La representación del estudiante en la literatura costumbrista del

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Faculteit Letteren & Wijsbegeerte
Max Raeymaekers
La representación del estudiante en la
literatura costumbrista del siglo XIX
Estudio comparativo transnacional de un cuadro
de costumbres
Masterproef voorgedragen tot het behalen van de graad van
Master in de taal- en letterkunde:
Iberoromaanse talen
2014
Promotor
Prof. Dr. Elizabeth Amann
Vakgroep Spaanse Letterkunde
1
Agradecimientos:
Antes de todo sentimos la necesidad de agradecer a todas estas personas que me han apoyado
durante mi carrera académica en la universidad de Gante. En primer lugar todos los
profesores que me han contribuido a mi formación académica y en particular las profesoras
del departamento de literaturas hispánicas ya que me han introducido al mundo fascinante de
la literatura hispana, que seguirá descubriendo toda mi vida. Quiero agradecer a la profesora
Elizabeth Amann por la sugerencia del tema interesante de este trabajo de investigación y por
la libertad y el tiempo que me ha dado para procesar este tema. Finalmente, quiero sobre todo
dar las gracias a mis padres, que siempre me han apoyado de todas las maneras posibles.
2
Índice
1. Introducción ..................................................................................................................................4
2. Hacia una definición del costumbrismo ..............................................................................6
2.1 Contexto histórico: La inestabilidad política del siglo XIX y el surgimiento de los
estados modernos. ..................................................................................................................................... 6
2.2 Características generales del costumbrismo romántico ...................................................... 8
2.3 Los maestros del costumbrismo romántico .............................................................................. 9
2.3.1 Ramón de Mesonero Romanos o ‘El Curioso Parlante’ y el costumbrismo puro
....................................................................................................................................................................... 9
2.3.2 Mariano José de Larra (Fígaro) y el costumbrismo satírico .................................... 11
3. Análisis de un tipo particular en la literatura europea del siglo XIX ..................... 18
3.1 España: La tuna o el estudiante pícaro y trovador ............................................................. 18
3.1.1 Artículos costumbristas en la prensa española del siglo XIX: el caso del
Semanario Pintoresco Español........................................................................................................ 19
3.1.2 Artículos costumbristas en las grandes colecciones de tipos ................................. 29
3.2 Europa: imagen transnacional del estudiante....................................................................... 40
3.2.1 The Collegian por A Bachelor of Arts (en Heads of the People: or Portraits of the
English) ................................................................................................................................................... 41
3.2.2 L’étudiant en droit por Emile de la Bédolièrre (en Les Français peints par euxmêmes: encyclopédie du dix-neuvième siècle) ........................................................................... 43
3.2.3 De Student por Een Oud Student (en Nederlanders door Nederlanders
geschetst) ................................................................................................................................................ 45
3.2.4 L’étudiant de Louvain por Firmin Lebrun (en Les Belges peints par eux-mêmes)
.................................................................................................................................................................... 47
4. Conclusión ................................................................................................................................... 50
5. Bibliografía .................................................................................................................................. 52
6. Anexos ........................................................................................................................................... 55
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1. Introducción
Joaquín Álvarez Barrientos señala en la introducción de Acreditar el Costumbrismo
que siempre hay literatura dentro y fuera del canon literario y que el costumbrismo romántico
del siglo XIX es uno de estos géneros (2000: 3). Aunque los llamados ‘cuadros de
costumbres’ o artículos ensayísticos fueron muy populares durante el siglo XIX, ya no se leen
por su imagen trivial y forma híbrida. Por consiguiente sentimos la necesidad de demostrar
que este tipo de literatura aún puede interesar al lector contemporáneo mediante un análisis
detallada de algunos de estos textos.
En este trabajo intentaremos exhumar a algunos escritores olvidados, que quizás no
llegan a la misma calidad literaria que los grandes maestros de este género como Ramón de
Mesonero Romanos o Mariano José de Larra, pero que seguramente merecen ser
redescubiertos. Para motivos lógicos, hemos optado para una unidad temática entre los textos
elegidos, enfocándonos en un tipo en particular, a saber el estudiante del siglo XIX. Sin
embargo tenemos que admitir que a menudo el imagen presentado en los textos era lo de un
joven de tiempos anteriores, o sea del siglo XVIII. Esto suena raro pero hemos tratado de
esclarecer esta tendencia. No pretenderemos formular ideas innovadoras sino que queremos
sobre todo dar una imagen de las técnicas literarias y los criterios antropológicos que existían
en cuanto a las costumbres estudiantiles.
Además trataremos de contextualizar los textos en el periodo histórico ya que el
costumbrismo está estrechamente ligado con la percepción de la época misma en vez del
pasado lejano. Aunque los tipos se sitúan a veces en el pasado, siempre hay un lazo con el
momento en que escribe el autor. Veremos, por ejemplo, como el catedrático Vicente de la
Fuente exprime su descontento con el gobierno liberal de la reina María Cristina de Borbón,
regente de España entre 1833 y 1840, y las reformas de este gobierno. Al lado de ser una
manera de criticar la sociedad, era también una posibilidad de corregir la imagen de una
nación, que sobre todo en el caso de España era muchas veces distorsionada. De ahí
trataremos de destacar lo que los escritores españoles mismos piensan qué es lo auténtico y lo
castizo.
Sin embargo antes de entrar los textos de De la Fuente y otros escritores olvidados,
construiremos el contexto histórico, al que ya referimos, ya que es bastante complejo.
Daremos un breve esbozo de los cambios políticos y las subsiguientes crisis para luego pasar
a los rasgos fundamentales del género mismo, refiriendo a las ideas de algunos estudiosos que
adoptan diferentes puntos de vista. A lo largo de este estudio trataremos de dar respuestas a
4
preguntas como: ¿Qué son las posibles estrategias literarias para representar a un tipo como el
estudiante? ¿Qué son las diferencias y semejanzas entre los diferentes textos dentro y fuera de
España?
5
2. Hacia una definición del costumbrismo
2.1 Contexto histórico: La inestabilidad política del siglo XIX y el surgimiento de los
estados modernos.1
Es de conocimiento general que las corrientes culturales son estrechamente
relacionadas a los acontecimientos históricos y por consiguiente queremos empezar con un
breve esbozo general de los acontecimientos políticos a principios del siglo XIX. Si
consideramos los acontecimientos más importantes de este siglo, constatamos que estamos
frente a un periodo complejo, en que el proceso de la modernización de Europa occidental
empezaba. Tras la revolución francesa en 1789, inicia poco a poco la sustitución del antiguo
régimen por una sociedad con clase media, o sea la burguesía, que empieza a desempeñar el
papel dominante en la sociedad en vez de la clase alta o la aristocracia. Además vemos que el
mapa de Europa fue redibujado tras el Congreso de Viena en 1814 y las revoluciones y
rebeliones a lo largo del siglo XIX que daban como resultado la independencia de Bélgica, la
unificación alemana y el Risorgimento en Italia.
La primera década de este siglo se caracteriza por las conquistas napoleónicas de una
gran parte de Europa. Napoleón Bonaparte lograba someter varios países bajo control
francesa mediante una táctica astuta de alianzas falsas y el privilegiar de parientes. España fue
ocupada durante las guerras napoleónicas entre 1805 y 1807 y hermano mayor de Napoleón,
José Bonaparte, fue nombrado rey de España tras las abdicaciones de Bayona en 1808. La
instalación de un régimen francés significaba también la implantación de reformas inspiradas
en la ideología francesa. Este cambio del poder polarizaba la populación, formando dos
grupos a saber los que estaban a favor del régimen de José I, o sea los afrancesados, y los que
estaban en contra del nuevo rey. Oskam y Safón señalan que tenemos que diferenciar entre los
afrancesados puros, o los que realmente estaban a favor de la ideología francesa, y los
liberales, quienes promulgaron la Constitución de 1812. Además reducen el número de
afrancesados a 12000 españoles ya que la mayoría de los 2 millones de españoles que juraba
lealtad al nuevo rey, eran funcionarios preocupados por su trabajo (1993: 72-73).
Consecuentemente había rebeliones por parte de la población española contra el ejército
francés, las que fueron inmortalizadas en los cuadros conocidos El dos de mayo de 1808 en
Madrid y El tres de mayo de 1808 en Madrid hechos por el pintor aragonés Francisco de
Goya.
1
Este apartado se basa en la obra de Jeroen Oskam y Arantxa Safón (1993).
6
La restauración de la dinastía de los Borbones y la reimplantación de la monarquía
absoluta se efectuaba en el año 1814 aunque esto no significaba el fin de los problemas
políticos de España. La reimplantación del absolutismo y la anulación de las reformas
liberales del nueva Constitución, provocaban la oposición del pueblo. En el año 1820 el
teniente coronel Rafael de Riego logro oponerse al gobierno de Fernando, apoyado por el
ejército, y pronuncio un nuevo gobierno liberal, que estaba en el poder durante tres años. Este
periodo, llamado el Trienio Liberal, significaba la breve reintroducción de la constitución
liberal y reformas como, por ejemplo la educación pública y más sufragio para el pueblo
español. Sin embargo, con el apoyo extranjero de la Alianza Santa, Fernando VII lograba
formar un ejército, llamado los ‘Cien Mil Hijos de San Luis’ y así puso fin al poder de los
liberales españoles, que se exiliaron a Inglaterra.
En los años que siguen tras el regreso de Fernando VII, se anulan de nuevo las
reformas liberales, lo que lleva a una crisis económica. Además, lo que es importante para
nuestro estudio, Fernando decidió en este año cerrar las universidades de las ciudades de
provincia, favoreciendo así las ciudades grandes, y suprimió asignaturas como matemáticas y
astronomía, lo que provocaba una emigración de científicos españoles al extranjero. El
reinado de Fernando VII duraba diez años, que se llama la ‘Ominosa Década’, y su sucesión
en el año 1833 daba desgraciadamente ocasión para otra serie de guerras. Como el rey no
tenía descendientes varones, suprimió la ley sálica, permitiendo así a su hija Isabel que llegara
a subir el trono español. Esta reforma polarizaba a los tradicionalistas, denominados
‘carlistas’ por su apoyo al hermano menor del rey Fernando VII, Carlos, y los partidarios en
favor de la nueva reina, los ‘isabelinos’. Cabe añadir que cuando falleció el rey, Isabel solo
tenía tres años y por consiguiente su madre, la reina María Cristina, fue nombrada regente. En
primer lugar, ella perdonaba a los liberales en exilio y les invitaba a regresar a España para
participar en un gobierno liberal. Además introdujo una forma de sufragio basado en el
capital, lo que implicaba que la burguesía rica tenía el poder político. Ligado al éxito del
liberalismo, es la tenencia creciente del anticlericalismo ya que la mayoría de los clérigos se
había puesto al lado de los carlistas. En este contexto tenemos que indicar las reformas duras
del político Juan Álvarez Mendizábal, conocidas como la desamortización de las manos
muertes, que implicaban la venta pública de bienes de las órdenes religiosas y de la Iglesia
Católica. Las tenciones entre carlistas e isabelinos se mantuvieron a lo largo del siglo XIX y
el reinado de Isabel II fue caracterizado por muchos gobiernos breves. Los acontecimientos
que acabamos de citar forman el ambiente en que el costumbrismo se desarrolla. En el
7
siguiente apartado trataremos de indicar los elementos más significativos de este corriente
literario.
2.2 Características generales del costumbrismo romántico
El costumbrismo es uno de estos géneros literarios que están más bien al segundo
plano de la literatura del siglo XIX, eclipsada por el brillo de los románticos, los realistas y
los naturalistas. Sin embargo, también el costumbrismo asume una posición propia en este
siglo. Se trata de un género que aparece sobre todo bajo formas especiales como artículos
breves en periódicos, grandes colecciones de diferentes tipos o fisiologías, en vez de las
tradicionales novelas, que se encuentran en las bibliotecas. Por consiguiente estas obras
costumbristas tienden a ser olvidadas hoy en día, lo que nos parece una pena. En lo que sigue
trataremos de indicar los elementos más importantes de este género intrigante. Los estudios
sobre el tema son varios, como señala María de los Ángeles Ayala Aracil en su tesis doctoral.
Refiere en primer lugar a los trabajos generales, escritos en los años treinta, como el articulo
Notes on Collections of Types por W.S. Hendrix. Este estudioso se ocupa sobre todo con la
categorización de la enorme cantidad de textos disponibles (Ayala Aracil 1991: 5-6).
Luego, a lo largo de la segunda mitad del siglo XX tenemos varias opiniones con
diferentes puntos de vista, ligados a las relaciones entre el costumbrismo y otros géneros
literarios. Uno de los más llamativos estudios es el ensayo Costumbrismo y novela por José
F. Montesinos, en que defiende la influencia funesta del costumbrismo en el desarrollo de la
novela realista del finales del siglo. Sin embargo, Cremades señala que fueron múltiples los
ecos en contra de este planteamiento y refiere por ejemplo a Russel P. Sebold, quien atribuye
a Mesonero haber denunciado conscientemente a la novela pero a la vez utilizado técnicas de
tanto la novela come el teatro (Cremades 1993: sin número). La conclusión es que el
costumbrismo es un género sumamente híbrido en que varias técnicas literarias son posibles.
De ahí se recurre muchas veces al término ‘literatura panorámica’, utilizado por primera por
el ensayista alemán Walter Benjamin. Ana Peña Ruiz explica que este término indica la
hibridez del género en varios niveles ya que se trata de textos que se encuentran entre el
cuento y la prensa, o sea lo literario y lo periodístico (2012: 77). Veremos más adelante,
cuando empezamos el análisis de algunos textos concretos, que muchas veces los escritores se
sirven de varias estrategias narratológicas creando así un texto que se parece más a un cuento.
Aunque predomina la descripción detallada de los personajes y el escenario, entran también
diálogos animados. Además veremos que esta literatura entra estrechamente en contacto con
8
las artes visuales, ofreciendo no solo un retrato literario sino también una representación
visual. De ahí analizaremos tanto el texto como las ilustraciones en este trabajo e incluimos en
anexo los aguafuertes, ya que forman una unidad.
Como ya dicho, el siglo XIX se caracteriza por la nueva clase de la burguesía, que
disponía sobre los recursos financieros para ejercer control sobre la sociedad. Sin embargo,
para la literatura significaba también que hubo un nuevo tipo de público, lo que implicaba el
desarrollo de la literatura a masas. Además tenemos que darnos cuenta del impacto de los
periódicos de la época como nuevo medio de difusión de textos literarios. La producción de
periódicos fue inicializada en el siglo XVIII para la difusión de las ideas ilustradas y aumentó
aún en el siglo XIX por los progresos de la prensa. Por consiguiente no debe sorprender que la
mayoría de las obras costumbristas sean artículos periodísticos, o artículos que primeramente
aparecen por entregas para luego ser compilados en colecciones de tipos. Una tercera
posibilidad es la descripción de un tipo en las llamadas fisiologías, que son obras más largas
dedicadas a un solo tipo y que eran sobre todo populares en Francia, aunque también
disponemos de ejemplos en España y Reino Unido. Nathalie Preiss y Valérie Stiénon
comentan que estas fisiologías se distinguen de los otros artículos de costumbres por separar
los actores de la sociedad en que viven, creando así una perspectiva quebrada, como el lector
viera la sociedad a través de un calidoscopio (2012: 20-21). Por motivos prácticos no hemos
incluido ejemplos de este tipo de literatura costumbrista en este trabajo.
