Las mujeres que se quedan Experiencias de las mujeres del Valle del Mezquital Adriana Welsh Herrera Este trabajo aborda la experiencia de las mujeres del Valle del Mezquital, en particular de comunidades localizadas en los municipios de Ixmiquilpan y Chilcuautla. La reflexión gira en torno a lo que las mujeres ñähñús viven en un contexto de alto grado de migración de sus compañeros e hijos varones a Estados Unidos, evidenciando un fenómeno ya común en nuestro país: la feminización del campo mexicano. Las mujeres que están en las comunidades han tenido que afrontar la responsabilidad de las tareas propias y la de sus compañeros, extendiendo sus jornadas de trabajo. La migración ha impactado en las relaciones de género y las mujeres han tenido que ser jefas de familia y proveedoras de recursos económicos, mientras no llegan las remesas o cuando quedan solas. Ellas se han organizado en una cooperativa de artesanas Ya Muntsi behña y su presencia como colectivo es importante en sus comunidades y en la región. Esta experiencia también habla de las mujeres jóvenes quienes en busca de trabajo comienzan a ver la migración al norte como una opción. Este hecho se vuelve importante en cuanto a que las mujeres jóvenes significan una esperanza para el futuro de la comunidad; ya que algunas lograron terminar estudios gracias a las remesas de sus familiares y se tenía la expectativa de encontrar mejores empleos y mejorar sus condiciones de vida. Al enfrentar la crisis para la producción del campo, la falta de empleos en zonas rurales y la competencia laboral en las urbanas, las mujeres jóvenes se van y con ellas una visión de futuro en la comunidad. Las familias y nuevas generaciones buscan nuevas [43] mujer y migración formas de vida permaneciendo en los lugares donde migran por periodos más extensos o, para algunas, sin retorno. Sin embargo, los acontecimientos recientes de una crisis económica y de empleo en Estados Unidos, plantearán una nueva situación y la reestructuración de las estrategias de reproducción, que seguramente darán nuevos matices a esta realidad. Esta presentación comprende parte de una investigación sobre los efectos que tiene la migración en las mujeres que se quedan, diferenciando en cómo lo viven las mujeres adultas de las mujeres jóvenes. Se analiza la forma en que se ven a sí mismas en el presente, en el futuro y como protagonistas del desarrollo de su comunidad. El interés por este tema nace del trabajo cotidiano con las mujeres de la cooperativa Ya Muntsi behña; de las charlas con las mujeres que día con día viven esta situación con sentimientos de soledad, algunas con la incertidumbre de lo que viven sus compañeros y familiares en el cruce y durante su estancia en Estados Unidos. Mujeres que crecieron en torno al cuidado y la atención a los demás, que ahora, ya no están. Mujeres que se han organizado y con esta experiencia, se han transformado. Mujeres jóvenes que estudian y se preguntan lo que pasará con sus vidas. De manera anticipada y previendo los cambios frente a esta crisis de Estados Unidos, surgen nuevas interrogantes. Las mujeres ven el regreso de sus compañeros... con esperanza, pero también con el temor a perder la movilidad que han ganado con su ausencia o decididas a enfrentar la negociación permanente y la búsqueda del cambio en sus relaciones de género con su compañero y su familia. Algo sobre el contexto Los pueblos del Valle del Mezquital han desarrollado diferentes estrategias y actividades económicas para su subsistencia. Después de ser trabajadores mineros y mano de obra para grandes construcciones durante la época colonial, desarrollaron estrategias que les permitieron subsistir en una región semidesértica a partir del pastoreo, la extracción de fibras de la lechuguilla y maguey, del pulque y los frutos de sus cactáceas. En la década de 1970 se 44 las mujeres que se quedan fomentó la producción agrícola de hortalizas por la ampliación de sistemas de riego de aguas negras de la ciudad de México que enverdecieron al Valle del Mezquital. Actualmente, en