El juego como resistencia - Otras Revistas UPN

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Pedagogía y Saberes No.31 2009
El juego
como
resistencia:
El juego frente
al tiempo de la
alienación
John Jairo Uribe Sarmiento ∗
Hernán Francisco Bernal Bernal ∗ ∗
David Leonardo Quitián Roldán∗ ∗ ∗
∗
Antropólogo. Especialista en Planeación y Administración del
Desarrollo regional. Magíster en Ciencia Política. Adelanta
estudios en el Doctorado en Estudios Políticos y Relaciones
Internacionales. Docente de la Universidad Pedagógica Nacional.
Correo electrónico: juribe@pedagogica.edu.co
∗∗
Licenciado en Educación Física. Candidato a Magíster en Educación
con énfasis en Historia de la Educación y la Pedagogía. Docente
de la Universidad Pedagógica Nacional.
Correo electrónico: hbernal@pedagogica.edu.co
∗∗∗
Sociólogo. Magíster en Antropología. Docente de la Universidad
Pedagógica Nacional. Investigador de la cultura y el deporte.
Corresponsal y columnista de Nuevo Estadio. Blogger de El
Tiempo.
Correo electrónico: quitiman@yahoo.es

Los tres autores son miembros del Grupo de Investigación
“Lúdica, cuerpo y sociedad” de la Facultad de Educación Física
de la Universidad Pedagógica Nacional, Bogotá, Colombia.
Fecha de recepción: 14 de Abril de 2009
Fecha de aprobación: 29 de Julio de 2009
Resumen
El artículo aborda algunos usos y conceptos del
tiempo de los sujetos sociales en el capitalismo
contemporáneo. Primero analiza la relación
entre el mundo del trabajo y la mercantilización
del tiempo. Luego describe la “precariedad del
tiempo” en términos del trabajo inmaterial, de la
exacerbación del individualismo y del miedo como
elementos articuladores de las experiencias vitales
de los sujetos. Finalmente desarrolla una propuesta
de juego como estrategia educativa para abordar
dicha precariedad. Esta gira en torno al potencial
de resistencia que tiene el juego, frente al empobrecimiento de la vida que ocurre en los actuales
procesos de uso y concepciones del tiempo.
Palabras clave: Usos del tiempo, precariedad del
tiempo, juego como estrategia educativa, sujeto,
biopoder.
Playing as resistance, playing facing up to
time of alienation
Abstract
This article deals with some uses and concepts of time of social individuals
at contemporary capitalism. First, it analyzes the relation between the world
of work and the mercantilism of time. After that describes the “Deprivation
of Time” in terms of: immaterial work, exacerbating of individualism, and
fear as articulating elements of vital experiences of individuals. Finally it
develops a proposal of playing as a educative strategy, to deal with that
deprivation. This one revolves around the potential of resistance that playing
has, facing up to impoverishment of life that is happening nowadays in the
present processes of use and conceptions of time.
Key Words: Uses of time, deprivation of time, playing as educative strategy,
Individual, bio-power.
O jogo como resistência: o jogo em
relação ao tempo da alienação
Resumo
No artigo se examinam alguns usos e conceitos do tempo dos sujeitos sociais
no capitalismo contemporâneo. Primeiro se discute a relação entre o mundo
do trabalho e a conversão do tempo em uma mercadoria. Depois se descreve
a precariedade “do tempo” como trabalho imaterial, como exacerbação do
individualismo e como medo, por ser elementos articuladores das experiências de vida dos sujeitos. Finalmente, se desenvolve uma proposta de jogo
como estratégia educativa para lidar com essa precariedade. A proposta
baseia-se no potencial de resistência do jogo em relação ao empobrecimento
da vida nos atuais conceitos de tempo e do seu uso.
Palavras chave: Uso do tempo, precariedade do tempo, jogo como estratégia
educativa, sujeito.
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Pedagogía y Saberes No.31 2009
Introducción
E
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l juego no consiste en simple
evasión. Allí se reconstruyen e, incluso, se crean formas de relación
social. Al jugar golosa se viaja de la tierra
al cielo; pero también se entra a la iglesia:
las primeras casillas representan el atrio;
las finales, el altar. Este juego puede,
entonces, recrear una cosmovisión y,
sin embargo, los jugadores suelen darle
su propio contenido, revestirlo de otra
simbología y proponer sus reglas.
Por otra parte, la gestión del tiempo
es, en última instancia, la manera como
los sujetos, socialmente entendidos,
conciben, emplean y distribuyen el tiempo. En otras palabras, la manera como
se relacionan ideológica y políticamente
con el tiempo para abordar los problemas, las inquietudes y las apuestas que
se desarrollan en y a través de él.
