La voz "afónica" de la identidad andaluza

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LA VOZ "AFÓNICA" DE LA IDENTIDAD ANDALUZA
Juan Fernando Ortega Muñoz
Universidad de Málaga
INTRODUCCIÓN
Una pregunta que se plantea de forma espontánea cuando estudiamos el
fenómeno andaluz es que cómo un pueblo de tan marcada personalidad y con
tan larga y fecunda historia no lo expresa en un idioma diferenciado que le
personalice en el conjunto de la nación española. ¿Será tal vez que esa esencia andaluza no está dotada de la capacidad creadora de la palabra? Pero hay
aún una pregunta mucho más grave. ¿será tal vez que lo andaluz no es una
realidad lo suficientemente diferenciada y con caracteres propios definidos
que la identifique en el conjunto de los pueblos que forman el entramado
peninsular? Y en caso de que se dé esa identidad ¿dónde radica lo definitorio
de lo andaluz? Vayamos por partes.
lo: LA IDENTIDAD PLURAL DE LA NACIÓN ESPAÑOLA
Un hecho indiscutible que hoy más que nunca se nos muestra como evidente, es la pluralidad de etnias, tradiciones, costumbres, pueblos que constituyen el entramado de la Península Ibérica. Azorín los expresó bellamente y
con una gran claridad: "España -nos dice- es diversa, varia, contradictoria
( ... ).No habrá en toda Europa diversidad tan acusada como la nuestra( ... ).
No existe una nación en España; existen muchas naciones. ¿Cómo se ha
podido llegar a la unificación actual? ¿Qué eficacia tiene la actual unidad?.
La unidad actual es más aparente que real. Y la Naturaleza -con sus diferencias geológicas- es quien ha creado la variedad psicológica, espiritual, de
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España. La historia de España no se explica sin esa variedad" 1• La aceptación
de esta pluralidad es la base única de la que podemos partir para conseguir la
unidad en la complementariedad de las diversas nacionalidades que constituyen el Estado Español. "La realidad histórica es esa. Y si España tiene en
Europa una originalidad definida, profunda, a esa diversidad se debe. No
abominemos de tal variedad histórica y social. No creamos que esa variedad
va contra la gran unidad de la patria española( ... ). Gracias a esta variedad,
España ha podido ser grande; esta variedad ha hecho de nuestro arte, de
nuestra literatura y de nuestra pintura, una de las expresiones artísticas más
originales del mundo. Que sean otros países uniformes, iguales, grises, monótonos. Nosotros somos diversos, varios, contradictorios ( ... ). Sintamos la
uniformidad niveladora; no la disparidad de genios, de costumbres y de trajes"2.
Hemos construido entre todos una brillante e importante historia colectiva, que ha supuesto la colaboración e interferencia, siempre enriquecedora
para cada una de las partes que integran la unidad de España, que sólo una
voluntad cainista y disgregadora puede hacer desaparecer con el empobrecimiento de los pueblos que hemos hecho juntos un largo recorrido histórico.
"Andalucía, el andalucismo, -escribe Anselmo González Climén- ( ... )es
una de las formas más plásticas y luminosas de ser español. Ser andaluz sirve
de andamio para añadirle automáticamente la nota española pura; no hay
peligro de desasimiento alguno" 3 • No es la diferencia racial, de cultura o
nacionalidad lo que disgrega a los pueblos diferentes, sino el predominio o
avasallamiento de unos por otros, la situación de privilegio, el deseo de dominación, la discriminación social, política o económica. La sociedad más
primitiva y básica, que es el matrimonio, se fundamenta en los principios de
diferencia morfológica y complementariedad en la igualdad en dignidad y
respeto. Los Estados plurales han sido en la Historia lo que han protagonizado las mejores gestas, los que han gozado de salud más robusta. Los brotes
de separatismo corrientemente han supuesto la insolidaridad de las zonas
ricas, que no quieren compartir su riqueza con las zonas menos favorecidas.
Tal ocurrió, por ejemplo, con la misma Andalucía en tiempo de los visigoAzorín: España clara, Madrid, Doncel, 1973, p. 238.
Azorín: 1. c., p. 240.
A. González Climent: Andalucía en los Quínteros, Madrid, Escélicer, 1956, p. 11.
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dos, cuando la prosperidad de la Bética era notablemente superior a la del
resto de la península.
De aquí que la mejor manera de fortalecer España sea destacar los caracteres diferenciadores de los diversos pueblos que la constituyen y el testimonio de cómo ninguno de ellos ha conseguido vivir en el aislamiento, sino que
se complementan y enriquecen en la relación de unos con otros.
r: ANÁLISIS FENOMENOLÓGICO DEL SER ANDALUZ
Existen numerosos estudios sobre el fenómeno andaluz, pero en casi todos ellos se tienen en cuenta sólo aspectos externos, en los que se diluye en
la superficialidad del epifenómeno lo que constituye la esencia del andalucismo: un talante, una manera determinada de sentir y pensar, una tabla de
valores que el pueblo andaluz arrastra de generaciones anteriores y que las
sucesivas invasiones de esta tierra, que le impusieron creencias, lenguas e
ideologías, no pudieron arrebatarle. Es en el nivel profundo de su personalidad donde Andalucía -los andaluces-, es otra, constitutivamente diferente de
los demás grupos étnicos y políticos que pueblan la Península Ibérica. Esa
específica manera de ser y pensar, fruto de la interiorización colectiva de
nuestra dilatada tradición, de las determinaciones de nuestro habitat, de la
mezcla de sangre sobre el tronco común de un viejo pueblo histórico, que
está en la historia antes incluso que esta empezara a contarse entre nosotros,
sin duda el pueblo más viejo de que tenemos constancia en la Península Ibérica. Un pueblo pacífico que supo aceptar asimilándolas las diferentes culturas de pueblos o más violentos o militarmente mejor dotados, ya que los
jugos gástricos -como diría Gala- de esta tierra fértil y privilegiada supieron
transformar en su propia sustancia los diferentes elementos extraños que
llegaron a ella con intención de dominarla.