un ámbito globalizado y ante la crisis del campo mexicano provocada por políticas enfocadas a mercados internacionales más que a la producción local y nacional, así como a la protección de empleos y productos de sus trabajadores, los habitantes de este valle dibujan sus alternativas como sociedades migrantes. En Hidalgo habitan 340 mil personas indígenas.1 Esto representa 17.2% de su población total. La mayor parte son nahuas (65.2%) y el segundo grupo más importante son los ñahñús, con 33.5%, que se encuentran principalmente en el Valle del Mezquital Norte, donde se registra 20% de la población.2 Esta región indígena ñähñú, muestra la fortaleza de una cultura que ha logrado adaptarse a las condiciones semidesérticas y a incorporar aspectos de otras culturas. Gráfica 1 Tasa de crecimiento promedio anual de la población por sexo, 1950-2000 2.5 2.5 2.5 1.5 1.6 1.7 1950-1960 1.9 1.9 1.9 1960-1970 Mujeres 1970-1980 Estatal 2.3 2.1 1.9 1980-1990 1.9 1.7 1.5 1990-2000 Hombres Fuente: INEGI, Censos Generales de Población y Vivienda de 1950 al 2000. En los datos que arroja el INEGI, se considera como población indígena a quienes son hablantes de lenguas indígenas, mayores de 5 años. 2 Las mujeres en Hidalgo, INEGI/Instituto Hidalguense de la mujer [www.inegi.gob.mx], p. 110. 1 45 mujer y migración Según las cifras estadísticas, en la composición demográfica de Hidalgo aparece un porcentaje mayor de mujeres con 52% y 48% de hombres, donde la relación hombres-mujeres es de 92 hombres por cada 100 mujeres. A nivel regional las cifras muestran que en el municipio de Ixmiquilpan por cada 87 hombres, encontramos 100 mujeres. La tendencia de la femenización del campo se empieza a reflejar en estas cifras y se presume que es por la migración de los varones. Así se observa en las localidades en donde se lleva a cabo la investigación, pues el análisis de datos de población desagregada por localidad, nos muestra que en comunidades como El Bethí, se encuentran 85 hombres por cada 100 mujeres y en El Alberto, 86 hombres por cada 100 mujeres. Se observa que a partir de 1980 la relación entre hombres-mujeres se invierte y se encuentra una mayor población de mujeres. Este fenómeno va asociado a los procesos migratorios principalmente de hombres en lugares del país donde hay mayor índice de pobreza y falta de empleo.3 Este fenómeno sucede en los estados expulsores de población como lo es Hidalgo, junto con Michoacán, Oaxaca, Zacatecas, Durango, Guanajuato y Guerrero. En la siguiente gráfica podemos ver esto con claridad en el caso de Hidalgo: si bien en 1950-1960 la población de mujeres está por debajo de la media estatal, a partir de 1980 esta situación se invierte. También podemos comparar las pirámides de población entre la zona del altiplano (principalmente urbana y donde se encuentra Pachuca) y la zona del Valle del Mezquital Norte (con mayor presencia indígena). Observamos en la primera que la transición demográfica es gradual en las zonas urbanas y con mayor desarrollo económico. Sin embargo, en la segunda, la figura no es redondeada, y se ven cambios drásticos entre cada grupo de edad, sobre todo de 0-4 y de 5-9 y entre hombres y mujeres principalmente entre los 15 y los 39 años, en donde la población disminuye más notoriamente en el caso de los hombres interpretando entonces que se debe al incremento de la migración varonil sobre la femenil.4 Ibid., pp. 4-5. El índice de cambio demográfico mide la variación porcentual entre la población del grupo menor y la población del grupo mayor. En Hidalgo, entre los 0-4 años y los 5-9 años, el índice es de 12.3%: en el Altiplano es del 7.1% y en el Valle del Mezquital Norte es del 16.7%. Las mujeres en Hidalgo, INEGI/Instituto Hidalguense de la mujer [www.inegi.gob.mx], p. 12. 