Los temas de estos artículos suelen ser tópicos de la vida cotidiana, que son
reconocibles para los lectores. Ríos Carratalá indica que en términos generales el
costumbrismo se dedica a describir las formas de vida colectiva, los ritos y hábitos sociales de
un cierto territorio (2010:172). En resumidas cuentas, el costumbrismo intenta dividir la
sociedad en casillas para llegar a un retrato general de la nación. Además, Ayala Aracil indica
que uno de los rasgos más significativos es el tono moralizante y didáctico, aunque esto no
suele ser dura sino más bien benévola (1991: 84-86). El costumbrista observa los hábitos
contemporáneos y puede criticar donde necesario. Cabe añadir que se remonta muchas veces
a tiempos pasados para aclarar y explicar la sociedad que estaba cambiando tanta durante
aquel siglo decimonónico (Ayala Aracil 1991: 88-89).
2.3 Los maestros del costumbrismo romántico
2.3.1 Ramón de Mesonero Romanos o ‘El Curioso Parlante’ y el costumbrismo puro
Queremos empezar nuestra serie de escritores famosos del costumbrismo con el
madrileño Ramón de Mesonero Romanos, que nació en el año 1803, ya que sus artículos son
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ejemplos clásicos del costumbrismo puro. Es un típico representante de la burguesía
madrileña de la época, quien elige la capital española como el escenario de sus observaciones.
Su estilo se caracteriza por un leve tono moralizador y una actitud nostálgica pero claramente
anti romántica (véase infra) (García López 2009: 478). Su objetivo es observar la ciudad en
que vive e indicar las ridiculeces de la sociedad. No obstante, Mesonero nunca utiliza la sátira
dura como lo hace Larra sino que solo se atreve a la ironía ligera. Explica que su intención es
“no ocultarlos defectos, no encarecer los virtudes, no alabar demasiado ni criticar sin
necesidad” (Mesonero Romanos 1832:13 apud Rios Carratala 2010: sin número). En otros
términos, el escritor madrileño esta en busca de un estilo neutro y equilibrado sin atacar
explícitamente.
En segundo lugar vemos también la preocupación por la imagen de la nación propia en
el extranjero. Sabemos que España fue frecuentemente construida como una especie de país
primitivo e idealizado por escritores extranjeros del Romanticismo, como por ejemplo el
francés Théophile Gautier y su Voyage en Espagne. Según él, España es un lugar exótico,
parecido a los países del oriente o de África, y mucho más puro que su patria Francia.
Montesinos aclara que la queja de Mesonero está sobre todo dirigida a la inexactitud y el
desconocimiento de los escritores extranjeros, más bien que sobre el estereotipo de España
como un país lleno de gitanos que no hacen nada que tocar la guitarra y las castañuelas
(1960:46). En otras palabras, el punto de vista del romanticismo distorsiona la percepción de
la realidad y por eso hace falta corregirla mediante la observación detallada y fiel.
En el artículo El romanticismo y los románticos, que forma parte de la colección
Escenas Matritenses, Mesonero critica la decadencia del romanticismo que simboliza todo lo
contrario de la ideología de nuestro escritor mismo. Lo que queremos indicar sobre todo, es la
estrategia de crear un personaje, en este caso el sobrino del narrador, que sirve como ejemplo.
Mesonero empieza con la descripción de la apariencia física de este personaje, lo que será un
motivo que se repite en varios textos que comentaremos más adelante en este trabajo, y que se
puede explicar por la fascinación de los costumbristas con las pseudociencias de frenología y
la fisiognomía. Leemos sobre la cara del sobrino lo siguiente:
Por bajo de él [el sombrero] descolgábanse de entrambos lados de la cabeza dos guedejas de
pelo negro y barnizado… las patillas, la barba y el bigote, formando una continuación de
aquella espesura, daban con dificultad permiso para blanquear à dos mejillas lívidas, dos
lábios mortecinos, una afilada nariz, dos ojos grandes, negros y de mirar sombrio, una frente
triangular y fatídica. (1845: 329)
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Los adjetivos utilizados designan un aspecto siniestro y desagradable a la vista, lo que
presentan al sobrino como si fuera un demonio. Además sus acciones complementan su
apariencia, ya que al final del artículo vemos como se enamora de una mujer, a quien envía
poesías macabras. La solución para Mesonero es eliminar la fuente de los pensamientos
corrompidos y someterle a la disciplina militar. En otras palabras, Mesonero demuestra que
valoriza los ideales tradicionales de la burguesía.
Sin embargo concluimos que este autor fue el más popular y a la vez más importante
para la difusión del género y además fue responsable para la introducción del modelo francés,
a saber L’Hermite de la Chaussée d’Antin por Étienne de Jouy (Montesinos, 1960: 41). Dicho
de otro modo, Mesonero se inspiró en el proyecto del escritor francés para escribir una obra
parecida sobre la capital española. En segunda lugar, tenemos que mencionar Mesonero
Romanos como fundador del Semanario Pintoresco Español, el periódico costumbrista por
excelencia, que contaba con la colaboración de, entre otros, Mariano José de Larra y Serafín
Estébanez Calderón. Este último autor, que escribe sobre todo bajo el seudónimo El Solitario,
es conocido por su estilo difícil y el lenguaje castizo. Su obra maestra se llama Escenas
Andaluzas, en la cual describe las costumbres y tipos de su tierra, Andalucía. Aunque hay
analogía con la obra de Mesonero, tenemos que indicar que el contenido de Escenas
Andaluzas es más variado que lo de Escenas Matritenses (Montesinos 1960: 32). Además, sus
cuadros de costumbres a menudo tienden más a lo novelesco y al cuento, lo que le singulariza
de sus contemporáneos. Sin embargo, podemos considerar a Mesonero Romanos y Estébanez
Calderón como dos representantes del costumbrismo (Rios Carratalá 2010: 174).
2.3.2 Mariano José de Larra (Fígaro) y el costumbrismo satírico
No cabe la menor duda de que Mariano José de Larra asume una posición particular en
la historia literaria de España. Aunque su vida era bastante breve, nos dejó una gran cantidad
de artículos periodísticos en que plantea sus ideas sobre la sociedad española de la época. Es
de conocimiento general que su obra ya ha sido analizada en muchos trabajos, sin embargo
sentimos la necesidad de resumir algunas hipótesis sobre unos cuantos artículos suyos. En lo
que sigue veremos las particularidades de su costumbrismo, basándonos en algunos de sus
textos más característicos. Hemos optado para un análisis más elaborado para contrastar su
estilo mejor con el estilo moderado de Mesonero, que asociamos con los artículos hallados en
el Semanario Pintoresco Español y presentados más adelante.
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El escritor Mariano José de Larra nació en el año 1809 en Madrid como hijo de un
médico en servicio del rey José I. Por consecuencia del fracaso del régimen de este rey, el
padre de Larra tuve que huir al país vecino, Francia, lo que significó que el joven hizo sus
primeros estudios en internados franceses. Ahora bien, esto no quita que nuestro autor
pertenezca al campo de los afrancesados aunque cabe señalar que su actitud frente a la
influencia francesa en España era más bien moderada y tolerante (Ríos Carratalá 2011: 185).
Es importante saber que cuando los Larra regresaron a la patria, se enfrentaron con el nuevo
régimen del rey Fernando VII, quien, como vimos, reinaba de una manera absolutista. De ahí
tenemos que darnos cuenta de que este hecho significaba un choque considerable para el
joven Larra, quien estaba educado con la ideología revolucionaria y liberal del país vecino.
Por consiguiente, se destaca ya desde muy pronto el carácter misántropo y escéptico de este
escritor.
La obra de Larra consiste principalmente de artículos periodísticos, escritos
frecuentemente bajo el seudónimo de Fígaro, que tienen un objetivo diferente de los de sus
contemporáneos como Mesonero y Estébanez Calderón. No vemos una preocupación por la
pérdida de costumbres antiguas, ni sentimientos de nostalgia a tiempos anteriores sino que se
queja de la realidad española de la época (García López 2009: 481). Su estilo reúne elementos
del costumbrismo, género moderno de la época, con elementos tradicionales de la sátira,
inspirado en escritores clásicos como Cervantes, Quevedo y el padre Isla. García López
describe nuestro autor como “un hombre de refinada elegancia” pero también extremamente
crítico por su fracaso político y amoroso (2009: 480). Estas experiencias se manifiestan en sus
artículos bajo un tono pesimista y satírico, aunque esto no significa que sean de poco valor
literario. Larra nos explica la errada interpretación que muchos lectores tienen de la sátira en
su artículo De la sátira y de los satíricos que:
[c]réese vulgarmente que sólo un principio de envidia, y la impotencia de crear, o un germen
de mal humor y de misantropía, hijo de circunstancias personales o de un defecto de
organización, pueden prestar a un escritor aquella acrimonia y picante mordacidad que suelen
ser el distintivo de los escritos satíricos […] [s]omos satíricos porque queremos criticar
abusos, porque quisiéramos contribuir con nuestras débiles fuerzas a la perfección posible de
la sociedad a que tenemos la honra de pertenecer (1836: 4)
Dicho de otro modo, la sátira es uno de los instrumentos con los que Larra ataca las
debilidades de la sociedad decimonónica. El costumbrismo de Lara no describe las
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costumbres y los tipos como si fueran ejemplos del paisaje pintoresco español sino que son
meros ejemplos que dan prueba de su punto de vista. En lo que sigue analizaremos unos
artículos de costumbres más en detalle para aclarar como Larra realiza su crítica indicando las
estrategias literarias. Miraremos sobre todo a los artículos El Castellano Viejo y El Duelo para
terminar brevemente con dos ejemplos del período más negro de nuestro autor, a saber El Día
de los Difuntos de 1836 y La Nochebuena de 1836.
El primer artículo fue publicado bajo el seudónimo del bachiller Don Juan Pérez de
Munguía
en 1832 en la revista El Pobrecito Hablador. El autor nos cuenta que un día estaba
pasando por las calles de la capital española para obtener inspiración para sus artículos
cuando de repente se encontró a su amigo Braulio, quien funciona como modelo del
castellano viejo. Se describe Braulio como un bruto, que interrumpe de manera brusca el flujo
de pensamientos del narrador:
En semejante situación de mi espíritu, ¿qué sensación no debería producirme una horrible
palmada que una gran mano, pegada (a lo que por entonces entendí) a un grandísimo brazo,
vino a descargar sobre uno de mis hombros, que por desgracia no tienen punto alguno de
semejanza con los de Atlante? [Una de esas interjecciones que una repentina sacudida
suele, sin consultar el decoro, arrancar espontáneamente de una boca castellana, se atravesó
entre mis dientes, y hubiérale echado redondo a haber estado esto en mis costumbres, y a
no haber reflexionado que semejantes maneras de anunciarse, en sí algo exageradas, suelen
ser las inocentes muestras de afecto o franqueza de este país de exabruptos .] (1832: sin
número)
Se destaca la diferencia entre el narrador educado y su amigo basto mediante la pregunta
retórica, en la que notamos la descripción hiperbólica del brazo de Braulio y los hombros
finos del narrador, seguida por una contemplación sobre la sorpresa de exclamar una
palabrota, que naturalmente no pertenece al conducto moderado del narrador, y una
referencia a la patria como un país de “exabruptos” o sea de gente impertinente. Sin
embargo enfatiza que no se trata de un vagabundo de clase baja sino de un “empleado de
los de segundo orden, que reúne entre su sueldo y su hacienda cuarenta mil reales de
renta”. Dicho de otro modo, Braulio pertenece a la clase media y tiene una vida
relativamente cómoda. Además, se añade que también es sumamente chovinista lo que es
un elemento clave para este tipo ya que se trata del español tradicional.
Esta escena en la calle es solamente la introducción a otra escena en la casa de
13
Braulio, donde nuestro narrador ha sido invitado para una cena de cumpleaños. Nos narra
sus experiencias durante esta cena mediante descripciones detalladas de, por ejemplo, el
espacio reducido a la mesa, los comentarios de los invitados sobre los alimentos
preparados y el desorden general que reina durante la noche entera. Además intercala
algunos diálogos entre los invitados, los cuales proporcionan una imagen más animada de
la escena.
El hispanista estadounidense Alan Stubbs Trueblood indica que Larra se inspiró en
la obra del satirista francés Nicolás Boileau y compara El Castellano Viejo con la Sátira
III, intitulada Le repas ridicule, lo que no debe sorprender si recordamos que aquello tenía
un conocimiento profundo de la cultura francesa. Sin embargo no se trata de una mera
imitación por la parte de Larra sino que adapta el tema del escritor francés (1961: 529).
Como ya hemos mencionado, nuestro autor utiliza el costumbrismo y la sátira como
instrumentos para realizar su crítica de sociedad españolo, lo que le distingue de los otros
costumbristas. Trueblood señala que Larra escribía para ser leído por muchas personas
mientras que el proyecto de Boileau era destinado para un grupo reducido de amigos
(1961: 533). En otras palabras, el estudioso indica aquí el elemento periodístico que no
pertenece a la tradición satírica de antes. El blanco de Boileau es criticar un pequeño grupo
elitista mientras que Larra quería atacar una clase entera, a saber la burguesía española
(1961: 533-534). De ahí tenemos que interpretar el personaje de Braulio como un tipo
genérico en vez de un individual. Además, los otros personajes no llevan nombre proprio
sino que solo se menciona una letra, como X, T y J.
Otra diferencia entre ambas obras es el desarrollo de la acción. El satírico francés
solo describe mediante el uso de alejandrinos una escena estática mientras que Larra
claramente hace avanzar su historia de una manera dinámica (1961:534). Como ya hemos
mencionado, utiliza dos espacios diferentes y los acontecimientos se suceden rápidamente.
El narrador tiene que sufrir una serie de accidentes como si él fuera la víctima de una
conspiración:
¿Hay más desgracias? ¡Santo cielo! ¡Sí las hay para mí, infeliz! Doña Juana, la de los dientes
negros y amarillos, me alarga de su plato y con su propio tenedor una fineza, que es
indispensable aceptar y tragar; el niño se divierte en despedir a los ojos de los concurrentes los
huesos disparados de las cerezas; don Leandro me hace probar el manzanilla exquisito, que he
rehusado, en su misma copa, que conserva las indelebles señales de sus labios grasientos; mi
gordo fuma ya sin cesar y me hace cañón de su chimenea; por fin, ¡oh última de las desgracias!,
crece el alboroto y la conversación; roncas ya las voces, piden versos y décimas y no hay más
poeta que Fígaro. (1832: sin número)
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Los eventos se acumulan poco a poco hacia el clímax en que Fígaro, el narrador, no solo tiene
que sufrir pasivamente el conducto de los invitados sino que también se exige de él que recite
unos versos. Por consiguiente, Trueblood concluye que Larra presenta su narrador como un
ser buen educado y serio en una sociedad de tradiciones bastas mientras que este contraste no
existe en la sátira tradicional de Boileau, quien también se burla del narrador mismo (1961:
537). Larra compara a Fígaro al final del artículo, cuando regresa a su casa, con un “ciervo
que acaba de escaparse de una docena de perros y que oye ya apenas sus ladridos” (1832: sin
número) lo que subraya el extrañamiento que el narrador siente ante su propia clase social.
