PSICOLOGÍA CLÍNICA- EL PROCESO DE EVALUACIÓN EN LA TERAPIA COGNITIVO-CONDUCTUAL EVALUACIÓN CONDUCTUAL ADAPTADO DE PHARES, J. Y TRULL, T.J. (2000) EVALUACIÓN CONDUCTUAL. EN PSICOLOGÍA CLÍNICA, CONCEPTOS, MÉTODOS Y PRÁCTICA. MANUAL MODERNO: MÉXICO. CAPÍTULO 9 Desde la perspectiva tradicional, la personalidad es un sistema de constructos que media la conducta. Ya sea que el constructo sea el yo, las expectativas, un rasgo, la paranoia o el potencial de crecimiento, esta perspectiva se ocupa de las características personales relativamente estables que contribuyen a la conducta. Por tanto, de ello se sigue que si se ha de comprender o pronosticar la conducta, se deben evaluar tales variables subyacentes. Por supuesto, ésta es una simplificación exagerada que oculta una gran cantidad de desacuerdos, dado que es probable que los constructos subyacentes que son importantes para un clínico psicoanalítico sean bastante diferentes de aquéllos que son importantes para un teórico del aprendizaje social. Sin embargo, los terapeutas y evaluadores de la conducta no ven a la personalidad en la forma tradicional. La consideran más en términos de tendencias conductuales en situaciones específicas. Su foco de atención cambia de la búsqueda de las características subyacentes de la personalidad al examen de la interacción de conductas y situaciones. Este tipo de conceptuación conduce a algunos clínicos a considerar que la personalidad es, en gran medida, un conjunto de capacidades (Wallace, 1966). Para dichas personas, la personalidad se vuelve un agrupamiento de capacidades o habilidades más que una constelación de predisposiciones (por ejemplo, necesidades, rasgos) que trasmiten la esencia de la persona. La agresión y la dependencia se consideran como hábitos, es mucho como montar en bicicleta. El centro de atención cambia de los sustantivos a las propiedades adjetivales, por ejemplo, los terapeutas conductuales están interesados en la conducta agresiva, no en la agresión. TRADICIÓN CONDUCTUAL Antes de que se analicen los métodos específicos de evaluación conductual, permítasenos considerar tres formas amplias en las que difiere de la evaluación tradicional. 1 MUESTRA CONTRA SIGNO En la evaluación tradicional, una descripción de la situación es mucho menos importante que la identificación de las características más duraderas de la personalidad. En la evaluación conductual, la cuestión primordial es qué tan adecuado es el instrumento de evaluación para tomar muestras de conductas y situaciones en las cuales el clínico esté interesado. Se vuelve irrelevante qué tan bien disfrazada está la prueba o qué tan profundamente llega a los aspectos más ocultos de la personalidad. Hace años, Goldfried (1976) describió de la siguiente manera la relevancia de las orientaciones de signo y de muestra para la evaluación: Cuando las respuestas a la prueba se consideran como una muestra, se supone que equivalen a la forma en que es probable que se comporte una persona en una situación fuera de prueba. En ese caso, si una persona responde en forma agresiva a la prueba, uno supone que esta agresión también ocurrirá en otras situaciones. Cuando las respuestas a la prueba se conciben como signos, se hace una inferencia de que el desempeño es una manifestación indirecta o simbólica de algunas otras características. Un ejemplo es el predominio de las respuestas de Perspectiva en el Rorschach, en las que el individuo informa que sus [sic] percepciones parecen vistas desde una distancia. Al interpretar tal respuesta, por lo común no se concluye que el individuo tiene una gran necesidad de atención de parte de un optometrista, sino más bien que, supuestamente, tales respuestas indican la capacidad de autoevaluación e insight de la persona. En la mayoría de los casos, la evaluación tradicional ha empleado un enfoque de signo por el contrario de uno de muestra para la interpretación de pruebas. En el caso de la evaluación conductual, sólo el enfoque de muestra tiene sentido. (pp. 283-284) ANÁLISIS FUNCIONAL Otra característica central de la evaluación conductual se puede rastrear hasta el concepto de análisis funcional de Skinner (1953). Éste significa la realización de análisis exactos sobre los estímulos que preceden a la conducta y sobre las consecuencias que le siguen. A través de evaluar la forma en que se relacionan las variaciones en condiciones estímulo y en resultados con los cambios conductuales, es posible obtener una comprensión más precisa de las causas de la conducta (Haynes y O'Brien, 1990). La tesis principal es que las conductas se aprenden y mantienen debido a las consecuencias que les siguen. Así, para cambiar una conducta indeseable, el clínico debe 1) UNIDAD II. PHARES, J. Y TRULL, T. J. (2000). EVALUACIÓN CONDUCTUAL. EN: PSICOLOGÍA CLÍNICA. CONCEPTOS, MÉTODOS Y PRÁCTICA. MÉXICO: MANUAL MODERNO. CAPÍTULO 9 PSICOLOGÍA CLÍNICA- EL PROCESO DE EVALUACIÓN EN LA TERAPIA COGNITIVO-CONDUCTUAL identificar las condiciones estímulo que la precipitan y 2) determinar los reforzamientos que le siguen. Una vez que se evalúan estos dos conjuntos de factores, el clínico está en una posición que le permite modificar la conducta por medio de la manipulación de los estímulos y reforzamientos implicados. La descripción cuidadosa y precisa es crucial para un análisis funcional. Se debe describir la conducta de interés en términos observables, medibles, de modo que se pueda registrar en forma confiable su tasa de ocurrencia. También se deben especificar con igual precisión las condiciones que la controlan. Así, se detallan de manera cuidadosa tanto las condiciones antecedentes como los eventos consecuentes. Se determinan eventos tales como el tiempo, lugar y personas presentes cuando ocurre la conducta, junto con los resultados específicos que siguen a la conducta de interés. Supongamos, por ejemplo, que un niño tiene una conducta agresiva e indisciplinada en el salón de clase. La evaluación tradicional bien podría dirigirse hacia el análisis de las necesidades que el niño intenta satisfacer, con la esperanza de que una vez que se hayan identificado, se puedan modificar. Esto, a su vez, eliminaría la conducta indeseable. Sin embargo, una evaluación conductual ignoraría determinantes internos hipotéticos como las necesidades y se enfocaría, en lugar de ello, sobre la conducta blanco: la agresividad. Podría descubrirse que el niño usualmente toma objetos (por ejemplo, un lápiz) de otro niño (es decir, se comporta en forma agresiva) cuando la maestra está prestando atención a otros niños en clase. Más que eso, cuando ocurre la conducta agresiva, la maestra casi de modo invariable vuelca su atención hacia el niño indisciplinado. Entonces, un análisis funcional revela que a la falta de atención (estímulo) le sigue la conducta de tomar un lápiz de otro niño (conducta), a lo cual, por su parte, le sigue la atención (consecuencia). Una vez que se establece este patrón de relaciones, se pueden seguir los pasos para cambiar dicho patrón y, por tanto, modificar la conducta indeseable. Este escenario puede no parecer muy diferente de lo que muchos padres hacen de manera intuitiva. Sin embargo, la diferencia reside en el cuidado y la precisión con la cual se identifican las relaciones y en la exacta especificación de las conductas blanco. El cuadro 9-1 resume una variedad de diferencias entre los enfoques tradicional y conductual de la evaluación. La mayoría de los terapeutas conductuales han ampliado el método de análisis funcional para incluir también variables "organísmicas". Las variables organísmicas incluyen características físicas, fisiológicas o cognoscitivas del individuo que son importantes para conceptuar tanto los problemas del cliente como el tratamiento final que se aplica. Por 2 ejemplo, puede ser muy importante evaluar las actitudes y creencias características de los individuos propensos a experimentar episodios depresivos, debido a su supuesta relación con la depresión y su idoneidad como blancos para la intervención. Un modelo útil para conceptuar un problema clínico desde una perspectiva conductual es el modelo EORC (Kanfer y Phillips, 1970): E = estímulo o condiciones antecedentes que originan la conducta problemática O = variables organísmicas relacionadas con la conducta problemática R = respuesta o conducta problemática C = consecuencias de la conducta problemática Los clínicos conductuales utilizan este modelo para guiarse e informarse tanto de los datos necesarios para describir de manera amplia el problema como, en última instancia, para las intervenciones que pueden sugerirse. EVALUACIÓN CONDUCTUAL COMO PROCESO CONTINUO Como señalaron Peterson y