largo de cualquier emperador medieval hasta Enrique IV [1056-1106]) una etapa central y controversial en el experimento carolingio de formar una nueva sociedad europea. Sus contemporáneos lo conocieron por los nombres latinos de Hludovicus o Chlodovicus, que evoca el nombre latino de Clodoveo (c. 466-511), el ilustre fundador de la dinastía merovingia. Ludovico fue nombrado rey de Aquitania en 781 y ya era un consumado político y comandante militar con 35 años, cuando adquirió el cargo de co-emperador con Carlomagno en 813. Fue el cuarto monarca de la dinastía carolingia, precedido por su padre, su tío Carlomán y su abuelo Pipino el Breve. Rey de Aquitania. El vasto territorio heredado por Ludovico alcanzaba desde las actuales ciudades de Hamburgo, en Alemania, en el norte hasta Barcelona, en España, 1.500 kilómetros al sur, y desde Nantes, Francia, en el oeste hasta Osnabrück, Alemania, 1.200 kilómetros al este. El imperio franco de la "primera Europa" era en realidad un conglomerado étnico, lingüístico y cultural de francos, sajones, bretones, aquitanios, españoles, lombardos, judíos, bizantinos, romanos, bávaros, ávaros, eslavos y otros pueblos tributarios. Carlomagno intentó manejar esta variedad de tierras estableciendo reinos tributarios. En 781 Ludovico, con tres años, fue nombrado rey de Aquitania, obteniendo valiosa experiencia y madurez durante los 33 años de su reinado. Aquitania no era cualquier cosa. Incorporada al régimen carolingio por la fuerza, necesitaba supervisión, especialmente porque lindaba con la Marca Hispánica, una región militar fronteriza que se había vuelto peligrosa tras la fallida campaña española de Carlomagno en 778. Como rey, Ludovico tenía sus propios palacios, cancillería, tesoro y casa de la moneda. Mandó expediciones militares y supervisó los condes, abades y vasallos francos que fueron enviados a Aquitania. En 794 Carlomagno tomó esposa para su hijo, que contaba entonces 16 años, aunque ya era padre de dos hijos por concubinas. Irmingard, la hija del conde Ingram, cuyas relaciones con la familia carolingia retrocedían hasta el Coronación de Ludovico Pío, Les Grandes Chroniques France. siglo VII, completó la corte de Ludovico en Aquitania. En de el plazo de diez años el matrimonio tuvo cinco hijos. Irmingard también participó en los esfuerzos de su marido para reformar la vida monástica, que fue encabezada por Benito de Aniano, un godo que había fundado un monasterio en la propiedad de su familia. Benito no fue el único del grupo de meridionales destinados a desempeñar papeles importantes en el reinado de Ludovico. Claudio, un español, y Jonás, un aquitanio, fueron obispos de Turín y Orleáns, respectivamente, Helischar, godo, sirivió como canciller de Ludovico y abad de varios monasterios. Agobardo, español, fue arzobispo de Lión en 816. No sólo los meridionales mantuvieron estrechos lazos con Ludovico, sino que los francos que se mantuvieron cerca de él cuando era rey de Aquitania, permanecieron a su lado cuando fue emperador. Uno de este grupo, Bego, fue conde de París. El vínculo más destacado de Ludovico forjado en su juventud fue con Ebo , hijo de su sirvienta y niñera Himiltrude. Carlomagno dio al compañero de su hijo la libertad y educación, enviando a Ebo a Aquitania para servir a Ludovico como bibliotecario. En 816 Ludovico asombró a todos nombrando al antiguo siervo arzobispo de Reims, el arzobispado más prestigioso del imperio franco. El desafío del imperio. El título imperial que el papa León III otorgó a Carlomagno el 25 de diciembre del año 800 era problemático. Las lacónicas fuentes contemporáneas indican que ni el papa ni el nuevo emperador entendieron completamente el significado del avivamiento del oficio imperial. De hecho, el término preciso Sacrum Romanum Imperium no se usó hasta el siglo XIII. Tras reflexionar, Carlomagno parece haber considerado personal el título. En 806 ignoró las incertidumbres del título imperial cuando bosquejó la futura división del imperio entre sus