Tales concepciones y usos del tiempo se asocian con dimensiones claves:
primera, con la articulación dinámica
entre el presente, el pasado y el futuro;
segunda, con las relaciones de poder y
la gestión de lo cotidiano que procura un
sentido al devenir colectivo; tercera, con
la apropiación de tal sentido colectivo
para solucionar diversas aspiraciones
individuales; cuarta, con la construcción
de proyectos de vida bajo la comodidad
del orden instituido o al hacer resistencia
a la alienación por medio de un proyecto
instituyente; y, quinta, con la recreación
del orden establecido.
El presente artículo apela a las posibilidades del juego como respuesta
a la precariedad del tiempo en el actual
momento que vive la humanidad. Sintetiza, además, los principales hallazgos del
proyecto de investigación “Gestiones del
tiempo” realizado desde la Licenciatura
en Recreación de la Universidad Pedagógica Nacional1. En el proyecto se
analizaron las concepciones y los usos
del tiempo de diferentes sujetos sociales
de la localidad de Suba.
1 Además de los autores del presente
artículo, en la investigación participaron
los estudiantes Alexander Roncancio y
Johanna Ruíz en calidad de monitores de
investigación.
"El juego no consiste en simple evasión.
Allí se reconstruyen e, incluso, se crean
formas de relación social. Al jugar
golosa se viaja de la tierra al cielo;
pero también se entra a la iglesia: las
primeras casillas representan el atrio; las
finales, el altar"
Cuatro preguntas se abordaron en el proyecto. 1) ¿Cómo conciben y
emplean su tiempo social las clases, las generaciones y los géneros de
la localidad de Suba? 2) ¿Con qué habilidades, saberes y capacidades
cuentan para articular pasado, presente y futuro? 3) ¿Qué problemas
se asocian con la gestión del tiempo? 4) ¿Qué estrategias educativas
se requieren para abordar estos problemas?
Con el propósito de responder los cuestionamientos se combinaron
instrumentos cuantitativos y cualitativos. El proceso metodológico se
desarrolló progresivamente en la estructuración de las hipótesis específicas y en su validación o modificación. En primer lugar se diseñaron y se
aplicaron doce entrevistas semiestructuradas para identificar aspectos
claves de las rutinas y de las concepciones del tiempo de diferentes
sujetos: horarios, fechas relevantes, actividades, valoraciones de los
sucesos del año o de la vida. Las entrevistas se aplicaron a hombres
y mujeres de diversas edades: jóvenes (entre 10 y 17 años), adultos
jóvenes (entre 18 y 25 años) y adultos (entre 26 y 40 años) de los estratos
dos, tres y cinco. Las personas se seleccionaron como partícipes de
su condición social, en términos de su generación, género y clase. En
estas entrevistas se señalaron temas comunes a partir de los cuales
se plantearon hipótesis que sirvieron como punto de partida del diseño
de la encuesta.
Una vez analizadas las entrevistas, se diseñó y se aplicó una encuesta a 300 personas de la localidad de Suba que correspondieran con los
rangos de edad definidos para las entrevistas. Con esta información se
obtuvo un análisis preliminar de acuerdo con el género y la generación,
la posición social, el uso del tiempo cotidiano, el tiempo biográfico –proyectos de vida, inversiones y costos del tiempo en el espacio vital– y el
tiempo calendario –rutina anual–. Los hallazgos preliminares se presentaron en dos eventos académicos que permitieron hacer evidente los
supuestos y los vacíos en la interpretación de la información obtenida.
Finalmente, se desarrollaron dos grupos focales que permitieron discutir
con los diversos sujetos objetivos –de las edades, las clases y el género
planteados para las entrevistas semiestructuradas– las interpretaciones
y los problemas generados durante el proceso desarrollado.
Conocidos estos antecedentes, el artículo desarrolla tres aspectos:
una aproximación al uso del tiempo, un análisis de lo que aquí se denomina “precariedad del tiempo” y, a manera de cierre, algunas consideraciones en torno a los retos educativos en el área de la recreación que
los hallazgos obtenidos implican. Estos aspectos se han presentado
como resultado del contraste entre las entrevistas, las encuestas y los
grupos focales.
El juego como resistencia...
Aproximación a los usos del tiempo
Nadie duda que la fiebre de comprar es, en el mejor de los casos, un mal menor, una forma
de consolarse de las desgracias de la vida, de llenar el vacío del presente y el futuro…
La verdad es que la escalada consumista se nutre por igual de la angustia existencial
y del placer asociado a los cambios, del deseo de intensificar indefinidamente el curso
de la vida cotidiana.