En la interpretación del fenómeno andaluz, como de cualquier otro de los
pueblos que constituyen España, debemos huir de dos extremos: por una
parte de los llamados por Alfonso Carlos Comín "planteamientos metafisicos"4, como de los reduccionistas o epifenoménicos que limitan la esencia de
un pueblo a aspectos puramente culturales como son su idioma, geografia,
economía o folklore. Los primeros adolecen de idealismo al suponer una
A. C. Comín: Noticia de Andalucía, Granada, B.C.A., 1985, p.43.
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hipóstasis subyacente, que aglutina y sirve de substrato de los fenómenos
culturales de un pueblo. Caso típico es el que se da en el idealismo hegeliano.
No podemos afirmar en serio el "Espíritu de un pueblo" al estilo como lo
afirmara Hegel, como si se tratara de un dios menor determinante de las voluntades individuales. Mas tampoco podemos reducir el ser de un pueblo a
algo tan periférico como los condicionamientos lingüísticos, religiosos, geográficos o económicos. El fenómeno es mucho más complejo.
La esencia de un pueblo, el ser de un país, como el de una persona está
compuesto por dos elementos que de alguna manera podemos llamar espiritual y corporal. Palabras cargadas, sin duda, de connotaciones religiosas y
filosóficas, pero que nos pueden ayudar a expresar en palabras accesibles la
complejidad del fenómeno que estudiamos.
El elemento espiritual está constituido en primer lugar por lo que Jung
llamó el subconsciente colectivo, y que María Zambrano prefiere llamar más
bien subconsciente histórico. Cada individuo, como cada pueblo, es en razón
de lo que ha sido, que de alguna manera constituye nuestras entrañas, en
expresión de Ortega. Es intuitiva la imagen que este filósofo nos brinda sobre
este hecho: la vida de una persona como la de un pueblo es como un camino
que se fuera enrollando al pasar y convirtiéndose de camino en equipaje, que
cargamos a nuestras espaldas. Somos nuestra historia. El hombre, como la
sociedad, en palabras de nuevo de Ortega, no tiene naturaleza, tiene historia.
Sin ella no somos nadie, sólo una expectativa de poder ser, si ello es posible.
Ningún evento histórico muere del todo, sino que permanece en el colectivo
que lo ha vivido, integrando el "intra-ser" de los individuos que lo constituyen. A esto es a lo que Unamuno llamó la "intra-historia". Sin ese elemento
nuclear, sustantivo, no existe pueblo alguno, ni se da cultura. No se trata de
una realidad hipostasiada al margen o más allá de los individuos que constituyen el colectivo, sino un elemento generalizado e integrado en la esencia
de la mayoría de ellos. Esta generalización del fenómeno es lo que da ese
aire de familia a un pueblo con cultura y personalidad definidas.
Pero la historia de un individuo, como la de un pueblo, aunque arranca
del pasado, se da siempre de cara al futuro. Y el futuro para los seres racionales es conciencia y voluntad. Dos elementos fundamentales y decisivos para
la historia. La conciencia de la identidad como pueblo aglutina la voluntad de
caminar hacia el futuro en unidad. Elemento fundamental y decisivo que
puede elevar a un pueblo hacia su plenitud o hundirlo para siempre en el
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olvido. Sólo la voluntad colectiva de realizarse como pueblo permite que éste
se realice y perdure en la historia.
Ese núcleo medular que constituye el pueblo, está llamado por esencia a
manifestarse, tiende a aflorar en la compleja realidad en que el ser humano se
realiza. En esto y esta vez siguiendo a Hegel, pero con las precisiones previamente establecidas, podemos afirmar que ese "Espíritu de Pueblo" aflora
en tres manifestaciones fundamentales que, ordenadas de mayor a menor
radicalidad, son la sensibilidad, la religión y lafilosofia. Pero debemos precisar en qué sentido son tomados aquí esos tres términos. Mas antes debemos
advertir que se da un vaivén, inter-relación, e inter-dependencia y referencia
de estos cuatro elementos de que hemos hablado. Al igual que el futuro
arranca del pasado y a él se ve precisado a referirse para realizarse, las manifestaciones del "alma" de un pueblo ayudan a despertar la conciencia y la
voluntad del ser colectivo de un pueblo que de continuo se ve precisado a
repasar su historia y su ser epifenoménico para identificarse como tal pueblo.
Pero volvamos a esas tres manifestaciones de que hemos hablado con anterioridad.
La sensibilidad se expresa en un talante determinado ante la vida, en la
manera de percibir y sentir las vivencias primarias del ser humano. Aflora en
todas las manifestaciones artísticas populares: en su cante, baile, folklore,
arquitectura, pintura, refranero, poesía, especialmente la lírica. Bien es cierto
que una de las expresiones primarias de la sensibilidad es el lenguaje, un
idioma determinado, que con el tiempo se va adaptando a la propia sensibilidad. Pero el lenguaje tiene sólo un valor instrumental que el pueblo va de
continuo usando, transformando y evolucionando.