Podemos resumir el Castellano viejo como una crítica contra los hombres
tradicionales, maleducados y demasiado chovinistas. La sociedad española es descrita como
grotesca y sufre de una falta de progreso, que no solo se debe al conducto basto de los
ciudadanos pero también a la conservación obstinada de ciertas costumbres que ya no
pertenecen una época ilustrada. En el artículo El Duelo, escrito en 1835, Larra critica la
tradición anticuada de enfrentarse en una lucha armada a causa de un reto o desafío.
El estudioso costarricense Carlos Aguirre, hace en su análisis de este artículo una clara
división en dos partes, a saber una sección interpretativa y una segunda sección que sirve
como ejemplo ilustrador y complementario a la primera sección (1980: 213-214). En la
primera parte, que también es la parte más larga, Larra nos presenta sus ideas elaborando los
aspectos históricos, jurídicos y morales de la tradición del duelo. Nuestro autor declara que
“[e]n un siglo en que ya se ven las cosas tan claras, y en que ya no es fácil abusar de nadie, en
el siglo de las luces, una de las cosas sobre que está más fijada la pública opinión es el honor
[…]” (1835: sin número), o sea atribuye la existencia del duelo a la importancia exagerada
que el hombre ha dado a su dignidad. Explica más adelante que el robo del honor justifica la
muerte:
El duelo, en medio de la duración del mundo, es una invención de ayer: cerca de seis mil años
se ha tardado en comprender que cuando uno se porta mal con otro, le queda siempre un
medio de enmendar el daño que le ha hecho, y este medio es matarle. (1835: sin número)
Larra pretende exaltar al duelo pero notamos naturalmente el tono irónico lo que subraya la
crítica subyacente. A lo largo del resto de esta parte, se construye el discurso de esta manera
irónica hasta que introduce el caso específico de un amigo del narrador, llamado Carlos.
15
La trama básica de esta historia es que Carlos, hijo de un marqué, se enamora de una
joven, llamada Adela, y se casa pronto con ella. Sin embargo, el narrador nos cuenta que
Carlos y Adela son como dos polos opuestos: él es un hombre de mucho talento y buen
educado mientras que Adela es una mujer “picante y coqueta”. Inicialmente Adela intenta
comportarse como una buena esposa pero después de un rato otro hombre, Eduardo, se
enamora de ella lo que complica la vida de Carlos. Finalmente deciden batirse en duelo a
pistola, la cual es una “arma del cobarde” según el narrador, para decidir quién merece el
amor de Adela. Esta escena se narra de una forma rápida y breve:
Se eligió el terreno, se dio la señal, y los dos tiros salieron a un tiempo; de allí a poco había
expirado un hombre útil a la sociedad. Carlos había caído, pero habían quedado en pie su
mujer y su honor.
Un año hizo ayer de la muerte de Carlos; su familia, sus amigos le lloran todavía.
¡He aquí el mundo! ¡He aquí el honor! ¡He aquí el duelo! (1835: sin número)
Así termina el artículo y el lector tiene que sacar sus propias conclusiones a base de esta
escena trágica y las últimas exclamaciones del narrador indignado. Larra incita a su público
para que ellos también adopten una actitud crítica mediante un discurso lógico y deductivo, o
sea en que la teoría y la argumentación preceden el caso específico (Aguirre 1980: 217).
Sin embargo tenemos que reconocer que el proyecto de Larra no tenía el efecto
deseado, o sea la sociedad española de la época aún no estaba lista para una revolución
progresiva. Por consiguiente, el tono de los últimos artículos de nuestro autor se volvió más
negro y pesimista, lo que destacamos sobre todo en El Día de Difuntos de 1836 y La
Nochebuena de 1836. Profesor Daniel Walker plantea la hipótesis de que ambos artículos
demuestran que el genio de Larra se debe a su integración completa en la época romántica, o
sea rechaza la idea de un escritor fuera de un movimiento literario (2002: sin número). Walker
explica mediante un enfoque psicológico, que estos dos textos representan “una implosión de
pensamientos y emociones. Esto es, Fígaro, el protagonista, reflexiona sobre el mundo que le
rodea y vemos la evolución de la razón a la locura.
Por ejemplo en El día de Difuntos de 1836 describe a capital española como un “vasto
cementerio donde cada casa es el nicho de una familia, cada calle el sepulcro de un
acontecimiento, cada corazón la urna cineraria de una esperanza o de un deseo.” mientras que
al final del texto continúa la comparación cuando escribe que su “corazón no es más que otro
16
sepulcro” (Larra 1836: sin número). Walker indica que en esta etapa de la vida de Larra todas
las fronteras entre el exterior y el interior han desaparecido, lo que le lleva a la desesperación
total y el delirio (2002: sin número). Desgraciadamente, este texto y La Nochebuena de 1836
fueron la indicaciones de un escritor que ya no tenía esperanza para un cambio de la sociedad
y consecuentemente se suicidio unos meses más tarde. El costumbrismo de Larra asume una
forma peculiar, que solo él sabía manejar de una manera magistral.
17
3. Análisis de un tipo particular en la literatura europea del siglo XIX
3.1 España: La tuna o el estudiante pícaro y trovador
Ya que hemos esbozado el contexto histórico y literario, queremos empezar la parte de
nuestro trabajo en que trataremos de determinar la imagen del estudiante a través de los ojos
del escritor costumbrista decimonónico. En el caso de España llama la atención que la
mayoría de los textos sobre la vida del estudiante español salieron de la pluma de Vicente de
la Fuente, quien era catedrático toda su vida. Nació el 29 de enero de 1817 en Calatayud y
empezaba su carrera escolar en las Escuelas Pías de Doraca y Zaragoza y en el Seminario de
Tudela. Luego decidió estudiar filosofía, teología y derecho canónico en las Universidades de
Zaragoza, Alcalá de Henares y Madrid. Tras sus estudios, fue ofrecido el oficio de catedrático
en Madrid, y más tarde en Salamanca, hasta que finalmente se hizo rector de la Universidad
de la capital española tras la Restauración (Francisco Olmos 1992: 227-228). Se considera
este estudioso aragonés, que murió en el año 1889, como uno de los historiadores más
productivos de su época, especializándose en historia eclesiástica y universitaria. Su obra
literaria se compone de varios libros, como La Virgen María y su culto en España, Historia
eclesiástica de España e Historia de las Universidades, seminarios, colegios y demás
establecimientos docentes de España, pero también de folletos y artículos periodísticos.
La punta de vista de De la Fuente es claramente antiliberal ya que las reformas de los
liberales españoles tenían un efecto directo en su vida como catedrático de asignaturas
teológicas. Exprime una crítica explicita en su discurso inaugural del año 1856 en la
universidad de Salamanca cuando se pregunta “a qué hablar del porvenir de las
Universidades, cuando se minan sus cimientos y se pronuncia por algunos su anatema?”, o sea
le preocupaba los planes del gobierno para oprimir los centros de enseñanza (1856: 7). Una y
otra vez subraya la relación íntima entre la Iglesia y la sabiduría, que ya existe desde la época
medieval, y refuta a la vez la crítica que pueda surgir. Argumenta que “se acusa al clero haber
hecho un perjuicio a la Nación, creando tantas Universidades en España durante el siglo XVI,
inclinando a la juventud hacia las ciencias religiosas y especulativas, en menoscabo de las
prácticas y de interés positivo” (1856: 11). Este tono de descontento está casi siempre
presente en sus artículos costumbristas, aunque también podemos destacar otros elementos
literarios.
18
Cabe añadir que el estilo de la Fuente se caracteriza claramente por elementos
típicamente costumbristas, como anécdotas, descripciones. José Montesinos comenta que
“[l]as historias estudiantiles de V. de la Fuente no carecen de interés anecdótico, bien que
tengan muy poco de cosa vivida” y que “parezcan como restos un poco informes de antiguas
relaciones apicaradas”, escritos en un estilo “amazacotado y lleno de perifollos clásicos”
(1960:85-86), lo que a nosotros parece un juicio demasiado severo. Es verdad que la obra de
nuestro escritor aragonés exige un esfuerzo por parte del lector, pero creemos que la
profundización de algunos ejemplos literarios matizara el comentario sobre este escritor
olvidado. En lo que sigue analizaremos algunos artículos costumbristas de varios escritores y
de diferentes fuentes, tanto de las colecciones costumbristas ya citadas como del Semanario
Pintoresco Español, que comparten el mismo tema, a saber el carácter y la vida del
estudiante.
3.1.1 Artículos costumbristas en la prensa española del siglo XIX: el caso del Semanario
Pintoresco Español
Si miramos a los artículos publicados en el Semanario Pintoresco Español de Vicente de la
Fuente, llama la atención que casi todos estos artículos se habían publicado antes de la
colección Los Españoles pintados por sí mismos. Por consiguiente, el público ya estaba
familiarizado con el estilo de nuestro aragonés y su tema preferido, el mundo académico.
A. Costumbres Estudiantiles2. El Día de San Blas de Meco & Costumbres estudiantinas. La
Tuna – Vicente de la Fuente (Semanario Pintoresco Español: 1842)
En este apartado optamos para un análisis compartido de dos artículos juntos porque
no solo tienen la misma fecha de publicación sino que ambos textos tienen también el mismo
protagonista, a saber el bachiller Sotanillas. Por consiguiente, ambos textos se complementan
y forman una especie de conjunto. Cuando echamos un vistazo a los títulos podríamos
confirmar que se trata aquí de verdaderos cuadros de costumbres y de hecho también
hallamos el objetivo tradicional de recuperar el pasado y las costumbres de antaño cuando
leemos en el primer alinea de El Día de San Blas de Meco “[a]hora que ya no hay universidad
en Alcalá, me gusta recordar las bromas, las orgias y bacanales estudiantinas, y hasta las
costumbres y romerías de aquella universidad” (1842: 12). De la Fuente nos lleva a la ciudad
2
Se notara que mencionamos cada vez bajo qué subcategoria los articulos fueron publicados. Aunque se trata
siempre del mismo campo social, o sea la vida del estudiante, hallamos para cada articulo una denominación
diferente.
19
de Alcalá de Henares, cerca de la capital española, donde había una universidad famosa,
fundada por el cardenal Cisneros en el año 1499, cerrada en el año 1836 y trasladada este
mismo año a Madrid. El dia de San Blas de Meco parece por su título tratar el tema de una
fiesta católica e inicialmente el autor mantiene las apariencias de esta impresión. Nos explica
quién es el santo, porque se adora a él y también hace un esbozo del pueblo de Meco y de los
alrededores (1842: 12). No obstante, tras esta descripción cultural y geográfica, empieza a
despertar un sentimiento de curiosidad en el lector mediante la evocación de los temas del
amor y los celos, que son dos temas que tradicionalmente venden bien (1842: 13). Tenemos
que darnos cuenta que se trata aquí de un artículo periodístico, que va a ser leído, o no, por
una gran cantidad de lectores.
Una vez que nuestra atención ha sido capturada, nos introduce al protagonista de su
relato de la siguiente manera:
Ocurrió, pues en un dia3 de S. Blas de los últimos del siglo pasado, (según contaba mi patrona
de Alcalá) que se le antojó subir á Meco al bachiller Sotanillas, que estaba de pupilo en su
casa, y con quien tenia ella entonces tratos, (lícitos por supuesto), pero que no son de este
lugar. (1842: 13)
La historia se presenta como verdadera, obtenida por el narrador de la boca de su vieja
patrona, la tía Coleta. Además no nos señala el tiempo exacto en que su historia se desarrolla,
solo sabemos que fue en el siglo XVIII. El narrador empieza también directamente a
caracterizar a su protagonista de una forma indirecta, o sea podemos deducir que Sotanillas es
un hombre mujeriego por sus relaciones sexuales con su patrona. Esta característica se
confirma cuando el protagonista decide irse por un rato a Meco para divertirse durante las
festividades:
Serían las seis de la tarde cuando el pícaro de Sotanillas se retiraba de la rueda, haciendo la
rueda (y perdóneseme el retruécano) á una muchacha de Meco, con quien habia bailado, y con
la que habia contraido en poco rato algunas relaciones, sin acordarse de las que dejaba en
Alcalá. (1842: 13)
En este fragmento también destacamos explícitamente la palabra ‘pícaro’¸ que va a ligarse
estrechamente, no solo con nuestro protagonista sino que también con la representación
general del estudiante en varios otros artículos costumbristas. Al lado de esto, vemos también
3
Hemos optado para la transcripción fiel al original, o sea sin corregir las palabras que hoy en día requierren otra
ortografía.
20
que el propio De la Fuente no puede dejar de mostrar su erudición mediante el comentario
metatextual sobre la repetición de ‘rueda’, aunque su historia es más ligera. Es que en lo que
sigue a esta escena, describe el narrador cómo los dos adolescentes están perseguidos por un
pariente de la chica, quien resulta ser el novio de ella. Cuando nos enteramos de la relación
amorosa entre dos parientes, primos en este caso, leemos el siguiente comentario: “¡Oiga!
¿con que es un primo con honores de futuro? ¡Los matrimonios entre primos comúnmente son
aciagos!” (1842: 13). Parece ser un comentario justo sobre el aspecto ético de un matrimonio
entre dos primos pero se puede interpretarlo también como una crítica contra la costumbre
peculiar de los monarcas españoles. Pensamos en primer lugar en las alianzas matrimoniales
de la Casa de Austria, que tuvieron como resultado el rey infértil, Carlos II, pero también los
Borbones conocían la tradición de elegir parientes como cónyuge. Muchas de estas alianzas
fueron disfuncionales, lo que podemos relacionar con las crisis políticas del siglo XVIII y
XIX. De este modo el comentario de Sotanillos adquiere dos interpretaciones, a saber
primeramente al nivel del relato mismo y en segundo lugar con respecto al contexto histórico.
En los últimos párrafos leemos el desenlace de la aventura romántica de Sotanillas.
Tras una pelea en un bar con el primo de la niña, cae en el zaguán de este bar donde nadie le
ve. Por casualidad los dos primos regresan unas horas después al bar, donde entretanto ya no
hay nadie, mientras que nuestro protagonista recobra la conciencia. Desde su refugio
Sotanillas observa la pareja y oye que todo ha sido un complot entre los dos, lo que le da rabia
e instantáneamente decide vengarse:
Despues de varias reconvenciones y descargos, transportes celosos y protestas amorosas,
desatáronse uno y otro [los primos] en invectivas furiosas contra los estudiantes, y la buena de
la prima vino á confesar, que había puesto buena cara al mico de la pistola [Sotanillas], solo
para reirse á costa suya. Ya no pudo sufrir mas Sotanillas; levantóse como pudo, empuñó su
pistola, y agarró por el cogote al ciclope [el primo], y le amenazó matarle alli mismo si hacia
el menor movimiento para escaparse. (1842: 14)
La última frase, a partir de Ya no pudo […], constituye el momento culminante de la historia,
en que la acción es extremamente rápida y el suspense aumenta. Además, el narrador utiliza
los vulgarismos ‘mico’ y ‘ciclope’, que forman parte de la jerga popular del estudiante, para
dar más autenticidad a la escena. Finalmente Sotanillas no dispara y decide castigar al primo
de una manera más bien cómica. Como Sotanillas había torcido el pie al caer en el zaguán, le
resultaba imposible regresar a pie a Alcalá. Por consiguiente el primo tuvo que llevar
Sotanillas allí en los hombros, como si fuera la mula del estudiante. Al final, Sotanillas está
representado como un verdadero pícaro, que no se atreve a los crímenes atroces como el
21
asesinato. Sus acciones son más bien divertidas y podemos a lo sumo llamarlas desagradables
para sus víctimas.