Gilles Lipovetsky
El epígrafe ilustra algunas problemáticas que se vinculan con las
concepciones y los usos del tiempo social y, aun cuando no habla
expresamente acerca de la forma de producción, insinúa que el trabajo
–vivido como una de las desgracias de la vida– es superado mediante
la compra: comprar da sentido al presente y a la vida. De esta manera
se delimita tiempo laboral y tiempo libre; se exponen tácitamente las
innovaciones tecnológicas y la promesa cumplida de trabajar menos, así
se hace evidente la consecuente flexibilización laboral que acompaña
la desregulación de los tiempos –situación que, de manera paradójica,
genera angustia existencial–. También se insinúa que las perspectivas
de vida ya no se encuentran predefinidas por instituciones políticas,
religiosas, laborales o de otra índole.
Correlato de la mercantilización de los tiempos que corren, la intensificación del individualismo y del mercado ha operado sobre todo,
incluso sobre el mismo tiempo. Se genera así un tiempo atropellado:
un pasado arcaico con mala reputación, susceptible de ser mejorado
en el futuro feliz, pero también un presente vacío, despectivo y un futuro incierto, posible de ser conquistado mediante la enajenación del
crédito, por supuesto acompañado por las tasas de usura propias del
mercado. Ante este escenario se enfrenta el sujeto y debe gestionar
el tiempo. Cada vez más la incertidumbre recubre y se vincula con la
aceleración de la historia, ahora “los eventos” que hacen historia suceden con mayor rapidez.
Ante la improbable oportunidad de revivir el pasado y la inseguridad
que ofrece el futuro, el tiempo presente se ha hecho más importante
–nerviosa y paradójicamente importante–: sirve de refugio, evita la brutal
arremetida del exceso de innovaciones y brinda el dudoso y fugaz placer
de poseer, el goce de innovar con o sin necesidad o de “renovar los
bienes que se poseen”, aun cuando sean intangibles como la alegría,
la felicidad, el placer, el aquí y ahora.
La valoración otorgada al tiempo en tanto que “bien” generó cambios
claves: ahora el tiempo se ahorra, se convierte en un insumo productivo
y, por tanto, las organizaciones se esfuerzan en acumularlo, las innovaciones tecnológicas se justifican por el ahorro en tiempo, en energía y,
en consecuencia, en el aumento de la productividad. De este modo,
para las organizaciones y los sujetos, las decisiones en el presente se
tornan relevantes pues pueden constituirse en factor de éxito o fracaso
total: es tiempo de estudiar el tiempo.
En este punto cabe recordar la problematización de la vida cotidiana que realiza Michel De Certeau (2007): frente a la productividad de
las instituciones que multiplican los dispositivos de poder, los sujetos
dinamizan múltiples construcciones de sentido a través del consumo.
Si el poder desarrolla procesos de disciplinamiento y de producción de
la vida social, en la vida cotidiana esos objetos y saberes son contestados, enriquecidos y/o asumidos a través de múltiples formas de microproducciones de sentido. Según De Certeau, frente a la microfísica del
"Entre horarios
extensos, intensos
y atiborrados, las
diversas generaciones
consumen gran
cantidad de bienes
y, entre ellos, la vida;
asignan valores a los
tiempos en un intento
por atesorar un fin
de semana para sí
mismos"
poder está la micro-productividad de la
vida cotidiana. Así, por ejemplo, la música no sólo se compra; se regala, se trueca, se renueva, se altera, se moderniza.
También se constituye en movilizadora
de sentidos e interrogantes que colocan
al sujeto en una exploración de la vida.
Tal perspectiva de la vida cotidiana y de
la producción de sentido se constituye
en un lugar clave para abordar los testimonios y las respuestas obtenidos en
el proceso de investigación.
Entre horarios extensos, intensos y
atiborrados, las diversas generaciones
consumen gran cantidad de bienes y,
entre ellos, la vida; asignan valores a los
tiempos en un intento por atesorar un fin
de semana para sí mismos: esta separación entre lo que ocurre el fin de semana
y el resto de la semana se articula a la
construcción de sentido cotidiano al que
alude De Certeau. Por ejemplo,
— Mi horario es muy extenso y muy
complejo, por así decirlo. Intento dejar
el fin de semana para hacer mis cosas
como tal. Los sábados intento hacer
algo muy cultural, pero siempre hago
algo muy aparte a lo que realizo entre
semana, intento apartar mi tiempo. Eso
me gusta, darme mi espacio.
[Estudiante universitaria]
Si los fines de semana se experimentan
como “mi tiempo”, como la vida sobre la
que se tiene autonomía, queda abierto
un interrogante: ¿acaso el resto de la
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Pedagogía y Saberes No.31 2009
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semana se vive como una suerte de
entrega o dación alienada?