Como expresión sublimada de su sentir, todo pueblo tiene su propia manera de vivir la religión, entendida aquí en su sentido etimológico de religación, expresión del sentimiento de saberse vinculado a la comunidad y a un
sentido último fundante y fundamental que el pueblo percibe confusamente.
Al margen queda la estructura dogmática o institucional de los diferentes
credos, que pueden cambiar y de hecho han cambiado a través del tiempo,
pero la manera de sentir y entender el problema religioso suele ser constante.
Forma parte de este núcleo la tabla de valores fundamentales ético-prácticos,
que se esconden o solapan frecuentemente bajo formas transitorias dependientes de modas o imposiciones foráneas.
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Como estrato superior está lajilosofia, entendida aquí, no como elucubración racional, sino como sabiduría, como cosmovisión primaria heredada de
la tradición y constituida por un elemental sistema de convicciones profundas
activas.
Como puro epifenómeno de estas manifestaciones primarias vendrá todo
lo demás: instituciones, saberes aprendidos, condicionamientos sociales y
políticos, técnica, etc. Son concreciones o objetivaciones de ese principio
vital que constituye el "alma de un pueblo", pero ya decía Chesterton que "el
alma de una nación es tan indefinible como un aroma".
Todo lo anterior constituye el ser de un pueblo en su doble aspecto espiritual y corporal. Es cierto que lo que a primera vista se nos manifiesta es ese
inmenso cúmulo de expresiones concretas en las que se ha ido manifestando
un pueblo determinado. Son como un sedimento, un bello residuo que va
quedando como fosilizado del ser vivo. Son las obras de los poetas, artistas,
místicos, literatos, juristas, etc. Ellas son la cultura que queda fijada, como la
foto que cosifica una vivencia inolvidable, como el coral que, hecho flor de
piedra, ya no contiene los seres vivos que le dieron el ser. Confundir estas
manifestaciones con el ser de un pueblo es confundir el efecto con la causa,
el ser vivo con el fósil que quedó apresado en la piedra.
Ahora bien, esa cultura fosilizada revierte como paradigma en el fondo
vivo del alma popular que la está de continuo revitalizando. Pero si le falta el
aliento dinámico del pueblo que lo vivifica, es puro mineral, una momia que
no alcanza a aclimatarse al tráfico vital de los pueblos.
Estas concreciones determinadas del ser de un pueblo ayudan a éste a reconocerse como tal. Sin ellas el pueblo se siente perdido, como disperso,
como en un desierto sin caminos. Ellas son el espejo donde un pueblo se
mira para identificarse. Cuando estas señas de identidad, entre las que se
encuentra de forma especial el lenguaje, le son arrebatadas violentamente
pueden suponer la muerte de una cultura, si ésta se encuentra en declive,
como cuando a una planta se le arrebatan su tallo y sus hojas, pero cuando
nos encontramos ante una cultura vigorosa, cuando ésta tiene profundas raíces, pronto rebrotará asimilando y transformando las estructuras externas
impuestas y entonces su ser quedará fortalecido, remozado y quizá termine
dominando desde dentro la cultura dominadora. Un caso típico fue Grecia,
que, dominada por Roma, terminó imponiéndose como cultura del Imperio.
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Las culturas, como auténticos seres vivos, sufren el ciclo vital que caracteriza a todo ser viviente. Hunden sus raíces en el humus hecho fermento de
culturas pasadas, y se desarrollan y mueren transformándose en detritus que
fecundará las culturas que han de sucederle. Su dinamismo y fecundidad
depende de tres factores fundamentales: en primer lugar del germen vivo que
heredan de las culturas anteriores. Pretender un adanismo cultural es tan
ingenuo como intentar crear la vida en el laboratorio. Toda cultura nace del
maridaje de culturas anteriores que consiguen fraguar en una nueva síntesis.
En segundo lugar, toda cultura necesita nutrirse y desarrollarse; y ello sólo es
posible, como en todo ser vivo, a base de asimilación y simbiosis con otras
culturas vivas. Una cultura que se aisla, que se ensimisma en la contemplación narcisista de su propio ser, se está suicidando, se asfixia y muere convertida en ser paralítico pronto a ser asimilado por culturas más expansivas.
Por ello, creo, que una cultura es tanto más robusta en la medida en que sus
jugos gástricos son más capaces de asimilar cualquier interferencia cultural
en su desarrollo. Y, por el contrario, cuando una cultura se cierra sobre sí
misma y se impermeabiliza a las culturas foráneas, es que su ciclo vital está
ya en decadencia y manifiesta el miedo de todo ser vivo que se resiste a morir.
En tercer lugar, las culturas no tienen fronteras nítidas. Podemos precisarlas y definirlas en sus núcleos vitales, pero su protoplasma se dispersa interfiriéndose y vinculándose con culturas limítrofes. Porque las culturas, como
las células, no están aisladas, sino formando como una malla, una especie de
culturoesfera que abarca la totalidad de la comunidad humana. Y, como ocurre con las razas, no hay culturas puras ni de fronteras estables, porque las
culturas como los seres vivos, se expanden y se restringen, se robustecen y se
debilitan, tienen unas veces plena conciencia de sí mismas o entran en un
profundo letargo de su propia identidad.