En el artículo La Tuna hallamos aún más ejemplos de estas travesuras picarescas del
estudiante. Como anuncia el título, este texto trata del fenómeno típico español de la tuna, que
son agrupaciones de estudiantes sin recursos que viajan de pueblo en pueblo por conseguir
una limosna, comida o abrigo a cambio de sus canciones y música. Como ya mencionamos,
de nuevo nos enfrentamos con el bachiller Sotanillas en este texto, lo que hace que estos dos
artículos ya no suenan a los cuadros de costumbres sino que tienen más en común con el
cuento. La Tuna empieza de nuevo con una referencia a la supuesta fuente de las historias, la
tía Coleta, de quien el narrador había recibido un manuscrito, escrito por Sotanillas, que
aparentemente no fue apto para el lector del Semanario. Por eso fue preciso adaptarlo y
además seleccionar las partes más interesantes para los lectores. Tras una breve definición de
la tuna y una referencia histórica a la antigüedad grecolatina y la edad media, el narrador nos
anuncia que quiere sobre todo pasar “a la narración de las aventuras de Sotanillas, que
constituyen la parte práctica” (1842:152).
El relato comprende un episodio de la vida de Sotanillas en que se siente obligado a
frecuentar la sopa de los conventos y agregarse a un grupo de tunos por ya no poder pagar el
alquiler a su patrona. En la primera escena nos encontramos en el monasterio de San Diego en
Alcalá, donde se repartía la sopa boba a los pobres, entre los cuales también hubo estudiantes
sin recursos. No obstante, nuestro protagonista no puede dejar de hacer su entrada de una
manera exagerada y decide por eso ir en coche de colleras, aunque solo se trata de una
distancia mínima entre la universidad y el monasterio. Cuando Sotanillas finalmente está en
frente del fraile que les da la sopa a los pobres, surge un dialogo gracioso entre los dos:
- “Padre, eche V. bodrio.”
- ¡Oiga el insolente! ¿Dónde ha visto á la gracia de Dios llamarla bodrio?
- No hay que asustarse, hermano Legumbres, á gran cazada gran horterada.
- Pero viendo que no me echaba mas que caldo de por encima, le dige: “Hermano, eche de
profundis.”
- Cansado el pobre lego de mi locuacidad, alzó el cucharon, y me respondió: “Tome de
clamavis: - al mismo tiempo me sacudió con el cucharon un porrazo, que me entró en el
sombrero hasta los ojos, y me dejó hecho una sopera. (1842: 150)
El estudiante, o tuno en este caso, no solo actúa de una manera cómica sino que también sabe
muy bien hablar y contestar. Sin embargo en esta escena el fraile también sabe qué contestar,
asociando el latinismo de Sotanillas con el salmo 130, que dice en latín “[d]e profundis
clamavi ad te Domine”. De ahí vemos que la asociación del estudiante con el pícaro se hace
22
cada vez más clara, o sea exactamente como el pícaro, el estudiante tiene que aprender cómo
conseguir lo que quiera. Desgraciadamente nuestro Sotanillas no aprende rápido porque
cuando envía una carta a su padre pidiendo más dinero de la manera siguiente: “Padre
querido, envíeme V. letras [dinero], que estoy perdido.”, recibe esta respuesta: “Me pides
letras, trasto maldito? Toma ese alfabeto todo enterito.” (1842:150). El hijo intenta persuadir a
su padre mediante una carta escrita en poesía pero el padre, quien ya entiende lo que pasó,
responde de la misma manera poética enviando un abecedario a su hijo.
Esta situación de no tener dinero ni estar capaz de persuadir al padre de prestarle una
cantidad, le obliga a buscar otra manera de sobrevivir, la cual halla en un grupo de tunos. En
la segunda parte, que está claramente marcada, comprende las aventuras de Sotanillas fuera
de Alcalá con sus amigos de la tuna Pocosebo, Ruleta y Romo. Cuenta que viajaban por los
pueblos de la región en busca de oportunidades, como por ejemplo el día en que fueron
acogidos por el amo de una casa de baile. Sin embargo, los estudiantes deciden embaucar al
pobre hombre y Romo propone lo siguiente:
El Romo, que tenia malas entrañas, quería nada menos que pegar fuego al pajar; pero esto lo
repugnamos todos, pareciéndonos escesivo y de consecuencias funestas y transcendentales
para nosotros, y para el resto del pueblo que estaba inocente. (1842: 151)
Sotanillas reconoce inmediatamente que la idea de Romo es demasiado cruel y carece
totalmente alguna forma de sentido, o sea una vez más se confirme que los tunos no son
criminales y que sus intenciones no son malas sino que solo quieren divertirse y reírse de sus
víctimas. Finalmente deciden desatar la cama colgante del propietario y despertarle de una
manera inesperada. Estas travesuras picarescas tienen como consecuencia que los habitantes
de los pequeños pueblos empiezan a negar la entrada a los tunos y que la Universidad, que en
aquellos días todavía podía reducir a sus estudiantes a la obediencia, les echó en la cárcel para
unos días tras su regreso a Alcalá. El artículo termina con el reparto del dinero ganado durante
los viajes como tunos y el regreso de Sotanillas a la casa de la tía Coleta.
En suma tenemos dos artículos que nos introducen a personaje simpático, que vive una
vida con características picarescas. Vemos aquí la aproximación de Vicente de la Fuente a al
género del cuento. Veremos más adelante que hay una diferencia estilística entre sus artículos
periodísticos y los textos en las colecciones. Dicho de otro modo, se da cuenta de las
diferencias entre el periódico, que no solo contiene cuadros de costumbres, y las
compilaciones de artículos como Los Españoles Pintados por Sí Mismos. Por consiguiente
23
adapta claramente su estilo según el medio, inclinando sea al cuento, sea al verdadero cuadro
de costumbres.
B. Costumbres Salamanquinas. Los Estudiantes de la Tuna. – J. Arias Jirón (Semanario
Pintoresco español 1839)
El artículo Los Estudiantes de la Tuna, publicado en junio de 1839, fue escrito por un
cierto J. Arias Jirón, sobre quien ya no encontramos nada, ni siquiera el pronombre
representado por la letra inicial J. Aunque es un escritor totalmente olvidado, vale la pena
comentar su texto por la presentación original del tipo en cuestión, que es bastante diferente
del que acabamos de analizar. El artículo se divide en tres partes bien estructuradas, que
tienen funciones muy claras dentro de la narración. El escritor construye su relato de una
forma lógica y fílmica. En la primera parte, nos introduce al escenario en que va a situar el
tipo, a saber la ciudad de Salamanca, y además señala la calle preferida de los estudiantes en
esta ciudad:
Hay en la calle de los Moros de Salamanca una casa alta y estrecha como una torre, de fachada
cobriza en color, y cuyas paredes laterales llenas de picos y relieves demuestran que no era la
intención del que la fabrico dejarla sin concluir como se halla. (1839: 170).
Comenta en nota de pie que la calle de los Moros es una de “las más retiradas y sucias” y que
los estudiantes viven allí con preferencia a otras zonas de la ciudad (1839:170). Cabe añadir
que esta calle se llama hoy en día Calle de Cervantes porque este escritor ilustre vivía
supuestamente unos años en esta calle (Rivas Arranz 2011). No obstante si regresamos al
artículo, notamos que la distancia focal disminuye como si el narrador estuviera utilizando un
objetivo zoom. En otras palabras, el lector penetra cada vez en el espacio del estudiante,
observando de la calle en general, enfocando un inmueble particular, subiendo a la planta
superior y entrando por fin en el cuarto de los tres estudiantes.
Además sitúa su historia en un momento determinado en el tiempo, a saber “en una
noche de diciembre de 1837”, lo que significa que no hay tantos años entre la situación
descrita y el momento de escribir el artículo (1839: 170). Esto implica también que el escritor
quiere presentar al tuno como un tipo contemporáneo, o sea no recurre tanto al pasado como
Vicente de la Fuente. Sin embargo caracteriza, o más bien estereotipa, el estudiante de la tuna
mediante arquetipos tradicionales. Nos guía en la habitación de los estudiantes y describe las
paredes sucias y llenas de telarañas, los libros, que están por todas partes, y sobre todo la
24
guitarra colgada a la pared. Este imagen provoca una exposición sobre las semejanzas entre
un caballero medieval que hace treguas y abandona las armas por un tiempo y el estudiante de
a tuna que deja de viajar por las aldeas con su guitarra (1839: 170)
En el segundo apartado, el narrador describe minuciosamente los personajes que están
en el cuarto de la planta superior. Utiliza la caracterización directa para describir a dos de los
tres estudiantes, o sea nos indica los elementos más salientes su aspecto físico y comenta
brevemente el carácter:
El más formal de los tres estaba enfrente de mí y se llamaba el licenciado Juan Zarpa. Tenía
en la cabeza un sombrero de más de media vara de largo […]. La cara era larga y descolorida,
nariz aguileña y rematando en punta de como lanceta […]. Estaba sin afeitar de 20 días, y
debajo de la barba oprimía el cuello con un corbatín de terciopelo negro lleno de arrugas […].
El licenciado Zarpa era en estremo divertido y gracioso, bien que la contracción de su rostro
cuando se reía violentamente imponía hasta a sus mismos compañeros. (1839:171)
La apariencia física, la ropa y los rasgos más salientes del carácter del licenciado quedan claro
tras esta descripción detallada y también el segundo personaje, el bachiller Tomas Pérez
Tragacorreas, está observado minuciosamente por el narrador. Sin embargo, el resto del
segundo apartado no incluye la descripción del ultimo personaje, llamado Cándido sino que se
nos presenta un dialogo entre el licenciado, el bachiller y Cándido en que los dos primeros
estudiantes se burlan del tercero. Este se enfada y decide contar el relato de su vida
vagabunda cuando era tuno, que forma el tercer apartado.
Es llamativo que su historia se parece mucho a la picaresca ya la introducción tiene
varias características típicas de este género:
“Yo nací en Castro-Jeriz y me llamo Cándido Anzuelo. Mi padre que era tabernero murió
siendo yo niño, y a resultas de esto me llevo consigo un tío beneficiado de Burgos que me
tenía una estremada predilección […] En seguida fui a estudiar a Valladolid , y habiéndoseme
muerto el mi tío al segundo año, tuve que acomodarme de fámulo en el convento de S.
Pablo.” (1839:171)
Se menciona el nombre del personaje, el lugar de nacimiento y el hecho de quedarse huérfano
desde muy joven. Además confiesa que tuve que interrumpir sus estudios por la muerte de su
tío, su tutor, y que tuve que entrar en un convento para servir a los frailes. Explica que luego
que tuve que huir de este convento ya que el prior quería que sus fámulos tomaran el hábito.
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Es el momento decisivo en la vida del joven y significa el inicio de sus aventuras picarescas
como miembro de un grupo de tunos. Empieza a narrar lo que les sucedió durante sus viajes
en la península, como por ejemplo la estancia en Cantalapiedra, un municipio en la provincia
de Salamanca, que comienza así: “[o]tro dia por la mañana había gran comida en casa de un
rico propietario llamado D. Juan Paradinas. Como había corrido por el pueblo la fama de
nuestro buen humor no nos fue difícil la entrada.” (1839: 173). Los estudiantes de la tuna
buscan claramente comida y abrigo, lo que quieren conseguir mediante sus cantos y su fama
de tunos. Sin embargo, aparece su lado picaresco cuando intentan engañar al rico propietario
mediante una trampa astuta: “[t]omadas, pues, todas las medidas coje como hasta media
docena de empanadas, pone el gato en el suelo, le desata y aprieta a correr con ellas debajo
del manteo.” (1839: 173). Como era de esperar, fracasa este plan y los tunos van a parar a la
cárcel. Se trata aquí de un caso de ensayo y error, que también forma parte de la vida típica
del pícaro. Ambos tienen que escarmentar aunque resulta un proceso difícil para los tunos,
como leemos al final del artículo. Cándido narra sobre otra aventura en que le hacen la corte a
una chica pero cuando su novio se entera de esto, acontece lo siguiente: “[…] el novio que
andaba rondando las calles vecinas acompañado por otros dos cargó sobre nosotros con su
cayada que es un bastoncillo de prueba, y nos molió a palos en términos que quedamos alli
por muertos…” (1839: 173). Una y otra vez fracasan las tentativas oportunas de los
estudiantes de la tuna y terminan mal las situaciones, aunque a veces logran huir en el último
momento. No obstante, en este último caso vemos como los tunos sufren heridas y además no
sabemos cómo termina esta situación ya que el narrador interrumpe su discurso por los puntos
suspensivos, que también implican el fin del texto.
En otras palabras, el artículo termina con suspense lo que hace que al lector le pique la
curiosidad pero no logra obtener respuestas. Sabemos que Cándido sobrevivió el asalto pero
no sabemos cómo acabó el asunto precisamente y si había algún acto de venganza o si ocurrió
otra cosa. Podemos concluir que el escritor construye un relato mediante unas técnicas bien
elegidas, que claramente pertenecen a la narratología. Al inicio un narrador desconocido
observa y describe, como si fuera testigo ocular, la escena y los personajes que actúan en ella
mientras en la tercera parte encontramos a un narrador intradiegético, o sea quien pertenece al
mundo narrado. En resumidas cuentas, Los estudiantes de la tuna es un texto que nos hace
pensar más en el cuento, aunque se parece al inicio más a una descripción estática, sin
dinamismo. Sin embargo, una vez que el escenario ha adquirido una forma clara, leemos una
historieta bien estructurada, que alude a la picaresca.
26
C. Costumbres universitarias: La Borla – Anónimo (Semanario Pintoresco Español: 1840)
Queremos concluir nuestra serie de artículos periodísticos con el articulo La Borla¸
escrito por un autor anónimo y publicado en 1840 en el Semanario Pintoresco Español bajo la
subcategoría Costumbres Universitarias. Se trata en este caso de una costumbre típica de la
universidad misma en vez de los estudiantes que estudian en ella. La Borla describe la
ceremonia de graduación de la universidad de Alcalá de Henares, cerrada unos años atrás en
el año 1836 y trasladada a la capital. El título del artículo refiere literalmente al birrete de
doctor, que forma parte de la indumentaria académica hispánica. El birrete académico tiene
una forma peculiar en España, o sea se trata de un tocado cilíndrico, coronado con una borla
llamativa y por consiguiente se denomina vulgarmente la ceremonia como ‘la borla’.