Ahora, ¿cómo se emplea el tiempo?
Las personas encuestadas de mayor
edad son quienes dicen –en mayor
proporción que los otros grupos– que
disponen de un horario autónomo para
desarrollar su profesión u oficio. El 45.3%
de los encuestados entre 26 y 40 años
no tiene horario fijo; mientras que sólo
el 24% y el 7.9% de quienes tienen
entre 18 y 25 y entre 10 y 17 años,
respectivamente, refirieron esta misma
situación.
La flexibilidad en el horario puede
asociarse a un tipo de quehaceres
que ofrece a los sujetos autonomía,
una percepción divertida, agradable o
gustosa de su propio trabajo. Razones
por la cuales no lo ven como una carga.
Este prototipo de trabajo “gustoso” desvanece, en pocos casos, las barreras
entre el tiempo de trabajo y el tiempo
libre; pero, además, se asocia con la
producción inmaterial, con otras formas
de reproducción del capital en las cuales
se producen sensaciones, afectos e
ideas –aquí caben actividades como las
recreativas, las industrias culturales o las
asociadas con el cuidado–.
De la totalidad de encuestados,
el 85% dijo desarrollar actividades de
manera frecuente en su tiempo de no
trabajo. El grupo de edad que sobresale
por practicar actividades frecuentes en
su tiempo de no trabajo es el de 10 a
17 años; de ellos, el 37.8% practica
algún deporte en este tiempo. Vale la
pena destacar que el fútbol aparece
como la actividad que más realizan los
hombres de 10 a 17 años de todas las
clases, los días de no trabajo entre las
2 y las 5 p.m.; las mujeres de esta edad
colocaron en primer lugar la realización
de tareas y estudio (clase media y alta),
así como salir con sus amigos. Sólo en
los hombres de clase media de 18 a
25 años se observó estudiar como una
de las primeras actividades en el día de
descanso. Dormir, ver televisión, pasear
y almorzar se constituyen en otras actividades encontradas en los primeros
lugares para los hombres de esta edad.
En contraste, estudiar aparece como
una de las primeras actividades que desarrollan las mujeres de 18 a
25 años de todas las clases sociales. Para las personas de 26 a 40
años se destaca la familia, pasear y almorzar en los días de no trabajo
entre las 2 y las 5 p.m.
Se puede decir que las clases altas son quienes probablemente
deciden con mayor autonomía sus horarios de trabajo. Como se ha
mencionado, las mujeres de los grupos de 10 a 17 y de 18 a 26 años
mencionan que estudian o hacen trabajos los días de descanso; mientras que los hombres de las edades equivalentes juegan fútbol, duermen
y ven televisión. Tal situación hace evidente las diferencias de género
tanto en el uso como en la concepción y en la gestión del tiempo.
Con estos elementos se puede dar paso a la reflexión acerca de la
precariedad del tiempo para, finalmente, generar algunos interrogantes
en torno a los retos educativos derivados de tal análisis.
Precariedad del tiempo, precariedad del sujeto
Se ha dicho que el tiempo se ha convertido en mercancía al tenor de las
transformaciones del capital. Vale la pena detenerse en la descripción de
estas transformaciones. Hart y Negri (2004) presentan una interesante
evolución del trabajo desde la perspectiva que se desea plantear. En
su libro “Multitud”, intentan establecer las condiciones de emergencia
de la democracia radical; es decir, del gobierno de todos por todos y
encuentran en la nueva organización del trabajo diversas condiciones
favorables para el desarrollo de esa democracia.
De acuerdo con los autores, la emergencia de la democracia puede
producirse en la interacción de los múltiples actores que, al producirse
en y al producir lo común, desarrollan actividades que la nueva organización del control mundial no puede regular. Estos múltiples actores,
sin un centro que los coordine, desarrollados en las redes de lo común,
se denominan “multitud”. Si el “imperio” forma del poder planetario, adquiere una forma reticular en la cual el capital aumenta sus ganancias
al migrar sin control a través de los países y genera formas de biopoder
en las cuales no sólo controla el trabajo sino que intenta producir la
vida, Multitud, como opuesta al poder a través de sus quehaceres,
genera una producción comunicativa que va más allá de los controles
generados por el capital.
Frente a la pretensión capitalista de producir la vida desde el modelo
de la producción inmaterial −es decir, al biopoder−, la multitud se despliega en lo común y genera −encuentra y proyecta− las contradicciones
del propio capitalismo en la que se encuentra anclada. Hart y Negri
denominan “biopolítica” a esta resistencia.