3 4 46 Gráfica 2 Distribución porcentual de la población por grupos de edad y sexo del Altiplano de Hidalgo, 2000 Hombres 0.2 0.2 0.4 0.5 0.7 0.9 1.2 1.7 2.2 2.9 3.4 3.7 4.0 4.6 5.2 5.3 5.5 5.1 85 y más 80 - 84 75 - 79 70 - 74 65 - 69 60 - 64 55 - 59 50 - 54 45 - 49 40 - 44 35 - 39 30 - 34 25 - 29 20 - 24 15 - 19 10 - 14 5-9 0-4 0.3 0.3 0.5 0.6 0.9 1.1 1.3 1.8 2.3 3.2 3.9 4.4 4.8 5.2 5.4 5.2 5.3 4.9 Mujeres Gráfica 3 Distribución porcentual de la población por grupos de edad y sexo del Valle del Mezquital Norte de Hidalgo, 2000 0.3 0.3 0.5 0.7 1.0 1.2 1.4 Hombres 1.7 2.0 2.5 3.0 3.1 3.2 3.4 4.8 6.4 6.5 5.5 85 y más 80 - 84 75 - 79 70 - 74 65 - 69 60 - 64 55 - 59 50 - 54 45 - 49 40 - 44 35 - 39 30 - 34 25 - 29 20 - 24 15 - 19 10 - 14 5-9 0-4 0.4 0.4 0.6 0.8 1.0 1.3 1.4 Mujeres 1.7 2.1 2.6 3.4 3.8 4.2 4.7 5.5 6.3 6.4 5.7 Fuente: INEGI, XII Censo General de Población y Vivienda, 2000. mujer y migración Los patrones de la migración actual muestran que quienes se van son principalmente jóvenes en edad reproductiva. Los hombres se van desde los 15 años, cuando terminan la secundaria pues les es más atractivo migrar y ganar los dólares que les representa tres o cuatro veces más el ingreso que pueden ganar como jornaleros o albañiles en su región. En los últimos años se observa que también las mujeres jóvenes comienzan a optar por la migración como una oportunidad de vida, pues después de haber estudiado o de buscar empleo y no encontrarlo deciden irse. “Si ellas encuentran una pareja allá, ya no regresan”. También cuentan que “muchas familias jóvenes se van con sus hijos y cuando es así, es difícil que regresen”.5 Lo que nos muestra una tendencia de las nuevas generaciones a una migración sin retorno, y con esto una interrogante para el futuro de la comunidad. ¿Qué expectativas del futuro tienen las jóvenes para sí mismas?, ¿cómo imaginan ellas su comunidad?, y ¿cómo se ven a sí mismas en el futuro? Son preguntas que se realizan en la investigación que estoy llevando a cabo y que ahora expongo para visualizar esta problemática. Las mujeres que se quedan La creciente ola migratoria está dejando solas a las mujeres al frente de todas las responsabilidades domésticas y comunitarias. Aun así, muchas decisiones siguen siendo de los esposos aunque estén lejos; la mayoría de ellas dice “tener que pedir permiso” a sus esposos. En algunos casos, cuando esta relación ha cambiado y las mujeres tienen más confianza en sí mismas para negociar y dialogar con sus compañeros, las decisiones son tomadas por ambos. Cuando las mujeres hablan de sus vidas, reflejan cambios drásticos entre la última mitad del siglo pasado y lo que va del presente. Las mayores de 60 años recuerdan haber vivido en cuevas; las mujeres adultas entre los 30 y 50 años vivieron situaciones un poco mejores pero aún así, recuerdan el valle sin agua, desértico, sin caminos y sin migración al norte. Se percibe en sus recuerdos una infancia con mucha pobreza. A estas generaciones de mujeres, 5 48 Narraciones de mujeres artesanas en entrevistas informales, octubre de 2008. las mujeres que se quedan les tocó ser educadas para el espacio doméstico, sin posibilidades de escoger a su pareja ni decidir sobre su vida; fueron escogidas por sus esposos y el matrimonio se convenía con sus padres. Les tocó ayudar a sus madres en todo el quehacer doméstico, criar a sus hermanos, pastorear, cargar el agua del río hasta su casa; no contaban con drenaje, sus viviendas eran de piedra con sus cocinas de penca de maguey o de órgano. Sólo algunas tuvieron la oportunidad de estudiar algunos grados escolares; pocas tuvieron posibilidad de terminar primaria y aún menos, la secundaria. Hoy estas mujeres viven un mundo transformado por la migración. Son responsables de la crianza y educación de sus hijos e hijas, enfrentan solas las dificultades en cada etapa de su crecimiento, hasta que migren o se casen. La disyuntiva que comienza a aparecer ahora es si las mujeres permanecerán en la comunidad sólo mientras tengan hijos e hijas pequeñas por criar. Cuando ya las hijas jóvenes plantean migrar también, las mujeres adultas comienzan a pensar en irse con su familia y dejar cerrada su casa. Muchas madres jóvenes que están solas o que sus compañeros se fueron, deciden irse y son las abuelas las que se encargan del cuidando de las y los nietos. De