Marco era un niño de 10 años al que le encantaba leer libros de aventuras. Todas las noches, cuando se iba a dormir, soñaba con que era un pirata que exploraba mundos desconocidos. Para él, un pirata era una persona mágica, capaz de solucionar todos los problemas que se le planteaban, y de vencer todo lo que se le pusiera por delante. Un día caluroso de verano, Marco y su padre, se fueron de acampada. Por la noche, se sentaron y contemplaron las estrellas que habitaban en el cielo. De repente apareció una luz alargada y resplandeciente, que desapareció al instante. Marco aprovechó el momento y pidió un deseo, en el cual apareciese él en su enorme barco llegando a unas islas desconocidas. Al cabo de un rato, se fue a la tienda de campaña, donde se durmió al instante y empezó a soñar... “A lo lejos, se veía un barco enorme, dotado de cañones y armamento para entrar en combate, que poco a poco, se acercaba a unas tierras volcánicas y oscuras. Al atracar en las tierras, Marco, el capitán, acompañado de sus piratas, pusieron pie en ellas. Exploraron hasta los rincones más pequeños. Estaba repleto de serpientes y de animales nunca vistos. A Marco se le ocurrió construir un refugio, pero no uno cualquiera, como una caseta encima de un árbol o al lado de dos rocas, sino, una especial, en una cueva grande, espaciosa, repleta de oro y plata. Empezaron con la construcción; en la que usaban hojas de distintas plantas, como la “sosa fina”, la “malva mauritánica”, la “cambronera...” y material que trajeron ellos. Los días transcurrían lentos y desesperantes, porque los problemas se acumulaban. La falta de comida, de material, de gente... hizo que Marco y sus piratas decidiesen abandonar la construcción, y centrarse más en explorar e investigar las islas. Tardaron muchos meses en examinar la fauna, la vegetación y los restos arqueológicos de piratas anteriores a ellos que murieron a causa de las erupciones volcánicas. Entre todo lo que encontraron lo que más destacó fueron unas extrañas y misteriosas rocas que se situaban en el interior de unas cuevas bajo del mar. Estas se caracterizaban por tener formas especialmente extrañas. Como durante las próximas dos semanas no encontraron nada en especial, Marco y los demás piratas decidieron seguir con la construcción de su refugio para estar ocupados y no perder el tiempo intentando encontrar cosas nuevas. Pero Marco también ordenó que mientras unos construían el refugio, otros intentaran seguir buscando cosas que les sirviesen para seguir adelante; ya que esta última opción también era importante para que estuviesen en buenas condiciones. Entre los piratas había un chico llamado Patrick, que era una de las personas que Marco había designado para que siguiesen con la búsqueda de nuevos objetos, ya que era la mano derecha del capitán, Marco, y la persona en la que él más confiaba. Una noche oscura Patrick se encontraba caminando por el bosque cuando de repente se le plantó delante suya un animal extraño, imposible de reconocer entre la inmensa oscuridad. Al cabo de unas horas Marco se lo encontró tirado en el suelo y fue a pedir ayuda. Cuando regresaron al lugar donde estaba Patrick ya no pudieron hacer nada más por él; en ese momento fue cuando todos se dieron cuenta de que Patrick, el mejor amigo de Marco, había fallecido a causa de una picadura de una serpiente muy venenosa. En el transcurso de la siguiente semana Marco y sus ayudantes se plantearon la idea de regresar a su ciudad natal ya que no tenían nada más que hacer allí por que la muerte de su compañero les había dejado impactados. En honor a Patrick todos decidieron ponerle un nombre a las islas y finalmente decidieron denominarla LAS COLUMBRETES”. En ese momento Marco despertó y se dio cuenta de que todo había sido un sueño lleno de aventuras, en el que él fue el protagonista. Miriam Bacas y Celia Gozalo Colegio Ramiro Izquierdo 3ºESO B Concurso Literario Islas Columbretes