El escenario productivo del cual emerge “multitud” se erige sobre la
producción inmaterial, como se dijo, de la producción de información,
de afectos y de ideas. Para Hart y Negri, la producción inmaterial se ha
convertido en hegemónica, pues aun cuando este tipo de producción
no involucra a la mayoría de los trabajadores en el planeta, se ha convertido en el modelo a seguir todas las formas de trabajo.
De acuerdo con la descripción que antecede, la flexibilización laboral debe entenderse tanto como una estrategia de maximización de
la producción, así como de generación de escenarios de consumo.
Una hipótesis se deriva de lo anterior: logradas las reivindicaciones
laborales de los obreros y ampliado el tiempo de descanso, así como
el llamado tiempo liberado, el capitalismo ha evolucionaría para generar
El juego como resistencia...
"La pregunta en torno a los planes
para el futuro se relaciona con la
incertidumbre en algunos entrevistados.
La cuestión está en esperar si salen
o no las cosas que se preparan. La
alternativa, vivir al día; ahorrarse la
frustración al evitar los planes a futuro"
en estos nuevos lugares la reproducción de su lógica; por ejemplo, las
industrias del entretenimiento y las del cuidado corporal, en todas sus
versiones.
Las cifras presentadas en torno a los horarios de trabajo pueden
reinterpretarse desde esta perspectiva: el tiempo puede entenderse
como un indicativo de las posiciones −traducidas en posesiones− de
los sujetos en la dinámica capitalista; de este modo, los horarios flexibles, y su asociación con las clases altas, se pueden relacionar con el
modelo de producción inmaterial descrito.
A continuación se pretende demostrar cómo esta transformación se
asocia al individualismo y a las tensiones alrededor de la construcción
de futuro, temas claves de la expresión del biopoder. Así en los grupos
focales aparecen dos tipos de respuesta frente al futuro. De un lado,
confianza en el esfuerzo propio; del otro, incertidumbre:
Entrevistador: ¿Ustedes tienen planes a corto, mediano y largo plazo?
Respuesta 1: – A corto plazo sería pasar la navidad, el 31 con mi familia y de pronto
con mis amigos. A mediano plazo sería tener un buen once, graduarme y, a largo plazo,
tener una familia, trabajar, mantenerlos; no sé, tal vez encontrarme de nuevo con mis
amigos del colegio. [Hombre de 17 años, soltero, estrato uno]
Respuesta 2: – Planes tengo muchos; sin embargo, no los tengo en cuenta porque
llega un tiempo determinado en que los planes que iba a hacer, ya no los hago. Así que
espero ver lo que vaya pasando. [Mujer de 16 años, soltera, estrato tres]
Respuesta 3:– A corto, mediano o largo plazo, lo que vaya saliendo. [Hombre de 18
años, soltero, estrato uno].
Entrevistadora: ¿No tiene nada preparado?
Respuesta 3: – ¿Para qué? Si nunca salen las cosas que uno prepara.
Entrevistador: Cuando uno prepara las cosas, ¿éstas no salen?
Respuesta 3: – No.
La pregunta en torno a los planes para el futuro se relaciona con la
incertidumbre en algunos entrevistados. La cuestión está en esperar
si salen o no las cosas que se preparan. La alternativa, vivir al día;
ahorrarse la frustración al evitar los planes a futuro. Allí donde existen
mayores dificultades económicas, se da mayor precariedad del tiempo,
esto es, mayor incertidumbre. En este mismo sentido, la posibilidad de
organizar el tiempo, de lograr que alcance, se constituye también en la
posibilidad de lograr los proyectos:
Entrevistador: ¿Creen que pueden
cumplir los planes que tienen?
Respuesta 1:Eso es cosa de Dios, pero hay
que es esforzarse para conseguir las cosas.
Me imagino sin deudas y compartiendo muchas más cosas hermosas con mi hija y en
el trabajo. [Mujer de 26 años, casada,
estrato tres]
Respuesta 2: —Obvio, cumplirlo, todo se
puede, o bueno, eso espero. Quiero tener la
certificación de calidad de mi empresa de recreación. [Hombre de 26 años, casado,
estrato cuatro]
Respuesta 3: —Estar trabajando en un
lugar diferente de donde me encuentro, en
donde de verdad pueda aportarle a procesos
significativos. Y esperando que Dios me ayude para hacerlo. [Hombre de 31 años,
casado]
En este punto vale la pena citar a Jesús
Martín-Barbero para iluminar los hallazgos descritos hasta ahora, pues “Hoy
nos encontramos con un sujeto mucho
más frágil, más roto, y sin embargo, paradójicamente más obligado a hacerse
responsable de sí mismo, en un mundo
donde las certezas tanto en el plano del
saber como en el plano político son cada
vez menos” (2004, p.16). Se trata de la
cuestión de la fragilidad de los sujetos.