Sobell (1994), la evaluación conductual en un contexto clínico no es una valoración de un solo golpe que se ejecute antes de que se inicie el tratamiento. Más bien es un proceso continuo que ocurre antes, durante y después del tratamiento. La evaluación conductual es importante porque informa sobre la selección inicial de estrategias de tratamiento, proporciona un medio de realimentación concerniente a la eficacia de las estrategias de tratamiento a medida que se ponen en marcha durante el proceso, permite una valoración de la efectividad general del mismo una vez que se ha terminado y destaca factores situacionales que pueden conducir a la recurrencia de la conducta problemática. Cuadro 9-1 Diferencias entre los enfoques conductual y tradicional de la evaluación I. Suposiciones 1. Concepción de la personalidad 2. Causas de la conducta Conductual Los constructos de personalidad se emplean principalmente para resumir patrones específicos de conducta, si acaso Tradicional La personalidad es un reflejo de estados o rasgos duraderos, subyacentes Se buscan en el ambiente actual las condiciones que la perpetúan Intrapsíquicas (dentro del individuo) UNIDAD II. PHARES, J. Y TRULL, T. J. (2000). EVALUACIÓN CONDUCTUAL. EN: PSICOLOGÍA CLÍNICA. CONCEPTOS, MÉTODOS Y PRÁCTICA. MÉXICO: MANUAL MODERNO. CAPÍTULO 9 PSICOLOGÍA CLÍNICA- EL PROCESO DE EVALUACIÓN EN LA TERAPIA COGNITIVO-CONDUCTUAL Importante como una muestra del repertorio de una persona en una situación específica Relativa poca importancia excepto, por ejemplo, para dar una línea base retrospectiva Se considera que la conducta es específica de la situación III. Usos de los datos IV. Otras características 1. Nivel de inferencias * FUENTE: De "Some Relationships Between Behavioral and Tradicional Assessment", de D. P. La conducta Hartmann, B. L. Roper y D. C. Bradford, 1979, Joumal of Behavioral Assessment, 1, 4. Copyright adquiere 1979 de Pienum Publishing Corporation. Reimpreso con autorización. importancia sólo si se relaciona con las causas subyacentes Crucial en cuanto a que las condiciones presentes se consideran como producto del pasado Se espera que la conducta se consistente con el transcurso del tiempo y entre ambientes Para describir conductas objetivas y condiciones que las perpetúan Para seleccionar el tratamiento apropiado Para valorar y revisar el tratamiento Para describir el funcionamiento y la etiología de la personalidad Para diagnosticar o clasificar Para realizar pronósticos; para predecir Bajo De medio a alto 2. Comparación Mayor énfasis en lo intraindividual Mayor énfasis en lo o ideográfica interindividual o nomotético 3. Métodos de evaluación Mayor énfasis en métodos directos (por ejemplo, observaciones del comportamiento en ambientes naturales) Mayor énfasis en métodos indirectos (por ejemplo, entrevistas y autoinformes) 4. Momento de realización de la Continuamente: antes, durante y evaluación después del tratamiento Pretratamiento y, quizás, postratamiento o sólo para el diagnóstico 5. Espectro de la evaluación Medidas más globales (por ejemplo, de cura o mejoría), pero sólo del individuo Medidas específicas y de más variables (por ejemplo, de conductas blanco en diversas situaciones, de efectos colaterales, contexto, fortalezas al igual que deficiencias) 3 La figura 9—1 ilustra la evaluación conductual en varias etapas de tratamiento (Peterson y Sobell, 1994). Primero, las formulaciones diagnósticas pueden ser útiles para los clínicos conductuales porque incluyen descripciones de las conductas desadaptativas o de los blancos potenciales para la intervención. Segundo, es importante evaluar el contexto o ambiente del paciente (por ejemplo, su sistema de apoyo social, ambiente físico) debido a su relevancia para la planificación del tratamiento y para el establecimiento de metas realistas. También es importante una valoración de los recursos del cliente como habilidades, nivel de motivación, creencias y expectativas. Como señalaron Peterson y Sobell (1994), las evaluaciones iniciales de identificación de las conductas desadaptativas, el contexto del tratamiento y los recursos del cliente conducirán de manera natural a un plan de tratamiento inicial basado en datos. Este plan implica la determinación de metas en colaboración entre paciente y terapeuta, así como de criterios que indiquen una mejoría y a los cuales se llegue de mutuo acuerdo. Las evaluaciones del progreso de tratamiento, enunciadas de manera formal, sirven como una retroalimentación continua al igual que como medios para construir la autoeficacia del paciente a medida que se logra un progreso. La evaluación del paciente después de terminar el tratamiento proporciona datos objetivos en cuanto a su "funcionamiento terminal" y éstos se pueden comparar con los datos de la evaluación pretratamiento. Por último, la evaluación a lo largo de las etapas anteriores proporcionará información concerniente a la probabilidad de recurrencia de los síntomas, al igual que sobre los ambientes de alto riesgo que pueden conducir a recaídas. UNIDAD II. PHARES, J. Y TRULL, T. J. (2000). EVALUACIÓN CONDUCTUAL. EN: PSICOLOGÍA CLÍNICA. CONCEPTOS, MÉTODOS Y PRÁCTICA. MÉXICO: MANUAL MODERNO. CAPÍTULO 9 PSICOLOGÍA CLÍNICA- EL PROCESO DE EVALUACIÓN EN LA TERAPIA COGNITIVO-CONDUCTUAL 4 general de cuál es el problema. Para elaborar tales nociones, es probable que el clínico conductual vuelva sus ojos hacia ese antigüo auxiliar, la entrevista, el mejor y más duradero amigo del clínico. Durante las entrevistas conductuales, el clínico intenta obtener una impresión general del problema que presenta el paciente y de las variables que parecen mantener la conducta problema (Goldfried y Davison, 1994). Otra información que se busca incluye datos históricos relacionados y una evaluación de las fortalezas del paciente, así como de sus anteriores intentos por enfrentar el problema. También son de interés las expectativas del paciente acerca de la terapia. Por último, cuando es factible, puede ser bastante útil que el clínico establezca y comunique algunas metas terapéuticas iniciales. Sin embargo, la meta básica de la entrevista consiste en identificar las conductas problema específicas, los factores situacionales que mantienen la conducta problema y las consecuencias que son resultado de esta conducta. También debe señalarse que el uso de entrevistas diagnósticas estructuradas está en aumento entre los clínicos conductuales, debido a que los síntomas de los trastornos mentales se consideran como conductas problemáticas que son blanco de la intervención (Morrison, 1988). MÉTODOS OBSERVACIONALES Figura 9-1. Modelo del papel de la evaluación conductual dentro de la terapia de la conducta. FUENTE: De "Introduction to the State-of-the-Art Review Series: Research Contributions to Clinical Assessment", de L. Peterson y L. C. Sobell, Behavior Therapy, 25, 523-531. Copyright 1994 Association for Advancement of Behavior Therapy. Reimpreso con autorización. Peterson y Sobell (1994) discuten que este modelo de la evaluación conductual tiene enorme potencial para salvar la brecha que con frecuencia es amplia, entre la investigación conductual y la práctica clínica real. El campo de la terapia conductual es único en cuanto a su énfasis en la toma de decisiones basada en datos a través de todas las fases del tratamiento. Por tanto, la evaluación conductual no es un lujo sino, más bien, una necesidad. Con estos conceptos en mente, se analizarán ahora algunas de las herramientas de evaluación conductual más típicas. ENTREVISTAS Es obvio que no puede comenzarse un análisis funcional o desarrollar un programa de tratamiento antes de tener, cuando menos, una noción Los clínicos conductistas emplean una variedad de métodos observacionales durante el proceso de evaluación, todos los cuales implican la observación directa de la conducta. En estos métodos, clínicos, observadores entrenados, compañeros y los clientes mismos realizan las observaciones. OBSERVACIÓN NATURALISTA Para evaluar y comprender la conducta, los clínicos tienen primero que conocer con qué se están enfrentando. Por tanto, no es sorpresa que la evaluación conductual emplee la observación como una de las principales técnicas. Un clínico puede tratar de comprender el temor de un fóbico a las alturas, la evitación de ambientes de examen por parte de un estudiante o las tendencias de cualquier persona a comer en exceso. Se podría entrevistar a estas personas, sondearlas con pruebas proyectivas o examinarlas con inventarios de autoinforme. Pero muchos clínicos discutirían que, a menos de que se observara en forma directa a dichas personas en sus ambientes naturales, la verdadera