Por otra parte, como la cultura no se da en otra realidad que en los individuos que la integran, y como los colectivos sociales son cada vez más interdependientes, no podemos exigir que todos los individuos que integran un
pueblo sean expresión cabal de la cultura a la que pertenecen, ni tampoco
podemos reducir una cultura a una estadística o un porcentaje; es más bien
un clima, una escafandra común, donde respiramos cierto aire de familia, un
talante frecuentemente impreciso que de alguna manera nos condiciona y
determina nuestro actuar como pueblo.
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Hechos estos planteamientos generales, nos preguntamos si Andalucía
puede ser identificada como pueblo, con personalidad definida dentro del
conjunto del Estado español. El mexicano Agustín Basave escribe: "¿En qué
zona o estrato del vasto territorio del ser podemos ubicar esa realidad andaluza? Hay en medio de la diversidad un paisaje andaluz predominante, pero
Andalucía no se circunscribe a su paisaje, aunque no pueda prescindirse de
él... Hay ( ... ) una complicadísima mezcla de razas y tradiciones, pero Andalucía no es un puro pueblo con determinadas características raciales, ni una
simple tradición. Hay una presentación psicológica de Andalucía -la Andalucía generalizada de la pandereta y de la manzanilla-, pero Andalucía no
puede ser confundida con las miles de representaciones mentales que suscite.
Hay valores que los andaluces realizan con determinadas peculiaridades y
con especiales matices, pero Andalucía no es un mero valor por más que no
sea ajena a la valiosidad. Andalucía no es un ser sensible -inorgánico u orgánico-, ni un ser ideal o de pura razón. Existe Andalucía porque existe lo
andaluz. Y lo andaluz está ubicado en el mundo de la cultura. Nos encontramos frente una expresión concreta de lo humano. Trátase de un estilo colectivo de vida, de un modo de ser español y de ser hombre" 5 .
"Dentro de lo andaluz -sigue escribiendo Basave- se conjugan tres factores: a) Naturales (territorio, raza, dialecto); b) Históricos (tradiciones, costumbre, religión, leyes); e) Psicológicos (la conciencia de un estilo). Todos
esos factores dan como resultante un tipo humano que participa de la idea
general unitaria del hombre español, pero que posee caracteres privativos"6 .
Sin embargo, siempre me he preguntado cómo una tierra con tanta personalidad y carácter tan definido no ha dado vigorosas corrientes nacionalistas.
Aunque esto no siempre ha sido así. Es bien conocido cómo Séneca, que
tanto ha influido en la cultura española, no se sentía español, sino bético y
criticaba duramente a los españoles de su época. Igualmente Isidoro de Sevilla se siente orgulloso de pertenecer a la Bética católica, frente a la España
arriana. Los pensadores de Al-Andalus, a su vez se enorgullecen de formar
parte de un imperio cuya capital estaba en Córdoba. Son de destacar las afirmaciones eufóricas de Averroes cuando habla de su tierra, que considera la
región más privilegiada del mundo en igualdad con Grecia. Y la nostalgia de
A. Basave Fernández del Valle: Visión de Andalucía, México, Espasa Calpe Mexicana, 1966, p. 12.
A. Basave: 1. c., p. 13.
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Maimónides que de forma machacona desde su destierro de Alejandría recordaba su tierra andaluza. Desde la cruel dominación del reino nazarí por
los Reyes Católicos, que supuso el exterminio o el destierro de gran parte de
su población, parecen apagarse los pujos nacionalistas del pueblo andaluz.
Desde esas fechas parece que se apaga el espíritu nacionalista de nuestro
pueblo. Pienso que la razón es que el andalucismo es tan connatural con el
andaluz y éste está tan convencido de su singularidad, tan fraguada y original
como muy pocos grupos étnicos cuentan, que no necesita proclamarla ni
demostrarla, simplemente la vive de forma natural, se deja llevar por su propia sustancia. Sólo los pueblos que sienten la debilidad de su cultura o porque apenas la tienen o porque la están perdiendo, se ven necesitados de proclamarla y defenderla. La andaluza es una cultura dominante, aunque no
dominadora, que se impone por sí misma, como una manera clara y definida
de ser y de sentir. El andaluz es simple y espontáneamente andaluz, sin esfuerzo alguno, casi sin darse cuenta de ello. Tiene tan encamada su cultura
que piensa de forma espontánea que ésta es la cultura sin más y se extraña de
que otros pueblos no piensen y sientan como él, y no le cabe pensar siquiera
que pudiera ser o sentir de otra manera.
Agustín Basave escribe: "Ningún estilo de la vida en España tan elaborado, tan acabado como el estilo andaluz. Los catalanes suelen decir que ser
catalán es ya tener una profesión. El andaluz no necesita decirlo; profesa su
andalucismo -con inconfundible perfil- hasta en los más modestos menesteres de la vida. Y lo profesa sin presunciones de jicarismo folclórico, sin localismos xenófobos, sin estrecheces de campanario. El extranjero que va a
Andalucía se encuentra en un mundo abierto, fácil, extraordinariamente accesible. Pero no hay que equivocarse. Esta facilidad y esta accesibilidad primigenias ocultan un secreto, un trasfondo que no acaba nunca de captarse. Es
el misterio de Andalucía" 7 . En un extenso libro de casi trescientas páginas,
titulado Apuntes para una teoría de Andalucía, que me prologa María Zambrano, intento yo exponer brevemente los condicionamientos geográficos e
históricos y los caracteres definitorios del pueblo andaluz y la larga letanía de
artistas, literatos, políticos y filósofos que han llenado nuestra historia y que
han contribuido a la grandeza de España.