Aún cuando existan ciertas condiciones
económicas favorables, los sujetos no
sólo confían en sus capacidades sino
que se apoyan en la fe.
Estas referencias contrastan con los
resultados de la encuesta: El 80.3% de
los encuestados dijo tener proyectos a
largo plazo; el 15%, no tener este tipo de
proyectos. De quienes dijeron no tener
proyectos a largo plazo, el 17.8% son de
clases altas −que representa el 22.9%
de los encuestados de esta clase−, el
55.6% de clase media −que representa
el 24.8% del total de encuestados de
esta clase social− y 26.7% de clase
baja −7.3% del total de los encuestados
de esta clase−. De acuerdo con esta
información, los encuestados de clase
media son quienes tenderían a no tener
proyectos a largo plazo y no quienes se
encuentran en clases bajas; es decir,
quienes tienen menos recursos para
desarrollar sus planes. Sin embargo, el
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Pedagogía y Saberes No.31 2009
“optimismo” es importante. De quienes
dijeron tener proyectos a largo plazo,
sólo uno cree que no lo podrá cumplir.
El 57.5% de quienes creen que realizarán sus proyectos a largo plazo confía
en que sus capacidades, actitudes
−como la dedicación y el empeño− y el
esfuerzo propio serán la principal razón
para alcanzar sus metas. El 7.6% de
ellos da como razón para alcanzar sus
proyectos a largo plazo el apoyo familiar
"La legitimidad del
Estado se basa hoy
en la promesa de
seguridad personal, y
no en la posibilidad de
definir y de defender
un proyecto colectivo"
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y el 2.1% plantea que logrará sus metas
por su esposa e hijos. Sólo el 0.4%
mencionó su fe en Dios como razón para
alcanzar sus proyectos a largo plazo.
Se tiene, de un lado −a partir de los
grupos focales−, precariedad del tiempo
expresado en la incertidumbre frente a la
posibilidad de lograr los planes −asociada a jóvenes de clases medias y bajas−;
de otro lado −a partir de los resultados
de la encuesta−, cierta confianza en el
logro de esos planes, expresado en la
seguridad que se funda en las capacidades de quienes los proyectan, así
como en su capacidad para organizar
el tiempo.
Esta situación ambivalente matiza la
precariedad de los sujetos al reubicar la
construcción de proyectos a largo plazo
en el escenario de los individuos. En ningún caso, los encuestados mencionaron
el apoyo de instituciones −la escuela,
el partido, el Estado− como razón para
lograr sus planes. De hecho, la razón
fundamental para lograrlos se refiere a las
capacidades y a los comportamientos
individuales. Esta información coloca el
acento de la precariedad del sujeto en
la precariedad de las relaciones sociales
para la construcción y el desarrollo de
proyectos colectivos.
Tal individualismo se articula con lo que Zygmunt Bauman (2007)
describe como la separación entre poder y política. Esto quiere decir
que los espacios consagrados por la modernidad para que los sujetos
definieran su presente y futuro −la política en relación con el EstadoNación han perdido su capacidad de acción. La precariedad de las
relaciones sociales para construir y desarrollar proyectos colectivos
puede estar asociada con las razones que dan los encuestados que
creen poder alcanzar sus proyectos a largo plazo. Esta precariedad se
basa, de acuerdo con Bauman, en la instauración del miedo como factor
en torno al cual se define la sociabilidad. La legitimidad del Estado se
basa hoy en la promesa de seguridad personal, y no en la posibilidad
de definir y de defender un proyecto colectivo. De ahí que el miedo
no sólo sea una estrategia comercial −como se puede evidenciar el
conjunto de empresas dedicadas a ofrecer seguridad: empresas de
vigilancia, aseguradoras, empresas que recuperan vehículos, etc.−
sino que se haya constituido en un recurso clave para la promoción
de los políticos de turno. Este es un efecto clave de lo que él llama la
globalización negativa.
Estos elementos colocan el acento en la necesidad de promover
dinámicas biopolíticas que promuevan la emergencia de lo común para
enfrentar la atomización social, la precariedad de los sujetos y la expansión de la alienación del tiempo. Con estos elementos como punto
de partida se presentan las estrategias con saldo pedagógico para la
gestión del tiempo libre.
Estrategia con saldo pedagógico,
el juego como resistencia
La presencia del juego no se halla vinculada a ninguna etapa de la cultura, a ninguna
forma de la concepción del mundo. Todo ser pensante puede imaginarse la realidad del
juego. Casi todo lo abstracto se puede negar: derecho, belleza, verdad, bondad, espíritu,
Dios. Lo serio se puede negar: el juego no.