El objetivo del narrador es diferente de los que hemos visto hasta ahora ya que confesa
que él mismo nunca fue estudiante. Se desprende de la introducción del artículo que el
narrador es un costumbrista por excelencia, ya que escribe que su objetivo principal es
observar y nada más:
Hace pocos años que con motivo de graduarse de doctor un amigo mío en la Universidad de
Alcalá de Henares pasé a dicho pueblo, y asistí por primera vez a esta ceremonia: con este
motivo tuve ocasión de observar las costumbres de sus estudiantes, sus ejercicios literarios y el
aparato anticuado de sus ceremonias, que fue lo que más me llamo la atención. […] Al
presente esta misma universidad se nos ha entrado por las puertas de la capital; pero tan
disfrazada que no la conocería la madre que la pario […] Una orden de gobierno desnudó a los
estudiantes de sus bayetas, y los redujo en el exterior al común de los ciudadanos: quizá otro
segundo golpe concluirá con todas las costumbres antiguas […] (1840: 327)
Además, el narrador ya nos presenta su juicio sobre el evento que va a describir, o sea le
parece algo de otra época. Sin embargo, se nota sobre todo el tono nostálgico con que habla el
narrador. Es importante saber que la Universidad de Alcalá ya no se ubica en Alcalá en el
momento de escribir. Como ya dicho, todas las facultades fueron trasladadas a la capital en el
año 1836. Aunque el narrador, supuestamente, nunca formaba parte de la vida estudiantil, si le
parece una pena que las costumbres antiguas, impuestas por el cardenal Cisneros, se habían
perdido en 1840. Le parece una pena que ya no se puede distinguir entre un estudiante y un
ciudadano normal.
La acción esta reducida a lo mínimo en este artículo. Solo se describe el camino hacia
la sala de ceremonia, los aspectos más notables de este lugar y los diferentes ritos y
costumbres esenciales para tal acontecimiento. En otras palabras, el artículo nos ofrece una
observación detallada de una ceremonia académica, que por su carácter excepcional podría
ser interesante para los lectores que tampoco conocen el mundo universitario. A veces nuestro
27
narrador no comprende lo que está pasando durante la ceremonia pero a su lado tiene a un
guía, en este caso un estudiante, que le explica los detalles específicos. Por ejemplo, cuando el
narrador no comprende por qué los birretes tienen varios colores, el estudiante explica que así
se puede determinar a qué facultad el doctorado pertenece:
¿No me sabrá V. decir qué alusión tienen los diferentes colores de que usan los doctores en
sus borlas? No sabré decírselo a V., aunque oí decir a un teólogo que tenían cierta analogía
con las aureolas de los bienaventurados: solo puedo decirle que los teólogos que se sientan los
primeros junto al rector, llevan la borla y el capirote blanco, los canonistas usan la verde, y los
legistas el encarnado […] (1840: 328)
El artículo nos inicia también en la terminología específica de los estudiantes. Como ya
dijimos, la borla refiere metonímicamente al día de graduación mismo, pero hay otros
ejemplos como la asistencia de dos personas, que acompañan al doctorado, durante la
ceremonia:
Dígame V: ¿Qué empleo tiene aquel joven que está también sobre el tablado frente al
graduado y su padrino? Aquel es un amigo del graduado, y como un segundo padrino: le
llaman la gallina, así como al otro padrino le llaman el gallo. (1840: 328)
Se introduce al lector en la jerga estudiantil, lo que atribuye a la creación del ambiente de la
universidad. Sin embargo, en otras partes del texto el narrador tiende a utilizar vocablos
populares para ciertos eventos. Por ejemplo, para él, la culminación de la ceremonia es la
imposición de los accesorios del nuevo doctor, entre otros el Birrete doctoral, se describe
como si fuera el armamento de un caballero:
Faltaba todavía lo mejor: ¡Cómo me había yo de figurar que en el siglo XIX había de ver
armar caballero! ¿Y a quién? A un estudiante en efecto; bajó el decano de su cátedra, algo
diferente por cierto de la que usó el ventero con el hidalgo de la Mancha: como el nuevo
doctor no llevaba donde ceñirse la daga ni la espada, no hizo más que tomar los chismes
conforme se los fueron dando, y dejarlos en seguida sobre la mesa, después de dar tres cortes
al aire: en cuanto a las espuelas por no ponérselas a los pies, se las pusieron en la mano. (1840:
328)
Se nota aquí una comparación cómica entre las armas del caballero y los atributos
ceremoniales del doctor, por ejemplo el narrador interpreta las puñetas típicas, o sea el encaje
elaborado en las bocamangas de la toga, como las espuelas del caballero. Además, el narrador
hace uso de la intertextualidad cuando refiere claramente al capítulo III de la obra maestra de
Cervantes, en que se narra como don Quijote fue armado caballero durante una ceremonia
improvisada por un ventero. En otras palabras, aquí se contrasta la precariedad del ejemplo
novelesco con la exuberancia de ritos en la acción observada. Alude por segunda vez al
28
Quijote cuando compara de manera exagerada los abrazos entre el nuevo doctor y los señores
eminentes de la Universidad con la pelea heroica entre Bernardo y Roldán, que es
mencionada por don Quijote en el primer capítulo (1842:328).
Las últimas palabras de este artículo revelan una crítica ligera contra el estudiante:
[…] entonces volvieron a sonar las chirimías y bajones, y con esto se levantó la sesión,
saliendo el nuevo doctor entre los abrazos y aplausos de sus amigos que le repetian
ironicamente la consabida formula de “V. descanse." (1840: 328)
De ahí podemos concluir que este artículo sigue generalmente la estructura del costumbrismo
puro. Destacamos la falta de dinamismo, el tono nostálgico al inicio del artículo, la
descripción y explicación detallada de la ceremonia y la crítica ligera al final. La Borla no es
un artículo culto o particularmente literario pero sí tiene valor anecdótico e histórico. El
escritor anónimo describe de una manera graciosa una típica costumbre estudiantil,
contextualizada en el siglo XIX.
3.1.2 Artículos costumbristas en las grandes colecciones de tipos
A. El Estudiante por Vicente de la Fuente (en Los Españoles pintados por sí mismos)
La colaboración de Vicente de la Fuente con esta colección de costumbres es
relativamente amplia ya que figuran cinco artículos, a saber El Sacristán y El Estudiante en el
primer tomo y El Colegial, La Posadera y La Monja en el segundo tomo. Se nota de nuevo
que nuestro autor tiene sobre todo dos campos preferidos de investigación, o sea el mundo de
la iglesia y el mundo de las universidades y la enseñanza en general. En el marco de nuestro
trabajo de investigación solo nos limitaremos a las costumbres estudiantiles, aunque podría
resultar interesante analizar también sus costumbres eclesiásticas. Como se trata de un escritor
poco estudiado, nos limitaremos sobre todo a analizar los textos e intentar indicar los
elementos más llamativos.
Si empecemos la lectura del artículo El Estudiante, nos enfrentamos en primer lugar
con una ilustración del tipo descrito, lo que es típico de las colecciones de costumbres. Vemos
un adolescente, vestido de mendigo, o sea su uniforme se compone de una especie de manto
corto, unos pantalones rotos con rodilleras y unos zapatos gastados (véase anexo 1). Además
lleva una cuchara en su sombrero, que refiere al hecho de que frecuentemente iban a los
conventos para comer la sopa boba repartida a los pobres como caridad, y tiene una guitara
en sus manos, que refiere a la tuna. En otras palabras, antes de leer el artículo mismo, ya
tenemos una impresión visual del estudiante mediante este dibujo e incluso podríamos añadir
29
que también se provee otra ilustración, que encabeza la primera página del texto mismo, en
que vemos una escena en la calle, donde un grupo de tunos que están cantando y tocando la
guitarra (véase anexo 2). El tipo se caracteriza desde el principio de una manera específica, o
sea como un tuno, pero comentaremos este concepto más adelante.
En la introducción de El Estudiante, de la Fuente refiere al uso de nuestro tipo en
obras del canon literario, como Le Bacelier de Salamanque o Gil Blas de Alain René Lesage,
La Vida del Gran Tacaño de Francisco de Quevedo e incluso Don Quijote de la Mancha de
Miguel de Cervantes. Además concede grande valor al uso de este tipo ya que dice que “para
los escritores de aquella época era tan preciso un estudiante en su novela, como la tarasca en
la procesión del Corpus” (1843: 225). Como el autor es teólogo, no debe sorprender que
recurriera a imágenes religiosas para reforzar su planteamiento. Sin embargo, el uso repetido
de este tipo no significa el empobrecimiento del personaje estudiantil:
Con todo, a pesar de lo manoseado que ha sido este tipo, en todas ellas se presenta con
admirable variedad. D. Querubín de la Ronda y Gil Blas, copia de aquel, representan al
estudiante aventurero, Obregón al miserable sopista de Salamanca, el Gran Tacaño al fámulo
pícaro y travieso, Guzmán de Alfarache al estudiante viejo y semijuicioso de Alcalá. Porque es
de notar que en aquella época Alcalá y Salamanca eran exclusivamente el teatro de las
aventuras estudiantinas. (1843: 325)
De la Fuente resume aquí las características tradicionales del estudiante, o sea es una especie
de pícaro, y además indica el espacio donde se puede encontrar el tipo. Sin embargo, la
tradición rica del estudiante español se contrasta con la decadencia de la época, debida a la
creciente influencia francesa. El autor adopta una actitud conservadora y nacionalista, lo que
es propio de la mayoría de los costumbristas, exprimiendo su deseo conservar las costumbres
castizas y su preocupación por la amenaza “[d]el furor galo-filo que invade todas nuestras
instituciones” (1843: 326). Como ya dicho, el ambiente social en España durante el siglo XIX
se caracteriza por una polarización del país en dos campos, en favor de o contra la
introducción de la ideología francesa. Nuestro escritor se queja sobre todo del cambio
vestimentario del estudiante:
Uno de los golpes que más han contribuido al estudiante de su carácter peculiar, ha sido la
abolición de los manteos. Los buenos estudiantes lloraron por largo tiempo al verse precisados
a orillar la ropa de San Pedro con la que se hallaban familiarizados desde tiempo inmemorial.
(1843: 226)
30
El manteo es una capa larga que llevan tradicionalmente los clérigos aunque también formaba
parte del uniforme estudiantil. Como se trata de una prenda típica cuyo uso se remonta a
tiempos lejanos, resulta imposible para el escritor aragonés imaginar la abolición del manteo,
lo que podemos comparar a la actitud de los madrileños en el siglo XVIII cuando el marqués
de Esquilache prohibió el uso del chambergo y la capa larga. Sin embargo, de nuevo tenemos
que darnos cuenta del credo religioso de la Fuente y por consiguiente, como se trata de una
prenda esencialmente religiosa, resulta aún más inaceptable para nuestro teólogo.
En este marco tenemos que interpretar también la siguiente crítica sobre el
desplazamiento de los organismos de enseñanza superior a las grandes ciudades:
Otro de los golpes que ha sufrido el carácter estudiantil ha sido la traslación de universidades
de las poblaciones subalternas a las capitales. En las grandes ciudades el estudiante muere.
[…] Es verdad que en las grandes poblaciones hay más finura y trato de gentes, pero también
la disipación se reviste de más brillantes colores. (1843: 226-227)
De la Fuente sabe muy bien de qué está hablando ya que él mismo fue el último rector del
Colegio de Málaga, centro educativo en Alcalá que dejo de existir poco después del
desplazamiento de la Universidad de Alcalá. Para él, la “disipación” que domina las ciudades
es una consecuencia directa de la política liberal del orden establecido, que está debilitando el
poder de la Iglesia mediante, entre otros, las reformas desamortizadores de Juan Mendizábal
(véase supra).
Tras esta denuncia del estado actual, empieza la caracterización propia del estudiante
exponiendo sus pasatiempos preferidos:
[…] para conocer el carácter estudiantil es preciso estudiarlo en las poblaciones subalternas. En ellas
el Estudiante es esclusivamente Estudiante: el teatro, el villar y las tertulias están enteramente a sus
órdenes. (1843: 227)
En lo que sigue explica más en detalle cómo los estudiantes le gastan una broma a algún
musicante del teatro o cómo les gusta apostar en partidas de billar y perdiendo así el alquiler
(1843: 228). La imagen del estudiante pobre, quien ni siquiera puede pagar su patrona, es
bastante corriente y se repite varias veces en los artículos estudiantiles. Contribuye a la
representación del estudiante como pícaro, quien tiene que luchar para sobrevivir. Concluye la
31
tipificación general indicando el atributo por excelencia de nuestro tipo al formular que “[u]n
estudiante sin guitarra es un cometa sin cola”. Así confirme la típica representación visual que
precede el artículo, lo que resulta en una unidad coherente entre las ilustraciones y el texto.
En la segunda parte del artículo, Vicente de la Fuente distingue entre varios subtipos
de estudiantes, según la facultad a que pertenece. Contraste sobre todo el “Filósofo” y el
“Legista” con el “Teólogo” y el “Canonista”, o sea los que optan por la ideología liberal y
progresiva con los que favorecen el conservadurismo de la Iglesia. Según de la Fuente,
aquellos son mal educados, perezosos y solapados mientras que estos son modestos y
laborioso, aunque reconoce que antes sí había legistas decentes, que usaban la corbata y la
sotana “a lo teólogo” (1843: 234). En otras palabras, reaparece el tema de la ropa como rasgo
externo que permite determinar el carácter de él que la lleva. De nuevo exclama el profundo
desengaño que siente por los hábitos ajenos:
En el día la nueva generación jurista, que no alcanzo los manteos, procura revocar lo mejor
posible la fachada esterior de sus individuos, y los hay, ¡ó tiempos! ¡ó costumbres! que gastan
corsé y visten por figurín. (1843: 235)
Al otro lado, los que optaban para estudios religiosos se dejaban desanimar y muchos
abandonaban la carrera, desanimado por las reforma liberales en detrimento de la Iglesia, para
matricularse de nuevo en otra facultad. El debilitamiento de la Iglesia ya ha avanzado tanto en
el momento de escribir que confiesa que “ya no hay quien estudie teología” y más aún la
facultad de Derecho Canónico ya no existe (1843:233).
El artículo termina con el subtipo del “Estudiante de la Tuna”, que designa más bien
un modo de vivir que una facultad determinada. Además se trata aquí de un fenómeno típico y
puramente español, que, según el autor, “para sí solo merecía un artículo” (1843: 235-236).
Como ya vimos, esto ya había ocurrido, entre otros mediante una publicación suya y otra por
Arias Jirón en el Semanario Pintoresco Español, cuando se publicó el primer tomo de Los
Españoles pintados por sí mismos en 1843. En el caso que estamos analizando aquí, se limita
a describir el tuno en términos generales recurriendo a imágenes antiguas como podemos leer
en el siguiente fragmento:
Decían los antiguos que no había juglar sin trovador y también el Estudiante de la tuna reuna
ambas cualidades, y se ejercita en improvisar sin perjuicio de su inmenso repuesto de
canciones de circunstancias sembradas de alusivos latinajos. (1843: 236)
32
El tuno no solo es pícaro sino que también una especie de trovador medieval que ofrece sus
servicios al pueblo a cambio de una limosna, lo que podemos deducir de una tercera
ilustración, que representa un tuno debajo de una ventana pidiendo limosna a una señora
(véase anexo 3). Por consiguiente queda claro que el autor quiere representar al estudiante
español como un arquetipo archiconocido. En suma podemos concluir que De la Fuente
polariza en este artículo a los estudiantes por motivos propios, relacionados al ambiente
político de la época. No hay variación en su universo estudiantil sino que hace una división
maniquea. En segundo lugar exalta el fenómeno típico español de la tuna como el modelo por
excelencia, destacando así el carácter tradicional de la nación. Este aspecto se subraya
mediante todos los elementos paratextuales, como las ilustraciones. En este caso admitimos
que Vicente de la Fuente crea una imagen muy conservadora del estudiante pero a la vez
tenemos en cuenta los textos que ya hemos analizado. Hasta aquí nos parece que la diferencia
estilística entre el periódico y las grandes colecciones costumbristas ya está notable. Para
probar esta teoría, analizaremos un artículo más de nuestro aragonés.