comprensión sería incompleta. Para determinar la frecuencia, fortaleza y generalización de la conducta problema o de los factores que la UNIDAD II. PHARES, J. Y TRULL, T. J. (2000). EVALUACIÓN CONDUCTUAL. EN: PSICOLOGÍA CLÍNICA. CONCEPTOS, MÉTODOS Y PRÁCTICA. MÉXICO: MANUAL MODERNO. CAPÍTULO 9 PSICOLOGÍA CLÍNICA- EL PROCESO DE EVALUACIÓN EN LA TERAPIA COGNITIVO-CONDUCTUAL mantienen, los clínicos conductuales aconsejarían volverse hacia la observación directa. Por supuesto, es más fácil decirlo que hacerlo. En términos prácticos, es difícil y costoso mantener observadores entrenados y tenerlos disponibles. Esto es particularmente cierto en el caso de adultos que están bajo tratamiento como pacientes externos. Es relativamente más fácil lograrlo con niños, con individuos que tienen deficiencia mental y con otros grupos similares o hacer observaciones en medios protegidos o institucionales. En algunos casos, es posible utilizar observadores que son parte característica del ambiente de la persona (por ejemplo, cónyuge, padres, maestros, amigos, enfermeras y demás). En ciertas ocasiones, como se verá más tarde, además es posible que el cliente realice cierta auto-observación. Como es natural, existe en esto la cuestión siempre presente de la ética: los psicólogos clínicos deben hacer un esfuerzo por asegurarse de que a las personas no se les observa sin su conocimiento o que se incluye de manera involuntaria a amigos y colaboradores del cliente dentro de la red de observación en una forma que comprometa su dignidad y derecho a la intimidad. Quizás es por estas razones que la observación naturalista nunca se ha utilizado tanto como podría haberse hecho dentro de la práctica clínica. En realidad, la observación todavía es más notable en la investigación que en la práctica clínica. Pero no se necesita ser un defensor apasionado del enfoque conductual para reconocer la importancia de los datos de observación. Pero las observaciones, como los procedimientos de prueba, son útiles sólo cuando se siguen los pasos necesarios para asegurar su confiabilidad y validez. EJEMPLOS DE OBSERVACIÓN NATURALISTA A través de los años se han empleado muchas formas de observación naturalista para medios específicos, como salones de clase, patios de recreo, hospitales generales y psiquiátricos, ambientes en el hogar, instituciones para personas con deficiencia mental, encuentros terapéuticos en clínicas para pacientes externos y otros. De nuevo, es importante señalar que muchos de los sistemas que se emplean en estos ambientes se han utilizado de manera más amplia para propósitos de investigación, pero la mayoría se pueden adaptar también para uso clínico. 5 efectos tan generalizados sobre la adaptación, no debe provocar sorpresa que varios procedimientos de evaluación se hayan desarrollado para conductas que ocurren allí. Uno de los sistemas más conocidos para este propósito es el Sistema de Codificación Conductual (BCS, del inglés Behavioral Coding System) que desarrollaron Patterson (1977) y sus colaboradores (Jones, Reid y Patterson, 1975). Este sistema de observación se diseñó para utilizarse en los hogares de niños predelincuentes, que exhibían problemas en las áreas de agresividad y desobediencia. Bajo el método BCS, observadores entrenados pasan de una a dos horas en los hogares de dichos niños, observando y registrando las interacciones familiares. Por lo general, las observaciones se realizan inmediatamente antes o durante la cena. No se permite que los observadores interactúen con los miembros de la familia (aunque en ocasiones pueden hablar con ellos antes o después de las observaciones para producir una mejor aceptación del procedimiento). Se observa a cada uno de los miembros de la familia en dos periodos de cinco minutos durante cada sesión observacional. Se realizan observaciones de conductas en 28 categorías y cada seis segundos durante el periodo en que se observa a un miembro dado de la familia, el observador anota si estas conductas han ocurrido o no. La figura 9–2 muestra un ejemplo de hoja de codificación del BCS. Los subintervalos de seis segundos se muestran dentro de cada fila de la hoja y cada fila representa un intervalo de 30 segundos. Ejemplos de las 28 categorías calificadas son: HU (Humillar): Hacer burla, avergonzar o mofarse del individuo en forma intencional. OB (Obediencia): Una persona hace de inmediato aquello que se le pidió. GI (Gimoteo): Una persona expresa algo en un tono farfullante, nasal, agudo, de falsete. Mash, Terdal y Anderson (1973) y Lewinsohn y Shaffer (1971) han utilizado métodos similares. Otro ejemplo proviene del trabajo de Hops y colaboradores (1987). Estos investigadores codificaron las interacciones familiares observadas en los hogares de mujeres deprimidas y encontraron varios efectos conductuales y de interacción relacionados con su depresión. Observación en el hogar Observación en la escuela Dado que las experiencias dentro de la familia o en el hogar tienen Es muy frecuente que los psicólogos clínicos infantiles se enfrenten UNIDAD II. PHARES, J. Y TRULL, T. J. (2000). EVALUACIÓN CONDUCTUAL. EN: PSICOLOGÍA CLÍNICA. CONCEPTOS, MÉTODOS Y PRÁCTICA. MÉXICO: MANUAL MODERNO. CAPÍTULO 9 PSICOLOGÍA CLÍNICA- EL PROCESO DE EVALUACIÓN EN LA TERAPIA COGNITIVO-CONDUCTUAL con problemas de conducta que ocurren en el medio escolar; los niños son indisciplinados en clase, demasiado agresivos en el patio de recreo, temerosos en general, no se despegan del maestro, no se concentran, etc. Aunque son útiles los informes de padres y maestros, el procedimiento más directo de evaluación es, en realidad, la observación de la conducta problema en su hábitat natural. A través de los años se ha desarrollado una variedad de sistemas de codificación que se utilizan en ambientes escolares (por ejemplo, Bijou, Peterson y Ault, 1968; Kent, Miner y Ray, 1974; O'Leary y Becker, 1967). Un ejemplo de cómo se emplean tales sistemas se encuentra en un estudio de Madsen y Becker (1968). Estos investigadores se enfocaron en las conductas inapropiadas de niños de escuela primaria. Se entrenó ampliamente a los observadores para establecer la confiabilidad de sus calificaciones. Mientras observaban en el salón de clase, se les instruyó a no responder a los niños sino a "desvanecerse en el fondo". Se observó a los niños objetivo durante 20 minutos por día, tres días por semana. Cada observador estaba equipado con una tabla para anotar, un cronómetro y una hoja de calificación. Los observadores vigilaban las conductas durante 10 segundos y después registraban su ocurrencia. Dentro de cada minuto, se hacían registros en cinco intervalos consecutivos de 10 segundos y los 10 segundos finales se utilizaban para registrar comentarios. Cada categoría conductual se podía calificar sólo una vez por cada intervalo de 10 segundos. El porcentaje de intervalos en los que ocurría la conducta inapropiada era el que tenía el principal interés. El cuadro 9—2 muestra las categorías de codificación conductual que se utilizaron para las conductas inapropiadas. MUESTRA DE HOJA DE CODIFICACIÓN EN BLANCO PARA EL BCS Número en la familia_________ Número de identificación_________ HOJA DE CODIFICACIÓN DE CONDUCTA Fase_________ Sujeto______Observador______Fecha________No._______ 6 AP AT OR ON OB LL DE DP DS TA HU IG Rl NO NE NM Aprobación Atención Orden Orden (negativa) Obediencia Llanto Desaprobación Dependencia Destructividad Tasa alta Humillar Ignorar Risa No obediencia Negativismo Normativo NR JU FN FP RC AE HA MO TM GM TR GR No respuesta Juego Contacto físico negativo Contacto físico positivo Recibir Autoestimulación Hablar Molestar Tocar, manipular Gimotear Trabajar Gritar 1 2 . . . 