tres hijos legítimos: Carlos, Pipino y Ludovico. El 11 de septiembre de 813, con la muerte de sus dos hijos mayores, Carlomagno otorgó el oficio de emperador a Ludovico sin esperar al consejo o la aprobación papal. Con la muerte de su padre cinco meses después, Ludovico emprendió la tarea de poner en marcha un imperio que en la sexta década de la vida de Carlomagno había padecido de desobediencia, corrupción e ineficacia. En 811 Carlomagno había manifestado el profundo pesimismo de sus últimos años cuando preguntó a los grandes de su imperio: "¿Somos verdaderamente cristianos?" La respuesta a esa pregunta permitió a Ludovico establecer una plataforma para efectuar una agenda reformista que comenzó en el centro. Aachen, donde su padre había establecido su palacio, fue limpiado de prostitutas; las hermanas solteras de Ludovico, que habían tenido relaciones sexuales con cortesanos palatinos, fueron recluidas en monasterios. Además, el emperador acometió gruesos asuntos. En su primer año como emperador la cancillería despachó casi cuarenta diplomas a todas partes del imperio, casi el doble del número que Carlomagno otorgó durante sus últimos trece años. En esos documentos y otros posteriores, Ludovico se retrató como emperador del pueblo cristiano, no de diversos grupos étnicos. Al proponer una visión de la sociedad carolingia basada en la unidad del pueblo en el cuerpo de Cristo y en su Iglesia, Ludovico tejió una sofisticada noción del imperio en el que la religión, la sociedad y la política coincidían. Las implicaciones de este atrevido diseño, pues era un imperio que desafiaba las nociones de la sociedad regional, dinástica y papal, fueron imponentes. El programa para este imperio, el Ordinatio imperii de 817, procuraba tratar con las realidades centrífugas de las regiones y la propia familia de Ludovico cuando prescribió cómo mantener la unidad del imperio, a pesar de dividirlo entre sus tres hijos. Lotario fue co-emperador con Ludovico; a Pipino y Luis el Germánico se les asignaron papeles subordinados como reyes de Aquitania y Baviera, respectivamente. Como la divisón de Carlomagno, la Ordinatio de Ludovico se concibió sin referencia al papado. El histórico Pactum Hludowicianum, también promulgado en 817, sustituyó a la mal definida "alianza amistosa" entre los carolingios y los papas, con un cuidadoso ordenamiento de la relación imperial-papal que el emperador dominó. Ludovico describió posteriormente al papa como su ayudante (adiutor) para cuidar al pueblo de Dios. No fue menos dinámico en la esfera política. Cuando el sobrino de Ludovico, el rey Bernardo de Italia, desafió la autoridad del emperador en 817, Ludovico bloqueó rápidamente la rebelión, cegando a Berbardo y exiliando a los otros conspiradores. Para prevenir futuros problemas dinásticos, Ludovico tomó a sus hermanastros, Drogo, Hugo y Teoderico, los tonsuró y los recluyó en monasterios. En 822 en Attigny, Ludovico, firmemente en control del imperio, añadió una nueva dimensión al reinado imperial cuando realizó penitencia voluntaria por sus pecados. La demostración espontánea de humildad, precedida por la reconciliación con sus enemigos, impresionó profundamente a sus contemporáneos. Uno, el anónimo autor de la "Vida del Emperador Ludovico", hizo un gran cumplido cuando comparó las acciones de Ludovico con las del emperador romano Teodosio el Grande. Rebelión y recuperación. No todos los desafíos a la autoridad de Ludovico pudieron ser solventados tan fácilmente. El nacimiento de Carlos en 823 de su segunda esposa, Judit, y las acomodaciones exigidas por otro heredero provocaron una crisis en la familia y el imperio. Los reformistas se quejaban de la rampante corrupción de los poderosos nobles que hacían presa en las tierras de la Iglesia y los pobres. Además, los diversos grupos lingüísticos y étnicos que vivían a lo largo de las extensas fronteras del imperio demandaban una continuada atención. Los eslovenios demostraron ser un problema en el sudeste, mientras que en