esta forma, las mujeres están cuidando de la casa, encargadas de administrar las remesas para las modificaciones de la vivienda al estilo y modo de los lugares donde migran sus esposos e hijos (aunque no se ocupen los espacios y se queden por años las casas sin terminar), también están al frente de la actividad agrícola, de la limpieza y riego del terreno, contratar peones para que les ayuden a la siembra y a la cosecha; se encargan de la venta de productos como la granada, el durazno, la nuez; también tienen que atender la cría y cuidado de sus rebaños de borregos y cabras; pollos, cerdos y vacas, así que parte de las actividades de las mujeres, sigue siendo el pastoreo. Las mujeres jóvenes que han crecido en su comunidad, que acompañan y observan a sus madres, están decidiendo qué quieren para sus familias y para sí mismas. Son ellas las que no encuentran una razón para ser campesinas; han estudiado, pero tampoco encuentran un trabajo que les satisfaga. Ven a sus padres y hermanos irse y muchas desean alcanzarlos para buscar opciones de trabajo, porque no quieren sólo casarse. Las mujeres jóvenes que se están quedando en una edad reproductiva están afrontando entonces la disyuntiva de continuar sus estudios y buscan 49 mujer y migración empleo en otras regiones o migran. Otras comienzan a hacer una nueva familia en la comunidad, pensando en si se quedan o se van dependiendo de las oportunidades de trabajo o las remesas que los jóvenes esposos les envían. Algunas son madres a edades tempranas, desde los 14 años; por lo general, ellas se quedan con sus hijos en casa de sus suegras, se enfrentan a una situación de abandono y soledad en la cual no toman decisiones, no tienen una propiedad o bienes propios. Al no estar presente, el temor de los esposos por la infidelidad de sus esposas y los celos, hacen que se generen mecanismos de control de las mujeres; ellos llaman por teléfono local (entonces las mujeres tienen que esperar en sus casas la llamada), o ahora, a través de los celulares monitorean las actividades de sus esposas. Además de que la familia política es informante y controladora de las acciones de las mujeres. Movilidad y organización de las mujeres Por otra parte, ante la ausencia de los esposos, las mujeres se han movilizado del espacio privado doméstico para tener una presencia activa en el espacio público. Ya sea por que las mujeres son proveedoras de ingresos económicos a sus familias mientras no llegan las remesas, o para representar a sus compañeros en las asambleas comunitarias, e incluso hacerse cargo de tareas de la comunidad para la gestión de servicios. Esto ha provocado que los roles de género y dentro de las estructuras familiares se vayan transformando. En las comunidades donde se lleva a cabo la investigación, las mujeres se han organizado en una sociedad cooperativa de artesanas buscando generar ingresos económicos que complementan el gasto cotidiano y mientras no llegan las remesas. Este ingreso resulta importante por ser un dinero propio y administrado por las mujeres, lo cual les permite decidir sobre su uso y aparecer como proveedoras empoderándolas. Esta experiencia les ha permitido acceder a capacitaciones a quienes ocupan cargos en su organización y a quienes son promotoras de actividades educativas. Las mujeres manifiestan que la organización les ha ayudado a expresarse, a salir, a ver por sí mismas y 50 las mujeres que se quedan aprender muchas cosas. De esta manera, han logrado tener presencia en sus comunidades como un colectivo. Lo anterior muestra otros aspectos en el cambio de las relaciones de género donde ha impactado la migración, ya que ha permitido que las mujeres tengan más autonomía para ciertas prácticas. Este cambio en la dinámica de la familia y en los roles y relaciones de género se va manifestando por las mujeres quienes están queriendo transformar la relación con sus compañeros y con los hombres. Que las respeten, que no “tengan que pedir permiso”, que puedan apoyarlas en su trabajo, que puedan ayudar en tareas domésticas. 51