Milagrosa Santiago Castellano Milagrosa Santiago Castellano El día 29 de noviembre de 1971 nace, en Santa Cristina, Milagrosa. Era una niña muy vivaracha a la que le encantaba corretear por el campo y llegar hasta donde pudiera. Siempre fue una niña a la que le encantaba jugar con coches o peluches; nunca con muñecas. Sus deportes favoritos eran el fútbol y la natación. Su escolarización la empieza cuando tenía 7 años y lo hace, en el Colegio Nicolás Aguiar. Para poder ir a clase, tiene que caminar desde su casa hasta el Cruce ( casi 2 km.), ya que no había transporte escolar. Durante cinco años estuvo en ese Colegio y hasta que fue inaugurado el Centro Específico de Marente, estuvo viniendo a nuestro Colegio, bajo la tutela de Carmela “La Monja”. En el año 1989, el 11 de junio hace su Primera Comunión. En el año 1991 se traslada junto con sus compañeros y compañeras al Centro Ocupacional Comarcal que seguía estando en Marente. A partir de ese año, Mila no para de disfrutar de paseos, viajes, cursillos de natación... También le gustaba bailar y la canción de Los Pajaritos, que tan de moda puso Mª Jesús con su acordeón, era su preferida. Hacía muchos trabajos manuales con sus compañeros y compañeras del C.O.C. pero lo que más le gustaba era pintar. Estos son algunos de sus cuadros Mila también compartió su tiempo con todos nosotros y todas nosotras, porque traía a sus amigos y amigas al Centro Cultural y Recreativo de Montaña Alta para las fiestas. Y así, nos descubrió un mundo que desconocíamos y del que teníamos mucho que aprender Una de sus hermanas, le dijo: “Gracias por ayudarme a andar el camino y compartir tu tiempo conmigo”. Por ella, porque nuestro alumnado también quiere compartir su tiempo, celebramos los 29 de noviembre el Encuentro con sus compañeros y compañeras del Centro Ocupacional Comarcal y lo hemos llamado “Somos importantes” Gracias, Mila ““Carta de una hermana” Por todo lo bueno que me diste y me sigues dando. Porque la vida es tan compleja y sencilla a la vez. Por la bondad, humildad que poseías para darlo todo. Infundiste en mí sobre todo, amor, tratar de entender a mis semejantes, fuesen como fuesen, tuviesen lo que tuviesen. No tenías nada y lo tenías todo. Gracias por haberme enseñado tanto, sobre todo a ver en el otro la transparencia de su mirada, a ser tolerante con el indiferente. Gracias por haberme permitido sentir tus caricias, tu mirada llena de ternura, tu ser niña y mujer a la vez. Por dejarme, sencillamente, gozar de tu presencia, del sentimiento más bello del ser humano, permitirme que te quisiera. Gracias Mila, pues pocas cosas hubiesen sido posible sin tu presencia; por el crecimiento humano que otros hemos experimentado a tu lado. Por tener la satisfacción más honda de mi ser “Te quiero”. Sé que ahora disfrutas de algo muy precioso: Eres Libre.