Tres momentos mitológico científicos en el poema “El sueño” de Sor Juana Inés de la Cruz. Por Linda Guadalupe Huerta Juana de Asbaje o Juana Ramírez (1648-1695) escribe este vasto poema compuesto por 975 líneas de versos endecasílabos y heptasílabos (silva) en el que reúne el dinamismo que le proporcionan los mitos grecolatinos y su genio científico. El poema se divide en varias secciones, pero se hará referencia solamente a: La invasión de la noche. El espectacular comienzo del poema se apodera del mito 1. de Selene (tal vez asimilada a Artemisa Diana) como diosa que preside la noche y que sirve de referente para describir el inicio de un eclipse total de luna. El dormir humano. Durante el sueño el cuerpo humano queda suspendido de su 2. poderosa labor diurna, dominados los sentidos y los miembros corporales caen en el letargo, sin embargo, el trabajo del aparato digestivo se mantiene para proporcionar calor vegetativo al cuerpo. Para esta descripción Sor Juana emplea la figura de Vulcano y su quehacer artístico. 3. El triunfo del día. Después del recorrido realizado por el “Alma” a través del espacio oscurecido de la noche que proporcionó el inicio, avance y final del eclipse total de Luna vendrá nuevamente el triunfo de la claridad. Sor Juana amalgama los mitos de Helios, Eos (esposa del viejo Tithón) y Venus. El concepto astronómico al que se refiere (inicio del eclipse total de Luna) presentado en forma metafórica y lleno de movimiento está descrito de la siguiente manera: “Piramidal, funesta, de la tierra nacida sombra, al Cielo encaminaba de vanos obeliscos punta altiva, escalar pretendiendo las Estrellas; si bien sus luces bellas -exentas siempre, siempre rutilantesla tenebrosa guerra que con negros vapores le intimaba la pavorosa sombra fugitiva burlaban tan distantes, que su atezado ceño al superior convexo aun no llegaba del orbe de la Diosa que tres veces hermosa con tres hermosos rostros ser ostenta...” (versos 1-15) Las primeras quince líneas de versos han servido para representar todo el proceso que se lleva a cabo cuando el planeta Tierra (la madre, que paradójicamente, da a luz una sombra) se interpone entre el astro solar (Helios) con su materia prima: la luz y (Selene) la Luna, la cual a su vez intercepta a la sombra en su recorrido para impedir que la hija nacida se pueda fugar al espacio sideral. Juego de luz y sombra que dará lugar al inicio del eclipse total de Luna y que servirá como escenario piramidal al vuelo del alma en busca del conocimiento. La identificación de la Diosa se deduce de la referencia a los tres rostros que representan las fases lunares visibles. De acuerdo a Ángel María Garibay K. “la luna llena era la más favorable al amor y a la generación. La luna era también la morada de las almas en alguna etapa de la vida helénica”1 El poema está inmerso en juegos de contrarios: luz y sombra, movilidad y estatismo, espacios superiores e inferiores, súbditos y gobernantes, etc. Esta dualidad le sirve a Sor Juana para darle un movimiento oscilatorio a todo el poema, asimismo, describir el funcionamiento del cuerpo humano durante el dormir y para describir al aparato digestivo emplea las siguientes referencias mitológicas y las transforma en ciencia. “Y aquella del calor más competente 1 Garibay K., Ángel María. Mitología griega. México, Porrúa, 1999 (“Sepan cuantos...”, 31 ) p. 216 científica oficina, próvida de los miembros despensera, que avara nunca y siempre diligente, ni a la parte prefiere más vecina ni olvida a la remota, y en ajustado natural cuadrante las cuantidades nota que a cada cual tocarle considera, del que alambicó quilo el incesante calor, en el manjar que –medianero piadoso- entre él y el húmedo interpuso su inocente sustancia, pagando por entero la que, ya piedad sea, o ya arrogancia, al contrario voraz, necia, lo expuso -merecido castigo, aunque se excuse, al que en pendencia ajena se introduce-; ésta, pues, si