Johan Huizinga
La Licenciatura en Recreación desarrollada en la Universidad Pedagógica
Nacional ha construido su quehacer desde la articulación de lo alternativo −busca agenciar una lectura diferente de las realidades sociales−,
lo alterativo −pretende ser transformadora− y lo incluyente −apuesta
por formas educativas no excluyentes−. Desde estos presupuestos
se considera necesario concebir la educación en torno al tiempo y
sus problemas como una estrategia que enfrente la precariedad de
los sujetos en la construcción de su propio proyecto de vida. Dicha
estrategia ha de asumir, al menos, dos objetivos: generar alternativas
frente al biopoder a través de proceso de resistencia asociados al juego
y desarrollar dinámicas biopolíticas a través del juego en las cuales se
enfatice la solidaridad y se borre la propiedad privada como mediador
de relaciones sociales.
Como se ha dicho, el tiempo se ha convertido en un bien: se lo
acumula a favor de unos pocos, se lo trata como mercancía; pero también se lo ha convertido en un medio de control mucho más eficiente
que en otras épocas: las estrategias de regulación de la producción,
la sofisticación de los cálculos de los procesos y procedimientos son,
entre otros, ejemplos importantes. La emergencia de la democracia total,
tal y como se ha planteado, pasa por la construcción de otras formas
El juego como resistencia...
de concebir y de usar el tiempo: sin renunciar a la necesidad de cierta
disciplina y orden social, lograr un tiempo que coloque la producción
social en manos de todos. En este horizonte se ubica al juego como
biopolítica.
Este tipo de estrategia debe articularse en espacios educativos no
convencionales como Internet, a través de diferentes dinámicas: envío
de correos electrónicos, face book y la implementación de blog. El juego
así concebido aspira a que los jugadores de este tipo de juegos no sólo
los practiquen sino que los modifiquen, los difundan y retroalimenten
las experiencias. Se trata de responder, con juegos de libre acceso,
a la dinámica que reduce el tiempo de ocio a un eslabón del ciclo de
reproducción del capital: consumo.
Ahora bien, el juego puede ser un acto de resistencia. La acción de
jugar implica “vivir una realidad” que jamás será la realidad misma (Lacan,
1985)2. Entonces, jugar consiste en crear, re-crear, emular, diversificar,
parodiar, alternar, modificar, maximizar, minimizar, trastocar, retocar,
mutilar, agrandar, degradar, mejorar… por más real que parezca el juego,
nunca alcanzará la seriedad del resto de la vida. No siempre jugar es
disfrutar. A veces se “sufre el juego”, solo que las consecuencias del
juego no son tan severas como las de la vida: un juego lo gana o lo
pierde cualquiera sin consecuencias letales. Jugar implica un “dejarse
llevar”, un desprendimiento de la vida “de afuera” para experimentar esa
“otra realidad”, esa “realidad paralela”, si se quiere, que tiene su propio
ámbito, sus propias reglas, su propio lenguaje, sus propios referentes,
significantes y significados.
El juego es juego. La vida es vida. El juego es vida; pero al mismo
tiempo no es la vida. El juego es oxímoron −unión semántica de contrarios−: el juego es vida y la vida es juego. Sin incurrir en traición a su esencia, el
juego –en términos de Augé (2005)– es ambivalente y ambiguo: “puede
ser una cosa y otra al tiempo” −ambivalente− y puede “no ser ni lo uno
ni lo otro” −ambiguo−. Eso lo permite el juego. En un juego siempre se
pude actuar “como si” y “como no si” en dos momentos distintos y en
simultaneidad. El juego puede ser dual −y polivalente−; sin embargo, su
diseño −su creación−, su ejecución −el jugarlo−, sus medios −cómo y
cuándo jugarlo− y sus fines − para qué jugarlo− atienden a intereses que
pueden ir desde la candidez adánica hasta la manipulación más recalcitrante. Así como muchos juegos de pre-infancia parecen despojados
de cualquier interés, gran cantidad de ellos responde a diversos tipos
de intereses: están los que buscan fortalecer y perpetuar la tradición,
la familia y el trabajo; aquellos que refuerzan ideologías; los que apoyan
procesos religiosos, económicos o políticos; los que validan modas y
costumbres, los que visibilizan regionalismos y nacionalismos, etc. Sería
aventurado afirmar que todos los juegos son instrumentos de poder −del
biopoder−, pero es innegable que todos los juegos −hasta los inocentes
balbuceos lúdicos de los neonatos− se encuentran atravesados por
relaciones sociales.