10 Descripción___________________________________ Figura 9-2. Muestra de hoja de codificación en blanco para el BCS. FUENTE: De "Naturalistic Observation in Clinical Assessment", de R.R. Jones, J. B. Raid y G.R. Patterson. En P. McReynolds (ed.) Advances in Psychological Assessment, Vol. 3, p. 56. Copyright 1975 de Jossey-Bass, Inc. Reimpreso con autorización. OBSERVACIÓN EN EL H0SPITAL Por mucho tiempo se han utilizado técnicas de observación en ambientes como hospitales psiquiátricos o instituciones para individuos con deficiencia mental. Las características protegidas de estos ambientes han hecho que la observación cuidadosa de la conducta sea mucho más factible que en ambientes más abiertos, sin control. Uno de los instrumentos de mayor uso han sido las Escalas Wittenborn de Calificación Psiquiátrica (Wittenborn, 1955). Este instrumento se compone de 52 escalas, cada una de las cuales tiene varias afirmaciones descriptivas que caracterizan al paciente. El personal del hospital observa al paciente y después elige la afirmación que mejor se UNIDAD II. PHARES, J. Y TRULL, T. J. (2000). EVALUACIÓN CONDUCTUAL. EN: PSICOLOGÍA CLÍNICA. CONCEPTOS, MÉTODOS Y PRÁCTICA. MÉXICO: MANUAL MODERNO. CAPÍTULO 9 PSICOLOGÍA CLÍNICA- EL PROCESO DE EVALUACIÓN EN LA TERAPIA COGNITIVO-CONDUCTUAL adapta (por ejemplo, se niega a comer, definitivamente evita a las personas, insomnio agudo y demás). Se suman las puntuaciones asociadas con cada afirmación y se puede construir un perfil que indicará la posición del paciente con respecto a varias categorías psiquiátricas como ansiedad, esquizofrenia y similares. Cuadro 9-2 Categorías conductas inapropiadas de codificación conductual para CONDUCTAS INAPROPIADAS Motora gruesa Levantarse del asiento, pararse, correr, saltar en un pie, brincar, cabriolar, caminar de un lado a otro, mover la silla y así sucesivamente Ruido con objeto Golpetear con el lápiz u otros objetos, aplaudir, golpetear con los pies, sacudir o romper papeles, arrojar un libro sobre el pupitre, golpear el escritorio. (Sea conservador: sólo califique si puede escuchar el ruido con los ojos cerrados. No incluya la caída accidental de objetos.) Alteración de la propiedad de otros Tomar objetos o trabajo, arrojar los libros del vecino fuera del pupitre, destruir la propiedad de otro, empujar con el escritorio (sólo califique si alguien está allí). Arrojar objetos a otra persona sin golpearla. Contacto (alta o baja intensidad) Golpear, patear, empujar, pellizcar, golpear con la palma de la mano, golpear con un objeto, arrojar un objeto que golpea a otra persona, picar con un objeto, morder, jalar el cabello, tocar, palmotear y demás. (Se califica cualquier contacto físico.) Verbalización Llevar conversaciones con otros niños cuando no está permitido. Responder al maestro sin haber levantado la mano o sin que se le haya pedido; hacer comentarios o expresiones en voz alta cuando no se han hecho preguntas; llamar a la maestra por su nombre para atraer su atención; llorar, gritar, cantar, silbar, reír, toser o sonarse la nariz haciendo un fuerte ruido. Estas respuestas pueden dirigirse hacia el maestro o los niños. Voltearse 7 Volver la cabeza o cabeza y cuerpo para ver a otra persona, mostrarle objetos a otro niño, atender a otro niño. (Debe tener una duración de cuatro segundos y ser de más de 90 grados utilizando el pupitre como referencia. No se califique a menos de que esté sentado. Si esta respuesta incluye dos intervalos de tiempo y no se puede calificar en el primero porque es menor a una duración de cuatro segundos, entonces califique en el intervalo en el que ocurre el final de la respuesta.) Otras conductas inapropiadas Ignorarla pregunta u orden del maestro. Hacer algo diferente a lo que se le indicó, incluyendo conducta motora menor como jugar con el lápiz o la goma cuando se supone que debe escribir, colorear mientras está puesto un disco, practicar ortografía durante la lección de aritmética, jugar con algún objeto. El niño participa en una tarea que no es apropiada. (No se califique cuando se califiquen otras Conductas Inapropiadas. Debe ser tiempo fuera de la tarea.) Llevarse objetos a la boca Tener el pulgar, dedos, lápices u otros objetos en contacto con la boca. Juego aislado Limitado al periodo de juego libre en el jardín de niños. El niño debe estar a una distancia mayor de un metro de cualquier persona, no inicia ni responde a las verbalizaciones con otras personas, no participa en interacción de una naturaleza no verbal con otros niños durante el periodo completo de 10 segundos. CONDUCTA APROPIADA Tiempo en la tarea Responder preguntas, escuchar, levantar la mano, trabajar en las tareas. Debe incluir todo el intervalo de 10 segundos excepto para las respuestas de Voltearse de menos de cuatro segundos de duración. g FUENTE: Adaptado de " ules, Praise and Ignoring: Elements of Elementary Classroom Control", de C. H. Madsen, Jr. y W. C. Becker, 1968. Joumal ofApplied Behavioral Analysis, 1, 42. Copyright 1968 de la Society for the Experimental Analysis of Behavior, Inc. Reimpreso con autorización. La escala Wittenborn y otras similares a ella sufren de una limitación UNIDAD II. PHARES, J. Y TRULL, T. J. (2000). EVALUACIÓN CONDUCTUAL. EN: PSICOLOGÍA CLÍNICA. CONCEPTOS, MÉTODOS Y PRÁCTICA. MÉXICO: MANUAL MODERNO. CAPÍTULO 9 PSICOLOGÍA CLÍNICA- EL PROCESO DE EVALUACIÓN EN LA TERAPIA COGNITIVO-CONDUCTUAL que muchos conductistas estrictos encuentran muy desconcertante. Es frecuente que estas escalas requieran que el observador haga inferencias a partir de la conducta observada. Por ejemplo, en lugar de anotar que el paciente se aleja de un enfermero, la Wittenborn requiere que el observador seleccione la afirmación que mejor encaja con la conducta del paciente (por ejemplo, actitud fluctuante). Se reemplaza el registro estricto de trozos objetivos de conducta con la interpretación del observador acerca de la misma. También, en muchos casos las calificaciones se basan en secuencias de observaciones que pueden haber ocurrido varias horas o días antes. Otro ejemplo de un instrumento de observación en el hospital es la Lista de Verificación Conductual de Muestreo de Tiempo (TSBC) desarrollada por Gordon Patri y sus colaboradores (Mariotto y Paul, 1974). Esta lista de verificación se puede utilizar con pacientes psiquiátricos crónicos. El término muestreo de tiempo se refiere a observaciones realizadas a intervalos regulares para un paciente dado. En el caso de la TSBC, los observadores realizan una observación del paciente durante dos segundos, una vez cada hora de vigilia. A partir de estas observaciones se puede construir un perfil para cada paciente. Por lo general se ha informado de una confiabilidad interobservadores mayor a .90 para esta lista de verificación. Las escalas como la TSBC son útiles para proporcionar una imagen conductual amplia del paciente. Tal información puede ser bastante útil en la formulación subsecuente de estrategias apropiadas de tratamiento. OBSERVACIÓN CONTROLADA La observación naturalista tiene un gran atractivo intuitivo, proporciona una imagen del comportamiento de los individuos en la realidad, sin la intervención del filtro de los autoinformes, de las inferencias o de otras variables potencialmente contaminantes. Pero es más fácil decir esto que hacerlo. En ocasiones, el tipo específico de conducta en el que se interesan los clínicos no ocurre con mucha frecuencia de manera natural. Por tanto, se puede perder demasiado tiempo y recursos esperando a que suceda la conducta o situación correctas. Por ejemplo, la evaluación de la aceptación de responsabilidades podría requerir de costosa observación diaria antes de que surja la situación adecuada. Entonces, justo cuando el clínico está a punto de comenzar con el registro, alguna "otra" figura inesperada en el ambiente puede entrar en escena y echar a perder la situación al cambiar en forma sutil todo su carácter. Lo que es más, en situaciones libres, espontáneas, el cliente puede alejarse, de modo que no se 8 puedan escuchar las conversaciones, o la escena completa puede irse por el corredor con tal rapidez que no se le pueda seguir. En pocas palabras, con frecuencia los ambientes naturales colocan a los clínicos a merced de eventos que en ocasiones pueden obstaculizar las oportunidades de una evaluación cuidadosa y objetiva. Durante muchos años, los investigadores han utilizado técnicas de observación controlada para producir muestras de conducta de parte de los pacientes (Lanyon y Goodstein, 1982). Estas son en realidad pruebas situacionales que colocan a los individuos en situaciones más o menos similares a aquéllas de la vida real y entonces se hacen observaciones directas de la forma en que reaccionan los individuos. En cierto sentido, es una especie de enfoque de muestra de trabajo en el que la situación conductual de prueba y la conducta criterio que se pronostica son bastante similares. Este método está diseñado para reducir errores en la predicción, en contraste, por ejemplo, con las pruebas psicológicas cuyos estímulos están más alejados de las situaciones predictivas. Estudios sobre engaño Los primeros ejemplos de este tipo de situaciones fueron los estudios de Hartshorne y May y sus colaboradores (1928, 1929, 1930). Aunque Hartshorne y May se orientaban principalmente hacia la investigación, los enfoques que emplearon han encontrado una aplicación directa en el campo de la evaluación. Dado que Hartshorne y May consideraban a la personalidad o el carácter en términos de respuestas de hábito, intentaron medirla a través de tomar una muestra directa de la conducta. Por ejemplo, si un clínico