no fragua de Vulcano, templada hoguera del calor humano,...” (versos 234-253) El poema nos hace descender desde el macrocosmos –espacio sideral– al microcosmos que es el cuerpo humano y sus funciones. Ambos espacios vistos como una metáfora científica y respaldada por las referencias mitológicas mencionadas. La acción que realizaban los cíclopes, es decir, el manejo de la fragua para avivar el fuego de la fábrica de artificios sirve de imagen poética para remitirnos a las ondas peristálticas que realiza el estómago durante la digestión en asociación con los intestinos. Las ondas producidas por la doble capa de músculo, al igual que las de la fragua, provocan el movimiento que hace avanzar el alimento hasta trasladarlo a la estrecha conexión con el intestino delgado. La fragua sirve para calentar los minerales, fundirlos y amalgamarlos para configurar objetos útiles y valiosos; así como el estómago y los intestinos sirven para proporcionar el calor vegetativo que todo organismo necesita. Vulcano, dios del fuego y sus ayudantes los cíclopes están y no dentro de nuestro cuerpo (microcosmos) los cuales, durante el letargo del dormir, permanecen incansables brindando al ser viviente el calor necesario para su existencia. El poema comienza con la aplicación de la teoría de las sombras: eclipse de luna, el que puede apreciarse solamente desde el espacio sideral como un juego de luces y sombras. La rama de la física que estudia los fenómenos luminosos es precisamente la óptica y sus aplicaciones son en la astronomía y en el estudio de la propagación de la luz que es la que nos permite la construcción de imágenes con sus respectivos colores. “ En tanto, el Padre de la Luz ardiente, de acercarse al Oriente ya el término prefijo conocía, y al antípoda opuesto despedía con transmontantes rayos: que -de su luz en trémulos desmayosen el punto hace mismo su Occidente, que nuestro Oriente ilustra luminoso. Pero de Venus, antes, el hermoso apacible lucero rompió el albor primero, y del viejo Tithón la bella esposa -amazona de luces mil vestida, contra la noche armada, hermosa si atrevida, valiente aunque llorosa-, su frente mostró hermosa de matutinas luces coronada,...” (versos 887-904) La polifónica imaginación de Sor Juana nos permite recrear a través de los mitos de Apolo Helios (Padre de la Luz ardiente), de Venus (como el lucero matutino) y la hermosa personificación de la Aurora (la amazona que anuncia cada mañana con sus dedos rosáceos la entrada triunfal de su hermano y que cuando raptó al joven mortal Tithón, por una maldición de Afrodita, Eos rogó a Júpiter le concediera la inmortalidad, pero se le olvidó solicitar también la eterna juventud) todos los movimientos y fenómenos físicos que se han suscitado con el transcurrir de la madre Tierra que pasa de la noche al día. Sor Juana comienza el poema con la referencia a un fenómeno físico y de la misma manera lo termina: “mientras nuestro Hemisferio la dorada ilustraba del Sol madeja hermosa, que con luz judiciosa de orden distributivo, repartiendo a las cosas visibles sus colores iba, y restituyendo entera a los sentidos exteriores su operación, quedando a luz más cierta el Mundo iluminado, y yo despierta.” (versos 967-975) La percepción de la realidad se aclara con la derrota de las sombras y el triunfo de la luz sobre la oscuridad. El sentido de la vista percibe el entorno a través del fenómeno físico descrito y los sentidos recuperan sus funciones para que el Alma vuelva a su función primordial. El luminoso final del poema nos muestra la presencia femenina de la creadora que logró la fusión de ciencia, mitología y metáfora para brindarnos: ARTE LITERARIO. Bibliografía Cruz, Sor Juana Inés de la. “El sueño”, en Obras completas. Lírica personal. Tomo 1. México, FCE, 1995 (Biblioteca Americana, 18), pp. 335-359 Garibay K., Ángel María. Mitología griega. México, Porrúa, 1999 (“Sepan cuantos...”, 31), 259 pp.