El juego en sí no es ni bueno ni malo; simplemente se constituyen
en aquello que seres humanos hacemos de él: puede que en sí mismo
subvierta –en atención a su acepción meramente etimológica−. Puede
que jugar se convierta en una acción subversiva porque crea versiones
2 Lacan (1985) sirve como referente de esta afirmación al decir que “Lo real es
aquello que no se puede expresar como lenguaje, no se puede representar,
porque al re-presentarlo se pierde la esencia de éste, es decir, el objeto
mismo”.
por debajo (sub) de la realidad o paralelas
a ella −incluso, puede que di-vierta, lo
cual implica (en términos de la física)
crear un nuevo evento o en términos
de la filosofía contrastar una realidad de
la que nos reímos−; pero en sus fines
esa sub-versión puede ser neutralizada
e, incluso, revertida cuando se instrumentaliza por dinámicas hegemónicas.
Cuando, por ejemplo, es cooptada por la
dinámica capitalista, cuya meta consiste
en constituir la realidad en mercancía,
transformar las cosas en “valor de cambio”. De ahí que exista una miríada de
juegos que recrean la realidad capitalista
y adiestran en la manera de vivirla de
manera óptima.
Sin embargo, la versatilidad del juego
se constituye en la clave de las estrategias con saldo pedagógico: el juego
como adaptación y el juego como resistencia. De él, como estrategia didáctica,
interesa que puede subvertir, transformar
y cambiar el sistema. Es potencialmente
alterativo, se resiste al biopoder y es
buscado por la biopolítica. Se trata del
juego que aboga por la solidaridad y
desdeña la competencia. Al respecto,
entonces, se habrá de proponer un
juego que no le apuesta al esquema
de “suma cero”, pues quienes juegan
“pueden ganar” −¡todo un exabrupto
para la eficiencia capitalista y su radical
expresión neoliberal!−.
La apuesta apunta al juego que
fomenta lo común, lo incluyente, lo
de todos, en oposición a lo privado y
excluyente: el que busca quebrar la
explotación del capital, individualista y
egoísta mediante el juego de las nuevas
formas de producción inmaterial. Se
propende por el del juego que procura
por la vida, pero no la vida estandarizada.
Se trata de proponer juegos desde la
Licenciatura en Recreación que puedan
ser ampliados, reformulados y recreados
por otros actores sociales a través de
redes solidarias: Internet e intercambios
culturales, entre otros.
Interesa el juego que combate el
modelo de vida que impone una moda,
una gastronomía, un lenguaje, unas
creencias, unos ideales de belleza y
que dicta los elementos del estatus. Del
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Pedagogía y Saberes No.31 2009
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juego interesa su faceta más política, no
en términos sectaristas y electorales,
sino del ámbito de la con-ciudadanía.
Ciudadanía compartida y asumida, no
desde la resiliencia y la tolerancia, sino
desde la diferencia y la discrepancia.
Desde la polifonía más que desde la
sinfonía, desde el degradé más que
desde la pureza cromática.
Si el jugar es oponerse a lo serio de
la vida, entonces jugar consiste en resistirse a la misma. Jugar es algo menos
que un acto subversivo en el entendido
de que resistir no es adaptarse ni aconductarse, sino cambiar, transformar e,
incluso, sobrevivir e imponerse frente
al estado de cosas que promovieron
el brote de rebeldía. La resistencia, por
tanto, se torna dinámica y por ello es característica del juego en el cual nunca las
reglas son inmodificables: siempre habrá
ajustes y nuevas versiones de un mismo
juego. Todo depende del carácter, la
personalidad y los deseos e intereses de
quienes lo jueguen. En algunos casos el
juego prescribe la necesidad de un juez
o árbitro, pero –a diferencia del deporte
y de la realidad de afuera− podrá perder
"Interesa el juego que combate el
modelo de vida que impone una moda,
una gastronomía, un lenguaje, unas
creencias, unos ideales de belleza y
que dicta los elementos del estatus. Del
juego interesa su faceta más política,
no en términos sectaristas y electorales,
sino del ámbito de la con-ciudadanía"
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su poder y desaparecer si así lo consideran los jugadores; más aun,
el árbitro es considerado, dentro del juego, como un jugador más: él
“juega a ser árbitro”. Sin embargo, el juego no es anomia ni anarquía: no
podría ser sin la existencia “del afuera”. Un juego sin realidad a la cual
resistir terminaría convirtiéndose en la realidad que pretende contrastar
y re-crear. El juego sólo es posible con realidad. No hay juego sin realidad;
así como no es posible realidad sin juego.3
En síntesis, para poder responder a la precariedad del tiempo, se
requiere participar en juegos creados colectivamente, que no se compren ni se vendan y que permitan generar lazos de solidaridad, cemento
de una realidad en juego.
3 A propósito de esa aseveración hay un galimatías que, bajo la forma de
acertijo sofista, re-crea la noción de realidad: “Si un árbol cae en medio del
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