B. El Colegial por Vicente de la Fuente (en Los españoles pintados por sí mismos)
El Colegial figura como en el tomo segundo como tipo decimotercero y difiere
considerablemente del artículo que acabamos de analizar. Nuestro autor describe en este caso
un tipo que en el momento de escribir ya no existe ya que los colegios han sido suprimidos
por el gobierno. Sin embargo, los colegios tienen una larga tradición en España, lo que
destaca este artículo del Estudiante, que tiene equivalentes en otros países europeos. Los
colegios mayores y menores, institutos de enseñanza ligados a universidades, fueron
frecuentemente fundados por órdenes religiosos y ofrecían una carrera académica a hijos de
familias distinguidas. Sin embargo, el propio De la fuente confiesa que muchos de estos
colegios no contaban con suficientes estudiantes así que el gobierno decidió reducir el número
de colegios hasta la extinción de este instituto típicamente español.
Exactamente como El Estudiante, y todos los otros tipos de Los Españoles Pintados
por Sí Mismos, nos enfrentamos en primer lugar con una representación visual del tipo
descrito (véase anexo 4). El Colegial se viste de una manera específica y bastante diferente
del traje del tuno, o sea aquel lleva birrete, beca y cuello alto, usa guantes, tiene papeles en la
mano en vez de una guitarra y su manteo aún llega hasta el suelo, lo que le da al colegial un
aspecto formal y sobre todo eclesiástico, lo que confirme, como veremos, la descripción de
33
este tipo en el artículo. Además vemos de nuevo una escena adicional al inicio del texto que
representa dos colegiales discutiendo al pie de una colina, sobre la cual una ciudad medieval
está asentada (véase anexo 5). La escena está flanqueada por dos angelitos que también llevan
birretes, lo que añade un aspecto divino a nuestro colegial. Por consiguiente, ya podemos
concluir que la representación del estudiante difiere mucho de la del colegial, o sea hay un
contraste entre el tuno profano y el colegial con su apariencia religiosa.
En la introducción del Colegial, sentimos ya en las primeras frases una crítica ligera
contra el ambiente político del siglo XIX:
Para que haya Colegiales preciso es que haya colegios, (¡quien lo duda!) y para que haya
colegios es necesario que haya Colegiales. Esto parece indudable por la regla de los
correlativos, y seguramente lo calificaremos como tal, si en esta tierra de garbanzos, donde
tres y dos no son cinco, pudiera haber cosa cierta. (1844: 113)
De la Fuente quiere empezar situando el tipo que va a describir pero tiene que admitir que la
situación actual le impide hacerlo. En lo que sigue a este fragmento explica que los colegios
tienen una larga tradición, refiriendo a personajes ilustres de la historia española, como el
arzobispo Gil de Albornoz y el cardenal Cisneros, pero señala que han sido reemplazados por
otras formas de enseñanza como los institutos y liceos. De nuevo destacamos claramente el
tono antiliberal cuando refiere al gobierno como “la generación actual con su ilustración y su
jamancia” que “de un papirotazo echó abajo conventos, capellanías, mayorazgos y colegios, y
hasta los seminarios han quedado en el aire, como el alma de Garibay” (1844: 104). Contrasta
las ideas ilustradas del liberalismo con las insurrecciones que hubo en España, entre otros la
de Barcelona del año 1843, como consecuencia de la inestabilidad política del país. De la
Fuente se enfrente a un acontecimiento histórico, que intenta reformar el orden establecido, y
se siente totalmente impotente a lo que sucede.
Sin embargo, en las otras partes del texto el escritor se limita a la presentación de la
evolución de un niño a un adolescente mediante la descripción de las diferentes etapas de su
vida escolar. La primera etapa va precedido por un epígrafe que dice “[a]b initio et ante
saecula…” (1844: 104). Esta cita bíblica proviene del Libro de la Sabiduría de Jesús ben Sira
y anuncia el tipo de una manera exagerada, como si fuera el primer colegial del mundo. El
autor se da cuenta de este efecto y explica explícitamente al lector que su objetivo es describir
el camino del joven colegial ab ovo, o sea a partir de su nacimiento hasta el último año de sus
estudios. Luego empieza el relato mismo de esta manera “[e]rase pues un muchacho nacido a
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más de un legua del Colegio mayor, y por tanto predestinado por su madre para Colegial”
(1844: 115). El autor indica que los que nacieron en la vecindad inmediata de un colegio no
pudieron matricularse en este colegio, o sea el acceso a un colegio fue limitado a jóvenes
provenientes de otras poblaciones. Sin embargo, aprendemos que cada niño que quiere entrar
en un colegio tiene que asistir a una forma de enseñanza básica, por ejemplo en una Escuela
Pía. El autor compara los niños que entran en estas escuelas como un porto cerril que está
llevado al picadero (1844: 115). En otras palabras, De la Fuente subraya el papel de la
disciplina como un elemento clave en la educación del joven que quiere hacerse colegial y
además hace falta que toman distancia de los padres y del hogar seguro. En el siguiente pasaje
notamos claramente el tono moralizador, que es típico del costumbrismo:
De este modo principio a sentir los goces y privaciones de la vida colegial que para un niño
criado entre el mimo y el regalo tiene más de las segundas. Levantarse temprano, hacer las
cuatro comidas, a golpe de campana y casi siempre de una misma clase de alimentos, pasar
largas horas sobre el libro y en el más profundo silencio, y en seguida cinco en la clase,
constituyen una vida enteramente contraria a la que había tenido hasta entonces en su casa.
(1844: 115)
Para ser un buen colegial, hace falta una educación espartana, lejos de la casa paterna. Sin
embargo, admite que el joven estudiante no solo aprende trabajar y obedecer sino que también
empieza a desarrollar “cierta inclinación a la holganza, a la cual diz, que somos muy
propensos los españoles” (1844: 116). De la Fuente refiere aquí explícitamente a la imagen
estereotípica que existe de los españoles, y sobre todo en la literatura extranjera de la época.
Termina el primer episodio con una escena en casa del colegialito el día de cumpleaños de su
mamá. Al recitar la fábula de la mona del escritor español Félix María Samaniego, arroja el
chico unas nueces a su hermana, expresando así el contenido de la fábula, lo que resulta en la
decisión de la mamá de sacarle de la escuela de los Escolapios y enviarle a un seminario
conciliar.
De nuevo introduce la nueva etapa en la vida del futuro estudiante mediante dos
fragmentos: “Cadit in Scyllam, etc. Por huir de la sartén cayó en las ascuas” (1844:117).
Como vemos, se trata en este caso de un contraste entre una cita de un texto culto, la epopeya
griega Ulises de Homero, y un refrán popular. Lo única cosa que comparten es su significado,
o sea mediante la yuxtaposición de estos dos fragmentos anuncia el tono general del episodio
en el seminario. La vida allí es aún más dura y los clérigos son más severos lo que significa
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que nuestro colegialito tiene que adaptarse y poco a poco se va alcanzando la madurez. El
primer paso en su transformación es el cambio de ropa cuando entra en el seminario, que
según el escritor son el símbolo exterior de humildad y modestia (1844: 117). No solo los
maestros pero también los alumnos mayores ponen a prueba dura la paciencia del seminarista
nuevo. En una escena en que accidentalmente quiebra un farol a causa de una travesura de los
otros seminaristas, está cogido en flagrante por uno de los maestros, a quien los seminaristas
dan el nombre de pasante:
La presencia del pasante causó en aquella reunión una escena muda parecida a la del casero en
la casa de Tócame Roque: cada uno se guarece en su madriguera. […] Una avalancha trae
otra, (palabras del Han de Islandia) y una broma trae otra en pos de sí. El pobre novato que
tuvo la debilidad de acusar el bizco hubo de purgar bien pronto su pecado, a la manera que
Sancho por no pagar en la venta. (1844: 119)
Llama la atención que el autor hace gran uso de la intertextualidad, con la que no solo
demuestra que es un hombre erudito, quien conoce muy bien la literatura más importante de la
época, sino que también da así cierta vivacidad a la escena descrita. Por ejemplo, la
comparación del pasante con un personaje del sainete La Petra y la Juana o el buen casero
del dramaturgo madrileño Ramón de la Cruz y la evocación del castigo de Sancho Panza
provoca un efecto cómico. Queremos añadir a esto que no solo recurre a textos literarios sino
que también integra muchos refranes populares, como “Al que no quiera caldo taza y media:
así dice un piadoso refrán castellano” (1843: 117) y “Al cabo de los años mil, van las aguas
por donde solían ir” (1843: 123), que representan la sabiduría popular y que mantienen el
texto en equilibrio entre lo culto y lo folclórico.
La última parte del texto incluye el punto culminante de la carrera del colegial, o sea
los años en el colegio mismo, y significa un último cambio de uniforme, a saber el manteo
notorio. El narrador distingue entre una nueva y una antigua manera de llevar esta prenda pero
exprime claramente su preferencia por la forma tradicional de este uniforme. Finalmente llega
a su conclusión y repite su nostalgia por el pasado, indicando que el artículo podría servir
como documento histórico y hasta cierto punto podemos aceptar esta sugerencia del autor. El
colegial describe las diferentes etapas de la educación de un niño a principios del siglo XIX,
ya que suponemos que De la Fuente echa mano de su propia experiencia estudiantil. Por
consiguiente este artículo aún merece la pena ser leído.
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C. Los Estudiantes de Antaño por Don Francisco Fors de Casamayor (en Los Hombres
Españoles, Americanos y Lusitanos)
Para terminar nuestro análisis del tipo del estudiante en las colecciones costumbristas
en España, queremos mencionar el artículo Los Estudiantes de Antaño, escrito por Francisco
Fors de Casamayor y publicado en Los Hombres Españoles, Americanos y Lusitanos pintados
por sí mismos. Esta colección fue editada en Barcelona pero carece de fecha de publicación.
Sin embargo, María de los Ángeles Ayala señala que la obra data del año 18824 ya que se
anuncia la publicación del libro en el periódico El Consecuente el 13 de junio de 1882
(1993:166). En otras palabras, se trata aquí de una colección posterior a Los Españoles
Pintados por sí Mismos pero se anuncia como una variación más internacional de aquella,
incluyendo también a Hispanoamérica y Portugal. No obstante, según el estudio de Ángeles
Ayala en los artículos dedicados a España predomina claramente (1993: 169).
Sobre el autor catalán de Los Estudiantes de Antaño no sabemos mucho, salvo que
publicó un libro costumbrista sobre el macizo de Montserrat en el año 1867, en el que
describe a sí mismo como, entre otros, “abogado de los tribunales de la nación”, “caballero de
la flor de lis de Francia” y “socio profesor de la matritense” (1867: 3). Por consiguiente se
trata de nuevo de un escritor estudioso que pertenece al mundo académico y que escribe sobre
lo que conoce mejor. Queremos incluir este artículo porque nos ofrece un enfoque diferente,
comparado con los textos de De la Fuente, ya que se trata del punto de vista de un catalán que
escribe sobre la Universidad de Cervera en vez de la de Salamanca o Alcalá. Como podemos
leer en la siguiente cita, el punto de partida es lo mismo, a saber la nostalgia por las
costumbres estudiantiles:
¡Yo te saludo, divertida pléyade hopalandista, a que pertenecí por los años 1825-1833! ¡Yo te
saludo con fruición, y consigno en las páginas de este libro un vivo recuerdo de tus picarescas
hazañas, en las cuales cúpome no pequeña parte de gloria! ¡Viejo como soy, sientome
rejuvenecer al echar una mirada retrospectiva a aquellos serenos días, contados por otros
tantos lances y travesuras, encubiertas entre los plieges de la vieja sotana y el manteo! (sin
año: 321).
El escritor se dirige directamente a los estudiantes y exprime a la vez su simpatía con este
grupo. De nuevo destacamos la tendencia de asociar nuestro tipo con, por un lado el pícaro y
por otro lado con el mundo del clérigo y sus típicos uniformes. Este último elemento se refleja
también en la ilustración que acompaña este texto (véase anexo 6). Vemos una escena
4
Hendrix estima que fue ‘somewhere near 1881, if one may judge from the dates of the illustrations’ (1933:
217), lo que corrobora el planteamiento de De los Ángeles Ayala.
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artificial en que un estudiante posa como si fuera dialogando con el espectador mientras que
en el fondo unos están conversando y otro está leyendo plácidamente. Su apariencia coincide
con la descripción que nos ofrece el narrador del texto:
Se le llamaba al sastre, se le confeccionaba el manteo y la sotana, se le compraba el tricúspide,
se le proveía del eclesiástico alzacuello, de las necesarias medias de lana negra, de los zapatos
de doble suela, con lazo o con hebilla, y hete aquí uniformado por completo al novel
estudiante de Cervarie Lacetanorum. (sin año: 323)
Podemos deducir por el uso del pretérito imperfecto simple que se trata de una costumbre en
el pasado, que corrobora el motivo de la redacción de este artículo. Además menciona que el
espacio donde sitúa su tipo, o sea la Universidad de Cervera, ya no existe y que solo “crece en
ellos la yerba y reina el más sepulcral silencio” (sin año: 325). Una página más adelante
nuestro catalán se acuerde de los alumni ilustres que ha dado la Universidad de Cervera, los
placeres de la vida estudiantil, como las novatadas, las excursiones furtivas durante las horas
de estudio obligatorio, las visitas inevitables a los cafés para beber y apostar, el juego sensual
de la seducción de las bellas locales y, naturalmente, la tradición de la tuna (sin año: 326-331)
Hasta aquí se destaca por enésima vez la preocupación por la pérdida de las antiguas
costumbres y las reformas liberales. Sin embargo, don Francisco expresa en determinadas
partes del texto abiertamente su desprecio por el absolutismo de los Borbones, que remonta al
inicio de esta dinastía monárquica en el siglo XVIII. Tenemos que darnos cuenta de las
represalias duras contra, entre otros, los catalanes tras la Guerra de Sucesión a principios del
siglo XVIII, como consecuencia del apoyo catalán al enemigo austriaco del pretendiente
borbónico. Además, Casamayor nos informa que la ciudad de Cervera fue uno de las pocas
que apoyaba al príncipe francés, quien dio a los ciudadanos de esta ciudad el apodo butiflers
(sin año: 324). Otra consecuencia fue que el nuevo rey Felipe V cerró todas las universidades
catalanes e hizo de Cervera el centro académico de Cataluña. De ahí Casamayor empieza
poco a poco a cambiar el tono de su artículo, o sea de la pura nostalgia por el pasado hacia
una crítica dura contra la política fallida de los Borbones a lo largo de los siglos precedentes
al momento de escribir el artículo. Por ejemplo, describe el ambiente general a principios de
un año académico cuando se mostraba la bandera de la ciudad durante la ceremonia inaugural:
La vista de aquel estandarte, signo de tiráncia esclavitud, no podia menos de despertar tristes
recuerdos en la memoria de muchisimos estudiantes catalanes, especialmente en los que
procedian de Barcelona, y de avivar el sagrado fuego de la libertad que ya en secreto ardia en
sus juveniles pechos. (sin año: 330)
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Destacamos aquí el deseo general de los catalanes de sacudir el yugo borbónico y conseguir la
libertad del territorio catalán. Además de eso Casamayor refiere también a los abusos contra
los estudiantes catalanes durante la Década Ominosa cuando escribe que en la Universidad no
hubo “más que ideas absolutistas y requisitorias, procedimientos inquisitoriales,
especialmente contra aquellos estudiantes que procedían de grandes poblaciones […]” (sin
año: 327). Por consiguiente, este texto se vuelve de repente relevante para nosotros hoy en día
ya que la discusión sobre la independencia de Cataluña se ha abierta de nuevo mediante un
referéndum previsto para noviembre de 2014. Vemos aquí que las relaciones difíciles entre
por un lado los catalanes y por otro lado la monarquía borbónica y el gobierno centralizado en
Madrid se deben a un proceso histórico que se remonta a tiempos lejanos.
