Cómo funciona el cerebro a la hora de cooperar Basta tener que realizar un trabajo en equipo para percatarse de que todos no colaboramos de la misma forma. Los hay mucho más participativos y también a los que les cuesta arrimar el hombro. Y eso ocurre en todos los ámbitos de la vida, desde el familiar al laboral, pasando por la pareja. Sin embargo, los humanos, en general, cooperamos y, de hecho, esa conducta se considera una de las piedras angulares de la sociedad humana. Existen numerosos estudios de la psicología social y también la neurociencia que han investigado por qué colaboramos unos con otros para realizar una acción y también qué hace que algunas personas sean más cooperativas que otras. Sin embargo, la mayoría de estos estudios eran meramente descriptivos. Ahora un equipo de investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford publica en Scientific Reports un trabajo en el que miden, por primera vez, la actividad cerebral de más de 200 personas mientras realizan una tarea de cooperación. Y han observado que hombres y mujeres tenemos formas distintas de enfrentarnos a esta conducta. “No se trata de que hombres o mujeres sean mejores unos que otros a la hora de cooperar o que no puedan colaborar entre ellos, sino que existen diferencias en cómo lo hacen”, asegura Allan Reiss, profesor de psiquiatría y ciencias del comportamiento de la Universidad de Stanford en una nota de prensa. Los investigadores realizaron un experimento en el colocaron en parejas a 222 personas, bien del mismo sexo o mixtas. Sentados uno frente del otro, con un ordenador, cada pareja de participantes debía presionar un botón cuando un círculo en la pantalla cambiara del color. El objetivo final de esta sencilla prueba era intentar sincronizar esa acción pero sin mediar palabra. Cuanto más simultaneidad al realizarla, mejor. Una cosa novedosa del estudio es que los investigadores de Stanford usaron una técnica llamada hiperescáner que permite registrar de forma simultánea la actividad cerebral de dos personas mientras interactúan. Y en lugar de usar una resonancia magnética funcional, como los estudios previos, optaron por espectroscopia de infrarrojo cercano (NIRS). La primera técnica obliga a que la persona se sitúe dentro del túnel del escáner, inmóvil, para poder registrar su actividad cerebral, de manera que solo se le puede pedir que piense o se imagine situaciones que requieran cooperación. En cambio, el NIRS permite colocar sensores en la cabeza del individuo que registran su función cerebral mientras éste interactúa sentado de forma natural. Esta técnica permitió a los investigadores monitorizar en tiempo real qué zonas del cerebro se activaban. De media, las parejas formadas por dos hombres consiguieron sincronizar sus acciones de forma más eficiente que las formadas por dos mujeres y los neurocientíficos observaron que la actividad cerebral de ambos componentes de la pareja era similar. Ahora bien, también vieron que aunque las parejas mixtas realizaban la tarea igual de eficientemente que las parejas formadas por dos hombres, las áreas del cerebro que se activaban durante el ejercicio en hombres y mujeres eran distintas. “Eso simplemente demuestra que el cerebro coopera de forma distinta”, señala el psicobiólogo Ignacio Morgado, al frente del Instituto de neurociencias de la Universitat Autònoma de Barcelona. “El estudio se basa en una tarea muy simple; seguramente si se hicieran otras, el resultado sería distinto. Lo mismo ocurría si miraran otras partes del cerebro distintas. Hay que tomar este estudio simplemente como un primer paso para seguir explorando la actividad del cerebro”, considera. Fuente: La Vanguardia