A. Basave: 1. c., p. 56.
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3°: EL PROBLEMA DEL LENGUAJE
En este complejo esquema que hemos descrito con anterioridad, ¿dónde
queda el lenguaje? Sin duda alguna el lenguaje es un producto cultural en
que de alguna manera se depura y destila el alma de un pueblo. Pero sería
absurdo suponer que aquellos pueblos que no tienen lenguaje propio es que
no están dotados de caracteres definitorios que le delimiten en la realidad de
su entorno. Si esto fuera cierto, habríamos suprimido de un plumazo una
veintena de países que tienen el castellano como lengua nacional, por no citar
otros muchos casos de países que coinciden en su lengua con su antigua nación dominadora. Con ello habríamos trasvasado un problema cultural y
étnico a un simple esquema filológico.
En la vieja tradición judeo-cristiana la división de idiomas fue vista desde
siempre como una desgracia, más aún, como un castigo a la soberbia del ser
humano que construye la torre de Babel contra el poder destructor y justiciero de la Divinidad. "Bajó el Señor a ver la ciudad y la torre que estaban construyendo los hombres y se dijo: Son un solo pueblo con una sola lengua. Si
esto no es más que el comienzo de su actividad, nada de lo que decidan hacer
les resultará imposible. Vamos a bajar y a confundir su lengua, de modo que
uno no entienda la lengua del otro" 8 . S. Agustín habla en este sentido también de la diversidad de lenguas y nos dice que cuando nos encontramos con
personas que hablan un idioma diferente nos sentimos más a gusto con nuestro perro9 . En su obra De Civitate Dei afirma curiosamente que el hebreo es
el idioma que hablaron nuestros primeros padres y que ha quedado como
testimonio del castigo impuesto por Dios a la humanidad descarriada 10 • Otras
razones, sin duda, más terrenas y próximas fueron las que motivaron la diversidad de idiomas, como el distanciamiento regional y político, la sedimentación histórica y la propensión fonética y lingüística de cada pueblo a determinadas formas de expresión o sonidos.
Es evidente que el desarrollo mental de un pueblo se manifiesta en su
forma de expresarse. "Las facultades creadoras de un pueblo, su ingenio y su
estilo -escribe Basave- se expresan, en buena proporción en su lenguaje.
Instituciones, costumbres, pensamientos, quereres y sentires se acuñan ( ... )
10
Génesis, 11, 5-7.
S. Agustín: De Civitate Dei, XIV, 4 y ss.
S. Agustín: 1. c., XIV, 11.
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en el idioma. Lazo de unión e imagen del universo, la lengua nativa refleja el
modo de ser de una nación" 11 • Lo grave del caso andaluz es que nuestro pueblo se ha visto precisado a expresarse en diferentes idiomas a tenor del idioma que hablaban los diferentes invasores. La capacidad de adaptación de
nuestro pueblo ha hecho que éste se plegara más o menos a la fuerza a las
diferentes fonnas de expresión de sus conquistadores, pero sin renunciar
nunca a su idiosincrasia y a su peculiar manera de ser y sentir. El pueblo
andaluz fue ya desde sus comienzos un país especialmente dotado para el
idioma. En cada una de esas expresiones lingüísticas que le fueron impuestas
ha dejado su impronta y ha destacado de forma relevante. "Ocurre que Andalucía -escribe Nicolás Martí- ha ido recogiendo y asimilando la savia de
otras culturas; con los romanos su pueblo habló latín, con los visigodos aquello fue mozárabe; con los musulmanes se sumó al árabe más popular; con la
conquista cristiana y sus repobladores, los herederos de los romanos, de los
visigodos, de los musulmanes y de los judíos, todos hablaron y escribieron en
castellano, dándole luz y color, hasta provocar a veces la suspicacia de sus
maestros" 12 • Suspicacia que en gran medida era justificada pues aquellos
"advenedizos" a los diferentes idiomas lograron alcanzar tal nivel de expresión que llegaron a convertirse frecuentemente en maestros de sus propios
maestros. "La literatura andaluza es plurilingüe -escribe Nicolás Martíantes de que el castellano la convirtiera en española" 13 .
Antes que llegaran los romanos ya gozaba esta región -los turdestanosdel prestigio de ser el pueblo más culto de la península, y era fama de que su
historia se alargaba ya seis mil años. Strabón dice textualmente: "Tienen
fama de ser los más cultos de los íberos; poseen una "gramatiké", y tienen
escritos de antigua memoria, poemas y leyes en verso, que ellos dicen de seis
mil años" 14 •
Es conocido el prestigio de que gozaban los oradores béticos en tiempos
del Imperio Romano, como es el caso del retórico Marco Anneo Séneca,
padre del filósofo cordobés, Pomponio Mela, Columela y Lucano. Debieron
11
12
13
14
A. Basave: 1. c., p. 21.
N. Martí: Introducción Literaria. La literatura en Andalucía, hasta finales del s. XV,
en Andalucía, T. 1., Barcelona, Noguer, 1965, p. 164.
N.Martí:1.c.,p.111.
Strabón en A. García Bellido: España y los españoles hace dos mil años. Buenos
Aires, Espasa Calpe Argentina, 1945, p. 66.