desea evaluar la honradez de los niños, ¿por qué no confrontarlos con situaciones donde es posible hacer trampa y después observar sus respuestas? Esto es justo lo que hicieron Hartshorne y May en la evaluación de conductas como el engaño, la mentira y el robo. Por medio de la utilización de una serie de ingeniosos ambientes naturales, pudieron llevar a cabo su investigación bajo condiciones disfrazadas que, sin embargo, estaban bajo estricto control. De particular interés fueron los datos que sugirieron que la conducta de engaño de los niños era muy específica de la situación y no debería interpretarse como reflejo de un rasgo generalizado. Respuesta ante el estrés Durante la Segunda Guerra Mundial, la demanda urgente de personal de inteligencia militar sumamente entrenado y diestro condujo al desarrollo de una serie de pruebas de estrés situacional. En lugar de UNIDAD II. PHARES, J. Y TRULL, T. J. (2000). EVALUACIÓN CONDUCTUAL. EN: PSICOLOGÍA CLÍNICA. CONCEPTOS, MÉTODOS Y PRÁCTICA. MÉXICO: MANUAL MODERNO. CAPÍTULO 9 PSICOLOGÍA CLÍNICA- EL PROCESO DE EVALUACIÓN EN LA TERAPIA COGNITIVO-CONDUCTUAL utilizar pruebas de personalidad para evaluar la manera en que el individuo podría manejar situaciones perturbadoras o emocionalmente estresantes, el Departamento de Servicios Estratégicos (OSS) de los Estados Unidos utilizó tareas asignadas (OSS Assessment Staff, 1948). A través tanto de registros objetivos como de observaciones cualitativas realizadas por personal entrenado, se emprendió la evaluación de la reacción ante el estrés. Aunque las demandas de la guerra no permitían muy buenas oportunidades para una validación estricta de las técnicas de evaluación del OSS, sí proporcionaron un excelente modelo de lo que es posible hacer en la evaluación. La siguiente es una descripción de una tarea del OSS: Se tenía que construir un cubo grande con clavijas, postes y bloques. Dado que una sola persona no podía llevar a cabo el trabajo, se proporcionaban dos ayudantes, pero la tarea se debía terminar en 10 minutos. Los ayudantes eran, de hecho, compañeros que interferían, eran pasivos, hacían sugerencias poco prácticas y así sucesivamente. Ridiculizaban al candidato y en general lo frustraban de una manera terrible. De hecho, ningún candidato logró jamás armar con éxito el cubo. Técnicas un tanto similares se utilizaron para la selección de candidatos para la Administración Pública Británica (Vernon, 1950). Aunque en los procedimientos británicos no se incorporó el estrés, las tareas en las que trabajaron los candidatos antes de su selección se basaron en análisis laborales cuidadosos. En otro estudio, Gordon (1967) valoró varios enfoques de muestra de trabajo en evaluación que se utilizaron para pronosticar el desempeño de personas en entrenamiento para el Cuerpo de Paz. Discusión de grupos sin líder En esta técnica, que se originó a partir de los programas alemanes y británicos de evaluación militar (Ansbacher, 1951), se dirige a pequeños grupos de candidatos a discutir un problema o área de interés específicos. Por lo común, los miembros del grupo son desconocidos. Sin instrucciones o procedimientos específicos, existe mucha ambigüedad en la situación. Es posible realizar observaciones y calificaciones de conductas, como liderazgo, conformidad, expresión del aplomo social, facilitación de las metas del grupo y demás. También están disponibles técnicas formales para la categorización de la conducta observada, como la Lista Bales de Verificación de la Interacción (Bales, 1950). 9 TÉCNICAS DE EJECUCIÓN CONTROLADA Como se vio en los estudios del OSS, las situaciones restringidas permiten que el clínico observe la conducta bajo condiciones que ofrecen el potencial de control y estandarización. Un ejemplo más exótico es el caso en el que Lazarus (1961) evaluó la conducta claustrofóbica al colocar a un paciente en una habitación cerrada que se iba haciendo cada vez más pequeña a medida que se movía una pantalla. De manera similar, Bandura (1969) ha utilizado películas para exponer a las personas a una serie graduada de estímulos productores de ansiedad. Una serie de procedimientos de evaluación para estudiar las fobias crónicas a las serpientes, ilustran algunos enfoques de las técnicas de ejecución controlada (Bandura, Adams y Beyer, 1977): Evitación conductual. La prueba de conducta de evitación consiste en una serie de 29 tareas de ejecución que requieren interacciones cada vez más amenazantes con una boa constrictor de cola roja. Se instruyó a los sujetos a acercarse a una jaula de cristal que contenía a la serpiente, que se asomaran a ella, la tocaran y sostuvieran a la serpiente con las manos primero enguantadas y después desnudas, que la dejaran libre en la habitación y después la regresaran a la jaula, que la sostuvieran a 12 cm de su rostro y, por último, que toleraran que la serpiente reptara por su regazo mientras que sostenían sus brazos en forma pasiva a los lados... Aquéllos que no podían entrar a la habitación que contenía a la serpiente recibieron una puntuación de 0; a los sujetos que entraron se les pidió que llevaran a cabo las diversas tareas en una serie graduada. Para controlar cualquier posible influencia de señales expresivas por parte de la examinadora, ésta se mantuvo atrás del sujeto y leyó en voz alta las tareas que debían realizarse... La puntuación de evitación fue el número de tareas de interacción con la serpiente que el sujeto llevó a cabo con éxito. Exaltación del temor que acompaña a respuestas de acercamiento. Además de la medición de las capacidades de ejecución, se evaluó el grado de temor despertado por cada respuesta de acercamiento. Durante la prueba conductual, los sujetos calificaron de manera oral, en una escala de 10 intervalos, la intensidad del temor que experimentaban cuando se les describía cada tarea de acercamiento a la serpiente y, de nuevo, mientras realizaban la conducta correspondiente. (pp. 127-128) Es especialmente importante cuando se trabaja con este tipo de medidas que se analicen, en forma cuidadosa, las características de UNIDAD II. PHARES, J. Y TRULL, T. J. (2000). EVALUACIÓN CONDUCTUAL. EN: PSICOLOGÍA CLÍNICA. CONCEPTOS, MÉTODOS Y PRÁCTICA. MÉXICO: MANUAL MODERNO. CAPÍTULO 9 PSICOLOGÍA CLÍNICA- EL PROCESO DE EVALUACIÓN EN LA TERAPIA COGNITIVO-CONDUCTUAL demanda de la situación. La conducta bajo dichas condiciones puede no ser del todo típica de la conducta del paciente en la vida real. La presencia del clínico, en combinación con una actitud de confianza en que dicho clínico no permitiría que le hicieran daño al paciente, pueden distorsionar en forma significativa la realidad de la situación. En algunos casos, las técnicas de ejecución controlada utilizan evaluaciones psicofisiológicas para llevar a cabo estudios en ambientes tanto clínicos como de investigación (Stugis y Gramling, 1988). Por ejemplo, se pueden utilizar técnicas de medición del volumen del pene para evaluar la excitación sexual en parafílicos en respuesta a estímulos eróticos (Barlow, 1977). Paul (1966) ha utilizado medidas tanto de frecuencia cardiaca como de sudoración para evaluar niveles de ansiedad en individuos que temen hablar en público. AUTOMONITOREO Los clínicos han dependido cada vez más del automonitoreo, en el cual los individuos observan y registran sus propias conductas, pensamientos y emociones (Ciminero, Calhoun y Adams, 1986; Mahoney, 1977a). En efecto, se pide a los clientes que lleven bitácoras o diarios conductuales durante cierto periodo predeterminado. La bitácora puede proporcionar un registro continuo de la frecuencia, intensidad y duración de ciertas conductas objetivo, junto con las condiciones estímulo que les acompañan y las consecuencias que les siguen. Tales datos son particularmente útiles para informar tanto al clínico como al cliente de la frecuencia con la cual ocurre la conducta en cuestión. Además, puede servir como un índice del cambio producido por la terapia (por ejemplo, comparación de la frecuencia de línea base con la frecuencia después de seis semanas de terapia). También puede ayudar a enfocar la atención del cliente en la conducta indeseable y, con ello, auxiliar a reducirla. Por último, los clientes pueden llegar a darse cuenta de las relaciones entre los estímulos ambientales, las consecuencias de su conducta y la conducta en sí. Por supuesto, existen problemas con el automonitoreo. En ocasiones los clientes son imprecisos o pueden distorsionar, a propósito y por diversas razones sus observaciones o registros. Otros pueden simplemente resistirse a todo el procedimiento. A pesar de estas dificultades obvias, el automonitoreo se ha vuelto una técnica