E n un mundo difícil y plagado de desafíos por enfrentar, debieron pasar cuatro décadas para que el Congreso sancionara la Ley de Cupos que asegura a las mujeres al menos un tercio de las candidaturas en cargos elegibles. El reconocimiento de los derechos políticos de la mujer en nuestro país es el resultado de un largo proceso de lucha que ha dado sus frutos, coronado con la primera presidente mujer elegida directamente por la ciudadanía argentina, Cristina Fernández de Kirchner, reelecta por el 54% de los votos de sus compatriotas para representarlos. Defensora no sólo de los derechos cívicos de las mujeres sino de todo forma que enmiende las desigualdades de género y las conductas que de manera directa o indirecta, tanto en público como en privado, basadas en una relación desigual de poder, afectan la vida, la libertad o la seguridad personal de las mujeres. Garante del trato igualitario y la deslegitimación de la violencia contra las mujeres, la remoción de patrones culturales estereotipados y el acceso a la justicia de las víctimas de maltrato, sin tener que acreditar falta de recursos. Una mujer que ha venido a cambiar las cosas que se han hecho mal o hacer las que no se han concretado todavía, con la fuerza para poder hacerlo, en una lucha que es la lucha de todas y cada una de las mujeres argentinas que día a día se atreven a lo inimaginable.