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ser ya famosos los poetas andaluces en tiempos de Quinto Cecilio Metelo vencedor con Pompeyo de Sertorio- cuando éste, y a sus expensas llevó a
Roma el año 73 a varios poetas de Córdoba, cuyos nombres y obras desconocemos hoy. Pero sí nos queda constancia de Marco Anneo Lucano de cuya
amplia producción -dramas, épica, discursos, panegíricos, sátiras, cartassólo nos queda la Farsalia. Durante el dominio visigodo, cuando aún Occidente está bajo la modorra de la invasión bárbara, advertimos un nuevo renacer cultural y literario en Andalucía en tomo a la escuela sevillana, cuyas
figuras cumbres son los hermanos Leandro e Isidoro, éste último creador del
primer "diccionario" etimológico con su obra Las etimologías y es promotor
del género de las sentencias, que inspira las de Pedro Lombardo.
Pero el momento de mayor esplendor de la cultura andaluza se da durante
el dominio musulmán, considerado como "alienígeno" por la mayoría de los
autores que estudian la cultura en nuestro país. Pero "el Islam español es una
realidad histórica plenamente española, como lo fueron los musulmanes
españoles, tan españoles como Berceo o Don Juan Manuel" 15 . "El Rey Chico
era casi tan español como del Rey Católico, que lo expulsó de Granada" 16 •
Pienso que no está justificada esa restricción del "casi" del texto de Lázaro
Correa. Durante el dominio de Al-Andalus, "mientras en Córdoba o en Sevilla los poetas ya cantaban la naturaleza o el amor -"bebiendo el delicioso
vino de la boca o cortando la rosa del pudor"-, allá en Castilla estudiantes de
parva cultura latina ponían glosas al margen de los códices o escribían una
oración" 17 • Es a un malagueño, al judío Ibn Gabirol al que se debe la primera
gramática hebrea de que tenemos constancia. Durante el emirato independiente el poeta persa Ziryab, expulsado de Bagdad en el año 822 emigra a
Al-Andalus trayendo consigo las modas poéticas y musicales del núcleo
musulmán oriental. Se trata de una poesía de una gran perfección formal,
pero que conserva aún cierto aire beduino del desierto. En Al-Andalus aquella poesía se toma urbana y culta. A un hombre de nuestros días le resulta
difícil comprender la importancia que tenían los poetas en aquel período,
sólo comparable a la que ejercen en nuestros días los medios de comunicación social. Destacó el reino de Sevilla, en el período de taifas, especialmente
en tiempos del rey Mutadid y de su hijo también Mutadid, que terminó en
15
16
17
N. Martí: 1. c., p. 120.
lbidem.
N.Martí:1.c.,p.111.
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una cárcel del África almohade. El mundo árabe siente una profunda admiración por los poetas de esa "edad de oro" de la cultura de Al-Andalus: Ben
'Abd-Rabbih, con El collar incomparable, Ben Said al-Magribí con el Libro
de los huertos, Ibn Hanz con El collar de la paloma, entre otros muchos.
Época también esplendorosa para la literatura hebrea. No podemos olvidar que, por ejemplo, los poemas del Keter Malkut de Ibn Gabirol aún hoy se
recitan en determinadas fiestas religiosas en todas las sinagogas del mundo.
Tampoco que el idioma hebreo fue reconstruido gracias a la tradición de los
hebreos de Al-Andalus, cuando ya en el resto del mundo se había olvidado
totalmente.
Más tarde, en tiempo ya de la dominación castellana, será un sevillano,
Antonio Lebrija el que dote de gramática a la lengua de Castilla. Y cómo no
recordar la letanía de literatos andaluces que recorren nuestra historia desde
Herrera hasta Lorca, pasando por Góngora, Martínez de la Rosa, el Duque de
Rivas, Gutiérrez de Cetina, Gustavo Adolfo Béquer, Pedro Antonio de Alareón, Juan Valera, Ganivet, los hermanos Machado, etc.
LA VOZ "AFÓNICA" DEL PUEBLO ANDALUZ
Con el dominio castellano del reino granadino, se impone por la fuerza el
idioma de los conquistadores, se erradica la cultura anterior, se proscribe so
pena de muerte toda manifestación cultural que de alguna manera recuerde el
mundo anterior. Pero ya para entonces Andalucía occidental, plenamente
castellanizada, ejerce su magisterio sobre aquella lengua que había sido impuesta en la parte oriental de nuestro pueblo. El fenómeno de tan rápida
adaptación al nuevo idioma fue posible gracias a tres factores fundamentales.
En primer lugar al carácter mayoritariamente urbano de la población andaluza, que se concentra en grandes ciudades, como Granada, Málaga, Baza,
Loja, Ronda, etc.; en segundo lugar al alto nivel cultural de que gozaba nuestro pueblo en aquel momento y a su capacidad de adaptación y en tercer
lugar, y por desgracia, a la cruel imposición de los conquistadores que querían borrar del todo y para siempre los vestigios de aquellos ochocientos años
que habían estado marcados por la presencia en la península de la religión
musulmana.
