Perfiles y Rasgos La estructura organizacional Los principales subsistemas organizacionales son el Psicosocial o Humano (que tiene que ver con la Cultura, en tanto que ésta se define básicamente como los valores, creencias y conductas que comparten las personas que pertenecen al sistema), el de Procesos (que integra todo lo que se relaciona con las Tareas, es decir, con la forma de hacer las cosas, de aprovechar la información y de dar resultados con los recursos disponibles), y el Estructural (que se refiere a la manera como está organizado el trabajo, o dicho de otra forma, es el que determina quién tiene que hacer qué, y cuál debe ser su relación con los demás integrantes del sistema, tanto vertical como horizontalmente). Si como resultado de la transformación del entorno de negocios en las últimas décadas se han producido cambios importantes en la cultura y en los procesos de muchas organizaciones, en la estructura no se quedan atrás, ya que se ha pasado paulatinamente de lo que se conoce como un modelo burocrático, o mecanicista, a uno orgánico, o adaptativo, que tienen características muy diferentes. Los componentes de ambas estructuras son los mismos, pero se manifiestan de manera distinta. El primero de ellos es la Complejidad, entendida como el grado en que las actividades se dividen o diferencian. Esta diferenciación puede ser horizontal (funciones y áreas especializadas) o vertical (niveles jerárquicos). El segundo es la Formalización, que es el grado en el que las actividades se tienen que realizar siguiendo reglas y procedimientos explícitos. El tercero es la Centralización, definida como el grado en que las decisiones se toman en la parte superior de la pirámide. Una estructura burocrática o mecanicista (que es la tradicional) será entonces la que tiene una gran complejidad, está muy formalizada y las decisiones son centralizadas; por el contrario, la estructura orgánica o adaptativa (que es la que ha emergido de unos años para acá) es la que muestra un menor nivel de complejidad, está poco formalizada y las decisiones se toman en prácticamente todos los niveles, y no sólo en la cúspide. Enfoque contingente Lo que se ha encontrado es que el tipo de estructura que mejor le viene a una organización depende de varios factores, por lo que no se puede hablar de una estructura “ideal”. Entre ellos se encuentran el tamaño, la tecnología y el perfil de las personas que colaboran en la empresa. Sin embargo, el principal factor es el entorno en el que la organización opera. Mientras más dinámico sea, mientras mayor sea su grado de incertidumbre, mientras más afecte a la empresa, más flexible, efectiva y rápida en su respuesta tendrá que ser su estructura. Dicho de otra forma, si bien durante mucho tiempo la estructura prevaleciente fue la burocrática, caracterizada por su rigidez, su alto grado de control y su verticalidad, los nuevos tiempos apuntan mucho más a la orgánica. La burocrática prevaleció mientras el entorno se mantuvo relativamente estable; conforme esto empezó a cambiar, y a cambiar a una gran velocidad, este modelo de estructura perdió funcionalidad. Las organizaciones, para poder sobrevivir, tenían que desarrollar una estructura mucho más flexible, que se adaptara rápidamente a las condiciones cambiantes de su entorno, y eso sólo se pudo lograr pasando a un modelo orgánico. El mismo nombre de los dos modelos lo dice todo: el enfoque mecanicista ve a la empresa como una máquina, predecible y controlable; el enfoque orgánico la ve como un ser vivo, cuya única posibilidad de sobrevivir se encuentra en su capacidad de adaptación al medio: mientras más cambiante sea éste, más adaptable y flexible deberá ser aquél. En otras palabras, más orgánica deberá ser su estructura. La gran movilidad interna que se da ahora en muchas organizaciones, la tendencia a trabajar por proyectos y otros equipos temporales, la rotación de puestos, las multihabilidades, la ruptura de los muros (silos) que dividen a la empresa, y la integración del trabajo en procesos que involucran a diferentes àreas y funciones, son algunas de las manifestaciones de la estructura orgánica, que seguramente seguirá llevando a las empresas a organizar el trabajo de formas nuevas y, probablemente, hasta ahora inimaginables.