Hacia el final del texto el autor matiza su punto de vista expresando su desprecio hacia
algunos catedráticos carlistas de la universidad. Explica que estos profesores, y sobre el vicecancelario Bartolomé Torrebadella, les amargaron la vida a sus estudiantes tras la reapertura5
de la universidad por la reina María Cristina, quien actuaba como regente en nombre de su
hija Isabel II. Dicho de otro modo, hubo un conflicto entre los catedráticos carlistas, quienes
son por definición antiliberal, muy conservador y sobre todo contra la posibilidad de una
mujer en el trono español, y los estudiantes, quienes querían agradecer a la reina María
Cristina. Menciona, por ejemplo, la vigilancia rigurosa sobre la apariencia correcta, o sea en
este caso tradicional, del uniforme:
Queriendo conservar con todo rigor el reglamentario traje, se hacia comparecer a casa del
vice-cancelario, a cuantos en vez del alzacuello eclesiástico usaban corbatin, a los que
calzaban botas en vez de zapato con lazo o hebilla, a los que llevaban sortijas en los dedos, y
por último, se verificó una terrible razzia dentro de algunas aulas, dónde penetró el juez
universitario acompañado de los bedeles y de un alguacil armado de descomunales tijeras, con
las cuales, de órden de aquel, cortó sin atender recurso ni razón alguna, cuantos pantalones de
los estudiantes asomaban por debajo la sotana. (sin año: 333-334)
La descripción del proceso de controlar a los estudiantes nos hace pensar, exactamente como
en El Estudiante de De la Fuente (véase supra), en las escenas en las calles madrileñas
durante las reformas del marqués de Esquilache. Se presenta esta escena como si la historia se
repitiera aunque en este caso se trata más bien de conservar el antiguo uniforme mientras que
en el siglo XVIII fue al revés. Se nota que el autor está dispuesto a aceptar, hasta cierto punto,
las innovaciones de la nueva generación. Aunque él mismo llevaba alzacuello y zapatos con
hebilla, no le parece justo imponer reglas de una manera violente y humillante.
5
El autor nos informa que todas las universidades fueron cerradas entre enero de 1831 y el 7 de octubre de 1832.
(sin año: 333)
39
De ahí concluye su artículo de una manera llamativa y bastante diferente de los de De
la Fuente y, como veremos más adelante, los escritores de otros países europeos. La crítica
que ha construido a lo largo del texto termina en una acusación directa y dura hacia el Estado
y el gobierno de la época en que sitúa su tipo, o sea la primera mitad del siglo XIX. Explica
en las últimas líneas de Los Estudiante de Antaño como es la vida del estudiante, en este caso
un legista, tras obtener un título académico:
Inmarcesible gloria y prez le aguarda al novel abogado, si tiene la dicha de obtener por su
talento o por su suerte numerosa clientela. De no, habrá adquirido un título universitario para
perecer con él en la miseria, a no ser que haciéndose esclavo de la política, alcance, como
muchos, ser empleado mamon del presupuesto del Estado. (sin año: 337)
Expresa claramente su descontento con el entorno político de la España decimonónica, que
trunca las posibilidades de los jóvenes que salen de las universidades. Regresando a la
introducción del artículo, vemos un contraste entre sus sentimientos nostálgicos del pasado y
la conclusión pesimista al final. De repente, el autor describe el último día de un joven en la
universidad como “el más feliz de su vida” y escribe sobre Cervera que es “la ciudad del frío,
de las nieblas, de las escarchas y los hielos”, o sea un lugar terrible para un joven estudiante
(sin año: 337). Los Estudiantes de Antaño se puede leer como mero artículo costumbrista pero
tras nuestro análisis tenemos que indicar que hay un aspecto crítico hacia la política que es
más duro que en los artículos de De la Fuente. En suma ya podemos decir que la
reelaboración de un tipo no siempre implica la mera imitación de un modelo sino que existe la
posibilidad de variar de una manera propia y creativa.
3.2 Europa: imagen transnacional del estudiante
Tras esta larga disección de las características del estudiante español, nos parece valer la pena
mirar más allá de las fronteras nacionales. Como el costumbrismo no solo tenía éxito en
España y las colecciones por analogía con Los Españoles pintados por sí mismos eran muchas
en otros países europeos, queremos comparar las estrategias literarias y las imágenes
utilizadas en España con una selección de artículos extranjeros. Hemos optado por textos de
Reino Unido, Países Bajos y Bélgica, que serán comentados en este orden, pero por motivos
prácticos no incluimos artículos periodísticos en este trabajo.
40
3.2.1 The Collegian por A Bachelor of Arts (en Heads of the People: or Portraits of the
English)
Este articulo forma parte de la colección Heads of the People: or Portraits of the
English, que fue publicado por entregas a partir del año 1838 y que se considera como la
primera compilación de tipos nacionales en que una nación intenta definir la propia identidad
(Wezel: 1996, sin número). La obra se compone de dos volúmenes que juntos uno contienen
83 tipos diferentes, que varían de oficios generales como el juez, el boticario y el obispo a
tipos típicamente ingleses como el cockney, el tory y el whig. El artículo que nos toca aquí se
titula The Collegian, que nos hace pensar inmediatamente en El Colegial de Vicente de la
Fuente, aunque el contenido es totalmente diferente. Tenemos que darnos cuenta de las
diferencias entre la composición y funcionamiento de las universidades españoles e ingleses.
Por ejemplo, las universidades de Oxford y Cambridge se componen de varios colegios
independientes que han sido creados a lo largo de los siglos pasados. De ahí tenemos que
interpretar la palabra ‘collegian’ de una manera más general, o sea alguien que pertenece a
uno de estos colegios ligados a una universidad inglesa. En cuanto al autor, quien esconde su
nombre real mediante un seudónimo, no podemos decir nada más que solo escribió un
artículo más para esta colección, titulado The Dowager.
En primer lugar queremos analizar brevemente los elementos paratextuales, o sea las
ilustraciones (véase anexo 7). En este caso solo vemos una sola representación del estudiante
pero llama inmediatamente la atención que hay una gran diferencia entre España y Reino
Unido. El joven se distingue de su colega castellano por su birrete, que tiene un panel
cuadrado con una borla más pequeña y que todavía es la forma típica del birrete en los países
anglosajones. Además lleva una caña de cerveza en la mano, lo que subraya el amor del
estudiante a los bares y al ocio en general. Esto se contrasta con la cita debajo de la ilustración
que dice: “Ibam ad collegium, ad capiendum ingenii cultum”, o sea el estudiante va a la
universidad para aumentar sus conocimientos pero esto no le impide ir de fiesta de cuando en
cuando. En suma, se representa al estudiante ingles de una manera más natural que el
estudiante español, sin nostalgia al pasado.
El artículo mismo tiene una estructura relativamente sencilla. El narrador empieza con
una exaltación de la vida del estudiante y la importancia de esta etapa en la vida del hombre.
Según él, “[i]t is the beginning of manhood – of liberty – of eagle-eyed independence”
(1841:199), o sea la transformación del niño en un hombre. Además invoca al lector,
rompiendo así la cuarta pared, y le ruega recordar los sentimientos de esta etapa agradable de
la vida:
41
Can you not recollect, reader, the delight of feeling for the first time that you were master of
your own actions; that all around you was under control […] that you could have breakfast
when you chose; put in as much tea as you liked; have your own little cellar of wine; your own
friends; run up what bills you pleased; and were scores of miles from parents, guardians,
aunts, and friends of the family? (1842:199)
Esta larga pregunta retórica subraya la asociación de la carrera académica con la libertad y la
ausencia de la autoridad paternal y constituye así la premisa que determinara el resto del
texto, en que el narrador da varios ejemplos de diferentes tipos de estudiantes y la manera en
que manejan esta libertad recientemente lograda.
Llama ‘Lord Leatherhead’ al representante de la primera clase de estudiantes, que se
compone de los hijos de la aristocracia que tienen todos los recursos necesarios para vivir una
vida agradable en la universidad. Lord Leatherhead ha llevado su perro, un criado y un tutor a
la universidad, tiene muchos amigos y casi nunca va a las clases ya que siempre está haciendo
otra cosa que le parece más placentera, como cazar, frecuentar los bares, seducir a las chicas o
apostar con sus amigos. El narrador contrasta la vida distraída de Lord Leatherhead con los
esfuerzos incesantes del pobre John Smith. Como él estudia con beca, no puede darse el lujo
de no asistir a las clases sino que estudia cada día sin salir de su buhardilla ni hacer amigos
para poder mejorarse en la vida. Sin embargo, el narrador señala que no se debe admirar a los
John Smith de la sociedad: “Poor John Smith! He gets his reward! He is senior wrangler at
last, and has ruined his health forever!” (1842: 203), o sea no ha adquirido la experiencia
social que es tan necesaria en la vida del hombre. Dicho de otro modo, tanto Lord
Leatherhead como John Smith son extremos del espectro estudiantil.
En los párrafos que siguen a estos dos tipos, el narrador introduce tres representantes
más de otras clases de estudiantes. Se trata de Bob Jones, el estudiante deportista que vive una
vida parecida a la de Leatherhead pero sin los recursos necesarios, Charles Fluent, el liberal, y
Henry Muddle, el romántico. Sobre todo los dos últimos sufren una crítica muy severa del
narrador, quien juzga que aquel es un joven que ha entendido mal la política y que este
siempre habla en clave y no sabe escribir poesía de alta calidad. Sin embargo, todos los tipos
participan en una sociedad de debate, un fenómeno que es típico de la cultura inglesa.
Constituye una parte muy importante del proceso educativo ya que todo el sistema político del
Reino Unido está basado en el debatir contra la oposición. Aunque los estudiantes descritos
tienen sus propias ocupaciones y prioridades, sienten toda la necesidad de manifestar sus
opiniones.
42
Finalmente el narrador contraste todos los personajes precedentes con un quinto tipo,
que es totalmente neutro y que hace totalmente nada, o en las palabras del Bachelor of Arts él
es “virtually a nonentity. His three years and a half are one monotonous routine of
nothingism; […]” (1842: 207). En otras palabras, no importa si eres un Leatherhead, un John
Smith o un Henry Muddle, lo que importa es que los estudiantes tienen una experiencia
inolvidable que les cambiara la vida. Por consiguiente no debe sorprender que el artículo
terminara con un llamamiento a los lectores: “Hurrah! Then for the Collegians! What would
man be that he cannot learn to be at college? Are you young, friend reader? - Go to college,
and learn such wisdom as has inspired these pages? Are you a parent?- send your sons there.”
(1842: 207). Naturalmente tenemos que añadir que este consejo no se dirige a cualquier
adolescente ya que estudiar en los colegios solo era posible para los hijos de la alta sociedad o
para ellos que tenían la suerte de conseguir una beca. En suma podemos concluir que The
Collegian es un artículo que inclina más al verdadero cuadro de costumbres por el moral
fuerte que está presente a lo largo de los párrafos y la ausencia de escenas con acción. Aunque
el énfasis está en la categorización de los diferentes tipos, el narrador insiste en la cultura del
debate público que une a los estudiantes.
3.2.2 L’étudiant en droit por Emile de la Bédolièrre (en Les Français peints par eux-mêmes:
encyclopédie du dix-neuvième siècle)
Como ya mencionamos, Francia esta conocida por sus numerosas fisiologías pero
porque la producción de este tipo de literatura costumbrista no tuve el mismo éxito en el resto
de Europa, hemos escogido este artículo, que proviene del primer tomo de la serie Les
français peints par eux-mêmes, que se compone de cuatro tomos que fueron publicados
durante el período 1840-1842. La colección focaliza sobre todo los tipos de la capital, París,
aunque hay un tomo aparte, reservado totalmente a los tipos del campo. Cabe añadir que el
escritor famoso, Honoré de Balzac, contribuye dos artículos, a saber el primero del primer
tomo L’épicier y el primer del tercer tomo, Monographie du rentier. Esto no debe sorprender
ya que la obra maestra de Balzac, La comédie humaine, en que también intenta reflejar la
sociedad francesa de la época. En este apartado queremos comentar brevemente el artículo
L’étudiant en droit, escrito por Emile de la Bédollièrre.
En primer lugar, llama la atención la abundancia de ilustraciones que acompañan este
texto (véase anexo 8, 9 y 11). El estudiante francés se viste de una manera sencilla, fuma en
pipa, lleva barba y tiene el pelo medio largo. Esta representación está confirmado por el texto
mismo en que el narrador comenta que su peinado se parece a lo de un jacobino y que el
43
accesorio obligatorio del estudiante es la pipa (1840:19). En seguida vemos, a analogía con
los textos parecidos aquí analizados, una escena de una fiesta al inicio del artículo mientras
que al final vemos a una chica que enciende la pipa de un joven. Destacamos un impulso
fuerte a una determinada representación visual del tipo descrito. El ilustrador insiste sobre
todo en las actividades típicas del estudiante como la fiesta y la seducción de mujeres, lo que
vemos en casi todos los ejemplos de los cuadros de costumbres mencionados en este trabajo.
Más aún, en este artículo se le denomina con el término de bambocheur, o sea un fiestero o
calavera, y hasta agrega unas pentagramas sobre las cuales está escrita una de sus canciones
(véase anexo 10). La integración de notas musicales en el texto refuerza una vez más la
imagen que el escritor quiere crear, o sea la de un hedonista.
Si leemos las primeras líneas del artículo mismo, llama la atención el tono pesimista
sobre la facultad del Derecho:
Un jeune homme sort du collège. Il a passé son examen de bachelier ès-lettres, après avoir fait
ce qu'on appelle ses études; c'est-à-dire que dix ans de travaux l'ont rendu capable d'expliquer,
à l'aide de bons dictionnaires, Cornelius Nepos et les fables d'Ésope. Son père et sa mère, assis
au coin du feu, délibèrent sur la destinée ultérieure de leur fils unique. “Il faut qu'il fasse son
droit.” dit le père d'un ton grave et doctoral, “C'est le complément indispensable de
l'éducation. Le titre d'avocat mène à tout.” O bourgeois candide et patriarchal! Le titre d'avocat
ne mène à rien! Où vont ces milliers d'élèves qui s'asseyent chaque année sur les bancs de
l'école de droit? Sont ils tous pourvus d'emplois honorables et lucratifs? Les voit-on primer au
barreau ou dans la magistrature? Hélas! Non, la majorité ne met jamais le pied au palais.
(1840: 17)
Sin embargo tenemos que interpretar este fragmento de una manera satírica ya que leemos al
final que el escritor mismo es abogado y a la vez también periodista. De la Bédollièrre puede
decir que el estudio de la jurisprudencia no lleva a nada porque lo sabe. De hecho, fue uno de
los traductores más laboriosos de su época, especializándose en literatura anglosajona.