útil y eficiente que puede proporcionar una gran cantidad de información a muy bajo costo. Sin embargo, el automonitoreo en general es efectivo como agente de cambio, sólo en combinación con un programa más amplio de intervención terapéutica. A través de los años se ha desarrollado una variedad de auxiliares 10 del automonitoreo. A algunos clientes se les proporcionan pequeños contadores o cronómetros, dependiendo de aquéllo que se vaya a monitorear. Se han diseñado pequeñas tarjetas tamaño archivo o tamaño cartera sobre las cuales los clientes pueden registrar con rapidez y discreción sus datos. A un nivel más informal, a algunos clientes se les alienta simplemente a que hagan anotaciones en un diario. Tales auxiliares son especialmente útiles cuando se evalúan o tratan problemas como obesidad, tabaquismo, falta de asertividad y alcoholismo. Estos auxiliares pueden ayudar a reforzar el concepto de que los problemas del cliente se pueden reducir a conductas específicas. Así, un cliente que asistió primero con quejas generales de naturaleza efímera, puede comenzar a ver que "no sentirme bien conmigo mismo" implica en realidad la incapacidad para defender sus propios derechos en circunstancias específicas, hablar sin pensar o cualquier otra cosa. En el cuadro 9—3 se ilustra un ejemplo de un diario de automonitoreo. Cuadro 9-3 Diario conductual para la evaluación de la conducta asertiva Fecha Hora Lugar Situación Evento precedente 14 de marzo 4 p.m. Oficina Pedirle a Tom que me lleve a casa; me debe un favor El auto se descompuso; necesito que alguien me lleve a casa 15 de marzo 9 a.m. Oficina El Sr. C. me pidió que me quedara a trabajar hasta tarde Quinta ocasión Estuve de en el mes acuerdo 16 de marzo 7 p.m. Hogar Agente de ventas por teléfono Ninguno VARIABLES QUE OBSERVACIONES AFECTAN LA Resultado Pensamientos Reacciones subsecuentes Demasiado Me sentí estúpido inhibido como e inadecuado para pedir el favor Enojado con el Sr. C.; enojado conmigo mismo; enojado con todos Escuché todo Enojado conmigo su discurso; mismo por ser tan fue difícil débil decir que no CONFIABILIDAD DE LAS Cuando se discute acerca de entrevistas, pruebas u observaciones, UNIDAD II. PHARES, J. Y TRULL, T. J. (2000). EVALUACIÓN CONDUCTUAL. EN: PSICOLOGÍA CLÍNICA. CONCEPTOS, MÉTODOS Y PRÁCTICA. MÉXICO: MANUAL MODERNO. CAPÍTULO 9 PSICOLOGÍA CLÍNICA- EL PROCESO DE EVALUACIÓN EN LA TERAPIA COGNITIVO-CONDUCTUAL los clínicos deben asegurarse de que sus datos son confiables. En el caso de los observadores, esto significa que los clínicos confían en que diferentes observadores producirán, básicamente, las mismas calificaciones o puntuaciones. Por ejemplo, cuando un observador de las interacciones en el hogar regresa con calificaciones de la conducta de uno de los cónyuges como "bajo en empatía", ¿qué seguridad tiene el clínico de que alguien más que hubiera calificado la misma conducta en las mismas circunstancias habría dado el mismo informe? Por supuesto, existen muchos factores que pueden afectar la confiabilidad de las observaciones. A continuación se presenta una buena muestra de ellas. 11 estrecha entre sí, sin tener conciencia, comienzan a alejarse en sus calificaciones de las de otros observadores. Aunque la confiabilidad entre los observadores desviados puede ser aceptable, esto sólo se debe a que han comenzado, a través del tiempo, a cambiar sus definiciones de las conductas blanco (Kent y Foster, 1977). En ocasiones también sucede que los observadores no tienen tanto cuidado en sus observaciones cuando perciben que están bajo su cuenta y riesgo que cuando esperan que se les vigile o verifique (Reid, 1970). A fin de protegerse de la desviación del observador, un calificador independiente debe llevar a cabo verificaciones regulares de la confiabilidad y después proporcionar realimentación a los observadores. Complejidad de la conducta objetivo Es obvio que entre más compleja sea la conducta a observar, mayor será la posibilidad de falta de confiabilidad. Es probable que las observaciones acerca de lo que una persona come en el desayuno sean más confiables que aquéllas que se centran en la conducta interpersonal. Esto se aplica también al automonitoreo. A menos de que se establezcan conductas específicas, sobre las cuales se haya llegado a un acuerdo, el observador tiene un enorme rango de conducta sobre el cual concentrarse. Así, para identificar una ocurrencia de agresión interpersonal, un observador podría reaccionar ante el sarcasmo mientras que otro no lo incluiría y se enfocaría, en lugar de ello, en actos físicos evidentes. Entrenamiento de los observadores No hay sustituto para un entrenamiento cuidadoso y sistemático de los observadores (Foster, Bell-Dolan y Burge, 1988). Por ejemplo, los observadores a quienes se envía a hospitales psiquiátricos para estudiar las conductas de pacientes y después realizar calificaciones diagnósticas, deben recibir una cuidadosa preparación anterior. Es necesario que se les instruya a fondo acerca de cuál es exactamente la definición de, digamos, la depresión, qué conductas específicas representan depresión, etcétera. Su meta no debería ser la de complacer a su supervisor mediante la obtención (de manera consciente o inconsciente) de datos útiles para el proyecto. Tampoco deben protegerse entre sí por medio de comparar sus calificaciones para después "llegar al acuerdo de que están de acuerdo". Inclusive sucede que, en ocasiones, existen casos de lo que se ha llamado desviación del observador, cuando los observadores trabajan de manera sutil y VARIABLES QUE AFECTAN LA VALIDEZ DE LAS OBSERVACIONES En este punto, parecería innecesario reiterar la importancia de la validez. Ya antes nos hemos encontrado con este concepto, en nuestras discusiones tanto de la entrevista como de las pruebas y no es menos crítico en el caso de la observación. Después de todo, las percepciones no son lo mismo que la conducta real. Cuando se observa que un niño intimida de manera inmisericorde a sus compañeros y estas observaciones se corroboran con los informes de maestros, parecería haber poca duda de la validez de los datos de observador. ¡Agresión es agresión! Sin embargo, las cosas no son siempre tan sencillas, como lo ilustrará la siguiente discusión. Validez de contenido Un esquema de observación conductual debería incluir las conductas que se consideran importantes para la investigación o los propósitos clínicos específicos. En general, el investigador o clínico que desarrolla el sistema también determina si el sistema muestra o no validez de contenido. Pero esto es casi circular, en el sentido de que un sistema es válido si el clínico decide que lo es. Jones y colaboradores (1975) evitaron este problema cuando desarrollaron el Sistema de Codificación Conductual (BCS). Su método consistió en organizar varias categorías de conductas perniciosas en niños y después someterlas a la calificación de las madres. Al utilizar las calificaciones de las madres, pudieron confirmar sus propios juicios clínicos a priori en cuanto a si ciertas conductas desviadas eran en realidad perniciosas o aversivas. UNIDAD II. PHARES, J. Y TRULL, T. J. (2000). EVALUACIÓN CONDUCTUAL. EN: PSICOLOGÍA CLÍNICA. CONCEPTOS, MÉTODOS Y PRÁCTICA. MÉXICO: MANUAL MODERNO. CAPÍTULO 9 PSICOLOGÍA CLÍNICA- EL PROCESO DE EVALUACIÓN EN LA TERAPIA COGNITIVO-CONDUCTUAL Validez concurrente Otra forma de enfocar el problema de la validez de las observaciones consiste en preguntar si las calificaciones observacionales del propio observador corresponden a las de otras personas (como maestros, cónyuge, amigos, etcétera) que realizan observaciones en el mismo marco temporal. Por ejemplo, ¿las calificaciones de agresión de los niños en el patio de recreo realizadas por observadores entrenados concuerdan con las calificaciones de los compañeros de los niños? En pocas palabras, ¿los niños perciben la agresión de los demás en la misma forma que los observadores? 