La resistencia a la invasión castellana fue dura y heroica. Málaga fue más
que dominada aniquilada. Primero se arrasaron las villas y fuertes que consti-
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IDENTIDAD Y CULTURA
tuían su retaguardia y que hubieron de ser creadas de nuevo tras la reconquista. Muchos de estos pueblos dan testimonio de su destrucción y reconstrucción en su nombre actual como Villanueva de Algaidas, Villanueva del Trabuco, Villanueva de la Concepción, etc. En Málaga, de cuarenta mil habitantes con que contaba al comienzo del asedio sólo quedaron poco más de cuatrocientos tras la victoria. Esta cruel victoria fue determinante de la rendición
de Granada que firmó sus capitulaciones el 25 de noviembre de 1491, entrando los Reyes Católicos en la ciudad el 2 de enero de 1492.
La crueldad, el sectarismo, la xenofobia, el racismo y la insensibilidad
frente a los valores humanos de aquella cruel conquista y dominación se
advierte en la crudeza de las disposiciones oficiales. En 1499 una Real
Pragmática de los Reyes Católicos obliga a todos los mudéjares sin excepción a bautizarse y convertirse en cristianos o huir a Berbería en el plazo de
tres años. Otra Pragmática de 150 1 prohíbe a los no conversos el entrar o
estar en ningún lugar del Reino ni conversar con los recientemente convertidos, so pena de muerte y perdición de todos sus bienes. En junio de 1511
Dña. Juana ordenaba que los sastres y oficiales que tejían los hábitos moriscos dejaran de hacerlo y daban un plazo de seis años para vestir el traje cristiano. El 1 de enero de 1567 se publicó con toda solemnidad en todas las
plazas y lugares públicos una Pragmática cuyo contenido era el siguiente:
1°.- En un plazo de tres años desde que la pragmática fuere pregonada
los moriscos aprenderán a hablar la lengua castellana y ninguno
hablaría en adelante, leería ni escribiría el arábigo.
2°.- Los contratos y escrituras que se hiciesen en lengua árabe serían nulos, y por virtud de ellos no se podría pedir ni demandar, ni tendrían
fuerza ni vigor alguno.
3°.- Todos los escritos que estuviesen escritos en lengua arábiga de cualquier calidad que fueren habrían de llevarlos en un plazo de 30 días
ante el Presidente, quien consideraría la conveniencia de autorizarlos
por tres años y no más.
4°.- En cuanto al hábito morisco, se prohibía hacer de nuevo marlotasd,
almalajas, calzas ni otra suerte de vestido moro, dando el plazo de un
año para usar los que poseían de seda y dos para los de paño, y no
más, y durante ese tiempo las mujeres que fueran vestidas a la morisca habrían de llevar la cara destapada.
LA Voz "AFÓNICA" DE LA IDENTIDAD ANDALUZA
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5°.- En cuanto a las bodas, se prohibía realizar ningún tipo de ritos, ceremonias, fiestas, y regocijos moros, sino los de la Santa Madre Iglesia y a la manera de los fieles cristianos.
6°.- Mantendrían de noche y de día las puertas de las casas abiertas.
7°.- No podrían hacer zambras, leilas ni cantar en morisco.
8°.- Dejarían los nombres moros y usarían sólo el nombre cristiano.
9°.- Las mujeres no podrían echarse alheña.
10°.-Nadie podría bañarse ni fuera de casa ni dentro de ella.
11°.- Se proveería sobre los esclavos negros y los gacis (=esclavos deberbería) que tuviesen los moriscos y su conveniencia de mantenerlos.
El 1568 y tras infructuosas negociaciones, estalló la Rebelión en las
Alpujarras. La represión fue cruel y sangrienta. Muchos huyeron a África.
Los que quedaron, de Granada, Valle de Lecrín, Sierra de Bentomiz,
Ajarquía, Hoya de Málaga, Serranía de Ronda, y Marbella fueron conducidos
a Córdoba, desde donde se remitieron después por todas las provincias
españolas. La saca comenzó el día de Todos los Santos de 1570 y terminó
con la definitiva expulsión de los moriscos por Felipe III en 1609. La
crueldad con que fueron tratados los moriscos se testimonia en el mismo
Decreto en el que entre otras cosas se decía: "Que cualquiera de los dichos
moriscos que publicado este Bando y cumplidos los tres días fuera hallado
desmandado fuera de su propio lugar, por camino o otros lugares, hasta que
sea hecha la primera embarcación, pueda cualquier persona, sin incurrir en
pena alguna, prenderle y desvalijarle, entregándole a la justicia del lugar más
cercano; u si se defendiere, lo puede matar" 18 • Sus tierras se repartieron por
Real Orden entre los nuevos pobladores.
Tenemos el testimonio de Andica Navaggiero, embajador italiano ante la
corte del emperador Carlos V, que en 1526 nos manifiesta el tremendo desnivel entre la Granada nazarí y la dominada. Allí se dice: En el tiempo que
dominaban los moros en esta tierra era mucho más hermosa de lo que es hoy.
Actualmente son muchas las casas que se van arruinando y los jardines destrozados; porque los moriscos más bien van faltando que no creciendo, y
18
Citado por Romeu de Armas: Historia de España Moderna, Salamanca, Anaya,
1965, p. 164.