Explica que al legista le gusta estudiar un panorama entero de temas culturales, como la
pintura, la filosofía, la política y la literatura, de la cual admira sobre todo la obra de Georges
Sand, Victor Hugo e incluso Honoré de Balzac (1840: 20). El narrador indica que su tipo
también lee los cuadros de costumbres lo que provoca un ligero efecto cómico ya que el
legista descrito es protagonista de tal cuadro de costumbres.
En los últimos párrafos leemos las preferencias políticas, que según el narrador son
exageradas, los talentos musicales y poéticos del estudiante y finalmente la parte práctica de
su formación como estudiante de prácticas en los tribunales. Con relación a este último
comentario, el narrador pasa a sus deseos para el futuro del legista, que contiene la repetición
de su comentario satírico de antes:
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Maintenant que notre étudiant a pris son essor et qu’i la secoué complétement la
poudre des écoles, nous lui souhaitons des succès judicaires, un clientèle interminable,
puisse-t’il n’être pas obligé, après d’infructueuses tentatives, de se faire journaliste ou
de s’engager dans les hussards. (1840: 24)
De la Bédollièrre se burla de una forma irónica de sí mismo, al hablar sobre la profesión del
periodista como si fuera una opción ridícula. Sin embargo, ya hemos visto un comentario
comparable el artículo de Fors Casamayor (véase supra). Por consiguiente podemos concluir
que debe haber sido realmente así que la mayoría de los legistas no necesariamente terminaba
en los tribunales como abogado o magistrado, lo que todavía hoy en día se observa. En
resumidas cuentas, L’étudiant en droit es un artículo ingenioso con un tono satírico dirigido a
la jurisprudencia, que está dominada por un grupo selecto de personas. La parodia se dirige
parcialmente también al autor mismo, quien, cuando joven, estaba llena de grandes
expectativas de su carrera profesional pero que tenía que cambiar de rumbo. En esta
perspectiva podemos atribuir cierta moraleja al texto, que aconseja a los futuros legistas no
considerar natural el éxito.
3.2.3 De Student por Een Oud Student (en Nederlanders door Nederlanders geschetst)
Los holandeses también hicieron su interpretación del tipo de libro puesto en boga por
los ingleses mediante dos colecciones diferentes, a saber De Nederlanden, Karakterschetsen,
kleederdragten, houding en voorkomen van verschillende standen, publicado en 1841 y
enfocándose sobre todo en tipos rurales del país entero con referencias a ciudades y pueblos
concretos, y Nederlanders door Nederlanders Geschetst, publicado en 1842 y con tipos más
generales que pertenecen más bien a la vida en las grandes ciudades como Ámsterdam. El
artículo De Student está redactado por un escritor anónimo quien toma el seudónimo de ‘een
oud student’, por analogía con el artículo que acabamos de comentar. En cuanto a la
representación gráfica vemos la imagen de un estudiante que está posando con una pipa en la
boca, su libro debajo del brazo y un bastón en la mano (véase anexo 12). Además lleva un
tipo de gorra que aún hoy en día forma parte del uniforme de algunas organizaciones
estudiantiles. En suma es una representación más modesta que entra en contraste con la
escena que encabeza el texto mismo, en que vemos un bacanal de estudiantes en un bar donde
unos están jugando al billar mientras que están en el suelo por haber bebido demasiado. Sin
45
embargo si consideramos la estructura y el contenido de De Student, tenemos que concluir
que se trata de una copia de The Collegian.
En la introducción del texto holandés notamos la misma moraleja que hallamos en la
variante inglesa:
[…] want veel zoets was er de onbepaalde vrijheid, aan de voeten der Muzen, onder de
vleugelen der vriendschap. […] dan beklaag ik den jammerklager, die nooit in dien
studententijd de voorbereidingssschool tot eene maatschappelijke werkdadigheid zag; […]
Ongebruikt liet hij de beste gelegenheid tot het opdoen van wereld- en menschenkennis
voorbijgaan. Want voorwaar, daartoe is er geene betere dan juist het verkeer aan de
Hoogeschool. (1842:175-176)
De nuevo refiere a los valores esenciales como la libertad, la amistad y la adquisición de
conocimientos intelectuales, que los jóvenes tienen que aprender. En los demás párrafos nos
indica varios estudiantes como si el lector se encontrara cara a cara con estos jóvenes. No
obstante, todos los estudiantes que vemos son estudiantes malos ya que este se deja tentar
demasiado fácilmente a los placeres de la vida, ese es un parásito y aquel es un zalamero
(1842: 176-178). A pesar de la introducción exultante de la vida del estudiante, el narrador
propone una imagen muy negativa de nuestro tipo indicando nada más que defectos y
cualidades malas. El artículo es una larga enumeración de adolescentes sin vocación, la cual
se puede deducir de sus caras y su aire general. Tenemos que esperar hasta el final del texto
para la introducción del estudiante verdadero, un “jongeling, wiens open gelaat, wiens
denkend voorhoofd u dadelijk redes voor hem innemen” (1842:181). No obstante, esto es
todo lo que nos comunica el narrador sobre el modelo que la juventud holandesa tiene que
seguir. Para sintetizar en pocas líneas, constatamos que De Student se parece mucho al
artículo inglés que acabamos de citar. Como René Wezel señala, no debe sorprender que
hubiera estos tipos de reelaboraciones de obras extranjeras (1991:4). Además podemos indicar
que la ilustración holandesa se parece a la francesa por la misma posición del personaje y la
presencia de una pipa sencilla mientras que el bastón y el libro son adiciones originales del
artista holandés. Al otro lado, la escena que encabeza la primera página refiere al artículo
belga que comentaremos más adelante, o sea vemos una red entera de interferencias entre los
diferentes textos divulgados por toda Europa. Sin embargo, en este caso podemos hablar más
bien de la imitación seca en vez de una variante creativa.
46
3.2.4 L’étudiant de Louvain por Firmin Lebrun (en Les Belges peints par eux-mêmes)
Para terminar el apartado del análisis textual, queremos comentar la variante belga
del estudiante, titulada L’étudiant de Louvain. La colección Les Belges peints par eux mêmes
fue publicada como tal en el año 1839 en Bruselas, aunque Valérie Stienon señala que la obra
ya fue disponible por entregas a partir de 1838, o sea antes de la publicación de la obra
francesa Les Français peints par eux-mêmes (2012: 112-113). Dicho de otro modo, la
representación de los tipos belgas será más bien influenciada por los escritores ingleses, a
través de la traducción francesa de Heads of the people, que por los escritores franceses.
Como ya vimos, la influencia internacional era grande y por consiguiente tenemos que estar
siempre alertas cuando leemos este tipo de literatura. No obstante, Les Belges peints par euxmêmes es un proyecto particular por varias razones. En primer lugar se trata de una auto
identificación de la nación más joven de la época ya que Bélgica logro independizarse de
Holanda en el año 1830. De ahí forma un paso importante en el proceso de definir a sí mismo.
En segundo lugar tenemos que darnos cuenta de que la realización de le obra se deba a la
participación de hombres de distintas sectores de la sociedad. Stiénon distingue entre tres
secciones, a saber la de los estudiosos y políticos, los periodistas y los libreros editores, y
además señala que el grupo de escritores contaba con hombres de varias generaciones
(2012:115). En otras palabras, la colectividad belga era bastante heterogénea, lo que tenía un
efecto en el resultado final de Les Belges Peints par eux-mêmes.
Así las cosas, nos queda el análisis mismo de nuestro tipo, el estudiante, y llama la
atención que de esta versión sí sabemos quién la ha redactado, a saber el periodista Firmin
Lebrun. No obstante, aparece ser uno de los muchos escritores olvidados, quien solo dejo
unos pocos textos, como el artículo que presentamos aquí pero también un libro, parecido al
proyecto de Mesonero Romanos, titulado Esquisses bruxelloises y publicado en 1843. El
hecho de que utiliza su nombre proprio indica la voluntad explícita de darse a conocer a su
público. Como acabamos de mencionar, el público ya conocía a la obra de Lebrun mediante la
edición sobre la capital belga. En este aspecto tiene un estatus comparable a Vicente de la
Fuente, quien también era conocido en España antes de participar en el proyecto de Los
españoles pintados por sí mismos.
Otro aspecto llamativo es el título, que refiere directamente a la ciudad de Lovaina.
Aunque había más universidades en Bélgica durante esta época, por ejemplo las de Gante,
Lieja y Bruselas, es de conocimiento general que la de Lovaina tiene una presencia especial
por tener sus raíces en la universidad más antigua de Bélgica. Además, el escritor señala
claramente que quiere esbozar las costumbres estudiantiles de esta universidad antes de las
47
reformas tras la revolución de 1830 (1839: 49). En este aspecto, o sea la nostalgia por el
pasado y el remordimiento por las costumbres perdidas, destacamos de nuevo una semejanza
entre los textos de De la Fuente y Lebrun, aunque el caso belga carece de la crítica severa de
De la Fuente. El tono general está predominado por el recuerdo melancólico de la juventud
pasada:
Comme nous voguions, alors, à pleines voiles, sans boussole et sans but, sur un océan de
loisirs! Comme, devançant le progres social, nous mettions largement en pratique le pincipe
encore méconnu de la liberté en tout et pour tous! Comme nous amusions de tout! Comme
nous jouissons de tout, […] Comme nous vivions insoucieux de l’avenir! (1839: 50-51)
Como indica Stiénon, mediante el uso de la primera persona plural ‘nous’, el escritor se
incluye explícitamente en la historia y además apela a los sentimientos de lector para
compartir la melancolía que siente (2012:117).
La única crítica que podríamos indicar es cuando Lebrun afirma que Lovaina es una
ciudad monótona y rural, donde parece difícil divertirse:
Mais le moyen de de s’amuser à Louvain? C’est une ville si triste, si monotone! Et puis les
habitants, qui ont peut-être de bonnes raisons pour se défier des étudiants, sont si peu disposés
à les admettre au foyer domestique! Comment donc faire? (1839: 51)
No obstante, nuestro escritor bruselense dedica los paginas 51 hasta 54 a todos las opciones
que tiene el estudiante para distraerse, como la caza, la pesca, las ferias flamencas y
naturalmente la chicas de Lovaina. En contraste con estos placeres de la vida, termina con un
comentario sobre los estudios mismos. Como ya vimos en los textos de Vicente de la Fuente,
no era la costumbre frecuentar las clases ya que de hecho se compraba el diploma a finales del
año. Sin embargo indica que sí había una distinción entre los filólogos y los de Medicina por
un lado y los filósofos y legistas por otro lado, o sea entre respectivamente “bons sujets” y
“les amis du far niente” (1839:54). Su última preocupación es la costumbre de la tesina que
ha caído en desuso en la época de escribir. Lebrun explica que antes era la posibilidad de
mostrar las nuevas habilidades, aprendidas a lo largo de la carrera académica, pero después de
la revolución de 1830 era más común comprar la tesina ya escrita por pluma ajena, que en
estos días no provocaba dificultades. El narrador confiesa que él mismo brevemente formaba
parte de una asociación de escritores de tesinas y dice que “le métier n’est pas difficile, il ne
faut qu’un peu d’habitude, […] [l]a seule difficulté est tourner le phrases en latin; mais il
48
suffit d’un latin de cuisine” (1839:55). Dicho de otro modo, el arte de escribir una tesina se ha
reducido hasta un comercio. Finalmente Firmin Lebrun se despide de sus lectores mirando a
los estudiantes nuevos que pasan por la ciudad de Lovaina y que de nuevo le hacen pensar en
los días felices. Por consiguiente concluimos que L’étudiant de Louvain es un artículo
caracterizado sobre todo por elementos anecdóticos y nostálgicos. El objetivo es esbozar el
ambiente y las costumbres típicas de un tipo en una ciudad belga.
49
4. Conclusión
Esperamos que hemos contribuido algo a la discusión sobre los cuadros de costumbres
del siglo XIX. Vimos ampliamente como la imagen del imagen estudiante se construye, a
partir de los articulos publicados en el Semanario Pintoresco Español hasta los textos que
forman parte de las grandes colecciones costumbristas. Al final de nuestro viaje literario a
través de las universidades de España y Europa del siglo XIX podemos formular que hay
varias posibilidades de caracterizar al estudiante. Si comparamos lo que hemos visto en los
diferentes países, podemos indicar que en primer lugar hay algunos elementos que se repiten
cada vez. El estudiante, o más en particular la vida en la universidad en general, se considera
en cada país como una parte esencial de la vida humana, aunque se limita en la época a la
populación masculina de la clase media y clase alta, que es la más agradable porque carece de
preocupaciones. Hemos visto que los pasatiempos de los jóvenes son múltiples y que varían
en cada país, aunque el más auténtico y tradicional es la tuna en España. Hemos visto que casi
todos los países analizados enfocan a los estudiantes adinerados mientras que solo España
tiene un sistema único, en que incluso los estudiantes sin recursos, como por ejemplo el
huérfano Cándido en Los Estudiantes de la Tuna, pueden estudiar en una Universidad gracias
a sus actividades como tuno. Ligado a esto, hemos visto que la larga tradición del pícaro, que
es menos desarrollado en el resto de Europa, también determina el carácter particular del
estudiante en España.
Basándonos en el apartado sobre los textos españoles, podemos indicar una diferencia
modal entre los periódicos y las grandes colecciones. Es que el periódico permite una
elaboración más libre del tipo y más novelesco. Ya que las colaboraciones a periódicos como
el Semanario Pintoresco Español eran bastante variadas, había también más posibilidades
para los cuadros de costumbres mientras que el objetivo mayor de las grandes colecciones es
crear un enorme autorretrato. Esta diferencia se nota cuando por ejemplo comparamos Los
Estudiantes de la Tuna de J. Arias Jirón con El estudiante de Vicente de la Fuente. Aunque
ambos textos narran sobre el mismo tema, vemos que aquel texto es más novelesco y
divertido mientras que este se limita más bien a la observación y la descripción. En otras
palabras, se trata de una diferencia entre mimesis y diégesis. También queremos indicar la
variedad entre los elementos paratextuales, o sea los aguafuertes. Llama la atención que sobre
todo las imágenes extranjeras forman una unidad entre sí mismos ya que siempre vuelven los
mismos elementos iconográficos, mientras que los grabados españoles recuren más a la
50
representación de lo auténtico y lo idealizado. Sin embargo siempre están en harmonía con el
texto, complementando la descripción textual.
En suma concluimos que queda importante investigar este género literario intrigante.
Solo hemos analizado la punta del iceberg y por consiguiente aún hay muchos otros tipos y
artículos que analizar. Además, la producción de los textos costumbristas no solo se limita al
siglo XIX sino que también disponemos de ejemplos del siglo siguiente y por consiguiente
podría ser interesante hacer una comparación histórica de tipos.
51
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52
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3/5/2014]
54
6. Anexos
1. Grabado del artículo El estudiante
55
2. Grabado del artículo El estudiante
3. Grabado del artículo El estudiante
56
4.Grabado del artículo El colegial
57
5.Grabado del artículo El colegial
58
6.Grabado del artículo Los estudiantes de antaño
59
7.Grabado del artículo The collegian
60
8.Grabado del artículo L’étudiant en droit
61
9, 10 y 11.Grabado del artículo L’étudiant en droit
62
12.Grabado del artículo De student
63
13.Grabado del artículo De student
64
14.Grabado del artículo L’étudiant de Louvain
65
15.Grabado del artículo L’étudiant de Louvain
66
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