el nordeste Ludovico pudo desactivar la amenaza danesa cuando el rey Harald se bautizó, siendo el emperador su padrino. En el oeste Ludovico se impuso personalmente en Bretaña, donde estableció una autoridad nominal. En Gascuña y las problemáticas fronteras pirenaicas, los condes Hugo y Matfrid no pudieron ayudar en los esfuerzos militares del emperador, destituyéndolos de sus cargos. Esta coactiva acción y un creciente resentimiento por los esfuerzos de Judit en favor de Carlos, desembocaron en una revuelta de palacio en 830. Pipino, Luis el Germánico y Lotario, ayudados por Hugo y Matfrid, procuraron "liberar" al emperador de la tiranía de la "Jezabel" Judit, pero los defensores de Ludovico, al sembrar la discordia entre sus hijos mayores, le devolvieron la autoridad en octubre de 830. Sin embargo, el fallido golpe reclamaba una víctima, cuando la Ordinatio imperii fue sustituida por una nueva Divisio regnorum, que demandaba una división del imperio en cuatro reinos aproximadamente iguales que serían independientes tras la muerte de Ludovico, restaurándose de este modo la tradicional práctica franca de la sucesión. Los Carolingios Los defensores de un imperio unificado se movilizaron contra la Divisio, mientras que el conflicto entre los hermanos, exacerbado por la participación de nobles oportunistas, continuó. El 30 de junio de 833, Ludovico se encontró con Lotario en el llamado "Campo de los lirios", ceca de Colmar en Alsacia, para resolver sus diferencias. Pero en vez de ello el emperador se tuvo que enfrentar a una coalición de sus tres hijos mayores, sus ayudantes y el papa Gregorio IV. Clérigos destacados, incluyendo a Agobardo de Lión e incluso Ebo de Reims, compañero de infancia de Ludovico, le pidieron que abdicara. En una humillante ceremonia, el emperador reconoció sus crímenes, renunció a su regalía imperial y aceptó la pena de penitencia perpetua. Como reacción por este maltrato de unos hijos a su padre, surgió otro conflicto entre los hermanos y sus ayudantes y para incrementar la violencia, el apoyo pronto se volvió del lado de Ludovico, quien estaba preparando su regreso. Cuando fue liberado de su confinamiento en 834, le fueron devueltos sus armas, esposa e hijo menor. Mapa del Imperio Carolingio Al hacerse cargo del imperio una vez más, Ludovico gobernó enérgicamente, otorgando puestos clave a sus defensores y castigando a quienes le habían traicionado. Ante las objeciones de Luis el Germánico, el emperador se inclinó por Carlos. Cuando Pipino murió en 838, Ludovico ignoró las pretensiones del hijo de Pipno y otorgó el reino de Aquitania a Carlos. Lotario se dedicó a sus tierras italianas y nunca se enfrentó a su padre de nuevo. Ludovico reconstruyó su red política manteniendo asambleas frecuentes de la nobleza laica y eclesiástica desde 835 y presidiendo ceremonias y rituales. La caza, su pasatiempo favorito, le ayudó en ese aspecto. También colectó impuestos públicos y dirigió fructíferamente campañas militares. En 839 el emperador bizantino Teófilo reconoció a Ludovico como colega suyo y lo alabó por su firme defensa de la cristiandad. Ludovico fue enterrado en el monasterio de San Arnulfo en Metz, junto a su madre, Hildegarda, y sus hermanas, Rotrud e Hildegarda. Los contemporáneos reconocieron inmediatamente la importancia de su dramático reinado. La poesía e incluso la exégesis bíblica se usaron para interpretar los asuntos políticos del reinado de Ludovico. Tras un silencio de setecientos años los escritores súbitamente captaron otra vez la dirección secular que imprimió el emperador. Directa o indirectamente, Ludovico inspiró una masa de reflexiones sobre el imperio, la dinastía, la lealtad (y deslealtad), la familia, la religión y la sociedad, que dibujaron la "Vida de Carlomagno" de Einhard (814-830), la "Vida de Ludovico" de Thegan (836-837), una anónima "Vida del emperador Ludovico"(840-841), el "Poema en honor de Luis Augusto" de Ermoldo Nigelllus (mediados de 820) y las Histories de Nithard (841-843).