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IDENTIDAD Y CULTURA
ellos son los que tienen este terreno labrado y plantado con tanta copia de
árboles como aquí se ve. Porque los españoles no sólo en este suelo de Granada, sino en todo el resto de España igualmente, no son muy industriosos, ni
plantan ni cultivan voluntariamente la tierra, sino que se dan a otras cosas y
de mejor gana van a la guerra o a las Indias a hacer fortuna que no por vía del
trabajo. Aunque hoy en Granada no haya tanta gente como en tiempo de los
moros, no deja de ser muy populosa y acaso no habré visto en España otra
tierra tan populosa" 19 •
Con ello la identidad andaluza, su robusta personalidad, su larga y vieja
historia fue sistemáticamente silenciada, proscrita, menospreciada, como si
Andalucía por derecho de conquista, pasara a ser tan sólo un terreno de dominación, una prolongación territorial del reino de Castilla. El declive cultural fue una triste y tremenda realidad anunciada y aquel país que había sido
durante varios siglos el orgullo y el centro de la cultura de occidente, fue
borrado sistemáticamente de nuestra historia como si nunca hubiera existido.
Se destruyeron las mezquitas y sinagogas, los palacios y su rica agricultura y
hasta el palacio nazarí hubiera desaparecido de no obligar la enfermedad y la
vejez al viejo emperador a retirarse aYuste. El nivel cultural fue decayendo
hasta llegar al comienzo de nuestro siglo a superar el 90% de analfabetismo.
Málaga tuvo el triste orgullo de ser la ciudad más grande del mundo sin universidad. Ciudades de más de cincuenta mil habitantes casi hasta nuestros
días estuvieron sin un solo centro de enseñanzas medias.
En estas circunstancias casi por puro milagro se conservó la voz afónica
(a=sin + phone=voz) de un pueblo que, al no poder expresarse en un idioma
propio, encontró la fórmula para gritar su personalidad cantando, un canto
que es un grito y una queja, la expresión bella y original de su singularidad,
el cante hondo. Como afirmara Zambrano, "el andaluz dice en coplas su
metafisica de la soledad, de la angustia, de la libertad" 20 • Y González Climent afirmará: "la copla simboliza casi siempre la postrimería de una experiencia vital, su residuo definitivo, su decisiva sugerencia. Son producto de
una sabrosa síntesis humana, con la que el pueblo se permite dar un reflejo
de sus vivencias y un índice de sus constantes caracteriológicas más reitera19
20
Citado por M• Luisa Gómez Moreno: La montaña malagueña. Estudio ambiental y
evolución del paisaje, Málaga, Servicio de Publicaciones Diputación Provincial,
1989, pp. 240-241.
M. Zambrano: Delirio y Destino, Madrid, Mondadori, 1989, p. 71.
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das en el tiempo y en el uso psicológico de todos los días" 21 . "Con la copla
nace la cosmovisión andaluza. Los poetas anónimos, antes que prosistas,
expresan, en sus coplas el vivir de su pueblo y estas coplas -escritas por
accidente- aseguran la continuidad y la permanencia de la comosivisión
popular en Andalucía. Más que un fenómeno literario, son un fenómeno
vital. Coplas y vida se identifican. Las coplas constituyen una manifestación
alegre y rica de la cosmovisión en que están los andaluces. Ellas nos entregan, diáfanamente, el mundo de lo popular, de lo intrahistórico, de lo infantil.
Sorprendemos en las coplas la luz de cada día y el fulgor de cada luna y la
hondura universal de cada sentimiento"22 .
Entre todos los cantes de esta tierra, el cante absolutamente nuestro, aquel
que de mejor manera expresa y define el alma andaluza es sin duda el cante
}ando hasta el punto que Ricardo Molina escribe en 1967: "La valoración
contemporánea de lo andaluz no puede realizarse ya sino en función del flamenco"23. Pero nos cabe la sospecha de que la difusión internacional, la "industrialización" y mixtificación de este cante le puede llevar a su ocaso. Quiñones afirmó: "Estamos asistiendo al majestuoso y definitivo ocaso de una
de las expresiones popular-musicales (el flamenco) más ricas, bellas, raras y
sugerentes de que hay noticia en el mundo" 24 . "El cante grande y el cante
chico preside la vida andaluza desde la cuna hasta la vejez. Se duerme el
niño al son de algún cante flamenco. Las vibraciones sonoras de la seguiriya,
la serrana, el fandango, la malagueña, el martinete y las soleares acompañan
el paso de las jacas en las serranías y los golpes sobre el yunque de herreros,
que no pueden prescindir del ritmo y de la melodía. Y ya viejecito el andaluz,
cuando todo el mundo le llama abuelo, saca una sillita a la puerta de su casa,
lía concienzudamente un cigarrillo de picadura, silba al jilguerillo, a la calandria, a la alondra, que en una jaulita que él hizo toma el sol a su vera escribe José Carlos de Luna- y le basta el piar del pájaro, el son de un cencerro arriero, el tintineo de una esquila, para bajito, bajito, arrancarse por algo
que le recuerde sus años mozos. Si al pasar a su lado le preguntáis: ¿Qué
hace, abuelo? El os contestará, indefectiblemente: Aquí canturreando"25 .
21
22
23
24
25
A. González Climent: 1. c., p. 161.
A. Basave: 1. c., p. 54.
J. C. de Luna: El cante grande y cante chico, Madrid, Scélicer, 3a edición, p. 8.
Ibídem.
lbidem.
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IDENTIDAD Y CULTURA
El flamenco es ritmo, pasión, lirismo, sabiduría popular y expresión del
dolorido sentir de un pueblo que ha sufrido una larga letanía de invasiones,
guerras, persecuciones, sequías, hambre, injusticias de gobernantes crueles o
despreocupados. Pero no es este el momento de adentramos en el sentido de
este cante autóctono, profundo, esencialmente andaluz.
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