12 Además de las unidades de análisis que se elijan, también debe decidirse la forma que asumirán las calificaciones. Así, se puede decidir que el registro se hará en una dimensión de intensidad (¿qué tan fuerte fue la conducta agresiva?) al igual que de duración (¿cuánto tiempo duró la conducta?). En otros casos se podría emplear el mero conteo de frecuencia (¿cuántas veces en un periodo designado ocurrió la conducta bajo estudio?). Además de esto se debe desarrollar un procedimiento de puntuación. Tales procedimientos pueden ir desde hacer marcas en una hoja de papel colocada en una tabla hasta el uso de contadores, cronómetros, relojes temporizadores e inclusive computadoras portátiles. Por supuesto, todos los calificadores deben emplear el mismo procedimiento. Validez de constructo Error del observador En general, los sistemas observacionales se obtienen de algún esquema teórico implícito o explícito. Un sistema observacional para calificar la conducta como el BCS, que se señaló antes, se extrajo de un esquema del aprendizaje social que describe a la agresión como el resultado del aprendizaje en la familia. Cuando las recompensas para la agresión son sustanciales, ocurrirá agresión. Cuando tales recompensas ya no son contingentes a la conducta, la agresión se reducirá. Por tanto, se puede demostrar la validez de constructo de la BCS a través de mostrar que la conducta agresiva disminuye con respecto a un punto de línea base después del tratamiento clínico de los niños, donde el tratamiento clínico se define como el reordenamiento de las contingencias sociales en la familia, lo cual, a su vez, reducirá la incidencia de la agresión observada. Mecánica de la calificación Con los sistemas observacionales es importante que se elija una unidad de análisis. Esto se refiere a la extensión de tiempo en que se realizarán las observaciones y al tipo y número de respuestas que se considerarán. Por ejemplo, podría decidirse que se registrará cualquier movimiento o ademán físico durante un minuto, a intervalos de cuatro minutos. El tiempo total de observación podría consistir en un periodo de recreo de 20 minutos para los niños del jardín de infantes. Esto significa que cada cuatro minutos se observará al niño durante un minuto y se registrarán todos los movimientos físicos. Después se codificarán o calificarán estos movimientos en cuanto a la variable bajo estudio (por ejemplo, agresión, solución de problemas, dependencia). Nadie es perfecto y de cuando en cuando se debe vigilar a los observadores para asegurar la precisión de sus informes. En ocasiones simplemente pueden pasar por alto ciertas cosas o creer que han observado algo que en realidad nunca ocurrió. El grito de un niño puede atribuirse por accidente al niño incorrecto. O quizás el grito se codifica como agresión verbal cuando en realidad representó un gesto de camaradería. En otros casos, puede no ser tanto un error como una predisposición. Por alguna razón, un observador puede no sentir agrado por una persona en una familia a la que observa. Entonces el observador puede estar propenso a dar una calificación menos que agradable para esa persona cada vez que surja la oportunidad. Asimismo, en ocasiones ocurre que la persona observada hace algo al inicio de la secuencia de observación ante lo cual el observador reacciona, quizás resuelve con rapidez un problema o hace una aseveración inteligente, y que sirve como una especie de halo, de modo que después el observador responde con calificaciones más favorables para esa persona. Cualquiera que sea la naturaleza de la predisposición o error potencial, es importante que se realicen sesiones previas de entrenamiento cuidadoso para los observadores, con sesiones periódicas de revisión, para ayudar a mantener bajo control estas fuentes de problema. Reactividad Otro factor que afecta la validez de las observaciones se denomina reactividad. En ocasiones, los pacientes o los participantes de un estudio UNIDAD II. PHARES, J. Y TRULL, T. J. (2000). EVALUACIÓN CONDUCTUAL. EN: PSICOLOGÍA CLÍNICA. CONCEPTOS, MÉTODOS Y PRÁCTICA. MÉXICO: MANUAL MODERNO. CAPÍTULO 9 PSICOLOGÍA CLÍNICA- EL PROCESO DE EVALUACIÓN EN LA TERAPIA COGNITIVO-CONDUCTUAL reaccionan ante el hecho de que se les esté observando y cambian la forma en que se comportan. La persona hablantina de pronto se vuelve silenciosa. El cónyuge quejumbroso de pronto se vuelve el epítome de la persona sacrificada. En ocasiones, un individuo puede sentir que inclusive es necesario disculpar al perro diciendo "Nunca hace eso cuando está solo con nosotros". En cualquier caso, la reactividad puede obstaculizar gravemente la validez de las observaciones porque hace que la conducta observada sea poco representativa de lo que ocurre de manera normal. El verdadero peligro de la reactividad es que el observador puede no reconocer su presencia. Como señalan Wolff y Merrens (1974), la conducta observada puede no ser una muestra verdadera y esto afecta el grado en que se puede generalizar a partir de este ejemplo de conducta. También, por desgracia, los observadores pueden interferir o influir de manera inconsciente con la misma conducta que se les envió a observar (Goldfried, 1976). En el caso de la disfunción sexual, Conte (1986) señaló que las calificaciones conductuales son tan indiscretas que, por lo general, los clínicos tienen que depender de los métodos de autoinforme. Validez ecológica Uno de los mayores problemas en psicología (el cual nunca se ha resuelto por completo) es aquello a lo que Brunswik (1947) llamó hace tantos años validez ecológica. La pregunta básica es si los clínicos obtienen con suma frecuencia muestras verdaderamente genuinas de la conducta. ¿La conducta del cliente en este momento es típica o es el producto de algún estímulo poco característico? Tal duda va más allá de la mera reactividad, cuestiona si los observadores tienen una muestra de la suficiente amplitud como para garantizar que sus observaciones serán en verdad representativas. Provoca dudas si cualquier trozo de conducta será típico de un cliente dado; siendo así ¿el número apropiado es una muestra de cuatro, o 10 o 20 ejemplos? Todas las áreas de la psicología han luchado durante mucho tiempo con este problema. ¿Un experimento sobre altruismo es una muestra suficientemente buena de todas las situaciones posibles como para permitir que los psicólogos hagan generalizaciones al respecto? ¿Las respuestas a tres láminas del TAT son una muestra suficiente como para permitir generalizaciones amplias acerca de la estructura de necesidades del cliente? ¿Las observaciones de pacientes hospitalizados quienes están a punto de someterse a cirugía, tienen la suficiente generalidad como para sugerir cómo reaccionarán dichos pacientes ante situaciones estresantes? 13 SUGERENCIAS PARA MEJORAR LA CONFIABILIDAD Y VALIDEZ DE LAS OBSERVACIONES Se ofrecen las siguientes sugerencias como formas de mejorar la confiabilidad y validez de los procedimientos observacionales. Al igual que las sugerencias similares que se hicieron para las entrevistas, con frecuencia éstas no se pueden ejecutar por completo en situaciones clínicas. Sin embargo, una conciencia de estos señalamientos puede ayudar a enfocar la atención del clínico en las direcciones que mejorarán la validez de las observaciones. 1. Decidir acerca de conductas objetivo que sean pertinentes y completas. Especificar conductas directas y observables que puedan definirse de manera objetiva. 2. Al especificar estas conductas, se debe trabajar tanto como sea posible desde un esquema teórico explícito que ayude a definir las conductas de interés. 3. Emplear observadores entrenados cuya confiabilidad se haya establecido y que estén familiarizados con el formato de observación objetivo y estandarizado que se ha de utilizar. 4. Se debe especificar de manera estricta el formato de observación en términos de las unidades de análisis a utilizar, la forma en que se harán las calificaciones de los observadores, los procedimientos exactos de observación que se han de emplear, el esquema de calificación designado y el programa de observación que se ha de seguir. 5. Estar consciente de las fuentes potenciales de error en las observaciones como la predisposición, fluctuaciones en concentración y otras. 6. Considerar las posibilidades de reactividad por parte de aquellos a quienes se observa y la influencia general que puede crear la conciencia de que se está bajo observación. 7. Considerar en forma cuidadosa los problemas de representatividad real de las observaciones y de cuánto se puede generalizar, a partir de ellas, a la conducta en otros ambientes. MÉTODOS DE ROLE PLAYING El role playing es otra técnica que se ha utilizado durante muchos UNIDAD II. PHARES, J. Y TRULL, T. J. (2000). EVALUACIÓN CONDUCTUAL. EN: PSICOLOGÍA CLÍNICA. CONCEPTOS, MÉTODOS Y PRÁCTICA. MÉXICO: MANUAL MODERNO. CAPÍTULO 9 PSICOLOGÍA CLÍNICA- EL PROCESO DE EVALUACIÓN EN LA TERAPIA COGNITIVO-CONDUCTUAL años en la evaluación conductual. Hace varios años, Rotter y Wickens (1948) sugirieron este procedimiento para la evaluación conductual. Goldfried (1976) cataloga varios casos en los que se ha utilizado el role playing, en particular en el área del entrenamiento en asertividad. Goldfried y Davison (1994) también analizan el role playing, o ensayo conductual, como un medio para entrenar nuevos patrones de respuesta. El role playing se ha empleado con mucha frecuencia en la evaluación de habilidades sociales y asertividad. Por ejemplo, en un estudio sobre las habilidades sociales en varones tímidos, Twentyman y McFall (1975) desarrollaron seis situaciones de conducta social que requerían que el individuo representara un papel. Se instruyó a los participantes a responder en voz alta, como lo harían si de hecho estuvieran en la situación que se les describía. Por ejemplo: Te encuentras en un descanso en el trabajo. En la cafetería ves a una chica que tiene casi tu misma edad. Ella trabaja en otra parte de la tienda y en consecuencia no la conoces muy bien. Deseas hablar con ella. ¿Qué le dirías? (página 386) Una vez que el individuo comenzaba a hablar, una asistente entrenada respondía a sus esfuerzos. La conversación continuaba hasta que el participante la terminaba o bien cuando habían pasado tres minutos. McFall y Lillesand (1971) también han utilizado el role playing en la evaluación de asertividad. A los individuos se les pedía que respondieran en voz alta a nueve estímulos pregrabados, por ejemplo: Narrador. Una persona que no conoces muy bien se va a ir a su casa durante el fin de semana. Él o ella tiene algunos libros que deben entregarse en la biblioteca y te pide que los lleves para que no se pase la fecha de entrega. Desde donde tú vives se necesita una caminata de 25 minutos hasta la biblioteca, los libros son pesados y no habías planeado ir cerca de la biblioteca ese fin de semana. ¿Qué le dirías? (El sujeto responde en voz alta.) (página 315) Es obvio que las técnicas de role playing no son nuevas; se les ha empleado durante muchos años como instrumentos terapéuticos (por ejemplo, Kelly, 1955; Moreno, 1946). Sin embargo, el clínico con una orientación conductista se interesa en las técnicas de role playing porque proporcionan un medio simple y eficiente para tomar una muestra de las habilidades y deficiencias conductuales del cliente. A pesar de ello, siempre debe recordarse que no se puede suponer que las habilidades conductuales que se desarrollan en la situación de terapia se practican 14 de manera consistente en el mundo real. INVENTARIOS Y LISTAS DE VERIFICACIÓN Los clínicos conductuales utilizan una variedad de técnicas de autoinforme para identificar conductas, respuestas emocionales y percepciones acerca del ambiente. Una técnica ampliamente usada es el Inventario de Medición del Temor (Geer, 1965; Lang y Lazovik, 1963) que incluye 51 situaciones potencialmente evocadoras de temor y que el paciente califica en cuanto al grado de temor que le provoca cada situación. Otros inventarios de autoinforme que se utilizan con frecuencia incluyen el Inventario Estímulo-Respuesta de Ansiedad (Endler y Okada, 1975), el Inventario Rathus de Asertividad (Rathus, 1973), el Inventario Beck de Depresión (Beck, 1972) y el Formato de Conflicto Marital (Weiss y Margolin, 1977). Dentro de este listado, breve y parcial, de inventarios se observa la ausencia de instrumentos que tengan una orientación diagnóstica psiquiátrica. Esta ha sido una omisión consciente de parte de los asesores conductuales porque, en el pasado, generalmente encontraban poco mérito en la clasificación psiquiátrica (Follette y Hayes, 1992). En consecuencia, sus pruebas estaban más orientadas hacia la evaluación de deficiencias conductuales, conductas inapropiadas y ventajas conductuales específicas (Sundberg, 1977). Por tanto, el foco de atención de los inventarios es la conducta. A los clientes se les pregunta acerca de acciones, sentimientos y pensamientos específicos que reducen al mínimo la necesidad de que hagan inferencias acerca de lo que en realidad significa su propia conducta. También debe mencionarse que los inventarios se han desarrollado para evaluar la percepción de una persona acerca del ambiente social (Insel y Moos, 1974). Las escalas que Moos y sus colaboradores han desarrollado intentan evaluar los ambientes en términos de las oportunidades que proporcionan para las relaciones, el crecimiento personal y el mantenimiento y cambio de sistemas. Existen escalas independientes para varios ambientes, incluyendo trabajo, familia, salón de clase, pabellón hospitalario y demás. EVALUACIÓN COGNITIVO-CONDUCTUAL Los enfoques conductuales se han orientado cada vez más hacia el aspecto cognitivo (Goldfried y Davison, 1994; Meichenbaum, 1977). UNIDAD II. PHARES, J. Y TRULL, T. J. (2000). EVALUACIÓN CONDUCTUAL. EN: PSICOLOGÍA CLÍNICA. CONCEPTOS, MÉTODOS Y PRÁCTICA. MÉXICO: MANUAL MODERNO. CAPÍTULO 9 PSICOLOGÍA CLÍNICA- EL PROCESO DE EVALUACIÓN EN LA TERAPIA COGNITIVO-CONDUCTUAL Esto implica que las cogniciones, junto con las conductas, se han vuelto tema de intenso estudio, ya que se relacionan con el desarrollo de una situación patológica, su mantenimiento y los cambios en ella (Kendall y Hollon, 1981). El concepto de que las cogniciones y pensamientos del cliente (desde las autoimágenes hasta las autoafirmaciones) representan un papel importante en la conducta es un rasgo central del énfasis de la evaluación cognitivo-conductual (Brewin, 1988). De hecho, Meichenbaum (1977) está a favor de un enfoque cognitivo-funcional. En esencia, esto significa que se debe realizar un análisis funcional de los procesos de pensamiento del cliente, a fin de planificar una estrategia de intervención. Se debe emprender un inventario cuidadoso de las estrategias cognitivas para determinar cuáles cogniciones (o falta de ellas) ayudan o interfieren con el desempeño adecuado y bajo qué condiciones ocurre esto. Como señalan Parks y Hollon (1988), están disponibles varios métodos y procedimientos para la evaluación del funcionamiento cognoscitivo. Por ejemplo, se puede instruir a los clientes a "pensar en voz alta" o verbalizar los pensamientos inmediatos; los clientes pueden informar sus pensamientos y sentimientos acerca de conversaciones pregrabadas de varios tipos (por ejemplo, situaciones estresantes, de evaluación social); los clientes pueden llenar escalas de calificación cuyos reactivos se dirigen a cogniciones adaptativas y desadaptativas que pudieran haber ocurrido en el pasado y pueden enumerar pensamientos que ocurren en reacción ante estímulos específicos (por ejemplo, temas, problemas) que se les presentan. Un buen ejemplo proviene del trabajo de Schwartz y Gottman (1976), en el cual se realizó un análisis de tarea de la conducta asertiva. Se evaluaron las autoafirmaciones cognoscitivas en cuanto a su relación con situaciones asertivas por medio de la Prueba de Autoafirmación de Asertividad (ASST). Éste es un cuestionario de 34 reactivos con 17 autoafirmaciones positivas que harían más fácil negarse a una petición y 17 autoafirmaciones negativas que lo harían más difícil. Por ejemplo: 15 mantenimiento de problemas tales como la falta de asertividad. Se pueden aplicar procedimientos similares a problemas como los excesos alimenticios, la depresión y la timidez o, como otro ejemplo, a la evaluación del temor de los agorafóbicos a sentir miedo. En este sentido, Chambless, Caputo, Bright y Gallagher (1984) han desarrollado una escala que incluye pensamientos acerca de consecuencias negativas cuando se experirnenta ansiedad. Davison, Robins y Johnson (1983) han utilizado un método en el que los participantes escuchan una cinta de audio que presenta varias situaciones problema. Cada 10 o 15 segundos, la cinta hace una pausa para que los participantes puedan expresar qué tienen en mente en ese momento. Los resultados de numerosos estudios sugieren que este método descubre la forma en que las personas piensan acerca de situaciones tanto difíciles como inocuas (Davison y Neale, 1996). Otro ejemplo de evaluación cognitiva proviene del trabajo de Seligman y colaboradores (1988). Al utilizar el Cuestionario de Estilo Atribucional, encontraron que pacientes deprimidos daban explicaciones más sanas de los eventos después de un curso de terapia cognitiva. Por último, Arnkoff y Glass (1989) han revisado varios instrumentos cognitivos para evaluar la ansiedad social. Positiva: Estaba pensando que estoy en total libertad para decir que no; estaba pensando que esta petición es irrazonable. Negativa: Estaba preocupado por lo que la otra persona pudiera pensar de mí si me negaba; estaba pensando que la otra persona podría sentirse herida u ofendida si me negaba. (9chwartz y Gottman, 1976. página 913) el A través de una evaluación de este tipo se vuelve más claro cuál es papel exacto que representan las autoafirmaciones en el UNIDAD II. PHARES, J. Y TRULL, T. J. (2000). EVALUACIÓN CONDUCTUAL. EN: PSICOLOGÍA CLÍNICA. CONCEPTOS, MÉTODOS Y PRÁCTICA. MÉXICO: MANUAL MODERNO. CAPÍTULO 9